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Capítulo 27

"Honestidad"

—¿Llevas todo? —Era pasado el almuerzo del miércoles y Harry se encontraba junto a Draco en la habitación de invitados. Había transcurrido un mes desde su llegada pero su permiso de vacaciones ya había terminado y finalmente era su momento de regresar a su propio hogar en Londres.

—Sí, papá —Se mofó el rubio adulto acomodándose los guantes de cuero.

—Lo que te dejes lo quemaré —Refuto Harry con frialdad.

—Conociéndote sé que es verdad —Acoto Draco —En lugar de ser un adolescente normal y solo guardarlos para olfatearlos en tus momentos privados.

—Eres un cerdo

—Y tú sigues creyendo que nadie se enteró del incidente con tu capitán

—¡Eso fue un malentendido! —Espeto el ojiverde volteandose justo cuando iba en el marco de la puerta.

—Escuché algo sobre un capitán... —Y como no, Teddy apareció, oculto bajo la cama en forma de Beagle —¿Era sexy?

—Tenía lo suyo —Comentó Draco haciendo memoria —Es jugador de Quidditch profesional ahora. Juega para el equipo de Irlanda.

—¡Affff! —Y la expresión indignada en el rostro de su ahijado fue la señal de Harry para irse —¿Estás diciendo que todo este tiempo pude tener un padrastro sexy? ¿Que además juega para mi equipo de Quidditch favorito? ¡Harry ven aquí y explícame eso!

Al mismo tiempo Harry cerraba la puerta de su habitación y a su vez la insonorizaba para no tener que escuchar la sarta de quejas y reclamos de su ahijado. Adoraba a Draco, pero odiaba cuando le brindaba a Teddy esos datos poco específicos sobre su juventud:

—Ah recuerdo eso, ¿me dirás por qué de repente apareciste con los bóxers de Oliver?

—Pero claro... —Murmuró Harry al ver a Fred tumbado sobre su cama con las manos tras la cabeza —¿Qué quieres, Fred?

—¿No intentaras defenderte? ¡No eres divertido! —Pero Harry prefirió ignorar al pelirrojo y buscar algún título para releer en su biblioteca —Solo pensé en venir a animarte un poco, después de todo Malfoy se va hoy ¿no?

—Solo regresará a Londres, no es como si nunca volviera a verle —Respondió Harry con sencillez y un tomo en sus manos. Aclarado el punto, fue a tumbarse para leer sobre la cama —No hagas eso... —Dijo cuando sintió como Fred comenzaba a jugar con su cabello —Me dará sueño.

—No te vendrían mal unas horas de descanso extras

—Soy pálido por naturaleza, estas ojeras me acompañaran el resto de la vida —Se defendió el inglés —Además antes eran mucho más pronunciadas.

—Te concedo esa última parte —Accedió el pelirrojo —Pero Teddy es bastante capaz por sí solo, no tienes que trasnochar todos los días preparando la comida.

—Me gusta cocinar

—Sí, lo he notado —El comentario de Fred fue seguido por un par de pinchazos con sus dedos sobre el estómago de Harry —Te estás poniendo panzón.

—¡Al fin!, ya me canse de ser un flacucho —Su comentario fue seguido por una gran carcajada por parte del espectro a su lado.

—¡Aja! Me gusta tu actitud, pero a este paso te convertirás en una bola de grasa. Tienes que hacer ejercicio.

—Ya hago ejercicio —Rebatió Harry mientras pasaba la página del libro.

—Sí, levantar los libros ha de ser extenuante

—Intenta despertar a un tigre de bengala por lo menos dos veces por semana ¡y hoy fue un oso Kodiak!

—¡Lo que necesitas es alguien con quien ejercitarte! —Prosiguió el pelirrojo haciendo caso omiso de la frase anterior —Un compañero que supervise que realmente no te conviertas en un barril. ¿Pero quién? —Harry ya comenzaba a comprender por dónde iban los tiros —Tiene que ser alguien que sepa del tema. ¿No se te ocurre nadie?

—No voy a pedirle que se convierta en mi entrenador personal solo por capricho de ustedes.

—¡Por favor! ¡Siempre viene a comer! ¡En lugar de pasarse toda la tarde hablando podrían hacer algo mucho más productivo!

—Espero que estés hablando del ejercicio —Espetó Harry pasando de página.

—Hay muchas formas de hacer ejercicio —Murmuró el pelirrojo para sí mismo, mas no por eso sus palabras escaparon de los oídos de Potter. Sorprendentemente la reacción del Señor de la Muerte fue solo un suspiro de leve exasperación. Después de todo ya comenzaba a acostumbrarse a esa nueva tendencia que tenían en la casa de quererlo emparejar con Jacob Black.

—¡Oye Potter, ya me voy! —Y justo en ese momento la puerta de su habitación se abrió dando paso al rubio adulto —¿Estás tirado en la cama otra? Te volverás una manteca...

"Cero y van dos" —Pensó con ironía mientras se levantaba luego que el fantasma de Fred Weasley se desvaneciera. Normalmente las despedidas de los magos no eran especialmente ruidosas, después de todo tenían múltiples formas y medios para transportarse de forma inmediata. Y con un mago adulto la expresión "equipaje de bolsillo" adoptaba un significado literal.

Además como Draco era un pragmático es obvio que regresaría a Londres por medio de la aparición.

—Podrías quedarte a cenar —Y con ese razonamiento Teddy intentaba aplazar la partida de su tío favorito.

—Tengo muchas cosas que arreglar, del trabajo y de casa —Si Draco no tenía cuidado el joven metamorfo podría convencerle y se quedaría hasta que faltaran solo cinco minutos para que comenzara su jornada de trabajo en el ministerio —Pero te prometo que vendré para tu cumpleaños.

—¡Y el de Harry! ¡Y para Navidad! —Ese era su momento para sacar tantas promesas como fuera posible.

—¡Bien! ¡Bien! —Y era sencillamente imposible resistirse a esos ojos. Draco terminó por acceder a cada una de las peticiones de su pseudo sobrino al tiempo que le despeinaba con una mano —Hazme un favor y cuida del amargado de tu padre, ¿sí?

—¡Sí señor!

—Puedo escucharlos —Los tres estaban de pie en el jardín trasero de la casa, Draco vestía ya con la gabardina apropiada para el clima en el Reino Unido y todo su equipaje eran apenas dos maletas en uno de sus bolsillos —Envíale mis saludos a todos en el Departamento —Harry se acercó para estrechar la mano de su mejor amigo:

—Que frío eres... —Y de un solo tirón ya estaba rodeado por los brazos del mago adulto, que incluso le había levantado del suelo. Como odiaba su diferencia de estatura a causa de la edad —Admite que me vas a extrañar.

—Sabes que así será —Coincidió el ojiverde, rodeándolo él también con sus brazos —No seas tan arrogante.

—¡Ey yo también quiero un abrazo! —Y como no, Teddy se lanzó sobre ambos terminando los tres cayendo sobre el césped húmedo y riendo a carcajadas. Cinco minutos de risas y un sonoro "Crack" después Draco Malfoy había partido de la casa Potter —Ahh, me voy a sentir tan solo ahora —Comentó el menor luego de un sonoro suspiro.

—Aprovecha para ir a terminar tu tarea —Pero Harry no lo había criado por catorce años en vano. Le tomó de la oreja y comenzó a tirar de él de regreso al interior de la casa —Luego limpiaras el baño. ¡Ah!, y volverás a lavar la loza sucia después de comer.

—Ahhhhh, ya extraño al tío Draco

***

Al mismo tiempo, lejos en la Reserva, la manada se encontraba reunida en un claro a mitad del bosque, muy apartado de cualquier otra persona. Los lobos cerraban un círculo alrededor de Jacob Black; el cual se encontraba tirado sobre la tierra sobre sus rodillas y codos, ya que solo vestía un par de viejos pantalones podía verse como toda su piel se encontraba perlada por el sudor y hasta podían verse algunas venas brotadas en sus hombros, brazos, pecho y espalda producto del esfuerzo físico:

—Esto... es... absurdo... —Que incluso estaba demasiado agitado y su respiración entrecortada le dificultaba hablar correctamente —No, ¡puedo!

No tenía idea de que hora podría ser, pero de lo que sí estaba seguro era que ya llevaban un lapso de tiempo considerable en ello.

Aquella mañana Sam había ido a buscarle a su casa con la idea que todos faltarían a la escuela. Después de todo su alfa consideraba que ya había transcurrido tiempo suficiente para que el menor de los Black se estabilizara, y si tenía el valor suficiente como para desobedecer una orden directa de él y de su padre en sus caras, no podía estar tan mal.

En realidad, no podía haber estado más equivocado.

El plan original era permitir que Jacob volviera a entrar en fase, en un ambiente apartado y con todos sus compañeros listos para contenerle en caso que se descontrolara. Especialmente luego del aquel incidente de pseudo-transformación que tan preocupados había puesto a Sam y a Billy. Pero ahora tenían un nuevo problema que seguramente le llenaría de más estrés que los dos anteriores: Jacob Black no era capaz de entrar en fase.

—¡¿Cómo que no puedes transformarte?! —Y la reacción del anciano era más que esperada.

—¡Pues que no puedo! —Rebatió su hijo igual de frustrado. Después de todo tuvo que regresar al pueblo sobre el lomo de Jared. Y aunque llevaban ya una hora allí sentados en la sala de su casa viéndose las caras, aún no lograban ni siquiera una pequeña conjetura de porque ahora el heredero de la familia Black, descendiente directo del mismísimo Ephrain Black, no lograba conectar con su herencia.

Primero había sido un pequeño descontrol en su comportamiento a causa de pasar tanto tiempo viviendo como lobo; luego había sido una extraña mutación de película de monstruos disparado por un repentino ataque de celos, aunque ese era un detalle que había mantenido para sí mismo; y ahora simplemente no podía sacar las garras ni los colmillos. La idea que rondaba por las cabezas de los tres era que de alguna forma sus genes habían comenzado a ceder. ¡Cosa absurda porque aún tenían a un aquelarre de sanguijuelas viviendo muy cerca de su territorio!

La única razón por la que aún no se decidían por aquella hipótesis era porque la fiebre aún no cedía ni un grado en su cuerpo. Lo cual solo podía significar que se trataba de un factor mental por lo que no lograba transformarse.

—O es algo emocional —Acotó Billy mientras abría su tercera lata de cerveza. Pero Jacob ya conocía esa pulla:

—Papá. No es por Bella —Declaró lentamente el menor desde su silla. Aunque algo le decía que su padre no estaba del todo equivocado en su comentario, solo levemente desviado del margen correcto.

—¿Estás seguro? Hijo de verdad no quiero hurgar una herida abierta, pero esto es grave. Tal vez, inconscientemente... —Pero las palabras de Billy no hacían más que opacarse cada vez más y más, hasta convertirse en simple ruido de fondo como la lluvia o el oleaje.

En ese instante la mente de Jacob estaba maquinando la idea que su padre acababa de mencionar. ¿Emocional? No era una teoría tan descabellada. Los lobos se caracterizaban precisamente por ser animales emocionales, y si añades "adolescente" a la ecuación todo resultaba en un compuesto aún más volátil. Pero esa solo era la parte fácil. La siguiente cuestión era, ¿qué clase de problema emocional podría tener? Y más inquietante aún, ¡¿por qué la cara de Harry Potter venía a su mente intentando responder a la primera duda?!

—¿A dónde vas? —Preguntó Sam desde su silla al otro lado de la mesa.

—Necesito pensar —Fue toda su respuesta antes de cruzar la puerta de la casa y cerrarla tras él.

Y haciendo caso omiso de aquel primer instinto, dirigió sus pasos en la dirección contraria y se encaminó hacia la playa. Necesitaba tiempo para reflexionar y comprender qué era lo que realmente estaba ocurriendo con él. Y por mucho que quisiera ir a la casa Potter, sabía que tener a Harry cerca no ayudaría con sus planes. Aunque ahora que lo pensaba, para esa hora el viejo rubio ya debería estar mínimo en el aeropuerto. Y la idea de Draco Malfoy montado en un enorme avión volando a cientos de kilómetros por hora muy, ¡muy!, lejos de Forks le dibujó una sonrisa en la cara.

Justo a eso se refería. ¿Por qué se alegraba? No era un mal tipo, solo un engreído.

Y-y lo mismo con Teddy. ¡Adoraba a Teddy! Pero no podía evitar sentir una punzada de envidia hacia él.

¿De verdad, todo era solo porque ellos vivían con Harry? ¿Por qué? ¿Por eso iba todas las tardes a verle?

—¿Por qué? —Se repitió en voz alta cuando sus pies pisaron la arena blanquecina de la playa en la Push.

Ciertamente le agradaba mucho Harry. ¡Era un gran tipo! Un ejemplo de hermano mayor, aunque aún se le hacía algo extraño que Teddy se refiriera a él con la distinción de "Padre"; era responsable, educado, algo serio y ¡cocinaba delicioso! Y aunque era amistoso y amable definitivamente no entraba ni un poco en ese estereotipo de los ingleses babosos, estirados y debiluchos. No. El sujeto tenía un carácter lo bastante fuerte como para amedrentar a un licántropo.

—Afff, ancestros... —Murmuró mientras se guardaba las manos en los bolsillos de su sudadera. Ninguno de esos pensamientos era nuevo en su cabeza. Y ya antes se había justificado con la idea que solo estaba siendo objetivo.

No había nada de malo en admirar las cualidades de otro hombre. Y él no tenía nada en contra los homosexuales, y gracias Teddy ya no se le hacía tan raro ahondar en el tema. Pero él no lo era. Él era completamente heterosexual. Había estado enamorado de una chica por años; y aunque actualmente pensar en Bella le daba exactamente lo mismo que pensar en un rábano eso no significaba que hubieran dejado de interesarle las chicas. Que tenía varias revistas ocultas bajo su colchón que lo demostraban; aunque, hacía mucho que no las sacaba ni que intentaba sintonizar los programas porno a la media noche en la televisión. Honestamente ni siquiera recordaba la última vez que se había hecho una paja.

—¡Por todo lo que-

¿En verdad había considerado... eso?

"¿Qué más da, Black?" —Murmuró una voz en su cabeza —"Vinimos aquí para ser honesto ¿no? ¿Qué mejor prueba que esa?" —Le aterraba la idea de que su consciencia comenzara a tener demasiada actitud. Pero la verdad era que, algo dentro de él comenzó a agitarse y no pudo evitar frotar el frente de su pantalón al mismo tiempo que cerraba los ojos y pensaba en esa modelo de la portada.

Sus grandes y suaves senos, esas piernas cortas y musculosas, y lo sugestivo que resultaba ese dispensador de gasolina en sus manos con la boquilla tan cerca de su boca:

—Aff... —Sí, ya comenzaba a calentarse. Todo funcionaba como debería y las mujeres seguían excitándolo.

Se descalzó y caminó un rato con el oleaje acariciándole a los tobillos. Esperó un rato hasta que su cuerpo regresó a la normalidad y fue momento de la prueba de fuego: ¿Harry lograría calentarlo?

Alguna vez un afamado psicólogo mencionó que la masturbación podría llegar a ser el acto sexual más completo. Puesto que involucraba tanto al cuerpo como a la imaginación. Y esa tarde, oculto entre los árboles, con la frente perlada en sudor, su pecho agitado, su garganta desgarrada por un sonoro gemido y su palpitante miembro en las manos, Jacob Black pudo comprobar la veracidad de esas palabras, y la falsedad en todas las mentiras con las que se había llenado la cabeza intentando negar una simple verdad.

Y es que ese había sido el mejor orgasmo de toda su maldita vida.

***

Al mismo tiempo, en su casa Teddy se encontraba tumbado en el sofá de la sala leyendo rápidamente su tarea para la clase de literatura. Le gustaban sus lecciones en la escuela muggle, y gracias a su padre y a su tío no tenía que preocuparse por su educación mágica, por lo que no necesitaba la vigilancia de Harry para terminar la tarea. Por fortuna esa era la última del día, con algo más de suerte podría convencer a su padre de ordenar una pizza para cenar.

—Jmm, champiñones... —Se dijo, haciendo una pequeña pausa en la lectura para fantasear con el delicioso queso derretido y los ingredientes extras. Y al mismo tiempo pudo escuchar como tocaban al timbre de la entrada:

—¡Adelante! —Anunció, recordando que su padre estaba tomando un baño en el piso de arriba. Tal vez fuera algo inocente de su parte ni siquiera ir a abrir la puerta, pero ya estaban tan acostumbrados a las constantes visitas de cierto quileute en las tardes que sencillamente pararse para abrirle le daba demasiada pereza.

—Teddy —Solo que aquel no era el quileute que esperaba. En cuanto escuchó la voz de Seth, el inglés prácticamente saltó del sofá para verlo de pie en el marco que llevaba a la sala.

—Seth, ¿c-cómo estás? —Había transcurrido bastante tiempo desde la última vez que había hablado o siquiera visto al Clearwater. Tiempo que había empleado en intentar superar ese flechazo que había sentido por él casi desde que le conoció. Y ahora, al tenerle a solo unos metros de distancia podía sentir cómo todo ese trabajo comenzaba a flaquear.

—Teddy, ¿te hice algo malo? —Y es que desde que había hablado con Jacob el joven quileute se había sentido mucho más tranquilo. Pero eventualmente había comenzado a creer que, si Teddy aun no quería hablarle era porque realmente estaba enojado. Y como no había logrado llegar a una respuesta por sí mismo, decidió ir a buscar las respuestas directamente:

—¿Qué? —Por un instante Teddy no tuvo idea de que responder —Pero, ¿Seth, de qué estás hablando? No me has hecho nada malo —Y justo en ese momento un gracioso recuerdo vino a su mente, por lo que agrego —Bueno, solo esa vez que me caíste encima cuando te enseñaba a bailar pero... —Pero mejor se detenía o terminaría por ceder a las emociones que tanto se esforzaba por contener —N-no estoy molesto.

—¿Entonces por qué no me hablas? —Espeto el quileute, aun desde el marco de entrada. Y a esa distancia Teddy podía notar cierto temblor en sus rodillas al hablar —Solo me escribes cuando yo te escribo al celular, y ya no quieres salir conmigo. Pensé... Pensé que te había hecho algo malo —Dijo con un hilo de voz —Y, vine para pedirte perdón...

—Seth... —No había ni una sola fibra en el cuerpo del mago que pudiera resistirse a la visión de su amigo tan dolido. En un par de zancadas se acercó a él y le tomó de los hombros, lo cual denotaba bastante la diferencia de estaturas entre ellos —¡No! No me hiciste nada, no tienes porque disculparte.

—Pero, entonces... —Inquirió Seth, que aun cabizbajo podía ver a los ojos a su amigo —¿Por qué ya no somos amigos?

—Por Merlín... —Esos grandes ojos cafés que amenazaban con lágrimas contenidas, el ceño elevado y esos labios entreabiertos por las dudas. Teddy tuvo que soltarle y alejarse un par de pasos. Se llevó una mano a la cintura y con la otra se cubrió los ojos intentando calmar su pulso —Sethie, por favor no me hagas esto.

—¡¿Qué?! —Inquirió el quileute, con un solo paso alcanzó al inglés y le sujetó de los brazos —¿Qué, Teddy? Por favor, haré lo que sea para que volvamos a ser ami...gos —Esa breve pausa fue ocasionada cuando, en un arranque de dolor y masoquismo, Teddy se pegó a él. Pasando sus brazos por debajo de los de Seth y aferrándose a sus hombros por la espalda:

—No lo entiendes, Seth —Dijo con su rostro contra el pecho del menor, respirando aquella loción juvenil que tanto les gustaba. Ese era otro escalón de bajada.

—¿De qué estás hablando? —Inquirió el aludido tomando a Teddy por los hombros, apartándolo ligeramente de él para poder verle a la cara pero sin que le soltara —Se que no soy el más listo, pero tampoco soy tonto —Agrego con una media sonrisa.

Y ese fue el pequeño impulso que empujó a Teddy Lupin a rodar escaleras abajo.

—... —No dijo nada. Solo separo una de sus manos del hombro de Seth y la llevó hasta la nuca del quileute, con poco de fuerza y levantándose en las puntas de sus pies logró cerrar el espacio entre sus rostros juntando sus labios —No te odio, Seth —Dijo sobre aquellos labios que tanto había deseado probar.

El contacto era tenue, suave, podían sentir la respiración del otro en sus rostros y Seth tenía los ojos muy abiertos cuando Teddy se separó de él.

—Me gustan los chicos —Declaró con un tono de pesar y una mínima sonrisa de resignación en su rostro. La misma que pondrías luego de cometer una estupidez —Me gustas tú, Seth —Dijo con algo de resignación —Y de verdad quiero que seamos amigos, por eso me aleje un poco. Esperaba que con algo de tiempo pudiera dejar de sentir esto... —Decía al tiempo que se aferraba a su propia camisa, sobre su corazón —Así podríamos ser amigos normales. ¡Perdón! —Ya no podía contenerlo más. Sus lágrimas comenzaron a caer de sus ojos y los hipidos entorpecieron su hablar —N-no debí... Pero-

Pero no había nada más que decir.

Después de todo, ya no había nadie que escuchara sus palabras.

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