Capítulo 15
"Desayuno casual — ¿Traía eso conmigo?"
¿Quién iba a decir que un pequeño viaje al supermercado terminaría con una excursión completa al hospital?
Vale, que eso había sonado mal. Pero al menos Teddy lo hacía sonar divertido. Ok eso sonaba aún peor. Estaba sentado en la sala de espera, con las piernas cruzadas y esperando alguna noticia acerca de Jacob. Que cuando todos le habían visto desmayarse en la fila del supermercado solo habían visto eso, un desmayo. Pero él había visto algo más. Aunque sería más preciso decir que lo "sintió". No podía explicarlo con precisión. Pero, desde la guerra, desde que se había convertido en el señor de la muerte, era capaz de sentir el "aura" de las personas, su vida.
Y con Jacob había sentido algo muy extraño. No era como cuando sentía a alguien cerca del fin. Fue como si toda su presencia flaqueara antes de deformarse y, de alguna forma, lanzarse contra él. Fue extraño. Como si de alguna forma intentara... algo. No sabía por qué, pero le alegraba que inconscientemente su magia lo hubiera rechazado. ¿Pero que podría haber causado tal reacción?
—Tienes mala cara —Y sentado frente a él Teddy parecía igual que siempre. Relajado como si estuviera jugando.
—¿Por qué no vas a casa?
—¿Y perderme tu mala cara? —Harry estaba a punto de mandarlo a casa, de no ser porque en ese momento una enfermera se acercó a él con una tablilla en las manos.
—¿Harry? —Inquirió con duda, a lo que el inglés asintió —El paciente quiere hablar contigo.
—Claro —Una parte de él no estaba segura de querer volver a ver a Jacob. Pero dado que había sido él quien lo había llevado al hospital, y posiblemente fuera el causante de su desmayo, era lo menos que podía hacer.
—¡Ey! —Se sintió un tonto por haber esperado encontrar al quileute tumbado en la cama conectado a un monitor cardiaco. En lugar de eso Jacob solo estaba sentado al borde de la cama abrochándose los zapatos —Gracias por ayudarme.
—No fue nada, ¿estás bien? —Inquirió el ojiverde.
—Sí, solo fue un mareo —Aquella respuesta estándar fácilmente podía ser pasada por alto, pero bien que Harry no lo haría. No sabía por qué, pero necesitaba saber qué había sido aquello.
—¿Estás seguro que debes moverte? Tendrían que hacerte unos exámenes —Sugirió el inglés —Puedo llamar a tus padres mientras tanto-
—¡...! —Jacob estuvo a punto de reaccionar con un fuerte "NO", que no quería imaginar lo que diría su padre si se enteraba que su retraso en las compras había sido por ir a parar al hospital. Bueno, poniéndolo en perspectiva definitivamente tenía que decírselo. Pero definitivamente prefería hacerlo él.
—Eso no será necesario, Harry —Además no tuvo necesidad de reaccionar como un demente. En ese momento la puerta de la habitación se abrió dejando paso al rubio doctor Cullen, quien lucía tan taimado y sonriente como de costumbre con un sujetapapeles en sus manos —Jacob es un joven con muy buena salud.
—Gracias —Era difícil saber si era un agradecimiento serio o no, especialmente porque Jacob casi lo había gruñido. Sabía que la sanguijuela solo lo estaba cubriendo, aun así no quería quedarle debiendo nada —¿Puedo irme?
—Por supuesto, solo tengo que firmar tu alta —Respondió Carlisle agitando un pequeño papel en su mano —Si me disculpan.
—¿Tienes algún problema con los doctores? —Inquirió genuinamente curioso el ojiverde en cuanto volvieron a quedarse solos.
—No es eso —A juzgar por su tono Harry supo que era mejor no seguir con ese tema.
—¿En serio estás bien?
—Sí, solo fue... Algo —A pesar de la insistencia de Harry, Jacob insistió en que podía conducir de regreso solo. Aunque no dejo de preguntarse como había llegado su camioneta al estacionamiento del hospital. Le agradeció una vez más al chico por ayudarle y se despidió, con la firme intención de presionar el pedal a fondo hasta llegar a la reserva y hablar con Sam, con su padre, ¡con quien hiciera falta! ¿En serio un hombre lobo podía desmayarse de la nada?
Por otra parte, Harry estaba mucho más cerca de su fuente de respuestas. Así que, haciendo uso de toda su autoridad como padrino, despacho a su ahijado a casa; lo que se traducía como: amenazar a Teddy por que fuera a terminar su tarea o acabar castigado por el resto del año. En cuanto el joven metamorfo se hubo ido, haciendo puchero, el mago se encaminó por el pasillo hacia la oficina del director:
—¿Podemos hablar? —Preguntó de pie bajo el marco de la puerta. Carlisle asintió mientras le decía que cerrara la puerta, y a juzgar por la expresión del vampiro, este también había querido hablar con él.
—Supongo que notaste algo en Jacob —Sugirió el rubio con amabilidad. En lugar de responder de inmediato el inglés se tomó unos segundos para pensar. Había querido asegurarse primero de no revelar nada que no fuera de su incumbencia, pero Carlisle definitivamente sabía algo. Por lo que respondió:
—No solo en él. También en sus amigos —Explico —Cada vez que iban a trabajar a la casa las alarmas se disparaban.
—¿Tienes alguna idea de por qué?
—Supongo que tiene algo que ver con su tribu —Dijo —¿Algún secreto? ¿Es por eso que esta tanteándome?
—Perdón por eso... —El vampiro se disculpó con una pequeña sonrisa.
—Lo entiendo, mi secreto tampoco es algo que se pueda comentar con cualquiera —Harry se quedó unos segundos en silencio —Pero no habría venido a preguntarle si fuera solo eso.
—¿A qué te refieres? —Tan solo le tomó a Harry unos minutos explicar cómo, posiblemente, había sido él el responsable del desmayo del quileute —Dices que se arrojó sobre ti...
—Sí, pero no literalmente —Repitió el ojiverde —Fue como si su alma se abalanzara contra mí.
—Pero lo rechazaste.
—Mi magia lo hizo —Corrigió el mago —No estoy seguro de cómo pasó o porque. Es extraño.
Por su parte Carlisle se inclinó hacia adelante, con los codos sobre el escritorio y sus manos entrelazadas. Sin duda era un asunto intrigante. Jamás había escuchado que un hombre lobo se enfermara ni nada parecido. En cuanto vio el nombre de Jacob Black escrito en la forma de entrada se pregunto que pudo haber pasado; ahora lo sabía, había sido cosa de la magia. Pero aquello había sido una reacción defensiva, desencadenada por una acción previa provocada por Jacob. Ahora solo le faltaba una pequeña pero importante variante en la ecuación.
—¿Alguna idea? —Inquirió el ojiverde luego de varios minutos de silencio.
—Aunque no lo parezcan, los Quileutes son seres muy emocionales —Explico el rubio —Son fácilmente arrastrados por la agitación, la rabia especialmente.
—No lo hice enojar —Aclaró ante la sugerencia del vampiro —Nos llevamos bien, aunque trata más con Teddy. ¿Quién es él?
—Un cambiaformas —Respondió Carlisle sin ninguna reserva —Como Teddy. Con la diferencia que los Quileutes solo pueden cambiar a lobo, y no son muchos los que pueden... ¿Pasa algo? —Inquirió al ver la cara de Harry.
—¿Cómo sabe que Teddy es metamorfo?
—Va a jugar videojuegos con Emmett a veces —Harry suspiro, fácilmente podía olerse la frustración y el cansancio en él —Dijo que sabía...
—Sabía que no estaba yendo a la biblioteca —Aclaró el mago —Ya que, lo castigaré luego.
—¿Puedo preguntarte algo? —Harry asintió con la cabeza levemente —No conozco muy bien cómo se mueve tu mundo, pero estoy seguro que no todos los adolescentes tienen permiso legal para cuidar de un menor.
—Ya tenía diecisiete cuando nació Teddy. Fueron unos meses después que tome la custodia, cuando sus padres murieron —Agregó con seriedad.
—Perdona, no quise hacerte recordar algo doloroso.
***
Los días pasaron y Jacob aún era seguido por la atenta mirada, ya fuera de su padre, o de su alfa. Desde que les había comentado acerca de su extraña reacción con respecto a Harry Potter. Billy no tenía ninguna explicación para ello, aun así Sam le ordenó mantenerse alejado. De ambos muchachos; hasta que pudieran averiguar algo más sobre ellos. De forma que ahora, cada noche, algún miembro de la manada se quedaba rondando los alrededores de la casa. Pero había un problema:
—No puedo acercarme —Aquella noche era el turno de Jared, y al igual que Paul, Leah y Sam, por alguna razón la casa parecía evadirlos, o alejarse, o incluso hasta desaparecer. Al menos desde donde estaba podía ver las luces encendidas a través de las ventanas.
—Quédate allí, si pasa algo nos avisas —Por su parte Sam no pensaba cambiar su postura. Había algo extraño con esos extranjeros, y no le daba buena espina.
Pero mientras la manada se encontraba patrullando como de costumbre, Jacob estaba sentado al borde de la cama. Sujetando sus rodillas con las manos e intentando dejar de temblar. Sus dientes castañeaban, a pesar de que toda su cama estaba empapada en sudor; las rodillas no paraban de temblar, ¿o eran sus manos? Ya no podía diferenciar una cosa de la otra. Esa pesadilla había estado turbando su sueño cada noche. No importaba cuantas veces lo intentara. Siempre que lograba conciliar el sueño esa maldita opresión se apoderaba de su mente, de su cuerpo. De todo su ser. Era como si se filtrara por su piel, calándole hasta los huesos, por cada fibra provocándole escalofríos. Miedo.
"Es solo un sueño" Había dicho Billy cuando se lo comento por primera vez. Pero aquello era algo más. Más que una simple pesadilla. No podía explicarlo. Pero si podía compararlo. Solo una vez había sentido algo similar, por no decir que el sentimiento era exactamente igual; con la diferencia que este parecía volverse cada día más intenso.
No. No quería pensar en eso. No quería agregar unas más a la lista de malestares. Solo volvió a recostarse, rezando a los ancestros por poder descansar aunque fuera solo unas cuantas horas. Que no quería comenzar a tener ojeras y lucir como un asqueroso vampiro. Por suerte pudo mantener su sueño tranquilo, oscuro y silencioso hasta el amanecer. Agradeció el levantarse antes que su padre, no quería que viera la misma cara cansada y agria que le devolvía la mirada del espejo. Así que se vistió, tomó su billetera y las llaves de la camioneta, no estaría mal desayunar fuera por una vez.
En todo el camino intentó mantenerse sereno. Cada vez que un pequeño recuerdo de las pesadillas pasaba por su cabeza sentía como se le erizaban la nuca y los brazos. No había notado cuando había olvidado una sensación tan... humana. Le hacía sentir realmente extraño. Se estacionó frente a la cafetería del pueblo y bajó sin molestarse en ponerse su chaqueta; aunque, ni siquiera estaba seguro de haberla llevado.
Siguiendo ese orden de ideas se palmeó el bolsillo trasero del pantalón, para su alivio si había llevado la billetera. Así que se sentó en una mesa y ordenó una ración grande de panques, huevos y tocino. No le importaba gastarse todos sus ahorros sólo en comida, necesitaba ocupar su mente en algo y llenar su estómago parecía una buena opción. Iba ya por su tercera ración cuando alguien le palmeó el hombro. Aunque lo extraño fue ese pequeño sobresalto que lo invadió. Solo un pequeño espasmo que le hizo brincar levemente en su asiento:
—Jacob —El jefe de policía Swan sonaba tan alegre como de costumbre —Que sorpresa verte por aquí.
—Hola Charlie —Ni siquiera se molestó en que el sheriff se sentara frente a él y ordenará su desayuno habitual de los sábados. Mientras esperaba se animó a preguntar:
—¿Y cómo estás? Escuche que ayer estuviste en el hospital —Agregó al ver la ceja alzada del quileute. Aquello era lo malo de vivir en un pueblo pequeño, todos se enteraban de todo:
—Solo fue una baja de azúcar —Se excusó rápidamente.
Pasaron el resto del desayuno conversando tranquilamente, aunque había algo en Jacob que no se sentía igual. Por alguna razón al sheriff le parecía como si el moreno estuviera algo decaído, o algo así. No era capaz de explicarlo con claridad. Tal vez solo era su imaginación. Veinte minutos después ambos iban ya de salida, el sheriff se despidió y fue directo a su patrulla. Jacob estaba a punto de subirse en su camioneta hasta que algo más lo sorprendió:
—¡Ey chico de la selva!
—Hola Teddy —Ni siquiera se molestó en pedirle que se bajara de su espalda, la energía del chico era contagiosa.
—No te subas a la espalda de las personas.
—Es tu culpa, siempre me cargabas en tus hombros —Rebatió con un falso puchero el metamorfo —Me acostumbre.
—Eras adorable, al menos hasta los ocho.
—¡Ey no te rías! —Teddy podía sentir los espasmos en la espalda de Jacob mientras le daba un zape en la nuca; de todas formas el quileute le ignoró y pasó a saludar al mayor de los ingleses:
—Hola Harry.
—Cómo estás Jacob. No esperaba encontrarnos aquí —Por alguna extraña razón cuando se dieron las manos ambos sintieron una pequeña descarga eléctrica. Y no figurativamente —Waoh..
—Es raro —Lo más extraño fue que cuando se separaron fue como si no quisieran hacerlo. Era como si sus palmas se llamaran entre sí.
—Oye Jake, ¡Jake! —Cansado de ser ignorado Teddy terminó de subirse en los hombros del quileute y ahora tamborileaba su cabeza cual baterista —¿Comes con nosotros? —La oferta sin duda era fácilmente rechazable, por varias razones: acababa de desayunar, no le quedaba dinero y desde que se había levantado aquella mañana no se sentía de humor para estar en compañía de alguien más:
—Claro Teddy. Digo, si no les molesta...
—No hay problema —Pero por alguna razón, la idea de pasar un tiempo extra en compañía de Harry sonaba particularmente bien. Es decir, con ambos. Era extraño. Entre más intentaba centrarse en ambos, en Teddy y Harry, su cerebro más parecía empeñarse en ese muchacho de ojos verdes que siempre era tan serio, pero que por alguna razón esta vez lucía un poco... sonriente.
Y le aterró el no quedarse aterrado al pensar que Harry tenía una linda sonrisa. Como fuera no le prestó demasiada atención a que todos se le quedaran viendo al volver a entrar a la cafetería, esta vez cargando a Teddy en sus hombros. Por suerte su padrino fue capaz de bajarlo, si no estaba seguro que él pequeño hiperquinético habría usado su cabeza como plato. Resultó que pasar el resto de la mañana con Harry fue suficiente para despejar aquella nube de pesimismo que había estado rondando sobre su cabeza; batallo con Teddy a ver quien le robaba más comida de su plato a quien, charlaron acerca de cosas sin importancia y comieron, en el caso de Jacob su segundo desayuno.
Por su parte Harry no podía dejar de sentirse extraño con respecto al quileute. Cuando lo había visto desde el auto había pensado en mantener sus reservas y, tal vez, las distancias. Pero aun cuando su presencia se sentía más intimidante y grande que antes, se sentía bien. De alguna forma. Era sobrecogedora y muy agradable. No estaba seguro de cómo definirla era... De alguna forma le recordaba a Sirius.
—¿Estás bien? —Recordar a su difunto padrino provocaba una punzada en su pecho. Pero le sorprendió ver toda aquella preocupación en los ojos cafés del quileute. Podría jurar que Jacob también estaba sintiendo... No, eso era ridículo.
Pov Jacob:
Eso fue extraño. Por un instante recordé el día del funeral de mi madre. Pero tan pronto como apareció el sentimiento también se esfumó. Y no tengo idea de por qué pero estoy seguro que Harry también sintió algo parecido. Aunque afirmó estar bien, no le creí del todo. ¿Pero qué estoy diciendo?
—¿Y cómo está Seth? —Ah es verdad, estaba hablando con Teddy acerca de los chicos.
—Fastidioso y ruidoso, no para de hablar acerca de ese nuevo video juego-La verdad yo también he estado pensando en ello, pero ahora no me parece tan importante.
—Interesante... —Aunque si me descoloco un poco la forma en que Teddy hablo, como si planeara alguna especie de horrible crimen. O si tramara algo importante. Como sea, para cuando salimos de la cafetería paso algo que ni en un millón de años se me habría ocurrido que podría pasar:
—Eh, se te callo esto... Uhhh una boda.
—¡Teddy!
—Está bien, ni siquiera sabía que lo tenía en el bolsillo.
—Adoro las bodas. El pastel, los bocadillos, la champaña... ¿Ya tienes pareja?
—Ni siquiera sé si YO iré...
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