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Capítulo 3

Saint

Centro mi mirada en el líquido color ámbar del vaso en mi mano, realizando rápidos y ligeros movimientos de muñeca que provocaban que se moviese de un lado a otro. Sin embargo, mis pensamientos no están centrados en el whisky, sino en los hermosos ojos juveniles de Andrei. La mezcla de tonalidades grises y verdes era hermosa y expresiva, con emociones que resaltaban en todo su rostro y transmitía como se sentía: con confusión, incredulidad, ira...

No obstante, las dos peores fueron las que me dedicó casi al final de nuestra reunión: traición y esperanzas. Una esperanza que no estoy seguro de poder corresponder en este mismo instante y una traición que me rompió más el alma que diez mil años de condena en el infierno. Porque actuar de manera indiferente hacia él es de las cosas más duras y dolorosas que he hecho en mi existencia.

En la realidad, Andrei es mucho más hermoso y delicioso que en el mundo astral de sus sueños. Durante los años en que le conozco, le he visto transformarse de un niño adorable a un joven magnifico. Un joven que he llegado a desear de forma casi inhumana y con el que me ha costado horrores mantener mis manos quietas. Su cabello es color marrón claro, su piel posee zonas bronceadas naturales que tan solo resaltan las pecas de su rostro y otras regiones de su cuerpo. Sus labios finos y rellenos provocan que mi sangre hierva hasta niveles incalculables.

Suspiro para intentar quitar la tensión que se acumula por mi cuerpo solo con recordar su imagen. No obstante, el joven tiene razón en algo: ninguno de los dos debería creer en las coincidencias y menos con la forma en que se apareció en mi puerta esta tarde. No con todo lo que ha estado sucediendo este último mes. Pensé que alejarme habría sido una forma de protegerle, pero si Andrei ha llegado a mí fuera del mundo astral es que algo se está preparando, algo para lo que seguramente no está preparado.

El sonido de alguien tocando la puerta de mi despacho me distrae de mis pensamientos. Son pasadas las ocho de la noche y todos los trabajadores del edificio se han marchado a sus casas, por lo que solo puede tratarse de un único ser, la persona que he estado esperando.

Sin tener siquiera que invitarle a entrar, la puerta se abre y ante mis ojos aparece un hombre casi de mi estatura. Su musculoso cuerpo se encuentra envuelto en un traje azul y blanco que hace perfecto juego con sus ojos turquesa. Su cabello es de un tono negro azabache. Sin duda alguna, ese hombre conforma la imagen ideal del Pecado de la Lujuria.

—Espero que me hayas llamado por algo realmente importante y que tus diez llamadas perdidas merezcan la pena Avaricia, estaba ocupado. —Su sonrisa juguetona deja más que claro de en qué estaba ocupado y, sin que yo tenga que decírselo, se dirige a mi licorera a servirse su propio vaso de whisky.

—Te he dicho que me llames Saint, es el nombre que he elegido para mí y si fuera por las veces que vas a follar siempre estás ocupado.

La risa descarada escapa de sus labios.

—¿Qué quieres que te diga? Tu puedes alimentar tu ego y el dinero de los cretinos que vienen a buscarte para enriquecerse, pero mi manera de suministrarme es distinta. —Hace un gesto despectivo con la mano mientras avanza hacia una de las butacas para sentarse—. Y ya te he dicho que odio tu nombre, prefiero llamarte Avaricia, es lo que eres. Ahora, ¿qué requiere tanta urgencia?

Suspiro volviendo a centrar mis ojos en el whisky.

—Andrei vino hoy. Irónicamente, viene a trabajar como escritor y como pasante de abogado en la empresa.

La habitación se encuentra sumergida en un completo silencio mientras que dejo que Dóminic interiorice mis palabras. De entre mis seis hermanos, Lujuria siempre ha sido uno de los más cercanos a mi persona. Alzo la mirada en su dirección solo para darme cuenta que ahora sus ojos me observan de forma seria.

—No se supone que el chico te conociera aun según lo que he escuchado, si está aquí es porque algo ha cambiado en el juego y si alguien puede decirte que sucede es Dimitri, solo él pudo haber hecho que el niño llegase a ti de forma certera.

—¡No le llames niño! —Esa palabra me molestaba, algo que a Dóminic parecía hacerle gracia.

—Para nosotros cada ser que habita en este planeta es un maldito niño, que no quieras aceptarlo porque te guste el mocoso no es problema mío. —Un gruñido sale de mis labios, pero eso solo provoca que la diversión de Dóminic vaya en aumento—. ¿Quién lo diría? El peligroso Pecado de la Avaricia cayó completamente por un alma mortal, nuestro creador no estaría orgulloso de ti.

—Nuestro creador es solo un niño con rabieta.

—Puede ser, pero no nos desviemos del tema ¿Llamaste a Dimitri o no?

Suspiro, resignado a la situación.

—Más veces de las que te llamé a ti, pero no contesta su maldito teléfono.

Ahora el sonido de la molestia escapa de los labios del hombre frente a mí.

—Eso solo significa que va a ignorarnos hasta que se mueva la puta ficha del ajedrez que él desea; para él es como un juego y la brecha entre los mundos solo se está volviendo más grande ¿a qué espera?

No lo sé, esa es la realidad, mi desconcierto es el mismo que el de mi hermano. En las últimas décadas, eran cada vez más los demonios y caídos que se alzaban al reino humano y caminaban entre las sombras. Todos esperando una oportunidad, aguardando la señal de su creador para atacar y crear la guerra de sangre que les había sido prometida. Por milenios los demonios se mostraron ansiosos por la llegada del nuevo nacido con magia y, hace unas décadas, cuando el poder despertó, fue el detonante de la cuenta atrás, una cuenta que estaba llegando a su final. Y por eso me preocupaba de algo más...

—Andrei puede ver a los caídos, por eso se supone que aparecí en sus sueños hace años; él es capaz de verlos y sentirlos. Sus poderes son cada vez más fuertes y si continúa de esa manera dentro de poco podrá abrir las puertas entre los mundos. Debemos protegerlo.

—¿Debemos? Eso me suena a manada.

—Eso te suena a que vas a ayudarme —le exijo.

—Quieres ayuda, pues dile al niño la verdad; dile lo que es, lo que eres, lo que somos. Estará más vulnerable si no sabe lo que le vigila desde las sombras.

—No va a creerme.

—¡Definitivamente va a creerte porque ha pasado todas las noches de los últimos cinco años contigo! ¡Solo tienes miedo de que él huya y te deje!

Apreté mis puños con impotencia, porque sabía que era cierto. ¿Qué joven común está preparado para saber que su mundo no es tan simple como piensa?

—¿Desde cuándo la Lujuria es inteligente? Pensé que actuabas impulsivo y pasional.

Me burlo y llega el turno de Dóminic de lanzarme una mirada irónica y llena de significado.

—Miles de seres humanos actúan en mi nombre Saint, crean guerras por mí y mienten diciendo que son en el nombre del amor. Los paganos me dedican dioses, soy de los pecados que más identifican junto contigo y, para que me amen en su infinita locura, debo de ser un hombre inteligente.

—Eres solo un demonio disfrazado de ángel.

—¿Y no lo somos todos? —interroga curvando sus labios en una sonrisa que no demostraba interés, pero el fuego que sus ojos destellaban era más ardiente que un volcán en erupción—. No te engañes Saint, aunque hemos vivido entre seres humanos por milenios, fuimos los primeros creados. Salimos de los círculos más bajos del infierno, somos los demonios iniciales que no pueden ser destruidos y solo utilizamos estas formas para atraer a las personas como moscas a una red de araña. No somos santos Saint, no voy a actuar como uno. Lo que nos diferencia de otros seres oscuros es que, en vez de destruir a la humanidad, nos beneficiamos de ella, pero eso no significa que seamos mejores.

Dejó su vaso vacío sobre mi escritorio antes de ponerse en pie y caminar hacia la puerta.

—Te ayudaré a vigilar a tu mocoso, pero deberías de contarle la verdad pronto; estamos a las puertas de una guerra que ninguno podrá evitar. Los portales se están abriendo y eso solo indica problemas bañados en sangre.

Dóminic se marchó de mi oficina dejándome por segunda vez en completa soledad, solo con la excepción de los pensamientos que rodean mi cabeza. Podía solo continuar vigilando a Andrei desde las sombras o contarle la verdad sobre sus poderes y lo que estaba pasando. Sin embargo, no es tan sencillo, porque sea cual sea la decisión final, siento que puedo perderlo. Solo una cosa es cierta, ya nada volverá a ser como antes.

Dejando mi bebida a un lado, me despojo de la parte superior de mi traje hasta dejar cada uno de mis tatuajes a la vista. Tomando las escaleras de emergencia, subo al techo a la azotea del edificio, la fría brisa de la noche acaricia mi piel desnuda; sin embargo, nada de ello importa, mi atención está en la distancia, varios kilómetros a lo lejos donde siento la presencia de Andrei intentar invocarme en sus sueños, pero este viaje no será posible. Del centro de mi espalda expando mis alas de un profundo tono negro y, solo entonces, me lanzo al aire.

Puede que no aparezca en sus sueños, pero no pienso dejarle desprotegido ni por un solo segundo...

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