Capítulo 1: Los Siete Pecados Capitales.
No sé si fue buena idea ir con Meliodas en una aventura, capaz me haya timado como siempre lo ha hecho en muchos años.
Un día, le pregunté la verdadera razón del porqué fácilmente iría con él. Hasta que me respondió:
—Iremos a buscar a los otros seis pecados capitales...
Cuando dijo eso, justamente estaba bebiendo haciendo que lo escupiera en el pobre puerquito, y yo con cara de “¡¿Wath The Fuck!?”.
¿Los siete pecados capitales juntos? Se arma la guerra mundial, creanme. Pero no importa lo diferentes que son cada uno, igual se llevan bien, pero...
Hay unas tres personitas que no les caigo del todo bien, y me vale madres sus motivos del porqué.
En fin, dejando eso de lado. Era otra día normal en el Boar Hat, como siempre los clientes venían y se iban, lo típico, excepto que... ¡Esta vez nos las estamos rifando! ¡Hay mucha clientela aquí el día de hoy!
Ayudaba a Meliodas a servir las bebidas mientras él iba a atender a los demás.
—¡Kurodo, cinco jarras de cerveza para aquella mesa!
—¡Enseguida capitán!
Rápidamente saqué cinco tarros grandes, sirviendo con agilidad las cinco de una. Terminando de servir, las dejé encima de una bandeja, el pelirrubio de ojos verdes vino por el pedido, yendo a dejárselos a un grupo de señores ya medio ebrios.
—¡Listo! Aquí tienen su pedido de cinco jarras grandes.
La puerta de la taberna se escucha abrirse, dejando ver otro par de hombres entrar.
—¿Les queda espacio?
Meliodas les responde sin borrar aquella sonrisa. —¡Allí tienen un sitio libre! ¿Les importa apretujarse un poco?
Él mismo agarra los tarros ya vacíos de los otros clientes, miré que se le complicaba un poco, así que fui ha ayudarle.
—Gracias.
—¡No hay de qué!—. Le sonreí cerrado.
—Para ser tan pequeños y camareros son muy trabajadores.— Comenta un señor, ignoré lo que dijo.
Meliodas se detuvo, mirando al señor confundido, frunciendo levemente el ceño. —No somos los camareros, soy el dueño y mi compañero es quien me ayuda a servir, y también es camarero.
—¡Te escuché!
—Además, este bar es mío
—¿E-El dueño? ¿Con lo joven que eres?
Limpiaba lo tarros recién acabados de beber por parte de los clientes, si que son unos desesperados por el alcohol, ¡no a las drogas!
—Aquí tienen, recién salido del horno.— Huele a putrefacción. —La especialidad de la casa, el pastel de carne del Boar Hat.
—Vaya, que bien se ve.— Dijo uno de los clientes, maravillados con lo que veían.
Los tres que probarían la comida, agarraron cada quien una porción de la comida que preparó Meliodas.
—¡Gracias por la comida!—. El trío comió el pedazo de carne, tardando milisegundos en reaccionar a lo que sabía realmente su comida. La escupieron de golpe. —¡Qué bazofia!
—Me lo temía. La bebida se me da de lujo, pero lo que es la comida...— Hice un mohín, mirando toda la escena.
—¡Eso se avisa!—. Tumbaron la mesa, dejando espacio libre, para cuando los tres clientes querían golpear al pelirrubio enojados. —¡¿Te estás riendo de nosotros, mocoso!?
—¡Espera, tiene una espada!
—“Hasta que se dan cuenta.”
—Yare, yare... Menudos sibaritas tenemos aquí. Ven a limpiar este desastre.— Chasquea los dedos, luego apareció el cerdito Kawaii.
—Qué pereza me da. ¿Qué quieres ahora?
—¿U-Un cerdo parlante?—. Uno de ellos dice con sorpresa, teniendo la misma reacción que tuve al conocer a Hawk.
—No metan tantos problemas por tan poca cosa.— Se acercó a la escena del crimen. —Por cosas como esta no soporto a los paletos.
—Hawk, deja el suelo reluciente.
—Qué pereza.— Ahora come la comida tirada, refunfuñando. —A ver si te crees que limpiar los restos es cosa fácil.— Su comentario me dio algo de penita. Después de que se comiera todo en un santiamén... —Ya podrías darme unas sobras más ricas.
Miré que puso su cara estilo chibi. —Quizás deba preparar cerdo asado la próxima vez.
Hawk saltó de su lugar al oír eso como una amenaza, cambiando repentinamente de actitud.
—¡Ohh, están buenísimas! ¡Tus sobras son deliciosas!
Reí por lo bajo, quien sabe cuantos chantajeos de Meliodas le habrá dicho al pobre de Hawk. Algunos que estaban cerca se reían también por la escena, pero calllaron al oír un portazo por parte de un sujeto. Todos, incluyéndome, miramos el porqué de su acción.
—¡H-He visto uno!—. ¡¿Vio un OVNI!?
(...)
Después de la escenita que armó el hombre, le serví un tarro grande por pedido de Meliodas, él lo agarró y se lo llevó a un hombre con una mirada que se cagaba del susto.
—¡Lo digo en serio! ¡Lo he visto con mis propios ojos! ¡Debía de ser el Cabellero Oxidado!
—Últimamente mucha gente habla de él.— Los chismes son como pólvora.
—Eso se lo inventaron por ahí. Es sólo una historia para asustar a los niños.— Escuchaba con atención a lo que decían, mientras que Meliodas le servía a un hombre de la barra, le pasé una jarra de madera. —Les dices que si se portan mal, uno de los Siete Pecados Capitales vendrá a por ellos en una armadura oxidada por la sangre y listo.
—Eso no es cierto.— Murmuré por lo bajo, procurando que nadie me escuchase.
—¿Los Siete Pecados Capitales?
Preguntó Meliodas al hombre que contaba ese rumor, haciéndose menso del tema. Teníamos que ser sutiles.
—Sí, como son tan jóvenes no han oído hablar sobre ellos.— Nos mira.
—Miren esos posters de “Se Busca”.
Ambos nos miramos “confundidos” mientras alzábamos una ceja. Miramos el póster de los seis pecados faltantes, y también estaba él: Meliodas. Sólo que esos ya estaban viejos.
—Ya hace diez años de aquello, ¿verdad?
—Docenas de Caballeros Sagrados fueron masacrados de golpe. Dicen que los Siete Pecados Capitales fueron los asesinos.— Si ellos supieran... —Y por lo visto mataron al Gran Caballero Sagrado de una forma brutal. Lo dejaron tan mal que no pudieron exponer su cuerpo en público.— ¿Cómo es qué saben todo eso? —El jefe de ese grupo, Meliodas, por lo visto era terrorífico. Dicen por ahí que sólo él solo se podría bastar para destruir un país.
—Aún no los han arrestado, ¿verdad?
—Creo que ni a uno. Hay quien dicen que están muertos.
—Seguro que sí. Los Caballeros Sagrados no pararían hasta matarlos.
—Tiene sentido. Aunque nuestro rey esté postrado en cama por su enfermedad, los Caballeros Sagrados están haciendo un trabajo impecable protegiendo el reino.
—Pero siguen reponiendo los carteles año tras año. Eso es porque siguen vivos y libres, ¿no les parece?
Todos se quedaron en silencio por la argumentación nerviosa y lógica del nuevo, el otro señor comenzó a decir no creyéndose esa posibilidad, aparte de dejar su miedo.
—Pero eso de que vaya uno dentro de una armadura oxidada ya es pasarse, creo yo.
—“Con eso último ya puso más nervioso a la gente.”— Sonreí de lado, mirando las reacciones de los clientes.
De repente se escuchan desde afuera unos ruidos similares al metal, como si fuera una armadura rechinando. Por inercia olfatee que era ese olor.
—¿Y éste olor a óxido?
Dijo Hawk antes que yo, también oliendo lo mismo que yo pensaría que era, efectivamente eso.
De pronto la puerta se abre, dejando ver a un sujeto con armadura (obviamente de óxido) entrando al estilo zombie diciendo.
—Los Siete... Pecados...— Hasta dentro de su voz se oye desgastada y profunda.
Me asusté cuando los clientes empezaron a gritar como locos.
—¡AHH, ES REAL!
Después de ese mini susto que me llevé, me reí a carcajadas por el miedo y pavor que tuvieron al ver un Caballero Oxdidado. Cuando toda la muchedumbre se retiró y quedó vacía la taberna, Meliodas saltó por encima de la barra sólo para quedar frente a frente con el Caballero, yo imité su acción quedando a un lado de él, por inercia del ojiverde puso una mano en frente mía, impidiendo que yo fuera a acercarme más; hice un puchero por su acción.
—¿Se puede saber quién eres?
Preguntó serio el pelirrubio, mirándolo con el ceño fruncido.
El “Caballero Oxidado” no dijo nada. Se quedó parado ahí hasta que se iba cayendo de espaldas.
La cabeza de la armadura salió volando al momento en que cayó en seco, ambos nos sorprendimos al ver una cabellera plateada y larga, nos acercamos más... hasta que al final, quien estaba debajo de esa armadura oxidada era una chica. No niego que es bonita.
—¿Éste tipo es uno de los Siete Pecados Capitales?—. ¿Cuándo llegó el cerdito con nosotros?
Aparte de su pregunta formulada, nop, no lo es. Lo más raro de la situación es que Meliodas la miraba muy serio.
—Kurodo.— Me llama sin quitar su seriedad, poniéndome a mí también atento.
—¿Sí?
—Ayúdame a subirlo.— Asentí a su orden.
(...)
Después de ayudar a la peliplata a subirla en la habitación de Meliodas, despejé primero la armadura, para después curarle las heridas no tan graves que tenía.
No me tomó ni media hora en curarla, Meliodas entró preguntándome que como estaba, y le dije que aún no despertaba. Nos pusimos a mirarla como si fuera una cosa rara en el mundo.
—Ah, pues es una chica.— Responde Hawk, haciendo que pusiera una cara incrédula.
—No...
—¡¿Ah!?
Bramó Hawk confundido. Yo imité su palabra, mirando a Meliodas sorprendido.
No sé cuando llegó a mirar de cercas a la chica inconsciente, poniendo su rostro en modo chibi.
—Esta carita...— Ahora estaba del otro lado de la cama, meneando su cadera. —Estas curvas...— Ahora está arriba de la cama oliéndola. —Este olorcillo.— Y ahora se encontraba a un lado de ella, poniendo sus manos en los pechos de la chica... ¡¿Apretándolos!? ¡¿Pero qué mier...!? —Esta elasticidad...— No dejaba de apretarlos el muy descarado. —Sin duda es una chica.
—¡Es lo que yo te decía!
Se me remarcó una vena en la sien. —¡Deja de manosearla descarado idiota!
Obviamente éste hizo caso omiso. Una exaltación por parte de la chica ya no inconsciente me hizo sudar frío, para cuando ya se incorporó, ¡Meliodas le seguía apretando los pechos!
—E-Etto.— ¡¿POR QUÉ SE SONROJA EN LUGAR DE MANDARLO A LA VERGA!?
Meliodas no dijo nada, sólo la miró otros milisegundos hasta decir. —Síp, su corazón funciona perfectamente.
—“E-Es un...”
—G-Gracias.— ¡¿EH!?
Yo no paraba de sorprenderme porque la peliplata pasó por alto lo que hizo hace unos momentos el pelirrubio hentai. Me lo voy a madrear después, y dejaré que Hawk se encargué solamente del Boar Hat.
—Disculpe... ¿Dónde estoy?
Preguntaba la ojiazul, mirando con curiosidad la habitación. Cielos, es muy inocente, y debo decir que dejadita. -_-
—Entraste en mi bar y te desplomaste.— Contestó sereno el pelirrubio.
—¿Su bar?
—¡El Boar Hat!—. Exclamé animado, alzando los hombros como si fuera a exhibir algo emocionante.
—Oh. ¿Usted es el dueño?—. Su mirada se dirigía a mí, al igual que su pregunta, sonreí cohibido.
—¡Jajah! No, pero este pervertido lamentablemente es el dueño, yo sólo lo estoy ayudando con su negocio.— Lo señalé con el pulgar, mirándolo con burla.
—¿Te parece raro?
—N-No.— Dice tímida, señalando el mango de la espada que portaba Meliodas. —Sólo miraba la espada en su espalda.
El ojiverde iba a sacar su espada, sin querer asustando a la peliplata quien cerró su ojo, ya que el otro lo tenía cubierto por su flequillo.
Ya cuando el Dragón de la Ira alzó su espada, la chica abrió su ojo insegura.
—¿Te he asustado? Desenvainada no intimida tanto. ¿Verdad?
—“Si supiera la pobre que en verdad esa espada concentra un gran poder.”
Suspiré al terminar de pensar en eso. Recordando sin querer el pasado.
—La uso más que nada para asegurarme de que nadie se largue sin pagar.— Guarda nuevamente su espada en su funda.
Su respuesta me sacó una gota en la sien. El puerquito rosado Hawk comienza a decir.
—Pena me dan los que toman tu comida y encima tienen que pagar.
—Ahh, estoy de acuerdo con el tocino esta vez.— Oí una reprimenda suya.
—¡Oye!
Reí por su enojo hacia a mí, pero luego escuché un suspiro impresionado por parte de la chica mirando a Hawk, quien éste la miró confundido. Ella se levanta de la cama con un rostro iluminativo y sonriente, abrazando al cerdo.
—¡Un cerdito que habla!—. No pude evitar sonreír levemente ante la escena, más por escuchar las alegres risas que soltaba la ojiazul.
Pero no dejaba de acariciarlo.💧
—Me llamo Hawk. Mucho gusto.— Me sorprende que se haya dejado tocar por la desconocida.
—Le pedí uno a mi padre por mi cumpleaños.
—Entonces, ¿has venido por él?—. Le pregunta otra vez el pelirrubio, pero esta vez con una sonrisa.
¿Tan rápido y ya se quiere deshacerse del pobre Hawk? Capaz y se lo cocinan.
Me desconcertó la mirada que puso de repente, una triste y apagada. Mirando hacia otro lado.
—No.
—¡Ya sé!—. Meliodas aligeró el ambiente un poco, sonriendo de nueva cuenta. —¿Tienes hambre? Te lo puedo preparar en un momento.
Hawk; al oír eso se pone rápidamente azul del miedo.
—¿Se refiere a Pork-chan?
—¡Pork no, es Hawk!—. Le reprime también corrigiéndola.
—¡No le grites a una dama!—. Me acerqué a él con una cara molesta.
—¡Tu no me grites!
(...)
Bajamos a la primera planta, donde estaban las mesas y la barra de bebidas, mientras que Meliodas estaba “preparando” le comida a nuestra invitada. Yo me encontraba sentado en unas mesas más apartadas bebiendo una jarra.
Abrí levemente los ojos con pereza, viendo que la peliplata miraba con tristeza y preocupación hacia los carteles de “Se busca” de los Siete Pecados. No entiendo porqué no me pusieron ahí.
Ahora sé porqué me pusieron en el pasado: “El Pecado Olvidado”.
—Por cierto, señorita.— La llamé, sabiendo que ella era la única en el bar. :u. —¿Cuál es su nombre? ¡El mío es Kurodo!
Por último le sonreí ampliamente, señalándome. Ella me miró por unos segundos hasta devolverme el gesto pero más tímida.
—Pu-Pues, me llamo...
—¡Listo!
Interrumpe el maldito pervertido, me sacó una gota en la sien.
Ella sin rechistar va para la barra donde yase el plato de comida hecha por Meliodas. Me persigné por el alma inocente que comerá tal bazofia.
—“Amén hermano.”— Bebí de nueva cuenta en su honor.
Terminando fui a donde estaba Meliodas, al mismo tiempo que miraba como la chica peliplata se sentaba. Fui a pararme a un lado de él para oír el chisme.
—Me cura, me da cobijo, y encima me da de comer. No sé como podría agradecerlo.— Mi corazón se detuvo al oír tal sinceridad y agradecimiento por sus palabras, aunque en realidad yo la curé.
—Tu prueba la comida antes de darle las gracias.— Asentí, concordando con el cerdo.
—Claro.— Ella sonríe tomando los utensilios para después agradecer por la comida y agarrar una porción de carne. Se la llevó a la boca, pero oí quejidito de ella.
—¿Qué tal? Asquerosa, ¿verdad?
—Sí.
—Lo sabía.— Pone su cara chibi. Sin dejar de sonreír de lado.
—Pero también... es deliciosa.— Lloró de repente, sacándome de onda a mí. Ella rápidamente se las quitó.
—Cambiando de tema. ¿Qué hacías embutida dentro de esa armadura?
—Busco a los Siete Pecados Capitales.— ¡¿Eh!? ¡¿Hōntoni!?
—¿Para qué? Nadie sabe siquiera si siguen vivos.— A ver como reacciona ante ese argumento del Porki. —Además, son villanos de lo peor.
Por alguna razón, ella tensó las manos donde aún tenía el tenedor y el cuchillo. Meliodas no la dejaba de mirar serio, y yo también.
—“Es rara... ¡Me gusta!”— Sonreí mostrando mi dentadura.
Unos golpes en la puerta quitaron el poco silencio que se iba a adornar. Asustando a la peliplata, poniéndome alerta al igual que Meliodas.
—¡Abran la puerta! ¡Los lugareños han puesto una denuncia!—. ¡Ay sí! Mira como tiemblo. Dejaron de tocar con fuerza la puerta. —¡Somos de la orden de caballería apostada a los píes de la montaña bajo el mando de los Caballeros Sagrados! ¡Venimos por el Caballero Oxidado, sospechoso de ser uno de los Siete Pecados Capitales! ¡Sal ahora mismo!
Cuando terminaron su “aviso”, que más bien fue como una amenaza, Meliodas simplemente dijo.
—Pero qué escandalosos.— Chasqueo la lengua irritado.
—No vamos a abrirles, ¿o sí?
Miré al capitán, quien él me la devolvió pero más tranquilizante, hizo que me sonrojase un poco por su penetrante mirada.
—Tenemos qué, o si no sospecharán más.
—¿Y qué sugieres que hagamos?
—No lo sé.— Responde sincero y lo peor, tranquilo.
Miramos a la chica quien seguía asustada y nerviosa por el repentino grito de la caballería.
Tan rápido y ya comenzó el desmadre. ¡Esto se va a descontrolar!
Se me prendió el foco al instante, mirando con superioridad a Hawk. —¡Idea~!
—¿Ah?
(...)
—¡Vamos, muevan el culo!
Se escucha detrás de la puerta nuevamente... ¡Esperance, joder!
—“Esto no puede fallar.”— Todos mis planes son efectivos, aunque algunos sean un verdadero fiasco.
Meliodas abrió la puerta mientras yo me paraba a un lado él; mientras el pelirrubio preguntaba indiferente.
—¿Necesitan algo?
Los Caballeros de en frente nuestra se impresionaron al vernos, un pelidorado con el cabellos corto, contestó con otra pregunta. Ahora mirándonos incrédulos.
—¿Y quiénes son ustedes?
—El dueño del bar.— Responde tranquilo el ojiverde.
Yo respondí tajante hacia ellos. —Y yo soy su ayudante y segundo al mando.
Mejor le quise añadir lo último como una metirilla, aunque no me gusten.
—¿Y el Caballero Oxidado?—. Pregunta inquiriendo, ahora cambiando su expresión, pasando por alto lo que dijimos. —Hemos venido por él.
—Sal ya.
Miré el interior del bar, donde ya venía el puerquito Hawk, teniendo en su cuerpo animal partes de la armadura oxidada.
—¿Qué quieren de mí? ¡Soy Hawk, el Caballero Oxidado!
—¿É-Éste cerdo es uno de los Siete Pecados Capitales?
—¡Pues claro que no!—. Espeta el pelidorado.
Hawk, llegó a nuestro lado, poniéndose nervioso. —¡Qu-Qué grosero! ¡Soy el Capitán de los Caballeros Recogesobras!
—¡No existe semejante orden de caballería!
Por más que quiera aguantar las ganas de reírme en sus meras caras, me aguantaba, incluso me quería mear. ¡Pfft!
—Si quieren a éste cerdo, puedo asarlo o hervirlo en un momento.— ¡Meliodas, deja tus estúpidas amenazas que asustarán más a Hawk! ¡Por ende; a la mierda el plan!
Hawk le grita molesto. —¡Ni lo uno ni lo otro!
De repente el pelidorado agarra a Meliodas del cuello de la camiseta, alzándolo, al ver lo que hizo me molestó un chingo, pero tuve que disimularlo.
—Niñato... ¡¿Quién te creés que eres para mofarte de unos caballeros!?
Iba sacar una navaja que siempre traía escondida entre mis ropas, pero un llamado me desconcertó.
—¡Alioni-san, una mujer está huyendo por ahí!—. Señala la dirección donde se fue. ¡MIERDA!
—¿Cómo?
Soltó bruscamente a Meliodas, por suerte pude agarrarlo fuerte por debajo de sus brazos amortiguando la caída. Ambos no dejábamos de ver a aquellos que se hacen llamar caballeros.
—¡Informen ahora mismo a Twigo-Sama! ¡Tiene que ser el Caballero Oxidado!
En primer lugar, el nombre que dijo el pelidorado está culero, y en segundo. ¿Por qué exige tanto ver al Caballero? Sé que es el “malo” por los supuestos rumores, pero aún así... no mamen.
Los Caballeros empezaron a correr por donde huía la chica peliplata, empezando así una persecución.
Miramos para donde fueron a correr con normalidad, reincorporé a mi capitán.
—¿Los seguimos?
—Amh, seh. ¡Pero espera! Déjame hago calentamiento.— Empecé a estirar mis piernas y rodillas. Luego los hombros, los dedos, los brazos, la espalda, y por último la cabeza.
—... ¿Ya?
—Ahora sí. ¡En sus marcas, listos, fuera!
Empecé a correr a una gran velocidad seguido de Meliodas, escuché que decía un puchero, mirándome molesto.
—Eso no es justo.— Le saqué la lengua divertido, él solamente ríe por mi gesto.
Como si fuera un flechazo, recordé que el puerquito Hawk se quedó en el bar.
—Oye Meliodas, ¿y qué hará Pork?
—Él ya debe venir en camino, se las arreglará.
—Hmm, vale.
(...)
—¡A tomar vuelo!
Ya estando en frente del precipicio cuando terminó el bosque, Hawk empujó al Caballero “Alioni”, su grito asustado me dio gracia.
—No es nada personal, pero ahora tendré doble ración en la cena.— Pinchi puerco chantajista. Y encima dice que no es nada personal. De seguro Meliodas lo amenazó otra vez.
Suspiré aliviado de que tuvimos que deshacernos de ellos gracias a Pork-chan, jeje. Me dan ganas de decirle así para fastidiarlo, pero no es el momento.
Voltee medio cuerpo hacia la dirección en donde se hallaban Meliodas y la chica peliplata... ¡Justo cuando le agarra los pechos el muy hijo de...!
—Ya le he dicho, señorita, que debería partirle la cara de un sopapo.
Ahí es cuando mi cabeza hizo un click, haciendo que sonriera más de lo normal, mi vista se hizo sombría, al mismo tiempo que tronaba mis nudillos, entre leves risas dije.
—O si quieres puedo encargarme de él rápida y dolorosamente.— Hace mucho que no golpeo a alguien que me satisfaga de placer.
—Eh... Mejor que lo haga la señorita.— Habló Hawk nervioso por mi actitud, uff, si supiera...
Después de que bajaran ambos del árbol ya que Meliodas tenía cargando a la chica al estilo princesa, y que le diera un gran zape por pervertido, el ojiverde le cuestiona lo mismo que en el bar.
Me da un poco de miedo por el hecho de que la peliplata esté parada en la orilla de un precipicio. Hasta me tienta empujarla y ver su sangre al rojo vivo.
—¿Y por qué buscas a los Siete Pecados Capitales?
—Y que sea una respuesta lógica y en concreto.— Añadí serio, pero por dentro me daba igual.
Ella responde, sin siquiera mirarnos. —Para detener a los Caballeros Sagrados.
—¿Detenerlos? ¿Por qué?
—¿No que eran los “héroes” del Reino Liones?—. Pregunté irónico, mientras me cruzaba de brazos.
—Se supone que los Caballeros Sagrados son la élite que protege el Reino de Liones. ¿No son héroes?
Me salió una gota en la sien. Lo miré molesto. —Oe, oe, yo pregunté eso primero, Pork-chan.
—¡Me vale!
—Pero...— Ambos paramos de mirarnos, para ponerle atención a la ojiazul. ¿Por qué no nos da la cara? —¿Y si hubieran llevado a cabo un golpe de estado?—. Oh, no manches. —El otro día, toda la Familia Real fue apresada por los Caballeros Sagrados.
Me sorprendí por lo contado de la chica, diciendo los hechos reales de lo que ocurre con los Caballeros. Tengo una corazonada.
—Pero, ¿el Rey no estaba enfermo?
La peliplata niega con la cabeza, aún contándonos. —Ese es un falso rumor que extendieron los Caballeros Sagrados.
—¡Hijos de puta! ¡Lo sabía!—. Murmuraba enojado, apretando los puños.
—Desconozco el motivo por el que quieren empezar una guerra— Yo también, desde hace mucho me hago esa cuestión. —, pero están reclutando a gente de todo el reino y sus alrededores para prepararlo todo. Llegarán aquí antes o después.
—¿En serio?
Cuestionó Hawk sin poder creerselo, seguido de Meliodas que dijo con normalidad.
—Parece bastante serio.
—Tu te lo tomas todo con una tranquilidad increíble.— Y eso que cuando se enoja es de temer, excepto por mí claro.
Meliodas ignoró lo que dijo el cerdo, preguntándole de nueva cuenta.
—Pero una cosa, ¿qué tienen que ver los Siete Pecados Capitales con todo esto?
—Los Siete Pecados Capitales son los únicos capaces de detener a los Caballeros Sagrados.— Wow, está chica sin duda no deja de sorprenderme, la información que da es muy valiosa, tanto para mí como la de Meliodas. Gira su cabeza para mirarnos con determinación en sus palabras.
—¿Sabés siquiera que clase de personas son?
Aún le pregunta, como si la estuviera probando para saber cuanto valor y voluntad tiene ella, eso creo. Yo también la pondré.
—Dicen por ahí que asesinaron a muchas aldeas sin piedad, definitivamente son de lo peor.
Vi como ella apretó los puños... Jejeh, creo que la molesté por lo que dije.
—Los Siete Pecados Capitales... son la orden de caballeros más poderosos y malvados del reino, formada por siete pecadores con una bestia grabada en el cuerpo.— Comenzó a relatar la peliplata.
Fuck, me rodea un aura deprimente. Definitivamente se olvidaron de mí... El dolor, la traición hermano.
—Hace diez años, cuando fueron acosados de un intento de golpe de estado, todos los Caballeros Sagrados se alzaron contra ellos y el grupo se disolvió.— Tenía razón Meliodas.
—Pero hay rumores de que todos han muerto ya.— “Afirma” con despreocupación, sin dejar de mirarla.
—¡Es imposible que gente de ese calibre muera así como así!—. Shit, se le mira desesperada por acudir a su ayuda, hasta niega y defiende a los Siete Pecados.
—Pero todos ellos cometieron Pecados Capitales, ¿no?
Ahora encara más al pelirrubio, exclamando impotente. —¡Son los Caballeros Sagrados los que están torturando hoy al pueblo!
Por un momento se calma, poniendo ahora una expresión triste y nostálgica.
—Hace tiempo, cuando yo tenía cinco o seis años, mi padre me dijo que ellos... ¡Los Siete Pecados Capitales eran los más...!
No pudo terminar su frase, dejándome con la duda, maldición. El sonido de algo caerse me hicieron ponerme alerta. Y lo peor es que... ¡El precipicio en el que estábamos se está cayendo!
No ayudaban para nada los gritos de miedo por parte de la chica. Mientras caíamos oír gritar a Hawk.
—¡Vaya día llevamos!
—¡HA~JAJAJAJA! ¡QUE DIVERTIDO!
Levanté los brazos como si en verdad estuviera en una feria, hasta oír una reprimenda de Meliodas.
—Kurodo, deja de festejar y agarra a Hawk, y de paso al Caballero que está ahí abajo.— A pesar de que seguíamos cayendo y nosotros estemos como si nada, hice un saludo hacia mi sargento
—¡Sí capitán estoy listo!
Como pude alcancé a sostener a Hawk sobre mi hombro, Meliodas agarra a la chica otra vez en modo princesa, mientras que yo voy al suelo primero a por Alioni-san.
Cuando lo divisé mejor, tenía heridas leves, lo agarré por debajo de mi brazo como si fuera un costal, para luego dar un buen salto hacia arriba y regresar a la otra orilla del precipicio.
Dejé al muchacho a un lado, rápidamente me fui con Meliodas teniendo todavía a Hawk en mi hombro, ya estando con él, lo solté.
—Muchas gracias, Kurodo.— Sonreí en grande, haciendo el saludo vulcano.
—¡No hay de qué!
Giré mi cabeza cabreado virando al idiota y culón que se atrevió a hacer tal semejante cosa, aparte; casi mata una vida inocente.
—¿Quién les ha dicho que podían sobrevivir?
El men con bigote se atreve a preguntar con una actitud tan prepotente. Muy acá el cabrón, sin siquiera pensarlo le respondí.
—¡TU MAMÁ EN TANGA, IDIOTA!
E infantilmente le saqué la lengua, estirando mi párpado derecho hacia abajo con mi dedo índice, hice que se enojara. Jaja~, genial.
—¡Ya he declarado su muerte!
—¡Pues no declares nada para empezar!—. ¡Eso mi pariente!
¡Oh, mierda! Él iba a desenvainar su espada en guardia.
—Eh, ¿estás despierta?—. Pregunta Meliodas serio hacia la chica.
—Ah, sí.— Responde rápidamente. Están muy cerca... Hay onda ahí~. 7u7
—Bien. Cuando te dé la señal, sal corriendo hacia el bosque. ¿Entendido?
—D-De acuerdo.— Acata la orden del ojiverde.
No quiero creer lo que está pensando. El mastodonte gigante con armadura roja empezaba ha acercarse hacia nosotros mirando específicamente a la Chica Peliplata. Por inercia me puse en guardia detrás de ella.
—Parece que estoy de suerte.— Su pinchi voz de egocéntrico me hará vomitar. —Eso del pendiente es el blasón de la Familia Real. Lo que quiere decir que tu eres...
—“Oh ouh.”
—¡Decidido! ¡Princesa Elizabeth!
—¡¿Princesa!?—. ¡No mames!
—¿Princesa Elizabeth?
—¿La princesa Elizabeth no es la tercera princesa del reino?
Yo aún la miraba sorprendido, su título, nombre... ¡No mames!
—Se nos ha ordenado dar contigo.— No dejaba de acercarse el pendejo. —La orden es capturarte con vida, pero si mueres en un accidente no creo que me digan nada.
—¡¿Qué clase de caballero eres tú!?
No pude evitar preguntarle enojado, debo autocontrolarme.
—¡Corre!
Gritó Meliodas hacia la peliplata, Hawk corrió junto a ella y Meliodas también, chasqueo la lengua para seguirlos.
—Bien, ¡decidido!
Por inercia volteo con desdén hacia atrás, y como si todo fuese en cámara lenta, miré que una ráfaga nos venía persiguieron con una gran velocidad, por un momento pensé en la princesa Elizabeth, Meliodas, y a Pork-chan. Pero mis acciones me dominaron antes de caer y cubrirme.
Se oía algo caerse, y así consecutivamente como si cayeran del cielo, apenas levanté la vista, y me sorprendió al ver los árboles caerse y que estuvieran cortadas, mierda...
—“No salgo vivo de esta...”— Hacerle caso a tus instintos te ayuda mucho. Y creo que esta era la corazonada que tenía con respecto a ese mastodonte gigante.
Me paré bruscamente observando para todos lados donde se hallaban aquel trío. Cuando los miro me acerco a ellos con preocupación reflejada en mí.
—¡Chicos! ¡¿Están bien!? ¡Diganme algo!
—Estamos bien.— Responde Meliodas sonriendo todavía tranquilo, sacándome un suspiro de alivio.
Miré a Hawk, uy. Apenas le rozó el corte donde esta su lomo.
—Hawk, parece que tu también estás ileso.
—¿Ileso? ¡Casi me convierto en un pinchito de cerdo!—. Se va corriendo a quien sabe donde... ¿Llorando? —¡Mami~!
—¿Eh? “Es cobarde cuando se le propone.”
El tipo de antes quien cortó todo con su espada, estaba en frente de nosotros, rápidamente me puse en alerta otra vez.
Una presencia pasó por mi lado, me desconcertó al ver que era Elizabeth-Sama, pero... ¿Por qué va con el enemigo? No, debe tener una razón.
Miré con desdén a Meliodas, explicándome con la mirada que él también estaba igual que yo: confundido.
—Escapar es imposible.
—Pero, ¿no acabas de decir que no querías rendirte?
—Si me rindo ahora estoy segura de que ustedes podrán salir vivos.
—Oye, niña. Nada es imposible en este mundo.— Comencé a decirle, intentando en que no se fuera. —¡Hazle caso este hereje! ¡Pero no vayas...!
Otra ráfaga o corte de la espada sse dirigía hacia ella, por suerte Meliodas la agarró apartándola, mientras que yo me hice a un lado cayendo de sentón. Maldito hijo de...
El maldito se dirigía hacia ellos, pero no quería que los lastimaran, a los dos. Me levanté para mirar la escena, pero en cuanto iba a ir con ellos, el Caballero Rojo alzó su espada dándole un ataque directo a Meliodas, pero él recibió daño, y cuando se pudo apreciar la pequeña silueta del capitán se encontraba inerte.
Mis ojos se abrieron como platos... Significa que desbloqueó su ataque con... la espada de la hoja cortada.
Sonreí ampliamente. —“¡Esto se va a descontrolar~!”
Nadie se mete con el Pecado del Dragón de los Siete Pecados Capitales. ¡Meliodas: la Ira!
Bastó con que le diera un golpe final el pelirrubio, para acabar con la pelea del mastodonte gigante. Sin contener mis emociones, salté de alegría repetidas veces.
En cuanto regresé con ellos, vi a Meliodas guardar su espada de nuevo, volteándose a ver a Elizabeth con normalidad.
—Bueno, pues ya has encontrado al primero, Elizabeth-san. Ya sólo te faltan seis. Kurodo y yo los estábamos buscando por cierto asuntillo. Monté el bar para reunir información.— Cambió su expresión a una sonrisa para nada buena, al menos lo veía así. —Y con una camarera buenorra seguro que a los clientes les suelte más la lengua.
Por inercia le di un zape no tan fuerte, pero que seguramente sintió mi poder en él.
—Ow.
—Eres un descarado.— Lo miré reprobatoriamente. —“A pesar de que no has cambiado.”
Escuché una pequeña risilla por parte de la chica, la miré confundido.
—¿Ah?
—¿Qué dices? ¿Te vienes con nosotros?
Le pregunta todavía Meliodas después del golpe que le di, no sabía porqué lloró por la pregunta que le dijo, pero luego sonrió, afirmando.
—¡Hai!
Por inercia miré hacia arriba, oyendo un característico sonido que me desconcertó. ¡No pinches ma...!
—“¡La madre de Hawk!”— Pues con razón se fue como marica. Para llamar a su madresota.
La cerdota verde cayó justo encima de unos hombres más alejados de nosotros, creo que eran los Caballeros Sagrados. ¡Jah, en su cara perras!
—¡Justo a tiempo! ¿Eh?
Hawk bajó una escalera, Meliodas agarra a Elizabeth como saco de papas bajo su brazo, agarrándose de la escalera que colgaba, yo apenas reaccioné cuando la madre de Hawk se empezaba a ir.
—¡Oigan, esperénme!
Apenas di un salto para aferrarme de la escalera, empecé a subir. Malditos, casi me dejan.
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