Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 0: Kurodo.

—¡Tengo hambreee~!

¡¿Por qué en los barrios pobres no hay comida buena!? Ni que fuera el fin del mundo y que gente muerta se los coma, ¿cierto? Bueno, el punto no es ese. Llevo días sin comer nada más que puros animales míticos en el bosque, hasta llegar a este pueblo inmundo.

Los aldeanos no dejaban de mirarme, llamando así la atención. Pues claro, que lleve una camisa casi toda rota de manga larga, unos pantalones cortos rasgados, y zapatos manchados de sangre, vaya que discreto soy. Aparte de que mi piel es extremadamente blanca, uff, menos me igualo con la gente.

Físicamente soy un enano, casi midiendo 1.50 centímetros, mi cabello negro semi largo hasta los hombros, y que no falte mi ojo izquierdo de color azúl, ya que el otro lo tenía cubierto por mi mechón de cabello. No obstante, esta no es mi verdadera estatura, sólo paso desapercibido, caminando despreocupadamente entre el pueblo, sin faltar que tengo las manos en los bolsillos de mi pantalón con una pose relajada.

Suspiré cansado, por inercia voltee a mi derecha, encontrándome un niño que me miraba con curiosidad, tenía el cabello cortado y rizado de un color tenue arrebol, como si fuera el atardecer. Ojos granates, y llevaba sus ropas un tanto desgastadas, claro, por la pobreza; puede ser por otra equis razón. Calculo que el mocoso debe tener mínimo seis años.

Me le quedé mirando frunciendo el ceño al igual que mis labios hacían una mueca, hasta hablar yo primero.

—¿Qué miras, extra?

El niño no me respondió, después de que diera por término mi pregunta, me mostró una expresión nerviosa y asustada, tímidamente alza ambas manos al tamaño de su pecho, mostrándome confundido por su acción.

—Po-Por favor.— Unas pequeñas lágrimas comenzaron adornar en sus ojos, sin dejar de mirarme. —¿No... No tiene a-algo d-de dinero?

Lo miré fijamente, viendo si no es como la gente pobre que sólo miente para después aprovecharse de ella, pero tengo una corazonada de que este niño no está mintiendo.

Suspiré por segunda vez en la tarde, sacando por entre mi pantalón una bolsa pequeña con monedas en el interior, pero antes de dárselo...

—Sé que tu harías lo mismo por mí.— ¡En tu cara Dios!

Se lo di finalmente, para luego sentir unos brazos rodearme.

—Gra-Gracias.— Agradecía entre lágrimas, sintiendo como estas mojaban mi hombro.

Lo aparté con cuidado, alejándome del lugar.

—No es nada, nos vemos.— Le hice un ademán, como si fuera un saludo vulcano, juntando mis dos dedos índice y del medio, con los otros dos; el anular y el meñique.

—¡En serio! ¡Muchas gracias!

Genial, el mocoso llamó la atención sin querer, falta que ya fuera típico, ¿no?

Mi estómago gruñó otra vez, le doy palmaditas calmando mi apetito.

—“Ya, ya. Necesito más tiempo.”— Y creo que comer los animales del bosque no fue buena idea.

Tengo muchas cuentas pendientes con la Madre Naturaleza, y es que segurísimo me quiere echar el karma, en algún momento.

(...)

Tengo la noción del tiempo, no sé cuanto llevo caminando en el frondoso bosque. Me alejé de ese pueblo con baja economía, para mi buena suerte (lo cual es raro) en una colina había como un especie de bar, pero más bien era como una casa.

Investigar no me hará morir. Sin más preámbulos, caminé hasta llegar a la casa o bar,, lo que sea.

Primero toqué un par de veces a la puerta de madera color caoba, a un lado de ella había un letrero colgando, lo leí.

—“El Boar Hat”. Que nombre tan original.— Me dije para mis adentros alzando una ceja.

Al ver que nadie abría, y obvio que leí claramente que era una taberna, la abrí sin dudar, y lo primero que vi fueron personas sentadas en distintos lugares tomando un par de tarros de cerveza. Cerré la puerta detrás mía, lo bueno es que no he llamado la atención del sitio.

Fui a la barra, se me dificultó un poco subir a los asientos, desventaja de ser tan enano.

Necesitaba un trago.

—Bienvenido a la Taberna del Sombrero de Jabalí. ¿Qué desea?

Alcé la mirada, encontrándome con una verde y característico brillo. ¡¿Ehhh!?

—¡¿E-E-E-Eres tú!?

—¿Ah? ¿Yo?

El pelirrubio me miró también con detenimiento, hasta abrir de a poco sus ojos. Como si fuéramos a predecir los movimientos del otro, nos señalamos sonrientes.

—¡ERES TÚ~!

El pelirrubio ojiverde saltó con agilidad de la barra, hasta estar en el piso. Me bajé del asiento de madera y lo abracé sin borrar mi sonrisa, y apuesto a que el pervertido tampoco se lo borraba.

Nos separamos un poco sin dejar de mirarlo y sonreírnos, aplaudimos nuestras manos rápidamente en forma de saludo como habitualmente lo hacíamos, olvidando nuestro alrededor. Luego, lo finalizamos con una sonrisa retadora y con un choque de puños.

—Cuanto tiempo, viejo amigo.— Sonreí en grande, mostrando mi dentadura.

—¡Igualmente digo, ‘Melodías’!—. Respondí animado, diciendo su nombre clave para cuando estuviéramos rodeados de gente desconocida.

—Aún no se te ocurre un mejor nombre, ¿verdad?

Me rasqué la mejilla izquierda un poco apenado, pero sin dejar de reírme levemente.

—No es de importancia, amigo. ¡¿Dónde has estado todo este tiempo!?

—¡Jeje! Es una larga historia, ¿tú dónde has estado?

—Por ahí, a ver que aventuras me tenía preparado el mundo.

Escucho un suspiro de parte suya. —No has cambiado en nada.

—¡Lo sé!—. Me señalé con orgullo.

Observé que la gente se iba de a poco, agradeciendo por las bebidas.

—Oye, Meliodas. ¿Quién es él?

Un cerdito rosado habla, sorprendiéndome a mí, lo señalé impresionado.

—¡Wah~, un cerdo que habla!

—Ah, Kurodo; él es Hawk, prontamente la comida del menú en el bar.

—¡Oye, deja de decir eso!

—¿E-Es un placer?—. Dudé en responder, el cerdito me mira y sonríe.

—También es un gusto, Kurodo.

—Vaya.— Comienzo a decir, dirigiéndome al cerdo rosadito, caminando alrededor de él. —Jamás en mi vida inmortal había visto un cerdito que habla con la lengua humana.

—Estaba como tú cuando lo conocí después de lo de Liones.— Se cruza de brazos el ojiverde, sintiendo su mirada. —Excepto que casi me lo cocino.

—¡No lo recuerdes! Ese momento de mi vida jamás se me olvidará.— El pobre Hawk llora al estilo anime, sacándome una sonrisa de lado.

—¡Jaja! Ya me lo imagino.— Mi vista se dirigió ahora a la de Meliodas, viendo que se dirigía a la puerta del bar. —¡Oe, ¿y los demás!? ¡¿Dónde están!?

Observé en diferentes direcciones, encontrado alguna pista de ellos. Pero mi viejo amigo me responde franco.

—Nos separamos, después de la inculpabilidad que nos dieron los Caballeros Sacros, nos disolvimos para mantenernos a salvo.— Pone ambos brazos detrás de su cabeza, con pose relajada. —De ahí ya no supe que más pasó, ya que alguien me noqueó. Tiempo después conocí a Hawk.

—Oh, es una pena.— Sonreí cohibido, cerrando mis ojos. —Después de tantos años quería verlos de nuevo.

—Sate, sate. Por lo menos nos volvemos a ver, ¿no?—. Sonríe de igual modo.

—¡Sí!

Todavía lo seguía con la mirada curiosamente, hasta verlo que se dirigía a la barra del otro lado donde estaban las bebidas, abriendo una botella.

—¿Quieres beber un poco?—. Comienza a servir, de nuevo me siento. —¡Hay que celebrar que volviste a la Boar Hat!

Me pasó un tarro llena de bebida, ambos alzamos los tarros sonrientes, gritando al mismo tiempo.

—¡KANPAI!

Los chocamos, y lo bebimos los dos juntos, después de darle un gran trago, reí risueño por el momento que estamos pasando.
Ya lo extrañaba.

De pronto escuché la voz del puerquito como si estuviera lamentado.

—Amigos tenían que ser.— Me mira. —Falta que seas pervertido como él.

—¿Nani? Yo soy original.— Señalé al pelirrubio quien seguía tragando alcohol. —Éste wey es el pervertido.

—Me ofendes.

—¡Ofensa mi culo!

Veo que el cerdito y a Meliodas se le bajan una gota en la sien.

Ya habíamos terminado las bebidas, y Meliodas me sacó un tema.

—Oye, Kurodo.— Le hice un ademán con la mano en que prosiguiera. —Ya que estás aquí, ¿podrías ayudarme con algo?

—Hum, depende mi querido Meliodas.— Subí y bajé los hombros mostrándome indiferente.

—Entonces... ¿Me ayudarías con la taberna?

—¡Uy! ¡Eso y me dejas beber, traro hecho!

—¡Bien!

Nos estrechamos la mano, sin dejar de sonreírnos.

—Una pregunta, Kurodo.— El cerdito parlante viene, mostrándome intrigante ante él.

—¿Sí?

—Si eres amigo de Meliodas, ¿eres también un Pecado Capital?

Sonreí de lado, para después señalarme por segunda vez.

—¡Hai! ¡Soy el Octavo Pecado Capital, Kurodo: El Lobo de la Demencia!

—¿Otro pecado?

Explica Meliodas antes que yo. —Pues, a él ya lo habían nombrado un Pecado por cometer muchos crímenes en varios pueblos, pero lo hacía para el bien. Lo habían apodado desde hace mucho El Pecado Olvidado. No obstante con el tiempo, las personas se iban olvidando de él, quedando solamente los siete pecados capitales en la actualidad.

—En efecto, mi querido Meliodas.— Me reí por mi tonta referencia que di.

—Ohh, bueno, tiene mucho sentido.— Sonrió.

—Kurodo... ¿Estás listo para ir de aventurero? ¡Como en los viejos tiempos!

Se me encima, abrazándome por arriba de los hombros mirándome con un brillo que me gusta de él. Sonreí cohibido.

—Como en los viejos tiempos... Capitán.

Me alegra de habérmele topado junto con el cerdito que habla, aparte, ¿ir de aventurero? Uff~, eso si que no me lo pierdo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro