Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝘃𝗶𝗴𝗶𝗻𝘁𝗶𝗱𝘂𝗼. rigurosa ¿venganza?

Capítulo 22
Rigurosa ¿venganza?

Al abrir la puerta, la encontré en un estado de angustia que nunca había visto antes. Ella está doblada sobre un cubo de basura, su anatomía temblaba con cada arcada, me apresuré a su lado, extendiendo la mano para apartar su cabello de la cara, intentando ofrecerle un mínimo de consuelo. Sin embargo, en lugar de aceptar mi ayuda, se soltó bruscamente de mi agarre. Al girarse para mirarme, la furia en su mirada me dejó atónito, hay una intensidad en sus faroles que nunca vi antes, una furia ardiente que parecía consumirla desde dentro. En ese momento, intenté entender qué había hecho para provocar tal reacción.

Pasé por todas las posibilidades en mi cabeza, tratando de encontrar alguna explicación para el odio que veía en sus ojos. No obstante, nada de lo que pude pensar me preparó para las palabras que salieron de su boca a continuación.

—Cogí con Hyun Jin.—confesó rápidamente, su mirada se endureció, pero no apartó la vista.

La habitación pareció encogerse ante sus palabras, cada sílaba resonando en el aire con un peso que amenazaba con aplastarme. Me quedé allí, paralizado, mientras intentaba procesar su confesión.

—¿Hyun Jin? ¿Hwang Hyun Jin?—repetí, mi voz sonaba lejana y hueca, como si viniera de algún lugar muy lejano.

Ella asintió, sus ojos todavía clavados en los míos, sus pupilas dilatadas reflejaban una determinación que me dejó desconcertado. En su rostro, no había rastro de arrepentimiento, solo una especie de resignación amarga que parecía haberse asentado en su expresión. Una oleada de emociones me golpeó de lleno; ira, confusión, traición... Sin embargo, sobre todo, una sensación aguda de pérdida. A pesar de todo, nunca esperé que Cho Mi Sae, que ella pudiera...

No podía apartar la vista de ella.

Un torbellino de emociones se agitaba en mi interior, cada una más dolorosa que la anterior, pensé que ella tenía sentimientos por mí, creí que podríamos escapar de este lugar juntos. No obstante, ahora, frente a su confesión y su mirada resignada, me di cuenta de que fue un error permitirme tener esos sentimientos con cada latido de mi corazón, la realidad de su traición se hacía más evidente. La mujer que tenía delante, la misma que ha despertado sentimientos que nunca pensé que tendría, me rompió el corazón. Di unos pasos hacia atrás, mi expresión debía ser un espejo de la desolación que sentía en mi interior. Sin decir una palabra más, me di la vuelta y me alejé de ella, las primeras lágrimas brotando de mis ojos, me sentía un completo imbécil, engañado y traicionado por la única persona que creí que nunca lo haría.

Permanecí en el suelo durante lo que pareció una eternidad, luchando contra las lágrimas y la náusea que amenazaba con volver. No quise decirlo de esa manera, pero las emociones del momento han tomado el control, forzándome a expresarme de una manera que me repugnaba. Me odiaba por eso. Me levanté y me arrastré al baño que se encontraba en el mismo piso que nuestras habitaciones, necesitaba deshacerme del sabor amargo y agrio que la bilis dejó en mi boca. Cuando salí, vi la figura de Cha Eun Woo, el sacerdote, en una intensa conversación con el Sacerdote Lee Felix. Ambos llevaban expresiones tensas y serias en sus rostros, como si estuvieran en medio de una discusión de gran importancia.

El hombre de melena grisácea me lanzó una mirada, sus ojos yacen llenos de un odio que nunca había experimentado antes, no con él, y esa mirada me dejó paralizada en el acto. Entonces, acabó su conversación con el Sacerdote Eun Woo, se alejó rápidamente por el pasillo, dejándome allí, sola y desconcertada, aunque no fui la única debido a que el pelinegro agachó sus ojos oscuros ante eso, se veía que estaba enterado de que probablemente haya lastimado muchísimo a su compañero de cuarto y de trabajo.

—Cho Mi Sae, vuelve a tus clases.

—En real...—me detuve ahí mismo. Volviendo a entrar al baño para deshacerme de todo el vómito que volvió a hacer presencia en mi garganta.

Escuché un par de pasos apresurados detrás de mí. No necesité girarme para saber quién era; el ritmo firme y constante era inconfundible. Supuse que el Sacerdote Eun Woo notó mi malestar, cuando salí del baño, lo encontré parado en la entrada, una expresión de preocupación arrugaba su frente. Sus ojos, normalmente brillantes, estàn nublados con inquietud.

—Cuando te limpies, ve a la enfermería.

—Está bien—respondí, me giré para lavarme la boca cuando Eun Woo comenzó a alejarse. Pero hay una pregunta que necesitaba hacer, una pregunta que me estuvo atormentando desde que salí de la habitación.—. Sacerdote, ¿él está...?—mi voz se quebró, incapaz de terminar la pregunta.

El Sacerdote Cha Eun Woo se detuvo, volviendo la mirada hacia mí, pude darme cuenta de que hay una tristeza en sus fanales que no vi antes, tal vez porque no soy la única persona que tiene problemas pasando por su cabeza en estos instantes.

—Dale tiempo, ¿sí?—dijo, su voz era suave pero firme.—No sé exactamente qué sucedió, solo sé que está herido y no quiere verte ahora. Pero eso no durará para siempre, después de todo, vivimos bajo el mismo techo. Así que termina de hacer lo que tienes que hacer y ve a la enfermería. Hablaré con la Hermana Su Young para asegurarme de que no le diga nada a la Hermana Superiora.

Asentí, agradecida por su comprensión.

—¿Podemos hablar, sacerdote?

Su voz resonó en el aire, pero la ignoré, como había estado haciendo con la mayoría de las estudiantes del internado. Me he sumergido en mis deberes, revisando las habitaciones y cada aula, asegurándome de que todo estuviera en orden y de que nadie estuviera violando las nuevas reglas impuestas por la directora. Supongo que mi rostro reflejaba mi estado de ánimo, no estaba para tratar con nadie. En el pasado, habría ignorado mis sentimientos y habría seguido adelante, no obstante, desde que conocí a Cho Mi Sae, sentí que mi vida dio un giro que no me agradaba en absoluto. Es más, pensar en ella me daba jaqueca.

—No.—respondí, mi voz era cortante.

—Pero es urgente, sacerdote.

Sin darle una segunda mirada, cerré la puerta de la sala de conserjería. Una rápida inspección me confirmó que todo está en su lugar y en orden. Continué mi camino, dirigiéndome al siguiente pasillo, con la persistente Min Yon A siguiéndome desde hace tres pasillos atrás.

—Si es tan urgente, entonces, dirígete a un titular a cargo. Hoy no estoy disponible para nadie, Min Yon A, solo para Dios y nadie más. Espero que lo entiendas.—dije, sin detenerme.

Continué mi camino, ignorando las voces detrás de mí. Pude escuchar a mi compañero de cuarto, tratando de calmar a la estudiante, prometiendo que una de las Hermanas hablaría con ella más tarde. Sin embargo, decirle eso a la menor simplemente pareció alentarlo a seguirme, intentando iniciar una conversación, pero parecía que nadie entendía que no estoy de humor para hablar ahora mismo. No quería escuchar los consejos bien intencionados de los demás, ni quería expresar la ira que bullía en mi interior.

Todo esto se intensificó en el segundo en que abrí la puerta de una de las muchas salas de conserjería que tenía el internado, sencillamente para encontrarme con una escena que me resultó repugnante. Allí, ante mis dos faroles, está la evidencia de la transgresión que todavía me costaba aceptar. El sexo fuera del matrimonio, algo que siempre he considerado sagrado y reservado para el vínculo matrimonial, empero, fue profanado por dos adolescentes hormonales, quiero suponer que verme ocasiona que de inmediato uno de ellos se levante del suelo, mientras que el otro yace acomodando su cabellera revoltosa.

—Sac...

—Ve a la capilla, Jeong In.—interrumpí de inmediato, mi voz era firme y autoritaria.

No aparté la mirada del nieto de la Madre Superiora Hwang Bi Dan. Parecía que, por una vez, Dios estaba de mi lado, aunque estaba muy consciente de que las emociones del momento podrían ocasionar que todo lo que haga con él sea por rencor.

—Y tú... —comencé, todavía sin saber qué castigo le podía dar a este muchacho.

—Escuché que usted es una buena persona—dijo, saliendo de la sala de conserjería con una expresión nerviosa en su rostro—. Y por eso también estoy seguro de que no le dirá nada a mi abuela sobre lo que vio aquí, ¿no?

—¿A dónde crees que vas, Hyun Jin?—pregunté, mi voz era firme y autoritaria.

—Ay, sacerdote...—respondió, elevando sus cejas en un gesto de exasperación. Parecía un niño caprichoso, cansado de la reprimenda que sabía que estaba por venir. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo más, lo interrumpí.

—¿Qué sucede, Hwang? ¿Acaso aún estás tan confundido con tu sexualidad que no puedes controlar a quién llevas a la cama?—me crucé de brazos, luchando contra el impulso de golpearle con la Biblia. Él frunció el ceño, claramente desconcertado por mis palabras.—Créeme, estoy bastante seguro de que a tu abuela no le gustará nada de lo que tengo que decirle sobre ti. Empezando por el hecho de que te estás acostando con un hombre. Y si Yang Jeong In significa algo para ti, deberías saber que su vida aquí no será fácil si ella se entera.

Él tragó saliva, sus ojos me miraban con un odio intenso, un reflejo de los sentimientos que yo albergaba hacia él. No éramos precisamente amigos y éste día nos dimos cuenta de aquello, porque ya no teníamos una sonrisa en el rostro cada vez que nos cruzábamos en los pasillos o en alguna mesa.

—¿Qué quiere que haga?

Tuve la oportunidad de decirle que se alejara de la mujer que amaba, pero no lo hice. Lo que realmente quería era que él fuera libre, era joven y tenía toda la vida por delante, algo que nuestras diferentes generaciones y crianzas han determinado, quería que él pudiera hacer algo que yo no pude, y eso me llenaba de una rabia impotente, no podía enfadarme con él, no cuando la decisión había sido de la misma mujer que me ha roto el corazón. Estaba seguro de que Mi Sae tenía gran parte de la culpa de lo que sucedió, después de todo, ella decidió acostarse con él, el mismo hombre que también compartía la cama con su propio amigo y compañero de cuarto.

Mordí mis labios, observando a un lado.

—Solo ve a confesarte, Hyun Jin. Vete.

—¿Qué fue todo eso...?—Eun Woo preguntó cuando el menor se marchó de mi vista. Aún ninguno sin poder quitarle la mirada de encima.—¿Felix?

—Nada, seguiré con las inspecciones.

—Escuch...

—Hyung, en serio te digo esto, déjame solo.

Después de terminar la cena en el comedor, más que alejada de todas las alumnas porque no me sentía bien, regresé a mi habitación, sin esperar lo que encontraría allí, ya que Kim Chae Hyun estaba sentada en mi cama, un cojín reposando sobre sus piernas. Me miraba de una manera que nunca antes hizo, sus ojos llenos de un pesar que rara vez mostraba, era extraño, porque normalmente no teníamos este tipo de interacciones. Nunca nos peleábamos, por lo que su comportamiento amable, especialmente después de una discusión, me desconcertó, únicamente que me parecía demasiado raro que a esta hora nadie le haya dicho nada por no estar en su cuarto, debido a las reglas impuestas por la nueva dirección que tiene el internado.

Kim Chae Hyun palmeó la cama dos veces, quizás indicándome que me uniera a ella en el único lugar donde podía relajarme hasta que resolviéramos nuestra pelea.

—Unnie... Por favor.—dijo, su voz era suave y suplicante.

Suspiré, sintiéndome cansada y estresada. No tenía ganas de tener esta conversación ahora, no después de todo lo que sucedió durante el día, temía decir algo que pudiera molestarla o herirla, como ella me hirió esta misma mañana.

—Apúrate, no quieres ser regañada otra vez.—recordé, intentando mantener mi tono neutral.

—Entiendo que me expresé de una manera que no debía. Es verdad, el Sacerdote Felix y tú nunca tendrían el problema que yo tengo. Ustedes son diferentes, sus tiempos coinciden, están aprendiendo lo mismo y ambos fueron castigados, pero...

—El problema soy yo.—la interrumpí, sabiendo dónde quería llegar. Su mirada me confirmó que estoy en lo cierto en absolutamente todo lo que dije.

—No diría eso, pero sí, lo lastimaste.

—¿Qué... sabes tú?—pregunté, mi voz era apenas un susurro. Por demás de que se notaba que quería saber cómo se enconytaba él después de saber la verdad, ya que no me quería ni siquiera ver.

—Eun Woo Nim quería saber qué había sucedido entre ustedes. Dijo que el Sacerdote Felix estaba actuando de manera extraña con todos.

—¿Qué le dijiste?

—Sabe que ustedes han peleado, pero no sabe por qué.—respondió Chae Hyun, su voz era tranquila y segura.

—¡No saben qué pasó!—exclamó Yang Jeong In, irrumpiendo en la habitación de forma abrupta.

Nos volvimos hacia él, nuestras orejas alertas ante su estado de agitación.

Parecía incómodo, nervioso, y, de alguna manera, también un poco gracioso, fue entonces cuando nos enteramos de que el hombre que había conquistado mi corazón sorprendió a amigo en un momento íntimo con el nieto de la Madre Superiora. Cerré los párpados, temiendo lo peor, empero, al mismo tiempo, sabía que Lee Felix no sería capaz de hacer algo verdaderamente malo.

Él es la personificación de la bondad. Un hombre de corazón noble, cuyas acciones siempre se han guiado por la compasión y la empatía, jamás sería capaz de hacer algo malo, su naturaleza simplemente no lo permitiría, es alguien que siempre ha sido alabado por su carácter, un sujeto que atrae la admiración y el respeto de quienes le rodean. Su presencia es como un faro de luz en la oscuridad, un recordatorio constante de lo que significa ser verdaderamente bueno. No permitiría que el odio y el rencor se apoderaran de él, no permitiría que estas emociones negativas dictaran sus decisiones. En lugar de eso, se guía por el amor y la comprensión, eligiendo siempre el camino que le lleva a la bondad y la paz.

—A mí me mandó a la capilla. No vi más a Hyun Jin después de eso... Ni siquiera en el comedor. ¿Por qué? ¿De qué me perdí?—cuestionó mi rommie, confuso.

No pude responder antes de que la Hermana Go Su Young apareciera, anunciando que era hora de dormir. Teníamos que levantarnos temprano al día siguiente, como todos los demás días de la semana. Sin embargo, me encontré dando vueltas en mi cama, incapaz de encontrar el sueño, el Sacerdote Felix ocupaba todos mis pensamientos, me preocupaba lo terrible que debía estar sintiéndose, creyendo que ha cometido un gran error al estar conmigo. Ojalá pudiera pensar de otra manera.

A la mañana siguiente, repetimos la misma rutina de siempre. Al salir de mi clase de religión, me encontré con el mismo Felix de siempre, radiante y feliz, como si la pelea del día anterior nunca hubiera ocurrido. Aun así, decidí mantener mi distancia, tal como el Sacerdote Cha Eun Woo me aconsejó, dejaría que Lee Felix se acercara a mí, y si eso no sucedía... Suponía que él ya habrá tomado una decisión sobre nosotros.

—Tú, a la capilla.—me ordenó la Hermana Superiora Park Hyun Soon.

—¿Y ahora por qué?—bufé, mirándola con incredulidad. Tenía esa expresión severa que solía tener, su figura envuelta en las habituales telas negras y blancas.

—Estás muy equivocada si piensas que tu castigo ha terminado, Cho Mi Sae. Todavía recordamos muy bien lo que le hiciste a tu compañera Min Yon A.

—No fue para tanto.—contesté, una media sonrisa en mi rostro.

Sí, era consciente de que el acoso a Min Yon A todavía era un problema, no obstante, no podían culparme por todas las decisiones que las chicas tomaban. Ella sola ocasionó que le pasara todas esas cosas, nadie le pidió que sea la buchona, además, se lo merecía en gran parte, por su culpa todo esto estaba sucediéndonos a nosotras, si no fuese por ella no estaríamos sufriendo o no viendo a las personas que queríamos que están fuera de este internado de mierda.

La Hermana Superiora alzó su mano, mientras que cerraba sus párpados, en señal de que era mejor que dejar de hablar y me concentre en la orden que me había dado hace un momento. Moví mis hombros con desinterés, simplemente, le haría caso para tener un día tranquilo al menos, pero entre que más me iba acercando a la capilla me podría dar cuenta de que no era la única que se acercaba al lugar y la atención era un poco más incómoda que antes, ni siquiera lo podía mirar a los ojos de la vergüenza, muchísimo menos cuando Hyun Jin se hizo presente de inmediato ante la orden de su abuela.

—Ya que están aquí los dos, aprovecho para decirles que este día estarán ayudando al Sacerdote Felix y al Padre Kim, cualquier duda que tengan comuníquense con ellos. Adiós, sacerdote, aunque... Si uno de ellos, o Cho Mi Sae,—me echó un vistazo que decía de todo un poco de mí.—se comporta de forma indebida tiene mi autoridad para castigarla severamente. Sin piedad.

Fruncí mi entrecejo, notando que el sacerdote movió su cabeza en la afirmación con la mirada en el suelo. Cuando la vieja criada en el paleolítico se marchó de nuestro lado, no dudé un solo segundo en decirle a su nieto que tan amable abuela tenía.

—Qué buena persona es tu abuela, eh.

Sin embargo, él en su mirada demostró la avergonzado que se sentía por cómo era la personalidad de su abuela con todas nosotras. Antes de que me pueda seguir burlando de Hwang Hyun Jin, el Sacerdote Lee Felix carraspeó su garganta, llamando a nuestra atención, abriendo las puertas de madera de la capilla. Para esto, encontrando un gran desastre sin limpiar, tal vez porque el Padre Kim Hyuck Ho decidía que ese papel de la limpieza únicamente le pertenecían a las alumnas del internado.

Y por eso lo odiaba.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro