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𝗱𝗲𝗰𝗲𝗺. hasta encontrar.

Capítulo 10
Hasta encontrar

Caminaba sin poder creer las cosas que han pasado hace apenas unos minutos, caminaba sin saber a dónde me estoy dirigiendo, sabía que tenía que ir al cuarto, sin embargo, no sabía por dónde se encontraba esa área y se supone que debería de saberlo, únicamente que mi cabeza no me dejaba tranquilo.

« ¿Por qué lo hiciste? »

Sentía que las lágrimas están por salir de mis ojos en cualquier instante, no sé cómo, pero terminé llegando a mi habitación, me hallaba solo y no era de esperarse debido a que mi compañero de cuarto rara vez yace en la habitación, y de igual modo, en el internado. Por lo que cerré la puerta, encaminándome a pasos tontos a la cama, entonces sucedió, acabé llorando como un maldito loco, sin saber lo triste de la historia, entre que las lágrimas salían de mis orificios oculares a la vez soltaba una risa enloquecida, ya que no entendía mis emociones ahora mismo, estoy demasiado seguro de que eso me había gustado, ¿qué digo gustado? ¡Me encantó! ¡Y lo odiaba! Lo odiaba tanto que...

Tanto que me levanté nuevamente de la cama.

Yacía observando ese bolso negro que, simplemente, lo sacaba cuando cometía una minúscula falta, no sabía si lo merecía o no, ahora no sabía nada, empero, ahí me encontraba. A pocos segundos de hacerlo otra vez, necesitaba recibir el perdón de Dios y de las personas que me rodeaban, esta vez fue un pecado muy grave, lo hice en su casa, en donde yo predico el nombre de Dios, fue un incumplimiento que no iba a tener perdón de nadie, sabía muy bien las consecuencias de aquello, supongo que por eso mismo fue que desplegué el bolso, visualizando los objetos que iba a utilizar con mi persona ahora mismo.

Quité la vara de abedul para quitarme mi vestuario, quedando solamente en ropa interior. Por lo tanto, me arrodillé en el suelo donde coloqué un par de arroz y sal, poniéndome sobre eso, no tardé en empezar a dar latigazos sobre mi espalda, tan fuerte que ni siquiera sentía los golpes brutales que me estoy dando. Estaba muy acostumbrado a autoinfrigirme dolor que hace bastante tiempo que no sentía el dolor, el ardor sobre toda mi fisionomía, pero por primera vez me encontraba derramando lágrimas por el dolor, ya que empezó a recorrer la sangre sobre mi espalda y caí de lleno al piso, sosteniéndome de las palmas de mis manos, a tal punto en que solté el objeto.

« ¿Por qué paras? Sigue. »

—No m-me merezco esto... Yo no.

« Lo mereces, debes hacerlo. »

—Es mi culpa, es verdad. Debo hacerlo.

—¿Por qué me miras así?

Cuestioné confundido de la mirada que me está dando mi compañero de cuarto, él yace leyendo un libro en el comedor del internado, sin sacar esa sonrisa perversa en sus labios. No obstante, no me decía nada, solo se concentrada en verme de ese modo, tanto que me hace pensar las peores posibilidades del mundo.

Desde aquí podía verla.

Está muy sonriente, conversando con sus dos amigas de siempre, parecía que están teniendo una buena charla debido a que no paraba de hablar un solo momento. Inconscientemente, sonreí al verla de esa forma y estaba mal, ya que mi cabeza está creando escenarios que no pueden ser posibles, no cuando ella es más pequeña que yo, no cuando ella es una alumna del internado y yo con un rango superior, no cuando las personas hablen y mucho menos cuando hemos pecado de ese modo.

—La pregunta es: ¿Por qué la miras así?—Cha Eun Woo río, concentrándose en su libro. No sabía si me había hablado a mí o a él solo. Hasta que sus ojos van a los míos rápidamente.—¿No responderás, Felix?

—No entiendo.

Fruncí mis cejas, volviendo a observer mi comida para poder acabarlo de una vez por todas, debía de volver a la capilla a preparar las cosas para la misa que viene luego de las primeras clases de la tarde. Aun cuando, no sabía si estoy preparado para volver a ir allí después de lo que sucedió con la menor. Abandoné mis malos pensamientos al recordar el cuerpo de la mujercita de cabellos llamativos, sencillamente que fue por la voz del Sacerdote Eun Woo, nuestros fanales chocaron al mismo tiempo, por segunda vez.

—¿Sabías qué en donde está el Órgano de la capilla hay un ventanal enorme, Felix? —ladeó su cabeza, elevando una ceja a la vez. Sentía que mi respiración se detuvo de inmediato.—Descuida, no diré nada.

—Eun Woo...

—Quiero que confíes en mí, no diré nada.

—Yo solo...

—No te excuses conmigo, amigo. Además, no necesito explicaciones porque no me importa lo que haces en tus tiempos libres y menos privados. Aunque debo de admitir que me alegra saber que te vimos nosotros y no las Herm...

—¿Vimos?

—¿Ah? Ah, sí.

—¿Cómo qué vimos? ¿Quién más sabe de est...?

—¡¿Qué tú qué, pervertida?! ¡Qué te pasa, Chae Hyun!

Eun Woo frunce sus labios, mirando brevemente hasta donde se escucha la voz de Cho Mi Sae, de igual modo tuvo mi atención. Mi compañero me echa una mirada, asintiendo con su cabeza y señalando a la menor con disimulo, una forma de que ese grito me respondió a las dudas que tenía.

—Kim Chae Hyun.

—Jesús... —farfullé nervioso.

—Felix, ella no dirá nada. Es su amiga.

—Aun así, hyung, a la persona que le conté lo que sucedió en mis vacaciones era mi primo y le contó absolutamente todo a mi madre, y bueno, aquí estoy. Discúlpame si no confío en nadie. —me disculpé, levantándome del banco con la bandeja en manos para colocarlo en su lugar.

Cuando pasé por el pasillo antes de abandonar el salón del comedor sentí su mirada puesta en mí, solamente que no podía tolerar eso, no necesitaba estar cerca de ella ahora mismo, ya que sentiría que volvería a caer ante su hechizo y ya no quería lastimarme nunca más. Quiero ser normal... una vez en la vida, pero con ella a mi lado eso sería imposible.

Desde que tuve sexo con el Sacerdote Felix no me volvió a dedicar atención y eso me hacía pensar en muchas cosas, la primera es que tal vez no fui buena en el sexo y por eso me está ignorando, la otra es que se siente muy culpable consigo mismo que por aquello es que prefiere mantenerse lejos, únicamente que todas esas dudas no me las pude sacar el día después de ese encuentro porque las Hermanas prefirieron a que haga muchísimas tareas en el internado, no entendía por qué me castigaban si se suponía que ya tenía una buena conducta aquí.

Pensé que hoy podría hablar con él.

Simplemente que no estaba en la capilla, ni siquiera podía ir a verlo en su habitación debido a que las niñas lo teníamos prohibido. Por lo que tenía esperanzas de que lo vería en la misa de esta tarde para hablarle de lo que está sucediendo con él, simplemente que frente a mí se encontraba el Sacerdote Yoo Min Woo. Eso es lo que me está molestando ahora, tanto que no podía buscar alguna escapatoria, pero Aeri choca de mi brazo con disimulo, logrando que mi atención vaya a ella rápidamente, movió su cabeza en señal de un sitio y mis ojos van allí, observando al hombre de pelos grisáceos, manteniéndose al margen de nosotras y prestando atención al sacerdote.

—Amén.

Todas nos paramos de los bancos marrones a que nos podamos ir, después de que el sacerdote que predicó la misa se haya retirado con la mayoría de los sacerdotes, menos con el que yo quería tener una charla de lo que sucedió. Empero, el destino a mí no me quería porque la Hermana Lily decidió que yo no sea la persona que esta vez ayudase al Sacerdote Felix a ordenar la capilla.

—Yo hablaré con él.

—¿De verdad? Perdón, es que no confío en ti.

—Tranquila, Mi Sae, yo la vigilaré. —dijo Aeri.

—Mi Sae, no distraigas a la señoritas. Ve a tu clase.

—Pero puedo ayudar...

—Vámonos, Mi Sae. Tenemos clases.

La Hermana Dae Hyun colocó una de sus manos en mi hombro, queriendo sacarme de la capilla, aunque mis fanales van al sacerdote que se encuentra con una media sonrisa en su cara, entablando una charla con una de las internas. Hice de todo un poco para no irme de aquí, sencillamente que la Hermana ya no me quiso dejar hacer lo que quería qué me jaló del brazo a sacarme del templo de Dios.

No me quedó más que ir a clases de Lenguaje.

—¿Te dijo algo?

Pregunté a Chae Hyun cuando tuve la oportunidad de verla antes de que nos tengamos que ir a dormir por las órdenes de las Hermanas. Sin embargo, en el tiempo en que levantó sus ojos a los míos me di cuenta de que están completamente rojos, tanto que empezó a reírse como si hubiera visto la escena más graciosa de toda su vida, eso me da la información de que otra vez está drogada, señalando algo con su dedo.

Demonios.

—¡Aeri Ssi!

—¿Sí? ¿Qué suced...? ¿Por qué te ríes así?

—Está drogada.

—Ah bueno. ¿Sí, Mi Sae?

—¿Pudiste vigilarla? —ella asiente, sentándose gente a mí con su bandeja de comida.—¿Y? ¿Qué pasó?

—No mucho, el Sacerdote Felix la vio consumir drogas y la castigaron.

—¿Es en serio? ¿No te pudiste esperar al menos un interrogatorio para hacer eso? ¿Eh?

—Sh, no escucho lo que me está diciendo Duffy.

—¿Duffy?

—Seguro que uno de sus amigos imaginarios. —bufé al verla de ese modo. En cualquier minuto iban a venir una de las mayores a regañarla.— ¿Solamente eso sucedió? ¿Tú no le pudiste preguntar algo, Aeri? Por favor, dime qué sí.

No obstante, por su reacción me dio a entender que no fue así, pero porque Felix se fue con Kim Chae Hyun y se quedaron solas a vigilancia de la Hermana Lily, por lo que ni siquiera tuvo tiempo de preguntarle nada. Es por eso mismo que me puse de mal humor, agarré la botella de jugo para irme del comedor del internado. Mientras me encontraba caminando por los pasillos de las habitaciones de las chicas pude pensar en la forma en qué podría meterme en su cuarto, simplemente que siempre salen mal.

Hasta que sonreí.

Ingresé al cuarto de la Hermana Lily, era quien estaba más cerca de mi habitación, dándome cuenta de que no hay nadie ahí. Jamás había entrado a su cuarto por lo que me quedé sorprendida por el estilo que hay aquí adentro, traté de no desconcentrarme, así que fui a su closet, observando la cantidad de trajes similares a los que ellas utilizan aquí. No la pensé tanto cuando tomé entre mis manos un hábito religioso, corriendo por corredor y entrando a mi cuarto a colocarme el traje que consistía de una amplia túnica ancha, que llega hasta los pies, no moldeada al cuerpo lo cual se ve muy aburrido, tiene mangas largas y ceñida a la cintura por un cordón parecido al de una soga vieja. Hasta que me puse el velo, que me pareció la cosa más incómoda de todas las recién mencionadas.

—¡Oh! Lo siento, Herman... ¿Mi Sae?

—No preocupáis, hija mía. ¡Amén!

—¡Mi Sae!

—¿Qué? —me reí, caminando a la puerta.

—¿De dónde sacaste eso? Espera, ¿adónde vas?

Me giré a duras penas, tener el velo en mi cabeza era la cosa más incómoda que me podía pasar ahora mismo, así que tampoco podía girar bien mi cabeza para observar a mi compañera de cuarto usando esa expresión de mi siempre.

—¿No es obvio?

—No, por eso pregunto.

—Está claro que ir...

Mi cabeza se fue para atrás en el mismo momento en que alguien abrió la puerta repentinamente y me dio en la jodida cara. La voz de Chae Hyun se hace sonar, qué cuando se percató lo que hizo abrió sus párpados enormes, llevándose las manos a su boca, asustada de lo que acabó de hacer conmigo.

—¡Perdón, Hermana! ¡No la vi!

—Hija de pu...

—Wow, Hermana. Pensé que eso no se podía hacer.

—Es Mi Sae, Hyunnie. —Aeri rodó los ojos.

—¡Por Dios mío, Cho! ¿Por qué estás vestida así? No me digas que estás tan enamorada de ese sacerdote que por eso te vas a convertir en monja. Jamás has caído tan bajo, unnie.

—Ca. Lla. Te.

Rogué, saliendo del cuarto velozmente, ante de que mi mano quede en la nariz de una de mis amigas. Primero fui al baño a verificar que no me sacó el tabique de su lugar, cuando noté que, únicamente, tenía la nariz roja salí a pasos precavidos del baño y encaminarme al área de los cuartos de los hombres. Nunca pensé que sería la cosa más peligrosa que mi corazón sintió en su vida, ya que lo menos que quería es que Felix me vea usando este hábito religioso que se veía de la mierda. Empero, eso es lo de menos.

Escondí mi cuerpo en el pasillo en el tiempo en que vi al Sacerdote Cha Eun Woo con el Profesor Lee Min Ho pasando por ese mismo sitio, eso significa que hay una probabilidad de que pueda pasar sin que nadie me diga algo en el proceso. Empecé a desplegar puerta por puerta hasta encontrar la habitación correcta, pero no fue tan fácil como creí debido a que cuando estoy por abrir una puerta puedo escuchar la voz del Padre Kim Hwang acercándose y no se me ocurrió mejor idea que meterme a la habitación de al lado, ocasionando que mi corazón explotara ante la emoción, solo que mis ojos ven a la persona que estuve buscando por bastantes horas.

—¿Cho Mi Sae?

Pero no de la manera que me hubiese gustado.

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