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Capítulo 20

  Dato curioso: en los primeros parrafos que escribí de esta historia, Paris y Thiago eran mejores amigos. Pero luego decidí que experimentar una relación odio-amor era interesante.

Thiago sabía que era un cobarde, un mentiroso y merecía ser despreciado.

Pero no era como si pudiera detenerlo.

Y sentarse a evaluar todos sus sentimientos...lo aterraba. No era una opción.

Pero eso no iba hacer que se dejara ignorar, no señor.

Sus días se sentían raro sin un Paris maldiciéndolo al menos una hora diaria. Era como cuando le quitas algún sentido a tu vida. Y Thiago sentía que el hecho de pensar eso, lo hacía ridículo. Trataba de decirse así mismo que era solo la costumbre.

Más tarde se convenció que no era así. Por lo que ideo un plan. Él podía ser lo suficientemente fastidioso cuando quería, y juntando eso con su ingenio ¡Bum! Tenías un chico doblemente irritante.

Luego del encuentro en el anfiteatro, Paris lo había ignorado. Y no le gustaba ser ignorado.

Por lo que el lunes ya iba con su plan en mente.

Pero tirarles bolitas de papel, dos clases seguidas...no funciono. Paris hizo como si no existiera.

El martes aprovecho su clase de deporte para fastidiarlo, lo logro, pero...término botando sangre por la nariz. Al parecer Paris tenía buena puntería con las pelotas de futbol.

Estaban en el comedor el día miércoles, y lo tropezó, haciendo que regara su refresco sobre su comida.

Claro, no quería dañarle su comida, pero la mirada de odio que Paris le dedico...valió la pena.

El día jueves no dejo de hacer ruiditos molestos mientras Paris defendía un ensayo para clase de historia. Como la profesora era un tanto sorda, no se dio cuenta, y como algo de sus compañeros lo acompañaron, salió victorioso.

Y sabía que no le faltaba mucho a Paris para explotar.

No todo fue tan maravilloso el viernes. Había despertado con un poco de fiebre y mareo, pero quedarse en casa no era una opción. Tenía un taller de cocina con la profesora Charlotte, a la que no podía faltar. Y su madre había estado tan atareada últimamente con su trabajo, que el no tuvo corazón para pedirle que lo llevara al médico, cuando era su único día de descanso.

Llego a la escuela sintiendo como si su cuerpo hubiera sido arrollado nuevamente por el camión que bailaba el Cha-cha-cha.

Las primeras clases apenas presto atención, y ni siquiera tenía el ánimo suficiente para hacerle imposible la vida a Paris. Su podrída vida estaba siendo fastidiada por el señor resfriado, y solo esperaba llegar a casa lo suficientemente rápido para desmayarse en el sofá.

A veces odiaba que los refriados lo patearan tan duro, era como una nenita. Bueno, quizás las nenitas lo aguantaran mejor que él.

-Deberías irte a casa, amor-. Le comentó Celeste en la hora del almuerzo. Su semblante lleno de preocupación-.

-Estoy bien-. Dijo sonriendo-. Estaré bien.

-Al menos toma algo para la fiebre-. Le recomendó Dan-. Pareces a punto de colapsar.

-Ustedes son unos exagerados-. Se levantó y se estiro, trato de ocultar una mueca de dolor-. Ya les dije que estaría bien.

Obviamente no les creyeron, ni el mismo lo hacía. Pero no se los dijo.

Asistió a sus otras clases como si nada, pero para el momento en que entraron al salón de cocina, sentía que ya estaba aluciando. Y él tenía una imaginación muy hija de puta, por lo que no se sorprendería si en vez de ver a la profesora Charlotte, veía un lagarto escupiendo fuego.

Caminó hasta sentarse en una en uno de los taburetes de los mesones, y oculto su cabeza entre sus brazos. Escuchaba de forma lejana todo lo que la mujer decía, pero escuchó quejas, y luego nuevamente al lagarto escupiendo fuego por la boca.

Alzó la cabeza cuando un puño impacto contra su mesa. No de una manera muy suave.

-Mieeerrrrdaaaa-. Dijo sintiendo como todo a su alrededor vibraba-.

Paris estaba a su lado con los brazos cruzados.

-¿Viniste a dormir, o trabajar en verdad?-. Le preguntó con un tono de voz despectivo-. No pienso trabajar con un vago.

-Trabajar-. Dijo luego de varios segundos-. ¿Estoy contigo?

-Si-. Sonrió fingidamente-. A esa perra de Charlotte le gusta hacerme la vida imposible.

Thiago frunció el ceño.

-No es una perra, es un lagarto.

-¿Qué?-. Paris parecía confuso-.

-Nada-. Se apresuró a decir-.

Tomó su delantal y se lo puso.

Pero la cosa no mejoraba. La misma reacción que tenía con el gas de la risa que le ponían en el odontólogo, la tenía con la fiebre.

Paris se había encargado de copiar todas las instrucciones que le había dictado el lagarto, y había puesto a Thiago como ayudante. Pero él estaba flipando, porque estaba viendo como salían pollitos de los huevos.

-Coño-. Dijo viendo de Paris a los pollitos. No podía darle esos huevos, seguro como el demonio que el lagarto no apreciaría un pastel sorpresa-.

-¡Thiago!-. Chilló Paris-. Dame los putos huevos.

-¿No los vez?-. Señaló los huevos-.

-¿No veo que, Thiago?-. Preguntó Paris cansado-.

-Los pollitos.

-¿Polli...? ¿Cuáles pollitos? ¿De qué mierda estás hablando?

-Yo... ¡Wao!-. Se agarró del taburete para no caerse-.

-Thiago-. Paris lo tomó del brazo-. Joder, ¿estás bien?

-Define bien -. Dijo cerrando los ojos. El mareo no se iba-.

-Tu estas...-. Sintió una suave mano posarse en su frente-. ¡Estas caliente!

-Sí, me lo han dicho antes.

-¡No seas idiota, estas ardiendo en fiebre!-. Gritó Paris haciendo que su cabeza diera vueltas-.

-No grites, por el amor de Dios-. Susurró agarrándose la cabeza-.

-Thiago...-. Dijo Paris suplicante-.

Lo miró y vio la preocupación que bañaba los hermosos ojos color chocolate de Paris.

-Estoy...bien-. Susurró antes de perder la conciencia-.

La próxima vez que abrió los ojos estaba recostado en una de las camillas de enfermería.

Se quedó quito por uno segundos para dispersar las miles de estrellas que daban vueltas a su alrededor. Ellas no dejaban de bailar al ritmo de Ghost Town, De Adam Lambert.

Thiago frunció el ceño. ¿Ahora sus alucinaciones venían con música incluida?

¿Pero qué clase de música era esa?

Ladeo la cabeza y se sorprendió al ver a Paris a su lado. Él estaba cantando, o imitando los silbidos en la música. Y se estaba pintando las uñas de las manos.

Se levantó rápidamente de la silla al verlo despierto.

-Thiago...-. Susurró inclinándose contra él-. ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? ¿Tienes fiebre? ¿Te duele la cabeza?

-Me siento solo un poco menos horrible que esta mañana, debido a las estrellas que siguen bailando por mi cabeza, supongo que todavía tengo fiebre. Y mi cabeza duele espantosamente.

-Te diste un buen golpe al caer-. Le dijo Paris-. No pude atajarte a tiempo. Lo siento.

-Gracias-. Susurró tratando de sonreír-. Y no es tu culpa.

-La enfermera no ha podido darte nada que te baje la fiebre, tu mamá la ha gritado por teléfono y le ha dicho que no te de nada que no sea acetaminofén. Y como era de esperarse, no tienen.

-Genial-. Gruñó rodeando los ojos-. ¿Mi mamá donde esta?

-No ha podido venir por ti, me ha pedido el favor de que te lleve a tu casa y espere a que ella llegue. Al parecer le surgió algo en su oficina y tuvo que irse para allá. Y todavía no puede escaparse.

-Santo cielos-. Susurró-. Esa mujer no descansa.

-¡Oh! Otra cosa, tu novia vino, se puso como un toro y se fue. Todo porque tu madre no dejo que fuera ella quien te llevara a casa, al parecer podría aprovecharse de su pobre hijo para darle nietos muy apresuradamente.

-Genial-. Quiso reír irónicamente, pero todo el maldito cuerpo le dolía-. Más cosas que arreglar.

-Oye, quizás puedas decirle que fui un patético cuidador para hacerla feliz ¿No crees?

Thiago cerró los ojos avergonzado, Paris parecía feliz de echarle algunas cosas en cara.

-¿Podemos irnos?

-Cuando gustes.

Lo menos que imaginaba Thiago era que una hermosa mujer los estuviera esperando fuera de la escuela ¿Era otra de sus alucinaciones?

-Gracias por venir, Sari-. Le dijo Paris amablemente-.

La mujer ayudó a Thiago a subir al asiento trasero y sonrió.

-No es nada, hermoso niño. Cuando quieras.

-Por cierto, es el Thiago.

La mujer se inclinó para ponerle el cinturón y le dio unas palmaditas en la mejilla.

-Mucho gusto, nuevo niño hermoso. Soy Sari Amin.

-Thiago Wolfe.

Luego de las presentaciones, la señorita Amin se puso en marcha. Cabe decir que era un peligro manejando autos, gritaba barbaridades a quienes se les atravesaban, y tocaba corneta como desquiciada cuando estaba en el semáforo. Fue un milagro que Thiago no vomitara, lo motivaba el pensar en la factura que la señorita Amin le mandaría por la limpieza de tan costoso auto.

Ahora fue Paris quien lo ayudo a bajar cuando salió del auto, se encargó de abrir la puerta mientras Thiago se agarraba del barandal del porche, como si su vida dependiera de ellos.

Apenas entró a la casa, caminó directamente hacia el sofá tumbándose en el como un muerto.

-Bien-. Escuchó decir a Paris-. Tu madre me ha pedido que te cuide hasta que llegue. Obviamente ninguno de los dos quiere esto. Por lo que pensé en negarme, luego ella me exigió no moverme de tu lado hasta que ella estuviera acá.

Thiago asintió, aunque no creyó que Paris hubiera podido verlo.

-Iré a buscar las acetaminofén, no te mueves.

Como si quisiera hacer eso. Se quedó ahí echado hasta que escucho como Paris se sentaba en la mesita de café frente al sofá. Debía advertirle que se quitara de ahí, si su madre lo veía, le daría una buena reprimenda. Por otro lado...eso sería gracioso de ver.

-Haz el esfuerzo de sentarse Thiago-. Le pidió Paris-.

Tardo como dos minutos antes de que pudiera descansar su espalda correctamente en el respaldo del sofá.

Vio la pastilla que Paris tenía en su mano, y tomó el frasco que estaba a su lado.

-¡Hey! Tu mamá dijo que solo una.

-Son de doscientos miligramos, por el amor a Dios. La mujer piensa que con una sola todos mis males se irán. Necesito al menos unas diez para dejar de alucinar.

Paris terminó por encogerse de hombros y le dio el vaso de agua.

-He calentado un poco de estofado que tu madre tenía aguardado-. Sari traía una bandeja con un tazón de sopa-. Ten.

Lo puso sobre sus piernas y Thiago quiso rodar los ojos. No le gustaba la sopa, odiaba la sopa ¡Era sopa! Solo cosas liquidas que no alcanzaban ni a llenar las piedrecillas en sus riñones.

Pero lo mujer estaba haciendo amable, y siguiendo, obviamente, las ordenes que su Madre había encargado a Paris.

Intento comer, pero no podía dejar de revolver el espeso líquido. En verdad nada de esto le apetecía.

Escuchó su teléfono sonar y observo como Paris lo sacaba de su bolso.

-Lo tome para llamar a tu madre-. Dijo extendiéndoselo-.

-¿Puedes ver?-. Preguntó temiendo que se le resbalara en la sopa. Paris lo miro extraño-.Tranquilo, el porno no está a simple vista.

Rodando los ojos, el señorito Diva se dispuso a revisar el teléfono.

-Es un mensaje de WhatsApp.

-¿Numero?

-Desconocido.

-Probablemente es alguna tonta caden...

-Dios mío-. Escuchó decir a Paris-.

-¿Qué?

Paris tenía los ojos abiertos de par en par, y había palidecido un poco.

-¿Qué es?-. Preguntó inquieto. Paris lo miro y luego echo un vistazo al teléfono-. Paris...

-Thiago yo...

Pero no le dio más tiempo de decir nada, le arranco el teléfono y vio lo que tanto había consternado al señorito. El mensaje decía.

¡Hey Thiago!

Sorpresa.

Y más abajo había una foto de Celeste, besándose con alguien que... no era él. Llegó otro mensaje.

Esto no es una foto vieja, está pasando, justo ahora,

En esta dirección.

Thiago alejó la bandeja con la sopa, y se levantó inestable. Camino sin decir palabra alguna hasta la puerta, y justo antes de abrir Paris lo detuvo.

-¿A dónde crees que vas?

-Quítate, Paris.

-No hasta que me respondas.

-¡Hazte a un lado!-. Su cuerpo comenzó a temblar-. Por favor.

-Quizás no es lo que parece-. Dijo Paris, tomándolo por sorpresa-. Puede ser solo un montaje de alguien que quiere hacerte una broma.

El negó, no era un montaje. Lo sabía. La camisa que Celeste estaba usando en la foto, se la había regalado en su cumpleaños. Y ella no se la había puesto. Al menos no con él.

Paris le quito el teléfono y termino de leer los mensajes.

-Es lejos Thiago, no puedes ir allí solo.

-Iré, no me importa que.

Paris lo miró y termino por suspirar.

-Iré contigo, le pediremos a Sari que nos lleve en el carro. Si esto es verdad, todavía están ahí.

Thiago sintió su corazón hundirse, pero asintió. No estaba formando esto parte de una ilusión muy macabra, y eso fue lo que más le dolió.

No pasaron ni tres minutos antes de que ya estuvieran de camino al lugar. Thiago cerró los ojos mientras trataba de no llorar. No podía ser cierto, esto no podía estar pasándole a él. No con Celeste. Ella no era ese tipo de chicas, por eso se había enamorado como un loco de ella.

Su Celeste era dulce, tierna, una chica muy tímida cuando la conoció. No había manera de que fuera la de la foto. La mujer que ahí se estaba besando descaradamente con alguien que no era su novio.

Empuño sus manos y trato de parar el temblor que recorría su cuerpo. ¿Qué tan patético se vería en ese momento?

-Hemos llegado, niños hermosos-. Les anunció suavemente Sari-.

Se irguió en el asintió y observó la casa frente a ellos.

Miro hacia el otro y observo la propiedad que se encontraba a oscuras y con un letrero de se vende. Seguramente de ahí habían tomado la foto.

Thiago abrió la puerta y salió del auto seguido de Paris.

-Espera-. Lo detuvo-. Pueden saber quiénes somos y no abrir. Sari puede ir a llamar.

Miro hacia tras y vio que la mujer ya se estaba bajando del auto.

Aguardo a que ella se adelantara y fue tras ella.

Paris lo estaba ayudando a sostenerse, sentía que podía caer en cualquier momento. Pero no era como si eso le hubiera importado en aquel momento.

Llegaron con Sari justo cuando la puerta se abría.

-¿Quién es usted?-. Era el mismo chico, el de la foto. Estaba frente a ellos, tratando de cubrir sus partes con una sábana-.

-¿Esta Celeste acá?-. Preguntó Sari en un tono de voz suave-.

-¿Quién la busca?

-¿Esta?-. Volvió a preguntar, haciendo notar un poco más su asentó ¿Árabe?-.

-Está ocupada-. Él sonrió y movió sus cejas asquerosamente-. Si sabe a lo que me refiero.

Thiago sintió sus piernas flaquear, y casi cae al piso de no ser por Paris. Que se agarró a él como si fuera un maldito oso de peluche.

-Bien, basta con esto-. Paris lo deposito en el suelo e hizo al chico aun lado-.

-¡Oye!-. Gritó el hombre. Pero Paris no le hizo caso-.

-¡SAL MALDITA ZORRA!-. Comenzó a gritar-. ¡SE ACABÓ TU JUEGO PERRA DROGADCITA!

-¿Pero que dem...?-. Dijo el chico antes de que Sari le diera un puñetazo en la cara-.

-Eso por salir con una chica que tiene novio-. Dijo adentrándose en la casa-.

Y Thiago se quedó ahí, sintiendo todo a su alrededor derrumbarse. Hubiera querido tanto que fuera una mentira, una cruel broma. Mantenía la esperanza de que no fuera su Celeste, que fuera otra.

Pero cuando ella salió corriendo de ahí, y tropezó frente a él. Vistiendo nada más que su camisa y ropa interior.

La verdad fue dicha.

-Thiago-. Dejo escapar ella agudamente-.

Paris salió detrás de ella como si fuera un maldito ángel vengador.

-Sorpresa-. Dijo el extendiendo sus brazos-. La verdad servida en bandeja de plata.

Él la miro a los ojos y vio como comenzaban a llenársele de lágrimas.

-Amor...

-Cállate-. Le dijo cerrando los ojos-. Y desaparece de mi vista.

-Thiago lo puedo explicar.

-¿Cómo demonios explicas que estés cogiendo con otro tipo?-. El soltó una carcajada que sonaba dolorosa-. ¿Vas a decir que fue un accidente? ¿Un error? ¿Qué no lo volverás hacer?

-Yo...

-¿No tienes una excusa, verdad?

Al ver que ella no respondía, hizo el esfuerzo y se levantó.

Miró a Paris y este tenía su mirada clavada en Celeste. Parecía querer matarla con la mirada.

-Sari...-. Llamó a la mujer-. ¿Podemos irnos?

-Cuando quieras, niño hermoso-. La dama se dirigió al vehículo y Thiago entro en él-

Paris lo siguió.

Se dobló y enterró la cara entre las piernas, comenzó a llorar como niño pequeño.

El único sonido que se escuchaba en el auto fue su llanto. Pero no podía parar, detenerse. Todo era tan malditamente injusto, ¿Por qué tenían que pasar cosas como estas?

Apenas llegaron se bajó del auto y entro corriendo a su casa.

Necesitaba estar solo...lo necesitaba.

-Lárgate-. Le dijo a Paris cuando este entro en la habitación-. ¡Vete!

-Los lobos de disfrazan de corderos, y las putas de buenas mujeres.

-¿Estas feliz, no? ¿Me lo echaras en cara todos los días?

El caminó hasta detener frente a él y le dedico una sonrisa genuina.

-Si Thiago, estoy feliz...de que te hayan roto el corazón. Simplemente te lo merecías.

-Vete Paris-. Susurró sentándose en la cama-. Por favor.

Paris acaricio una de sus mejillas suavemente.

-El helado es bueno para estos momentos.

-Yo no quiero helado, quiero estar solo.

-No te dejara hasta que tu mamá llegue, quien sabe qué tontería podrías hacer por esa mujer.

-No me suicidare.

-Nunca se sabe.

Paris tomó su mano y lo obligó a recostar de espalda en su cama. Se puso a su lado.

-Tengo un lugar especial, donde guindan estrellas plateadas del techo. Ir ahí me ayuda, pero aquí no hay, así que yo seré tu estrella.

-Tú no eres una estrella-. Susurró apretando su mano-. Eres un dolor en el culo.

-Seguro que tú no eres una suave caricia en el pelo.

Thiago se puso de lado, y Paris lo imito. Quedando los dos frente a frente.

-Lo siento-. Susurró luego de un rato-.

-¿Por qué?

-Estas aquí, conmigo, a pesar de que fui una mierda contigo.

-Supongo que no podemos evitar dejar toda la guerra de un lado cuando alguno de los dos está mal.

-Yo mentí-. Confesó-. No quiso decir nada de lo que escuchaste, pero sentía que no podía mentirle. Eras tu o ella. Era obvio a quien tenía que elegir.

El semblante de Paris decayó.

-Te odio por eso, Thiago. Lo hago.

-Lo siento-. Volvió a decir-. Pero supongo que me lo merezco. Mira donde estoy ahora, mentí para seguir con una chica que se burló de mí quien sabe por cuánto tiempo.

-Pero aquel día...tú simplemente me diste las gracias. ¿Por qué?

-Porque no sé de qué otra forma tratar contigo Paris, nunca lo supe.

Paris cerró los ojos y dijo.

-Yo te hubiera enseñado.

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