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Capítulo 11


—¿Qué decís? —preguntó, su sensible oído molesto por las exclamaciones de ambos personajes llenando el vacío de la biblioteca enorme que poseía el santuario de su pareja.

La escena era inesperada, Zorman apartado contra las estanterías a medio vaciar, mientras Auron era retenido por Reborn para evitar que se abalanzase sobre el científico. Tenía un montón de libros desperdigados alrededor y aunque la llama particular en el cabello del pseudo-líder estaba controlada, el calor todavía llenaba el ambiente. El exguardabosque le miró con ojos extraños, la mezcla entre la preocupación y la sorpresa.

Spreen los miraba desde el inicio del pasillo, con Robleis y Carrera acompañándole, luego de haber acordado seguir buscando cualquier posibilidad para traer devuelta al hechicero.

—¡Hijo de puta! —la voz de Auron se elevó y esta vez ni el agarre firme de Reborn le detuvo para llegar hasta el híbrido, apuntándole con el índice. —¿Dónde está Juan? ¿Qué le hiciste? ¿Cómo que se fue? —cuestionó, sin importarle en absoluto por la seguidilla de preguntas que no daban oportunidad a Spreen de responder.

No recibió respuesta alguna.

No había.

¿Qué podía responder a eso?

Él había fallado en algo que juró no hacerle. Estaba consciente de las inseguridades de Juan, sabía que era alguien de cuidado, y no fue capaz de recordar que aquél era un día especial. Si tan solo hubiera tenido el cuidado de avisarle... de dejar una estúpida nota... lo que fuese. Cualquiera cosa podría haber cambiado el resultado de ese día, y ahora no podía con la angustia de no saber dónde estaba.

Ni siquiera quería pensar en la peor posibilidad.

—¡Spreen! —gritoneó Auron, sus manos expeliendo calor cuando lo tomaron por los hombros para hacerlo reaccionar. —¡RESPÓNDEME!

¿Decir qué?

¿Qué lo abandonó?

¿Qué no sabía si estaba bien? ¿Si estaba vivo? ¿Si no estaban torturándolo en algún lugar desconocido de las dimensiones?

—Auron, ya déjalo —pidió Reborn, sin atreverse a apartar de golpe a su pareja por miedo a una sobrerreacción. El chico castaño estaba perdiendo la cabeza, y Spreen no parecía estar ahí.

—Quiero saber qué fue lo que este mierdas le hizo a Juan —Auron bramó, apretando los dientes y cerrando la distancia con el híbrido, agarrándole por la camiseta para acercarle a su rostro. Ni siquiera con su llama podía ver a través de las oscuras gafas. —¡Habla ya!

La exasperación en sus ojos y su frustración creciente acabó por fin su paciencia. Antes de que los otros cuatro presentes en el cuarto hubieran logrado reaccionar, Auron había elevado su mano al rojo vivo antes de estamparla en el rostro de Spreen, quemando la piel a su paso, quitándole los lentes de la cara por la fuerza del impacto, un odioso sonido seco indicativo del golpe que le dejó la cara ladeada al más joven.

No lo podía procesar. La mejilla quemaba, ardía, pero no logró soltar ningún sonido. Sus ojos solo se clavaron en el suelo, sus pensamientos llenos de la imagen del hechicero con miles de escenarios trágicos en que lo veía sufrir, no solo físicamente.

¿Juan estaría bien?

¿Estaría abrigado?

¿Tendría comida suficiente?

¿Lo habrían lastimado?

¿Cómo se sentía él?

¿Se habría enfadado?

Era posible... No lo culparía.

¿Pensaría en que lo abandonó?

Le angustiaba pensar en esa posibilidad muy real, dada la forma en que todo sucedió. Que Juan estuviera desamparado en cualquier lugar desconocido, pensando en que lo había dejado en un día importante, que no le quería, o que no volvería... Eso pesaba en su consciencia.

Necesitaba encontrarlo...

Quería tenerlo a su lado...

—¡¿Qué mierda te pasa, boludo?! —fue la voz de Robleis la que le sacó de su ensoñación, haciéndole regresar su vista hacia su delantera, donde Carrera junto a Robleis le cerraban el paso al enardecido hombre, importándoles poco o nada el calor sofocante que emanaba en el proceso, todo con tal de alejar a Auron de él.

El de mecha flama no había quitado sus ojos de él en ningún instante, sin notar todo el daño que podía estar causando a su alrededor al resto de presentes, incluido sus mejores amigos.

—¡Necesito que este hijo de puta responda! —respondió Auron a los reclamos del más bajo, quién incluso faltándole la respiración, permaneció parado frente a Spreen para impedirle acercarse nuevamente. —¡¿Dónde está Juan?!

—No lo sé —Spreen logró decir, su voz baja y apagada.

—¡¿Cómo que no lo sabes?! —Auron replicó, indignado y al borde de un nuevo ataque.

—¡NO LO SÉ! —gritó esta vez, sus ojos por fin elevándose a la par del resto.

Con esa acción dejó al descubierto para el resto sus platinadas nubladas. La mejilla estaba enrojecida en una forma media circular evidencia del golpe recibido, su ojo izquierdo cubierto por un parche a medio arrancar que se despegó de su lugar y las ojeras pronunciadas por la falta de sueño continua.

Y nada de eso era más impactante que verle... llorar.

Allí donde se veían sus ojos, con un iris más claro que el otro, causa probable de la herida que le atravesaba la zona izquierda del rostro hecha por el profeta, que había permanecido bajo parche hasta el instante en que Auron le golpeó, tenía nublados los ojos, con un par de lágrimas asomando el borde, reteniéndose de desbordar y rodar por el resto de su rostro. Solo que era... Spreen. Estaba agotado, física y mentalmente, pero lucía feroz. Sus ojos, aunque aguantasen las lágrimas, estaban entrecerrados en su dirección, sus garras y colmillos habían brotado y su postura delataba su estado de amenaza hacia el hombre a su frente, que no conforme con golpearle estaba cuestionándolo.

Los gruñidos bajos en anticipo de su amenaza alertaron al resto, espantados de la postura encorvada del híbrido.

—No lo sé, hijo de puta, ¡no sé dónde pija está! —largó, una de sus manos agarrándose la mandíbula, en un gesto que intentaba controlar el dolor que surgía cada vez más por causa de la quemadura. —¿Qué querés que te responda, ah, wacho? Si supiera dónde está el gafotas, no estaría ni en pedo acá perdiendo mi tiempo con vos.

—¡No puede haber ido sin más! ¡¿Qué le hiciste?! ¡¿Qué le hizo Drako?! —pidió, su piel dejando de tener ese tono iridiscente. Su mecha había perdido fuerza, y aunque el semblante amenazador del híbrido le obligó a mantenerse en control, todavía buscaba respuestas.

La muralla humana formada por el par de sus amigos para mantener al pseudo-líder apartado de él fueron cruzadas por el propio híbrido, quién buscó cerrar la distancia esta vez. Reborn le apartó, interponiendo su brazo para evitar la cercanía de este con su pareja, todas sus alarmas encendidas gritándole y advirtiéndole del peligro no solo para Auron, quién era el objeto de sus ojos feroces ahora, si no también para él, quién le evitaba el paso. Spreen apenas le dedicó una mirada fría antes de inclinarse más cerca del mayor.

—Escúchame, pelotudito —empezó a decir, su acento apenas notándose por causa del tono lúgubre que estaba usando. —A vos no te debo una explicación, ¿me entendés? —cuestionó, clavando sus garras en su propia palma para evitar devolver el golpe al castaño mayor. —Si sos su amigo, andá, ayúdanos, si no, no me estorbes, ¿va? —finalizó, alejándose de golpe de la pareja mayor.

Robleis reaccionó con rapidez en su dirección, acercándose al híbrido junto a Carrera para atender la quemadura recién infringida, además del parche desprendido de su ojo que habían sido parte del trabajo de Carola para tratar de evitar cualquier consecuencia en su visual.

—¡Amigo, ¿estás bien?! —el de ropa celeste se apresuró a su lado cuando lo vio flaquear en su paso, sosteniéndole como podía hasta poder apoyarlo en una de las mesas dispuestas por el hechicero en su enorme biblioteca.

Spreen ni siquiera logró asentir cuando el dolor punzante de cabeza lo hizo doblegarse sobre sí mismo, el gesto de incomodidad grabado en su cara causando la apertura de la herida de su ojo que apenas comenzaba a sanar. Todavía estaba débil por la reciente pelea con el padre de su pareja, esas constantes molestias golpeándolo de la nada, quitándole el aire.

Por suerte para él, Robleis había tenido la preocupación de llevar consigo un kit con utensilios de curación, siendo precavido en el cuidado de su pareja, quién igual había llegado herido aquel día. Ambos amigos se mantuvieron al lado del híbrido, apoyándole y esperando a que recuperase la respiración.

—Hey, hey, mírame —pidió el mayor de ellos, buscando observar el ojo herido del híbrido. Apenas logró que el oso obedeciera su petición, el sudor perlando su piel por la mezcla confusa de emociones y dolor que se estaban generando en su interior sin darle tiempo a procesar.

No se ve bien. Tenía el iris nublado no particularmente por las lágrimas, Robleis dictaminó, y no reaccionaba con la misma rapidez a los cambios en la luz, la pupila apenas dilatándose. Eso era preocupante. Carola le había advertido de la posibilidad, esperaba realmente que este suceso no tuviese mayor afecto en la curación.

—Carre, cubríle el ojo derecho —pidió, preocupado. Su pareja asintió a su pedido, su mano bloqueando la visión del híbrido.

—Se ve borroso —respondió de inmediato Spreen, tragando duro ante la comprensión rápida de lo que estaba pasándole. Carola dijo que de haber secuelas, serían irreversibles. No quería pensar en ello ahora. —Capo, cúrame la mejilla nomás, ¿querés? —pidió, señalando la quemadura que mantenía enrojecida su piel, un color desagradablemente vivo en toda la marca a la que arrancó su capa más externa.

—Pero amigo, podemos ir con Carola y- —intentó replicar, advirtiéndole de los peligros de dejar desatendido su ojo, mucho más ahora que ya había empezado a nublarse.

—Robleis —le cortó, mirándole con seriedad. —Cúrame la quemadura, en el ojo el parche, ¿va?

Su amigo suspiró, consciente por el tono severo del híbrido que no pretendía perder el tiempo en algo que ya consideraba perdido. Carrera le miró con lastima, trabajando rápidamente al lado de su novio para entregarle los objetos necesarios para limpiar primero la zona de la herida.

—Usa esto —se dejó oír la voz del científico, quién hasta entonces había permanecido al margen de la discusión que se dio entre el híbrido y Auron. Tenía su bata desarreglada, lucía fatal y cansado, además de las evidentes secuelas del estrés que quedó en él después de semejante espectáculo.

Le extendió un frasco con líquido violeta al oso, una diminuta sonrisa que lo acompañaban en su sentir sin necesidad de decirlo.

—¿Qué pijas es? —preguntó Spreen al recibirlo entre sus manos, dudando en su consciente de sí tomar algo del científico loco era una buena idea o no.

—Lo hicimos para ti —comunicó el de bata —Fue luego de verte ayer. Es para la herida en tu ojo. Más tarde acompáñame al laboratorio, te ayudaré.

—¿Vos estás seguro de que no me moriré con esta cosa? —fue la obvia duda, preocupado por su bienestar.

—¡Que no, joder! Es solo una poción de curación, te regenerará la herida más rápido, lo de tu ojo lo veremos después.

—Va, pero si me pasa algo cagaste, ¿estamos?

El científico se limitó a rodar los ojos indignado, antes de que Spreen acabase tomando la poción entre sus manos. Tal como explicó el científico, se trataba solo de una poción de curación que pareció sellar como por arte de magia el tajo abierto que cruzaba su parpado, incluso la carne viva de la quemadura en su mejilla. Le causó un cosquilleo extraño antes de finalizar el efecto, pero como esperaba, su visual nublada no cambió. Su ojo izquierdo no enfocaba bien, más allá de distinguir manchas de colores.

Podía vivir con eso, necesitaba seguir trabajando en encontrar lo que sea que pudiera acercarlo al hechicero.

—¿Cómo va la búsqueda? —se atrevió a preguntar, colocando un parche negro que le fue extendido por Robleis para cubrir el defecto en su ojo, evitando que sobreesforzase el otro para aclarar su visión.

—Nada bien... —se resignó el científico, la tensión en sus hombros desapareciendo por fin. —Drako está por llegar, trae varios libros más para revisar.

—¿Podemos ayudar? —fue Reborn quién alzó la voz, apareciendo por una de las esquinas entre estanterías, Auron a su lado, luciendo cabizbajo.

Spreen mantuvo su visión en el par, el trío a su lado manteniendo el silencio a la espera de la decisión del híbrido sin intención alguna de irrumpir. Reborn notó la intensidad dirigida en particular a su pareja, y no pudo más que pensar en lo idiota que a veces le resultaba su mayor. Apretó su mano en un gesto para llamar su atención, instándole a hablar.

—Perdón. —soltó el castaño mayor, la humarada en su pelo demostrando su estado de ánimo más calmado en comparación al par de minutos atrás. —Perdí la cabeza, estaba preocupado.

Fue un imbécil, quiso reclamar Robleis, pero se mordió la lengua. Iba a respetar lo que sea que el oso dijese, al fin de cuentas, estaban ahí por ayudar a Juan y a él.

—Siempre que no estorbés —respondió finalmente el híbrido.

Zorman solo se acercó al par para empezar a explicarles lo que estaban buscando bajo la aprobación explícita del oso.

Fue un día agotador.


Por supuesto, no el único.

El objetivo de la intensa búsqueda que ahora llevaba tres días realizándose era encontrar cualquier cosa que les permitiese contactar con Juan para asegurar su estado. Drako fue terminante en decirles que aunque hallasen la forma de abrir portarles a otras dimensiones no funcionaría. El erudito mayor insistió en que su mejor opción es buscar formas de comunicación, lo que requería mucho menos nivel.

Desde entonces, un total de ocho personas rotaban para revisar cada libro del catálogo del hechicero, e incluso algunos que Drako había estado trayendo, probablemente un robo al profeta.

Que, hablando de él, se había mantenido demasiado tranquilo para el grupo. No había habido misas desde el día en que Juan se perdió, ni siquiera se le había visto rondando los pueblos como era su costumbre. Spreen estaba consciente de que el viejo era de temer, y dejó claro cuando fue por Carre que algo se traía entre manos que involucraba a Juan. Tenía que preocuparse de lo que sea que estaba haciendo, estaba seguro, pero, ¿cómo? Su cabeza estaba llena de fórmulas y palabras latinas de lo que llevaba días leyendo.

Estaba tan encerrado en encontrar lo que sea, que ni siquiera estaba dándole la atención necesaria al problema latente que tenían con el profeta.

Mal.

—LO ENCONTRÉ —se escuchó el grito al extremo contrario, despertando al resto de los presentes con las narices sumergidas en libros de difícil comprensión.

Era Drako.

Tenía entre sus manos un libro de empaste café destartalado, al que por poco se le caían las páginas. El hombre, igual de agotado y ojeroso que el resto, corrió en dirección al híbrido de oso en cuánto leyó los párrafos ahí escritos. Era parte de la colección que había logrado extraer de la biblioteca privada del profeta. No había tiempo para preguntar porque un tipo como él, que ni siquiera era hechicero, tendría tales objetos, pero había sido útil en esta ocasión.

—No me estás boludeando, ¿verdad? —fue lo primero que se le ocurrió decirle una vez el erudito llegó a su lado, su ojo platino al descubierto mostrando lo que no era capaz de expresar en palabras. Tenía miedo de ser ilusionado como días previos para acabar en pura decepción.

—Creo que sirve —rectificó el azabache mayor, dejando frente a él el avejentado libro. —Esto habla conexiones intermitentes entre dimensiones a través de objetos reflectantes.

—¿Y eso que significa, pelotudo? —largó sin comprender, buscando la traducción a un lenguaje y jerga que el resto, que los rodeó rápidamente, también pudiese comprender.

—Habla de que podemos usar espejos o cualquier cosa que refleje para ver otras dimensiones. Es muy inestable y dura poco, pero es lo que tenemos.

—¿Podemos hacerlo nosotros? —Reborn preguntó, a diferencia del resto, tratando de sopesar las posibilidades. Muchas habían tenido que ser descartadas por tratarse de cosas que únicamente Juan podía hacer.

—Se puede —aseguró Drako —se trata de aprovechar algo que ya está, los espejos han sido siempre la puerta a otras realidades, solo habrá tener cuidado. —determinó, una sonrisa casi de alivio brotando en su rostro luego de haber pasado días en desvelo.

Zorman apoyó su mano en la espalda del mayor en un torpe gesto de conforte, viéndose por fin mejor cuando una buena noticia logró surgir del incansable trabajo en equipo. Sabía que su pareja lo estaba pasando mal cargando con la culpa de lo que sucedió, además del irremediable desprecio que Juan todavía sentía por él.

—Hagámos... lo. —Spreen quiso decir luego de la sensación unánime de alivio que surgió, siendo interrumpido por sí mismo cuando la voz se le cortó de pronto, el párpado de su ojo visible abriéndose a más no poder.

Nadie fue capaz de entenderlo, la sensación dolorosa que llegó a su cuerpo como si lo hubiesen reventado, igual que días previos en que llevaba experimentando estas pequeñas crisis que aparte de dejarle sin aire, parecían provenir de cualquier lugar.

Esta vez no fue igual. No fue solo el dolor y el estupor que ello dejaba tras de sí al parecer de un instante a otro, sin motivo alguno. No, para nada. Esta vez, el pitido en sus oídos solo anticipó el flaqueo de sus piernas, ocasionándole una caída dura al piso. Fue como si los huesos simplemente dejaran de sostenerle.

—¡Spreen! —Carola fue el primer en reaccionar al verle estamparse, corriendo a su lado para despegar su cabeza del frío suelo.

No le gustó lo que vio. Un frío gélido le dejaba el contacto con su piel, la que repentinamente palideció también, como si de súbito estuviese al borde de la muerte.

Lo peor vino apenas segundos después.

El hilo de sangre que empezó a brotarle desde la boca. Como si hubiese sido envenenado.


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¡HOLAAAAA!

¡Ya está el capítulo 11! Quizá no tan emocional como el anterior... y nos saltamos a la dimensión original... ¡pero era necesario! puede ser quizá capítulo corto, perdón:c Originalmente sería más largo, pero no se me da bien rellenar yyyyyy, al final quedó. A este punto, estamos "al mismo tiempo" en ambas dimensiones casi. 

Mientras c!Jn está en mc extremo conociendo a los otros, perdiendo una vida y demás... c!Sprn de la dimensión original ha estado sumergido en la búsqueda de lo que sea que le permita contactar a su pareja. ¿En qué va a resultar? Lo averiguaremos fkdjskd

¡En fin! comentarios, críticas, votos... ¡todo es bien recibido! si encuentras algunos errores por ahí, ¡avísame! tengo que revisar este cap aún, perdón si no estuvo a la altura:(

¡Nos vemos en el siguiente!


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