Capitulo 4
Perth sonrió mientras los ojos de Saint contemplaban su nuevo apartamento. Cuando Perth le había preguntado si necesitaba ir a su antiguo apartamento para obtener sus cosas, Saint había declinado.
Perth asumió que el hombre estaba avergonzado por el lugar donde vivía. No estaba en una buena zona de la ciudad, después de todo. Dejó que Saint lo resolviera en otro momento y ahora veía como Saint iba de habitación en habitación.
A diferencia de sus anteriores amantes, que habían visto sus apartamentos con ojos codiciosos o mirando a Perth con envidia porque podía permitirse el lujo, Saint simplemente parecía curioso, como si lo que necesitaba era saber dónde estaba todo.
—¿Te gusta?
—¿Cómo no me va a gustar? —Saint dijo—. Veo que preparaste todo esto de antemano. Sabías que iba a decir que sí.
Perth se encogió de hombros. Sabía de la tentación del poder y la riqueza.
— Es difícil rechazar esa cantidad de dinero, ¿no?
—Tal vez. Pero hay cosas que valen más, a veces —dijo Saint, simplemente, era extraño, viniendo de un hombre que iba a aceptar su dinero y a cambio le daría a Perth el uso de su cuerpo.
—¿Y qué podría ser?
—Quédate conmigo, y te lo diré algún día —dijo Saint.
—Nunca me das una respuesta directa, ¿sabes eso? —Se rio Perth.
—Tal vez estoy tratando de mantenerte intrigado para que me dejes quedarme más tiempo.
—Ya lo estás haciendo otra vez.
Saint se rio.
—Necesitó que estés de acuerdo con algunas cosas más —dijo Perth.
—Nunca me dijiste que habría condiciones impuestas — dijo Saint con cautela.
—Siempre hay condiciones.
—Está bien. Entonces tengo el derecho de rechazar tu oferta, si no me gustaran las condiciones.
—Harías eso, ¿verdad? ¿Incluso con la gran cantidad de dinero que perderías?
—Hay algunas cosas que yo no haría.
—¿Cómo qué? —le preguntó Perth, con curiosidad.
—Como asesinar a un hombre —dijo Saint, medio en broma.
—Yo no te pediría que hicieras eso —respondió Perth. No añadió que podría hacer ese trabajo por sí mismo.
—Está bien, ¿Cuáles son esas condiciones? suéltalas —Saint se sentó en la cama.
Perth permaneció en la puerta de la habitación de invitados, aún de pie.
— Uno. Sólo follarás conmigo.
Saint miró a Perth.
—Está bien. ¿Será lo mismo para ti, o tendrás permiso de joder a otras personas?
—Tendré permiso de joder con otras personas.
—No parece justo, ¿verdad? — Perth estaba a punto de decir algo cuándo Saint continuó— Pero una vez más, me estás pagando una suma mensual grande, así que supongo que puedo mantener mi culo solo para ti por un tiempo. Pido una cosa, sin embargo.
—¿Estás pidiendo cosas? —Perth se echó a reír, pero no había humor—. ¿Qué es? ¿Más dinero?
—No. No a pelo. No me voy a poner en riesgo, incluso por esa cantidad de dinero —dijo Saint en serio.
—No lo hago a pelo con nadie —dijo Perth, tratando de no perder los estribos ante la implicación de que no era seguro—. Y para tu información, me hice un test hace poco, y estoy limpio.
—Bien por ti. Así soy yo, y me gustaría que siga siendo así. —Saint ignoró el tono de enfado en la voz de Perth—. ¿Cuál es la segunda condición?
Perth estaba frustrado. Estaba perplejo más que frustrado, al entender que todavía quería a Saint, aunque el chico le molestase.
—Tendrás que abandonar tu período de capacitación con el FBI.
—¿Por qué?
—Debido a la naturaleza de mi trabajo.
—¿Eres buscado por el FBI? —le preguntó Saint con toda claridad.
—¿Y si la respuesta es sí?
—Soy sólo un interno de tecnología de la información allí de cualquier manera, pero... si tu respuesta es sí, tendría que preguntar si has violado o asesinado a alguien.
—No he violado a nadie, y nunca he matado a alguien que no se lo mereciera —dijo Perth a la ligera, como si el tema no fuera nada excepcional.
—Joder, Perth. No sé siquiera si estás bromeando. ¿Qué es exactamente lo que haces?
Perth supo que no podría mantener las cosas lejos de Saint por mucho tiempo y tenía el presentimiento de que Saint estaría allí por más tiempo que la mayor parte de sus amantes. Pero ahora no era el momento de decirle a Saint, quien era en realidad.
—Tal vez te lo diré con el tiempo si decides quedarte —dijo Perth en su lugar.
—Hmmm. ¿De verdad quieres que yo renuncié a mi trabajo?, ¿y qué, convertirme en un amo de casa?
—El dinero que te daré mensualmente es más que suficiente como para mantenerte. Puedes practicar algún hobby.
—Uh huh. Me aburriría en un mes.
—Estoy seguro de que encontrarás algo para entretenerte.
—Muy bien —dijo Saint—. No es como si me encantara el trabajo, de cualquier manera. ¿Sabías que he sido un interno allí por casi un año?
Perth no le dijo a Saint que, efectivamente, lo sabía.
Perth se despertó al día siguiente con la vista de un Saint que lo miraba completamente despeinado. Era una hermosa vista para contemplar al despertar, a primera hora de la mañana.
—Sabes. Realmente deberías ser más cuidadoso. ¿Qué pasa si yo fuera un asesino, contratado para matarte? Podría haberte matado mientras dormías.
Perth se echó a reír.
—Qué romántico, Saint. Esas eran las palabras exactas que quería oír de ti al despertarme. Aunque dudo que un asesino quiera matar a un hombre de negocios común y corriente.
—No hay nada común acerca de ti, Perth. ¿Y que eres, un hombre de negocios? ¿En que trabajas? —preguntó Saint.
—Yo trato con un montón de cosas —respondió vagamente Perth.
—Uh huh. Así que sigues evadiendo mis preguntas. —Una expresión desagradable apareció en la cara de Saint antes de que la suavizase.
—¿Estás enojado? —preguntó Perth, estirándose lánguidamente—. ¿No? — En un movimiento rápido, Perth había tumbado a Saint sobre su espalda, los brazos levantados sobre su cabeza, una mano de Perth le sujetaba sus muñecas mientras que la otra estaba envuelta alrededor de su cuello, en un apretón firme y suave.
Las rodillas de Perth descansaban sobre la parte exterior de los muslos de Saint, su polla se agrandó, engordando por la fricción causada por el roce contra la polla dura de Saint. Perth se alegró mucho en ese momento de que a ambos les gustara dormir desnudos.
Saint intentó tomar posición en contra de Perth fuera de su agarre, pero lo único que consiguió fue el gemido que salió de la boca de Perth cuando Saint involuntariamente se arqueó en su contra provocándole más fricción.
—¿Estás tratando de probar mi fuerza, Saint? —Perth preguntó cuando Saint intentó seriamente quitárselo de encima.
—¿Me podrías soltar?
—¿Por qué? Esta es una posición muy confortable —Perth rodó sus caderas, provocando un gemido de Saint.
—Joder, Perth... mi culo aún sigue dolorido de anoche. Y deja de frotarte contra mi polla así. Es doloroso también
Perth soltó a Saint repentinamente, tratando de alcanzar la botella de lubricante de la mesita de noche. Estrujó una cantidad considerable en su palma antes de envolverla alrededor de la polla de Saint.
—¿Mejor ahora? —preguntó Perth.
—Mierda, sí y... —Saint gimió mientras Perth seguía acariciando su pene con movimientos desiguales.
Perth soltó la polla de Saint por un momento, agarrando sus piernas y abriéndolas de par en par con el fin de que sus rodillas estuviesen dobladas, sin obstrucción a la vista. Se inclinó hacia delante, con la nariz a una pulgada del rosado agujero de Saint. Sopló suavemente en la apertura, provocando que esta se apretara ligeramente, oyó a Saint gemir al mismo tiempo que el agujero se contraía.
Quería golpear duramente su polla palpitante contra el pasaje de Saint en ese mismísimo momento, y maldecía a la parte racional de él que le decía que esperara.
En su lugar, comenzó a lamer el círculo de carne arrugada, de color rosa, gustándole el sabor almizclado tan familiar que persistía en su boca.
Penetrando en lo más profundo, retorció su lengua, tratando de alcanzar el manojo nudoso de nervios que traerían placer a Saint. Las caderas de Saint se movían hacia abajo, y Perth podía oír sus gemidos, suspiros, que sonaban más y más a medida que Saint se ponía más excitado.
Con un agarre en masajeando la polla de Saint y una lengua follándole el apretado agujero, Saint se vino fuertemente, su semen salía a chorros a gran altura en el aire. Perth contempló la imagen, y con la misma mano con la que había agarrado la polla de Saint hacía unos momentos, se acarició a sí mismo fuerte y rápido antes de venirse sobre su estómago y el pecho de Saint.
Saint con un dedo cogió una gota que cayó sobre su duro pezón y lo chupó.
—Mmmm, proteínas para el desayuno. Saludable.
Perth se derrumbó sobre Saint, riendo.
—Tú serás la muerte para mí.
—Tal vez —dijo Saint—. A menos que tú me mates primero con las sesiones sexuales maratonianas.
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