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Capitulo 2

Perth se sirvió un vaso de té verde helado cuando el último de sus hombres salió de la habitación.

El sabor ligeramente amargo del té explotó en su lengua, dejándole sentirse renovado. Funcionaba mejor para él que el whisky, bebida que sus hombres asumían que era su favorita.

Los dejó pensar que su jefe era un hombre al borde de un colapso renal en lugar de un hombre con prácticas saludables.

Para sus hombres, era más "varonil" para un capo de la Mafia comportarse de cierta forma.

Así que no iluminó a sus hombres sobre los beneficios de beber té verde, algo que había aprendido hace mucho tiempo del líder Yakuza Usami.

—Hoy no estabas allí ¿estabas ausente? - Perth suspiró.

—¿Qué quieres decir con eso, Mark? Ha sido un largo día. - Mark le miró fijamente.

—No estabas en tus cabales hoy.

—Algunas veces no sé si debería preocuparme, que me conozcas tan bien.

—¿Qué es lo que te molesta? —preguntó Mark, preocupado.

Perth se quedó en silencio.

—Has estado distraído desde el problema con Jean. Me pareció que el tema había quedado resuelto. La venta de... —Los ojos de Mark se abrieron cuando su mente comprendió lo que ocurría—. No es por Jean, ¿verdad? Es por aquel hombre.

—Tú me conoces, Mark. No dejo que mi polla controle mi mente, no importa lo bueno que sea un.... O lo que sea —dijo Perth, sólo medio en broma. Mark soltó un bufido de risa antes de decir seriamente

— Lo sé, pero no puedes distraerte con un niño en estos momentos. No con todos esos idiotas, de todas partes, tratando de hacerse cargo de tu lugar.

—¿No me oíste, antes? —contestó Perth con severidad. Mark podría ser un viejo amigo, pero todavía estaba bajo sus órdenes.

—Ya te he oído, jefe —respondió Mark—. Pero este es mi consejo para ti como un amigo, sácalo de tu sistema.

Perth pensó por unos momentos antes de tomar su decisión.

—Encuentra información sobre él

Era conveniente poner un nombre a la molesta persona que había sido, y era, la cosa más importante en sus pensamientos. No importaba lo borracho que el hombre parecía estar ese día, era un cabo suelto que Perth tenía que atar. Y si en el camino se encontraba con el chico adecuado, nadie podría juzgarlo por conseguir un chico juguete nuevo.

—Todavía estamos recopilando información —dijo Mark antes de preguntar—: ¿Estás pensando en remplazar a Darius, ¿no? Por el puto ese

—Darius es mi problema, no el tuyo.

—¿No puedes tomar al hombre y mantener a Darius? —preguntó Mark.

—¿Desde cuándo me cuestionas?

—Te cuestiono todo el tiempo, jefe. Darius ha estado contigo por un largo tiempo.

—Y últimamente ha estado pidiendo más.

—Es sobrino de Moretti. Podría traer repercusiones. Te advertí cuando quisiste al chico Y me prometiste que estaría bien.

—Lo hice. Y somos más fuertes ahora, más que antes.

—Está bien, te voy a conseguir sus datos. Pero ten cuidado con Darius.

—¿Desde cuándo no lo he tenido?

—¿Desde que tienes relaciones sexuales en callejones de clubes, aún si los clubes son exclusivos?

—Consígueme la información del hombre, Mark —dijo Perth, su tono de voz indicaba que la conversación se había acabado.

Mark asintió con la cabeza antes de dejar a Perth con sus pensamientos.

***

A Mark le tomó sólo tres días terminar de recabar toda la información sobre el hombre al que Perth había jodido en el callejón trasero. Contempló a Mark, quien había colocado una carpeta delante de él, encima de los documentos que él estudiaba atentamente. Arqueó una ceja en forma interrogativa a su amigo.

—Querías información sobre el hombre. Aquí la tienes. Toda, justo ahí.

—¿Completo? - Mark suspiró.

—Mira, hombre. No voy a decirte lo que pienso, nada más aconsejarte que tomes tu decisión cuidadosamente en este caso, ¿sí?

—Huh ¿tan malo? —le preguntó Perth irónicamente.

—Es del FBI, Perth.

—¿Qué? —con todas las cosas que Perth había pensado, esta no era ninguna de ellas.

—Bueno, técnicamente es sólo miembro de uno de los eslabones más bajos... un interno de tecnología de la información. Sin embargo, todavía tienes que tener cuidado.

Ahora, esa información jodía enormemente los planes que Perth tenía para el hombre. Sabía que el FBI había estado investigando su clan desde hacía años, con ganas de poner a su padre, y ahora a él, detrás de las rejas.

Le pasó por la cabeza que el hombre podría haber sido enviado para causar su caída. Después de todo, Perth no mantenía en secreto, su debilidad por los hombres bonitos. Pero cuando recordó la cara desvergonzada y despierta con ojos de gacela que no parecían ocultar nada, apartó a la fuerza el pensamiento fugaz de su mente.

—Me tomo un descanso esta noche.

Mark asintió con la cabeza.

—¿Necesitas a los muchachos habituales contigo?

—Sólo a dos, Mark. Voy a ir a Pulso esta noche.

—Informaré a Mew—dijo Krist. Mew Suppasit era el director de Pulso, uno de los muchos clubes nocturnos propiedad de Perth. Su seguridad en uno de sus clubes era mayor que en cualquier otro lugar.

—¿No has mirado el archivo?

Perth miró el archivo que tenía en su mano. Miró las fotos del hombre de pelo castaño al que ahora podía poner nombre, Saint Suppapong. Cerró el archivo con firmeza y dijo—: lo veré más tarde.

***

Pulso era el club de moda entre la gente joven gay. Tenías que estar dentro de un cierto rango de edad para entrar en Pulso. Era un lugar para jóvenes profesionales que querían desconectar de sus trabajos y divertirse. También debías ser condenadamente atractivo. Los guardias que estaban en la entrada se aseguraban de ello.

No era que Perth discriminara por edad o por físico. Pero cada uno de sus clubes estaba destinado a un determinado grupo de edad y a personas con determinadas características. La única regla que se aplicaba a todos los clubes era la especialización de su clientela.

Perth era un astuto hombre de negocios. Sabía lo que la gente pensaba y quería, a menudo les facilitaba cumplir sus fantasías y, a cambio, conseguía su dinero. La gente, generalmente estaba dispuesta a gastar más dinero en los lugares en los que creían que eran especiales.

Cuando la entrada en clubes era limitada a sólo ciertas personas, más personas intentaban entrar, lo cual significaba más dinero. Pero otra regla que Perth había aprendido, casi desde el principio, era no ser codicioso. Así que el número de personas permitidas en Pulse era limitado. De hecho, tenían un límite todos los días.

Mark se había reído y había estado en desacuerdo con la regla de exclusividad, una vez. Había comentado que podría ganar más dinero si más personas eran permitidas. Perth simplemente había contestado

— Si se le permite entrar a más gente, sería igual a cualquier otro club de la ciudad. Y las ganancias sólo se mejorarían por un período breve. —Le mostró a Mark los libros de contabilidad de uno de los clubes que había operado durante casi diez años, y Mark nunca más le volvió a cuestionar temas de negocios.

El gorila en la entrada, Sam, saludo con la cabeza y abrió la puerta, respetuosamente, cuando vio venir a Perth.

—¿Cómo va la noche, Sam? —preguntó Perth. Esa era otra cosa que había aprendido con el tiempo, era importante ganarse el respeto de los hombres que trabajaban para él, empezando por conocer sus nombres, de esa manera conseguía su lealtad. Su padre había aprendido eso de la forma más difícil. Él no cometería el mismo error.

—Realmente bien, jefe. Mucha gente ha intentado entrar hoy. —Sam hizo un gesto hacia la larga fila detrás de Perth

— Eso es bueno. Gracias por el trabajo duro, Sam.

Perth pudo ver el comienzo de un rubor en la cara de Sam antes de que lo mantuviera bajo control. Sam carraspeó antes de decir

— Um, sí, que pase un buen rato, jefe.

—Lo haré.

***

Perth estaba en el segundo piso, en una exclusiva habitación para su uso personal, contaba con una gran ventana desde donde podía observar a la masa bailando, con sus cuerpos sudorosos en la pista de baile. Estudió al conjunto de imponentes hombres delante de él. Algunos de los hombres habían mirado hacia arriba, hacía donde estaba él de pie. No tenía duda de que ninguno de ellos podía verlo allí, pero debía haberse difundido que estaba allí esa noche.

Perth era consciente de su reputación. La mayoría lo conocía como el dueño del club. Algunos incluso lo conocían como el jefe de la mafia, que predominaba en California. Cualquiera de esos hechos por sí solos lo hacían muy atractivo. Poder y riqueza eran un fuerte afrodisíaco para algunos hombres.

El hecho de que Perth combinara la apariencia de su madre y el intelecto de su padre lo hacían aún más peligrosamente atractivo. Sabía que algunos consideraban un privilegio ser follado por él, y otros querían ser uno de los

hombres de su propiedad. Lástima que sólo tomara un amante a la vez, incluso si se follaba algún otro, de vez en cuando.

—¿Alguien que le interese, jefe? —preguntó Mew. Perth al azar señaló a un chico lindo, de pelo castaño que estaba rozando sus caderas contra otro hombre. Mew asintió con la cabeza antes de irse. Perth continuó observando al hombre que había escogido. Uno de los hombres de Mew estaba hablando con él ahora.

El hombre de pelo castaño miró hacia arriba, casi directamente a él, y supo que iba a decir que sí. El hombre tenía la opción de rechazarlo, si así lo deseaba, pero los compañeros de cama que Perth elegía, rara vez lo rechazaban. El hombre dejó a su disgustado socio en la pista de baile y caminó hacía la escalera de caracol que conducía a su habitación. Perth presionó el botón al lado de la ventana para que bajaran las persianas antes de sentarse en el sofá de cuero negro, a la espera de que el jovencito llegara.

***

—¡Mierda! —maldijo el chico bajo la autoridad de Perth, cuando este golpeó duramente su gruesa longitud repetidamente en él. Las piernas del chico estaban sobre sus hombros y las manos entrelazadas alrededor del cuello de Perth.

Cuando el hombre se corrió con fuerza en el condón que le hizo ponerse, porque no quería que le arruinara su camisa, Perth se vino también, soltando un gruñido fuerte, ocultando el nombre que casi se escapa de sus labios.

Cuando miró por encima del hombro al joven que lo miraba con ojos vidriosos, se dio cuenta de que podía tener el pelo de Saint, pero no se parecían en nada más en absoluto. Se quitó el preservativo que llevaba puesto, atándolo antes de tirarlo a una papelera cercana.

Cerrando la cremallera de sus pantalones, Perth empezó a salir del cuarto. Se volvió, para echar un vistazo al hombre aturdido, sus piernas todavía estaban

tiradas sobre el sofá. Cerró la puerta y dio instrucciones a su hombre que esperaban afuera.

—Cuida de él.

—Sí, jefe.

Perth dejó Pulso, sabiendo que el hombre sería atendido. Su hombre se encargaría de que el jovencito tuviera una entrada de 'cortesía' para pertenecer a otro de sus clubes exclusivos.

Perth había llegado al club con la esperanza de poder sacar a Saint de sus pensamientos, sólo para tener imágenes de él invadiendo su mente durante los últimos momentos del orgasmo con el jovencito.

Decidido, ahora tenía que hacer su camino a ver a alguien más.

—Dónde, jefe —le preguntó, Singto, su chofer.

—Donde Darius, Singto.

—De acuerdo, jefe.

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