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Capítulo 9: Decadencia

Tal vez no debería. Sí, tal vez haya sido mala idea salir a caminar por el bosque. Veo a proxys novatos escondiéndose en cuanto me ven, y a otros cuantos más experimentados haciéndose los valientes hasta que los miro directamente a los ojos. Por muy asesinos seriales que sean, la mayoría siguen siendo humanos, y es muy humano tener miedo a los seres superiores a ti, incluso si en este momento no tienen tanto poder… 

—Jaaaason, Jaaaason… —Podía escuchar la voz chillona de Candy Pop hasta aquí fuera. Me estaba llamando desde dentro de la cabaña. No podía ausentarme ni quince minutos. 

Sin contestar con ningún grito que alertara a los pájaros del bosque, me arrimé a la puerta de la cabaña con lentitud. Candy no paraba de llamarme. Antes de poner la mano en el pomo y entrar, miré arriba. El cielo… un imponente azul clarito se volvía tímido escondiéndose entre las copas de los árboles.

CATACROC!]

—Oh, vaya… —susurré. Un cuervo había caído justo a mis pies—. Esto duele, ¿verdad, amiguito? —Lo recogí del suelo. Estaba retorciéndose—. Mm… —Comencé a hacer fuerza.

[¡PUF!]

Una fuerte salpicadura de sangre me manchó la cara. Debería haberlo pensado mejor antes de aplastarlo…

—Bueno… —le dije al cadáver— ya estabas prácticamente muerto de todas maneras, y estoy seguro de que tu cuerpo me servirá para algo… 

Con la mano limpia abrí la puerta de la cabaña. Candy no tardó en venir corriendo hacia mí. En cuanto vio lo que tenía en la mano se detuvo y giró su cabeza, extrañado.

—¡Laughing, ven aquí! —Laughing llegó a paso pesado— ¡Jason se ha manchado las manos de sangre! ¡Nos lo han cambiado! ¡JAJAJAJAJA! —No tardaron en empezar a reírse ambos como siempre.

Sin decir nada dejé al pájaro encima de mi mesa de trabajo y me dirigí al baño. Era cierto, odiaba mancharme de sangre. 

«Mm…»

Comencé a pensar en todo mientras me lavaba la cara con agua y lejía. Mi piel no era como la de los humanos, aunque se quemara se regeneraba con rapidez gracias a mi magia, que aunque ahora mismo no me sobrara, me bastaba para lavarme en profundidad como siempre había hecho.

«Al final puede que haya sido buena idea salir por el bosque… Los proxys se ven demasiado normales como para estar al tanto de toda la situación del secuestro. Sí, seguramente apenas sepan nada…»

Miré fijamente mis ojos en el espejo. A partir de ellos se podía saber la cantidad y el poder de magia que tenía en mi cuerpo. En este momento apenas brillaban. Si no fuera porque seguían resaltando en la oscuridad, los podrían confundir con los de un humano. Menuda desgracia…

«El contacto de Laughing Jack con los adolescentes sigue siendo esencial, pero necesitamos más, y no podemos hablar o espiar a los proxys aunque sean rebeldes, parece que no saben mucho y sigue habiendo riesgo de que nos delaten… Sí, estamos contra ellos. Estamos contra Slenderman y contra Zalgo, así que tendremos que saber cómo van sus enemigos públicos. Tenemos que averiguar cómo se maneja la policía de Precespyata, y de alguna forma u otra, conseguir que la PCE se entrometa…»

—¡Chicos! —salí gritando del baño. Laughing, Candy y Puppeteer me miraron sorprendidos, sé que era raro que yo gritara—. Tenemos un nuevo objetivo…

[CRASH] [PUM] [ZAS]

—Así que has estado saliendo del bosque teniéndolo prohibido, ¿eh? 

Ticci Toby había llegado de repente en el descanso y se había puesto a golpear en la cara y patear en el estómago a uno de los novatos: un niño de 14 años al que habían convencido de acabar con su propia familia y unirse a los proxys hace cuatro meses. Hoodie, cuando lo trajo, lo presentó directamente como “Vai”. 

—So-solo quería estar solo un mo-mo… ¡Buagh! —Acababa de vomitar sangre mientras intentaba explicarse. No pude evitar mirar para otro lado. 

—Toby… —me acerqué a él antes de que le propiciara otro golpe en el estómago. El chico siguió vomitando—. Él me preguntó si podía caminar por ahí solo quince minutos, y yo le dije que sí mientras no saliera de nuestra zona. —Era una completa mentira. Pero en ocasiones tenía que aprovecharme de mi supuesta amistad con Toby.

Ticci Toby me miró con mala cara, seguramente tratando de reprimir el enfado. 

—¿Y desde cuando tú, Monitor, tienes permiso para dar descansos extras? —Preguntó muy cerca de mi rostro. No me alejé de él. 

—Tengo control sobre los proxys obreros, y ese chico lo es. Mientras ni Masky, ni Hoodie, ni… —hice una pausa para respirar— ni tú me prohibáis hacer algo concreto, lo tengo prohibido. Y en ningún momento me habéis dicho que no pueda dar descansos cortos por el bosque. 

Ticci Toby tomó aire y me mantuvo la mirada.

—Bien, desde ahora no tienes permitido dar descansos extras —terminó por decir con una sonrisa. Tras esto se dirigió hacia el lado contrario, dándonos la espalda a todos—. Después de curar a ese proxy tan vago —dijo refiriéndose al niño que acababa de dejar escupiendo sangre— deberíais ir unos cuantos a por más provisiones. Masky dice que le falta leña. También tendréis que cavar más profundos los pozos, Homicidal Liu se ha quejado de que el agua se está terminando rápido y no se puede dar duchas largas. 

—¿Y nuestras cabañas? Los proxys novatos todavía no tienen ni el techo acabado, se mueren de frío cuando duermen —le dije. Siempre iban primero ellos, los que siempre se quejan de este estilo de vida pero son como reyes entre nuestra sociedad. 

—Oh —giró la cabeza para mirarnos—, ¿no les gusta dormir bajo las estrellas? Deberían aprender a apreciarlo más, seguro que lo harán con el tiempo —dijo en tono de burla y terminó por irse. 

En cuanto lo perdí de vista me agaché para mirar a Vai. El resto de proxys hicieron lo mismo. 

—Sam Sa —llamé a una de las proxys—, comprueba si la sangre que ha vomitado es por una hemorragia nasal.

—Eh… —Sam Sa palpó su nariz. El pobre chico no paraba de llorar del dolor— le ha dado muchos golpes en la cara pero la nariz no se la ha llegado a romper… 

—Mierda… 

—Señor Monitor —me dijo Vai sin casi poder hablar. Le dije que me llamara simplemente Tony cuando los de la élite no estuvieran delante, él sonrió—. Tony… —Empezó a toser con mucha brusquedad. Intenté convencerlo de que dejara de hablar—. Yo… yo quería a mi familia, ¿sabe? Ahora, me podré reunir con ella, déjeme morir… por favor… 

—¿Cuál es tu nombre de pila? —le dije. Con una voz muy raspada me contestó “Martín”— Martín… mírame bien, no hemos comprobado si tienes lesiones internas. No te des por muerto aún… —Martín colocó su mano en mi muñeca.

—No me refiero a eso… —volvió a toser— sé que te-tengo el labio roto y que he escupido la sangre que me he tragado… Pero por favor, acabe usted conmigo. No quiero seguir, no soy feliz, no quiero vivir así para siempre —con brusquedad se acercó a mí y se sostuvo del cuello de mi chaqueta— ¡ACABE CONMIGO O LO HARÉ YO MISMO! —Su voz terminó de romperse con ese grito…

Con suavidad le aparté las manos de mí y lo ayudé a volver a tumbarse en el suelo. Ahora agarré yo el cuello de su ropa y lo miré fijamente a los ojos. 

—Entonces hazlo tú mismo, porque a diferencia de ellos tres, yo no mato a los míos —me levanté—. Sam Sa —le dije a la proxy que había comprobado el estado de Vai—, cúrale el labio y límpiale la sangre —volví a mirar a Vai— Vai, Martín… cuando estés mejor y te hayas alimentado, hablaremos en privado. Solo prométeme que te mantendrás con vida hasta entonces.

Vai me miró, sorprendido. 

—Lo… lo prometo, Tony.

Han pasado varias horas después del accidente con Vai. Está empezando a oscurecer, por lo que ya me puedo retirar mi media máscara. 

—¿Monitor? —Escucho su voz, aún temblorosa, por detrás de mí. Hemos quedado en un lago gris que hay por nuestra zona del bosque. 

—Vai —lo llamé y le sonreí levemente. No sabía quién nos podía estar observando—. Ven conmigo, tenemos que hablar… 

Sin rechistar, comenzó a seguirme por detrás, con la cabeza gacha. Enseguida le dije que andara al lado de mí. Lo noté con más confianza en ese momento. 

Nos dirigíamos a mi cabaña, la cual compartía con Skanda, uno de los proxys rebeldes que más tiempo lleva conmigo. Abrí la puerta y le hice el ademán a Vai para que entrara. Skanda no estaba ahora mismo allí.

—No es tan lujosa como la de los hermanos Woods o la de Bloody Painter y Eyeless —le comenté más amigable tras cerrar la puerta—, mucho menos como la de Masky, la de Hoodie o la de Ticci Toby —Vai estaba observando cada pequeño detalle del sitio. Él llevaba cuatro meses en la cabaña mal hecha de los proxys obreros…—. Como ves, la cocina es una estufa de gas que utilizan los proxys con un rango un poco más alto, pero que lleva sin cambiarse por lo menos 20 años y funciona a ratos —reí levemente y Vai me sonrió. Le estaba haciendo un pequeño tour por la cabaña, que en realidad era una sala pequeña con absolutamente todo sin separación— oh y aquí los dos colchones que nos hacen de cama a Skanda y a mí, y si miras a tu izquierda verás la mesa donde intentamos organizarlo todo un poco como podemos —me detuve y lo miré con expresión amable. El pobre necesitaba un amigo. 

—Vaya… vivís mejor que nosotros pero pensaba que tendrías televisión, distintas habitaciones, y esas cosas… 

—¡¿Habitaciones?! —dije con tono irónico y una sonrisa en el rostro. Hice que él también riera—. Nah, todo eso es para los famosos. Aunque no nos podemos quejar del todo, es cierto.

—Y… un momento, ¿no tenéis baño? —Me preguntó bastante sorprendido.

—Sí, fuera de la cabaña y a 500 metros de distancia. Lo compartimos con otros proxys que dejaron de ser novatos hace tiempo. Pero es igual que vuestro baño compartido: un agujero muy profundo en el suelo y una tubería oxidada como ducha. 

—Es… extraño. Nunca me había dado cuenta pero, cuando no están otros proxys de tu rango o superior delante, hablas y actúas como uno de los nuestros… —me dijo con la cabeza gacha, como esperando que fuera a enfadarme por la comparación. Nada más lejos de la realidad. Con mi dedo índice tomé su barbilla para que me mirara a los ojos.

—Soy uno de los vuestros —le contesté enfatizando el "soy". 

Vai sonrió y tomó una respiración profunda. Noté como se le destensaba el cuerpo.

—Tenía mucho miedo por lo que fueras a decirme ahora, ya sabes, eres el jefe pero… ahora mismo no sé qué pensar.

—Masky, Hoodie o Toby os dirán que soy vuestro jefe; en realidad soy otro de vosotros solo que con más años de experiencia, y con la confianza de ellos tres…

—Y… ¿Por qué me has hecho venir?

Sonreí ampliamente. Sabía que había tomado la decisión correcta. 

—Bien, te lo diré. Pero debes prometerme que guardarás el secreto.

—¿El secreto? —giró la cabeza para la izquierda al preguntar.

—Vai, esta mañana has dicho en voz alta que no estás feliz aquí, ¿estoy en lo cierto? 

—Sí… ¿por qué iba a mentir? 

—Bien… —comencé a andar por la sala. Vai no me apartaba la mirada de encima— ¿qué o quién te movió a hacer lo que hiciste antes de venir aquí?

Sus ojos se aguaron.

—Yo… —enseguida empezó a moquear— me obsesioné demasiado con el fandom Creepypasta, y comencé a invocarlos. Un día invoqué a Slenderman y… no ocurrió nada —me detuve para mirarlo y acercarme a él. "Continúa" le dije con una mano en su hombro—. Luego empecé con las pesadillas, la paranoia, dibujaba símbolos proxys en todas partes… —sus pupilas se agrandaron mucho de repente, y comenzó a mirar para todas partes, hasta que fijó su mirada en la pequeña ventana de mi derecha—. Luego lo vi. Vi esa luz roja a través de la ventana de mi cuarto. Me estaban grabando. Me estaba… grabando. 

—¿Hoodie...? 

Vai afirmó con la cabeza con miedo.

—Hoodie —afirmó susurrando y siguió hablando así, con temor de su propio recuerdo—. Quise evitar esa luz por días, haciéndome el tonto. Una noche, fijándome bien e intentando hacerle frente, abrí la ventana. "¡NO TE TENGO MIEDO!" Grité.

—¿Qué ocurrió?

—No había luz. La luz no estaba. No estaba en la calle. No estaba en el patio. Ahí me di cuenta: era el reflejo de la ventana —dos grandes lágrimas recorrieron sus mejillas— Ho-Hoodie me tocó el hombro por detrás. 

Vai comenzó a temblar. No apartaba la mirada de la ventana de mi cabaña y sus lágrimas no paraban de brotar, en silencio. 

—Vai —le dije en tono firme. Él reaccionó y me miró por fin. Sus pupilas se contrajeron y se secó las lágrimas con rapidez. "Perdón" me dijo en un hilo de voz—. No, perdóname tú por hacerte recordar ese momento… pero era necesario hacerlo —el chico me miró muy fijamente. Yo puse mis manos en sus hombros y me incliné levemente para equiparar alturas— Vai, ¿qué te hizo hacer Hoodie?

—Nada. Eso es lo peor… solo conversamos. Por horas. Me dijo que era especial, y que ese no era mi lugar. Que había otro donde me valorarían mucho más, donde tendría la importancia que merezco… me convenció de que todo era culpa de mis padres, que era su culpa que yo no pudiera hacer para lo que estaba destinado y… —se quedó cortado.

—Y los acabaste matando para irte con ellos…

—S-sí… —Vai se llevó las manos al rostro y comenzó a llorar, desconsolado. Rápidamente lo abracé— E-Es todo culpa mía… Si-si no hubiese sido tan ton-to yo…

Me retiré sin soltarlo del todo para ver su rostro.

—Escúchame bien, ¿sí? —dije y él afirmó con la cabeza—. No dejes que te engañen dos veces. Ya te manipularon esa vez, no dejes que lo hagan de nuevo intentando convencerte de que es culpa tuya, de que ellos no tuvieron nada que ver. Ellos son los enemigos. 

—¿Có-cómo que enemigos? —Sus ojos negros se agrandaron con extrañeza, tal vez hasta un poco de preocupación. 

—Vai, hay una forma de vengarte de ellos. Hay una forma de desmantelar todo su sistema. Vai, Martín, quiero pedirte que te unas a la resistencia contra ellos.

—T-Tú… —Vai está retrocediendo, a lo mejor he sido demasiado directo— ¿Tú eres uno de los traidores?¿De los rebeldes? 

—Vai… —me acerqué a él—. La mayoría de los que has visto morir por traidores actuaban por libre o intentaban crear una resistencia nueva. No nosotros. Nosotros llevamos muchos años creando amenazas contra ellos, ganándonos la confianza de la élite, escalando posiciones… Vai, Martín… —se fue acercando más a mí—. Si te unes a nosotros, no solo contarás con un entrenamiento especial. También nos encargaremos de buscar una manera de crearte una nueva identidad y limpiarte el historial cuando consigamos liberarnos de todo esto. 

—Pe-pero… —Vai miraba al suelo y luego a mí.

—Martín, nos han arruinado la vida. Si los detenemos, evitaremos que otros pasen por lo mismo. Si los detenemos, sufrirán lo que nos han hecho sufrir. Si los detenemos, seremos libres de nuevo.

Se hizo el silencio por un momento. La respiración de Vai era pesada, y no sabía exactamente dónde fijar la mirada. 

—A-acepto —dijo de repente con un hilo de voz—. No porque me apetezca vivir y ser libre de nuevo, sino porque… —me miró fijamente— no quiero morir sirviendo a los que me lo han quitado todo…

Sonreí y lo abracé. 

—Jajajajajaja, eres muy graciosa, Sally —ella me había preparado un sándwich y yo me había encargado de hacer la limonada.

 —Lo sé —Me respondió con tono prepotente y ambos volvimos a reír—. Ay, contigo es muy fácil hablar y bromear, Masky es muy serio.

—Ya… ya sabes cómo es él —removí la cuchara dentro del vaso largo y me encogí de hombros—. ¿Alguna novedad de las chicas?

—Bueno, seguimos intentando rastrear a niñas que hayan sido asesinadas o desaparecidas, o ambas… Pero no podemos estar en todo el mundo a la vez, se nos escapan cosas… —Murmuró con tristeza y tomé su mano acariciándola con lentitud y suavidad, ella al principio me miró con un poco de temor, pero luego la expresión de su rostro se calmó.

—Has sido y eres una muy buena persona, no dejes que nadie te diga lo contrario.

—Tim —Sally me miró con cara de incredulidad—, sabes que no es así… No trates de maquillarlo. Ayudo a niñas abandonadas a su suerte, estén vivas o muertas, pero convivo con personas que matan familias, personas sin hogar y destruyen todo lo que quieren por placer…

—Entonces yo tampoco soy una buena persona —aclaré y ella siguió con su expresión de incredulidad—. Mi otra… identidad, Masky, mata a personas porque se lo ordenan y también lo disfruta. Aunque no sea yo, sigue siendo mi cuerpo y mis manos las que están manchadas de sangre. Tal vez convivamos con personas así, incluso lleguemos a apreciarlas, pero eso no quiere decir que estemos al mismo nivel… supongo. Solo matas a pedófilos y violadores y eso no es malo.

—Por mi culpa y la de Jeff murió Fu, el chico chino que mató Toby por intentar escaparse.

—Bueno… —me quedé unos segundos en silencio— un… desliz… lo tiene cualquiera —carraspeé y Sally negó varias veces con la cabeza.

—Supongo que no me importa matar a otros ahora… Recuerdo los primeros años, cuando solo mataba a personas que para mí no merecían vivir, personas que consideraba que eran como mi tío. Y mírame ahora, ya no me importa si tengo que matar a otra persona aunque no tenga nada que ver si es para confirmar una duda…

—Eso no es culpa tuya —contesté—. Has pasado mucho tiempo con Jeff —rio levemente y se encogió de hombros.

—Jeff no es tan malo, solo… Bueno, quiso cambiar de vida.

—Bajo esa excusa entonces seríamos todos así, Sally —hizo una mueca con su boca y se levantó de la silla.

—Tengo que irme, Lucy y las chicas deben de estar esperándome. Buscaremos a más niñas o tal vez pasearemos…

—Bien, tened cuidado y no os crucéis con ningún sacerdote extraño otra vez —Sally asintió y desapareció por la puerta.

Recogí la mesa pensando en la conversación que acabamos de tener. Sally siempre intentaba excusar o justificar las acciones de Jeff, y cuando él la empujaba a ese tipo de acciones, Sally no sabía qué decir.

Sally le tiene mucho cariño a Jeff y es por eso que le consiente todo tipo de cosas y eso hace que se le nuble el juicio. Realmente considero, yo, Tim, si Jeff debe seguir viviendo… A decir verdad, nunca me ha caído bien por lo que hace y su actitud de tomarse todo a broma y matar a otros por puro egoísmo… Supongo que en algo Masky y yo debíamos estar de acuerdo.

Pero, claro, Jeff era uno de los nuestros y eso significaba ser intocable. No podíamos matarnos entre nosotros, aunque claro, eso solo aplicaba para nosotros. A los proxys de bajo rango como los de mano de obra o misiones podíamos torturarlos por horas y asesinarlos si traicionaban o hacían alguna tontería, como Hoodie, Toby y Masky y yo al principio cuando Slenderman nos hacía pasar por ciertos momentos… horribles.

Aún recuerdo que estuvimos tres días sin comer ni beber agua caminando por el bosque negro de Alemania buscando algo que le diese energía a Slenderman y encontramos un nixe, que son como las sirenas en la mitología nórdica. Se había convertido en una mujer morena, de ojos marrones y cabello negro, completamente desnuda. Estaba sentada en la orilla, Slenderman se acercó y el nixe sintió su poder, trató de huir yendo hacia el agua, pero nuestro captor la agarró con los tentáculos y la despedazó en un segundo. Para nuestra sorpresa, no soltó sangre, solo se desvaneció como si nunca hubiera estado ahí. Esa fue una de las primeras demostraciones de poder que nos había mostrado Slenderman y, para nuestra desgracia, solo era el comienzo, ya que luego fue recordárnoslo en nuestra propia piel y mente.

Eché un vistazo a la cabaña, estaba completamente limpia. Crucé la puerta y el olor del bosque inundó mis fosas nasales. Jeff no debería seguir con vida durante más tiempo.

Caminé arrastrando los pies. ¿Cómo debería deshacerme de él? No le hace ningún bien a nadie, es mala influencia para Sally, para Liu es una carga y solo causa problemas para todos.

Abrí la puerta y recorrí el pasillo hasta llegar a la celda principal.

—¡Tim! ¡Hola! ¡Me alegra mucho verte! —Lexy vino corriendo hacia mí. Cuando abrí la celda me abrazó con fuerza, sus amigos me miraban con mala cara, sobre todo un rubio con ropa negra, el emo.

Sin decir nada, cerré la celda y luego la puerta llevándome a Lexy y fuimos a la cabaña. Tengo que buscar la manera de… deshacerme de Jeff. Cerré los ojos un momento y me senté en el sofá, comenzó a darme vueltas un poco la cabeza, era otra vez esta sensación… Masky quería salir.

—Tim, pareces preocupado… —la fulana hablaba— Tal vez podría ayud… —por la ventana vi a Eyeless. Ese hijo de puta no escondió el maldito cuerpo.

—Espérame aquí... —me levanté rápidamente del sofá y salí por la puerta dando un portazo, Eyeless Jack me miró perezosamente.

—¿Masky? —Habló Eyeless.

—Tú, puto inútil. No se te puede pedir nada.

—¿¡A qué te refieres!?

—¿¡No podías quemar simplemente el puto cuerpo como hice con el chino!? —le espeté mirándolo fijamente.

—No jodas, Masky, iba a hacerlo hoy, pero ya no está —se excusó y se cruzó de brazos, mis manos se hicieron puños.

—Como lo haya encontrado la policía estamos jodidos, muerto de mierda.

—Oh, vamos, Masky. ¡Estás exagerando! Tal vez lo haya encontrado alguna criatura. ¡Hasta Sally podría estar haciéndole un velorio o algo de eso! ¡Ya sabes cómo es de sensible!

—Ella misma lo dejó morir junto con Jeff, imbécil —Eyeless ladeó la cabeza en señal de incredulidad—. Ellos fueron quienes abrieron la puerta.

—De Jeff me lo creo, ¿pero de Sally?

—¿Llevamos más de diez años juntos y aún no la conoces?

—¡Tiene ocho años! —Exclamó.

—¡Tiene diecinueve, idiota! —Contesté exasperado— ¡Tiene cuerpo de ocho años pero tiene diecinueve años! ¡Los cumplió hace unos meses y fuiste a su cumpleaños! —Eyeless volvió a estar en silencio unos segundos hasta que cayó en el recuerdo.

—Claro, claro… Cómo pasa el tiempo… —murmuró— Oye, ¿dónde está Toby? A lo mejor sabe algo del pelirrojo, nos comimos gran parte de él.

—No, Toby no sabe nada. El del cuerpo te encargabas tú, tú ¡y solo tú! ¿Acaso no eres consciente del desastre que has provocado?

—Ni que hubiera matado al presidente… —Contestó en bajo y lo agarré de ambos hombros con fuerza—. Agredir a un miembro del…

—¿Qué? ¿QUÉ? ¿ME VAS A DECIR TU ESTÚPIDO TÍTULO DE MILITAR CUANDO SOMOS TODOS ASESINOS Y SE SUPONE QUE ESTAMOS EN EL MISMO BANDO?

—Deberías controlar esos humos. A los que eran impulsivos e impacientes como tú los rociábamos con gas mostaza.

—Qué pena que yo tenga escala de general y tú de un simple soldado, ¿no? —estábamos tan cerca que nuestras máscaras podían rozarse en cualquier momento. Eyeless Jack comenzó a reír.

—Buena broma militar, Masky. Buena broma. Si me disculpas, iré a tocarme los huevos, ya que yo, un simple soldado, no tiene mucho que hacer en comparación a un “general” como tú, tendrás a muchos cabos que despellejar —soltó una pequeña risa y se fue alejando.

—El día menos esperado Zalgo se librará de ti —zanjé y entré a mi cabaña. Era inútil hablar con él. Me senté en el sofá al lado de Lexy—. No digas nada, no quiero hablar del tema. ¿Por dónde nos habíamos quedado? —ella sonreía de forma sospechosa, como si hubiera hecho algo.

—Supongo que… me tenías ganas, ¿no?

—Ando muy estresado, estoy rodeado de idiotas —confesé y la atraje hacia mí. No quería hablar, no quería pensar, solo quería hacer algo que quería hacer, sin órdenes, sin reprimendas, sin matar a nadie, al menos por un maldito rato.

La llevé a mi habitación y le quité la ropa. Pronto la habitación se llenó de gemidos y el sonido de choques y terminamos empapando la cama del sudor.

Salí de ella y me tumbé a su lado, cerré los ojos y dejé salir a Tim para que hablara con Lexy, así no me molestaría a mí.

—Lexy… hola —hablé jadeando y la miré, ella sonrió al escucharme

—Verás, Tim, hay algo que debo contarte y solo puedo confiar en ti, o eso creo…

—Nunca te haría daño, Lexy, y lo sabes.

—Bien… —inhaló lentamente agarrando con ambas manos el edredón y luego exhaló— Tim, he encontrado la Ouija que tenías en el sótano y he hablado con Josh a través de ella —fruncí el entrecejo.

—Lexy, que hayas hablado con una entidad a través del tablero no significa que haya sido Josh, pudo haber sido alguien o algo haciéndose pasar por él —Contesté levantándome para ponerme mis boxers y pantalones.

—Tim, sé las reglas de la Ouija y él me dijo su nombre. Pregunté con quién estaba hablando y dijo que era Josh. También que no había tiempo, dijo… dijo algo de vidas pasadas, y que Zalgo las estaba cobrando ahora…

—¿Qué? —me detuve en seco al escucharlo, mi respiración se agitó un poco.

—Tienes que ayudarme, Tim. Por favor, solo déjame hablar con Josh a través del tablero y podré obtener información, ¡será útil para ambos bandos! ¡Para nosotros saber el porqué nos han secuestrado y para ti que eres un peón en esto! ¡Así sabrás qué están tramando los que te utilizan! Y-y… y podrás… estar informado o… o… ¡o hacer algo! —me miró desesperada, el edredón se arrugaba más con cada palabra que decía Lexy.

—Lexy, yo… no debería permitirlo, pero lo cierto es que lo mínimo que puedo hacer por ti es dejarte hablar con él. Al fin y al cabo, soy en parte culpable de todo esto, si no os tuviéramos retenidos nada le habría pasado… Eso sí, debes tener cuidado, Zalgo podría intervenir… —traté de hablar de la forma más calmada posible. A decir verdad, nos beneficiaba que pudiese contactar con alguien del otro lado, alguien externo, así podríamos saber qué estaba pasando porque desde mi punto de vista estaba claro que esto no era un simple secuestro para darnos fama de nuevo.

—Tim… De verdad no sé cómo agradecértelo...

«¿De verdad vas a dejarte manipular de esta forma por una mísera ramera?», habló Masky.

«No me está manipulando, no soy idiota», dije en mi mente.

—Lexy, huye ahora mismo —comencé a jadear y ver todo borroso, sujeté mi cabeza con ambas manos mientras miraba a mi alrededor, esto no estaba bien.

—Tim, deja de resistirte de una vez… Eres patético. ¿No ves lo bajo que estás cayendo por su culpa? —Habló Masky a través de mis labios.

—¿Caer bajo? Gracias a ella he conseguido sentirme mejor en unas pocas semanas que contigo y tus manipulaciones en años —Contesté, debía calmarme, debía mantener el control.

—Solo te está manipulando para que no la matemos, idiota… —Respondió Masky y el dolor de cabeza se intensificaba.

—No vas a conseguirlo, Masky… Te he dado libertad hasta ahora pero no pienso dejarte actuar —pasé mis dedos por mi cabello, tirando de él, cada vez me costaba más respirar.

—¿Tim…? —Lexy me llamó en un hilo de voz. Estaba asustada y no sabía por cuánto tiempo podría contener a Masky. Se estaba volviendo peligroso para ella…

«Idiota, esta vez no está solo…»

Una voz que no reconocía invadió mi mente. ¿Es otra crisis? ¿Otra nueva identidad? ¿Alguna nueva alucinación que se iría con el tiempo de nuevo?

—¿Tim…? Tim, sé que estás ahí, eres mucho más fuerte que esto… —las palabras de Lexy no me ayudaban, me hacía temer más aún de dañarla. Poco a poco, fui cayendo al suelo quedando de rodillas. Este dolor de cabeza no era al que estaba acostumbrado a tener, no era estática, se sentía como tener un peso en el cerebro que se expandía por toda mi cabeza, como si fuera a explotar.

—¿Ves? Solo te teme, solo quería aprovecharse de ti para que no le dispararas —Masky siguió hablando. Tomó la máscara y la pistola, ya no había nada que podía hacer. Masky había tomado el control y yo había agotado mis fuerzas—. Pero ahora seré yo el que tome el control.

Lexy chilló con fuerza y salió corriendo, miré al suelo y había dejado toda su ropa ahí. Eso me había hecho gracia.

Caminé a paso ligero y salí por la misma puerta.

—Mentirosa… —murmuré— Ella es una mentirosa… 

Lexy no era muy lista, sus pisadas delataron su posición, estaba detrás de unos árboles. Caminé sigilosamente escondiéndome entre los árboles hasta estar detrás de ella. La miré por unos segundos, el verla desnuda y aterrorizada… Saber que soy yo el que lo provoca… Sin pensarlo dos veces, tiré de su cabello haciéndola gritar de nuevo.

—JAJAJAJAJAJAJA, TE HE REGALADO UNOS SEGUNDOS DE VIDA Y NI ESO TE HA BASTADO PARA DESPISTARME UN POCO. ¡NI ME HA HECHO FALTA LA PISTOLA! —reí estruendosamente. No me importaba si algún novato me escuchaba, si Sally lo veía, si Tim me reclamaba. Era la primera vez que experimentaba algo así, era la primera vez que los gritos de agonía de una mujer me ponían duro.

La arrastré del pelo hasta llegar a la celda. Lexy solo pataleaba, lloriqueaba y se quejaba, lo cual no me ayudaba abajo.

Llegamos al almacén y puse a Lexy contra una de las paredes de la celda, aún no habíamos entrado. La coloqué de frente a mí, mirándome.

Pegué mi entrepierna a la suya y comencé a restregarme, metí mi pistola en su boca y lloró con más fuerza. Me hacía gracia cómo intentaba empujarme y se retorcía para que dejase de tocarla 

—¡HIJA DE PUTA! —me quejé cuando me rasguñó el cuello.

La tiré con fuerza al suelo y pateé su vulva, Lexy pegó un chillido del dolor y siguió llorando.

La agarré de nuevo del pelo, abrí la puerta con fuerza y la arrastré por el suelo hasta la celda donde estaban sus putos amigos. Saqué mi pistola y le iba a quitar el seguro, pero vi que nunca estuvo puesto.

—¡NO, MASKY, ESPERA! ¡TIM, POR FAVOR! ¡TIM, TE LO SUPLICO! —siguió suplicando por Tim. Sus malditos gritos lo escucharía hasta Zalgo desde su dimensión, hasta se estaba quedando ronca, pero pronto lo arreglaría— ¡TIM, AYÚDAME!

Sonriendo tras la máscara, luciendo mis amarillos dientes, apunté a su cabeza y apreté el gatillo. Lexy cayó al suelo tras el impacto y todo quedó en silencio.

Me di la vuelta y cerré la puerta como si nada hubiera pasado, pero sabía que no fue así. Lexy me abrió un mundo que yo mismo no pensé que podía descubrir, el sexo y la agonía.

Curiosidad n°9: aunque los tres proxys principales (la "élite" a la que se refiere Monitor) tengan que ponerse de acuerdo en todo para manejarlo bien, sus roles principales son: 

-Masky: Se comunica más con Slenderman, entrena a los proxys y es el que se asegura de hacer las estrategias y mandar misiones

-Hoodie: Espía y tiene controlado todo lo que pase en el exterior (la policía, personas que puedan servir, borrar pruebas de existencia de los Creepypastas...). Como no está tanto en el bosque, pasa más desapercibido. 

-Ticci Toby: Fuerza bruta. Es el que más castiga a los proxys de los tres, al que más mandan para eliminar objetivos y el que más acompaña a otros proxys a misiones de riesgo.

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