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Capítulo 36 - Epílogo Parte 2.

Cristian

Ver a Ana dormir de regreso en nuestra cama fue el alivio de tantos días sin poder dormir. Verla a ella y a nuestros hijos a su alrededor era algo invaluable. Recordé que Ana no había comido en setenta y dos horas. Necesitaba recobrar fuerzas y no bastaría con dormir, así que me dirigí a la cocina donde Gail estaba preparando el desayuno.

—Buenos días, Gail —saludé a la mujer que había sido parte de mi apoyo moral.

—Buenos días, señor Grey. El desayuno está listo, ¿le sirvo? —Asentí.

—Prepara una bandeja para dos. Es hora de que Ana coma de verdad. Avísame cuando el médico suba.

Tomé la bandeja y me dirigí a nuestra habitación.

Estar a disposición de mi esposa era mi misión, soy un controlador empedernido, pero me sentía decepcionado conmigo mismo, porque había invertido tanto en su entrenamiento y no había podido prever que la secuestrarían. Maldije a Carla hasta la saciedad; habíamos confirmado que fue ella quien dio la dirección del apartamento. Por suerte, ella no volverá a vender a su hija.

El doctor había revisado a Anastasia y a Rose; no quiero saber los detalles de su secuestro, la verdad es que no quiero saber si abusaron de ellas. El doctor dijo que estaban débiles y que necesitaban alimentarse y descansar. Esas recomendaciones se habían convertido en mi objetivo.

Cuando Casandra le propuso a Peter y a Rose una vida sin complicaciones, me sentí un poco más tranquilo; podrían vivir una vida plena y normal, y tal vez formar una familia, realmente se lo merecían.

—Cristian, quiero hablar contigo —me sacó de mis pensamientos Peter.

-Claro, pasa -Lo invité a tomar asiento.

Mientras cerraba la puerta con llave, le serví una copa de whisky, se la tendí y lo tomó suspirando.

—Cómo sabes, hemos aceptado ir con Casandra —dijo, suspirando—. Sin embargo, quiero que sepas que esto no termina aquí; ellos deben pagar por lo que hicieron y no pretendo descansar hasta encontrarlos a todos. Casandra ha aceptado ayudarme, así como también tus suegros.

Me miró fijamente con esos ojos idénticos a los míos.

—Eso lo tengo más que claro, Peter. Jamás podremos tener paz mientras esos desgraciados estén con vida. Me he preparado toda la vida para matar a Dalton. Él me quitó a mi madre y un futuro con ella. No me quejo de la vida que me dieron los Grey, ha sido maravillosa. Pero me apartó de mi madre.

Lo miré a los ojos y creí verme a través de un espejo.

—Quiero pedirte algo, Cristian —asentí.

—No te involucres, déjanos encargarnos —me dijo.

—No puedo quedarme aquí —respondí.—No puedo quedarme aquí. A esperar a que todo suceda.

—Entiende esto, Grey. Tienes una esposa y dos hijos preciosos. ¿Qué pasaría si te sucediera algo? Al menos Rose y yo no tenemos hijos.—Traté de calmarme.

—Lo acepto con una condición —miré a Peter arqueando una ceja.

—¿Qué condición? —¿Cuál? —Me increpó molesto.

—Quiero estar presente cuando Dalton dé la última bocanada de aire, solo así estaré en paz.—asintió.

—Es un trato —dijo, estrechando mi mano.

Días después se marcharon y decidí que deberíamos retomar nuestras vidas para tener paz mental, no sabíamos cuánto tiempo llevaría encontrar a esas lacras. No iba a permitir que siguieran teniendo poder en nuestras vidas; serían ellos los que vivirían con miedo y huyendo de nosotros.

Después de las vacaciones que pasé con mi familia, Ana y yo comenzamos a retomar nuestras vidas poco a poco. Ahora hacíamos reuniones familiares y alternábamos la casa en la que las haríamos cada fin de semana. Empezamos en la nuestra y así sucesivamente, e incluimos la casa de Robert, ya que era el padre biológico de Ana y teníamos que incluirlo.

Nuestros hijos se habían vuelto a amoldar a su madre. Ana trabajaba dos días a la semana, medio tiempo, en la editorial. Debí contratar a un nuevo elemento de seguridad. Shaw había decidido irse con Peter. Habíamos sabido que había sido Morton quien le había disparado a Spike, así que se había sumado a la caza de Peter y los demás.

Esta vez contraté a una mujer que había sido muy recomendada por Roberth. Ella también era madre, así que entendía las obligaciones de cuidar a dos niños y, sobre todo, amaba a los niños. Al levantar la vista de los documentos que revisaba, vi entrar a Taylor y a Luke. Hoy había decidido quedarnos en casa.

—¿Sucede algo? —Ellos se miraron el uno al otro. Taylor habló.

—Es Carla, ha estado pidiendo ver a Ana. Robert y Raymond se niegan en rotundo a que eso suceda.

Tomó asiento.

—Yo estoy de acuerdo con ellos, Cristian. Nada podrá borrar lo que esa perra le hizo a su hija. Rose dijo que la mujer la increpó cuando estaban secuestradas. Imagina, la perra culpó a Ana de todas sus desventuras.—La voz de Luke fluía con ira, y la mía también.

—No sabía que ella había estado presente mientras estában secuestradas —gruñí.

—Eso es porque no has dejado que Ana te cuente todo lo que pasó. Te has estado bañando en el río de la culpa y piensas que abusaron de ellas y no quieres saberlo.

Cerré los ojos, ese era mi miedo.

—Eres un idiota, Ana quiere que sepas ese detalle. Ella también se culpa, y los dos necesitan hablar de ello para cerrar ese capítulo de una vez. Por cierto, necesitan ir a terapia. Para dejar todo esto, habla con Flynn, ya le conocen.—Asentí.

—Volviendo a Carla, ¿qué quiere? —pregunté.

—No lo ha dicho —respondió Luke.

—Yo, en lo personal, tengo una cuenta con ella. Por su culpa, Morton mató a Spike. Así que para mí es un no.

—Creo que soy yo quien debe responder —dijo Ana y entró en el despacho.

—Lo siento, Anastasia. Pero creo que Taylor tiene razón.

Ana me miraba con esos ojos azules que me hechizaban y me dejaban sin aliento. Callé porque, siendo honestos, ella debía tomar esa decisión; Carla es su madre, el problema es la condición en la que se encuentra.

—Es tu decisión, Anastasia. Pero pienso igual que todos: ella no merece ni un ápice de tu misericordia. Siempre ha sido una pésima madre, te entregó no una, sino dos veces al degenerado de Morton. —Me quedé en silencio mientras me estudiaba.

—El problema aquí es que todos creen que me voy a romper ante ella y que cederé ante cualquier petición que me haga —suspiró decepcionada.

—Lo siento, nena. Solo creemos que es lo mejor para ti. Pero si quieres reunirte con ella, podremos arreglarlo...

Ella levantó la mano para acallarme.

—No quiero que mis padres se enteren. Dios sabe que no lo permitirán.—Tomó asiento.

—Sé que me aman, pero quiero que me tomen en serio. Ya no soy la mujer frágil de antes del secuestro —me dijo, mirándome.

—Está bien, lo haremos. Solo te voy a pedir una cosa.

—Está bien —asintió ella.

—¿Qué? —preguntó.

—No estarás cerca de ella y mucho menos interferirás en su estado.

Ana se despidió, los tres pudimos respirar tranquilos y luego nos reímos. Cuando Ana se enfada, da miedo.

Una semana nos llevó coordinar la reunión con Carla. Obviamente, debimos esperar a que Ray y Robert no estuvieran en la ciudad; ellos se hubiesen opuesto a esta reunión.

Cuando estábamos de camino al lugar, tomé la mano de mi mujer en señal de apoyo. Llevábamos tres días de terapia con Flynn para prepararnos para este día.

—Todo irá bien, Cristian. No es como si pidiera que la suelten, sé que quienes la custodian tienen órdenes de no hacerlo. Ya he conocido lo suficiente a mis padres para saber cuánto quieren castigarla. Jamás la dejarán ir —, piensa Ana mientras mira por la ventana hasta que llegamos.

—Déjanos coordinarlo todo dentro —le dije a ella mientras yo salía de auto.

Llegamos al lugar donde los hombres de mis suegros me miran y asienten en reconocimiento.

—Quiero privacidad —les pido.

—El señor Lambert no estará feliz de saber que la señora Grey está aquí —me indica uno de ellos.

—Yo me encargaré de ambos —lo tranquilizó. Éel asintió y salieron. Ana ingresa en compañía de Taylor y Luke.

—Quiero estar a solas con ella —me ruega mi esposa.

—No, no voy a perderte de vista —le respondo, Taylor y Luke sale en silencio.

Carla está sentada en una silla atada con grilletes en las manos y los pies. Mira a su hija, pero no puedo descifrar su mirada. Mira a Ana de pies a cabeza. Mi esposa, por su parte, se mantiene firme en su porte y toma asiento frente a su madre.

—Creí que no vendrías —la mira.

—No mires a mi esposo, Carla. —Aquí estoy, no tengo todo el día —responde Ana bufando.

—Siempre tan arrogante —se burla la perra. Ana se pone de pie.

—Me estás haciendo perder el tiempo —dice Ana mientras camina hacia mí.

—Sácame de aquí, Anastasia —suplicó.

—No tenemos ese poder, Carla. Solo vine porque aún creía que te habías arrepentido, pero sigues siendo la misma. Nada de lo que has experimentado te ha servido de escarmiento. Yo sí aprendí de mis días de secuestro, y sobre todo cuando me visitaste. Ese día entendí que, aunque las personas te amen, nunca podrás amar a nadie.

Mi esposa salió del lugar sin decir nada más.

—Perdiste la oportunidad de recibir el perdón de tu hija. Nunca volveremos a este lugar.

Después de eso, nos marchamos.

Al llegar a casa, retomamos nuestras vidas y, como era de esperar, Roberth y Raymond se enteraron de nuestra visita, así que mi mujer los calló diciendo: «Soy una mujer adulta y puedo tomar mis decisiones». Yo no pude contra esa lógica, así que lo dejamos por la paz.

Un año después recibí la noticia de la muerte de Carla. Como no tenía familiares aparte de Ana, Ray decidió incinerarla y luego lanzar las cenizas a un volcán, diciendo: «Solo así estaré tranquilo, pensando que se estará quemando en el infierno».

Pocos meses después, supe que habían atrapado a Hyde y que les había dado guerra. Estaba satisfecho, cada pieza de dominó había caído en su lugar. Anastasia había decidido hacerse cargo de la empresa de Ray, lo que permitió que su padre se jubilara y disfrutara de sus nietos.

Robert, por su parte, había dejado el senado y se había dedicado a sus empresas, mientras que la hermana de Ana se graduaba y se preparaba para ocupar su puesto en la empresa de su padre. Mis hermanos, por su parte, estaban haciendo crecer la familia: Kate se estaba recuperando del parto de su hijo y Mia había recibido la noticia de que estaba embarazada de gemelas. A mis padres les encantaba ver crecer a su familia.

Mi relación con Casandra había mejorado; Anastasia y su familia han sido ese pegamento que nos ha unido. Ella y su familia, al igual que Rose, nos visitan periódicamente, no solo por sociedad, sino también por visitas familiares, como en la que estoy en este momento.

Observo a Casandra y a Grace hablando con mi esposa, cada abuela con cada uno de mis hijos, y eso me llena de alegría. Esta era la imagen con la que soñaba.

—Tienes cara de idiota —se burla Peter.

—La misma cara que pones tú cuando ves a Rose —le devuelvo la pelota.

—¿Sabes? Hay momentos en que la envidio. No sé si algún día podré ver a mi Rose como a Ana.—Lo oigo suspirar.

—Todo a su tiempo. Eso sucederá tarde o temprano.

Vemos que Rose se levanta.

—Atención, por favor —dice, mirando a todos.

Mira a Casandra, que asiente y la insta a hablar.

—Les tengo una noticia... Había perdido la esperanza de que esto sucediera.... Rose mira a Peter.

—Estoy embarazada —dice, y todo queda en silencio.

Peter cae de culo a mi lado y yo me empiezo a reír al ver la cara de idiota que ha puesto; está pálido como un papel.

—¡Cristian! ¡No te rías! —me regaña Grace.

—Eso... eso es maravilloso —balbucea el idiota, apenas capaz de hablar.

Todo se vuelve una celebración y yo me quedo quieto, esto será un virus. Me pongo a hacer cálculos: no recuerdo que Ana haya tenido su periodo hace un mes y palidezco; nuestros hijos tienen un poco más de un año, es demasiado pronto para otro embarazo. Ana me colgaría de las bolas; hace poco que se ha hecho cargo de empresas Steele.

—¿Y tú por qué te has puesto pálido? —Casandra llega a mí.

—¿El embarazo será un virus? —No sé por qué hago esa estúpida pregunta.

—¡Claro que no! Ella me mira a los ojos. La sorpresa le llega en forma de comprensión.

—¿Crees que Ana también lo estará? —Me tapo la cara.

—Ana me va a colgar —le digo, mientras me acaricia el brazo.

—Los hijos llegan cuando tienen que llegar, Cristian. Si Ana lo está, no hay de qué preocuparse, la familia es grande y sobrará amor mientras ustedes cumplen con su papel de empresarios. No digas nada, solo hazle una prueba y sal de dudas.

Casandra me abraza, me da un beso en la mejilla y continúa la celebración.

Al día siguiente no pude esperar y fui a comprar las pruebas, luego, dormí en el cuarto de invitados durante dos noches; Ana se había enfadado. Confirmamos lo que sospechaba cuando fui al médico y nos hicieron una ecografía: esta vez solo habría un bebé.

Volvimos a reunir a la familia para anunciar la llegada de nuestro nuevo hijo. Luego Elliot fue puesto en cuarentena. Kate estaba asustada, no quería que mi hermano la viera por miedo a quedarse embarazada de nuevo.

Lamentablemente, toda la felicidad desapareció cuando recibimos la noticia de que habían encontrado a los Lincoln, así que Casandra, Peter y Rose se habrían marchado, y esta vez Rose no formaría parte de la cacería.

—Estoy feliz, nena —besé a mi mujer en el cuello.

—Y yo embarazada —dijo suspirando.

—Sé que es muy pronto, Ana. Pero nuestro bebé ya está aquí y no podemos hacer nada. ¿No estás feliz? —Rodeo su cuerpo y pongo mis manos en su vientre.

—Lo estoy, Cristian, no me malinterpretes. Solo me hubiera gustado esperar más para que al menos los niños pudieran caminar.

Ella suspira.

—Lo sé, a mí también me habría gustado esperar. Pero tu cuerpo es simplemente adictivo, nena. —Sé que sus hormonas deben de estar a mil, así que me juego el todo por el todo.

Comienzo a besar su cuello, sacándole gemidos, esa es mi señal para llevarla a nuestra habitación y mostrarle cuánto estoy dispuesto a amarla a ella y a nuestros hijos. Ahora que habíamos superado nuestros miedos, seguiríamos adelante.

Las cesiones con Flynn habían terminado hacía tres meses, y esa fue la única vez que tuve que ceder y que Anastasia me contara lo que había vivido en su secuestro. Inicialmente tenía miedo de hacerla recordar el abuso que sufrió, pero solo era mi miedo hablando. Me lo contó todo. Estuve tan agradecido de que me equivocara, y ahora, con nuestro nuevo hijo en camino, podríamos cerrar una página más de nuestras vidas.

https://youtu.be/RQUuqbzQVsY

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