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Capítulo 27

—¿Qué acordaron con Peter? —Me muevo de un lado a otro con Darcy en brazos, mientras Junior es alimentado por su madre. Robert mira a mi hija con amor.

—Ha aceptado el trato. Le mostré los vídeos en tiempo real de su chica. No tuvimos que insistir mucho; odia a la misma gente que nosotros.—Suspira cansado.

Los últimos días de Robert han sido muy duros; ha estado utilizando todas sus conexiones y cobrando favores para acercarnos a mi clon.

—¿Qué se ha sabido de las escorias? ¿Han logrado encontrar a la rata traidora? —Ese es un tema muy relevante por resolver.

—Tu hombre, Barnie, ha estado trabajando con mis chicos para recuperar los vídeos de las celdas. Por algún sitio debieron escapar. Lo que me enfurece es que hayan escapado de celdas federales y te aseguro que, después de esto, habrá una restructuración a un nivel jamás visto. Esto ya ha llegado a la Casa Blanca. La cantidad de leyes transgredidas por Laboratorios Lincoln no pueden quedar impunes. Todavía estoy perplejo con este escape.

—¿Qué hay de tu padre y la abogada? ¿Han conseguido algo con respecto a los clones? —

—No, no mucho. Por el momento no podemos revelar su existencia. Lo que están haciendo es estudiar la legislación vigente sobre el tema, para poder estar preparados cuando su existencia salga a la luz.

Ana entra en el estudio.

—¡Hola, Robert! Vengo a ver a la princesa. Cris ya está dormido. —Mi hija se remueve en mis brazos y gime desagradablemente.

—Está muy cómoda en mis brazos, nena —le sonrío a mi esposa, y Robert sonríe a espaldas de ella.

—No la consientas, Grey. Es hora de comer y dormir.

Ana sale con mi hija haciendo un berrinche.

—Ya va mostrando su carácter —se burla el pendejo.

—Sí, tiene el carácter de su madre. A pocos días de su nacimiento ya lo está mostrando. —Ambos reímos.

Me despido de Lambert para dirigirme a la habitación y encuentro el concierto de llanto de mi hija y a su madre tratando de calmarla.

«Vamos, nena, papá está en una reunión con tu abuelo. Es muy importante».

Mi mujer trata de calmarla sin éxito.

—¿Qué está sucediendo aquí? Salgo en rescate de mi mujer. Mi hija deja de llorar al oír mi voz.

—La has malcriado, Cristian —me dice Ana mientras le besa la frente y me entrega a mi hija.

Se dirige a la cuna de nuestro hijo, que ha comenzado a llorar al ser despertado por el llanto de su hermana. Cuando los mellizos ya están dormidos es hora de dormir para nosotros.

֎֎֎֎

—¡Cristian! —Barney entra en mi oficina sin tocar.

—¿Qué sucede? —Inquiero al entrar de esa manera.

—He recuperado los vídeos de las cámaras de las celdas del FBI. Creo que debes llamar al señor Steele y al señor Lambert. Esto también les concierne a ellos.

Inmediatamente después, llamo a Jason y Luke.

Treinta minutos después, todos estamos reunidos en el salón de juntas de mi empresa. Lambert ha traído consigo a Simons y a Cadwell.

—El vídeo fue borrado a distancia por un hacker que no era tan bueno como yo. Por suerte, los vídeos se guardan en dos servidores a la vez. El hacker no lo sabía, por eso he recuperado el tiempo perdido, cuarenta minutos para ser exactos. Nadie dice nada. Solo nos dedicamos a verlo.

—¡Hija de perra! —Gritan Steele y Lambert.

—No puede ser —digo en un susurro.

Seguimos viendo el vídeo. La persona que creí que nunca volvería a ver, ingresa al recinto exigiendo hablar con Adam Black, uno de los agentes conocidos de Lambert.

—Aquí es donde comienza el tiempo extraviado —comenta Barnie.

Vemos cómo llega, aparece en escena Black y ambos hablan unos minutos alejados de la recepción; luego se dirigen a un bloque de oficinas. Minutos después, Black sale de su oficina para dirigirse a las celdas con una bolsa negra.

—¿De dónde habrá salido esa bolsa? —comenta Luke.—Creo que eso ya no es relevante —responde Simons.

Luego se ve llegar a Black al área de celdas, donde les ordena a los guardias que lo dejen solo y estos le obedecen. El corrupto oficial le entrega uniformes de seguridad a todos, incluida Elena. Se cambian y, minutos después, salen todos juntos tras de Black e ingresan a su oficina, donde se mezclan con los visitantes y el personal.

—Dalton es el que está detrás de todo esto —teorizo—. Es la única persona con suficiente dinero para orquestar todo esto.

—Voy a comunicarme con James y Peter —dice Robert, que sale hecho una furia.

—No puede ser, creí estúpidamente que este capítulo de nuestras vidas estaba cerrado —dice Raymond, mientras camina de un lado a otro, desesperado.

—Hay que atrapar a esta gente de inmediato, Cristian.

—Lo sé, Ray. No temo por mí, sino por mi esposa e hijos.

Dos días más tarde, Lambert no había podido contactar con James y Peter; al parecer, Dalton los tenía bien ocupados. Ana había salido de la cuarentena y quería regresar a la editorial. Me había planteado la posibilidad de llevarse a los mellizos con ella, pero no estaba de acuerdo, así que le hablé de la situación actual. Por otra parte, Rose también quería salir y la entendía, se estaba volviendo loca con el encierro, así que un día tuvimos que acceder a sus demandas bajo nuestras condiciones.

Spike y Shaw la llevaron de paseo en el The Grace un fin de semana, lo cual bastó para que se relajara. Ana quería ir con ella, pero la persuadimos de que no era conveniente que el personal las viera juntas. Saldrían de madrugada y regresarían de noche, así sería más fácil de ocultar.

Robert logró comunicarse con Peter y James dos semanas después. Lamber les mostró una fotografía de la persona que buscábamos; negaron haberla visto, pero confirmaron que Dalton estaba involucrado en la fuga de Morton y los Lincoln. Además, nos enteramos de que Lynch estaba buscando a Hyde, quien les habría dado la espalda junto a Leila. En esto último estaban equivocados; nadie los iba a sacar de ese error.

Por otro lado, James estaba conteniendo a Peter para que no asesinara a Morton, con la idea de que lo haríamos al final, cuando tuviéramos a todos. Peter aprovechó la oportunidad de enviarle una carta muy extensa a Rose, además de otros obsequios. Está de más decir que la chica se emocionó tanto que tuvimos que llamar a Flynn, el psicólogo, para que le recetara algo para dormir.

Con mi querida esposa llegamos a un acuerdo: iría solamente dos días por semana y medio tiempo al día a la editorial. Todo por su iniciativa; descubrió que no puede mantenerse lejos de nuestros hijos y el resto del tiempo lo pasa en su despacho.

En mi caso, trato de estar más tiempo en casa. No hemos vuelto a aceptar misiones, mi familia necesita de mi presencia. De hecho, ya he perdido la esperanza de recuperar a mi madre. Dalton debe haberse deshecho de ella en algún momento; mi madre tenía un espíritu muy fuerte.

Me habría gustado despedirme de ella, que conociera a mi familia y viera al hombre en el que me he convertido. Suspiro pesadamente y vuelvo a los gráficos que estaba analizando. La puerta se abre y Luke es el que ingresa, que me mira, luego la puerta se cierra y él camina hacia mí.

—¿Ha pasado algo con Ana? —me mira.

—¿Por qué lo preguntas? —Señala mi rostro.

Me paso las manos por el rostro y siento cómo se mojan las lágrimas al recordar a mi madre.

—Recordaba a Ella. Me rindo, Luke. Dalton debe haberse deshecho de ella.

—Mi amigo niega.

—No, no lo hagas. Debes mantener la fe. Dalton debe de haberla escondido en algún lugar. Cuando lo atrapemos, la encontraremos, ya lo verás... —

El intercomunicador nos interrumpe.

—Dime, Andrea.

—Una señora de apellido Taibhse desea reunirse con usted.—No conozco a nadie con ese nombre.

—No la conozco, Andrea. Que te hable de sus intenciones y luego solicite una reunión. Ya me estoy yendo —le respondo.

—Se lo diré, señor —responde.

No sé por qué ese apellido se queda grabado en mi mente; un escalofrío recorre mi cuerpo.

—Vamos, Luke. Avisa a Taylor de que vamos bajando. —Él asiente.

Salimos de mi oficina, despidiéndome de Andrea y de Ross, quedando en vernos mañana. Pulso el botón del ascensor y me quedo en el lugar esperando a que se abran las puertas.

—Señor Grey —Me quedo helado al escuchar esa voz.

Espero que les guste este capítulo. Déjenme sus teorías.

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