Capítulo 25
Anastasia
Saber que había pruebas suficientes para poder rescatar a mi clon me daba cierta paz mental. Había concertado una cita con el bufete de abogados de Carrick Grey para que me ayudara con el caso de estos clones. Ellos no pidieron ser creados. Los Lincoln y sus socios jugaron a ser Dios.
—Tranquila, Ana. Eso les afecta a los bebés —me regaña Cristian.
—Es imposible, Cristian. He leído que la clonación está prohibida a nivel mundial. Me preocupa que el gobierno decida eliminarlos.
Mis lágrimas corren.
—No lo permitiremos. Ya verás que mi padre nos ayudará en esto —dice mientras dan dos toques en la puerta, que llama nuestra atención.
La puerta se abre y deja pasar a Carrick y a otra persona.
—¿Qué está pasando? ¿Son los niños? Carrick —pregunta preocupado al ver mi rostro rojo por el llanto, llega hasta mí y me abraza.
—¿Qué está sucediendo? —Lo increpa.
—Es mejor que tomemos asiento. Ana, tranquilízate, por favor —me lleva junto a él para sentarnos juntos.
—Disculpen, que falta de educación la mía. Wendolin, ya conoces a Cristian y a Anastasia.
—Lo siento, Wen. Mis hormonas me tienen al borde del colapso.
—No te preocupes, Anastasia. Lo entiendo perfectamente — Ella me sonríe y se sienta frente a nosotros y junto a Carrick.
—Antes de que Anastasia y yo nos casáramos, sufrimos un intento de secuestro. Esa vez solo nos tomaron muestras de sangre... —relata Cristian los hechos de esa vez.
—Luego comenzaron a aparecer en los medios fotos mías con otras mujeres e, incluso, nos hicieron llegar un video donde mataba a una persona. —Carrick y Wen parecen sorprendidos.
—Franklin Lambert, mi padre biológico, obtuvo información de que los laboratorios Lincoln trabajaban en algo muy ilegal... — Así que vamos contando todo poco a poco.
—Es inaudito. ¿Cómo se han atrevido? —se exaspera mi suegro.
—Todo lo han hecho para dañar mi reputación —acota Cristian.
—Creemos que la madre biológica de Cristian aún vive y está en manos de Dalton. El hecho es que quiere que Cristian deje de buscarla, por lo que ha hecho todo esto para arruinarlo —suspiro.
—¿Qué quieren que hagamos? —pregunta Wen.
—Quiero que los clones vivan. Ellos no pidieron ser creados. Al clon de Cristian lo están utilizando y no tengo ni idea de lo que están haciendo con ella. Quiero... queremos que no sean juzgados ni separados, que puedan vivir una vida normal. —Suspiro.
—Anastasia, lo que pides es muy complicado. Son copias, una aberración. No hay leyes que les favorezcan... — Wen lo detiene.
—Ni leyes que no le favorezcan. No hay leyes de ningún tipo. —Ella sonríe.
—Sin embargo, es un tema complicado, hay muchas aristas que analizar: sociales, éticas, religiosas y filosóficas. Debemos asegurarnos de que nadie los pueda utilizar para su beneficio —apunta Carrick, y yo estoy de acuerdo con él.
Seguimos hablando del tema por lo que queda de la mañana. Carrick y Wen se marchan, pero prometen trabajar en la defensa de los clones si es necesario.
—Cristian, ¿crees que ellos podrán tener una vida como la nuestra?
—Nena, no tengo la menor idea. Nos está costando trabajo con mi clon. —Lo veo preocupado.
Los días han pasado y las contracciones han ido en aumento y son más intensas.
Los mellizos están muy inquietos. La doctora Greene dice que están cerca de nacer. Que repose y que nos preparemos para el tan esperado día.
—¿Estás bien, nena? —Asiento con la cabeza. Estamos en la entrada del hospital.
Una contracción comenzó suave hasta que se intensificó haciéndome doblarme.
—Me duele mucho —me quejo.
—Ven, siéntate. Un momento —Cristian me lleva en sus brazos hasta una sala en la recepción.
—¡AAAAAHHH! —Una contracción muy fuerte; de repente, mis piernas se mojan.
—Los niños van a nacer. He roto fuente —le digo a mi esposo, apretando su mano.
—¡Una camilla, por favor! ¡Mi esposa ha entrado en labor de parto! ¡Llamen a la doctora Greene! —grita Cristian al personal de recepción.
—Dile a Taylor que vaya a por las cosas de los bebés. Llama a la familia.—Otra contracción me golpea.
La doctora Greene aparece con una camilla, mientras Cristian le da órdenes a Taylor. Él viene tras nosotros.
—Señor Grey, una enfermera lo llevará a cambiarse. Mientras tanto, nosotros prepararemos a su mujer para recibir a los niños. —Cristian es llevado casi a rastras.
—Ya regreso, Ana —dice, está de los nervios.
Me cambian de ropa rápidamente, las contracciones son cada vez más constantes. Me quejo, grito. Estoy aterrada. Cristian aparece a mi lado, toma mi mano y la besa.
—Ya estoy aquí.
Quería traer al mundo a mis hijos por mis propios medios, pero uno de mis hijos tomó una decisión de última hora, por lo que se decidió hacer una cesárea.
—¿Estáis listos, señores Grey? —Asiento a la doctora. Pese a que me siento muy cansada.
El llanto de nuestro primer hijo rompe el silencio de la sala.
—Es un niño —anuncia la doctora.
—Señor Grey, ¿quiere hacernos el honor? —La doctora muestra unas tijeras.
Cristian se acerca nervioso y hace lo que le piden. Luego, limpian a nuestro hijo y se lo entregan. Cristian besa la cabeza de nuestro hijo.
—Es hermoso... —El llanto de nuestro siguiente bebé nos interrumpe.
—Tienen una niña hermosa y saludable —dice la doctora. Cristian me entrega nuestro hijo para que realice el mismo procedimiento con nuestra hija. Mientras, el personal médico termina su trabajo. Decidimos los nombres de nuestros hijos.
—Cristian Raymond Grey. —Elijo el nombre de mi hijo y mi marido está más que orgulloso.
—Darcy Elizabeth Grey. —Ese será el nombre de nuestra princesita, la besa en la cabeza.
Tres días habían pasado desde el nacimiento de los mellizos. Estaban sanos, así que la doctora Greene y el pediatra habían decidido que podíamos ir a casa. La habitación de los niños estaba lista para recibirlos, así como toda la familia. No me sorprendió ver a mi padre biológico y su familia entre las visitas. Tenía que aceptarlo, es mi padre. Carla es la culpable de nuestra ignorancia.
—Pero ¡qué guapos son! —
—¡Mia! —gruñe mi marido.
—Déjanos, nosotras nos encargamos de estas bellezas. Mia y Kate se llevan a los niños para consentirlos.
—Ana, Cristian, debo contarles algo —nos interrumpe Roberth. Y nos dirigimos a un rincón del salón principal.
—¿Sucedió algo con mi clon? —pregunto nerviosa.
—No, solo les informó de que la intervención es mañana. Yo iré y quiero que un grupo de tus chicos me acompañen. El presidente está molesto por no haber detenido a los Lincoln antes y, como fui yo el que presentó las pruebas e insistió en ello, quiero estar presente en la intervención. Se me acelera el corazón.
—¿Para qué quieres a mis muchachos? —inquiere Cristian.
—Necesito personas de confianza que me ayuden a extraer a la joven. El presidente no quiere que salga a la luz la investigación sobre clonación y temo que los representantes religiosos le mal aconsejen. Suspira.
—El presidente quiere eliminarlos —digo en un susurro.
—No del todo, pero es una posibilidad futura —deja caer los hombros.
—De acuerdo, irán seis de ellos. Luke será uno de ellos y llevará una cámara oculta. Quiero ver cómo atrapan a esas escorias. —Cristian gruñe.
El resto del día lo pasamos con la familia y, por la noche, los niños al fin están en sus camas. Por la madrugada, el pequeño Cristian despierta a todos reclamando su comida, lo que provoca que su hermana también despierte. Les alimento, su padre les saca los cólicos y volvemos a dormir.
Por la mañana, juntos los preparamos para el baño. Los alimento y los pongo a dormir en sus moisés, en el despacho de Cristian, para ver en la pantalla la intervención en los laboratorios. El vídeo es claro, así como el audio, y siguen un mapa que Leila les ha entregado. Algunos efectivos se quedan con el personal de recepción, muchos salen de sus oficinas. En cierto momento, se encuentra con el monstruo de Morton.
—Morton —digo en un susurro.
—Sí, pero ya verás que lo atraparemos —dice con un susurro, y parece como si lo hubiese invocado.
Se enfrascan en un tiroteo, mi clon resulta herida y la atienden en el acto. Habíamos acordado que la llevaran a mi viejo apartamento, que había preparado para ella y sus necesidades. Shaw y Spike serán los encargados de cuidarla.
La acomodan en mi apartamento. Al cabo de unas horas, hablo con Spike para saber de Rose. Es sorprendente ver a una copia de ti mismo. Se me encoge el corazón al ver lo delgada que está, parece un fantasma; su mirada es apagada y triste.
La doctora Greene la visita, la revisa y le extrae sangre para saber su estado de salud. Me aseguro de que los chicos estén pendientes de su alimentación, como dijo la doctora.
—Cristian, quiero ir a ver a Rose. Ha pasado una semana desde que la sacaron de ese lugar. Me preocupa su salud mental y me gustaría que la visitara un psiquiatra.
—Cristian me queda mirando de manera dudosa.
—Ana, acabas de salir del hospital y los niños... —Lo detengo, podemos llamar a Mia y a Kate para que se queden con ellos y no darle más trabajo a Gail. —Evalúa mi idea.
—De acuerdo. Yo te acompañaré y no hay manera de que vayas sola. —Mi esposo, sobre protector sale de inmediato.
—Lo acepto, sin embargo, quédate fuera. No quiero que ella piense en mí como una rival. Te confundirá con Peter —Cristian acepta mi punto.
Al llegar, hicimos que le avisaran a Rose de mi visita. Estaba muy nerviosa, no sabía cómo tomaría ella toda esta información.
—Cristian, ¿conseguiste al psiquiatra? —Algo me decía que lo necesitaríamos.
—Sí, es conocido mío y muy profesional.
—Al llegar al sótano del edificio, subo con Cristian y los chicos.
Cristian recibe una llamada y, por los gestos que hace, parece que no es nada agradable.
—No puede ser. Han comprado a policías federales. Sí, Dalton debe de estar involucrado. Hay que duplicar la seguridad de todos. Sabrán que tuvimos que ver con la intervención de los laboratorios—. Cristian suspira pesadamente y cuelga.
—Luego hablamos. —Yo asiento.
—Hasta aquí llegas —Le digo y me da un beso. Después, sigo mi camino.
Toco la puerta, Luke me mira de reojo y me sonríe. La puerta se abre y deja ver a Spike, que sonríe.
—Está esperándola.
Asiento y camino despacio.
—¡Rose! —La llamo y veo cómo se tensa su cuerpo. Se pone de pie y, lentamente, da la vuelta. Camino lentamente, no obstante, tenemos que correr para sujetarla. Llamamos al médico y le miento al decirle que es mi hermana gemela. Cristian lo hacer firmar un contrato de confidencialidad y, antes de que Rose despierte, mi esposo se marcha.
—Por fin despiertas. De verdad estaba asustada. El médico dice que tu azúcar se te bajó y la impresión de verme te descompensó. Por cierto, soy Anastasia Grey —me mira asustada.
—¿Eres mi hermana gemela? Los Lincoln dijeron que mi familia había muerto. — ¡Hijos de puta mentirosos!
No, no lo soy. Eres...como te lo digo para que me entiendas y no te vuelvas a desmayar.
—Trataré de entender— asiente.
—Sabes, eres un clon mío. Laboratorios Lincoln los crearon para hacernos daño a mí y a mi familia. Morton es un ser despreciable que está obsesionado conmigo... —le explico todo.
La razón de su existencia y que sabemos de la existencia de Peter.
—Así que soy una copia suya. Soy un maldito experimento de laboratorio. Ahora entiendo todas esas pesadillas: no es a mí a quien agreden, es a usted. No entiendo cómo puedo tener sus recuerdos.
—Tendremos que trabajar en tus estudios.
—Puede que sea eso. Eso se llama memoria celular. No te preocupes por nada, estás bajo mi protección y de todo corazón deseo ayudarte. No eres una prisionera, sin embargo, la sociedad no está preparada para aceptarte a ti y a Peter. Quiero que tengas algo presente: las personas malas que pagaron para que ustedes existieran están sueltas y quieren volver a aprisionarte. Ella llora, se ve tan frágil.
—Quiero a Peter, señora Grey —le corrijo.
—Ana, Rose. Me puedes decir Ana. No eres menos que nadie. Quiero que un médico diferente te atienda. Yo visité a uno parecido para superar las pesadillas que tú tienes. Si quieres, claro. También deberías aprender defensa personal. Supongo que ya te familiarizaste con las distintas estancias del apartamento. Sabrás que hay un gimnasio. Los chicos pueden ayudarte con eso y también debes recuperar peso. Ella asiente a todo lo que digo, no me gusta, pero es lo que hay por el momento.
Me despido de ella, asegurándole que vendré una vez a la semana a ver su recuperación y que puede llamarme a través de los chicos.
—Ana, tenemos problemas. Morton, Elena y Lynch escaparon. Creemos que Dalton le ha ayudado.
—Muy en el fondo, quería creer que mi imaginación me había jugado una broma. Pero no, no es así.
—¿Cuándo terminará este juego? —Miro por la ventana.
La vida es muy cruel con los inocentes y para los monstruos todo es más fácil.
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