Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

8


Puedo ver una inexistente línea entre hacer lo que debes y lo que quieres


Ya no sentía frío, tampoco sentía calor; el mundo parecía que iba en cámara lenta pero no avanzaba, tampoco retrocedía, solo estaba ahí, respirando. Tal como un árbol, a través de sus hojas adquiere vida, pero no puede moverse de su lugar por más que lo desee, en este preciso instante, soy un árbol.

Mis brazos estaban estirados sobre la mesa, nadie me prestaba atención, pero algo en mi me decía que me observaban discretamente, criticándome en silencio.

–Nadie te está mirando. Bueno, yo, pero nadie más. –Caleb me dijo al oído al notar que mi respiración se estaba acelerando. Estaba teniendo pánico ¿Por qué? No sé, podría ser miedo de que me juzgaran por algún movimiento, podría ser simplemente ansiedad por estar en un lugar con público, o bien podría ser que no estaba acostumbrada a comer en un lugar que no fuera mi casa. En este instante no me importaba la razón, solo me importaba tranquilizar mi respiración.

–Voy al baño. –hablé en voz baja y me alejé de la mesa. No iría al de mi cuarto, fui al que estaba del otro lado de la estancia.

Una pareja de viejitos jugaba algo en la mesa, no supe distinguir si era ajedrez o damas chinas. Los miré de reojo y ellos ni se percataron de que pasé a su lado.

Entré al baño, estaba decente, mucho mejor que el de mi habitación. Le abrí a la llave y moje mis manos, me las pasé por la cara. Frente al lavabo estaba un espejo, me mire en éste, no me había percatado que tenía unas ojeras bastantes marcadas, mis labios estaban resecos, no un poco, mucho.

Mi rostro se frunció, la que estaba en ese reflejo no era yo, jamás permitiría que alguien me viese así. Ahora entiendo mejor el motivo de mi familia al traerme aquí, en realidad estaba mal, me deterioraba lentamente y no lo notaba.

Hubo una voz en mi cabeza que me dijo que levantara mi blusa, por instinto lo hice, un pequeño moretón apareció en mi costado izquierdo, hasta ahora no lo había visto y tampoco sentido, no dolía. Lo toqué con miedo, pero no pasó nada, no lo sentí. Tal vez solo me golpeé con algo sin darme cuenta.

Volví a echarme agua en el rostro, y salí del sanitario.

Todos seguían envueltos en sus asuntos, una chica que bien podría ser de mi edad, estaba sentada en uno de los sillones mirando una planta, creo que no sabía lo que es parpadear.

Mi vista se dirigió a la mesa en la que estaba sentada con anterioridad, Caleb ya no estaba y la bandeja con mi plato de sopa tampoco, alguien debió llevárselo.

–¿Me estabas buscando? –su voz en mi oreja me espantó, solté un pequeño grito y la chica de la maseta me observó mal.

–¿Qué hiciste en el baño? –cuestionó

–Lo que todos hacen en los baños. –respondí

–Ambos sabemos que no fuiste a hacer del baño, ¿estás bien?

Ocultarle una verdad no es tan malo si él también lo había hecho.

–Sí, sentí mucho calor y me refresqué un poco.

–¿No era mejor ir al patio?

Si iba a mentir debía hacerlo bien.

–Sigue lloviendo. –contesté obvia. La lluvia parecía no querer terminar de hacer lo suyo, mojaba todo el exterior salpicando incluso el interior.

Las personas bien podríamos ser lluvia con facilidad, teníamos la sutileza para alegrar el momento, pero también teníamos la brusquedad de destruir un día magnifico.

Mis ojos se deleitaban con tal escena en el exterior, esas gotas de agua cayendo y desvaneciéndose al tocar la tierra soltaban un aroma que para muchos les resultaría exquisito, pero no para mí, yo solo disfrutaba el ver como unas gotas eran destruidas al chocar con alguien más fuerte que ellas.

Mi estómago rugió, ahora si sentía hambre, supongo que debía comer algo. Hice un gesto de disgusto, significaba que debía volver a pedir que me sirvieran, creo que comenzare a molestar a los empleados.

–¿Por fin vamos a comer? –sonrió como pequeño.

Asentí con una sonrisa en mi rostro.

El joven de la comida ya me veía acercarme a él, tenía ambas cejas alzadas y un indicio de sonrisa se asomaba.

–¿Quieres tu sopa de regreso?

–Si no es mucha molestia. –jalé un poco las mangas de la sudadera para que me cubrieran bien las manos. Se metió a la cocina.

–Aquí tienes. –me sonrió y unas pequeñas líneas se formaron en ambos extremos de su labio. Tome el plato, que ahora estaba caliente, y caminé.

–Si esto fuera un restaurante, tendrías que darme mucha propina. –oí que dijo y una risa salió de él.

–Lástima que no estamos en uno. –contesté, pero dudo que me haya escuchado.

Tomé la cuchara y me la llevé a la boca, estaba un poco caliente. No sabía nada mal, sin embargo, siempre diré que la sopa de mi madre es mejor.

Creí saber que tenía mi vida en orden, no la llevaba a cabo, pero los planes en mi mente se veían muy bien. Es como un tren, le indican que necesita cambiar de vía, el operador lo sabe, pero aun así termina descarrilándose porque lo planeado no pudo ser llevado con éxito.

Mi mejor amigo sonreía y me miraba con su cabeza recargada en ambas manos. Noté sus ojos posados en mi pero no quise decir nada, si fuera otra persona le gritaría, pero que sea el no me disgusta.

Bajé la cuchara para volverla a subir llena de líquido, pero topo con el plato; estaba tan ida pensando que no me di cuenta que mi sopa se había desvanecido, me la había comido toda y no lo sentía de esa forma.

A mamá le alegrará saber que me la terminé.

Debatí entre levantarme para ir a algún otro lado, o pedir otro poco de sopa. Aun sentía hambre.

–Escuché que si comes bien te dejan un chocolate como obsequio.

Mi rostro cambio a uno completamente feliz, no me negaría un chocolate.

Volví hasta el chico de la cocina, tendré que preguntarle su nombre. Sonrió cuando me vio caminando hacia él, de nuevo, creo que le gusta sonreír mucho.

–¿Podrías servirme otro poco, por favor? –hable un poco bajo

–¿Quieres lo mismo? También tenemos carne.

Al escuchar la palabra carne mi estómago rugió, un pedazo no vendría mal pero quizá en otra ocasión seria.

–Solo la sopa, por favor. –el chico siempre se mostraba amable, todo lo contrario a mí, lo trataba borde y me hacía sentir un poco mal.

–Otro plato de sopa para la dama. –humo salía del plato, parecía estar más caliente que el anterior, aunque él lo agarraba sin ninguna protección.

–Gracias. –di media vuelta– ¿Cómo te llamas? –pregunté

–Sebastian.

–Gracias, Sebastian.





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro