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XVII - EL CAZADOR

Samuel no conseguía resistir las ganas de ver a su amor. Paró en frente del hospital al otro lado de la calle y, los días subsecuentes, allí estaba él. Se quedaba horas, estacionado, todos los días, esperando la mejor oportunidad de verla o hablar con ella, hecho del que la médica, un día, acabó por darse cuenta. A Bruna, entonces, empezó a darle más miedo él y, de vez en cuando, le vislumbraba cuando el hombre miraba hacia la ventana del lugar en que ella trabajaba. ¿Pero cómo podría probar que el sujeto la perseguía? ¡Y, aún más, con aquella historia absurda! Decidió quedarse atenta y tener cuidado al entrar y salir de sus turnos.

Aquella noche, Samuel volvió a su casa, después de observar a la médica, como de costumbre. Se acercó al armario lleno de polvo, cerca de la ventana, y arrastró el mueble. Cogió una navaja de bolsillo y la pasó por la extremidad de un azulejo, revelando un pequeño agujero debajo de este. Allí quedaba su arsenal. No era grande, pero lo suficiente para esconder todas sus armas. Sacó de allí "un ángel" más, ya que su pistola había desaparecido el día de la redada fatal. El arma que guardaba dormía envuelta en un paño verde, cinco peines cargados y bastante munición, todo preparado para una emergencia, pero que ahora serviría para su misión.

Abrió el tejido de modo cuidadoso y cogió la pistola calibre 45, la miró por un instante, observando si estaba íntegra y sin óxido debido al tiempo que se quedara allí.

Después de pasarle un paño y lubricarla, le puso un peine cargado, estiró el perno para posicionar la bala en la aguja y la encajó en la funda. Se sintió bien en aquel momento, como si estuviera completo de nuevo. En seguida, se metió un peine cargado más en el bolsillo.

"Finalmente, tengo otro ángel a mi lado para protegerme y ayudar a acabar con aquellos malditos."

Cogió también un fusil HK-417, arma de apoyo que dejaría en el maletero del coche junto con algunas granadas. En la funda del tobillo izquierdo, llevaría un revolver calibre 38, cañón corto, y un cuchillo de caza en una vaina en el otro tobillo.

Un flas pasó por su mente: el comisario Orlando, que le traicionó, mirando su cuerpo caído en el suelo de cemento gélido, diciendo:

— Samuel, el protector de los niños indefensos... ¡Ve a encontrarles en el infierno!

Él abrió los ojos de par en par, asustado; oía en su mente los disparos de las armas de los traidores de la operación que planeara con tanto cuidado. Guiñó los ojos varias veces al recordar aquellos ruidos estruendosos, oyendo los tiros uno a uno.

"¡Desgraciado! Voy a acabar contigo y con todos tus compinches."

El policía federal se levantó la chaqueta por la espalda, cogió la pistola de la cintura, la sacó de la funda. La admiró por un instante, elevándola en el aire frente a sí y dijo:

— ¡Hora de trabajar, mi ángel!

El agente federal inició su plan de venganza. Nadie desconfiaría que estaba vivo, escondido en su propia casa, dentro de otro cuerpo, preparándose para acabar de una vez por todas con la ONC, la organización criminal que acabó con su vida.

Había mucho odio guardado dentro de sí, como un muelle propulsor de la voluntad de vengarse. Se dejó crecer la barba cerrada, como le gustaba usar cuando trabajaba como agente.

A través del ordenador, accedió a la Internet. Puso la contraseña Bittencourt13 y empezó a estudiar cada uno de los detalles que le llevaron a él y a sus amigos a aquella emboscada. Verificó las informaciones sobre los cabezas de la operación, el senador Barroso, José Rodolfo, Orlando y todos los demás. Necesitaba antes de nada juntar pruebas, pues si sobrara alguien, le dejaría envuelto en un gran paquete para servir como banquete al Ministerio Público.

Era duro recordar aquellos momentos fatídicos, donde vio a los colegas gritar de dolor y a los verdugos celebrar su derrocada, pero volviera a la activa por ese motivo y estaba determinado a ir hasta las últimas consecuencias.

En la nube, asociaba las informaciones con las que recogió durante la investigación del desaparecimiento de los niños y mendigos en la plaza de la Sé. Vio la imagen del francés y levantó las fichas de todos, incluso las identidades de las víctimas de este en los aeropuertos para instruir posibles denuncias en la Interpol. Unió los datos enviados por Silver Head, que se dio cuenta de su acceso y prontamente le ayudó mostrando más mensajes entre los miembros de la cuadrilla.

A continuación, buscó los IPs holográficos y descubrió posibles conexiones de los bandidos en Europa, Asia y Estados Unidos. Consiguió también algunas direcciones en Indonesia, Filipinas y Australia. La cosa era grande como una pandemia y él vio que los tentáculos avariciosos de la organización abrazaban todo el mundo.

Su aplicativo de mensaje avisó que alguien quería hablar con él.

>Sé que estás investigando a la cuadrilla y he abierto algunos datos para que accedas.

>Silver Head, qué placer entrar en contacto.

>Desde tu primera entrada en el banco de datos de la nube de la empresa, te he estado acompañando. Excelente trabajo como siempre.

Samuel sintió curiosidad y no se aguantaba las ganas de saber quién era el dueño del cerebro que ocupaba el cuerpo del ciborg.

>Por favor, dime quién eres.

>Soy un amigo tuyo. Alguien que siempre estará a tu lado. Pero necesito que me hagas un gran favor. En el momento apropiado te lo explicaré todo, pero no tengas miedo. Estamos juntos en el mismo barco y ambos formamos parte de esta experiencia. Confía en mí porque confío plenamente en ti.

> ¿Entonces fuiste tú quien avisó sobre José Rodolfo?

>Estoy reuniendo pruebas contra él y la organización. Te enviaré todo lo que descubra.

> ¿Por qué no sales de ahí ya que puedes hasta volar?

>Cuando salga será para nunca más volver... Tengo mucho más a ganar si me quedo aquí de momento.

>Espero que sepas lo que estás haciendo, pero ten cuidado porque todo es vigilado. Mi hermana Raquel me dijo que hay cámaras por todas partes.

>Mi mente está conectada a la red y tengo acceso a todas las informaciones. Te pido que te mantengas seguro, porque muchos peligros te aguardan en tu cacería y debes tener mucho cuidado. Desconecto, parece que está viniendo alguien...

>Hasta pronto, amigo mío.

No fue en esa conversación que el ciborg le reveló su identidad, pero esperaría porque lo que importaba era la amistad que pasó a tener con Silver Head. Después de la conversación que le interrumpió, el agente volvió a enfocarse en su trabajo; invadió los datos bancarios del francés y, hackeando las transferencias, llegó a las cuentas de todos los involucrados, en escala mundial.

Se dio cuenta de que la respuesta estaba en mapear las transferencias por todo el planeta, pues entendió que ese era el principal medio de realización de lucros de la ONC y sus tentáculos globalizados.

"Entonces es así que ellos actúan. Utilizan acciones, monedas diversas y criptomonedas, pues son más difíciles de rastrar, pero no imaginan que hay un hacker husmeando cada escondrijo virtual donde guardan el dinero sucio... Cuando les limpie todas las cuentas a esos malditos, van a sentir mi golpe donde más duele... en el bolsillo. ¡En seguida, los que sobrevivan a mi ángel, se pudrirán tras las rejas!"

Mientras estudiaba los puntos débiles de sus adversarios, el policía oyó un ruido allí afuera; alguien se aproximaba y el timbre sonó. Él decidió ignorarlo; pero aun así, el visitante insistió. Entonces, Samuel decidió atender para no llamar la atención de los vecinos con los sonidos intermitentes que imitaban a una cigarra. Anduvo desconfiado en dirección a la puerta en compañía de su ángel como guardaespaldas.

Miró por una rendija de la ventana al levantar la cortina y preguntó quién era disimulando la voz al reconocer al intruso.

Quería ver en los alrededores si había algún peligro o si estaba cercado. A pesar de no haber iniciado su guerra personal. Su mente se mantenía alerta.

— ¿Samuel? ¿Eres tú? Soy Matías, tu vecino. ¿Te acuerdas de mí? ¿Eres tú quien está ahí?

— Espera, por favor, que voy a abrir.

Él corrió hasta el escondrijo debajo del armario y cogió uno de los distintivos extras que guardaba. Caminó hasta la puerta y la abrió.

Matías le miró de arriba abajo, pareciéndole extraña la presencia de un hombre que jamás viera antes en la casa. Al ver la mirada de desconfianza, el agente le dijo:

— ¿Cómo estás, Matías? Samuel me habló sobre ti. Soy un amigo suyo del departamento y él me ha prestado la casa por algunos días. Nuestro amigo está en una misión en Foz de Iguaçu y ya debe estar volviendo con novedades. Su equipo está mapeando el tráfico de armas junto al ejército en la frontera de Paraguay. Eso es trabajo para cerca de un año y medio, yo creo, y ya han pasado más de seis meses. Mi nombre es Francisco – dijo, para disimular mostrando el distintivo de la policía federal. — ¿Cómo están tus hijos? Samuel me dijo que tienes dos niños...

El vecino fijo los ojos en el distintivo dorado de agente federal.

— ¡Están bien! Qué buena memoria la tuya, acordarte de los hijos del vecino de tu amigo.

— En mi profesión, nosotros somos obligados a tener la memoria aguzada. Algunas veces eso puede salvar una vida; si necesitas cualquier cosa, basta llamarme. Un policía cerca siempre es bueno...

— Gracias, Francisco. Te agradezco tu ofrecimiento – dijo Matías al despedirse. – Perdona por venir aquí a perturbarte; ya hace un tiempo que Samuel no aparece y todos en el vecindario están comentando cómo la casa está abandonada. Algunos dicen que él puede haberse casado y constituido una familia con hijos. Pero nosotros sabemos que Samuel no quería ser padre. Otros vecinos creen incluso que él haya muerto porque oyeron algunos comentarios en los medios de comunicación.

— Pero puede haber sido otro policía. A fin de cuentas, mueren muchos de nosotros todos los días, desgraciadamente. La vida de un policía es peligrosa realmente. De cualquier manera, agradezco la preocupación por mi amigo y espero que él y su equipo vuelvan sanos y salvos de allá.

— Siempre os admiro cuando veo en las noticias el momento en que detenéis a los criminales. Me parecen raros los nombres que les ponéis a las operaciones, aunque lo importante es el resultado.

— Gracias por los ánimos. Ponemos nombres variados y, a veces, extraños para diferenciar las misiones que ejecutamos y puedes estar seguro de que el trabajo no falta. Mientras hay gente de bien queriendo estudiar y trabajar, también hay muchos facinerosos que viven sólo para robar y practicar el mal.

— Ciertamente son una institución de prestigio en Brasil, además de los bomberos militares, que es mi profesión, eso puedo decirlo con orgullo.

— Puedes airearlo a los cuatro vientos, Matías. El honor es una cualidad que llevamos para siempre con nosotros. Una vez más, gracias por la preocupación. Podía ser algún malhechor invadiendo la residencia de Sam. Ve con Dios y cuídate.

— Hasta otra, Francisco

Después de despedirse, el policía volvió a su enfoque y aprovechó para acceder a sus cuentas bancarias.

Él había juntado un buen saldo por ser soltero y ganar buen sueldo durante varios años, además de cobrar ayuda de costo en las operaciones que realizó por todo Brasil.

Se cercioró de las aplicaciones, bajó algunas de ellas para mantenerse y abrió una cuenta a nombre de Lucas bien abastecida con años de proventos que recibió como agente de la policía federal.

***

En otro barrio de la ciudad paulistana, los chips de control cerebral finalmente habían llegado de la matriz francesa. José Rodolfo recibió órdenes de insertarlos lo más rápido posible y decidió agendar las inclusiones para la semana siguiente. Raquel estaba averiguando algunos proyectos en el laboratorio cuando el gerente decidió abordarla.

— ¿Su hermano está bien?

— Sí señor. Anda tan saludable que decidió hacer un mes de vacaciones de la oficina y viajar al Noreste.

— Pero, Raquel... Él sabe que tiene que quedar a disposición del CIR para averiguaciones periódicas ¿Cómo puede haber ido a viajar tan lejos?

— Doctor Rodolfo, él quería dar un tiempo; descansar un poco después de haber pasado por situaciones adversas en la vida; un accidente, el término del noviazgo y la cirugía de rehabilitación. Todo eso le dejó muy estresado y, por eso, decidió descansar en una isla, donde el contacto por móvil es muy complicado. Mi hermano me dijo que enviaría un mensaje, dándonos las informaciones del hotel dónde está. Mi madre y yo no estamos preocupadas, porque Lucas es muy responsable. Así que entre en contacto, yo le diré que necesita venir al CIR, lo más rápido posible, para hacer las sesiones de control. Además, ustedes aumentaron la periodicidad de las exámenes; ahora son mensuales... ¿Verdad?

— El problema es que me voy a fastidiar si no le doy una satisfacción a la matriz. Ellos quieren al chico y al ciborg con los chips implantados para que terminen la segunda fase del programa. Debe encontrar la manera de localizar al AR-400, inmediatamente, y hacerle venir hasta nosotros – José Rodolfo había pasado a un tono ríspido.

— Es extraño usted referirse a él como si fuera un producto, pero voy a hacer lo posible por encontrarle.

El gerente la miró, aún nervioso y dijo:

— Vamos a poner las cosas de la siguiente manera: no podemos esperar a que Lucas disfrute las tales vacaciones. Le necesito aquí la semana próxima, y usted va a encontrar la manera, si no tendré que tomar providencias serias en relación a esto. Vamos a ponerlo de un modo más directo todavía... su empleo también depende de eso. Invertimos mucho dinero para rehabilitar a su hermano y no vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras él se divierte en una playa.

Raquel empezó a enfadarse con las amenazas y también con el modo en que el gerente trataba a su hermano querido y, mal o bien, ella sabía que tenía capacidad técnica para conseguir otro empleo tal vez hasta mejor que aquel. Respiró hondo y decidió calmarse y correr un velo sobre el asunto.

— Voy a ver con mi madre si él entró en contacto durante estas horas y si ha dicho algo sobre el hotel donde se hospedaría.

— ¡Puede ir inmediatamente! Usted está dispensada por hoy. Vuelva aquí solamente cuando tenga alguna información concreta que nos permita localizar a su hermano. ¿Me ha oído bien? – repitió en tono arrogante.

— Está bien, doctor Rodolfo, ya estoy yendo... — Ella se controló para no insultar al jefe y echarlo todo a perder.

La ingeniera salió de la sala pareciéndole extraña aquella reacción de José Rodolfo. Nunca le viera de aquella manera.

Por otro lado, él parecía estar fuera de sí. La presión venía de todos los lados; la empresa quería recaudar capital, ávida en lucrar más con los proyectos, y la organización ONC también anhelaba negociar el suministro de más órganos para los próximos súper humanos.

"Si no entra en contacto, mandaré un equipo tras él, donde quiera que esté", pensó el gerente que parecía insano.

Del pasillo, Paulo Nakayama lo observaba todo. Recordó la conversación que oyera el día anterior entre José Rodolfo y el supervisor Jean François, de la matriz.

Aquel día, el gerente creía que todos ya se habían ido, pero el ingeniero de proyectos terminaba un trabajo que no podía dejar para otro momento. Curioso con la altivez de los ánimos, prestó atención en la dicha conversación:

— Rodolfo, no podemos esperar más... Pusimos mucho dinero en esto y el presidente quiere resultados inmediatos. Tú debes terminar lo que empezaste lo más rápido posible y el chico tiene que quedarse bajo nuestro control. Vamos a traerlo a Francia donde recibirá entrenamiento específico para servir a los objetivos de la empresa.

— Ha habido un imprevisto, señor. No conseguimos encontrar al AR-400, pero haré todo lo posible para ejecutar las órdenes. Tal vez yo ponga al personal de la ONC para ayudarme con la influencia que ellos tienen en la policía.

Paulo esperó que Rodolfo se fuera aquel día. Terminó el trabajo y salió después de un tiempo, pues no quería despertar sospechas. Pensó en callarse, para evitar problemas, pero frente a la situación de Raquel, prefirió avisarla de que alguna cosa equívoca estaba ocurriendo allí. Cuando la ingeniera salía por el pasillo, la abordó, pidiéndole que entrara en la sala de reposo cuando no había nadie allí; necesitaban conversar. Aquel era el único lugar donde no había cámaras.

— ¿Raquel, tú sabes que eres nuestra mejor ingeniera operacional, verdad? – él empezó así a contarle lo que ocurría.

— Si tú lo dices, gracias – ella respondió curiosa. – Pero tú eres sospechoso para decir esto, querido mío. – Miró a los lados al decir esto con ironía.

— La cosa es seria, tú debes estar preguntándote adónde quiero llegar... Es que he oído algunos asuntos extraños en los hologramas entre el jefe y el señor Jean François, y tengo miedo de perder a una profesional tan competente como tú en nuestro equipo. Sugiero que le pidas a Lucas que se esconda por un tiempo. No me ha gustado nada esa historia del implante de un dispositivo cerebral con prisa y, por lo que he visto, ellos quieren dominar totalmente a tu hermano.

— Pero no fue eso lo que me dijeron cuando firmamos aquel contrato. Tendrían control, pero no absoluto, porque la ley protege a las personas en cuando a su privacidad. Está en el artículo quinto de la Constitución brasileña. Mi hermano es abogado y siempre me enseña alguna cosa sobre los derechos del ciudadano.

— Esto mismo... No puedo quedarme mucho tiempo conversando aquí, pero haz lo que te estoy diciendo: esconde a tu hermano por un tiempo, para el bien de todos; no estoy de acuerdo tampoco con esos testes. ¡Por el amor de Dios, no le digas nada a nadie! Mantén secreto de esto, ¿está bien? Si no perderé mi cargo y estoy contando lo que he oído para ayudaros a los dos. Sabes que te amo. Además de eso, trabajo para el desarrollo de la ciencia y no estoy de acuerdo con ciertas cosas aquí dentro, aunque yo necesite el empleo.

— Gracias por siempre ayudarme. Hablaré con él cuando le encuentre porque realmente no sé dónde está.

— Así todos quedarán bien.

— ¡Gracias jefe! – ella sonrió aún sin noción del peligro que corrían...

De cualquier manera, a Raquel le pareció muy extraño todo aquello desde el principio, el objetivo de ellos era ayudar a Lucas y desarrollar tecnologías que salvaran a personas.

Pero apoderarse de sus vidas era una cosa completamente ilegal. Todos tienen asegurado el derecho a la libertad. Ella sabía que su hermano jamás aceptaría ser controlado por alguien. Al hacer las consultas de verificación, todos creían que era para que la tecnología de los trasplantes cerebrales fuera mejorada y que todo funcionara bien con los pacientes. Pero la verdad siempre aparece y ellos estaban lidiando con gente peligrosa.

De lejos, Paulo sonrió cuando ella ganó los pasillos de salida para irse. ¿Pero, y ahora? ¿Cómo Raquel mantendría el empleo y el hermano escaparía de aquel problema?

En el laboratorio, Silver Head permanecía inmóvil como una estatua. Sin embargo, sus circuitos internos acompañaban todo de cerca y, en breve, pondría sus planes en acción.

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