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Capítulo 4. Christian

¿Christian?

Grace Grey me mira fijamente, sus ojos muy abiertos por la sorpresa.

Si, yo tampoco puedo creer que esté aquí, en la cena familiar de los Grey de los domingos. Normalmente las evito a toda costa, pero un pajarito me dijo que cierta chica castaña estaría aquí.

—Hola, madre. —intento modular el tono de mi voz a uno más agradable—. Pasaba por aquí y pensé en llegar a saludar.

Me mira un poco más antes de creer mi inocente mentira, luego abre la puerta completamente.

—Oh, por supuesto que sí. Nos alegra tanto tenerte en casa.

¿Casa?

Me fui de aquí tan pronto como pude obtener ganancias, cerca de los 21 años, y Elliot se quedó porque, ¿A dónde más iría? Ojalá los Grey hubieran adoptado a más niños.

—¿Y cómo están? —pregunto solo por cortesía, porque mi atención y ojos están puestos en la sala.

Las personas ahí reunidas giran tan pronto como escuchan mi voz.

—¡Christian! —Carrick es el único que parece feliz de verme.

—Buenas noches, papá. —acepto el ligero abrazo que me da y mi atención se dirige a la feliz pareja.

Ambos lucen sorprendidos y algo aturdidos. Elliot es el primero en dirigirme la palabra.

—Hermano, no sabía que estarías aquí. —dice, con la molestia filtrándose en su tono de voz.

—Una feliz casualidad. —le dedico una pequeña sonrisa—. Pasaba por aquí y decidí llegar.

—Me alegro. —comenta, pero su brazo se estira para atraer a Ana a su lado.

No te la voy a robar... Delante de los Grey, quiero decirle. En cambio, les dedico a ambos un asentamiento con la cabeza y me dirijo a la licorera de papá para servirme un vaso de lo que sea que tenga ahí, necesito beber algo.

La tensión se siente incluso cuando Gretchen se detiene frente a todos y anuncia que la cena está servida.

Desconozco el protocolo de los asientos teniendo una invitada, así que dejo que ellos se acomoden primero, antes de tomar el lugar junto a Grace y frente a la chica castaña.

Puedo ver y sentir su incomodidad, sobre todo porque evita mirarme a toda costa. Ni siquiera participa en la charla, solo da respuestas cortas a mis padres cada vez que se dirigen a ella.

Elliot, por otro lado, está feliz de tener toda la atención para si mismo.

—Entonces tenemos este mega proyecto en puerta, una torre de oficinas de 30 pisos en el centro de Seattle. —sus ojos burlones se mueven hacia mi—. ¿Qué te parece, Christian? Parece que tienes competencia.

Cuatro pares de ojos me miran, esperando una reacción desinteresada y medida. Y lo hago, pero la sangre me hierve a fuego lento.

—No me importa lo que tienen los otros, Elliot. Yo sé que fui el primero.

Sus cejas se fruncen y las mejillas de Ana se colorean de rojo porque sabemos que no estoy hablando del puto edificio de oficinas. Contrario a mi expresión controlada, la de mi hermano es impulsiva y llena de emociones.

—Tal vez solo eres un mal perdedor, Chris. Podría haber alguien más rico en la ciudad.

Ya quisiera.

Cómo me niego a debatir mis finanzas frente a mis padres o a dejarme llevar por sus juegos, bebo un sorbo de mi copa y cambio el tema de conversación.

—Estaba pensando que podríamos visitar Aspen este verano, voy a ir a supervisar la nueva remodelación de la cabaña.

—¿De verdad? —los ojos de Grace brillan, mira rápidamente a Carrick—. Eso sería fabuloso, cariño. Voy a pedir mis vacaciones para ir a Aspen.

Con mamá dentro de los planes, Carrick irá. Y como a Elliot no le gusta quedarse fuera de nada, se apunta inmediatamente.

—Si, es buena idea. —gira para mirar a la chica sentada a su lado—. ¿Qué piensas? ¿Te gustaría ir a Aspen? Podríamos ir ahí de luna de miel.

Su respuesta demora un largo momento.

—¿En la cabaña de Christian? —sus ojos azules me lanzan un rápido vistazo—. Pensé que iríamos a alguna playa.

¿Alguna playa? ¿Ni siquiera lo tienen decidido? Esto solo alimenta mi curiosidad y la sospecha sobre Elliot Grey.

—Son bienvenidos, ambos. —agrego y Grace me sonríe—. La cabaña tiene espacio suficiente para todos, incluso para tu padre, Ana.

Algo ahí no le parece a mí hermano.

—¿Por qué...? —Carrick interrumpe.

—¡Me parece bien! Será nuestra oportunidad para conocer finalmente a los Steele.

¿No los conocen?

La mirada de Ana se mueve de un lado a otro, tratando de tomar una desición que obviamente Elliot ya tomó por ambos.

—Si, claro. —carraspea un poco—. Disculpen, me gustaría refrescarme un poco.

Grace señala el pasillo que lleva al tocador de la planta baja y Ana lo sigue, haciendo que Elliot la mire mientras se aleja. Sin pensarlo más, apuro el último trago de mi copa y la levanto para que miren.

—Yo necesito algo más fuerte, ¿Alguien quiere?

Todos niegan, hablando sobre empatar sus vacaciones para poder ir a Aspen juntos. Incluso Elliot tiene qué revisar su agenda para delegar algunas responsabilidades.

Entro a la cocina donde Gretchen sigue sirviendo platos y dejo mi copa en la encimera. De verdad necesito algo más fuerte para soportar al jodido Elliot, pero tal vez pueda hacer antes una parada rápida.

—¿Papá todavía guarda el licor bueno en su estudio?

Gretchen asiente con una gran sonrisa.

—Segundo gabinete de la derecha.

—Gracias.

Salgo de ahí y cruzo por el otro pasillo pero me detengo afuera de la puerta del tocador. Apenas se abre ligeramente, empujo a Ana dentro y cierro detrás de mi.

—¿Christian? ¿Que haces? —mira con nerviosismo la puerta—. No puedes seguir haciendo esto.

—Lo sé, lo dijiste. Solo quiero comprobar una cosa.

Ella abre la boca para contradecirme pero aprovecho el momento para besarla, mi lengua invadiendo su boca con avidez y degustando el sabor afrutado del vino.

—Christian... —jadea, pero vuelvo a besarla.

Hace dos días se comprometió con mi hermano, pero no lo he visto besarla en los labios ni siquiera una vez. Yo, por otra parte, no puedo apartar mi boca de ella.

Nuestras respiraciones se agitan y mi sangre se mueve al sur, recordándome que no puedo cogerla en el baño de los Grey.

Ella debe pensar lo mismo porque me empuja y se acerca a la puerta con furia en sus ojos pero las mejillas rojas.

—Dije que basta, Christian. Aléjate de mi.

La veo salir, tomándome un puto minuto para bajar la erección que se frota contra la tela de mis jeans. Tiene razón, debería alejarme de ella.

Y lo haría, si ella no se derritiera en mis brazos cada vez que la beso.

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Capítulo dedicado a F3RGrey por su cumpleaños. Muchas felicidades, hermosa! ☺️🥳🎉

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