Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3. El túnel de los condenados

¡No!

¡NO!

¡NOOOO!

Sosteniéndose la cabeza y gritando internamente, Baek Hyun no podía caer en cuenta que estaba muerto y era ahora un alma errante. No podía ser verdad. Se pellizcaba y sentía dolor, percibió su aliento chocar con la palma de su mano por cerciorar que respiraba y para más sensación de que estaba vivo, sobrepuso su otra mano contra el lado izquierdo de su pecho, sintiendo los latidos de su corazón.

—No, no, no puedo estar muerto.

Se repetía observando las palmas de sus manos con color, no estaban pálidas y menos sus mejillas, todavía percibía calor corporal en él. ¿Qué más señales debía tener para saber que no estaba muerto?

Aquel callado muchacho que se sentó al fondo echó un vistazo hacia un inquieto Baek Hyun que se removía tres asientos más abajo. Su rostro se mantenía inexpresivo, observando detalladamente que el forastero debía ser la persona que su superior le mencionó estaría por llegar. Se acordó que mostró un gran interés porque llegará pronto y ahora que veía al susodicho no creyó que fuera tan menudo, pequeño y nervioso. Imaginó un personaje diferente si era de tanta importancia para su superior. Sin embargo, no podía juzgarlo, por algo tenía tal cargo, solo él sabía para qué lo necesitaba.

Baek Hyun ni siquiera se percató que el autobús empezó a quedarse vacío hasta ser los únicos viajeros, él, el chofer y aquel custodio.

—¡Eh, muchacho! Tu paradero.

Alzó la vista, desorientado y señalando con un dedo hacia sí mismo por asegurar que se referían a él.

—Sí, tú. Este es tu paradero.

Baek Hyun agarró su mochila y se paró tembloroso para sostenerse del tubo metálico en el techo y darse estabilidad en sus pasos a llegar hacia el chofer y las puertas abiertas del autobús.

—¿C-cómo sabe q-que debo bajar aquí? —preguntó temeroso, pues la calle tenía una intensa neblina y se veía desolada entre tantos árboles.

—Alguien solicitó verte —respondió, causando en Baek Hyun abrir más los ojos de la impresión y estar de piedra en su sitio por un breve lapso a raíz de oír una ronca voz que le avisó hacerse a un lado—. Es mejor que lo sigas.

Baek Hyun miró entre el chofer y aquel misterioso muchacho que hacía muestra de su espalda al bajar y caminar hacia cierta dirección entre la neblina. Comprendía lo que era un «custodio», similar a un vigilante, pero no de algún edificio o institución, sino de almas errantes como él.

Decidió no bajar.

Esa atrevida respuesta lo llevó a oír nuevamente la voz de aquella mujer en su cabeza que le advertía salir pronto de ese autobús. Pero, se puso firme en no obedecer, pese a que parecía un chalado quejándose contra sí mismo frente a aquel chofer que comenzó a removerse en su asiento y ser ajeno a los llamados de Baek Hyun por saber qué le ocurría.

Aquel hombre se encorvó en su asiento y empezó a arañarse la espalda con desesperación hasta hacer notorio como aquella piel pálida que lo vestía comenzaba a desprenderse y parecer un disfraz que ocultaba su verdadera identidad. Unas alas negras como las de un murciélago se extendieron a plena vista, haciendo notorio que no tenía dedos en las manos, sino garras como las aves, y en vez de piernas humanas tenía extremidades peludas y pezuñas en los pies como una cabra. Su rostro, se mantenía ocultó entre sus garras, dejando conmocionado a Baek Hyun en un rincón por tal aberrante suceso.

¿Todavía persistes en no bajar?

Una aterradora voz resonó en el autobús poniendo los pelos de punta a Baek Hyun que parecía tener su corazón a punto de salirse del pecho. Sabía de dónde provenía esa temible voz. De aquel espeluznante ser que iba a dejar de darle la espalda para mostrar su rostro que todavía no había visto y a estas alturas tampoco estaba ansioso de contemplar.

Baek Hyun intentó romper la ventana al empujar con fuerza su mochila o bien pedir auxilio a sabiendas de que posiblemente no había nadie cerca. Las posibilidades de escapar se volvían nulas y se aferró a su mochila y a la baranda del asiento en cuanto observó como esa criatura se ponía de pie mostrando más imponencia y hacerlo tener una aterrorizada reacción de observar sus espantosos rasgos. De cuerpo robusto, rostro de anciano, nariz grande, barba larga, ojos amarillos y un tercero en la frente, cuernos negros y puntiagudos a cada lado de su cabeza y dientes afilados como los de un felino.

Cada paso por acercarse hacia los asientos del fondo donde Baek Hyun se ubicaba conseguía hacerlo tener ganas de vomitar, sea del miedo o del hedor que lo hacía sentirse estar en una pocilga. Era tan fuerte aquel desabrido aroma que sintió su cuerpo tambalear, sus ojos arder y sus fosas nasales comenzar a gotear sangre. Ese olor metálico hacía al demonio sacar esa lengua bífida; tan larga, de un color morado y dividida en dos partes desde la punta hasta la zona central, para saborear el temor en Baek Hyun hasta ese grado de hacerlo descompensarse.

Es hora de cruzar. Es hora de que cruces el túnel de los condenados.

Su visión se volvió cada vez más borrosa, quedando a oscuras con el presentimiento de haber escuchado un estruendoso ruido que lo hizo caer hacia los asientos.

—Madre, ¿por qué estás llorando? ¿Sucede algo malo?

Baek Hyun llegó de la escuela por la tarde cuando encontró a su madre sentada en la orilla de la cama observando un álbum de fotos que inmediatamente cerró al ser sorprendida. Ella se limpió las lágrimas y cambió de semblante para con una voz firme avisarle que la comida estaba hecha para que pueda servirse. Sus ánimos no estaban como habitualmente solían estar, quería permanecer sola por unas horas y no tener que lidiar con las cuestiones de su hijo sobre aquel álbum de fotos o su estado. Supuestamente, toda posesión material se quedó en aquel pueblo donde su madre nació y nada pudieron traer a su nueva vida.

—Baek Hyun, ve a comer —repitió su madre, poniendo de pie para guardar aquel álbum de fotos en un cajón del armario.

—Pero, madre, y ese álbum. ¿Qué está ocurriendo?

Su madre tomó aire, cerró la puerta del armario y con un gesto inexpresivo ignoró las insistencias de su hijo. Ella simplemente salió de la habitación. Era la primera vez que mostraba tal carácter y empezó a llenar la cabeza de Baek Hyun con miles de preguntas que rebuscó desde lo más recóndito de su memoria para volver a cuando tenía seis años y verla tan vulnerable como ahora. 

—¡No, Baek Hyun! —alzó la voz su madre cansada de ese testarudo comportamiento por saber sobre las personas de las fotografías—. ¿No te dije que no debías tocar lo que no es tuyo?

—Pero, mamá, ni recuerdo la cara de mi padre desde los seis años. ¿Por qué no puedo saber? —Tras varias semanas, Baek Hyun consiguió poder ver aquel álbum que su madre le escondía. No creyó que observar las fotografías ocasionarían transformar a su madre en otra persona que desconocía. Ella le arrebató de un tirón aquel álbum de las manos para verlo con reproche por haber cruzado la línea.

—¡Vete a tu habitación! —sin darle la cara y señalando hacia la puerta, Baek Hyun salió disgustado a encerrarse en su habitación. Siendo a partir de ese escenario que empezó a soñar con su abuela. En un principio no la reconoció, pero a medida que se iba presentando supo que era la persona que divagaba en los recuerdos de su infancia.

Al abrir los ojos, tras haber tenido esos amargos recuerdos, sintió un cansancio que lo hacía sentir estar flotando en la nada, como si estuviera en un escenario completamente en pantalla negra y con un solo reflector azul alumbrando su persona en un primer plano. ¿Por qué venían esas escenas a su cabeza? Tal vez por ser el inicio de este viaje que lo llevó a perder la vida y dar la razón a su madre al respecto de no haber querido hablarle sobre su abuela.

En ella pensaba, en su madre, en la inmensa tristeza que le ocasionará saber que vino sin su permiso y el deseo de volver a verla se hacía presente, en oír su voz, como en este momento empezó a parecer escucharla. Porque una voz femenina comenzó a llamarlo haciendo eco de su nombre para despejar aquel nostálgico escenario y exhibir una luz que se volvía cada vez más resplandeciente hasta impedir ser tan visible ante sus ojos.

—Despertaste.

Lo primero que notó fue esa llamarada azul en la vela que aquella anciana colocó muy cerca de su rostro para verificar que había abierto los ojos. Baek Hyun impresionó a un grado que por poco hace caer tal objeto sobre las sábanas tras levantar mitad de cuerpo de la cama.

—Casi haces arder este colchón en llamas —expresó la anciana en tono de reproche y dejando sobre el tocador la vela para apagarla con dos dedos ensalivados.

—¿Q-quién es usted? —tartamudeó debido al desconocimiento de encontrarse en esa habitación que, al igual que la primera casa donde despertó, tenía esas pintas anticuadas en la decoración.

—¿Acaso no me reconoces? —la anciana cambió ese inexpresivo semblante que mostraba para dibujar una perceptible sonrisa entre esos marcados surcos de su boca—. Soy quien te cuido de sufrir un atroz desenlace en la casa de los Choi, pero no me hiciste caso con el conductor del autobús, mejor dicho, del demonio que se lleva las almas condenadas. Tuviste suerte de qué...

Baek Hyun dejó de atender para examinar con detalle a aquella anciana de cabellera blanca y ondulada, cejas del mismo color, vestimenta muy de antaño, bajita y con un bastón de apoyo en la mano derecha. Esa apariencia y aquella voz empezó a hacerle muy familiar para ocasionar que llevará rápidamente ambos brazos a abrazarla con cuidado y estar aliviado de llegar a verla. Su abuela mostró segundos de sorpresa antes de acariciarle suavemente los cabellos.

—Tuviste suerte, suerte de que él te haya ayudado —mencionó sin que Baek Hyun preste la más mínima atención de a quién se refería, pues su mente estaba más centrada en ese esperado encuentro.

Por supuesto, tenía más de una pregunta que hacer respecto a los sueños, a su madre y a este lugar. Ella sabía que su nieto estaría conmocionado por todos los sucesos que debió atravesar para llegar a verla, pero no tuvo tiempo de responder con todo. Solamente tenía un comunicado que dejarle.

—Ten esto —de la cómoda cogió aquel libro forrado en una pequeña manta para entregarle—. No puedo hablar mucho, sígueme —Baek Hyun mostró extrañeza ante las acciones de su abuela que hizo caso como solicitó.

En su trayecto reconoció haber caminado por esos pasillos en sueños pasados y mientras más recorría esas escaleras de caracol se hacía muy evidente a donde lo llevaba hacía esa habitación en el sótano que él no se atrevía a pisar por el oscuro interior que se hizo muestra cuando abrió la puerta.

—No tengas miedo, Baek Hyun. Debemos entrar pronto —su abuela percibió temor en él, por lo que intentó brindarle seguridad de que no pasaría nada—. No tengo mucho tiempo —recalcó consiguiendo que Baek Hyun tomé aire antes de entrar hacia esa habitación que empezó a iluminarse cuando su abuela prendió una lámpara de vela y pedirle que coloque el libro que cargaba sobre ese atril de madera que era alumbrado por una ventanilla en la pared que dejaba filtrar un poco de luz de luna—. Página 13.

Baek Hyun observó que la tapa del libro era azul con franjas doradas alrededor, al igual que las letras del título que estaba escrito en otro idioma. No reconoció cuál, pero hizo caso a su abuela con abrir aquel libro y empezar a buscar entre esas amarillentas páginas la que pidió haciendo muestra de una ilustración referente a un demonio charlando con un hombre de mediados del siglo XVII que tenía un libro en la mesa.

De un rincón de la habitación se oyó una macabra risa que le hizo alejar las manos del libro y empezar a sentir escalofríos de aquello que estuviera manifestándose para hacer visible minutos después unos colmillos blancos y unos ojos brillantes y plateados como los de un felino entre la oscuridad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro