REENCUENTRO PARTE 2
Febrero de 2014
Tokio, Japón
Michael se despertó con el sol brillando en su rostro sin nadie a su lado. El miedo y la decepción aumentaron en su pecho mientras se vestía. Él debería haber esperado esto, él siempre regresaría y ella siempre se iría. Seguramente se separarían por un largo tiempo.
Necesitaba regresar a su hotel y hacer algunas llamadas sobre lo sucedido. Los cuerpos ya habrían sido descubiertos en el almacén. Suspira para sí mismo, pues habría mucho papeleo y bastantes informes por redactar.
-Hola, guapo – Jin se apoyó en la encimera mientras bebía una taza de café, evocando todos los anhelos secretos que Mike hubiera tenido –
-Estás aquí – era más una afirmación que una pregunta –
-No por mucho tiempo – el tono de Jin era lo suficientemente arrepentido como para calmar la mente acelerada de Mike – ¿Café?
-¿Adónde te diriges? – Michael acepto la taza y bebió a sorbos escasos –
-Necesito tratar con mi empleador y tal vez desaparecer por un tiempo. ¿Quién sabe? – ella fue a la mesa para recuperar algo, que Mike reconoció como su teléfono y una unidad flash. Jin le entrego ambos en las manos – Los recuperé del cuerpo de Clark.
-¿No necesitas esto? – Mike peso la memoria USB en su mano –
-No pude obtener la información si el tipo murió antes de conocerme. Además, dormiré mejor sabiendo que hay una posibilidad menos de que ocurra un brote o un ataque terrorista, o la información que fuera que este ahí. Estará mejor en manos de un agente honesto.
Esa definitivamente estaba muy lejos de la Jin que conoció en Nueva York o en Londres, esta era la Jin que había ido a él en su habitación en Paris, lo que hizo que Michael se preguntara cuánto había sacrificado ella y él nunca sabría. Sean Devlin había ofrecido una recompensa por ella y él no había sido consciente de ello, dejando que su ira y resentimiento se apoderaran de donde antes había estado su amor y cuidado por ella.
-No tienes que hacer esto sola – Michael coloco el resto del café ya frío sobre la mesa –
Todo lo que quería era tocarla sin que el peso de sus vidas colgara sobre ellos, pero a la primera luz del amanecer, la división era clara.
-Tienes un trabajo al que volver y yo también. Estaré bien – Jin fue quien se acercó a él pero tampoco hizo ningún movimiento para tocarlo, solo se acercó lo suficiente como para que Mike pudiera sentir el calor emanando de su cuerpo –
-¿Así que esto es todo? ¿Desaparecerás otra vez y tendré noticias tuyas dentro de dos años?
-¿Qué quieres que te diga, Michael? Ya sabes cómo debe ser – su mano acaricio su rostro y Michael cerro los ojos – Tienes una buena vida a la que volver. No quiero arruinártela.
Mi vida es una mierda, quiso decir Michael. Su trabajo y lealtad al gobierno era por sacrificio, no por orgullo. Estaba condenado a morir luchando por ellos.
-Yo... – él quiso decirle a ella que se quedara, quería que Jin quisiera lo mismo que él. Quizás y sí, pero ella nunca lo admitiría – Sólo necesito saber que estás bien. No te pido ningún tipo de compromiso, sólo quiero saber que estás a salvo.
Y viva, Michael no añadió eso, pero Jin sabía lo que pensaba. Su primera "muerte" en aquella torre de BGP todavía atormentaba sus pesadillas de vez en cuando.
Jin sorprendió a Michael con un beso, rápido pero dulce.
-Está bien. Lo entiendo – dijo ella. Poniéndose su mochila sobre el hombro y tomando la mano de Michael en un gesto reconfortante – Te enviare mensajes en el teléfono desechable que te di en Paris para hacerte saber que estoy bien. Igual si gustas puedes enviarme mensajes para saber sobre ti – Jin vio como las mejillas de Michael se sonrojaron ante sus palabras – Eres completamente predecible.
-Y yo creo que no eres tan mala como pensaba. Has tenido muchas oportunidades de eliminarme y no lo hiciste. Que me hayas traído aquí fue una respuesta.
-¿Qué pasa si te mantengo con vida sólo porque te estoy usando de nuevo? – ella sonrió –
-¿No crees que no he pensado en eso? He tenido mucho tiempo para pensar en las repercusiones de omitirte en mi informe – Mike se enfureció y luego la lucha se le escapó tan rápido como había llegado – Esa vez en Londres, yo quería confiar en ti – su voz se hizo pequeña – Por alguna razón ilógica, todavía lo hago.
-Siempre ten una salida, Michael. Te ofrezco una. Dijiste que deberíamos tomar caminos separados, ¿recuerdas? ¿Por qué viniste aquí? – Jin frunció sus labios –
Ahora era el turno de ella de apartar la mirada de Michael.
-Nunca me olvidé de ti, ¿sabes? Siempre estuviste en el fondo de mi mente como esa persona a la que no pude salvar – Mike tamborileó los dedos contra la mesa – Durante años, seguí castigándome por no ser lo suficientemente fuerte para haberte protegido del monstruo que alguna vez fue el doctor Burton.
-No fue tu culpa... – dijo Jin, con la voz casi pérdida queriendo consolarlo –
-Tal vez. Pero cuando yo era literalmente lo único que se interponía entre tú y la muerte... – Mike sacudió la cabeza – Era difícil no pensar que eso no era culpa mía.
Ella lo miró con expresión ilegible. ¿Qué se necesitaría para ver esas emociones genuinas en su rostro?
-¿Por qué te importo? Te usé. No debería importarte.
-Sí, no deberías. Pero por extraño e irracional que parezca, tú me importas – el rió secamente – Ojalá no lo hicieras, pero lo haces. Incluso si no sé si has cambiado o no.
Ella se burló. Para Jin, Michael seria siempre el buen tipo que quería salvar a todos.
-¿Qué te importa si he cambiado o no? Apenas me conoces. Para ti, sólo soy una extraña con la que compartiste una amarga historia. ¿Por qué importo?
Por un momento, Michael pensó que estaban de regreso en ese baño del Museo Británico, con sus armas de fuego apuntándose entre sí, sin retroceder. El traicionado apretando los dientes con ira, la traidora apretando los dientes con sorprendente remordimiento. Michael había descubierto que Jin no estaba muerta, que solo era una espía enemiga que quería volver a robar otra arma biológica, justo como aquella ocasión en Nueva York, cuando el había querido salvarla. Todo en lo que Mike había creído hasta ese momento se estaba desmoronando, al igual que ese laboratorio, pero todavía quería salvarla de una muerte segura, porque eso era lo que él era: protegería a aquellos que no podían protegerse a sí mismos. Incluso los que odiaba, siempre y cuando estuvieran en lo cierto.
-No te odio – dijo el – Nunca lo hice. Me sentí herido, decepcionado y enojado, pero ¿odio absoluto? Ese nunca fue el caso – si se le quebró la voz o si se le llenaron los ojos de lágrimas, ella no lo mencionó. Jin se limitó a escucharlo... cada palabra – Aunque dijiste que no valías la pena, a pesar de que me traicionaste, me usaste y me mentiste, nunca te odié.
Sus ojos todavía se clavaron en los de él. Si se pusieron llorosos, ella lucho para que no se notaran tanto.
-Aún así te animaría a continuar – Mike continuó – porque a fin de cuentas, todavía vales la pena. Todavía me importas – Mike puso su mano sobre la cicatriz en su hombro – Y siempre recibiría una bala por ti.
-¿Por qué te esfuerzas tanto en hacerme quedar bien? – el rostro de Jin estaba en blanco, salvo por cómo sus ojos parecían brillar. Brillaban por Mike –
-Porque no eres la mujer desalmada que creía que eras. No pude verlo entonces, pero ahora sí, y he cometido un gran error – Mike apoyó los brazos sobre la mesa – Entonces dime una cosa, Jin. ¿Por qué me ayudaste? Y no me mientas. No esta vez.
Porque si ella le volvía a mentir, esto bien podría terminar antes de comenzar, y Michael no estaba seguro de poder sobrevivir a ese terrible dolor.
Su café y el sándwich yacían olvidados sobre la mesa. Jin se cruzó de brazos y de repente pareció tan pequeña en ese suéter de lana negro que traía. Su sonrisa melancólica casi le rompió el corazón a ella y quería hacer todo lo posible para eliminar esa tristeza de su rostro.
-Porque me salvaste – respondió Jin, mostrando por una vez emociones genuinas. Sus ojos se volvieron luminosos con lágrimas no derramadas – Porque fuiste el único que quiso salvarme sin esperar nada a cambio – ella se rió irónicamente – Apretar el gatillo solía ser muy fácil...
Michael vislumbró a la persona debajo de esa cara que hasta hacia unos segundos era inexpresiva. Un poco maltratada, un poco herida, un poco vulnerable, pero aún de pie con orgullo a pesar de las capas de armadura de acero que le pesaban. No tenía idea de cuán pesada era la carga que Jin llevaba. Quizás la juzgó con demasiada dureza.
Ella sollozó.
-Entiendo tu decisión de mantenerte alejado de mí, pero por si sirve de algo, lo siento. Lamento todo lo que te he hecho – su voz sonaba cruda – Tengo que vivir con ese error todos los días – y luego sus ojos se endurecieron – Pero necesito que sepas que siempre antepongo el deber a todo lo demás.
-¿Deber? ¿Deber hacia quién? ¿Gente mala?
-Depende para quién estoy trabajando – ella sonrió –
Mike perdió de vista a la persona bajo las capas de la armadura de acero. Ese pequeño destello de esperanza en su pecho fue apagado por una sola declaración. Quizás esto fue un error después de todo. Quizás realmente no había manera de reconciliar sus diferencias y seguir adelante.
¿Qué se necesitaría para convencer a esa persona bajo la armadura de que saliera nuevamente?
¿Honestidad? ¿Comprensión? ¿Paciencia? ¿Amabilidad? ¿Fue suficiente un solo acto de bondad para hacer mella en el muro impermeable que Jin construyó a su alrededor?
-Yo sólo... – el sacudió la cabeza y luego la miró a los ojos – Quise hablar contigo porque no podía soportar la idea de no volver a verte. Sé lo que dije y creo que he cometido un error, pero... ya sé cómo es mi vida sin ti. Quiero saber cómo quedará contigo dentro.
Su respiración se cortó.
Se le quebró la voz cuando dijo:
-Pero no puedo hacer eso si no puedo confiar en ti – Mike sintió que las lágrimas volvían a brotar de sus ojos, pero se negó a dejarlas caer – Tengo muchas ganas de que esto funcione, así que, por favor, Jin. Dame algo.
Jin se dio cuenta hacia donde iba esto: Mike estaba hablando con ella para una reimplantación de una parte que le hacía falta, pero ¿ella terminaría con la amputación?
Jin ya había pasado por ese terrible dolor. No había necesidad de volver a pasar por eso, ¿no?
Ella se alejó de él y su cabello le cubrió la cara. La forma en que se alzaron los hombros le indicó que acababa de respirar profundamente. Ella no le respondió, pero tampoco lo refutó.
Y luego ella lo miró de nuevo. Ella se reclinó en su asiento, todavía con los brazos cruzados.
-Bien podría haber muerto hace seis años. En cierto modo, lo hice –ella se negó a mirarlo a los ojos – Solía poder mirar hacia otro lado ante acciones terribles... pero todo cambió durante esa noche en la torre de BGP. Supongo que yo también – ella formó una línea firme con la boca y cuando volvió a mirarlo; Mike tenía los ojos cerrados – No sé si puedes confiar en mí. Es muy posible que vuelva a hacer cosas contra tu moral.
Mike nunca antes había visto tanta pasión en ella. Incluso frente al peligro, sus emociones eran en el mejor de los casos, suaves (diversión, molestia, apatía), pero ¿esta furia? Era demasiado extraño para alguien siempre emocionalmente alejado de las situaciones.
Lo que le dijo una cosa: Jin realmente era capaz de sentir emociones. ¿No lo vislumbró ya en Londres cuando ella le dijo que estaba usando el Compuesto X como moneda de cambio por su vida? ¿Cuándo vio a la persona debajo de su armadura? Esa calidez en su voz. Mike podía imaginarse volver a casa y encontrar eso todos los días.
Tonterías. ¿Realmente ya se imaginaba vivir juntos?
-Parece que Devlin es un verdadero pendejo para que lo hayas dejado – dijo el, desterrando de su cerebro los pensamientos de ir de compras juntos –
-Lo es. Por eso ya no trabajo con él. No digo que te hayas convertido en mi brújula moral, pero... ya no puedo apartar la mirada – ella encontró su mirada. Él disfrutó los ojos despreocupados y rasgados de ella con su vista hacia el – Me has cambiado. Para bien o para mal, no lo sé. Pero creo que he cambiado. No estoy segura de sí me gusta quién soy ahora, pero... ¿es eso suficiente para ti?
No por primera vez esa noche, él la miró abiertamente, buscando cualquier señal de engaño o falta de sinceridad. No encontró ninguna.
-Pasé tantas noches en comunión con tu fantasma – dijo Mike con el corazón acelerado – pensando en lo que podría haber pasado si hubiéramos escapado juntos de esa torre. Últimamente he estado pensando en lo que podría haber pasado si no te hubiera dejado ir en Londres o en Yamagata. ¿Te gustaría saber qué pasaría?
-No puedo prometerte total honestidad y hay muchas cosas que no te diré. No voy a ser una persona fácil en quien confiar, Michael, y no puedo decir que mis motivos seguirán siendo puros.
-Pero al final siempre harás lo correcto, ¿no? – el no sabía si había logrado ocultar hasta qué punto esa declaración parecía una súplica –
Di que sí, Jin. Por favor di que sí.
-Digamos que un mundo de caos no es lo que quiero. Mi prioridad número uno sigue siendo acabar con Sean Devlin y con La Organización.
Una sonrisa amenazó con partirle la cara por la mitad a Mike.
Ella extendió su mano, dudó hasta que finalmente puso su mano sobre la de él, y lo único en lo que Mike podía pensar era en lo cálida que estaba la mano de la joven frente a él y en cómo se sentía como si finalmente se hubiera reconectado con ella; la parte que faltaba en él, lo real que se sentía y cómo esto era mucho mejor que sus alucinaciones de borracho.
Tal vez ahora era seguro decir que la reimplantación fue un éxito, y Jin se resistía a pensar qué habría pasado si en su lugar hubiera procedido con la amputación.
Él le apretó la mano con fuerza. Él había dejado que su mano se deslizara antes. Esta vez, se aseguraría de no soltarla. Esta vez sería diferente.
-Espero que no te arrepientas de esto – dijo Jin en un tono que le permitió a Mike ver una vez más a la persona bajo esa armadura –
-Sé que no lo haré. Y... – Mike respiró hondo, tratando de no dejar que esa única bocanada de aire se transformara en un sollozo – Lamento todas las cosas hirientes que te dije, y sobre todo por dejarte ir. No debería haberlo hecho. ¿Crees que puedes darme una segunda oportunidad?
-Esa debería ser mi línea, tonto.
La sonrisa de Jin le recordó a él las primeras luces del amanecer después de una noche de tormenta, o los cálidos rayos del sol asomándose a través de las nubes grises. Un estallido de esperanza. Un vistazo a la salvación. Una criatura de incomparable belleza que descendía de los cielos.
Esta era una segunda oportunidad no sólo para ella sino también para él y para ellos. Ella podría demostrar que no condenaría al mundo, él podría demostrar que realmente la quería de vuelta en su vida y ellos podrían demostrar que, a veces, las segundas oportunidades valían la pena.
-No siempre podre ayudarte y no siempre podre darte información, pero hare lo que esté a mi alcance para que esto pueda funcionar, Mike.
-¿De verdad crees que te quiero de vuelta sólo por lo que puedes hacer por mí?
-Ese suele ser el caso... CIA.
Mike dejó que su revelación asimilara su verdad. El asintió lentamente para sí mismo, mientras su mente se sumergía en conclusiones.
Él agarró su mano con más fuerza y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.
-Seré la excepción.
-Oh, Michael – ella sollozó y luego se rió suavemente – Ya lo eres. En muchos sentidos, ya lo eres.
No estaba acostumbrado a ver tanta honestidad en ella. Sospechaba que esto no duraría mucho, que ella se permitiría ser vulnerable sólo por esta vez, tal vez para volver a agradarle, pero mientras ella todavía estuviera con él, Mike haría todo lo posible para no dejar que la persona bajo las capas de acero se retirara a su armadura.
Le asustaba pensar que Jin podría haber terminado como los demás megalomaníacos a los que enfrentaba: cambiando para peor, ansiando poder, olvidando su humanidad. Pero Jin no. Él lo sabía ahora. Podía ver eso ahora.
***
Jin se puso de pie. Mike pensó en algo que decir, cualquier cosa para que ella se quedara, cualquier cosa para mantenerla a su lado, pero era temprano y de seguro ella también tendría que estar en otro lado, pero seguramente se volverían a ver, ¿verdad?
Había tantas cosas que quería contarle: su dolor durante los últimos años, las preguntas candentes que tenía sobre cómo había sobrevivido y cómo estuvo a punto de destrozar el celular desechable que ella le había dado, entre muchas, muchas cosas pero el tiempo les apremiaba. Entonces, en lugar de eso, le preguntó:
-¿Estarías preocupada por mí cuando no te vea?
-Siempre – ella rio y luego le dio un golpecito en la herida que acababa de cocer – Eres un desastre sin mí.
Su respuesta inmediata y directa le quitó a Mike el aire de los pulmones. Estaba intentando coquetear, pero ¿por qué recibía una respuesta honesta?
Pero Mike no se quejaba. A él le gustó. Tal vez si fuera un adolescente se habría retorcido el pelo y pataleado en el aire.
Él todavía estaba pensando en una buena respuesta cuando ella dijo:
-Siempre estoy preocupada por ti debido a tu tendencia a usar tu fuerza física más que tu cerebro.
¿Ella acababa de bromear? Ella simplemente lo hizo, ¿no?
Él gimió.
-Solo di que soy un idiota. No me enfadare, lo prometo. Muchos me dicen cosas parecidas.
-¿Verdad? – había una pequeña sonrisa en el rostro de Jin – Las grandes mentes piensan igual.
-Tú...
-No, de verdad, eres un idiota.
Mike cerró la boca con fuerza. No iba a discutir eso.
Jin caminó hacia él y luego le tomó la mano izquierda, mientras que su mano derecha ahuecaba su rostro. Luego estiró el rostro hacia arriba y lo besó en la mejilla. Mike quería girar la cabeza y presionar sus labios contra los de ella, sentir lo que sintió en la torre de BGP. Quería sentir lo que sintió cuando la vio en ese callejón en Londres y también cuando ese helicóptero se la llevo en aquellas montañas al norte de Japón. Lo que luchó por no sentir después de verla por primera vez después de cuatro años. Lo que lo aplastó cuando estaban en ese Mercedes en Piccadilly Circus. Lo que permaneció a su alrededor durante días, semanas y meses desde que la volvió a ver. Si giraba la cabeza lo sentiría todo. La presa se rompería y el océano inundaría los cursos de agua destinados a un pequeño río.
-Realmente tengo que irme – dijo Jin, con las manos todavía sobre su piel y el aliento saliendo de su boca en pequeñas bocanadas blancas en el aire –
La había visto tan de cerca antes, pero nunca con la sensación de que casi todo sobre ellos estaba sobre la mesa.
Casi, porque había un millón de cosas que ella no le contó y él sospechaba que nunca lo haría. Sus clientes. Sus motivos. Su verdadero objetivo en la vida. ¿Por qué estaba haciendo todo esto? ¿De dónde era ella? ¿Qué la llevó a trabajar con el enemigo? ¿Cuándo fue su cumpleaños? ¿Cómo le gustaba su desayuno?
Si el mundo terminara debido a su participación en asuntos que rara vez se veían, ¿aun así la alejaría? Porque allí estaba ella, tocándole la mejilla con los dedos sin guantes, pidiendo permiso para tocar más. Él se inclinó hacia su toque, dejó que su palma descansara sobre su mejilla, dejó que su mano hiciera su mundo de nuevo; como manos que riegan las flores marchitas en un cementerio.
Quizás algún día dejaría de pensar en su cuerpo como un cementerio. Tal vez algún día su cuerpo sería una galería, mostrando la evidencia de cómo alguien que él pensaba que no tenía corazón en realidad tenía tanto corazón para dar. Sería en forma de un beso en su cicatriz de bala, o un apretón de su mano para hacerle saber que todo iba a estar bien, o el fantasma de sus labios en su hombro mientras preparaba el desayuno, o sus dedos trazando con amor cada marca en su piel. Su cuerpo sería una galería que mostraría pruebas impermanentes de algo que podía volverse permanente. ¿Pero quién lo sabía?
Tal vez algún día...
-Una parte de mí murió en esa torre – dijo Mike, sujetándola ligeramente por la cintura – Una parte de mí apenas sobrevivió cuando me uní a la CIA – ambos apretaron sus frentes y sus respiraciones se mezclaron – Pero la parte de mí que se preocupaba por ti nunca murió. Eres una parte de mí que no puedo dejar ir – el envolvió sus manos alrededor de ella, una en su cintura, la otra en la parte posterior de su cabeza, y la atrajo hacia él, sintiendo las lágrimas calientes de Jin deslizarse por sus mejillas – Estas viva... estás viva.
Con sus manos extendidas sobre su espalda, Jin dijo con calma:
-Estoy viva. No soy un fantasma. Soy real y estoy aquí contigo... ahora mismo – ella entrelazó sus dedos por su cabello y pasó la otra mano arriba y abajo por su espalda – Estoy viva gracias a ti.
Él se apartó y la miró a los ojos. Ella se secó las lágrimas de sus mejillas y le dedicó una sonrisa reconfortante. Se preguntó qué aspecto tendría él para ella. ¿Podía ver la incredulidad y el asombro en su rostro? ¿El anhelo, la reverencia, el afecto que todo lo consumía?
Esta vez fue Mike quien dio el primer paso. Esta vez fue él quien tomó su rostro y se inclinó hacia adelante para besarla. Y no era suficiente, nunca sería suficiente. Así que la besó de nuevo y esta vez no estaba seguro de quiénes eran las lágrimas que mojaban sus mejillas.
La besó una vez más, sintió que el océano se desbordaba y engullía el lecho del río, y no le quedó más remedio que ser arrastrado. Él la acercó más, anclándose.
Y luego ella se alejó. No estaba seguro si era sólo un efecto de la luz, pero los ojitos rasgados de Jin volvían a parecer llorosos. Sus dedos bailaron por sus mejillas, su nariz, sus labios, luego le apartó el pelo de los ojos y le sostuvo la mirada, acunando su rostro con las manos. La ternura en la forma en que ella lo abrazaba le hacía difícil reconciliar a esta mujer con una misma persona que podía condenar al mundo.
Podía que ella no fuera la persona más fácil en quien confiar, pero Mike tomó la decisión de creer que ella siempre haría lo correcto cuando fuera necesario.
Mientras estaba allí, sintiendo el calor de sus manos en su mejilla tan cerca de ella, un pensamiento seguía corriendo por su cerebro: Aquí hay una vida que he salvado.
Él no la salvó de la muerte en esa torre; ella se había salvado. Probablemente ni siquiera necesitaba ser salvada de la bala que él recibió por ella. Pero si confiaba en sus palabras, si se dejaba engañar una vez más por aquel rostro desgarradoramente hermoso, entonces tenía razón: la había salvado. Él la había salvado de sí misma. Y tal vez él también se salvaría a sí mismo algún día.
Sus manos se deslizaron hasta la cintura de Jin y le pregunto:
-¿Crees que podrías visitarme en mi apartamento la próxima vez? Lo limpiaré y te haré un recorrido adecuado. Podemos jugar videojuegos. Incluso puedo prepararte la cena.
Una sonrisa se formó lentamente en el rostro de Jin, como un chorrito de miel.
-Ha pasado un tiempo desde que alguien me preparó la cena.
Y pensar que él era el causante de esa sonrisa. Él mismo no pudo evitar sonreír.
-Ha pasado un tiempo desde que preparé la cena para alguien.
-Cenar contigo, ¿eh? – Jin miró a su alrededor, tal vez notando lo tarde que era para su vuelo – Me gusta cómo suena eso.
-Haré que valga la pena, lo prometo.
-Ya estoy deseando que llegue.
Ella se alejó de él, sus manos casi tirando de ella hacia atrás. La distancia entre ellos no se sentía sólo física, si no emocional.
-Tengo que irme – dijo ella – Si nos encontramos en el trabajo, no seré tan suave contigo.
-Una profesional consumada, ¿eh? – las manos de él colgaban fláccidas a sus costados, ansiando agarrarla por la espalda y sostenerla hasta que el sol estuviera en lo alto del cielo –
Ella sonrió.
-Siempre.
Ya no estaba la mujer debajo de la armadura, ahora fue reemplazada por la mujer que había conocido por primera vez. Ya podía sentirla reconstruyendo sus muros.
Mike se metió las manos en los bolsillos para no parecer alguien depravado por el contacto de otra persona.
Mike se puso el gorro y se arregló el saco.
-Hasta la próxima, Michael. Cuídate mucho y duerme bien.
Con una sonrisa final y un beso en su mejilla, ella se dio la vuelta y se alejó de él. Mike observó su silueta mucho después de que Jin desapareciera en el pasillo.
Le dolía ver alejarse a una parte de su alma. Sintió que la caverna en su pecho se expandía, pero sabía que esa caverna desaparecería una vez que la volviera a tener en sus brazos. Sus caminos se volverían a cruzar porque los caminos que recorrieron ya no se bifurcaban del todo. La parte faltante de él finalmente regreso a donde pertenecía.
Así que no siempre tiene que ser doloroso.
Él se quedó allí sonriendo, con los ojos todavía en el pasillo vacío y el corazón todavía con la sensación de que iba a estallar. Ya estaba pensando en qué vestiría cuando finalmente se volvieran a ver, pero por ahora, debía planear una buena explicación sobre los agentes que habían resultado haber estado trabajando para Devlin.
¡Que pensamientos tan jodidos!
Mike reviso el bolsillo de su saco y se río del nombre de Jin cuando vio que ella le había dejado una notita en su bolsillo.
No todo es pesimista, Mike.
Si todo sale bien para ambos nos vemos en un mes... ¿Te parece?
¿Yo hago el plan o tú lo haces?
Atte: La espía de rojo
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