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REENCUENTRO PARTE 1

Febrero de 2014

Washington DC

Michael odiaba la política.

Odiaba las bromas y los apretones de manos falsos, la regla de que siempre tenía que usar traje y fingir que no despreciaba a todos los políticos que conocía.

El gobierno había sido la raíz del bioterrorismo desde sus inicios; estos políticos que decían luchar por el pueblo fueron los que habían financiado la investigación de Burton Grand Pharmaceuticals con la esperanza de extender sus ejércitos para llevar la "democracia" a los países del tercer mundo.

Le robaron una opción en su propia vida después de haber sobrevivido al incidente de Nueva York, amenazando su propia libertad al "saber demasiado". Mike hizo su elección y se unió a la CIA con tal de que con eso pudiera luchar contra gente que quisiera que el mundo fuera un lugar peor.

Simplemente no confiaba en los políticos ni un poco. Fue destrozado y reconstruido por el sistema; había vivido cientos de misiones en donde su vida había estado al límite. Se volvió un experto en salir de situaciones difíciles pero el sabía que algún día la suerte se terminara.

Michael sabe que está destinado a morir luchando contra grupos terroristas y políticos corruptos, hizo las paces con eso hacia un tiempo.

Entonces, cuando el presidente Obama pidió verlo personalmente, Michael sabia tenía una misión en camino.

Desde aquella historia del joven que sobrevivió a los horrores de la torre de BGP y su posterior incorporación a la Estación Echo, Mike se convirtió en uno de los hombres de mayor confianza del presidente Obama cuando se trataba de casos relacionados con armas biológicas. A Mike no le importaba; creía que Obama era un hombre decente (incluso para un político) pero su favoritismo había sido la chispa de chismes y teorías para los demás agentes.

-¿Pidió verme, señor? – pregunto Michael, que se encontraba junto a la entrada de la oficina oval después de tocar ligeramente –

Obama levanto la vista de sus papeles y se ajustó las gafas.

-Michael Shepherd. No te esperaba tan pronto – respondió el presidente, levantándose de la silla para saludar a Michael con un firme apretón de manos –

-No es ningún problema señor. Estoy para lo que me indiquen – le respondió Mike, muy a secas y aceptando su situación –

-Como debe de ser, agente Boatman – Obama le indico a Mike que se sentara mientras que él se dirigió a la mesa auxiliar – ¿Whisky?

-¿Por qué no? – Mike tomo el vaso y observo el líquido. Se estaba acostumbrando demasiado al sabor, y por ello se bebió todo de un solo trago –

-Dejémonos de rodeos, así que vamos al grano ¿te parece? – el presidente soltó una risa forzada – Dentro de tres días habrá una reunión de paz en Japón. No puedo ir, pero uno de nuestros senadores, Richard Hellerman, asistirá en mi nombre.

-¿No es él quien dicen que los republicanos van a postular a la presidencia en las elecciones próximas?

-El hombre mismo. A parte de la empresa de su familia es un hombre de la vieja escuela.

-Lo conozco... más o menos. Salve a su hija en Londres hace unos años.

-¿Eres de Texas, no? Tu mejor que nadie aquí conoce a los de su tipo – le dijo el presidente, dando a notar que el agente pertenecía al sur del país y por ende también a esas ideas. Mike tendría que contestar con cuidado respecto a sus ideas políticas dado a que Obama claramente era demócrata –

-Mis padres siempre votaron por el partido republicano. Aunque realmente... las ideas del presidente en turno no son de mi incumbencia. Yo estoy para servir a los Estados Unidos.

-Así me gusta, Shepherd. Dejémonos de rodeos, pues he recibido información desconcertante – Obama miro a su alrededor antes de presionar una hendidura en su escritorio. Pronto, la habitación se llenó de una canción de Frank Sinatra, lo suficientemente tenue como para mantener una conversación pero lo suficientemente fuerte como para dominar cualquier dispositivo de espionaje – Interceptamos y decodificamos un mensaje sobre un intercambio de información que ocurrirá durante la reunión de paz. Información relacionada con códigos secretos y archivos relacionados con armas biológicas.

Por supuesto que no podía simplemente tener una semana monótona. Mike sabía que había más en juego.

-¿Y sospecha de Hellerman?

-Se lleva consigo a un comité de políticos influyentes. Podría ser cualquiera de ellos y por eso te necesito.

Michael respiro profundamente, sopesando sus opciones o la falta de ellas. El propio presidente le pedía que hiciera algo. No podría negarse aunque quisiera.

La verdad era que Michael hizo las paces con el hecho de que para eso servía toda su vida: luchar contra un enemigo que se negaba a permanecer muerto.

Era el arma del gobierno. Lo aprendió de la manera más difícil.

-¿Que necesita que haga?

Y así fue como Michael termino en un avión con la gente a la que se suponía debía proteger. Estaba trabajando con el equipo de seguridad de Richard Hellerman y sus asociados, que constaba de cinco ex militares altamente capacitados.

Nadie cuestionó por qué estaba en este viaje. Para todos los presentes, él era sólo un tipo más alistado para garantizar la seguridad del posible nuevo presidente.

Los otros políticos que acompañaban a Hellerman en el viaje eran todos del mismo tipo de hombres educados de entre 30 y 50 años, sin antecedentes de mala conducta que fueran lo suficientemente importantes como para aparecer en su currículum.

Eran tan comunes que todos podrían estar vendiendo secretos estadounidenses.

-Eres Mike Shepherd, ¿verdad? – Richard Hellerman lanzo la pregunta desde su asiento desde el otro lado de la mesita de reuniones –

Los otros chicos movieron las cejas mientras Mike se adaptaba en su asiento. A pesar de saber que su reputación lo había hecho famoso entre sus compañeros, nunca dejaba de ser incómodo.

-Sí, señor – Mike finalmente respondió –

-Ya me siento más seguro – los demás políticos se rieron ante la contestación, pero Richard parecía bastante sincero – A pesar de que has ido a mi casa, nunca he tenido la oportunidad de agradecerte el haber rescatado a mi hija en Londres. Solo quiero que sepas que tienes mi gratitud.

Aunque Richard fuera el padre de Linda Hellerman, Michael dudaba que mucha verdad sobre las operaciones de la Estación Echo acabara en los informes. Sólo el brazo antiterrorista de la CIA y el Presidente conocían toda la verdad. Aun así, Michael mantuvo su apariencia tranquila.

-Solo estaba haciendo mi trabajo.

-Me alegra que estés aquí. De verdad – es todo lo que dijo antes de volver a su conversación –

-Parece que has cautivado a otro presidente, Shepherd – dijo uno de los chicos, dándole un golpe en el hombro –

Michael suspiro profundamente. Éste iba a ser un viaje largo.

***

Después de llegar a Tokio e instalarse en sus habitaciones de hotel, Michael reviso los archivos de los sospechosos. Además de Richard Hellerman, había tres políticos más y un asistente.

Jonathan Stammos, Oscar Claremont y Derek Harris, todos senadores y amigos cercanos de Hellerman. Don Clark, asistente de Harris, un joven tartamudo con gafas gruesas cerraba el círculo.

Michael suspiro y bebió un trago de whisky del minibar. Tal vez debió de haber ido a la barra con los otros agentes y esforzarse un poco en convertirse en un hombre bien adaptado, pero estaba muy cansado y en su opinión, era mejor mantener la distancia si uno de ellos estaba involucrado de alguna manera en el tráfico de información.

Ben Hirsch le dijo una vez que esa era la razón por la que no tenía amigos además de Kate y el, y Mike estaba de acuerdo en eso. Era difícil entablar una conversación cuando desconfías de todos.

Ella me enseñó bien. Jin me lo enseño...

Mike se maldijo a sí mismo cuando su mente volvió a ella. Ahora no era el momento de despertar fantasmas del pasado. Aunque ella lo ayudo en aquella residencia en Japón, nunca regresó a él. Mike ya la había superado.

Él estaba bien.

Antes de lo que pretendía, la botella de whisky quedo vacía, pero su mente aún estaba alerta, por lo que Mike cambio su bebida a agua simple con la esperanza de aplacar los efectos secundarios.

Un golpe en la puerta lo saco de su trance. Él se levantó para encontrarse con Rogers, uno de los otros agentes con los que iba a trabajar. Rogers era un hombre corpulento con una apariencia tosca debido a su educación militar. De hecho, a Mike le recordaba a el mismo de joven.

-Los chicos irán a hacer turismo por la ciudad. ¿Te gustaría unirte a nosotros?

-Lo siento pero paso – le contesto Mike, muy a secas claro – Aún tengo algunos detalles que discutir con la seguridad del hotel – la respuesta ensayada salió de sus labios muy fácilmente. Otra cosa que dominó después de tantos años, el arte de mentir –

-¿Hay algo de qué preocuparse? Puedo ayudarte si lo necesitas.

-No hay necesidad – Mike se acercó la puerta, ofuscando la vista de Rogers de su escritorio donde todos los archivos estaban abiertos – Pero buena suerte en su recorrido.

-Correcto – dijo Rogers. No se lo tragó ni un poco, Michael podía verlo tratando de cambiar su expresión a algo neutral – Hasta luego, Shepherd.

-Nos vemos.

Cuando Michael cerró la puerta, regreso a su escritorio y cerro los archivos de todos los agentes. Todos ellos eran sospechosos. Realmente necesitaba otro trago.

A medida que se acerca la noche, Michael se inquietó. Quizás debería haber dado pistas sobre algunos de los agentes; había demasiadas variables a considerar, tantas maneras en que la misión podría desviarse. Por otra parte, por lo que él sabía todos podían estar involucrados.

Se estaba volviendo paranoico.

-¿Listo para otro evento aburrido? – el agente a su lado, Fallon, pregunto mientras revisaban el equipo de comunicación –

-Con un poco de suerte, todo terminará rápido – contesto Michael, colocándose el auricular en su oído –

-Estarás escoltando al pez gordo de los republicanos. Buena suerte – dijo Rogers desde el otro lado de la sala –

-Sólo para los discursos – argumento Michael, revisando su arma de confianza y guardándola en su funda escondida detrás de su chaqueta – El "After Party" es donde está la diversión.

-Un grupo de gente rica discutiendo cosas de gente rica. Qué divertido – comento Sawyer (el más joven de ellos) con una sonrisa –

-Ese es su trabajo. Sólo concéntrate en hacer el tuyo – Rogers casi lo regaño suavemente –

Sawyer simplemente se encogió de hombros en respuesta.

-Se acabó el tiempo, muchachos – anuncio Fallon –

Hora del espectáculo, pensó Michael.

¿Qué podía salir mal?

La respuesta era todo.

***

Los discursos fueron la parte más fácil; Hellerman pronuncio el suyo y todos aplaudieron mientras Michael exploraba la zona. Sawyer no estaba muy equivocado en su suposición; la mayoría de las personas parecían del tipo "ricos", sólo que estaban ahí porque se esperaba que lo sean y no porque les importara la paz mundial o lo que sea.

El After Party fue más complicado. Mike permaneció cerca de Hellerman y los demás, pero sólo podía estar en un lugar a la vez. Cuando los otros senadores comenzaron a interrumpir otras conversaciones, Michael tuvo que tomar una decisión.

Hellerman era el menos sospechoso de todos al estar siempre rodeado de altos dignatarios y asistentes. Mike exploro la zona. Stammos y Claremont estaban sobre la barra charlando entre ellos, sin ninguna amenaza allí (a menos que ambos fueran traidores); Harris y su asistente estaban hablando con un grupo de mujeres de una organización sin fines de lucro.

Mike se estaba volviendo loco. Era como buscar una aguja en medio de un pajar muy lleno.

-Hola, extraño.

Esa voz... en realidad se está volviendo loco. Mike se dio vuelta en segundos, pero al igual que cuando Michael la vio por primera vez en Nueva York, todo se detuvo.

Jin Park estaba parada frente a él, usando un vestido tradicional chino, esta vez verde en lugar de su característico rojo. Se veía igual que en sus sueños pero más bonita, como si eso fuera posible. La única diferencia era el cabello, que esta vez lo traía más largo y recogido en una trenza lateral.

Algo ardió dentro de su pecho pero se negó a reconocerlo. Había pasado ya casi un año, debería olvidarla junto con sus intrigas y mentiras.

Él ya la había superado.

-¿Qué estás haciendo aquí? – le pregunto Mike. Ella sonrío y al lanzarle su mirada con sus bonitos ojos rasgados, hizo que enviara chispas a través de Mike. Recupero todo: el amor, la lujuria, la tristeza, la ira –

-Recibí una invitación – Jin contesto muy simplemente como si eso respondiera todo – ¿Qué estás haciendo aquí?

-Trabajando – la voz de Michael era seca, como si el resentimiento que había estado albergando desde ese día en Londres se le hubiera escapado de la garganta –

Jin simplemente sonrío. Eso era exasperante.

-¿Tenemos tiempo para bailar? – ella le pregunto, dando vueltas a su alrededor y el noto que su perfume siguió siendo de la misma fragancia de jazmín. Por un segundo, Mike olvido por qué estaba enojado con ella –

-¿Qué deseas?

-Lo mismo que tú, supongo – eso la hizo detenerse. Ella miro alrededor de la sala; los senadores estaban absortos en conversaciones que parecían inofensivas – Paz en nuestro tiempo.

Jin lo toma de la mano y Michael casi reaccionaba mal, pero sus pensamientos racionales lo alcanzaron. Estaban en un salón de baile lleno de gente, entre parejas de todas las edades. Sin duda sería un lugar inusual para jugar con sus armas.

Ésa era la palabra correcta: jugar. Ambos sabían que nunca podrían lastimarse, al menos no físicamente.

Michael cedió y dejo que Jin lo guiara a la pista de baile, ciertamente era menos sospechoso que seguir mirándose fijamente el uno al otro muy tensamente. Su mano derecha se quedó en la cintura de ella mientras que Jin guiaba el baile, un vals ligero. La última vez que se tocaron así también fue la primera vez que hicieron el amor en Paris. Jin le sonrío como si supiera lo que estaba pensando.

-¿Por qué estás aquí? – el repitió la pregunta –

-Me encargaron interceptar un intercambio de información. Parece que mi jefe no quiere problemas esta vez – explico Jin mientras Mike la hizo girar. Jin contuvo una risa ante eso y el pecho de Mike se contrajo ante el sonido – Creo que estás aquí por la misma razón, ¿no?

-Tal vez –él se encogió de hombros, tratando de actuar con calma – ¿Pero por qué debería creerte? Podríamos trabajar juntos, pero luego me traicionarás como la última vez.

-Yo no te traicioné. Tenía una misión a parte, nada más – la mano de Jin se apretó alrededor de su hombro a la vez que contesto –

-¿Y qué hiciste con esa arma de pulso? ¿La vendiste al mejor postor?

-¿Es eso lo que piensas de mí?

Si Michael no estuviera tan enojado por el pasado, podría jurar que Jin parecía herida por sus palabras.

-¿Y qué debería pensar de ti? – el rostro de el volvió a cambiar a esa máscara intrépida. Mike ya la conocía bien y sabía que su momento había terminado –

-Si te apetece, me reuniré con la persona que vende los secretos en treinta minutos en el callejón de afuera – Jin retomo el tema – No sé quién es pero es tu oportunidad de atraparlos.

-¿Eres el comprador? – le respondió Mike, con una pregunta igual de confusa. La música había cambiado y algunas parejas se habían ido, pero ellos no. Michael apretó la cintura de Jin con más fuerza, esperando respuestas –

-Bingo – ella le sonrío como si acabara de aprobar un examen – ¿Te importaría unirte a mí ahora?

-Señor Shepherd, ¿le importaría darnos una pista sobre su hermosa pareja de baile? – el senador Harris los miro boquiabierto y Mike no tuvo más remedio que alejarse de Jin –

-Nia Sato. Estoy aquí en nombre de mi empresa – la mentira de Jin salió suavemente como siempre, incluso fingió un acento que ya había perdido. Ella era buena mintiendo – Perdón por quitarle el tiempo a su empleado. Pensé que él también era un invitado.

-Estoy seguro de que al agente Shepherd no le importaría que usted me concediera esta pieza – contesto Harris, agitando su champán y ciertamente ya estaba un poco borracho – ¿No le importaría si la invito a bailar?

-Para nada – Mike esbozo una sonrisa falsa mientras Harris tomaba la mano de Jin –

-Fue un placer conocerlo, señor Shepherd – Jin le lanzo una mirada significativa. Estaba esperando una respuesta a su oferta –

Michael asintió. Evidentemente llegaron a un trato y él afrontaría las consecuencias más tarde.

Observo a Jin con el senador y pudo ver a través de su fachada educada lo aburrida que ella estaba, lo que le hizo sonreír. Silenciosamente, Mike dejo la fiesta para esperarla afuera, explorando el callejón en busca de problemas. Si lo que Jin dijo era cierto, entonces la persona que buscaba llegará en breve.

El sonido de los tacones alerto a Michael y detrás de la pared en la que se escondía, vio a Jin esperándolo en medio del callejón; la luz de la luna brillaba sobre ella como un foco resaltando sus rasgos asiáticos y bonitos.

Definitivamente ella era la cosa más bonita que Michael pudo haber visto en toda la noche.

-¿Tienes lo que discutimos? – un hombre se le acerco a ella y Michael se maldijo a si mismo cuando se dio cuenta de quién era –

Era el asistente del senador Harris, Don Clark, pero en lugar de la versión nerviosa e incómoda que presentó, este Clark parecía más tranquilo y confiado mientras se acercaba a Jin.

-Una vez que me presentes los archivos, completaré la transferencia – Jin le mostro su teléfono –

-Sabes, creo que te prefiero a ti – a Michael se le helo la sangre ante la contestación de Clark –

Había algo mal.

-¿Qué...? – algo la interrumpió. Un tranquilizante fue disparado desde arriba directamente al cuello de Jin –

Ella cayó hacia adelante pero Clark fue lo suficientemente rápido para atraparla.

-Ni lo pienses – Michael retiro su mano del arma mientras otra pistola le apunto. Él conocía esa voz bastante bien –

-Tú también, ¿eh? – dijo Mike sin desviar la mirada del frente. Rogers lo miraba fijamente con una expresión en blanco –

-Lo siento, Shepherd. Tengo cuentas que pagar – le respondió Rogers sin presionar la punta del arma en su espalda, obligándolo a caminar –

Michael se maldijo a si mismo por haber sido tan estúpido; si le disparaban ahí en el callejón seria a quemarropa. Estaría muerto en un abrir y cerrar de ojos. Tenía que actuar así de inteligente si quería salir ileso y Jin...

-Mira a quién encontré – Clark levanto la vista ante las palabras de Rogers, ajustándose las gafas –

Mike noto que Jin no se encontraba por ningún lado.

-Sabía que nos seguías la pista, pero cuando te vi bailando con ella, estuve seguro.

-¿Donde esta Jin? – el pánico de Michael debía de ser bastante evidente porque Clark sólo sonrío –

-Tú sí la conoces – el rostro de Clark era una niebla de sorpresa y deleite – Esperen hasta que todo el mundo se entere de que el mejor perro de ataque de la CIA está conspirando con una espía enemiga.

-Vete a la mierda – Michael casi escupía las palabras – ¿Donde esta ella?

-Pronto lo sabrás.

Con un gesto hacia Rogers, la cabeza de Mike fue golpeada, sintiendo un dolor tan intenso que hizo que cayera enseguida y se fuera directo al país de los sueños.

Eso fue todo. Incluso si sobrevivía a esto, volvería a perder a Jin. Él acababa de encontrarla y ahora ella se había ido otra vez.

***

La cabeza de Michael latió con fuerza. Era como si alguien reorganizara sus células cerebrales en los lugares equivocados. Cuando abrió los ojos fue para la oscuridad y el sonido húmedo del agua corriendo en alguna parte.

Le dolían las muñecas con las apretadas esposas de plástico, pero el peso contra él y el perfume a jazmín le aliviaron el corazón.

-¿Jin?

Mike giro la cabeza tanto como pudo pero su olor era inconfundible. Ella estaba ahí con él, su espalda estaba contra la de él mientras ambos se encontraban contra el duro cemento.

-Puaj. Mi cabeza... – le contesto ella. Michael respiro en señal de alivio –

-Bienvenida al club – le contesto el con una risa humorística – ¿Qué diablos pasó?

-¿Crees que lo sé?

-Él sabía quién eras desde el principio. Esto es más que un simple intercambio secreto – Jin permaneció en silencio y aún sin verle la cara, Michael sabía que estaba ocultando algo – Sabes qué, no me lo digas. Estoy acostumbrado a tus mentiras.

-¿Entonces, porque estás aquí? – era la primera vez que Mike sentía la ira de Jin detrás de sus palabras cuidadosamente construidas – Si soy una mentirosa y una tramposa, ¿para qué molestarme?

Muchas palabras vinieron a su mente pero se detuvieron en su garganta. Su historia, su lealtad defectuosa... el amor eterno.

-A pesar de todo, todavía me importa lo que te pase – Mike decidió soltarle eso así como así, calmando su mente acelerada – Por una vez sólo quería una verdad de ti.

-Me están persiguiendo – dijo Jin finalmente –

-¿Qué?

-Una verdad. ¿Es eso suficiente para ti?

Había tantas cosas que Michael no sabía sobre Jin que a menudo hacían que se preguntara cómo una persona que conoció hace tanto tiempo y durante tan poco tiempo, había dejado una huella tan impresionante en su vida.

-¿Qué hiciste?

-No importa en este momento. Necesito que toques mi muñeca – el cambio de tema por parte de Jin fue tan drástico que provoco un latigazo en Michael –

-Eh, ¿por qué?

-Mi reloj todavía está encendido. Necesito que presiones el botón lateral para que podamos salir de aquí – Jin le instruyo mientras Mike comenzaba a trabajar –

Se imaginó tocando así las manos de Jin en circunstancias totalmente diferentes.

-¿Cómo nos va a ayudar eso? – pregunto el, antes de finalmente agarrar su muñeca con su mano izquierda –

-Ya verás. Apresúrate.

-Esto es más difícil de lo que parece – respondió Michael. Finalmente encontró el botón y lo presiono – ¡Entiendo!

Cualquier cosa que hiciera empezó a quemarle los dedos, así que lo dejó pasar. Pronto, el plástico duro de las esposas se rompió, soltando sus manos.

-¿Qué fue esa cosa? – Mike giro la parte superior de su cuerpo para ver a Jin manipulando las esposas de sus piernas –

-Un láser – dijo Jin simplemente, agachándose a su lado y soltándose las ataduras de sus piernas de una simple patada –

Cómo ella podía hacer eso con tacones, Mike nunca lo sabría.

-¿Un láser en un reloj? Muy "Ángeles de Charlie" de tu parte – Michael se burlo –

-Cállate – contesto Jin con una sonrisa que parecía casi cariñosa mientras se quemaba ella misma sus propias esposas – Tenemos que salir de aquí.

-¿Supongo que no tienes otra arma secreta por ahí? – le pregunto Mike, aun riéndose –

-Me temo que tendremos que luchar para salir.

Como en los viejos tiempos, Michael siguió a Jin hasta la salida. No tenían idea de dónde estaban; las cosas podrían complicarse muy rápido. Los pasos que escucharon afuera fueron suficientes para hacerlos detenerse.

Sin armas, el elemento sorpresa se convirtió en su única posibilidad.

-Déjame manejarlo – Mike le susurro y Jin casi puso los ojos en blanco –

-Qué momento para ser un caballero – respondió Jin, pero alejándose de la puerta –

Cuando la puerta se abrió, Michael actúo rápido pateándola hacia el lado opuesto para hacer tambalear al enemigo.

-Hola amigo – Mike rápidamente desarmo a Clark con un codazo en la cara, golpeando al hombre contra la pared – Qué bueno verte por aquí.

-Espera, podemos hablar – Clark tartamudo mientras que comenzó a gotear sangre de su nariz –

-Seguro. ¿Jin? – pregunto Mike hacia la joven –

Ella asintió mientras que Mike arrojo a Clark al suelo de una patada en las costillas.

Jin recogió la pistola del suelo y le apunto a Clark. Su vestido estaba arruinado, pero en opinión de Mike ella lucia hermosa de todos modos.

-¿Para quién estás trabajando? – pregunto Jin –

-Para mí mismo – respondió Clark, aunque más que por instinto que por verdad –

-Claro, te creemos totalmente –Michael intervino – Creo que necesitas un pequeño incentivo.

-¿De verdad crees que algún día el dejará de quererte muerta? – Clark se volteo hacia Jin, con un brillo maníaco en sus ojos – Devlin ofrece mucho por tu cabeza. Simplemente aproveché la oportunidad, muchos más harán lo mismo.

-¿Quién te dio los archivos? – Michael pregunto por última vez –

Sin antes de que Clark dijera algo más, el almacén se convirtió en una cacofonía de balas cuando Clark recibió disparos por todas partes. Michael escucho la voz de Jin llena de preocupación mientras que ambos saltaban para cubrirse, pero Mike ya iba con el brazo derecho ardiendo gracias a un disparo.

La escena transcurrió en rápidos destellos sobre él: Jin gritándole que estaba sangrando, Mike disparando balas a todas las direcciones sin lograr un objetivo y luego un hombre gritando mientras Jin pateo una de sus rodillas fuera de su lugar.

El hombre al que Jin agredió fue a Rogers, miembro del Servicio Secreto y compañero de Mike.

Jin lo remato al quitarle el arma a Michael para después darle un tiro en la cabeza.

Después de recuperar su teléfono del cuerpo de Clark, Jin regreso a su lado.

-Estás sangrando – ella le quito la chaqueta del traje para ver el rojo manchando la camisa blanca a lo largo de su brazo derecho – Fue solo un rozón superficial, gracias a Dios. Aunque necesitarás puntos.

-¿Por qué lo mataste? – fue lo primero que le vino a la mente a Michael al pasar por el cuerpo de Rogers –

-Él sabía de todo lo nuestro. Arruinaría tu vida – Jin paso por delante de él sin mirar atrás – Necesitamos mantener un perfil bajo. El apartamento que rente no está muy lejos de aquí.

Salieron del almacén y Mike la siguió en silencio. Nadie se inmuto ante una pareja que parecía haber abandonado un campo de batalla en ese vecindario. Afortunadamente solo caminaron un par de cuadras para entrar al departamentito que Jin tenía rentado en la zona de Shibuya, y como era de noche y no había ya casi nadie en la calle no hubo preguntas mientras subían a su departamento, uno muy modesto de dos habitaciones, un comedor y un baño. El lugar era tan impersonal que a Mike le recordó a su propia casa, un lugar hecho solo para llegar a dormir.

Mike se sentó en silencio mientras Jin lo curo, con el rostro arrugado por la concentración y preocupación. Hasta hacía apenas dos días él estaba seguro de que nunca la volvería a ver.

Ellos lo sabían todo. Rogers y Clark sabían de ellos, de su conexión entre ellos. Si alguna vez se filtrara algo de esa naturaleza, su vida habría terminado. Seguramente lo cazarían. El gobierno de Estados Unidos no tomaba a los traidores muy a la ligera.

-Los puntos están hechos – anuncio Jin mientras comenzaba a parchar la herida con una gasa especial –

-Después de casi dos años... ¿Devlin te sigue persiguiendo? – la voz de Mike resonó en el pequeño apartamento como si hubiera sido un balde de agua fría para Jin – Y no me digas "es mejor que no lo sepas". Sólo dime.

-Lo deje tan encabronado – Jin rio con ironía, mirando hacia otro lado – Eso es lo que pasa cuando le detienes sus planes a un megalomaníaco – Jin vio la sorpresa en los ojos de Michael, por lo que le dedico una pequeña sonrisa – No soy un monstruo.

-Nunca dije que lo fueras – aun así, esa revelación sacudió lo más profundo de Michael. La parte de él que se aferraba a la ira y a la desconfianza comenzó a desvanecerse, aunque fuera ligeramente – ¿Por qué lo traicionaste?

-Supongo que un mundo en llamas no es lo que quiero para proliferar en el mundo del espionaje. He estado corriendo desde entonces.

-Fueron dos años – dijo Mike con preocupación. Jin se encogió de hombros como si nada – ¿Por qué no dijiste nada? Podría haber...

-¿Qué, Michael? ¿Protegerme? Es peligroso, de verdad, nunca pondría en riesgo a nadie más – Jin termino de envolver la herida, que ahora no era más que un escozor persistente, y entonces se levantó y camino hacia la habitacioncilla de al lado – Todo listo.

-¡Pero estás en riesgo! No podemos dejar que te afecte así – Mike persiguió a Jin hasta su habitación –

-¿Nosotros? ¡No hay nosotros! – Jin le grito con fuego ardiendo en sus ojos – Soy una mentirosa y una tramposa, ¿recuerdas?

-¡Nunca te dije eso!

Ahora, ambos estaban en el espacio personal del otro, casi a punto de tocarse.

-Lo dejaste bastante implícito, así que ¿¡por qué te importa lo que me pase, Michael!?

La respuesta vino en un beso, tan desordenado y voraz que Mike no se dio cuenta de que él fue quien la agarró del brazo para acercar sus labios a los de él en un beso desgarrador que tiraba de las fibras de su corazón.

Las manos de Jin estaban en su cabello, tirando y hacia ella mientras que las manos de Mike recorrían su cuerpo.

Todo se consumió de la mejor manera posible cuando chocaron contra una pared, con Jin inmovilizada contra ella. Se separaron al mismo tiempo que respiraban con dificultad.

-No deberíamos – susurro Mike, su nariz tocaba el costado de la mejilla de ella –

El aroma a jazmín estaba por todas partes y él se sintió un poco ebrio. Sus manos se apretaron alrededor de la hermosa cintura de la mujer frente a él.

-¿Por qué no? – fue todo lo que ella respondió, una pregunta tan simple pero tan complicada –

Nunca funcionarían y no deberían hacerlo. Él era un agente del gobierno y ella una espía mercenaria; sus bandos eran enemigos naturales. En otra versión de la realidad, debería odiarla.

El intentó odiarla. Trató de limpiarse sus sentimientos por ella cuando supo la verdad, cuando ella le hizo creer que estaba muerta, cuando se fue y nunca regresó. Y sin embargo, aquí estaba a punto de cometer el mejor o peor error de su vida.

Si Mike cruzaba esa línea invisible, no habría vuelta atrás.

-No lo pienses demasiado Jin.

Los ojos oscuros de ella se encontraron con los de él; su mano derecha le aparto el cabello de la cara y por primera vez en mucho tiempo, él pudo leerla.

Toda la lucha abandono su cuerpo cuando ella lo beso, suave y lento, y era como un fuego encendido dentro de él alcanzando cada centímetro de su cuerpo sin que ninguna célula quedara ilesa.

Eso era todo. Jin era la pieza que faltaba dentro de él.

El beso se volvió frenético mientras se tocaban en cualquier lugar que pudieron. Años de frustración reprimida se liberaron de una vez.

Ambos se quitaron la ropa tan pronto se acercaron a la cama.

-¿Cómo abro esta cosa? – una risa se le escapó a Michael mientras intentaba desabrochar el sostén de Jin sin dejar de besarla –

-Siéntate...

Jin casi empujo a Mike sobre la cama; él cayó sobre las suaves sábanas mientras ella se desabrocho el sostén y se acercó todavía más aun con las medias y los tacones de aguja aun puestos.

Mike se sintió sonrojado al verla. Nunca se había sentido más atraído por nadie. Jin sonrío y él supo que ella se dio cuenta, pero eso era algo de lo que su futuro yo debería avergonzarse.

Durante sus sueños más locos pensó mucho en el momento en que volviera a hacer el amor con ella, justo como en Paris, pero la realidad era mucho mejor que todo lo que imaginó. Las manos de Jin recorriendo su cuerpo, sus uñas dejando marcas en su piel, el rastro de besos que él trazo por su cuerpo, los gemidos de ella cuando la boca de Michael llego entre sus piernas.

Jin soltó una risa tan inocente y alegre de eso, y definitivamente fue el sonido más hermoso que Mike jamás pudo haber escuchado.

Era un regalo verla tan despreocupada y gentil. Mike estaría condenado en el futuro previsible después de esta noche, pero valdría la pena si lograra recordarla de esta manera.

-¿Puedo? – pregunto el –

Ella asintió y lo beso. Fue todo lo que Mike necesito mientras el cuerpo de ella se apretó a su alrededor; fue embriagador y correcto y él nunca quiso parar.

La cuestión era que Michael siempre supo que amaba a Jin de esa manera abstracta en la que se podía amar a alguien desde lejos, como un recuerdo o un sueño, y por un momento intentó desenamorarse porque amar a alguien tan inalcanzable lo estaba matando lentamente, pero ahora ella estaba ahí con él.

Jin finalmente estaba presente, y Mike sabía que ella sentía lo mismo cuando gimió su nombre mientras se movían el uno contra el otro, cuando sus uñas se clavaron profundamente en su espalda, cuando ella lo beso con tanta fuerza que lo dejo sin aliento.

Él la amaba y siempre lo había sabido, pero ella también lo amaba y eso era todo lo que alguna vez podrían tener.

-Jin, yo... – el no pudo decirlo. Las palabras se atascaron en su garganta como cemento. Si él lo decía y ella se iba (por que se iría, siempre lo hacía), eso lo destrozaría –

-Lo sé – Jin le dio una pequeña sonrisa mientras él escondió su rostro en el hueco de su cuello –

Ambos lo sabían.

El resto de la noche la pasaron así, aprendiendo la forma del cuerpo del otro o simplemente besándose perezosamente bajo las sábanas. Michael no quería irse a dormir porque una vez que lo hiciera, no estaba seguro de que Jin estuviese allí en la mañana.

-Dime una verdad – dijo el mientras jugaba con las manos entrelazadas de ella –

-Dispara.

-¿Jin es tu verdadero nombre?

Al fin y al cabo, era una pregunta estúpida dada la línea de trabajo de Jin, pero él quería saber todo sobre ella, incluso lo que no parecía lo suficientemente importante.

-Park es mi apellido falso. Pero si me llamo Jin. Es todo lo que quedo de mi yo anterior – ella explico con una mirada lejana –

-¿Cómo es eso?

-Oh, no lo sé. Hay un chico americano que sigue gritando mi nombre cada vez que me ve – la sonrisa de ella se volvió cegadora mientras se burlaba de él –

-Creo que a ese chico le gustas – Mike la acerco y entrelazo sus piernas con ella –

-Normalmente no me gustan los chicos rubios, pero puedo hacer una excepción con él.

-Que afortunado – contesto el antes de besarla hasta dejarla sin sentido –

Besos, caricias y secretos compartidos se prolongaron hasta las primeras horas del amanecer mientras Mike y Jin intentaban aprovechar al máximo su tiempo juntos. Una vez que salió el sol, ambos sabían lo que vendría después.

Sin embargo, Michael no estaba listo para renunciar a este sueño, ahora que volvía a sentir la sensación de su cuerpo, la suave caricia de sus dedos, las palabras susurradas de afirmación dichas en la oscuridad... la idea de volver a la realidad era como un balde de agua helada bañándolo.

Como si pudiera leer su mente, Jin se presionó contra él en un abrazo lateral.

-Piensas demasiado – dijo ella, con el rostro escondido en su cuello –

-Lo sé – Michael la sostuvo allí y cerró los ojos, deseando por primera vez en mucho tiempo que su vida fuera diferente –

Deseaba poder ser simplemente; un hombre normal enamorado de la mujer que tenía delante. Quería que el tiempo se detuviera porque ambos sabían que todo terminaría cuando despertaran.


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