LA SEMILLA DEL MAL
En algún lugar de Alemania.
En la actualidad...
El trueno se estrelló en el cielo una vez más, enviando destellos de relámpagos hacia el suelo azotado por la lluvia e iluminando el contorno de una enorme casa solariega formal, construida en la costa escarpada. Esta propiedad había sido el hogar de varias generaciones de la familia Lehman, una prestigiosa línea europea descendiente de una estirpe guerrera alemana.
Cerca del otro lado del edificio, justo fuera del gran estudio que daba al océano embravecido, varios cadáveres frescos se alineaban en las losas del pasillo de entrada. Eran todos hombres, vestidos con trajes negros, gafas de sol y con auriculares y micrófonos de garganta. Todos habían sido baleados y algunos otros fueron golpeados hasta morir. Eran de seguridad privada, con la intención de proteger al residente actual de la finca, Franz Lehman.
Otra figura estaba de pie en el corredor, sobre el cadáver más reciente. Él también estaba vestido de pies a cabeza de negro, incluyendo una gabardina negra larga, camisa negra, pantalón negro, guantes y botas de cuero negras. El look se completaba con una máscara blanca que ocultaba su rostro, una adición un tanto cuestionable, considerando que estaba completamente oscuro en el interior. Por encima de las sombras había un mechón de cabello rubio, perfectamente peinado hacia atrás.
-Patético – murmuró "La Cabeza", arrojando a un lado los restos de una pistola Beretta utilizada anteriormente por uno de los guardias que acababa de matar – Todo tu poder, Franz... ¿y confías en estos aficionados para mantenerte a salvo?
Le tomo casi dos años, innumerables callejones sin salida y una gran cantidad de recursos de su perro de ataque Sean Devlin, pero el avance se produjo hacia dos semanas, cuando Jin Park consiguió la pista directamente del mayordomo personal de Lehman. Si el mayordomo había vendido a Lehman intencionalmente o si fue una filtración accidental, a "La Cabeza" no le importaba. Todo lo que sabía era que finalmente había encontrado al hombre que había sido como un "padre" para él, y finalmente obtendría las respuestas que buscaba.
Y así había venido aquí en la primera y tormentosa noche de otoño, a la casa familiar de Lehman. Tuvo que admitir que se sintió algo desconcertado por la falta de seguridad que tenía Lehman. Claro, tenía un buen número de guardaespaldas privados, pero los terrenos y la casa no estaban patrullados por nada con su poder; ni perros guardianes, ni circuito cerrado de televisión, ni alarmas... nada. Era casi como si Lehman quisiera que este hombre lo alcanzara.
"La Cabeza" se acercó a las enormes puertas dobles y las abrió sin esfuerzo. Se quedó de pie en la puerta durante varios segundos, mirando alrededor de la habitación; un estudio enorme, sus paredes cubiertas con enormes vitrinas con puertas de vidrio llenas de innumerables libros sobre ciencia, medicina e historia. También había una larga mesa de roble frente a él, con cubiertos ya dispuestos para una sola persona, y un conjunto de escalones en la parte trasera de la habitación que conducían a una hilera de enormes ventanas que daban al océano.
Y cerca de las ventanas había una figura solitaria y encorvada en una silla de ruedas. Podía escuchar la respiración profunda de la figura.
Lehman...
El enmascarado dio un paso adelante, dejando que las enormes puertas se cerraran detrás de él con un sonido perceptible, pero la figura en la silla de ruedas no reaccionó. El hombre cruzó el suelo de piedra a paso ligero; sus botas rozaron silenciosamente mientras se movía, pero el hombre en la silla de ruedas aún no reaccionó, aparentemente contento con solo mirar por la ventana frente a él.
"La Cabeza" subió los escalones poco profundos en tres zancadas y se situó justo detrás de la silla de ruedas. Se limitó a mirar hacia abajo, a la cabeza calva frente a él. Observó el pequeño sistema de soporte vital montado en el brazo derecho de la silla, que alimentaba un par de cables al costado del cráneo del hombre. Devlin decidió que había retrasado lo inevitable, pero solo lo suficiente.
-Lehman.
Su voz era fría y tranquila, como siempre lo había sido todos estos años. Tan pronto como la palabra salió de su boca, la silla giró para quedar frente a él; el rostro muy arrugado de Lehman y los inquietantes ojos azules desvaídos se encontraron con las sombras teñidas de "La Cabeza". El cuerpo huesudo de Lehman estaba vestido con un camisón morado claro con pantuflas sencillas en los pies. El anciano levantó la vista y esbozó una sonrisa malévola.
-Así que... has venido.
Lehman inmediatamente cayó en un ataque de tos seca, pero "La Cabeza" lo ignoró mientras miraba fijamente al líder de Aufstieg.
Lehman había esperado que él viniera. Así que la fuga de información fue deliberada. Por primera vez en mucho tiempo, "La Cabeza" se había quedado sin palabras.
-Sí, sí, esperaba que vinieras – dijo Lehman de repente en un tono ronco, girando su silla de ruedas y colocándose en una posición más cercana a la parte superior de las escaleras – Como siempre, Patrick cumplió con sus deberes admirablemente.
-Si esperabas que viniera, entonces debes saber por qué estoy aquí – dijo "La Cabeza" con firmeza, tratando de sacudirse sus sentimientos de inquietud. Lehman se rió levemente –
-Siempre al grano – comentó Lehman, mirando a algún punto en la distancia – Siempre fuiste tan directo y rápido, sin dudar nunca...
-¡Para! – espetó "La Cabeza", moviéndose para pararse directamente frente a la vista de Lehman, obligando al anciano a enfocarse en él – Todo el tiempo que trabajé con Aufstieg, me enorgullecía de poder leer a todos los que me rodeaban, conocerlos a la perfección. Excepto a ti, Lehman. Me tomaste bajo tu protección, me enseñaste mucho en el camino y sin embargo, nunca... ni por una vez me dejaste saber tus verdaderas intenciones. Siempre fuiste muy bueno disfrazando tus verdaderos planes, Lehman... pero ahora el engaño termina.
Lehman permitió que el silencio se prolongara durante unos segundos antes de que finalmente respondiera.
-Sí... como un libro cerrado – comentó el anciano – Siempre supe que esa era la única forma de mantener la investigación a salvo de todos los que me rodeaban. Pero tu ansiedad... creciendo en tus entrañas, como un peso de plomo, eso es lo que te obligó a buscarme, ¿correcto?
"La Cabeza" permaneció en silencio mientras Lehman hablaba, sabiendo que sería inútil tratar de negar a qué se refería el anciano.
-Intencional, mi viejo amigo. Fue un sistema implementado en el programa, diseñado para traer a todos los niños restantes de regreso a su "padre".
-¿Niños? – preguntó "La Cabeza" con curiosidad –
-Sí... los hijos de Hitler.
La revelación golpeó a "La Cabeza" como un tren de carga de la nada. Los hijos de Hitler... si ese era un proyecto de Aufstieg, ¿por qué nunca había oído hablar de el? Y eso que "La Cabeza" se enorgullecía de conocer todos los proyectos de Aufstieg como la palma de su mano. Lehman sonrió levemente antes de continuar.
-Verás, cuando mis colegas y yo descubrimos el Compuesto X hace tantos años... – explicó Lehman, manteniendo el contacto visual –Me di cuenta de algo. La humanidad era una especie demasiado frágil para ocupar este planeta. Tanta muerte y enfermedades por ahí, mil formas diferentes de matar a una persona: ¿cómo podemos esperar sobrevivir y propagar nuestra especie? Nuestros estudios con la tifoidea y disentería en los campos de concentración me lo demostraron.
"La Cabeza" simplemente continuó observando y escuchando; su mente perspicaz absorbiendo cada detalle que pudo determinar y repasándolo muchas veces. Lehman continuó su monólogo después de una breve pausa.
-Y así, poco después de que la derrota de Alemania fue inminente, nació el proyecto "ZWEITER ANFÜHRER", el proyecto que pudimos llevar a cabo gracias a nuestro trato con el gobierno de Estados Unidos. Hitler congelo sus embriones y nos los entrego antes de su suicidio con la esperanza de que sus hijos pudieran levantar un nuevo Reich en un futuro no tan lejano.
La mente del enmascarado se aceleró. Nunca había oído hablar de ese proyecto durante su tiempo en Aufstieg y de hecho, no apareció nada en los datos que había tomado cuando escalo posición.
-Cuando pusimos en marcha este plan la premisa era simple: evolución forzada para crear una nueva raza de seres humanos superiores. Comenzó con el secuestro de cientos de mujeres de todo el mundo, de padres con una inteligencia superior a la media... dime, viejo amigo, ¿recuerdas a tu madre?
Fue extraño. "La Cabeza" podía recordar muy poco de su infancia, pero lo poco que podía recordar era que nunca vio a sus padres biológicos. Solo el orfanato, donde le dijeron que su familia había muerto en un horrible accidente de tráfico. Y considerando las revelaciones de Lehman, todo parecía demasiada coincidencia.
-Pensé que no – sonrió el anciano, claramente disfrutando de retorcer el cuchillo en su antiguo "estudiante" – Todas estas mujeres, incluida tu madre, fueron monitoreadas cuidadosamente y recibieron la mejor atención posible hasta que tuvieron a los niños que plantamos en sus úteros. Los niños crecieron a un ritmo acelerado y solo así tuvieron el tiempo suficiente para prepararse para sus roles previstos...
-¿Y qué papel fue ese, Franz? – preguntó el enmascarado con firmeza; su ira comenzaba a aumentar por haber sido molestado así –
Habiendo venido solo para confrontar a Lehman, había estado expuesto a una gran cantidad de revelaciones que habían cambiado todo lo que había hecho y por lo que había luchado en su vida. Lehman solo sonrió y continuó, ignorando la pregunta del hombre frente a él.
-La mayoría de esos niños fueron a trabajar para nuestra corporación, incluido uno que vino a trabajar directamente para mí, si mal no recuerdo...
"La Cabeza" permaneció totalmente en silencio, sabiendo muy bien que el anciano se refería a él, desde que se unió al equipo de seguridad por primera vez cuando era un adolescente de cara fresca.
-Una vez que esos niños alcanzaron cierta edad, a todos se les administró un virus experimental... una forma pura del Compuesto X, diseñado para separar el trigo de la paja – explicó Lehman con un poco de alegría – A algunos se los dieron como parte de un chequeo de salud, a algunos se los dieron a la fuerza, otros lo tomaron voluntariamente... dime, ¿cómo recibiste tu muestra?
"La Cabeza" se congeló ante esas palabras. Sabía exactamente a qué se refería Lehman. Recordaba esa noche en la que había salido con su novia a la discoteca; él había tomado de más y chocaron con una valla que hizo que el saliera disparado del auto a través del vidrio y se rompiera la cabeza. Lo último que recordaba era despertar en el hospital junto a su padre adoptivo, que le había dicho que una inyección milagrosa le había salvado la vida, haciendo que su cuerpo se regenerara en poco tiempo.
-A través del accidente que tuve, por supuesto – Lehman sonrió ante el asentimiento del enmascarado – Obviamente, no sabía nada de su verdadero potencial en ese entonces – "La Cabeza" bajó un poco la cabeza, dándose cuenta de que tomar ese virus no fue una elección suya, sino un complot cuidadosamente planeado por parte de Aufstieg. La maldita organización había estado moviendo sus hilos durante años –
-Tenías tanto potencial, y al ver tus aspiraciones políticas supe que había hecho un bien a Aufstieg. El éxito del proyecto estaba asegurado.
-¿Y qué se pretendía lograr con este proyecto? – preguntó "La Cabeza"; las palabras fueron escupidas con considerable veneno, su fachada fría y tranquila desapareció – Parece que te has tomado muchas molestias para mantener este "proyecto" en secreto incluso de tus amigos y ayudantes más cercanos, Lehman. ¿Qué hay de todas las demás investigaciones con BGP? ¿Eso también fue una fachada? – Lehman solo sonrió y se movió a una posición diferente, con vista a la enorme mesa de roble en el estudio –
-BGP y su CEO, el doctor Burton eran parte del plan general – explicó el viejo – ¿Cuánto ganaba anualmente BGP? Esos fondos ilimitados hicieron realidad ese proyecto, y la investigación con otras armas bio-fabricadas era otra forma de probar el agua para lo que sucedería. Pero entonces Burton se volvió ambicioso y se llevo el Compuesto X al sector privado, retrasando nuestra investigación como por veinte años. Solo fue hasta que Devlin y Jin Park consiguieron unas muestras de la torre de BGP que pudimos reanudar nuestra investigación.
-No me interesa la clase de historia... ¿Cuál es tú objetivo final? – preguntó el enmascarado, comenzando a sonar harto mientras giraba y caminaba alrededor de Lehman en un círculo suelto, moviéndose hacia las enormes ventanas con vista al mar mientras los relámpagos caían en el cielo una vez más –
-El proyecto fue pensado como un medio para criar una raza de humanos superiores, creados a través del Compuesto X – explicó Lehman; su voz ahora sonaba muy ronca – Los Hijos de Hitler estaban llenos de un potencial ilimitado... para marcar el comienzo de mi nueva visión de un mundo puro. Pero al final, solo uno de ellos ha sobrevivido... tú.
"La Cabeza" continuó mirando por la ventana mientras reflexionaba sobre este último punto. Durante toda su vida, él había asumido que tenía el control total de su destino; desde su tiempo en el ejército, pasando por el accidente que casi le costaba la vida, el nacimiento prematuro de su hija hasta su tiempo con Aufstieg... pero no, todo este tiempo había sido un peón en el plan del anciano. Toda su vida era un plan cuidadosamente diseñado durante décadas de cuidadosa investigación y estaba destinado a completar el sueño de un loco.
"La Cabeza" volteo ligeramente su mirada hacia Lehman.
-¿Así que fui fabricado? ¿Todos lo fuimos, al igual que sus monstruos?
Lehman solo se rio entre dientes.
-En cierto modo – respondió el anciano antes de detenerse a toser un par de veces – Todos ustedes fueron monitoreados cuidadosamente, inculcados con mis valores y ética.
"La Cabeza" se sintió asqueado ante esa noción de que su cerebro había sido implantado con la personalidad y la moral del anciano demente.
Lehman estalló en otro ataque de tos, pero el enmascarado lo ignoró y se volteo para mirar por la ventana una vez más. Dentro de su cuerpo, podía sentir su ira creciendo con cada segundo; pura rabia hacia este patético anciano al borde de la muerte, revelando que su vida entera había sido una farsa, todo parte de un gran plan para repoblar el planeta con una raza superior de humanos. Todo en lo que "La Cabeza" había creído anteriormente se había hecho añicos; su propósito quedó vacío. Los grilletes de los que creía haberse deshecho años atrás lo habían estado pesando en secreto todo este tiempo.
Sintió que sus manos se cerraban en puños, pues la ira se derramaba en su cuerpo. El relámpago se estrelló una vez más.
-Tu creación aún tiene un gran potencial. Siempre supe, tan pronto como atravesaste esas puertas en las instalaciones de investigación de Alaska... supe que estabas destinado a la grandeza. Y por eso te di mi apellido y te hice mi hijo. Por eso elimine a todos los demás niños del proyecto... por que puse toda mi fe en ti.
"La Cabeza" se volvió hacia el anciano, mirando intensamente su espalda con los puños aún cerrados. Comenzó a caminar hacia adelante mientras Lehman hablaba una vez más.
-Nuestro Füher iba a ser un dios – jadeó Lehman mientras se obligaba a sí mismo a levantarse de su silla de ruedas, apenas capaz de sostenerse sobre sus miembros arrugados; los cables de soporte vital se desprendieron del costado de su cráneo y cayeron libremente – Gobernar sobre una nueva raza de seres humanos superiores, una nueva utopía – cuando se volteo, Lehman encontró a "La Cabeza" parado directamente frente a él, con su mirada en blanco –
Un relámpago se estrelló una vez más, y la luz blanca pura que inundó la habitación iluminó brevemente los ojos inhumanos y brillantes del enmascarado ardiendo en rabia.
-Sí... – susurró Lehman, mirando directamente a "su hijo" – ¡Pero ahora mi vela se quema tenuemente! Irónico, ¿no? Para alguien que creo a un dios... solo para enfrentarse a su propia mortalidad – "La Cabeza" solo miró hacia abajo en silencio, a los ojos enloquecidos de Lehman –
Era casi patético. Este era un hombre que tenía aspiraciones de Dios, un hombre que tenía la intención de acabar con la humanidad y repoblar el planeta con una nueva raza de humanos mejorados con un suero de super-soldados. Cuando "La Cabeza" se metió al gobierno de Estados Unidos, tenía toda la intención de labrarse su propio camino, y este hombre loco lo había arrastrado de vuelta a su plan para dominar el mundo, como un cursi villano de los comics.
Pero al mismo tiempo también podía ver el punto de Lehman. La humanidad era débil y frágil. Había visto todo tipo de formas espantosas para que un hombre muriera, por medio de armas de destrucción masiva y conflictos políticos que caían en estúpidos. Había que hacer algo con estos problemas en el planeta, pero nada se podía hacer con los grilletes que aún lo mantenían prisionero.
Pero ahora lo único que se interponía entre "La Cabeza" y ese objetivo era un anciano débil que se encontraba en sus últimos momentos.
-El derecho a ser un Dios... – reflexionó el enmascarado en voz alta, mirando a Lehman directamente a los ojos –
Lo que sucedió a continuación pasó en solo unos momentos. Devlin apretó con fuerza el cuello del Lehman y uso toda la fuerza de sus dedos para quitarle el poco aire que iba a sus pulmones.
Los ojos de Lehman se abrieron como platos, jadeando de horror cuando sintió que una fuerza inmensa apretaba su cuello como un cuchillo caliente a través de la mantequilla. Cuando sintió que el oxigeno ya no le llegaba al cerebro, miró la mirada indiferente de su hijo adoptivo mientras seguía jadeando por aire y aferrándose a los hombros de "La Cabeza". El enmascarado se acercó y susurró directamente al oído de Lehman.
-Ese derecho ahora es mío, padre. Ahora yo soy "Zeus". Aufstieg no te pertenece.
"La Cabeza" dio un paso atrás, retirando sus brazos del cuerpo de Lehman. Lehman cayó; algunas de sus costillas y otros huesos se rompieron por el impacto. Golpeó el piso nivelado, rodando sobre su espalda. El enmascarado siguió mirando a Lehman durante unos segundos.
-¿Tú? ¿Un Dios? – preguntó con una risa siniestra – Arrogante como siempre. ¡Solo el que tiene la verdadera capacidad tiene derecho a ser un Dios!
Con eso, "La Cabeza" se dio la vuelta y caminó hacia las enormes ventanas, mirando a través del océano embravecido solo con sus pensamientos. En los años anteriores, había asumido que construir una base de recursos y riqueza a través de la empresa por la cual era propietario era lo que quería en esta nueva vida. Pero la ansiedad que lo carcomía lo había incitado a buscar a Lehman para conocer la verdad del pasado, y esa verdad había sido incómoda.
Él y los otros llamados "Hijos de Hitler" fueron los que estaban dotados de grandeza y bendecidos con poderes más allá de la imaginación humana, pero Lehman (el anciano marchito que tenía delirios más allá de su estatura) era quien pretendía ser un Dios en este supuesto nuevo mundo. Era patético y ridículo. Las palabras de Lehman ya resonaban en su mente.
Sabía que estabas destinado a la grandeza...
Eso fue todo. El destino de "La Cabeza" (ahora el nuevo "Zeus", el jefe de Aufstieg) finalmente le había sido revelado, y ese destino sería supervisar la creación de una nueva raza perfecta, muy alejada del mezquino y violento estado actual de la raza humana. Después de todo, tantos años sumergiéndose en los negocios y en la política le habían mostrado lo frágiles que podían ser los humanos insignificantes, las mismas características frágiles a las que había renunciado años antes.
Dejaría a un lado su búsqueda para tratar de llevar a su multinacional a la grandeza, y en su lugar usaría sus recursos actuales como base para hacer realidad la visión de su padre adoptivo, para marcar el comienzo de una nueva era para la humanidad.
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