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XXI: Firestorm y Flash nos salvaron.

Muchas veces las cosas son más complicadas de lo que uno podría imaginarse. La primera ley de Murphy dicta: "Si algo puede salir mal, saldrá mal", y aunque Emeraude lo sabía de sobra, nunca esperó escuchar de Angelique las palabras que harían que ella, iracunda, quisiera golpear el saco de boxeo hasta que los nudillos, codos y rodillas le sangraran.



"El gusano se regeneró."



Caroline y Frankie habían seguido muy de cerca todo el tratamiento y hallaban inexplicable lo que había sucedido. La cantante entendía que la doctora Murray había hecho lo posible para evitar una recaída, pero al tratar un parásito tan inusual, cualquier cosa habría podido ocurrir después de unos días. La realidad la golpeó de una forma que ella nunca previó, y aunque la cirugía le había devuelto gran parte de la voz, eso pasó a un segundo plano cuando supo el alto precio que debió pagar para que eso pasara: tendría que visitar el hospital y la mansión Tremblay con mucha más frecuencia de la que deseaba.



Laetitia y los demás estaban preocupados por su amiga, pues desde que se enteró que "el sepulturero" se resistía a dejar su cuerpo, ella había entrado en una depresión complicada de afrontar: bebía más vino del normal casi todos los días, adquirió la costumbre de no dormir mucho y se convirtió en una persona muy callada. Nunca se había comportado así, ni siquiera después de la muerte de Clip, por lo que todos estaban un poco desconcertados. Incluso Katrina, que había acordado con su hija ir a Copper Grace cada fin de semana para ayudarle con Sonny y otras cosas, estaba extrañada. Jamás la había visto tan triste, y a medida que el tiempo pasaba, no lograba hacer que se sintiera mejor.



En una de esas noches de sueño evasivo y alcohol por montones, después de hacer dormir a Sonny, Emeraude trataba de hacer lo mismo sin éxito. Tras unas cuantas copas de vino se recostó en el sofá y miró al techo, luego cerró los ojos por unos segundos. Antes de abrirlos de nuevo, escuchó unas voces que nunca habría imaginado oír en la misma habitación.



—D cuatro.

—Agua. H siete.

—Le diste al portaaviones. B tres.

—Agua.

—No me digas, Asclepius. ¡Estás haciendo trampa!

—No hice trampa, Samuel. Mira el tablero, ¡le diste al agua!



Sam y Clip jugaban Batalla Naval, y el chico tatuado le reclamaba al grandote por la extraña formación de sus barcos.



Emeraude no podía creerlo. Sabía que estaba soñando, pero no recordaba haberse quedado dormida. Clip, al ver que ella no podía quitarles los ojos de encima a los dos, se levantó de la silla, tomó la mano de su chica y le dio un suave beso en el dorso.



—Apuesto lo que sea a que quieres una explicación, Mimi. —la cantante, en medio del desconcierto, asintió.

—Qué... ¿qué es esto? —Sam se levantó de la silla y se acercó a la ventana.

—Te desmayaste otra vez, Ems.

—Vale —la joven respiró hondo—, eso explica muchas cosas. Y no digo que no extrañe a Clip, pero...

—Eso no lo sé —el chico tatuado se encogió de hombros—, él ya estaba aquí cuando llegué.



Clip abrazó a Emeraude. Ella suspiró. Había pasado muchísimo tiempo antes de imaginar que en uno de sus sueños volvería a estar en brazos de la persona que amaba.



—Las medicinas me están tostando el cerebro. —dijo la joven.

—No digas eso, Mimi. —replicó el grandote con paciencia.

—¿Qué es esto si no el estúpido gusano jugando con mi mente?

—No lo sé, amor... pero creo que deberías calmarte un poco. Me preocupa ver la forma en la que te portas ahora.

—¿Qué esperabas? Moriste. Volví a casa de Arne para no sentirme tan sola. —Emeraude hundió la cabeza en el pecho de su novio.

—Puedo imaginarlo. Mimi, necesito que hagas algo por mí —Clip tomó entre sus manos el rostro de Emeraude—: trata de sobrevivir, no dejes que esto te consuma. Créeme cuando te digo que nunca en mi vida había conocido a alguien tan optimista como tú, y saber que estás deprimida es triste. Hay cosas muy importantes en tu vida y lo sabes.



Sam cerró la cortina y se sentó en el sofá.



—Tienes motivaciones muy fuertes, Ems. No las dejes en el camino.

—Sammy, lo intento. De verdad lo hago, pero se me hace tan complicado...

—Lo sé. Pero tienes un carácter que puede con cualquier cosa. Has soportado demasiado, incluso más de lo que una persona normal puede aguantar. Eres capaz de salir de esto. Los dos te conocemos, por eso creemos que vas a superarlo.



La cantante también se sentó en el sofá y empezó a llorar. Su subconsciente se había vuelto loco, y a pesar de saber que el Clip sentado junto a ella no era real, le había hecho sentir un poco más tranquila volverlo a ver, sin importar que fuera en sueños.



Sam y Clip se miraron y se encogieron de hombros. Luego de unos segundos, el médico abrazó a Emeraude y le acarició la cabeza.



—Tranquila, Mimi... llora todo lo que quieras. —el chico tatuado sonrió mientras tomaba la mano de la joven.

—El grandote dijo algo importante hace un momento. Tienes razones para vivir. Sonny, por ejemplo... dudo que él disfrute de verte deprimida y gruñona. —eso era cierto. Al pequeño pelirrojo no le habría gustado mucho ver que su madre se echaba a la pena, y a toda costa trataría de hacerla sentir mejor. Pero no había en el mundo suficientes galletas con leche que pudieran levantarle el ánimo tan fácilmente.



Clip acarició la mejilla de su amada y le dio un beso en la frente.



—La cosa roja con ojos es algo importante. Está vivo, tiene un hijo... y debe saber que Sonny existe. —el chico tatuado le dio una suave palmada al médico en la nuca.

—Se lo he dicho, grandote. Muchas veces. No lo entiende, ¡es terca como una mula! —Emeraude se levantó del sofá y empezó a caminar por toda la sala sin decir una palabra. Después de un rato, se decidió a hablar.

—Dije que hablaría con Sammy apenas lo del gusano se solucionara. ¿Ves que esto se arregle?

—Ems...

—No, dime —interrumpió la joven—. ¿Me ves curada?

—Pues...

—Lo imaginaba. —replicó Emeraude cruzando los brazos.

—Oye, lo siento. Aun así, creo que debes hablar con él ahora. No me gusta pensar en los peores escenarios, pero tienes que darte cuenta... ¿qué pasará si nunca te curas? ¿Cuántas excusas más piensas sacar para evitar verte con el Sam real?



Clip se volvió hacia Emeraude y cruzó los brazos.



—Sí, Mimi... ¿cuántas excusas más? —ella miró a su novio con un poco de exasperación.

—Genial, ustedes dos me están emboscando. ¡Magnífico! Ahora que lo noto, ustedes dos habrían sido muy buenos amigos si se hubieran conocido en el mundo real. Pero no voy a dejar que me hagan esto. Solo están en mi cabeza y no tengo por qué estar aquí estancada con ustedes. Voy a tratar de despertar, y no quiero verlos más por hoy. —Sam soltó una inocente risa.

—Ems... no puedes controlar cuándo te despiertas de un desmayo. Aunque, bueno... ha pasado un tiempo. Tal vez ya puedas recuperar el sentido. Inténtalo. —la cantante cerró los ojos y respiró hondo. Sam, para captar su atención, le dio un suave codazo a Clip, y los dos compartieron una imperceptible mueca burlona que luego se transformó en una risa, a lo que el grandote se acercó a ella para abrazarla.

—Mimi, no lo intentes demasiado. Despertarás cuando puedas.



Para la cantante, estar entre los brazos del hombre que amaba fue un catalizador de aquellas sensaciones que extrañaba y se habían esfumado hacía más de un año. En sus recuerdos, Clip era el mejor hombre que había pasado por su vida, la amaba con locura, la hizo feliz mientras estuvo vivo, adoró a Sonny sin estar obligado a hacerlo y siempre la acompañó en aquel camino que le había costado muchísimas lágrimas secretas de las que nadie, ni siquiera Laetitia, tenía idea. Pero justo en ese momento, se dio cuenta de lo que le esperaba mientras veía por encima del hombro del amor de su vida: necesitaba volver a ver a Sam, y no se refería al que retozaba en su subconsciente, debía encontrar al que, en algún lugar del planeta, trataba de abrirse un pequeño espacio en la historia con su privilegiado intelecto y su gran amor por cualquier manifestación del arte.



Las lágrimas empañaron los ojos de Emeraude sin que ella pudiera controlarlo. Varios sonidos le retumbaban en los oídos y una corriente de aire gélido le causó un escalofrío, obligándola a dejar de soñar. Inmediatamente abrió los ojos.



Una voz infantil la devolvió a la realidad. Una bolsa de suero le hacía compañía. Una máscara de oxígeno le cubría la cara. Un dolor de garganta le quemaba las entrañas. Un destello blanco le encandilaba los ojos. Un zumbido en el pecho la rescató de su inconsciencia. Un toque cálido en la mano atrajo su atención con vehemencia.



Cuando Emeraude estuvo completamente consciente vio a Sonny junto a ella, tomando su mano mientras sonreía.



—Mami, ¡mami! ¡Despertaste! Te perdiste de Flash, y salvó a la ciudad, y había un hoyo azul, y, y... luego llegó Flash y corrió hacia él, y... llegó Firestorm, y entre los dos salvaron la ciudad, y, y, y entonces el hoyo hizo boom, ¡y Firestorm y Flash nos salvaron! Nos salvaron, ¡nos salvaron! —Sonny, emocionado, salió corriendo por toda la habitación del hospital mientras sacudía los brazos. Laetitia tuvo que correr tras él para que no saliera al pasillo haciendo escándalo. Lyle se acercó a la cama a la vez que masticaba una rosquilla.



—Buenas tardes, Emi. —la cantante estaba confundida. No entendía lo que había sucedido.

—Lyle, ¿de qué habla Sonny?

—Exactamente eso, veíamos la serie de Flash en televisión. Barry Allen salvó la ciudad de un hoyo azul que no paraba de crecer. Firestorm metió la mano también y... fin de temporada.

—Gracias por mantenerlo distraído —respondió la cantante—. Pero tengo una pregunta.

—Dispara. —replicó el bajista.

—¿Qué hago aquí?

—Sonny fue por jugo a la cocina anoche y te vio desmayada junto a la ventana. Él corrió a la habitación de Arne y Lety y les pidió que llamaran a una ambulancia.

—¿Dónde está Angelique?

—Vendrá en un rato. Tiene unos cuantos exámenes por hacerte, así que no tardará en hablar contigo. Descansa un poco, ahora estabas delirando de fiebre. Llamaste a Clip varias veces mientras dormías.

—Tengo que hacer algo primero. Podrías llamar a Lety, ¿por favor?

—Claro que sí. Ya lo hago.

—Gracias, Lyle.



Lyle salió con Sonny de la habitación, y unos minutos después, Laetitia estaba junto a su mejor amiga.



—Ems, Lyle dijo que me necesitabas. ¿Sucede algo malo? —la cantante movió la cabeza en señal de negación. Lo que quería hacer no era malo en absoluto. Era, después de haber aceptado tener a Sonny, la mejor decisión que había tomado en su vida.

—Lety, necesito que me hagas un favor. ¿Puedes encontrar a Sammy por mí? Quiero que él y Sonny se conozcan de una buena vez.

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