Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XIII: Cuarenta centímetros de más.

—Disculpa la fría bienvenida, Emeraude. A decir verdad, tenemos pocos pacientes aquí, al parecer Copper Grace no tiene mucho material para nuestra rama investigativa y eres la primera en venir por tu cuenta.

La doctora Caroline Taylor trataba de ser amable, pero a leguas se le notaba que no se sentía muy cómoda con la gente. Emeraude lo notó de inmediato y sonrió para disipar un poco la tensión.

—No hay problema, doctora Taylor. Entiendo que sea así, la ciudad no está muy expuesta a enfermedades o agentes externos que nos perjudiquen. ¿Puedes resolverme una duda?

—Claro —respondió la médica—. Dime lo que quieres saber.

—¿Cómo acabaste aquí? Este lugar no combina con alguien como tú.

—Oh, supongo que lo dices por las labores que desempeño en el laboratorio—la cantante asintió—. Esto parece un invernadero, pero la gran realidad es que el señor Tremblay me pidió que fuera su doctora de familia. Su hija mayor murió hace dos años por un parásito que Frankie todavía está estudiando y no quiere que a sus demás hijos les suceda lo mismo.

—¿Frankie?

—El parasitólogo. Él le dio la idea a mi jefe para convertir esto en algo más que una casa donde abundan los organismos raros. Probablemente también te preguntarás por qué el doctor Yang te envió aquí en lugar de un especialista diferente.

La Mansión Tremblay era un lugar donde se hacían investigaciones de enfermedades causadas por agentes prácticamente desconocidos o que no tuvieran muchos casos documentados. Aquellas dolencias cuya causa concreta no estaba especificada tenían un espacio especial en el vademécum del lugar, y Emeraude tenía un par de dudas acerca de por qué estaba ahí, si no se sentía del todo mal.

—No puedo negar que estar en este sitio me da mucha curiosidad. También un poco de miedo.

—Déjanos el estrés a nosotros. Hay muchas cosas que estamos investigando al mismo tiempo, pero con un caso como el tuyo no vamos a distraernos, puedes estar tranquila. El asunto es el siguiente: hemos notado que después de las últimas lluvias se han incrementado las poblaciones de ciertos tipos de microorganismos por los cuales pudiste haber sido afectada. El señor Tremblay está bastante preocupado por los efectos de esto y aun no sabemos cuánta gente se ha enfermado. Así que gracias por venir, y no importa si eres la única ahora... con ayudarte a ti podremos entender más casos futuros.

—Si les sirvo de algo y logro averiguar lo que me pasa, no hay ningún problema.

Al entrar a los niveles inferiores de la enorme mansión, Emeraude y Caroline fueron recibidas por un chico moreno con el cabello hasta los hombros que bebía un batido de Harvest. Al ver a la cantante se quedó boquiabierto. Nunca había visto una chica tan bella.

—¡Oh, hola! ¿Caroline, te importaría presentarme a tu paciente? —la doctora miró a Frankie con seriedad. Emeraude sonrió cortésmente mientras le tendía la mano al chico.

—Soy Emeraude Blanchard. Tú debes ser el brillante Frankie. —un poco aturdido, él respondió al saludo después de pestañear nerviosamente.

—Sí. Frankie Estrada, parasitólogo, ingeniero químico y un par de títulos más que no necesito mencionar para no aburrirte. ¿Qué podemos hacer por ti? —Emeraude tocó sus sienes suavemente y le guiñó el ojo al muchacho, haciéndolo sonrojar.

—Ando enferma de esto todo el tiempo... sufro de mareo, vómitos y dolores de cabeza. Incluso siento que mi capacidad auditiva ha aumentado un poquito.

—Vaya. ¿Desde hace cuánto?

—Unos días. Pero es importante curarme de esto, soy cantante en un bar, básicamente cualquier sonido me molesta y me hiere los oídos si subo demasiado el volumen. No me hace bien trabajar así.

—Oye, tienes hiperacusia... ¡eres como Heimdall!

—Digamos que sí. Oigo crecer la hierba, pero no tengo que custodiar el Bifröst.

Frankie soltó una risa nerviosa y tocó el brazo de la doctora Taylor. Por fin había conocido alguien que entendía un poco sus cosas "nerds".

—¿Lo ves, Caroline? No son tan difíciles de encontrar. Hay chicas como yo. La única diferencia es que miden cuarenta centímetros de más y tienen la aurora boreal en el cabello. —Emeraude sonrió. Era la primera vez que le hacían cumplidos tan inusuales.

—No son cuarenta centímetros. Tal vez quince.

—Aun así —el muchacho suspiró—, eres una valquiria.

—Gracias, Frankie. Eres muy lindo.

—Oh, no...

—¿Qué pasa?

—Eres muy lindo, pero... —Frankie levantó las cejas.

—Pero nada, eres muy lindo. Gracias por tus cumplidos.

—Es con gusto, valquiria. —Caroline interrumpió el momento, tomando a Emeraude del brazo con delicadeza.

—Frankie, disculpa... tengo un examen médico por hacer. Me voy a llevar a la valqui... digo, a Emeraude, y en un rato te la devolveré. —la cantante se despidió del muchacho con un gesto de la mano y una tímida sonrisa, mientras la doctora la llevaba a una pequeña habitación.

A medida que Caroline examinaba y anotaba los síntomas de Emeraude en un papel, su paciente miraba con curiosidad todas las máquinas que estaban en el lugar. Eran cosas que ella nunca había visto y le parecían asombrosas.

—Mencionaste mareos, dolores de cabeza, vómitos y una ligera hiperacusia. ¿Algo más? —la cantante asintió.

—Las náuseas y los mareos son los que me preocupan ahora. Me hicieron exámenes para eso y tengo la leve sospecha de que no están relacionados con lo del oído o el dolor de cabeza. —la doctora chasqueó los labios y le entregó una hoja de papel a su paciente.

—Lamento decirte que lo están. El doctor Yang me envió los resultados del examen de sangre esta mañana, no estás embarazada.

La joven respiró hondo. Una cosa más para no preocuparse.

—Gracias, doctora Taylor. Es bueno saberlo.

—No es nada, Emeraude. Hago mi trabajo como cualquiera.

—No me malinterpretes, pero en este momento no puedo permitirme estar embarazada.

—Lo entiendo —la doctora esbozó una leve sonrisa—. No te sientas mal por no querer estarlo.

Emeraude continuó mirando lo que le rodeaba, y a través de un cristal pudo ver la figura parcial de alguien que estaba en cama. Luego recordó una de las frases que Caroline le había dicho al principio.

—Oye, ¿por qué dices que soy la primera en venir por mi cuenta?

—Porque es cierto. El primer paciente que tuvimos fue traído desde el Hospital de Copper Grace con síntomas que no encajaban en ningún cuadro clínico conocido y estaba inconsciente cuando el doctor Yang lo envió. No tuvo forma de decidir si venir o no en un principio, así que al juez Arden no le quedó más remedio que aceptar el tratamiento.

—Espera —dijo la cantante al oír aquel apellido—, ¿dijiste Arden?

—Sí... Arden.

—¿Howard Arden?

—Así es. ¿Lo conoces?

La cantante, con los nervios de punta, pasó saliva. Hizo su mejor esfuerzo para ocultar de Caroline la sorpresa que la invadió al saber que el abuelo paterno de Sonny estaba tan cerca de ella en aquel lugar donde habría sido improbable que se encontraran. Antes de empezar a sentir sus rápidas pulsaciones en las sienes, asintió.

—Vi un par de clases con su hijo en la universidad. Sé quién es, Sammy me habló de él.

—Es una de esas casualidades que no se esperan. Logramos despertarlo el día que llegó aquí luego de estar a punto de morir asfixiado. Su sistema nervioso se vio afectado por un parásito que adquirió recorriendo la ciudad y lo tenemos en monitoreo para eso. Viene una vez a la semana y deja que le administremos sedantes mientras tratamos de acabar con ese bicho. Duele bastante, por eso lo ponemos a dormir por un par de horas.

—Vaya, eso suena complicado. Lo importante es salvar su vida, ¿no?

—Así es —la doctora anotó algo en una hoja de papel—. Oye, es probable que tu tratamiento sea parecido al del juez Arden si tus pruebas arrojan el mismo resultado que las de él, ¿te gustaría ver cómo funciona?

—¿Puedo?

—Sí, claro que puedes.

Las dos mujeres caminaron hasta el lugar donde Howard yacía, y la cantante no pudo contener un suspiro al verlo con ictericia, erupciones cutáneas en los brazos y una máscara de oxígeno cubriéndole el rostro. La doctora comenzó a hablar sobre los medicamentos que se administraban, sobre los cuidados que debía tener el juez con la alimentación, con los posibles escenarios donde el parásito que lo aquejaba podía estar presente. La cantante escuchó todo con atención sin quitarle los ojos de encima al paciente.

A Emeraude le costaba creer que ese Howard Arden era el mismo que le describió Sam cuando le habló de quien no toleraba sus tatuajes, sus videojuegos, su manera de ver la vida. Ella se encontró frente a un ser vulnerable, indefenso y apacible. Si no hubiera estado segura de que Sam decía la verdad, le habría costado mucho trabajo contrastar las dos perspectivas sobre la misma persona.

—Doctora Taylor, ¿mi piel se va a poner así de amarilla?

—Es probable —Caroline se encogió de hombros—, los medicamentos para tratar estos parásitos pueden desencadenar varios tipos de reacciones en las personas, una de esas es la ictericia. Si te pones un sombrero azul con lunares blancos vas a parecer una bandera de Brasil andante. —las dos se rieron por lo bajo.

—Vale —la cantante entrecerró los ojos—. Lo importante es no pasar más tiempo del necesario en cama, empezaría a sufrir de los riñones y no puedo degenerarme. Tengo cosas por hacer, ¿sabes?

—Soy consciente de eso, sé que tienes un hijo pequeño y que tu novio murió hace poco. Haré todo lo posible por no minar demasiado tu organismo, confía en mí.

Durante un buen rato, Emeraude permaneció de pie junto a la cama de Howard mientras se llenaba de preguntas que no podía hacerle. Quería saber cómo estaba Sam, si la relación entre ellos mejoró, cuál sería su reacción si se enterara de que ya era abuelo. Pero todo eso se tuvo que quedar en pausa por el profundo estado de sedación en el que el juez se encontraba, así que desistió de la idea.

Caroline salió de la habitación de Howard y unos minutos después ingresó de nuevo para encontrar a Emeraude taciturna, dubitativa y con la mirada perdida.

—Oye, ¿todo bien? —sin poder ocultar del todo su preocupación, la cantante asintió.

—Sí, estoy bien. Solo estoy un poco preocupada por esto, pero sé que harás un buen trabajo. —la médica sonrió débilmente.

—Ven, Frankie tiene algo para ti. —las dos caminaron hacia el salón principal del laboratorio, donde el parasitólogo y un hombre de cabello rubio trabajaban. Junto a ellos, un niño que parecía de la edad de Sonny jugaba con un par de tubos de ensayo de plástico y varios líquidos de colores. Caroline aprovechó para presentar a su paciente con su jefe.

—Señor Tremblay, ella es Emeraude Blanchard. Nuestra primera voluntaria. —el hombre se acercó a la cantante y la saludó con amabilidad.

—Bienvenida a la Mansión Tremblay, señorita Blanchard. Estamos aquí para ayudarle en lo que necesite. Mi nombre es Oliver Tremblay.

La joven inclinó ligeramente la cabeza a modo de respuesta.

—Señor Tremblay, siento mucho lo que sucedió con su hija. Es una verdadera lástima.

—Sí, lo es. Pero creo que lograré honrar su memoria si logro entender lo que sucedió con ella y así poder ayudar a alguien más que esté en esa misma situación.

—Espero que los afectados en Copper Grace acepten su ayuda.

—Para serle honesto, lo dudo mucho. Usted ha sido la única.

—No quisiera serlo.

—Ya veremos qué sucede, señorita Blanchard.

Emeraude se acercó al pequeño que jugaba junto a su padre y se tomó un par de segundos para ver lo que hacía. El niño se dio cuenta de eso y le entregó uno de los tubos de ensayo a la cantante.

—Necesito una asistente bonita para mi laboratorio. ¿Puedes ayudarme?

—Claro que sí —ella recibió el envase—. ¿Cómo te llamas?

—Voy a ser el doctor Benjamin Tremblay cuando sea grande, pero puedes llamarme Benji por ahora. Me gusta tu cabello.

—Gracias, Benji —los dos compartieron una sonrisa—. Eres muy dulce.

—Me recuerdas mucho a mi hermana Jenny —Benjamin le tendió la mano a la cantante y ella le entregó el tubo de ensayo. Él vertió el contenido de este en un vaso de precipitado donde previamente había servido un líquido violeta—. El pelo de ella era azul antes de enfermarse. Pero se murió y no pudo teñirlo de negro como quería.

—Eso es muy triste. Siento mucho lo de tu hermana.

—Yo también. Papá y mamá lloraron mucho por ella y por eso me cuidan mucho. A mi hermano Tex también.

—Es normal que lo hagan. No quieren verlos enfermos.

—No quieren que la gente se enferme, por eso Linney y Frankie están aquí todo el tiempo.

Benjamin hizo una mezcla con otros dos líquidos antes de seguir hablando.

—Gracias por ayudarme, Emeraude —el pequeño sonrió y le dio un corto abrazo a la cantante—. Espero que tú tampoco te enfermes.

—Fue un gusto, Benji —ella sonrió—. Tengo que presentarte a mi hijo. Los dos podrían ser muy buenos amigos.

—¿Tiene el pelo verde como tú?

—Oh, no —Emeraude ahogó una risa—. Es muy pequeño para eso. Cuando sea más grande podrá tinturarse el cabello del color que quiera.

—¿Y si quiere tinturarlo de rojo?

—Ya lo tiene de ese color.

—¡Genial! No tengo amigos pelirrojos. Ven con él la próxima vez, quiero conocerlo.

—Vale, lo traeré cuando regrese.

Frankie interrumpió el momento acercándose a Emeraude.

—Tus días de mareos y vómitos interminables han terminado, querida valquiria. Usa esto —el parasitólogo le entregó una caja que contenía varios envases con goteros—. Toma doce gotas en la mañana y doce en la noche todos los días. Esto va a calmar los síntomas mientras encontramos qué clase de troll tienes en el cuerpo. ¿Qué te parece? —la joven sonrió, tomó la caja y besó al muchacho en la mejilla.

—Gracias, Frankie. Eres el mejor. —él se sonrojó más que antes y devolvió la sonrisa.

—No es nada, linda. Por pacientes como tú es que trabajo en esto.

Caroline se llevó aparte a la cantante y le entregó un sobre.

—Mira, aquí están los resultados de tus exámenes. Todo está en orden, vamos a estudiar tu caso y si tienes alguna pregunta puedes llamarme. Estaré dispuesta a resolver tus dudas, ¿vale?

—Sí. Está bien.

—Y por favor, por lo que más quieras... acéptale una cita a Frankie, lo tienes loco.

—Lo pensaré, doctora Taylor —las dos chicas se abrazaron—. Gracias por todo.

—Gracias por dejar que te ayudemos. Es importante, ya sabes... por la memoria de Jenny.

Frankie acompañó a Emeraude hasta la entrada del laboratorio, y en el ascensor no dejaba de mirarla y sonreír como idiota. Ella lo notó, y lejos de sentirse incómoda sonrió de vuelta.

—¿Qué pasa, Frankie? —el brillante ingeniero, que nunca había tartamudeado, se sentía más nervioso que el día en que se recibió de su última maestría, pues era una situación en la que nunca había estado y los nervios lo traicionaban.

—Nada malo, Emeraude, es que... va a sonar un poco raro lo que voy a decir, pero... tal vez... algún día... te gustaría ir conmigo a... ¿tomar un café? —la cantante sonrió dulcemente y abrazó a su acompañante.

—Muchacho, mi novio murió hace unas cuantas semanas. Aun estoy de luto, lo siento. —Frankie suspiró. Al menos lo había intentado.

—Está bien, valquiria. En otra circunstancia habría sido lindo.

Emeraude salió de la mansión Tremblay y la imagen de Howard Arden sedado e inmóvil en una de las camas se le quedó grabada a fuego en la retina. Tuvo el coraje suficiente como para aguantar el llanto en el taxi de vuelta a casa, pero una vez se sentó de nuevo en el sofá de la sala para ver el cielo naranja del atardecer mientras bebía una copa de vino, no se molestó en contener las lágrimas que salían a borbotones de sus ojos. Le costaba asimilar que probablemente ella entraría en aquel estado de convalecencia en cualquier momento, y verse así la aterrorizaba más que cualquier cosa. No por ella, sino por el hecho de faltarle a Sonny. Ya había sido complicado el hecho de no darle explicaciones a nadie que estuviera relacionado de alguna manera con Sam, y eso incluía no hablarle a Howard del tema habiéndolo tenido tan cerca, por eso debía ser fuerte y salir adelante por su cuenta.

No podía dejar solo a su pequeño pelirrojo, así que decidió luchar contra lo que la aquejaba. Lucharía hasta el final contra monstruos y dragones si era necesario y nada la haría cambiar de opinión.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro