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XII: Me rompiste.

Al sentirse amenazado, el pavo real se torna agresivo. A pesar de eso, la mayor parte del tiempo es tranquilo y domesticable.

Contra la voluntad de sus amigos y la suya, Emeraude permitió que su exnovio, el que solía cambiarle la piel de color a golpes y sangrarla sin razón, se sentara a treinta centímetros de ella en el camerino del bar sin que nadie estuviera cerca para detener un posible infierno desatándose entre los dos. Por alguna razón ya no le temía a George, y aunque una parte de ella le gritaba que no cometiera una locura, sentía que era lo correcto cuando los dos se quedaron solos en el pequeño lugar.

—Emeraude...

—George, no tengo mucho tiempo para estas cosas, así que tendrás que ser breve —la cantante habló con firmeza—. ¿Qué quieres?

—Solo quiero hablar contigo. Necesito hacerlo.

—¿Qué te picó? —respondió Emeraude luego de cruzar los brazos.
—Pues...

—Vienes después de años de golpes, de destruirme la vida, ponerme apodos ofensivos, restringirme todo, ¿y solo me buscas para hablar?

—Emeraude, por favor... ya cambié.

—Por supuesto. La Penitenciaría de Tin Peak te transformó, ¿verdad?

—Entiendo que no me creas, pero es cierto. Algunos presos no son muy tolerantes cuando les dices que golpeabas a quien amas.


 

La cantante, indignada y enfurecida, se levantó del sofá, puso sobre la mesa el vaso de limonada que tenía en la mano y le dio una cachetada a George. El duelo por perder a Clip, la persona que ella realmente amaba, la tenía de muy mal talante.


 

—Tú nunca me amaste, George. No te atrevas a decir que lo hacías porque no es cierto. ¡Nunca lo hiciste!

—Emeraude...

—Mientras tú estabas en la cárcel comiendo y durmiendo de cuenta del Gobierno, yo estuve haciendo una que otra cosa. ¿Sabes algo? Mi novio murió hace dos meses en un accidente y él sí me quería. No trataba de callarme a toda hora con golpes, cuidaba de mí, tenía todos los detalles que alguna vez te faltaron. Tampoco quiero comparar, pero incluso el chico con el que salí antes de él es muchísimo mejor que tú.

—¿Hablas del enclenque?

—Exacto. El "enclenque" —Emeraude simuló comillas con los dedos—, como lo llamas, era un excelente partido si se le pone junto a ti.

—No lo dices en serio.

—Lo digo muy en serio. George, estuviste a punto de matarme. Lo peor de todo es que tenía que ocultarlo todo de mi madre porque sabía que no me creería. Pero claro, ¿cómo le iba a creer a su hija que un psicópata la golpeó solo porque su teléfono se quedó sin batería antes del baile de verano? ¡Nadie lo habría hecho!

—Pero...

—Noticia de última hora: cada vez que abres la boca dañas las cosas. Así que por favor no hables.

—Emeraude, amor...

La cantante cerró los ojos con fuerza al escuchar aquella palabra salir de la boca de quien solía infundirle miedo. No había forma de que George sintiera eso todavía, era la lástima hablando por él.


 

—Voy a poner mi rodilla en tu cara si vuelves a llamarme "amor". Perdiste ese derecho desde la primera vez que alzaste tu mano contra mí.

—Pero no lo voy a volver a hacer, lo juro...

—Aunque eso fuera cierto, no te quiero de nuevo en mi vida. Es más, si aun te crees tan valiente como para golpearme hazlo de nuevo. Una última vez, si así consigo que me dejes tranquila. Pero me voy a defender si lo intentas.


 

La joven se levantó del sofá y George hizo lo mismo. Luego ella tomó la mano de su exnovio, le cerró el puño y la puso en su mejilla, animándolo a saciar un impulso que, como un río seco, realmente ya no existía. Avergonzado y arrepentido, él bajó la mirada y quitó la mano de la cara de la cantante.


 

—Emeraude, no voy a hacerlo. Por favor, por todo lo que te hice... perdóname.

—George, no entiendes. Esto no se acaba solo pidiendo perdón. Acabaste con mi autoestima, me hiciste temerle al mundo. Me rompiste. Me tomó muchísimo tiempo recoger los pedazos.

—¿Qué demonios quieres que haga? ¡Solo dímelo!

—Vete de aquí. No estoy de humor para tu drama.


 

Se abrió la puerta del camerino obligando a todos los de la banda, Laetitia y Sylvain incluidos, a escabullirse. Obviamente Emeraude sabía que todos estaban detrás de la puerta oyendo todo, pero entendía por qué lo hacían, así que no les increpó nada.

—George, sal de aquí. No quiero repetirlo. —antes de salir y sabiendo que no lograría nada con su exnovia, el muchacho la miró una última vez. Tras ella, una de las paredes del camerino le llamó la atención al tener colgada una gran fotografía de Emeraude y Sonny.


—Oye, ese niño es...

—Mi hijo.

—¿Tienes un hijo?

—Sí. —respondió la cantante sin mirar a George.
—Cuántos años...

—Eso no te interesa, no eres su padre —la joven señaló la puerta—. Vete de aquí. Llamaré a la policía si vuelvo a verte.


 

Nunca se le había visto tan sumiso a George ni a Emeraude con tanto carácter. Apenas él dejó el camerino y salió del bar para nunca volver, ella se derrumbó en el sofá y todos entraron para hacer el control de los daños. Charlie se sentó junto a su compañera de banda y le tomó la mano.

—¡Ems, liberaste al kraken! —ella asintió sin decir una palabra.

—¡Eso fue increíble! Por un momento creímos que tendríamos que separarlos, pero fuiste muy valiente. Estamos orgullosos de ti, galletita. —dijo Sylvain. La cantante se levantó del sofá y respiró hondo.

—Supongo que sí cambió. Pudo haberme golpeado y no lo hizo. —Laetitia tomó a su mejor amiga de la mano.

—Ems, lo importante es que no te volverá a molestar. Ven, iremos a casa. Necesitas descansar. —Emeraude obedeció. Aunque su encuentro con George la enardeció como nunca, rápidamente volvió a su duelo, pues cuando se enfurecía no duraba mucho en ese estado.


 

Una vez estuvo dormida, Emeraude soñó de nuevo con Sam. Los dos se miraban fijamente, ella desde la cama, él recostado en el quicio de la puerta de la habitación con los brazos cruzados. Una expresión de dolor surcaba su cara, como sucedía desde el día que Clip dejó de respirar, y la cantante no podía quitarse esa sensación de intranquilidad que la invadía cada vez que el chico tatuado de sus sueños la miraba de esa manera.

—Sammy... —él no respondía. Ella se preocupaba cada vez más—. Por favor... háblame. —la joven se levantó de la cama y caminó hacia él, que aun continuaba sin emitir sonido alguno. Ella, sintiendo que esos hipnotizantes ojos verdes le encendían el rostro, lo tomó de la mano. A los dos les costaba mucho trabajo contener las lágrimas.

—Por favor, Sammy... dime alguna cosa, ¡te lo ruego!

A pesar de la súplica Sam, por un momento, no dijo nada, pero puso su mano en la mejilla de la cantante, y a partir de ahí los dos dejaron fluir el llanto mientras se abrazaban. La voz que hacía dos meses se había dejado de escuchar en la cabeza de Emeraude volvió para regañarla.


 

—¿Qué más tiene que suceder, niña terca?

—Sammy...

—¿Qué más tiene que suceder para que Sonny conozca a su padre? ¡Has pasado años con esa obstinación!

—¡Lo sé! —chilló Emeraude.

—Por favor, haz que los dos se conozcan. No esperes a que Sonny te pregunte quién es su padre para eso.

—Lo haré. Voy a resolver mis asuntos primero y hablaré con Sammy.

—Bien. Ya era hora.

—Él va a matarme, ¿verdad? —el muchacho negó con la cabeza.

—No lo creo, no te preocupes.

—Pero tampoco va a estar feliz de verme.

—Eso es seguro, le ocultaste a Sonny por mucho tiempo. Pero se le pasará, tenlo por seguro.


 

Antes de seguir escuchando al Sam de sus sueños, Emeraude abrió los ojos, encharcados por el dolor acumulado de los anteriores dos meses. Sabiendo perfectamente lo que debía hacer, trató de volver a dormir, pero no lo logró. Miró el reloj: siendo las cinco de la mañana era muy temprano para levantar a Sonny. Detestaba estar sola en la cama después de años de haber dormido junto a Clip, y desde que él dejó de llenar ese vacío ella nunca se había sentido tan frustrada, sobre todo en ese momento cuando estaba tan indispuesta e intranquila.


 

Eran contadas las veces que la cantante se sentaba sola en el sofá a mirar el amanecer. Ese día se sentía particularmente nostálgica, y cuando vio salir el sol desde el séptimo piso de aquel edificio frío y sin vida, no pudo evitar llorar de nuevo.


 

A pesar de que Sonny estaba con ella, la cantante pasaba por una etapa complicada y sentía que lo había perdido todo con la muerte de quien amaba. Cuando Clip aun vivía, no había forma de impedir que le diera los buenos días a Emeraude con un abrazo y una taza de café, cada día le demostraba su amor de maneras que ella no podía anticipar, y cuando no tenía turnos nocturnos de emergencia, antes de dormir, besaba su frente con ternura y le daba las buenas noches al oído. Nadie la había querido así, y la ausencia del amor de su vida se iba a convertir en algo irremplazable. Había perdido para siempre a su mejor amigo, al dueño de su corazón, al que ponía una sonrisa constante en su cara y la hacía sentir completa. Tal vez tendrían que pasar muchos años para sentir lo mismo por alguien más, y aunque ella lo quisiera, las cosas no serían iguales con nadie.

Nadie, excepto el chico tatuado que vivía a miles de kilómetros de ella.

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