Dormitorio
El primer piso era para los más pequeños y el segundo para los más grandes, muchas caras, muchos colores de piel, diferentes edades.
-Esta niña no es como ustedes que no tienen a nadie, su padre es el nuevo jardinero-dice carlota.
Eso creó varias reacciones positivas y negativas que sabía que en algún momento detonarían. Eran muchas caras para recordar, era tarde y no hubo tiempo de platicar. Bajé sola ya que carlota no quería volver a bajar. Estaba un poco asustada pues parecía que "El Orfanato" cantaba por las noches debido a sus tablas y estructura antigua.
Al otro día comenzó mi nueva vida.
-¡Kathania un día a la vez!- me dije en voz alta.
Inicié fuera del edificio principal. Atrás donde se encontraba una pequeña lavandería y una piscina con agua verde, sucia y apestosa. Allí lavaba la ropa, la tendía, la doblaba y la repartía. Tenía que poder ganarme mi techo, mi padre poco a poco empezó a poner El Orfanato más bonito, haciendo jardines, limpiando la piscina y limpiando todo lo que se encontraba.
El Orfanato ya no lucía tan oscuro, había cogido más vida y yo sentía alegría al verlo cada vez más organizado, por lo menos por fuera. Era muy difícil hacer amigos, unos llegaban y otros se iban. No todos querían ser amigos de la hija tímida del Jardinero. Pasaron los años con la misma rutina, muchos cumpleaños, muchas sábanas, y mucho jabón hasta que llegué a mis 18. Esa Kathania de 8 años atrás era muy diferente a la de ahora, me volví más segura, más confiada de mí misma, y papá con los años envejeció, pero aún continuaba trabajando y protegiéndome. Nadie sabía cómo extrañaría estos días tranquilos y lentos.
Todo cambió aquel día, todos teníamos que vestirnos bien porque llegaba alguien importante y no sabía quién, yo no era adinerada pero siempre estaba bien vestida y lista para lo que fuera. Me puse mi vestido rojo favorito y junto a los empleados salimos a recibirla, aquella persona que cambiaría todo.
Tras un largo viaje en tren fue buscado en un carruaje.
-¿Quién carajo será este que llega en carruaje?- me pregunté.
Cuando lo veo, siento un golpe en mi espalda proporcionado por Carlota, la cabrona salió corriendo, empujándome, haciéndome resbalar para recibir a su hijo el cual no podía juntarse con gente cualquiera como yo. No era alto ni bajito, no era llenito pero tampoco flaco, era alguien especial y diferente a lo acostumbrado.
Cruzamos miradas y sonríe mientras se acerca a mí.
-¿Con quién tengo el gusto?- pregunta.
-Kathania Ruiz- respondo.
-Adrián, Para servirle.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro