XI
Al día siguiente, Yoongi y yo nos despertamos con el primer rayo de sol, preparándonos para presentarnos en el batallón. Nos movimos con cautela, él colocándose en el lado opuesto para evitar levantar sospechas. Eun Woo, con su habitual energía, se situó a mi lado y comenzó a hablarme animadamente. Pero yo no le estaba prestando la debida atención, menos cuando sentía los ojos de Yoongi clavados en nosotros y una mezcla de preocupación y celos reflejándose en su mirada.
—¿Jimin, me estás escuchando? —preguntó Eun Woo, su voz rompiendo mi concentración.
—Sí, pero estoy vigilando si no viene el general —respondí, mi atención dividida entre la conversación y la vigilancia.
—Ayer lastimaste al nuevo general. ¿Tuviste algún altercado con él? —insistió, su tono lleno de curiosidad.
—No, fue por accidente —contesté, tratando de mantener la calma mientras mi mente revivía el incidente del día anterior.
—Bueno, si tú lo dices, Jimin. ¿Quieres entrenar conmigo más tarde? —preguntó Eun Woo, su voz llena de entusiasmo.
Me distraje cuando vi a Byun acercarse a Yoongi y sacarlo de la fila. Ahora era yo quien deseaba estar donde él estaba.
—Yoongi, tenemos que hablar.
—Está bien, vamos.
Cuando estuvimos lo suficientemente alejados, me atreví a preguntar:
—¿Qué te pasa con Park Jimin? Ayer los vi muy juntos y eso, entre alfas, no está bien visto.
—Es mi compañero y me cae bien. ¿Por qué no puedo ser amable?
—Pero parecía más un alfa que tiene interés en un omega.
—Byun, estás exagerando —respondió Yoongi, su tono firme pero con un destello de incomodidad en sus ojos.
—¿Exagerando? —replicó Byun, su voz cargada de desprecio—. Tuve que salir de la tienda al ver tal cosa. Un alfa con otro alfa, ¡qué asco! ¿Qué diría mi tío al respecto? Su hijo, el futuro emperador, preocupado por otro alfa. Y, para colmo, si está aquí, significa que es de una familia de pobres.
—Estás abusando, Byun. No dejaré que hables así de Jimin —respondió Yoongi.
—No, es de familia noble. No estoy diciendo nada que no sea verdad.
—Suficiente, Byun. Jimin es mi compañero y no necesita ser un noble para que valore y respete su amistad, o para que me preocupe por él.
—Bueno, eso sí, siempre has tenido un corazón blando —dijo Byun con una sonrisa sarcástica.
—Es momento de regresar —dijo Yoongi, dejando a Byun y volviendo a la formación. Jimin lo miraba con molestia—. ¿Pero qué fue lo que hice? —pensó, ignorando el "debemos actuar como siempre" y yendo donde él—. ¿Por qué me miras así?
—Luego hablamos —respondió Jimin, con voz tensa.
—Jimin, ¿ya te agrada Yoongi? —preguntó Eun Woo, con una sonrisa traviesa.
—Eun, ni en un millón de años me va a agradar este omegariego.
—¿Qué dijiste? —preguntó Eun ante tal palabra.
Me reí bajito y volteé al otro lado. —Park Jimin, eres insoportable —dije, fingiendo molestia, y me alejé.
—Jimin, ¿están bien? —insistió Eun Woo.
—Puedes dejar de preguntar cosas, Eun Woo. Me estás volviendo loco —respondió Jimin, exasperado.
El general se dirigió a nosotros con una mirada severa:
—Veo que muchos no están cumpliendo con las expectativas de este batallón. Quiero verlos haciendo flexiones de pecho hasta que no aguanten más. ¡Demuestren que son verdaderos alfas!
No hay nada que odie más que las flexiones, pero me puse a entrenar. De repente, vi los zapatos de Byun justo frente a mí.
—Jimin, estás muy débil. Quiero que sigas el ritmo de todos —dijo con desdén.
Sin levantar la cabeza, traté de hacer las flexiones al mismo ritmo que los demás alfas. Las gotas de sudor caían de mi rostro, pero lo estaba logrando. Ser delgado me daba una ventaja. Cuando el sol estuvo en su punto más alto, el general ordenó:
—¡Vayan a comer!
Pero cuando estaba a punto de levantarme, Byun me detuvo:
—Tú no, Jimin. Tú debes seguir.
No pude resistir más y me levanté:
—¿Por qué no puedo?
—Porque soy tu superior y te ordeno que te quedes aquí. Tu rendimiento es muy bajo.
—He seguido el paso de todos aquí. No sé de qué hablas.
De repente, un bofetón resonó en el aire. Byun me había golpeado.
—No le respondas a tu superior, soldado.
Gruñí al ver eso y me acerqué a ellos:
—Yo me quedaré con Jimin. Mi rendimiento también estuvo bajo —dijo Yoongi, con firmeza.
—Señor Min, no quiera sentir pena por este soldado —respondió Byun con frialdad.
Cuando vi el rostro de Jimin, su labio estaba roto. La furia me invadió; mi alfa quería defender a su omega.
—No pasa nada, amigo. Estoy bien, puedo con esto —dijo Jimin, tratando de calmarme, aunque su voz temblaba ligeramente.
Apreté mis puños, entendiendo que Jimin no quería hacer esto más grande.
—Muy bien, Jimin. Quiero verte haciendo esas flexiones. ¡Uno, dos, vamos! ¡Que para mañana es tarde! —gritó Byun, su voz resonando con autoridad.
Me puse en el suelo y empecé a hacer flexiones. El sol ya se había ocultado y mi cuerpo no resistió más. Caí, sintiendo cómo mis músculos cedían.
—Levántate —ordenó Byun.
—Ya no puedo más —dije, tirado en el suelo, mi voz apenas un susurro.
—¿Qué clase de alfa eres? —me pateó con desprecio.
—Llevo todo el día en esto. De verdad, no puedo más.
—Deja tu drama y ponte de pie.
—¡Es suficiente, Byun! —mi voz de mando resonó, haciendo que Byun se intimidara. Cargué a Jimin y empecé a llevarlo al río.
—¿Qué haces? Todos nos están viendo. Ponme en el suelo y yo me apoyaré en ti.
—¿Qué tanto ven? Jimin es camarada de todos. Yo haría lo mismo —dijo Taehyung, interviniendo.
—No sé por qué te dejaste de Byun —dijo Yoongi con cara de enojado.
—Porque es mi superior.
—Igual, no tiene por qué tratarte así.
—Creo que está enamorado de ti.
—No lo creo. Es mi primo y nunca ha mostrado interés.
Llegamos al río y me quité las zapatillas, dispuesto a quitarme la ropa. Yoongi, respetuoso, se dio la vuelta.
—¿Ya estás en el agua? —preguntó, sin mirar.
—Sí, ya estoy dentro, pero está helada —respondí, sintiendo el frío calar en mis huesos.
—Mejor así, tus músculos se relajarán —dijo Yoongi, con una sonrisa tranquilizadora.
—Gracias, Yoongi.
—No, mi amor, perdóname por no haber hecho más. No sé ni cómo logré controlar a mi alfa —dijo, su voz llena de remordimiento.
—No debemos levantar sospechas. Creo que lo mejor es que cambiemos de tienda —sugerí, tratando de mantener la calma.
—¿¡Qué!? No, no, no, Jimin, eso no —respondió Yoongi, alarmado.
—Sí, así veremos si Byun se calma un poco y deja esa actitud conmigo —insistí, decidido a encontrar una solución.
—Y en un caso muy hipotético de que yo acepte, ¿con quién cambiaré? —preguntó Yoongi, su voz llena de duda.
—Bueno, yo me sentiría cómodo con Cha Eun Woo. Además, él me ayuda a practicar —respondí, tratando de sonar convincente.
—No, luego querrá practicar contigo otras cosas —dijo Yoongi, frunciendo el ceño.
—Él no sabe que soy omega.
—Igual, me doy cuenta de que te mira y te detalla muy bien.
—¿Estás celoso? —pregunté, con una sonrisa.
—No más que tú cuando fui a hablar con Byun. ¿Cómo fue que me llamaste? ¿Omegariego?
—¡Yoongiiiii! —exclamé, riendo.
—Ya sal de esa agua o te vas a enfermar. Haremos el cambio con Taehyung. Confío en él y sé que no te faltará el respeto.
—Está bien, alfa celoso —dije, saliendo del agua y vistiéndome rápidamente. Luego, me acerqué a Yoongi y le di un beso apasionado.
—¿Y eso? —preguntó, sorprendido.
—Marcando territorio.
—Jimin, eres único. De verdad, me encanta cómo eres.
—Lo sé —respondí, riendo.
Regresamos al campamento y hablamos con Tae sobre nuestra situación y el cambio. Él aceptó sin poner problemas. Yoongi ya estaba por irse a la tienda de Tae, pero se acercó a mí antes y me dio un beso.
—Descansa, amor.
—Tú también —respondí, con una sonrisa.
—No quiero dejarte.
—Ya vete, todo estará bien —le aseguré, aunque en el fondo también me costaba separarme de él.
—Tú, nada de hablarle mucho a mi Jimin —dijo Yoongi a Taehyung, con una sonrisa traviesa—. O Jungkook no tendrá alfa.
Me reí y le di otro beso.
—Ya vete —dije, empujándolo suavemente.
Yoongi se alejó, pero no sin antes lanzarme una última mirada y un beso volador.
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