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Al día siguiente, las trompetas resonaban en el aire, anunciando el inicio del entrenamiento. Miré hacia el lugar donde Yoongi debería estar durmiendo, pero su cama seguía vacía. ¿A dónde pudo haber ido? me pregunté, preocupado. La noche anterior, cuando regresé, no estaba, aunque todas sus cosas seguían allí.
—¡Soldados, hoy empieza una fase más dura de entrenamientos! —gritó el general con voz autoritaria. —Pero si lo hacen bien, tal vez se les recompense con algunos hermosos omegas.
Aunque escuchaba al general, mi mirada se centraba en Yoongi, quien permanecía con un rostro serio y distante.
—¡Vamos, empiecen a escalar! Deben fortalecer esos músculos. —ordenó el general.
Empecé a escalar, y mientras a mí se me dificultaba, Yoongi lo hacía parecer fácil. Incluso otros alfas luchaban más que él. Durante el almuerzo, me acerqué a hablarle mientras él estaba sentado comiendo en solitario.
—Yoongi —dije, tratando de captar su atención.
—¿Sí? —respondió sin levantar la vista.
—Ayer seguí tu consejo. Gracias —dije, esperando una reacción positiva.
—Me alegra que lo hayas hecho —respondió, con un tono neutral.
—¿Cómo sigues de tu herida? —pregunté, preocupado.
—Jimin, mantén tu distancia, por favor —dijo Yoongi, con una voz fría y distante.
—Pero... —intenté replicar.
—No lo repetiré. Aquí no eres ni mi amigo ni nada. Mantén tu distancia —interrumpió Yoongi, con un tono cortante.
—Estás loco. Ayer actuabas de una manera y hoy de otra. Yo solo quería ser amable —dije, frustrado.
Me paré de la mesa y lo miré serio.
—Jamás he pedido tu amabilidad —respondió Yoongi, con palabras cortantes como cuchillos.
Me alejé, notando el cambio drástico en Yoongi, pero lo comprendí. Es lo que le pedí, pero ¿por qué no estoy tranquilo con eso? Me estoy volviendo loco.
—Vamos con el entrenamiento en agua. Veremos cuánto pueden resistir. Recuerden que debemos estar preparados para cualquier situación. —Mientras el general hablaba, las trompetas sonaban y un hermoso omega bajó de su caballo.
—Me presento, me llamo Kim Byun, general segundo de los guardias imperiales, y he venido aquí a supervisar el entrenamiento.
—Bienvenido, general. Ya habíamos sido informados de su presencia.
No pude evitar notar cómo los ojos gatunos de Yoongi se fijaron en él. Incluso se movió como si quisiera ir hacia él.
—Vamos todos, sigan con el entrenamiento. Tomen una roca y sumérjanse.
—Min Yoongi, usted sáltese este entrenamiento y venga conmigo.
—Sí, general.
Vi todo eso y mi mente se preocupó, pero me castigué mentalmente. —Jimin, lo que haga Yoongi no es asunto tuyo. No le des importancia.
Las horas pasaron y el entrenamiento acabó. Llegué a mi tienda y vi a Yoongi abrazado de Byun. Lucían bastante cercanos. Fingí que no me importaba y ellos ni voltearon a verme.
—¿Qué debo hacer para que vengas a mi tienda, Yoongi? —preguntó Byun, con un tono de voz suave pero insistente.
—No iré, Byun. Los demás pueden sospechar —respondió Yoongi, manteniendo su distancia.
—Está bien, me iré a mi tienda, pero si necesitas algo, avísame —dijo Byun, resignado.
—Está bien, descansa —Yoongi le dio un beso en la mejilla.
Vi salir a Byun y sentí un nudo en el estómago. —Min, apaga las lámparas, por favor.
—Hazlo tú, Park. —respondió Yoongi, sin mirarme.
—Tú eras el que las necesitaba para ver bien a su omega. —dije, tratando de mantener la calma.
—Por el contrario, Park, cuando se está con un omega, las luces no son necesarias. —respondió Yoongi, con una sonrisa sarcástica.
Me paré, enojado. —Eres un cerdo. Vienes, me dices que esto y lo otro, y llega ese y vas corriendo detrás de él.
—¿Tienes celos, Park? —preguntó Yoongi, con una ceja levantada.
—No, ¿por qué tendría celos de ti? —respondí, tratando de ocultar mi frustración. Mis sentimientos por Yoongi son más complicados de lo que quiero admitir.
—No se te preguntó por este drama innecesario —dije, sintiendo la frustración crecer dentro de mí.
—Te odio, Min —dije, sintiendo las lágrimas caer por mis mejillas.
Me acerqué a Jimin y lo abracé, tratando de consolarlo.
—No, no me abraces —dijo entre sollozos, intentando alejarse.
—Byun es mi primo más cercano. Prácticamente nos criamos juntos. No es lo que crees —dije, sintiéndome mal por cómo estaba llorando Jimin.
—¿Hablas en serio? —preguntó Jimin, con la voz temblorosa.
—Sí, hablo en serio. Perdón por lastimarte —respondí sinceramente.
—No me lastimaste a mí, ni me importó —dijo Jimin, tratando de mantener su orgullo.
—Sí que eres orgulloso, pero ¿no crees que deberías aceptar que me quieres? —dije, mirándolo a los ojos.
Me separé de él. —Tienes razón, Yoongi. Sí te quiero, pero ¿puedes esperarme hasta que salgamos de aquí?
—Te esperaré todo el tiempo que quieras, lo prometo —respondió Yoongi con una sonrisa.
Me acerqué a Yoongi y lo besé; luego me separé de él. —Ese beso es el que sella nuestra promesa.
—¿Qué? Ese beso es para sellar nuestra promesa. Creo que no quedó bien sellado. Ven, dame otro y hagamos muchas promesas —dijo Yoongi, con una sonrisa traviesa.
—Min, no abuses —respondí, riendo ligeramente, sintiendo que finalmente hay un rayo de esperanza para nosotros.
Al día siguiente, las trompetas sonaron y me levanté sobresaltado. No podía creer que Yoongi y yo nos habíamos quedado dormidos juntos mientras hablábamos.
—Yoongi, despierta... —dije, sacudiéndolo suavemente.
—No quiero ir a entrenar hoy, vamos a dormir —murmuró Yoongi, medio dormido.
—Despierta de una buena vez —insistí, justo cuando Byun entró y me regañó.
—No le hables así, él es... —intenté defender a Yoongi.
—Un soldado más. Por cierto, Byun, ya Jimin sabe que tú eres mi primo —dijo Yoongi, interrumpiéndome.
—Está bien, ¡alístense! —ordenó Byun, con tono autoritario.
—Yoongi, tu primo no me inspira confianza —le dije, preocupado.
—Tranquilo, luego que le agarres confianza verás que es una buena persona —respondió Yoongi, tratando de calmarme.
Nos preparamos rápidamente para el entrenamiento, aunque mi mente seguía dándole vueltas a la situación. ¿Puedo realmente confiar en Byun?
—Ya que están todos los soldados, empezará el entrenamiento conmigo. No quieran controlar su fuerza de alfa y hagan su mejor intento. Este será un combate cuerpo a cuerpo. Park Jimin, serás el primero.
Asentí y pasé al gran círculo dibujado en el piso. No tenía miedo ni me sentía intimidado; mi papá me había enseñado artes marciales.
—Muy bien, Jimin, haz tu mejor esfuerzo.
La pelea empezó y yo daba ataques certeros. Golpeé a Byun en el estómago, pero él no evadió mi golpe y le saqué todo el aire. Por alguna extraña razón, sentí que lo hizo con la intención de dejar que yo lo lastimara.
—Jimin, detente —dijo Yoongi, acercándose a Byun.
—Yoongi, llévalo con el doctor. Y tú, Park, a dar trescientas vueltas —ordenó el general.
Vi a Yoongi irse con Byun y empecé a dar vueltas. Cuando terminé, era de noche. Mis piernas ya no daban para más y mis pies estaban hinchados. Entré a la tienda de campaña y allí estaba Byun.
—Jimin, ¿estás bien?
—Sí, Yoongi.
—Calentaré agua para que metas tus pies. Mira cómo están de lastimados.
—No te preocupes.
—No me digas eso, déjame ayudar.
Sonreí y Yoongi salió.
—Perdón, Jimin. Por mi culpa te castigaron. No fue tu culpa; en algún momento perdí la concentración.
—Está bien, perdón por lastimarte.
—Mi primo te quiere mucho.
—Sí, gracias.
—Jimin, ven, mete tus pies aquí. Le puse sal para que te ayude a bajar la inflamación y te traje algo para que comas.
—No tienes por qué preocuparte tanto.
—Sí tengo, así como tú me ayudaste la otra vez.
—¿Haces esto porque yo lo hice antes? Ya lo sabía. —dije, con una sonrisa.
—No, te juro que lo hago porque me preocupas. Y si quieres, sellamos este juramento. —respondió Yoongi, con una sonrisa traviesa.
Solté la risa porque sabía que lo decía por los besos de ayer. Vimos a Byun salir y nos miramos. Yoongi me abrazó sin darle importancia a que Byun se hubiese ido.
—¿Por qué crees que se fue sin despedirse? —pregunté, curioso.
—No sé, tal vez se dio cuenta de que sobraba. —respondió Yoongi, encogiéndose de hombros.
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