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VII

Ha pasado una semana desde que di mi reporte al general y regresamos al campamento. He cortado el habla tanto para Tae como para Yoongi, y aunque ellos intentan hablar conmigo, yo los evito. Cada día, después de nuestros entrenamientos, me voy a entrenar por mi cuenta. Mi cuerpo, poco a poco, se hace más resistente y creo músculos fuertes. Si tan solo pudiera decirles a mis padres que lo estoy logrando.

Entré a la tienda y vi a Jimin con una peineta rosa en la mano; su expresión era melancólica.

—¿Tu omega te ha dado eso? —pregunté, con curiosidad.

—No, esto me lo dio mi padre antes de dejarme en la escuela... ¿A ti qué te importa? —respondió, dándome la espalda y apretando la peineta con fuerza.

—¿Seguirás enojado toda la vida conmigo? —pregunté, tratando de romper la tensión entre nosotros.

—Deja de hablarme —dijo, con frialdad, sin siquiera mirarme.

—Últimamente te veo mucho con Eun Woo. ¿Te gusta? —pregunté, sintiendo una punzada de celos que no pude ocultar.

—¿Qué? Claro que no.

—Entonces, ¿por qué tan unidos y riéndose? —insistí, sin poder contenerme, mi voz traicionando mi inseguridad.

—Porque él no me deja solo para irse con una omega. Me ayuda a entrenar y es amable —respondió, con un tono de reproche que me hizo sentir pequeño.

—¿Por qué te enoja tanto que yo haya querido estar con una omega? Somos alfas. No tengo la culpa de que tú no tengas el mismo deseo que yo —dije, tratando de justificarme, pero sonando más desesperado de lo que quería admitir.

—¡Cállate, Min! —gritó, con furia en sus ojos, girándose para enfrentarme.

—Cállame tú si te crees tan fuerte —desafié, acortando la distancia entre nosotros.

Me acerqué a Yoongi y acorté la distancia entre nosotros; estábamos tan cerca que nuestras respiraciones se mezclaban.

—Sí, soy más fuerte que tú, tanto como para no irme de buenas a primeras con cualquier omega —dije, con determinación, mis ojos fijos en los suyos.

No resistí más y besé a Jimin con ansiedad y necesidad. Sentí cómo su cuerpo se tensaba al principio, pero luego se relajó, correspondiendo al beso con la misma intensidad. Mis manos se enredaron en su cabello y sentí su corazón latir tan rápido como el mío. Nos separamos, jadeando, y vi en sus ojos una mezcla de confusión y algo más profundo.

—¿Por qué...? —empezó a decir, pero lo interrumpí.

—Porque no puedo soportar verte con otro. Porque me importas más de lo que quiero admitir —dije, con la voz temblorosa.

—No lo vuelvas a hacer —dijo Jimin, con voz temblorosa.

—Jimin, dime que no estoy loco. Dime que tu alfa también te pide que te acerques a mí. Esta semana ha sido dura para mí y muero de celos cada vez que te veo con Eun Woo. Sí, sé que somos alfas y que está mal, pero desafiaría a quien sea si tú me dices que sí —respondí, con desesperación en mi voz.

Quería decirle a Yoongi quién soy y lo que mi omega me dice, pero si acepto sus sentimientos y si acepto que soy omega, entonces todo cambiaría. Él buscaría protegerme y la situación se pondría tensa. No puedo fallar en mi misión.

—No, yo no siento lo mismo, Yoongi. Así que te pido que te controles o que cambies de tienda. Somos alfas, esto jamás pasará —dije, tratando de sonar firme.

—Está bien, Jimin. Entonces yo trataré de ignorar a mi alfa y también te voy a respetar. Perdón por lo ocurrido y te pido que olvides mis palabras —respondió Yoongi, con tristeza en sus ojos.

—Está bien, ahora iré a entrenar —dije, dándome la vuelta y saliendo de la tienda.

Vi a Jimin irse y me sentí mal. Acababa de confesarme ante un alfa. Si mi padre se entera, sufriría un colapso. El emperador jamás me perdonaría algo así.

—Príncipe, vi salir a Jimin —dijo Tae, apareciendo de repente.

—Tae, te dije que no me llames así. Pueden oírte —respondí, con un susurro urgente.

—Perdón, está bien —dijo Tae, bajando la cabeza.

—¿A dónde fue Jimin? —pregunté, tratando de mantener la calma.

—Fue con Eun Woo otra vez.

—Está bien, Tae. Dejaremos de insistirle a Jimin —dije, con un suspiro de resignación.

Quería decirle a Yoongi que Jimin en realidad es un omega, pero le había dado mi palabra a Jimin.

—Está bien, alteza —respondí con un tono de respeto.

—Tae, deja de decirme alteza. Aquí soy un soldado más —le recordé, con un susurro urgente.

—Sí, lo siento —dijo Tae, bajando la cabeza.

Me quedé mirando a Yoongi, sintiendo el peso de la situación. Sé que mantener el secreto de Jimin es crucial, pero también esto complica todo, sobre todo para mí, que cada día se me hace más difícil mantener este secreto.

Jimin sigue entrenando solo, alejándose cada vez más de nosotros, y el príncipe, por su parte, lucha con sus propios sentimientos, tratando de ignorar lo que su alfa le pide. Y yo, atrapado en medio, solo puedo esperar que todo esto no termine en un desastre. ¡Por favor, ancestros, ayúdennos!

—¿Qué pasó, Jimin? ¿Por qué luces tan sonrojado? —preguntó Eun Woo, con preocupación en su voz.

—No es nada importante, Eun Woo. Por favor, entrenemos —respondí, tratando de ocultar mi malestar y tomando mi espada con manos temblorosas.

Entrenaba con Eun Woo cuando unas punzadas me golpearon con fuerza en el vientre. Sentí como si mi cuerpo estuviera ardiendo desde dentro.

—Perdón, Eun. No me siento bien. Creo que regresaré a mi tienda —dije, tratando de mantener la compostura mientras el dolor se intensificaba.

—¿Quieres que vaya contigo? —preguntó Eun Woo, su preocupación evidente.

—No, no estoy bien. Puedo ir solo —respondí, comenzando a caminar mientras sentía mi cuerpo arder. Luchaba por controlarme y, al llegar a la tienda, vi a Tae con Yoongi.

—Jimishi, ¿estás bien? —preguntó Tae, alarmado al ver mi estado.

—No, Tae. Por favor, ayúdame. No dejes que me descubran —dije, acercándome a su oído, mi voz apenas un susurro.

—¡Oh! ¡Oh! Entiendo, Jimin. Tomaré unas mantas. Sube a mi espalda —dijo Tae rápidamente, con una mirada de comprensión.

Subí con dificultad a los hombros de Tae, sintiendo cómo mi cuerpo temblaba.

—¿Piensan hacer como si no existo? —preguntó Yoongi, enojado al ver cómo Tae me tomaba.

—No puedo explicarle ahora, pero necesito sacar a Jimin rápidamente de aquí —respondió Tae, con urgencia en su voz.

—¿Pero por qué? ¿Qué está pasando? —insistió Yoongi.

Me bajé de la espalda de Tae y me acerqué a Yoongi, besándolo desesperadamente. Sentí cómo su cuerpo se tensaba al principio, pero luego correspondió al beso con la misma intensidad y apretaba mi cintura, haciéndome querer más.

—¿Tu celo llegó? Te buscaré una omega —dijo Yoongi, sorprendido, tratando de procesar lo que estaba ocurriendo.

Gruñí y me descubrí, dejando en evidencia que soy un omega. La revelación dejó a Yoongi boquiabierto.

—Taehyung, no veas a Jimin. Tápate los ojos —ordenó Yoongi, con voz firme, tratando de protegerme.

Tae se dio la vuelta, avergonzado.

—Jimin, cúbrete. Debemos sacarte de aquí —dijo Yoongi, con preocupación en su voz, mientras me ayudaba a cubrirme con una manta.

Sentí cómo mi cuerpo seguía ardiendo, y cada movimiento era una lucha. Yoongi y Tae me escoltaron fuera de la tienda, tratando de mantenerme oculto de las miradas curiosas.

—Lo siento, Yoongi. No quería que te enteraras así —dije, con lágrimas en los ojos, mientras el dolor de mi celo y la vergüenza me abrumaban.

—No importa ahora, Jimin. Lo importante es que estés a salvo. Vamos a encontrar un lugar donde puedas descansar y pasar tu celo —respondió Yoongi, con determinación.

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