VI
—¡Muy bien por todos los que han llegado a la cima! Park Jimin, quiero hablar con usted.
—Sí, mi general —respondí, tratando de mantener la calma.
—Los demás, empiecen a armar las tiendas de campaña. Dormiremos aquí. Sígame, Park.
Empecé a seguir al instructor, y mi corazón latía con fuerza. ¿Qué podría querer hablar conmigo? Lo vi sentarse en una roca, y yo me quedé de pie, esperando a que comenzara a hablar.
—Park, tu rendimiento físico es muy bajo para ser un alfa. No te estás esforzando. De todos, eres el más débil, y si sigues así, tendrás que irte a tu casa y cargar con el peso de no brindarle honor a tu familia.
—Señor, mejoraré y trabajaré duro —dije, con determinación en mi voz.
—Eso espero, Park. Ahora, retírate.
Debo mejorar, pero ¿cómo? A partir de ahora, me esforzaré más. Haré trabajos que pongan mi resistencia y fuerza al límite. Algo debo hacer.
—Hey, Jimishi, ¿para qué te llamó el general? —preguntó Tae, con curiosidad.
—Bueno, Tae, me dijiste que mi rendimiento como alfa está muy bajo y que, si no mejoro, debo irme a casa. Pero ahora que lo pienso, tú puedes ayudarme.
—¿Yo? ¿Cómo puedo hacer eso?
—Acompáñame a entrenar. Tú me puedes corregir.
—Pero Jimin, lo que ya haces es demasiado.
—No importa, realmente necesito hacer esto.
—Está bien, te ayudaré —dijo Tae, con una sonrisa de apoyo.
Terminé de armar la tienda de campaña y, cuando estaba por darme la vuelta, escuché la voz ronca de Yoongi.
—¿Para qué te llamó el general?
—Para... ¿a ti qué te importa? —respondí, tratando de ocultar mi nerviosismo.
—¿Qué ocultas, Jimin? Dime, ¿eres un espía?
—¿Un qué? ¿De qué estás hablando?
Me acerqué a Jimin, quien rápidamente se puso de pie, acortando la distancia entre nosotros.
—Dime, ¿quién eres en realidad?
Sus ojos gatunos se clavaron en los míos, y mi corazón comenzó a latir con fuerza. Sentí que perdía fuerza en las piernas al ver esos labios rosados, finos y hermosos... ¿Pero en qué estoy pensando? ¿Por qué no puedo responderle? ¿Por qué está tan cerca?
—¿Qué pasa, Jimin? ¿Por qué no respondes? ¿Por qué me miras como si quisieras comerme?
Lo empujé ligeramente, tratando de recuperar la compostura.
—Yo solo tengo mucho en mi cabeza. Si tanto quieres saber, lo que me dijo el general es que, si no mejoro, debo irme.
—¿No estás mintiendo?
—No, no miento. Pero ya Tae me ayudará y sé que mejoraré.
—¿Por qué le pediste ayuda a Tae y no a mí? —preguntó Yoongi, con una ceja levantada y una chispa de desafío en sus ojos.
—Porque me odias y cada vez que estamos juntos es un problema —respondí, tratando de mantener la calma.
—Sí, pero soy el mejor y no me molestaría tener un discípulo —dijo, cruzando los brazos con una sonrisa arrogante.
—No, gracias, ya tengo a Tae —intenté sonar firme, aunque mi voz temblaba ligeramente.
—¿Estás queriendo decir que él es mejor que yo? —su tono se volvió más serio y dio un paso hacia mí, acortando la distancia.
—No, no dije eso —respondí rápidamente, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza.
—Bien, entonces yo te ayudaré a mejorar —declaró con una determinación que no admitía réplica.
—No... pero es...
—¿No? ¿Entonces sí crees que él es mejor? —insistió, sus ojos penetrantes buscando una respuesta en los míos.
—No, no es eso —traté de explicarme, pero las palabras se me atragantaban.
—Entonces no hay más que hablar. Después de comer, vamos a practicar —dije, saliendo de la tienda de campaña con una sonrisa triunfante, dejando a Jimin confundido y con la mente hecha un lío.
¡Este tonto alfa! ¿Cómo hace para confundirme tanto? Es que, con él cerca, no puedo ni organizar mis ideas. Sus palabras resonaban en mi cabeza, y la proximidad de su cuerpo me hacía sentir una mezcla de nerviosismo y algo más que no podía identificar.
Era de noche y acabábamos de terminar de comer cuando el general habló, llamando la atención de todos. No sé por qué, pero cada vez que lo veo, siento miedo.
—Para que vean que no todo en el ejército es malo, hemos traído omegas para ver si así les suben los ánimos. Pueden escoger a la que quieran —anunció con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
Todos los alfas empezaron a celebrar, y yo solo pensé: ¿mi padre habrá estado con otra omega teniendo a mi madre? Caminé hasta donde estaba Yoongi.
—¿Vamos a entrenar? —le pregunté, tratando de ignorar el bullicio a nuestro alrededor.
—¿Estás loco, Jimin? ¿Quién va a desaprovechar esta oportunidad? Mira cuántos omegas hermosos están a la vista —respondió, señalando a los omegas que se habían reunido.
—Entiendo. Tú aprovecha, tienes la tienda solo para ti. Yo iré a entrenar —dije, dándome la vuelta.
Miré a Park irse y en mi mente me dije: "Lo siento, Park, pero mi alfa se ha sentido atraído hacia ti y debo sacarte de mi cabeza. Yo, un alfa de linaje puro, no puedo ser un defectuoso".
Fui con Taehyung.
—¿Tú vas a aprovechar la gran oportunidad o me vas a acompañar a entrenar? —le pregunté, esperando su respuesta.
—Jimishi, perdóname, pero es...
—Tranquilo, es una oportunidad que no puedes rechazar. Está bien, yo iré a entrenar solo —dije, tratando de sonar comprensivo.
Empecé a caminar y encontré un lugar solo y apartado. Allí estaba un hombre que jamás había visto. Su cabello era negro y corto, y no se percató de mi presencia. Hablaba con una mujer que parecía ser omega. Me mantuve escondido, observando.
El hombre caminaba con aires de superioridad hacia el campamento improvisado, y yo lo seguí a una distancia prudente. Cuando estuvimos cerca, vi a los alfas y omegas en el suelo; parecían dormidos. Todos estaban con ropa, así que no había pasado mucho tiempo desde que me había ido. ¿Qué está pasando?
El hombre tomó una antorcha, dispuesto a encenderlos, y yo, sin pensarlo, tomé un arco y una flecha y disparé. La flecha atravesó su mano.
—¿Quién demonios eres? —gritó, con furia en sus ojos.
—Eso no importa. No dejaré que lastimes a nadie aquí —respondí con firmeza.
—¿Piensas tú, un débil alfa, enfrentarme? —se burló, con una sonrisa despectiva.
—No importa. Hasta la piedra más pequeña puede hacer daño —dije con determinación.
Sacó la flecha de su mano y dijo: —No tengo tiempo suficiente para perderlo contigo.
Lo vi sacar su espada, y yo no tenía ninguna. Busqué con la mirada y encontré una lanza. Empezamos a pelear y agradecí que mi padre me hubiera enseñado artes marciales.
—Ríndete —ordenó con voz autoritaria.
—No, jamás —respondí, con el corazón latiendo a mil por hora.
La pelea se extendía, y poco a poco los alfas empezaron a despertar, aunque se veían aturdidos.
—Has arruinado mis planes, pero esto no se quedará así. Nos volveremos a encontrar —dijo el hombre, con una mirada de odio.
—¿Jimin? —escuché la voz de Yoongi y me distraje. Sentí el filo de la espada cortar mi muñeca, lo suficiente como para necesitar puntos por la profundidad.
—Herida por herida, Jimin —dijo el misterioso hombre antes de irse.
—¿Pero qué ocurrió? —preguntó el general, con preocupación.
—Pasa que todos ustedes estaban dormidos y un misterioso hombre intentó quemarlos. Yo peleé por ustedes —expliqué, tratando de mantener la calma.
—Mira tu muñeca. Será mejor atender eso. Luego me das tu reporte y gracias, Park —dijo el general, con un tono de gratitud.
Fui a que un alfa me suturara la muñeca, y al levantar la mirada, vi a Tae.
—Perdón, Jimin. Debí haber ido a entrenar contigo. No puedo creer que te enfrentaste a alguien por nosotros —dijo, con remordimiento en su voz.
—No tenía opción —respondí, justo cuando apareció Yoongi.
—¿Estás bien? —preguntó Yoongi, con preocupación.
—Sí, estoy bien —respondí, tratando de sonar convincente.
—Gracias por salvarnos —dijo Yoongi, con sinceridad.
—No fue nada, aunque si hubiera podido decidir, diría que te quemaran a ti primero —respondí, con un tono sarcástico.
—¿Por qué lo dices de esa manera? —preguntó Tae, confundido.
—¡Porque la admiración que sentía por ustedes dos se acabó! Los alfas son unos cabezas huecas. Me recordaron al cabeza de cerdo.
—Hablas de los alfas como si tú no fueses uno. ¿Quién es cabeza de cerdo? —preguntó Yoongi, intrigado.
—Sí, tienes razón. Yo no soy un alfa ordinario porque sí puedo usar mi cabeza. Ahora, compañeros, los dejo. Tengo un reporte que dar.
—¿Por qué no descansas, Jimishi? —sugirió Tae, con preocupación.
—Para ustedes soy Park Jimin, así como tú eres Min Yoongi y tú, Kim Taehyung —respondí, con firmeza.
—No entiendo todo esto por querer estar con unas omegas —dijo Yoongi, frustrado.
—Yoongi, de todos los cabeza huecas que hay en este lugar, tú eres el rey de los cabeza huecas. Vienes, me dices que quieres entrenar y no sé qué, y a la primera faltas a tu palabra porque no se pueden desaprovechar las oportunidades... ¡Ash! Da igual, me voy —dije, dando media vuelta y alejándome.
Me quedé allí sin palabras. ¿Era molestia lo que tenía Jimin? ¿O celos?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro