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✨ Epílogo.

(este cap será retirado para seguir con la publicación normal mas adelante, por ahora se los doy como regalo para que me perdonen el abandono del perfil, gracias por los 728 seguidores, espero llegar a 1K este año)





Cuenta la historia de cómo un emperador conoció a la que sería su esposa, gracias a la intervención de una poderosa hechicera capaz de ver el hilo rojo.

El emperador le pidió a la hechicera que siguiese su hilo rojo para conocer a la mujer de su destino, y así lo hicieron. La búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con un bebé en los brazos, ofrecía sus productos.

Al llegar allí, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: "Aquí termina tu hilo". Sin embargo, al emperador no le hizo demasiada gracia que su destino se entrelazara con esa mujer tan pobre, por lo que enfureció, creyendo que era una burla de la hechicera.

Así, empujó a la campesina que aún llevaba a su bebé en brazos, haciéndole caer. El bebé, una niña, se hizo una gran herida en la frente que dejó una cicatriz muy particular. A la hechicera, por su parte, ordenó que le cortaran la cabeza. Pero lo que no se esperaba fue lo que pasaría muchos años después, cuando llegó el momento de casarse. Se le recomendó que se casara con la hija de un general muy poderoso, y para su sorpresa, el día de la boda, cuando le vio la cara se dio cuenta de una realidad: la mujer tenía una cicatriz muy particular en la frente, fruto de una caída siendo un bebé.





El vendaval del tiempo moderno y progresista aparentaba traer una catarsis de contaminación sonora arraigada al sonido del tumulto tan congénito y normal de un espacio como lo era aquel aeropuerto oriental, considerado uno de los más grandes, más modernos y con las mejores líneas de aviones en el mundo, el caballero que suspiraba mientras peinaba su espesa cabellera entre apogeo y movimientos furtivos de los peatonales no quería ser un juzgador directo y discernir en aquel tipo de detalles y conocimientos que se arrinconaban en su cerebro, si fuera una situación de preguntas y respuestas de los comúnmente programas que visitaba cuando pedían hacerle una entrevista sin duda siempre daría su opinión sincera, dejando en claro que para él, el mejor aeropuerto del mundo con todo y sus características internas seria el Aeropuerto Internacional de Hamad en Catar o en su más representativo estilo físico si querían que tuviera algo de compasión con sus raíces orientales diría que el de Changi de Singapur, no el de Corea, jamás Corea.

Pero claro nadie le estaba preguntando, no estaba en un programa televisivo que expandiría su programa a tierras orientales, no estaba ahí por placer y gusto, simplemente estaba viviendo y sintiendo la amargura en carne propia mientras el aire le brindaba al apolíneo hombre rutinario un augurio de mal sentido ante el deber de pisar terrenos natales, los cuales jamás había vuelto a tocar desde que se prometió nunca volver, de su cuerpo se desprendía una amarga y agria esencia que revocaba en su boca, justo en la unión del paladar duro contra su tersa lengua húmeda la cual chocaba con insistencia contra su mejilla mientras el teléfono inteligente de última generación emitía el mismo pitido de red ocupada desde que había llegado y comprado una sim card que aligeraría sus 15 días infernarles.

Dimitido y resignado, el varón se entregó a duras penas a la labor de su profesión -misma por la que era bien retribuido- al tomar la manezuela de su maleta azulada de abundante tamaño y acoplada al peso que podía llevar y así poder arrastrarse junto a ella al exterior del terreno atestado de gentío que no paraban de chocar contra su anatomía, con unas zancadas vagamente disfrazadas en tranquilidad, el hombre denotaba premura intentado ubicar entre tantas cabeza el vehículo previamente solicitado que le llevaría a su hotel y de ahí hasta la creciente zona de labor.

Sus orbes opacos amarronados - con un fuerte glaseado chorreante de chocolate amargo que rodeaba el iris oscuros y brillaban por los pequeños aritos internos que parecían mini galaxias - eran recubiertos por la sombra que brindaba sus gafas para ocultar aquellas ojeras eternas que jamás abandonaban su facciones por más que durmiera o se diera vacaciones innecesarias para descansar, sus cejas pobladas le brindaban un entrecejo expresivo que la mayoría del tiempo daba la imagen de que estaba de muy mal humor o no le agradaba tal situación como si la misma fuera una montaña extensa de mierda, haciendo de su aspecto uno mucho más sombrío y agotado del que ya era portador diariamente, su cabello un rio negro como el Nilo; caía ondeante hasta los cimientos de su cuello y orejas, luciendo siempre húmedo y rebelde como para ser domado, las ondas suaves eran una batalla constante entre el liso, los cuales intervenían en un flequillo que rozaba sus pómulos haciéndolo ver más jovial de lo que quisiera aparentar; decorado aquello en conjunto una contextura corporal de proporciones de altura por mayor al promedio y una masa muscular de misma característica que le hacían sobresalir entre el género masculino aunque no se lo propusiera, vistiendo una camisa cuello tortuga negra por la temporada en la que visitaba Seúl, el caballero sacudió un poco sus pantalones de pinzas de un matiz negruzco fuerte cuando una joven por delante de él dejo caer un envase de lo que parecía ser malteada chocolate al correr a los brazos de alguien que estaba fuera del aeropuerto esperándola, recreando la típica y jodida escena que muchas veces había visto por internet y que le daban unas ganas innecesarias de gritarles que algún día el amor terminaría.

No quería ser un anti - romántico, pero cuando venía tan de mal humor lo que menos le gustaría era terminar ensuciando sus costosos y elegantes pantalones de pinza, la polera que cubría su suéter estaba hecha de una tela gruesa y del mismo tono que las prendas inferiores las cuales eran cubiertas por la gabardina abrigada que le habían sugerido usar las azafatas apenas salió del avión, el torrente invernal estaba más fuerte que nunca aquella temporada nevada del año.

Aquel hombre, de carácter tosco, árido y arduo de llevar, no abandonaba su bien posicionado porte – delatado primordialmente por su rigurosa y galana, pero disimulada manera de vestir- incluso envuelto en la presión social o la comúnmente problemática del tiempo, mientras las gotas blancas de nieven oscurecían el firmamento, pudo ubicar por fin el vehículo que había sido enviado para atender su llegada aparcando cerca del cordón de la vereda cercana a los taxis que ofrecían sus servicios a los turistas que llegaban con intenciones de vacacionar o los empresarios que como él tenían un asunto pendiente que cumplir en dicho país.

Moviendo velozmente y sin importar a quien chocaba con su equipaje el caballero ingreso al vehículo manteniendo su formalidad, ignoro a quien era su chofer y tiraba miradas furtivas al espejo retrovisor interno mientras ajustaba su abrigo y daba un click al cinturón de seguridad.

El silencio fue espeso solo ahí fue que se permitió alzar su mirada para soltar un gesto que denotaba de un simple y claro "¿Qué mierda estas esperando?"

El chofer arranco nervioso el auto mirando de vez en cuando como el desconocido sacaba su teléfono al segundo tono de llamada contestando vagamente con un áspero "Buenas noches" dejando que el silencio jugara ante la respuesta que daba aquel intermitente del otro lado de la línea, la respuesta que vino después fue vaga de calidez, exigiendo a primera vista termina con aquel rollo "Me encuentro bien, estaré en el hotel en 4 minutos ".

En esos parámetros cesó la efímera conversación y al cabo de segundos el fuerte cierre del teléfono fue justo para sacar un salto al hombre detrás del volante, Jeon ignoro cualquier gesto nervioso siendo testigo desde su ventana del paisaje abrumador brindado por la ventanilla desde las afueras del coche, donde el día luchaba con fuerza por no dejarse vencer de la noche que traía con ella un rio blanco de nieve espesa, no sabía si el estar ahí era más aburrido o el tener que fingir que todo aquello era lo que había esperado cuando le dijeron "estarás de vacaciones en el país asiático más codiciado por los turistas" su palma daba soporte a su barbilla entre un completo mutismo tajante de pensamientos que iban y venían ante los edificios que pasaban entre borrones.

Los viejos resabios parecían aumentar el enfado interno que se debatía en su ser, hubiera preferido mil veces a ver aceptado el trabajo a Egipto sabiendo como era el infernal calor que haber seguido su jodido lema de vida y que ahora estaba jugándole un mal gusto "a donde el viento nos quiera llevar, ahí iré entre sorpresas"

No sabía de donde florecía toda aquella rabia pero el recibir los estímulos externos de su detestada lengua natal, de los centros de comercio cercano y de los modismos tan organizados y bien ejecutados socialmente de su Estado nativo: Seúl, le causaban un estresante nudo que subía a una escala de ansiedad poco controlable, sus dedos por mucho mostraban el castigo que aquello llevaba, odiaba no controlar los viajes donde la sorpresa siempre era llevarlo a un país donde había tenido una experiencia poco agradable, que odiaba o simplemente jamás de los jamases visitaría porque simplemente no le daba la jodidisima gana.

La pregunta que hizo el chofer saco a Jeon de su cavilación mental, respondiendo en aquella lengua que había jurado jamás pronunciar ni hablar, su madre de seguro se estaría revolcando en el inferno al verle incumplir lo que él había gritado entre llanto y miseria en medio de su entierro, desde el fallecimiento de su progenitor Jungkook había tenido ideas muy diferentes a cualquier niño, desde su nacimiento su llegada al lazo sanguíneo Jeon no había sido el mejor, la familia era tradicional arraigada a la historia Coreana y que hoy en día era muy respetada y cuidada por los ciudadanos, desde un principio Jeon mostro ser diferente a cualquier niño nacido en su familia, puesto que su abuelo rara vez murmuraba los rasgos que compartía con el ancestro más viejo del apellido Jeon.

Un hombre que había llevado a la desgracia el linaje, nadie hablaba de la historia del apellido Jeon, preferían ocultarlo tras la puerta y fingir que eran honorables personas que no hacían sufrir a sus niños dándoles trato violento, educación forzada que veía la reformas en los golpes y el maltrato verbal y claro, la mentalidad de que si el dinero no lo resolvía; nada podría, por años Jungkook había intentado alejarse de aquellos que decían ser su sangre, queriendo irse con su padre cuando el divorcio de sus progenitores fue algo seguro y que el pobre hombre no soporto a pesar de que Jeon contaba apenas con 6 años de aquello.

La ley exigía que los hijos eran de la madre por lo tanto el señor Choi no pudo hacer mucho contra una familia que tenía el poder del gobierno, tuvo que abandonar a sus dos pequeños hijos y correr lejos de aquella maldita mujer que hacía de la vida de todos una miseria en vida, por años Jungkook se sintió abandonado, diferente, sabía que algo no estaba bien con él, su padre no lo quería los suficiente como para arrancarlo de aquellas garras, lo había dejado pudriéndose en agonía, pero lo peor fue cuando su familia supo de su enfermedad, daba miedo, recordar aquello daba miedo y provocaba que llevara sus dedos a sus dientes para morder y arrancar el cuero que recubría los orillos de la uña hasta hacerle sacar sangre y ardiera, si dolía estaba vivo, si sangraba estaba ahí, no en los años de cuando era un crio que no podía defenderse de la grotesca palizas de sus tíos o abuelo materno.

Había estado atendiendo sus clases de hangul en el templo con sus otros primos, desde que había entrado al lugar el pequeño Jungkook no se había sentido bien, podía escuchar el ruido que su sangre hacia al pasar por las venas llenas de grasa y otras sustancias viscosas de su cuerpo, podía sentir como la Horta se cerraba poco a poco limitando el oxígeno que hacia su recorrido en su masa cefálica y cerebro, podía oír el pitido aturdidor que fusionaba los demás sentidos y el ver como su abuelo le gritaba con hanbok y una vara larga y gruesa de madera en manos amenazándole golpear hasta sangrar si no seguía el ritmo de sus mayores a la hora de escribir las palabras de ese día en el extenso y grueso papel.

Nadie lo sabía, pero en ese momento no era más que un estado de excitación divino que se estaba produciendo en su cuerpo debido a la excesiva exposición que estaban tiendo sus ojos ante la belleza de aquella majestuosa estatua budista que su familia había mandado hacer para el templo familiar, cuya imagen era la representación de todas las dinastías de su apellido y linaje.

Muchos creyeron que Jungkook solo buscaba la forma de llamar la atención después del divorcio de sus padres, pero nadie entendía el cómo un niño de 9 años estaba sobreviviendo por primera vez al inicio de un síndrome que le harían pasar ratos horrendos mientras aun viviera bajo el techo de aquella familia.

Jungkook nunca se sintió con un ferviente sentimiento nacionalista con idea allegada a la cultura o modismos tan marcados que tenían los jóvenes coreanos mayormente, todo lo que tuviera que ver con sus raíces, su sangre, su cultura, la ciudad natal de donde venia su familia o incluso la religión misma que le habían obligado a tomar, le causaban asco, rabia, un pensamiento homicida donde le gustaría desaparecer todo aquello que le dijera quien era, por ello se esforzó solo y sobrellevo cada una de las situaciones aunque le tacharan de loco, a los 11 años había sido movido a un colegio público donde pudo acercarse a la área de orientación y pedir ayuda para lo que creía era un sentimiento de muerte cuando veía cosas muy bonitas, por años a pesar de que su madre le había obligado a ir al médico para después hacer oído sordos a los que este decía porque ella jamás aceptaría que había dado luz a un defecto humando como su propio hijo, Jungkook intento saber más de su trastorno, quería saber y tener idea de aquello que le había acomplejado por años haciéndolo sentir inferior entre tantos niños normales y los propios de su familia.

Síndrome de Stendhal, cuya patología conllevaba el deteriorar la sístole y diástole - contracción y relajación- del corazón al provocar un acelerado ritmo, temblores, vértigo y confusión en cuanto sus ojos se posaban o admiraban cosas u objetos que podían estar cercanas a ser consideradas obras de arte, específicamente cuando esta se veía bajo su concepción como desbordadamente preciosa y edénica.

Lo que empezó como un problema termino siendo una ventaja, con una buena guía y ayuda, Jeon supo dirigir su síndrome en una dirección que le hacía distinguir algo hermoso de algo burdo, por años la inclinación artística fue más que clara en el pelinegro, que ahora veía la luz al final del túnel y sabía que tarde o temprano podría terminar en algo más grande si seguía los consejos de su mentor educativo, fue así como busco guías para becas, información sobre la educación en el extranjero y el cómo ser un emigrante en otro país, estudio hasta que no pudo más, se esforzó hasta agotar los últimos vestigios de energía, necesitaba huir de su casa, de su vida, de todo aquello que lo hacía ver como un fenómeno, un muñeco de uso, por eso no fue una sorpresa cuando logro una beca en el extranjero para terminar el bachillerato y con un poco de suerte y si lo lograba una beca para seguir pero en la universidad, para él no fue difícil ser un inmigrante en los Estados Unidos, era una llave a su salida pero antes de cualquier libertad su madre había hecho de las suyas para amargar su existencia, unos meses antes de su partida la mujer se había suicidado dejando en un barro de manchas a la familia Jeon la cual maldecía el como aquella insulsa mujer había arruinado más la sangre, no solo pariendo a un hijo con problemas sino también siendo una más de aquellas victimas que aparecían en las sección amarillistas de los periódicos de corea, Jungkook detestaba tanto esa familia, odiaba todo aquello que tenía que ver con su nombre, el simple hecho de saber que su sangre tenía que ver con ellos le enfermaba.

No fue difícil tomar la decisión.

No miraría atrás, no sería Jeon para nadie, no lloraría por alguien que nunca había llorado por él ni esperaría nada de nadie a ese punto, por años lucho con la incapacidad de ser extranjero, saco su bachiller y no mucho tiempo después ingreso a la universidad de Boston, recibiendo la centelleante oportunidad de ser fotógrafo, una labor que le permitía estar detrás de una lentilla y usar aquello que molestaba su salud como una ventaja educacional que sus profesores no evitaron usar, era un diamante en bruto, la nueva generación que superaría a cualquier famosos artístico del mundo. El hegemónico y atractivo hombre desarrolló, a lo largo de su carrera, un inconmensurable talento en su desempeño artístico dejando huellas a donde quiera que fuera, por lo cual no fue una sorpresa al recibirse –e incluso antes- el recibir incontables ofertas laborales desde el extranjero por su extraño talento que solo dejaba más cosas que desear; con tan solo 24 años Jungkook lo que fue ser libre, lo que fue ser él y no preocuparse por los demás, su egoísmo propio le ayudo a llegar a donde estaba y por lo tanto no se arrepentía de ninguna forma de todo aquello que había hecho para estar ahí, siendo el dueño y jefe de su propio mundo, cuando se trasladó a Nueva York su meta era clara, ser el mejor de estados unidos, pero la vida daba vueltas de formas claras, los cimiento de su adultez daban los frutos que cualquiera gustaría recoger.

Así fue como The New York Times llego a su puerta, marcando un antes y un después en lo que sería "Jeon Jungkook: un magnate coreano en la cima" sus secciones o categorías en la revista hacían de su arte una forma más viva para aprender del mundo, en la primera línea que saco se habían vendido más de 5 millones de ejemplares dentro del país, fuera de este la cantidad sobrepasaba cualquier idea, las artes, los viajes y la gastronomía, nunca habían tenido mejor vista que la que ese hombre le daba, había llegado inclusive a tener apartados y portadas en las revistas de varios países donde solo eran exclusivamente a su nombre y en exhibición de sus ostentosas y ocurrente forma de apreciar la vida.

No era raro verlo en el programa matutino de una mañana cualquiera mientras comías wafles con miel y jugo de naranja, era el hombre de Nueva York, era lo que tu soñabas tener en tu cama, con aquella sonrisa encantadora, ojos que te abrazaban entre las altas llamas y físico que dejaba mucho que desear, era el sueño juvenil de ser alguien en la vida, el empleado perfecto que generaba extensas ganancias, esa era su vida y Jeon Jungkook no podía estar más agradecido de ello.

Pero claro no todo podía ser perfecto en su vida perfecta, a veces había trabajo con cosas que poca veces le daban placer, muchas veces sus vacaciones tenían que ver más que todo con la nueva forma de incentivar al turismo y los lugares que deberían de ser usados para esas vacaciones deseada; por ello no era de extrañar que le hubieran pedido estrictamente que tuviera vacaciones en Corea con la excusa de que un proyecto artístico se estaba llevando con mucha potencia después del descubrimiento de unas esculturas de terracota enterradas en uno de los palacios reales de la era del Joseon, esa era la parte horrenda de deberle todo a una cámara, el no poder negarse a ese viaje, hacia exactamente unas dos semanas atrás que su manager le había llamado para infórmale que había comprado boletos para sus próximas vacaciones "de trabajo", pensó que estaría bien, le gustaba viajar sin destino, saber que le preparaba la vida, pero aquello había dio como un golpe en el estómago cuando "corea del sur" fue lo primero que vio en su boleto de avión, había sido todo de su no tan agrado humor, el trasladado a su país, más específicamente a su ciudad natal -Seúl- dejaba sabor amargo en su boca y las ganas innecesarias de tomar viejas costumbres destructivas como el obsesionarse con ciertas cosas o hacer añicos sus dedos y propio cuerpo.

Su objetivo: cubrir y dejar un rastro fotográfico del resguardo histórico y cultural fundamental de Corea: el Museo Nacional de Corea, donde atinaría más a orientar los enfoques de la delicada lentilla de su cámara a la exposición de la alabada dinastía de Joseon en donde capturaría todo lo semántico a las tintineantes y áureas joyerías y ornamentos de época, vestimentas de toda tela y tipo bajo el influjo de las clases sociales, los lienzos trazados de manera angelical con figuras, retratos y restos o escombros de lo que alguna vez fueron esculturas majestuosas de cuerpo completo.

Aquello no le influía ningún sentimiento vertiginoso, acaloramiento o fervor en él, considerando casi de manera fastidiada el hecho de que era imposible ver belleza en simples piezas como aquellas que llevaban más tiempo guardado, que él con su ultimo abrigo de moda de hace cuatro temporadas atrás, sentía un penoso yunque arrastrarse en su cabeza de solo pensar de que en sus manos estaba el poder de que el mundo viera a corea con los ojos que él comúnmente colocaba a los demás lugares a donde iba, si por él fuera de seguro sacaba fotos artística de basura, sangre, jerarquías sociales y racismo excesivo del país, destruyendo toda aquella pantalla artificial de tolerancia, amor y apoyo.

¡Qué satírico, irónico y retozón resultaba ser mil veces el maldito destino! Era cándidamente y meramente satírico para el deleite del humor retorcido de los dioses que alguna vez habían metido sus manos en la vida humana, parecían disfrutar de los disgustos que se generaban en las vidas de lo que alguna vez habían sido sus mayores marionetas antigua.

Adverso a cualquier vestigio de distracción, un pequeño hombre se encontraba dibujando el escenario que se mostraba delirante antes sus ojos en los adentros de aquel magnifico lugar, cuyo terreno, estructura y grandeza encerraban secretos históricos, crueles y frígidos de un país que había sufrido por la avaricia humana del hombre, el poder desosegado de la ambición y la sucia e ilícita idea del amor no correspondido pero delirante que podía causar destrucciones mundiales si el protagonista de ello se lo proponía con desmesura.

No era la primera vez que venía a una exposición del museo nacional de corea, si por él fuera su vida entera se la pasaría entre paredes altas y tan llenas de enriquecedoras historias que explicaban los cimientos de su país, no podía considerarse un hombre orgulloso de su raíces pero todo lo que representara de donde venia era una forma justa para llenar sus pulmones de orgullo haciéndole hinchar el pecho de solo placer al ver como todo tenía un final justo, la mayoría de obras de arte en exhibición se encontraban resguardadas entre cláusulas de cristal o una banderilla que resguardaba la distancia del público, evitando posible contactos dactilares o en casos muy extremos la intervención misma del público en dichos objetos, no era de extrañar que se tomara tan rigurosa estrategia si en un museo de los ángeles se había presentado dicho altercado donde un hombre cualquiera había cortado con un arma blanca las obras del momento expuestas, alegando que solo las hacia más bella, desde ese momento los museos del mundo habían tomado la decisión de proteger a capa y espada cualquier objeto representativo de arte.

De una contextura corporal pequeña y poco promedio a los jóvenes de su país y su edad próxima, el pequeño caballero escondía entre su ropaje pantalones rectos, de grosor prominente; Negruzcos y con un corte por encima de sus pequeños y rosados tobillos, su parka de un matiz similar al del verduzco de un alga, tan opaco que parecía estar entusiasmado de resaltar la nívea tez lechosa del muñeco de porcelana viviente y motriz, aquellas telas eran un buen instrumento para favorecer el rostro tranquilo y taciturno que admiraba todo a su alrededor, la bufanda de tela abrigada junto con el peluche albo de la capucha del abrigo; ayudaban a mantener el calor interno del cuerpo ante el clima frívolo del día.

Los afelinados, enigmáticos y poco comunes orbes del chico eran adornados gentilmente con el halo familiar que por milenios había acompañado a su familia, una melanina tinturada en un hermoso azulado opaco que presentaba tendencias grisáceas como el cimiento de una tormenta apunto de descargar su furia en el mundo después de una tarde bañada con el oro del sol y la caída de los rayos, era una acontecimiento poco visto entre niños coreanos, pero aquel joven era poseedor de los más bellos ojos que alguna vez tocarían la tierra, pues cada vez que aquella gélida mirada se posaba en alguien se podía sentir como la vida misma pasaba frente a los ojos dejando prendado de alguna forma a todo mundo, debido aquella tristeza que no congeniaba para nada con la actitud de su portador.

Por años el pálido muchacho se había juzgado por ser poseedor de tan descarados regalos de los Dioses que su familia se empeñaban en mantener presentes en su casa, eran los únicos parientes cercanos en pertenecer a la dinastía Joseon y por consecuente al último rey Min, se sentía honrado de que su antepasado tuviera tal misericordia en darle de regalo la sangre y el linaje que siempre se encargaban de resaltar en la universidad en la que estudiaba o en su vida social, pues no era común todo los días conocer a alguien que fuera descendiente real del gran Min del Joseon.

Parpadeando distraído el chico siguió caminando para seguir capturando más obras con sus borradores extraños de dibujos, le gustaba hacer aquello como una forma de canalizar sus pensamientos e ideas, su cabello negro azabache como las noches de infierno eran un contraste circunstancial que le hacían pasar pena una que otra veces, pues su hermana melliza había sido bendecida con el gran rio lacio de cabellos cual oro o piedras preciosas extraídas de los manantiales, muchos creían que los Min eran criaturas extrañas que habían salido de algún recóndito hueco, no era normal tener tan hermosa apariencia y ser un ciudadano común de bellos labios carmín como las jugosas fresas de primavera o las pulidas orquídeas terrenales del África, algún extraño secreto debían de tener.

Perdido entre sus pensamientos Yoongi ignoro por completo el cómo se separaba por un momento de su grupo estudiantil el cual era el encargado de la visita de ese día en particular, por lo general su clases de historia de arte nacional hacían ese tipo de expediciones universitarias, con el fin de dar un aprendizaje más introductorio y cultural que iba más allá de puros libros y teorías técnicas despellejadas por profesores, el joven era uno de los pocos estudiantes universitario que cursaba aquella materia aunque no estuviera en su pensum de educación, junto a su pareja el cual había perdido en segundos al pálido que siempre se empeñaba a embarca viajes solitarios cada que visitaban un museo del país, Kim Namjoon de veintiséis años de edad, era de aquellos pocos alumnos que daban el gusto de tener en una institución como aquella, el joven de destacados créditos académicos había recibido con honores la carrera de antropología nacional asegurándose en cursar una especialidad en artes universales las cuales le habían permitido conocer al que ahora era un novio quisquilloso de tres años de relación. Kim era de esos hombres parsimoniosos, de trato fácil y llevadero, terso de corazón, pero audaz y dotado en una inteligencia que a YoonGi le fascinaba y no le dejaba de maravillar a pesar de que el tiempo se extendía en su relación, era creyente que entre más años juntos más aprendía y veía a Namjoon como el hombre que compartiría la vida con él.

Pues a su parecer la forma en la que se habían conocido tenía que ser alguna clase de destino pactado. A Namjoon la mayoría del tiempo le gustaba comentar el cómo un pequeño hombre de diferente aspecto físico y con una detonante contexturas poco usual a la de un joven promedio había aterrizado en sus brazos como si los mismos dioses lo hubieran lanzado del cielo a sus brazos, sacando entre exclamaciones y risas nerviosas los reclamos de Yoongi, era claro, si ese día Kim Namjoon no hubiera decidido tomar descanso en la zona literaria y donde los talleres teóricos se impartían en el segundo piso, Min Yoongi de seguro hubiera muerto o peor, haber obtenido alguna fractura grave que condenaría su vida, por suerte un joven apuesto, musculoso y distraído chico había sido su almohada en una situación que para Kim seguía sin tener lógica.

Eran polos opuesto obligados a encontrase o así pensaba el pálido, quien constantemente le preguntaba a Namjoon que pasaría si algún día dejaba de amarle, no es que fuera una persona negativa, pero al pálido le costaba en demencia relacionarse con personas que no compartieran al menos una parte de sus gustos, eran simplemente dos jóvenes destinados a estar uno con el otro como si no hubieran tenido el tiempo justo y exacto para hacerlo en alguna vida.

Ambos chicos se encontraban junto al tumulto de estudiantes bajo el influjo de una actividad un tanto rigurosa y bastante comprometedora en el puntaje final de los talleres, la profesora había sido clara, examinar concretamente y con cierta rigidez las piezas en exhibición de la dinastía Tang aplicando los contenidos previos a la investigación islámica que habían hecho unas semanas atrás, intentado buscar semejanzas en materiales, productos o recursos que hubieran usado los antepasados coreanos.

La voz de la adulta y mínimamente longeva fémina se hizo oír con su chirriante, pero áspero tono acompañado de muecas y movimientos expresivos que la hacían más seria y poco feliz de tener que estar entre tantas personas y con jóvenes que cada tanto ignoraban su explicación y la división de los grupos en cantidades. Dentro del extenso edificio se hallaban tres plantas atestadas de joyas históricas de la región, teniendo cada una de ellas una ficha técnica donde se explicaba a profundidad su uso, dueño y material, por no hablar de los guías que poco a poco y con cada paso iban explicando el trasfondo de cada sección: la izquierda del museo anidaba telas y vestimentas nacionales, la izquierda figuras, vasijas, accesorios poco convencionales y regalos recuperados; y en el centro, un laberinto de cuadros en papiros desgatados y casis quebrados protegidos en vitrinas largas y angulares que eran alumbrados por luces frías para mantener el pigmento impreso en ellos hace miles de años atrás.

De esa forma, fue como Yoongi tuvo que alejarse de su pareja, no habían quedado en el mismo grupo y los puntos que al pálido le interesaban abarca en su trabajo estaba por mucho alejado a la inspección obsesiva que Namjoon estaba teniendo con la reformas arquitectónicas que se habían realizado en aquellos años a los castillos más famosos del país y que hoy en día eran monumentos nacionales, de a poco fue orientado con su grupo hacia el primer piso, el cual era poseedor de ocho habitaciones diferentes que eran nombradas según con la dinastía del rey que representaban y los objetos que resguardaban en sus interiores, encontrándose entre ellas la Sala Gojoseon, la Sala de Los Tres Reinos, la Sala Goryeo y la Sala Joseon, siendo la última la de mayor interés para él, pues la profesora le había propuesto a él para su proyecto hacer una identificación superficial de los elementos de la Edad Media y Moderna coreana y algunos patrimonios históricos o culturales que al día de hoy se habían perdido o habían sido considerados un mito.

Paso a paso Yoongi empezó a recorrer la salas muy lentamente, tiendo mucho cuidado cuando ingresaba a cada una de ellas que contaban con pequeñas habitaciones internas donde todo era oscuro y se mostraban videos de no más de 2 minutos explicando lo que encontraría ahí además de pequeñas muestras de joyas representativas y que cambiaban en tamaño, color, formas y material, desde que había ingresado el pálido no se había abstenido en tomar nota de lo que, bajo su concepción, era de mayor importancia Ni siquiera se había inmutado de la cantidad de personas que se condensaba en cúmulos moderados que con el tiempo se iban degradando para dejar los espacios vacíos.

Jungkook formaba parte de aquellos personajes que se condesaba entre la multitud, le gustaba ver de primer plano las facciones de las personas ante la exposición cognitiva del arte, queriendo apreciar si cada obra, joya o atuendo era digno de dicho gesto admirador, disgustado o confundido, otras veces escaneaba a su alrededor buscando las personas correcta para entablar una conversación productiva que le diera más información de lo que apreciaba, a pesar que se disponía de un guía propio solo para él: al hombre no le gustaba caminar en estos lugares con una persona siguiendo sus paso como mamá pato, prefería guiarse de las personas y de lo poco que las fichas dejaba a la interpretación personal, pues ya en su hotel y con su laptop de trabajo, una copa de Vinotinto y un cigarro consumiéndose entre sus dedos él mismo se introducía a una investigación profunda de lo que había visto y apreciado con la lentilla de su cámara, usando el recurso de diferentes idiomas para tener una pinta de vista cultural diferente a la del proyecto original.

El atractivo hombre de apuestos ángulos mandibulares y también de una masculina pero prominente nariz, pronto quedo solo en la tercera sala, siendo este el momento justo que buscaba para quedar estático entre medio del gran espacio y así hacer uso de la cámara, eligiendo las mejores lentillas para el proceso de retrato y enfocando al azar para medir las distancia considerables para cada imagen saliera con una exposición de iluminación correcta y no sub expuestas, lo gratificante de su trabajo era la facilidad que tenia de capturar perspectivas visibles pero que solo un estudiante de artes, arquitectura o diseño apreciaría, no todos eran consiente de las diferentes formas de interpretar y entender una foto, usando diferentes recursos que terminaban volviendo la sección más divertida y hasta recreativa y de aprendizaje futuro que podía ser aplicado en los siguientes proyectos.

Indagó entre su consciencia y su interés, debatiendo consigo mismo por qué nada parecía llamar su atención y lograr ese punto sensorial que muchos lugares le causaban cuando empezaba a trabajar, estaba en un estado de disconformidad que se exponía en sus facciones y la mueca amarga de sus labios al ver la imagen digital en la pequeña pantalla de su cámara, borrando y capturando Jeon camino, deteniéndose en los cuadros primitivos donde se hablaba de los antiguos homo sapiens y de los cuales habían una evolución primitiva que por años el mundo intentaba desvelar como verdad y poco a poco se perdía entre cuentos fugases o leyendas.

En la escuela recordaba Jungkook, existía una materia la cual era conocida como Historia universal hibrida, en ella se sostenían versiones de la historia en donde se presumía que residió una raza de híbridos evolucionados después de los primates, siendo esta la evolución más tardía y duradera para el ser humano, humanos normales con esencias animal que se internaban dentro de ellos como una segunda alma, teniendo esta más peso que la primera, muchos de estos rastros señalaron que en su mayoría había una predominancia en los quileutes – lobos – dejando un porcentaje bajo y de dudas hasta hoy en día de saber cuáles eran las otras especies existente, muchos remarcaban la teoría de que estos espécimen humanos se manifestaban en conductas y comportamientos idénticos a los caninos feroces, los cuales podían identificarse entre muchas otras razas por los olores, pulsiones sexuales distribuidas en intervalos de tiempo e inconsistencias biológicas expuestas en huesos amorfos, esto sin duda aseguraba a la ciencia dándoles bases sólidas a dichas teorías.

Ciertamente, para la reacción de la gran mayoría de personas actuales y hasta el mismo Jeon, creían y tomaban una posición donde percibían desde una mirada mucho más orientada al mito, asegurando que aquello solo eran leyendas inclinada a los demonios del bosque japoneses, criaturas mágicas, etcétera y que el país enemigo había incrustado en el país como forma de mantener aun cadenas históricas en las tierras que no habían podido tomar como propias.

Es decir, como una mitología total que no deseaba abalar y ser comprobada en un mundo y época tan orientada a la ciencia y lo concreto. No había ninguna existencia de tal ramificación de la humanidad, ¿omegas? ¿Alfas? Realmente era descabellado pensar en la regencia de tales criaturas porque si alguna vez pisaron terrenos humanos, ¿por qué no se había llegado a la época moderna y actual con estas razas? No tenía ningún sentido por más prueba científica que se expusiera o se encontrara constantemente.

Y por ello Jungkook no era el único que observaba el video mudo que pasaba en aquella pared blanca y sumida en la oscuridad, recordándole alguna vez en su visita a Alemania donde también había apreciado en un escenario similar la historia de Ana Frank, con la diferencia de que el sonido en aquel lugar era la voz de una niña contando su historia y aquí el sonido de las respiraciones aceleradas y señaladas como propia se unían al compás de los tambores tradicionales que tocaban una música propia del Joseon, sus ojos oscuros como el chocolate amargo con toques mínimos del red velvet miraban fijamente la imagen de arqueólogos encontrando huesos de lobos con el doble de tamaño de un lobo del bosque normal, incluso de la raza antártica que era considerada las más grande.

Sus ojos no paraban de bailar de una imagen a otra mientras daba pasos dudosos siguiendo la cinta que se repetía una y otra vez, con cámara en mano Jungkook alzo el lente, esperando tomar una foto perfecta de la entrada de esa sala y el cronometraje en un costado recortado esperando a cualquiera que entrara para ser testigo de aquello que se creía falso o mito, más lo que su lente capto no fue más que la imagen de un varón pálido que parecía sumido en aquellas imágenes Re-proyectadas en la pared blanca y entre oscuridad, siendo la luz del video lo único que le permitía a Jungkook ver con detalle aquellos ojos inhumanos que jamás en su vida hubiera pensado encontrar en una persona, labios tersos y dulces como el más sensual pecado pidiendo ser cometido sin arrepentimiento, el flequillo oscuro caía espeso en la frente, maravillando aquella belleza que se escapaba con cada gesto sorpresivo que el jovencito hacia abriendo su boca en un puchero expresivo y que detonaba concentración pura.

Jungkook podía sentir el inicio de un ataque de excitación apresándole el pecho, empezando a capturar su oxígeno y dejándolo escapar con leves agitaciones que parecían engañar sus órganos con aire falso y que no tenía nada que ver con lo que buscaba. Sin querer hizo un pequeño recorrido visual de aquel hombre que nunca en su vida había tenido la oportunidad de llevar a su cama, estaba perplejo ante las sensaciones que estaba sintiendo casi como si un infarto fuera a ser su causa de muerte ahí y ahora, era imposible que aquella caprichosa criatura fuera un simple muchacho de carne y hueso, coreano y con una imagen tan virginal que hacia una torre de campaña en sus pantalones de solo verle probar sus labios resecos en un gesto inocente de distracción ante la sensación de sequía en la carne tierna y que gritaba ser maltratada por sus dientes, su lengua, su boca.

Cualquier paramédico que hubiera atendido a Jungkook en aquel preciso instante ya lo hubiera redireccionado al hospital más próximo al sentir la intensificación de aquella hiperventilación que comenzaba a repercutir a su cuerpo en un ahogo intenso, como esos que solo son obtenidos por alguna fuerza tercera que cortara el flujo de sangre, causando fuertes y estrepitosos movimientos en su corazón y claro; afectando el vértigo cerebral que pocas veces aparecía pero que lo ponía tan pálido que a veces se dudaba si quiera de que su piel era color canela por naturaleza y no como la tes de un difunto, el sudor era espeso y recorría toda la extensión de su cien y manos, las cuales ardían en la punta de los dedos debió a las heridas resientes que apenas habían tenido un término de 15 horas para curar y recrear una capa fina de sangre globulosa que protegería y ayudaría a su sanación completa.

Ante todo, este mar de sensaciones que presentaba, Jungkook no pudo ocultar el malestar y jadeo inesperado que abandono su boca rosa y necesitada de la dulce miel del desconocido, pues aquellos ojos, aquellos malditos ojos que de seguro serian reverenciados, admirados y alabados hasta la muerte mismas giraron a verle con una delicada declinación de cabeza donde se notaba el aparente desconcierto por ser observado tan fijamente por un desconocido:

- ¿Se encuentra bien caballero? – aquellas simples sílabas fueron como un salvavidas en aguas saladas, un trago de hielo en desiertos infernales, el paraíso carnal, estaba atónito e incluso más boquiabierto que nunca, Jungkook se vio cruelmente forzado a recobrar la compostura abruptamente, aún si los mareos y la taquicardia –ya casi infarto- persistían.

No sabía que imagen estaba dando, pero era claro que pocas veces le pasaba aquel tipo de situación en su vida, así que, inmediatamente irguió su espina dorsal y se colocó recto para posteriormente desviar o camuflar con nerviosismo el sonrojo natural que abochornaba su piel y las suaves mejillas, carraspeo y sostuvo su faringe intentando encontrar concentración interna al cerrar sus ojos, más que todo buscando controlar el tono de voz que abandonaría sus cuerdas vocales.

- S-sí, sí, disculpa, me pasa muy seguido con este tipo de exposiciones visuales... me encuentro bien, fue solo una reacción fotosensible antes los cambios abruptos de tonos - observó casi de reojo la reacción a su respuesta, esperando a ver sonado lo suficientemente convincente como para no ser mirado de forma extraña – No suelo ingresar mucho a estas salas, pero sin duda ha valido la pena el riesgo – Yoongi asintió poco convencido siendo de uso la luz del video para notar como el color volvía a la piel del desconocido y como la mano que sujetaba el pecho abandonaba el lugar para caer libre en la cámara olvidada en la otra mano.

- ¡oh! ¿es fotógrafo? – Jungkook dejo de mirar aquellos ojos para ver la cámara en sus manos y las cuales habían sido dejada de lado, siendo aquello lo último que recordaba usar, estaba hi por trabajo, por trabajo y ya.

- Jum... si, un placer Jeon Jungkook – Yoongi abrió sus ojos sorprendió soltando una exclamación bastante infantil antes de dar varios pasos y así invadir un poco el espacio personal de dicho hombre que ahora tenía nombre y parecía bastante consternado.

- ¡aigo! ¡ya sabía yo que su rostro se me hacía familiar! ¡le conozco, usted es director fotográfico de la revista más vendida en Nueva York! ¡sigo su trabajo! – Jungkook carraspeo intentado mantener para él aquella sonrisa arrogante que florecía de sus labios cuando su persona y su camino laborar era reconocido con tanto entusiasmo y pasión - Es un honor conocerlo en persona, he visto varios proyectos suyos en diversas portadas, incluso sigo el programa matutino que hizo hace varios años atrás en escocia, casi siempre, utilizo algunas de sus tomas para mis exposiciones de historia o trabajos profesionales de profesión – Yoongi se atrevió un poco a soltar halagos exagerados solos con el único fin de mantener un poco más aquella extraña pero sin duda excitante conversación, por años había seguido el trabajo de Jeon Jungkook, usándolos como referencias para sus proyectos o como metas visuales de los sueños que quería cumplir en cada país que aquel hombre había visitado a su tan cortos 32 años de edad, era casi un sueño tener a alguien tan famoso y considerado un patrimonio nacional que representaba a Corea en el extranjero.

La sonrisa sincera del hombre mayor se reusaba a dejar descansar sus comisuras, aún más cuando se hizo una idea engañosa de ejercer provecho de su fama por primera vez en su vida para ganarse algún estupor por parte del chico, dejando ver parcialmente su vanidad por fines sumamente románticos muy ajenos a lo que era la personalidad de Jeon en concreto.

La verborrea del pálido estaba acompañaba de una embozada sonrisa dulce que incluso ampliaba y turbaba más el ritmo cardiaco de Jungkook, quien devolvía una pequeña reverencia a modo de saludo formal que el pálido hombre había iniciado cordialmente para mostrar sus respetos.

- Disculpa si mi educación coreana es escasa, mi vida estadounidense me da pocas oportunidades de hacer uso de la lengua, agradezco ser tan conocido y que mi trabajo sea apreciado con tal fervor, Es un honor conocerte... – la forma ilícita que Jungkook jugo para que el pálido soltara su nombre fue entendida porque antes de que Yoongi pudiera presentarse o abrir su boca otra voz le llamaba a lo lejos, causando que aquellos dos miraran sobre el hombro del pálido al joven que venía casi corriendo en dirección al pálido.

El deseo de Jungkook se saber aquel celestial nombre había sido turbado por un momento que no pensó pesaría en su cuerpo como acido, había añorado e imaginado que su boca satírica seria la apropiada para saborear cada letra que constituyera aquella palabra santa que le daría identidad civil y divina a tal obra de arte como lo era aquel risueño y apetecible pálido de labios como el rio rojo del amazona y belleza adictiva como afrodita.

Deseaba ser el descarado hombre que fuera el causante de marcar aquella piel en palabras de amor, en consuelos de placer, ser el autor de pintar arte en cada extremidad hasta que de la boca rosa solo salieran exclamaciones de júbilo, Lo anhelaba, sus palpitaciones le demandaban con una violencia animal ser él, el único varón que proclamara aquel chiquillo como suyo.

Pero claro cada deseo había sido cortado de raíz para el desespero del pobre y afligido fotógrafo, que quiso arrancarse la cabeza desde su cuello al verse irrumpido de tal forma; expresando en su semblante un desconcierto y rabia jamás mostrada ante tal interrupción. El interruptor que controlaba sus emociones se dispararon hasta oscurecer su mirada de chocolate; conforme iba avanzando el desconocido entre el bullicio de la aglomeración, Jeon supo lo que era tener envidia por primer vez y también el tener deseos inhumanos de secuestrar lo que él creía como suyo.

El hombre que llamaba al pálido poseía una anatomía del mismo porte que el propio, y de su boca no paraba de salir aquel senil nombre "YoonGi", joder, aquel portador del tan nombre no era más que un etéreo deseo jamás contado, jamás visto anteriormente, Jungkook quiso alargar el momento, pero el desconocido hizo hervir su sangre al posar descaradamente a su lado tocando desde la cintura hasta los hombros al pequeño y desconcertado Yoongi.

Desconcertado, guardó un tajante y gélido silencio al sentir que su boca se ensalivaba en cólera en lo que la aparente pareja conversaba sin ser conscientes de la burbujeante sensación que comenzaba a construirse desde su estómago hasta la garganta de Jungkook.

El muchacho más fornido, de hebras sedosas, cortas y almendradas, cuyo flequillo se encontraba en su frente y obstruyendo un poco su vista, revestido de tan solo una camiseta lisa de matices marrones con un estampado casual de letras coreanas, con un negruzco pantalón grande que se sujetaba a la definida circunferencia de la cintura con un cinturón de cuero y que hacía de su físico uno más robusto, en la cabeza el gorro gris hacia juego con todos aquellos accesorios extras que para Jungkook solo parecían un chiste de intento juvenil. Entre la reciente pareja reencontrada hubo una pequeña charla de la que Jeon fue participante mudo, denotando para sus adentros una catarsis de desagrado que parecía venir de la insolencia del hombre de una tes más acaramelada y hundida con pozos de hoyuelos en los extremos de su boca cada que sonreía por lo que fuera que Yoongi le decía.

- Señor Jeon él es Kim Namjoon, mi pareja, es un gran fan al igual que yo de su trabajo – Namjoon abrió los ojos sorprendido al entender el entusiasmo de Yoongi al ignorar su pregunta de porque tardaba tanto, diciéndole que no adivinaría a quien había conocido, estaba ahí, Jeon Jungkook, el hombre que parecía estar presente en la relación que compartía con Yoongi y que parecía ser más el segundo novio que cualquier otra cosa, a Kim no le molestaba que el pálido hablara de él, pues entendía y compartía ese gusto de admiración por dicho caballero que había triunfado contra la adversidad que había sido su vida

- Un placer, Yoongi no deja de hablar de su trabajo cuando una nueva sección sale en el The New York Times – Kim extendió su mano, pero Jungkook no la tomo, causando que el incomodado jovencito retirara nervioso su extremidad ante el gesto despectivo que Jeon había tenido ante la acción de chocar las, al parecer el hombre era más tradicional de lo que decía ser en la entrevista que hacía al decir que había dejado su nacionalidad coreana atrás y lo que conllevaba esta.

- No lo tomes personal, me gusta mantener mi espacio personal – dijo Jungkook sin mucho reparo manteniendo sus ojos en Yoongi quien miraba a Namjoon con una mueca un poco nerviosa al ver como su novio retiraba su mano y le miraba como diciendo "bueno, creo que no le caí bien"

- B-bueno no quiero quitar más de su tiempo, fue un placer de verdad señor Jeon.

Tan inmerso y empeñado estaba Jungkook en su propia disconformidad que su consciencia aparentó disociarse en lo que mantenía sus orbes feroces clavados cual daga empuñada en sangre y con dirección a su corazón, observando como aquel tipajo alejaba cruelmente de su persona aquel cuerpo que había declarado como suyo, siendo lo último que veía la mirada sobre hombros que Yoongi le otorgo, aquellos ojos grises cual rio revoltoso en ansiedad, grises y oscuros como los sentimientos que de pronto surgían desde lo más profundo de su ser, recordándole que "aquello" tenía un dueño y no era él.

No era posible, no estaba en ningún parámetro racional ni cabía en ninguna cabeza que aquel querubín sobre tierras ya tuviera dueño de sus gemidos, de sus placeres, de su sudor y de su piel. Se suponía que, Jungkook, con su profesión era el más destacado y bien posicionado hombre, sin denotar que también el más apto y capacitado para darle los cuidados requeridos a tan delicada obra de arte, un seductor nato a quien no le faltaba compañía en la cama y el cual se jactaba de dejar a todos bien complacido.

Cólera, desdén y deseos fueron los progenitores biológicos que emergieron de él, siendo potencialmente preocupantes hasta el punto de cegar su vida, el retrato de Yoongi seria eterno en su retina, si necesitaba tiempo para volverlo suyo así lo haría, podía dedicar meses, años incluso su vida si así aseguraba tenerle en sus brazos, podía dejar todo en estados unidos y correr a la tierra agobiante que juro abandonar, podía solicitar un traslado a la agencia de dicho país solo para asegurar un paso más cerca de él, si así lo deseaba compraría el lugar más cercano a su cuerpo, a su vida diaria, intentado mantener los pasos adecuados para no interferir en su vida pero si para verlo todo los días desde la ventana de un balcón, si así el chico lo quería podía dedicar horas, minutos, segundos, días, semanas, meses, años para la veneración justa a su cuerpo.

Lo que fuera que Yoongi le exigiera lo haría porque su vida ya no tenía rumbo si no tomaba aquello que había bautizado como suyo ese día en aquella habitación de museo, la cual sería uno de sus recuerdos más célebres pues la vida le había sonreído entregándole la obra de arte menos invaluable y que solo una vez se podía obtener.

Si el tiempo lo apreciaba podía dedicar madrugadas enteras haciendo uso excelente de su profesión poseyendo murales interminables de capturas estáticas de momentos, sonrisas y sonrojos que calentarían su alma de ese ahora en adelante, creyendo que no sería suficiente para demostrar tan apasionado amor que jamás Yoongi recibiría de aquel insulso muchacho que no conocía la vida y los baches de esta, Yoongi necesitaba alguien mayor, alguien que pudiera enseñarle el mundo de una forma jamás vista, desde los pagables deseos como los suyos que eran los más puros en intensos que nunca jamás serian creados y proyectado en la tierra.

Porque desde ese momento en adelante Jungkook podía ser un fan interminable de Yoongi, apreciando en cada hilo rojo representante del destino, cada foto, objeto o material que recordara su apreciable y sincero amor, porque jamás se encontraría persona que diera todo de si como él, que deseara algo como él, que fuera capaza de ahogar al mundo mismo si su amor se lo pedía, porque por Yoongi seria ángel, demonio, salvador o verdugo.

Porque cada momento seria preciado para él, aunque fueran momentos forzados, que se extenderían entre salidas y entradas que coincidirían a la perfección con el itinerario de Yoongi para poder aprovechar carroñeramente cada segundo a su lado, importándole poco si de a poco tenía que alejar a aquel ser que decía ser dueño de su Yoongi. Por qué el precepto de idealismo que abarcaría su cabeza funcionaria así, y de aquella manera debería de ser: si su enfermizo amor no era de su pertenencia y completa devoción, entonces nadie en esta tierra, ni dios, ni reyes podrían ser dueños y merecedores de aquella ninfa nacida en sangre y delirios....





















les doy este cap en modo spoiler por lo perdida que ando, se me daño la laptop hace ya un mes y solo la uso para cosas en especifico de la universidad; además de ello me enferme antier y ando valiendo berga, andamos de reposo por inflamación muscular en los pulmones, pecho y corazón, además de que un familiar mío también esta de gravedad en el hospital así que ando en la cabeza en todos lados (creo que de tanto estrés por eso enferme o no se)

Ando cubriendo gastos que no son mío y los míos a duras penas así que tardare mas o menos en poder arreglar mi problemita con mi amada compu :c 

no se cuanto me tome arreglar mi laptop... pa mi desgracias el arreglo sale en 30$ así que tengo que colocar prioridades en algunos gastos

sin mas, espero les guste esta mirada al futuro, comente que les parece este jk y otra cosa...

quiero escribir mas contenido de este tipo, así histórico y toda esa cosa... ¿Qué ideas se les ocurre?

Por cierto, estoy escribiendo 3 fanfic hermosos, hermosos que espero llamen su atención, uno es de dragones, la era victoriana y sus reinos, se llama "King of dragon: dolce real

el fic trata de una dinastía a punto de extinguirse por la codicia a la corona, el único heredero jeon jungkook, se vera obligado  a tomar el reino si quiere acabar con toda aquella linea de sangre maldita que le quito cada fragmento de felicidad en su vida, pero eso solo será una pizca ante la avalancha de problemas que trae la corona y un reino que sucumbe ante los pecados de las otras líneas sucesoras y también de un lindo dolce arrastrado a ser la puta real ¿el frio corazón de un dragón será suficiente para salvar y destruir lo que mas odia? (alguien quíteme juegos de tronos y casa de dragones antes de que cometa un homoci**** de odio, dios mío me cagan todos los personajes jueputa

¿Qué casa es su favorita? xdxd la mía obvio los targaryen, son lo mejor de esa mierda y quien diga lo contrario vengase y nos caemos a carajasos

el segundo fic es de mafia (si lo sé, molly otra vez con su mafia y no ha terminado la segunda temp de Gangsta... no me lo recuerden que ya tengo a una de mis mejores amigas amargándome la vida cada vez que ese fic sale a la luz en el grupo de wapp xdxd yo sufro mas que ustedes, se los aseguro) por si les interesa se llama el jardín de las delicias y solo diré que el yoongi de Haegeum esta super representado en ese fic :3 una partida de ajedrez define la vida de todos aquí, muchos secretos, muertes inesperadas y un solo ganador ¿Quién dirá jaque mate al rey?

y el tercer fic que me tiene mal y dios estoy esperando que salga Golden para poder estructurar las canciones con la historia es INfected (?) un fic inspirado en los años 90 - 00, donde jungkook como vocalista de su propia banda de rock punk esta viviendo un sube y baja por su constante problemática con su vida romántica y social, arrastrando así a todos los miembros de su grupo.

yoongi guitarrista y jungkook vocalista y baterista.... ¿Qué podría salir mal de todo esto?

espero lograr sacar muchos caps horita que entre en vacaciones y empiece suave con el otro semestre en diseño (por el bien de mi estabilidad mental solo veré dos materias este semestre, le llore mucho al semestre pasado y me enferme mucho debido al estrés y no gracias, por mucho que quiera mi titulo quedar ciega y sufrir una inflamación cerebral no lo vale)

sin mas que decir, denme mucho amor en este cap, y dejen comentarios que yo pueda leer y responder :3 

con amor, molly.




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