✨ Capítulo 4 - El Neoconfucionismo del Amor.
Créditos de 1era Portada - Banner para @AkiiJazz - Créditos de Historia Original - Idea - Comisión para @CherrHunter - Escrito, Redactado y Editado por @MollyMhollyy y su maravillosa beta detrás de bambalinas @oovyn1l que es muy tímida para aceptar su gran trabajo xd
La libertad fue atacada esta mañana por un cobarde sin cara.
La libertad será defendida.
Presidente George W. Bush
Sangre, un líquido glutinoso con la consistencia espesa del pecado hecho mineral sustancial, caldo que marcaba un hecho importante en la historia universal, por años los terrenos humanos se habían llenado de ríos, mares y lagunas de linfa, siendo este el único recurso inhumano para registrar ciertos sucesos que habían colmado la tierra de sus tragedias; eso era el plasma carmesí para cierto omega, una posesión de recuerdos destructivos y memorables que se volverían eternos en las mentes más vividas de aquellos días y que pasarían a las nuevas generaciones.
Jeon Yoongi había aprendido a base de castigos y sangre ajena: lo que su nombre significaba, lo que su estatus y género conllevaba, él era poseedor de un poder tan mínimo que cualquiera podría pisotearle a su gusto, no era nada mientras su olor gritara omega y su cuerpo frágil y senil demostrara lo poco que podía ser, por un tiempo las risas cesaron, las lágrimas surgieron y solo la melancolía acompañó su lecho, lo que había pasado aquella noche, el día de su desarrollo sexual y de género le había marcado como ninguna otra cosa en sus deformadas memorias, nada sería igual después de aquello, pues su rango había sido pisoteado y dejado bastante claro por aquel Alfa que día con día parecía odiarle más aunque él no entendiera la razón exacta de aquella rabia interminable que mal lograba el alma del Daegam de Busan.
Yoongi simplemente era la personificación de la enfermedad que profanaba la poca paz mental que un hombre de carne y hueso pudiera tener.
Por otra parte las salidas del Alfa al castillo real se hicieron austeras y con el paso de los meses simplemente dejo de asistir, su presencia había sido contralada por él mismo, el príncipe heredero podía vivir sin tener a una niñera en su cuello, o eso habían esparcido los trabajadores en las paredes del castillo militar: a veces se podía observar a Jeon transitando tranquilo entre los jardines fumando de su kiseru e inhalando el opio que abandonaba el instrumento, otras veces el alfa podía estar rodeado de todas las mujeres y hombres que habían sido enviados por los ministros y los filósofos del confusionismo con mayor poder que él; para asegurar un pronto matrimonio. Las risas no faltaban en dichos cuerpos anhelante de un pedazo del hombre, pero aunque todas las atenciones estaban puesta en su persona, sirviendo su té o dándole bocados entre cómodos almohadones y telas; el Daegam siempre estaba austero, lejos en otro lugar pensando e ignorando como omegas y betas casi que danzaban los bailes de la sexualidad frente a sus ojos, enfrentándose entre ellos solo para tener el lugar en su cama o su corazón, cuyo espacio había sido usado solo una vez, y no había durado mucho hasta que la omega había fallecido.
Yoongi había contado con sus dedos largos y blanquecinos las veces que se había cruzado con Jungkook, su garganta de alguna forma se había secado ante el nerviosismo que casi se delataba en sus poros y aroma, formando un nudo del tamaño de una nuez cuya principal tarea era evitar que tragara y sintiera morir, pero había sabido actuar, simplemente bajando su cabeza y haciéndose a un lado mientras Jungkook caminaba con los brazos cruzado tras su espalda y varios hombres siguiéndole dándole los reportes diarios del castillo y de las nuevas situaciones que estaba afrontando el príncipe joven, ignorando así la presencial total de un omega que no tenía nada de interesante para la mente ocupada de un militar dirigente.
El príncipe.
Yoongi a veces se imaginaba viviendo una vida diferente, soñando despierto el cómo sería estar con el príncipe Kim, quizás aquellos dos encuentros infantiles habían dejado expectativas muy grandes y que se veían casi imposibles de cumplir, pero nada quitaba que el recuerdo que más resguardaba con recelo y en su corazón era la agradable conversación en aquel sauce llorón sin hojas y casi marchito por el frío de aquel invierno, sentía que de alguna forma él y el alfa tenían una promesa que se tenía que cumplir tarde o temprano, un sueño que se había entrelazado entre los dos como alfa y omega, un cordón rojo que unía sus meñiques hasta el final de los tiempos.
Tener millones de cajas musicales solo para él, que devastador y tentador sueño.
La décimo octava nevada llegó muy rápido y con ella el décimo octavo cumpleaños del omega, desde su presentación los guardias que merodeaban su castillo habían sido reforzados y solo cuando el celo se presentaba los mismo abandonaban sus lugares por los siguientes tres días siendo remplazados por betas, aquellos días eran los peores para el joven, que simplemente lloraba y se retorcía en el suelo mientras su omega se presentaba, llenando sus partes baja de cesante lubricante con aromas florales y petricor que volvían su cuarto en un jardín de afrodisíacas y exóticas ramificaciones en un día lluvioso, por orden de estirpe y cultura de un hogar tradicional, Himari tenía prohibido ayudar aquel dolor con tés medicinales que pudieran afectar la fertilidad del omega interno de Yoongi, Jungkook había sido muy contundente ante los castigos que recibiría aquel que desobedeciera dicha orden, nada de medicina, nada que consolara aquella necesidad mortal nacida de un instinto, pero por más que se evitará; el mismo Yoongi tenía un condena propia en su cabeza, la cual le hacía tener pensamientos eróticos donde él se entregaba con amor y deseo al joven y amable Kim Taehyung, aceptando entre gorgojeos como este tomaba su cuerpo con la más mansa calma y marcaba un sendero de besos voladores que raspaban caminos con los afilados y puntiagudos colmillos, sacando gemidos lastimeros y exclamaciones de exigencia donde pedía ser reclamado, amado, querido de todas la formas mortales y no mortales que pudieran existir en aquel mundo y en el mundo de los cielos.
Pero Yoongi no era el único con pensamientos lujuriosos, Jungkook en su propio cuarto contaba con un infierno para él solo, vivía la agonía en carne, el furor en hueso, el deseo hecho olor, piel, carozo y alma, su animal interno con cada día que pasaba en el astro solar y en las fechas de papel: este exigía reclamar de una sola forma la exasperante y agraciada anatomía de aquel omega nacido en pecado, ser; que llevaba partículas de su cuerpo, la belleza que había desarrollado con sus primaveras invernales superaba con mucho la de Park Roseanne, su madre, no había forma exacta de describir aquel sentimiento insano nacido desde las profundidades mentales del caballero de retorcidas entrañas, Jeon sentía que cualquier palabra que abandonara su boca sería una blasfemia pura de lo que en verdad representaba la belleza de Yoongi, los símbolos no eran propios para explicar con exactitud su forma, no sabía si aquello provenía de su ser interior o de él mismo que buscaba constantemente engañarse ante la idea de que simplemente estaba sucumbiendo ante los olores pasivos y naturales de un omega que resucitaba algo en su asqueroso y destructivo lobo, era ver su rostro curvilíneo y angular para terminar con el pensamiento de que estaba observando la versión jamás vista de afrodita, deseando manchar la tersa piel con su semilla lechosa y que dejaría un sonrojo abismal en las mejillas del omega al verse conectado aquella sustancia corporal con su saliva.
Era ver su piel tersa, pálida, y era el sentir de las ramitas violetas de sus venas que cruzaban de un lado a otro bajo su tacto, Yoongi daba la imagen frágil de una piel que con cualquier rasgo de una aguja se rajaría y dejaría ir a todas las mariposas y roedores que se ocultaban dentro de aquel inquietante cuerpo, sus ojos, oh pecado general de Adam, tu, ser guiado por la segunda mujer creada a tu beneficio y semejanza, tu quien pecaste y caíste entre las mansas y destructivas manos de Eva y su insinuante forma de comer la manzana del pecado.
Serpiente escurridiza.
Tú, que condenaste a una serpiente a arrastrarse en el suelo y usar su estómago con su única forma de vida, así se sentía Jungkook que aquellos jodidos ojos que tenían la misericordia divina tallada en cada aurea que cruzaba, entre pestañas casi albinas que resguardaban la hermosa esfera traslúcida que parecía brillar y tener todo los colores del firmamento pintados en ellos, dejando una pupila oscura y solo rodeada con aros solares que se volvía más claros con el pasar del tiempo, no sabría decir si eran grises, azules, o que rayos, pero Jungkook quería derretirse en ellos, correr en ellos, verlos llenarse de agua hasta el punto de que fuera doloroso hasta para él mismo observar.
Quería llevar clavada aquella mirada vacía y dudosa que pocas veces se le daba cuando los dos se cruzaban; en el cuerpo, en el alma, aunque fuera efímero, aunque fuera peligroso, Jungkook así lo quería y lo deseaba.
Morí por la Belleza – pero apenas fui ubicada en mi Tumba a Alguien que había muerto por la Verdad pusieron en el Cuarto de al lado-
Me preguntó, amable, por qué había muerto
«Por la Belleza», dije –«Y yo por la Verdad, las Dos son Una –Somos Hermanos», dijo –
Y así, como Parientes que una Noche se conocen –
de un Cuarto al otro hablamos –
hasta que el Musgo nos llegó a los labios –
y cubrió nuestros nombres –
– Emily Dickinson.
La divinidad preciosa del omega era una de esas pocas bellezas sosegadas producto creado naturalmente por los suplicios afligidos interiores de externos, el cual impedía mantener contactos estrechos que todo individuo mundano normal tendría, de alguna forma aquel tipo de encanto solo se conseguía cuando el alma vivía fragmentada y condenada a un camino de espinas, creando brotes secos de flores falsas y marchitas en azul, un físico que se plagaba por los baches del pasado; para el omega aquella belleza misma de la que todos parecían estar inmersos como medusa; había nacido de él, por el hecho de ser meramente un omega de agonizante belleza de mar.
Un simple humano y un ser social por excelencia debía requerir un espacio o entorno para desarrollarse. Sin embargo, era un vil trazo que no se le daba ni se le otorgaba a un varoncito poco digno como él.
Se indagaban constantemente como el portador de tal amor divino y belleza hegemónica fuera la víctima impoluta de la tristeza; pues esta no tendría que tener permitido enlodar los ya extensos y lacios cabellos que terminaban en las caderas curvilíneas, los belfos rojizos como la sangre que alguna vez llevó en sus manos para nunca abandonarle y recordarle las huellas que había dado acosta de los cadáveres pútridos se sus víctimas, porque si, no eran del alfa, eran propias, esa dermis tan lechosa y decorada de un sonrosado tono junto con esos ojos, ojos llenos de melancolía y que habían aumentado parcialmente su tamaño al desarrollar su cuerpo un tanto más.
El creciente adolescente de casta alta vivía bajo el régimen impuesto de formas previamente relatadas, moldeándose cruelmente y como se le fue posible, adquiriendo la esencia solitaria y ausente de vacilaciones que ahora abordaban su carácter, convirtiéndolo en el mismo muñeco perfecto que parcialmente se quebrantaba y prefería una actitud mansa y esclava a cualquier petición u palabra espetada de la boca de su señor.
Era simplemente quimérico el tener siquiera el afán de desviar la mirada, porque el aroma que desprendían los poros del omega opacaban la atención de cualquier otro en el mismo radio que él. Facciones caprichosas; meticulosamente esculpidas y pulidas a pincel por algún maestro del arte, que mostraban una simetría que atraía e incluso entorpecía a la gente.
La perdición lineal del atormentado amo se había hecho un omega de sociedad, un objeto de arte que desesperadamente había desarrollado en el la creciente necesidad de no apartarse de su lado, de alguna forma la forma en que se había desarrollado Yoongi habían hecho más visibles los deseos oscuros del alfa, quien constantemente había hecho de la hora del té algo esencial en la rutina, su primogénito, aquel que había derramado lágrimas y sangre del yugo de su mano, ahora era una presencia exótica, con curvas demasiados prominentes que calculablemente servía para mantener el humor del alfa a raya.
Pues solo con observar el contorno de su cuerpo y el tonar de sus danzantes caderas; el placer y lujuria misma aparecían como una estela de pecado en el cuerpo febril del hombre que día tras día soñaba e imaginaba imágenes extrañas de reclamar tan magnífica especie solo para él.
Así mismo, el fresco y radical apego que esmeraba el mandamás hacia el omega no fue anónimo ni desconocido para las harpías monarcales que habían sido enviadas para capturar cuál presa al Daegam más importante de Corea, sus celosía e indignación inconmensurables sobrepasaban cualquier destellos de aquel jovencito que hundía todo a las profundidades del olvido: por más torturado o bañado en sangre que estuviera, aquello no disminuía su grandeza, la realzaba llevándola a la cúspide de la excelencia misma, había llegado a las medias de su vida como adulto con una belleza tan impoluta, tan edénica y porcelánica que era casi imaginable pensar que alguna meretriz revestida y maquillada ostentosamente del secundario castillo Minka pudiera superar o sobrepasar aquella hermosura angelical sin fronteras y natural del blanquecino muchacho.
Porque además de esto ignoraban en rotundo que para poseer algo tan banal que el tiempo destruía a su placer: él omega también había desarrollado el arma blanca de la inteligencia, cuya acción era controlar y madurar una acción para dar su mejor beneficio, el tiempo le había destruido y vuelto moldeable, pero las espinas habían sido inteligentes y seguras para darle un soporte neutral donde caer.
Aquellas madamas secundarias que jamás habían sido solicitadas para venerar y prestar sus corpulentos y promiscuos tintineos de caderas, no sabían si quiera lo que hacía al omega tan especial, hermoso o inalcanzable, pues sus lejanas y ajenas caderas se habían desarrollado de forma silenciosa y escondidas en las recónditas prendas lunares que el alfa constantemente quería desgarrar con sus depravadas garras, las doncellas vivían con el yugo del fuego ardiente atorado en sus gargantas, puesto que sus presencias eran tan minúsculas como el más pequeño insecto invasivo y que nacía de la plaga, por más amoral que aquello fuera interpretado, la envidia brotaba como los pequeños riachuelo naturales.
El fornido general, de aires temible e infame que toda su vida habían barnizado con líquidos borgoña a su linaje de historial, se permitía vivir la candela de la euforia en su tórax, vigilando y acechando minúsculamente las actividades más simples y cotidianas, su lobo tomaba más presencia por lo tanto el deseo en carne estaba y corría para mostrarse sin evidencia, percibiendo fachadas de paseos cortos y prolongados que variaban en tiempo y lugares.
Atesorada y defenestrada para Jeon era la manera en la que podía percibir entre las aperturas de las puertas corredizas bajo el baldío de la negruzca noche a su durmiente afán y descarado anhelo, quien en ocasiones dormitaba con sus cabellos desatados y los dejaba disparatarse de una manera bellamente organizada entre la suave almohada del futón caliente, el cómo las telas calentaban y se abrían en pieles blancas y rosadas, mostrando tanto como fuera posible, pies, tobillos, rodillas, muslos y aquello que no se divisaba por las telas intrusas, la manera en la que observaba su figura dar una vuelta sobre sus tobillos de manera agraciada con las clases de danza, el cómo cepillaba y entrelazaba entre los dientes del cepillo sus hebras y finalmente la manera en la que se paseaba de acá para allá entre los líricos jardines que ahora cobraban sentido en su hermosura al estar diseñados para el olfato del omega y solo para el omega, quien en su burbuja de ignorancia se detenía para tocar y oler los fragantes olores.
Todo aquello era captado por una espectral minoría, cuyo foco eran las concubinas entrometidas y disconformes con la cómoda vida de mero ocio que transcurrían. Una de ellas, codiciosa y resentida por sentir que el omega obstruía de alguna manera las manifestaciones edénicas de estar cerca del príncipe regente del hogar, empleo una elaborada y bochornosa estrategia para allegarse al omega, casta similar a la propia si no fuera porque la femenina era una simple concubina mientras que el infante varón era el hijo de la mano derecha del joven monarca de Corea.
La idea fue atolondrada por sí sola: la galana omega implicó y aprovechó el pequeño ocio matutino que el príncipe invernal se proporcionaba si así se le era permitido para ir con fraudulentas intenciones recónditas a la par del hermoso ejemplar, quien taciturno vagante sin orientación entre los pastizales y entre las hebras gruesas de hierbas y flores con esos aires tan tristes, tanto que de manera lastimera se reflejaba con la claridad del lago en sus vidriosos ojos de luna mar.
- Mi joven señor - había esbozado en un frágil y falso sentimiento de honradez la jovencita entre una reverencia de poca formalidad que fue inmediatamente correspondida por el omega, los pensamientos y sucesos de aquel evento ya estaban claros en la mente de la omega quien ya tenía el escenario pensado donde se ejecutaría su inexplicable e injustificado crimen en contra del varón, primeramente, llamando su atención después pasaría lo que los dioses así permitieran.
Tan parsimonioso como se le era conocido, YoonGi elaboró un pequeño movimiento para darse la vuelta entre las prendas de colores grisáceos que constituían a su extenso hanfu, pues no solo estaba vestido con telas de ocio sino como si estuviera listo para alguna fiesta; observando sin mucha implicación en los gestos faciales a la emisora de las oraciones, sus labios rectos en un gesto poco demostrativo, mente perversa, ojos calculadores y claros en la espesa nube gris platinada que vivía en las cuencas; para el pálido era crucial el alejarse de aquel lugar ya que su señor era riguroso con las clases sociales y morales; la vivencia de un omega tan puro como él en comparación con aquella omega ya era muy problemático.
- Si me disculpa – alegó el jovencito, siendo detenido por la rapidez de la joven que habló antes de que Yoongi tuviera oportunidad de negarse o huir.
- ¿No quiere acompañarme, si su señoría joven así lo desea, a tomar una taza de té? - Yoongi estiró muy delicadamente las comisuras de sus rechonchos belfos envidiables para formar una sonrisa sutil, reclinando su mentón hacia abajo un par de veces, quería negarse, pero no era una opción si se le pedía, tenía modales y lo que menos le parecía era generar malos comentarios de su Daegam al ser un descortés o algo del estilo, así que bajando su mirada sonrió agradable y movió en señal de aprobación su cabeza acompañando todo con un monosílabo "Sí".
Casi a rastras por la turbación y premura que emanaba la femenina, el omega la prosiguió en términos contrarios a los que rigurosamente aprendía día a día, buscaba mantener su neutralidad incitada en su vida con el paso del tortuoso tiempo, pero para su sorpresa se encontró con el adecuado y organizado espacio del segundo palacio, en donde el salón expuesto a los blanquecinos y verduzcos jardines de lirios tornaban la vista a una inmaculada imagen abierta de campos verdes.
Para la sorpresa del albino, que mostros pequeños rastros de felicidad en su rostro, el té ya se encontraba vertido en dos tazas de cuenco que emanaban una humedad delicada y no tóxica fragancia que calmaban los nervios, todo estaba ubicado en una reconfortarble mesa bien lijada de madera corta que estaba expuesta y que hacía de soporte para los yacentes utensilios aparentemente ya utilizados para la primera ronda, entre los cuales se situaban dos pequeños vasos con platillos y una encantadora jarra de barro de la cual el humo salía.
- Tome asiento mi joven señor – Yoongi asintió ante el pedido de la damisela, juntando sus piernas y sobando la tela de sus ropajes hacia atrás mientras se arrodillaba y se sentaba en sus tobillos como tantas veces había practicado y sus sonrojadas extremidades se habían acostumbrado, ningún cuerpo o ser vivo estaba presente más allá de ellos dos, los betas guardianes que comúnmente rondaría en el área estaban ausentes en distancia y por ello ya era un aviso bastante extraño para el omega que no fue ignorante ante tal detalle.
Si el Daegam supiera siquiera el espacio vacío que había en un evento tan recurrente e importante como el tomar el té y que él, el primogénito del alfa estuviera en el segundo castillo; el mínimo de betas o alfas guardianes alrededor sería de 15 o hasta más hombres.
Por ello el pequeño no ignoro su instinto ni mucho menos la agraciada sonrisa que no abandonaban aquellos carnosos labios contrarios, la omega frente a sus ojos era la mejor de su grupo, él lo sabía, no era ciego ni ignoraba las necesidades de un alfa tan imponente como el general, también entendía por qué la presión constante de querer meter mujeres y hombres en la cama de su señor, el país necesitaba asegurar como fuera aquel linaje que por años había mantenido la paz y el equilibrio entre su gente y el mundo.
La prioridad era clara, la sangre de los Jeon era eterna para la guerra y él... su existencia; el remplazó agraciado de un alfa, colocaba en una mala posición a su familia y a su padre. El Daegam tenía que cumplir lo que su nacimiento no había prometido, había condenado al hombre por segunda vez.
Yoongi inhalo profundo manteniendo sus pensamientos y el análisis de los movimientos corporales de la mujer para sí mismo, quien con sus manos demasiado agitadas no paraban de acomodar todo, cuando ya todo estaba a su punto.
¿Qué planeaba exactamente?
Si el Daegam se enteraba que estaba en el segundo castillo las repercusiones para Yoongi no serían tan desbastadoras como ante, cuando mucho su señor le haría arrodillarse en el sol recitando una que otra regla por estar en un castillo poco apropiado para él, era un omega, el omega de la familia Jeon; no una simple prostituta barata de gran belleza como recalcaba el azabache incontable de veces en sus cenas matutinas o en las poca veces que habían tenido un paseo compartido mientras el alfa fumaba de su kiseru.
- ¿Puedo servir yo? – aquella pregunta abandonó sus labios sin más cuando las pequeñas flores de lavanda fueron retiradas por fin del líquido violeta que desprendía un fuerte olor.
- No podría permitirlo mi señor, usted es mi invitado – recalcó la chica sin más, dejando todo pulcramente antes de tomar su taza y mirar a Yoongi dándole el honor del primer sorbo – Yoongi asintió sin más, tomando su propia taza para acercarla a sus labios mirando a los ojos de la omega quien había abierto sus labios, pero sin acercar nada a ellos.
Con lentitud el pálido sacó su lengua y pulió el color de ellos, dejando un brillo traslúcido que hacía de la carne más provocativa y jugosa, soplo suavemente y golpeó con sus pequeñas uñas romas el material que reposaba en sus manos esperando que el aire de su boca enfriara aquel brebaje.
- Si lo toma frío perderá su esencia – informó la chica: ... Yoongi alzó una ceja, viendo aquello como algo curioso, sonrió un poco y bajo la pequeña tacita a la mesa, tocando los bordes del material antes de meter uno de sus dedos al líquido y sacarlos lentamente.
- Es muy caliente para mí, no podría soportar una quemadura Noona... – Los dientes de la omega se apretaron en rabia, disimulando las tensiones con asentimientos astutos en compresión.
Yoongi miró su té, no iba a beberlo, y sabía muy bien el porqué.
Era hijo de un hombre y no cualquier hombre, era un Jeon, aunque fuera nacido en desgracia, podía ser omega, pero además de ello Jeon Jungkook sabía lo que hacía día tras día al guiar cada paso de su persona, antes juzgaría todas las acciones, pero hoy en día cada una tenía un por qué, habían hecho de su crianza una muy válida para situaciones como estas.
- ¿No es agradable el día? – el omega asintió lentamente a la pregunta de la pequeña mujer que tampoco había bebido su té, dejando este casi de lado como lo había hecho él – Cuando desperté vi el pequeño riachuelo y no pude evitar pensar en la soledad de la hora, mi joven y adorado señor pocas veces se une con los compañeros del gran Daegam, la soledad pinta la puerta de su castillo y los jardines construidos a su nombre... así que creí que un té compartido sería mejor que uno sin compartir.
- Agradezco tales pensamientos hacia mí, me siento agradecido por su amabilidad y el espacio en su conciencia – La omega sonrió agradablemente, tomando de nuevo la taza e incitando al omega a tomar la suya, el cual lo hizo, los labios de la chica por fin tocaron el borde del material dejando claro que esperaba que Yoongi hiciera lo mismo.
A lo lejos se oían los pasos suaves de una persona, la mujer bajo la vasija rápidamente levantándose y haciendo una reverencia completa que mantuvo a Yoongi aun en su puesto, con la gracia de una flor en floración y la lentitud del desierto, el pálido dejó su bebida y giro su cuerpo un poco, bajando su cabeza en respeto mientras su frente reposaba con lentitud en las pálidas y huesudas manos posadas en el suelo ante la presencia del gran Alfa que tapaba un poco su rostro a partir de su perfilada nariz con un abanico pequeño hecho de papiro oscuro y que ayudaba al cálido clima, sus cabellos negruzcos ondeaban ante el aire recibido suelto sin ninguna joya o ornamenta que le recogiera, mostrando ojos negros como el firmamento sin estrellas en luna nueva.
- Oí una cita para el té y me sentí un poco ofendido al no ser invitado – Yoongi volvió a su posición, dejando sus manos sobre sus muslos mientras miraba los pies descalzos del alfa que de seguro estaba descansando en su hamaca colgada en los patios de su castillo, el Hanfu que vestía su cuerpo era de una tela liviana y oscura mostrando pequeños desteñidos en sus mangas y en las puntas de los bordes donde una fina costura dorada resaltaba la forma del loto que descansaba en solo la manga derecha del traje, de seguro siendo una prenda de descanso que servía como soporte interno para prendas con mayor elaboración, aquello podía incluso tomarse como los paños menores del alfa.
- Si su excelencia aun lo permite, podría acompañar a su ciervo y la señora del segundo palacio al té del día – La omega miro sorprendía a Yoongi, esto no era lo que ella planeaba, si el Daegam llegara a probar el té y enfermar sabría que ella solo buscaba lastimar al omega, alterada y con miedo caminó rápidamente al alfa que se dirigía al lado del casi albino chico, quien aun con su mirada en bajo había hecho un espacio para que su señor se sentará.
- Mi amado señor, Mi Daegam, no creo que sea formal su presencia, es una pequeña plática entre omegas de baja casta, nada que un alfa como usted pueda encontrar entretenido.
El entrecejo de Jungkook se contrajo ante aquello, detallando muy fijamente las facciones de aquella omega de la cual no se acordaba su nombre ni de que casa venía, era pequeña al igual que Yoongi en estatura pero sus desbordantes labios y ojos saltones no la hacían más que una irritable femenina de poca belleza, sus cabellos castaños no eran agradables por más que los lavara con aguas de rosas y tónicos caros extraídos de los aceites más exuberantes del país, y aunque sus curvas podían ser propias de la belleza femenina y acta para cualquier Alfa, nada de sus pechos grandes y pezones de un color suave atraían a Jeon, su fantasía sexual iba en una inclinación contraria a lo que los demás pensaban.
Su mente y su cuerpo vivían esclavizado ante la figura de aquel ser maligno masculino que aún no volteaba a verle y permitirle la agonía de sus ojos, la textura de sus labios o la blancura de su cuello sin marca, el deseo no corría por piernas voluminosas femeninas, si no de aquellas que sabía eran blancas y tersas, poco rellenas y que se sonrojaban cuando se frotaban mucho entre sí, que se volvían casi albinas ante el frío invierno y que podían poner a su lobo en celo con solo la presencia del sudor corriendo por ellas.
Su ojos no se clavaban en lo que una boca de labios regordetes podían hacer, sino en lo que unos labios de diferente tamaños podían lograr, el inferior más gordo que el superior, rojos siempre por su portador y que en muchas ocasiones se maltrataban por los pequeños dientes nerviosos que buscaban aprobación cuando estaban ante su presencia, en cómo se enrollaría en su miembro viril y chuparían hasta soltar arcadas que resurgirían en gemidos fuertes y agónicos y que dejarían a tal portador ronco y rogante de más y más.
Eso era lo que él pensaba, pero ahí estaba, observando como una omega cualquiera restregaba sus excesivos pechos en su frente impidiendo siquiera apagar aquel mundano deseo perverso con solo el calor de aquel cuerpo separado que podía ofrecerle, solo necesitaba el chico a su costado.
- ¿Qué ocultas? – fue claro, viendo como la palidez domaba el cuerpo y la premura de una boca, la cual se hacía evidente al abrirse apresuradamente.
- Na-nada mi señor, jamás ocultaría nada del príncipe de este castillo y de su nombre.
- Si es así, apártate y dale espacio a tu Daegam, no es un permiso, es una orden.
La omega asustada ante el olor enmante de aquel cuerpo y del aura que acompañaba las palabras del alfa soltó al hombre quien cruzando sus piernas tomó asiento al lado de Yoongi, mirando al frente todo el tiempo esperando que ella tomara asiento.
Con nervios, terror en sus pupilas y el sabor amargo de la muerte en su paladar, la joven omega tomó asiento al frente del Alfa, quien de brazos cruzados entre su Hanfu esperaba pacientemente a que el té fuera servido para él.
- Permítame buscarle otra taza mi señor – dijo ella, pero para su desgracia Yoongi alzó su cuerpo mantenido en rodillas para tomar las manos del alfa que ahora le miraba entre sorprendido y confundido por aquel arrebato, pues Yoongi jamás en su vida le había tocado y estaba más que prohibido, él, un omega de la familia, tocándole era inconcebible sino fuera su omega, amante o en caso muy dado el primer consorte preferido de un harem.
- Si mi amado señor me lo permite, pido permiso para darle mi té, puedo tomar después de usted si así lo quiere o simplemente ver, mi placer es el suyo y su felicidad es la mía – Yoongi soltó al alfa para colocar la tacita de barro con cuidado entre las manos del alfa, manteniendo sus ojos claros de luna fijos en aquellos lagos oscuros de mar, un mar profundo y con atrocidades nacidas desde el inicio del infierno – No podría hacerle esperar teniendo ya un brebaje listo para ser ingerido y usted prefiere el té caliente para mantener su frescura potencial. – Razono el omega, el alfa miro el turbio líquido que ondeaba en la vasija con pequeñas ondas violetas que desprendían un humo blanquecino y poco perceptible.
Ante aquello el alfa no hizo más que asentir y retirar con cuidado la mano del pálido de las suyas, alzando una ceja al chico ante los dedos enrollados y la punta de estos en un color rosa, como si hubieran sido expuesto por mucho tiempo al frío invierno o al calor infernal.
El alfa abrió sus labios listos para tomar un trago aun mirando la cara de Yoongi, quien con sus ojos fijos en el objeto no evitaba ninguna de las acciones o movimientos del hombre que estaba delante de él, la dama a su frente totalmente alterada ante la posible desgracia tiró de su taza al suelo con un manotazo mal intencionado que dejo una estela de aire cálido ante la rapidez; causando que el pálido joven y el hombre de mirada estoica miraran la loza hecha pedazos y el líquido corriendo entre las piedras claras y el pasto donde descansaban ellos.
- ¡Oh mi Dioses! – Su apuro y exclamor hicieron de los labios gruesos una tira de desagrado, los guardias que habían acompañado al Daegam miraban desde lejos y sin entrometerse mientras la omega se disculpaba tan falsamente dejando caer su mirada de vez en cuando en como el alfa dejaba su propia bebida para dejar espacio al beta acompañante en recoger aquel desastre – soy una torpe mi señor, le pido me disculpe.
Yoongi bufo por lo bajo, apretando sus puños y sonriendo arrogante para sí mismo, dejando apenas perceptible el atisbo de una sonrisa fina en a la comisura de sus labios, aquello sin duda habían aclarado las sospechas.
- Mi joven señor usted también disculpe, no está saliendo bien la hora del té – Yoongi negó con lentitud manteniendo el tono de voz bajo y claro.
- No pidas disculpas, los errores como estos ocurren a menudo ¿verdad mi señor? – Jungkook quien miraba a la omega ayudar al beta a recoger el desastre volteo a ver un poco dislocado al ahora pálido que sin más había hecho alagó de lo que alguna vez le había sucedido a él, podía sentirse como el aire disminuía y las tensiones de un lado a otro se tensaban, el alfa iba a refutar a ello pero la mano que de repente cayó en sus muslos alertaron su cuerpo sin más, casi se atraganta con su propia saliva pero lo que más estaba agitando a su lobo no era la mano en sí, sino la persona dueña de ella, El albino tenía sus ojos fijos en la omega sin voltear a verle en ningún momento mientras que su extremidad entre más y más apretaban la tela y la carne debajo de ella.
Era claro que algo no estaba bien y el alfa no estaba entendiendo el que, miró todo a su alrededor dejando un poco de lado el cómo se intercalaban aquellos cambios de silabas captando rápidamente la ausencia misma de guardias betas del segundo castillo, ni los guardias del omega y los de la dama estaban a la vista, si no fuera por sus propios alfas que cuidaban su persona no notaría si quiera también el silencio prematuro ante la falta del personal.
Él se había enterado de aquel té solo porque le pareció prudente preguntar por el omega, aquella necesidad de saber de su existencia le hacía ahogar y morir, así que fue bastante sorpréndete el saber que el chico había sobrepasado el segundo castillo sin que algún guardia o sirviente viniera a su persona corriendo.
La Imilla del pálido omega no estaba en el castillo, así que era claro porque este estaría vagando entre estructuras y campos, pero más allá de eso, jamás había sobrepasado a otra casa sin pedir permiso o dar aviso, era un jovencito grande y astuto, Jungkook creía y podía tener fe en ello de que el varón había desarrollado una inteligencia y mente más oscura que la propia, usando sus dotes para hacer agonizar a quien quisiera, no era solo alguien bonito, era destructor y arrogante; los años de educación habían dado sus frutos y por ello las recompensas, la limitaciones para él estaban casi anuladas por no decir que Jeon poca veces se molestaba, la frecuencia de su molestia y amargura habían disminuido a tal punto que ya no importaban algunas cosas.
Pero esto, esto sobrepasaba cualquier idea vaga de traición o permisos, Jungkook observó su té con detenimiento antes de notar que no había ningún material de acero a la mano como palillos o una pequeña vara para remover el líquido, solo materiales de madera además de unos insulsos pasteles blancos de arroz que parecían ser ignorados, dejando todo concentrado en el líquido y ya.
Toco el orillo de su pequeña taza antes de raspar con sus uñas cortas el material de barro, la omega a su frente hablaba entre dientes a su beta acompañante mientras Yoongi miraba todos aquellos intercambios con ojos de Halcón, decidió probar y antes de que cualquiera pudiera evitarlo llevo el té a sus labios tocándolo apenas con su lengua antes de mirar la mano que aún seguía sujeta a su muslo*
- ¿Qué has hecho? – la voz fuerte y dura del Alfa saco de la ensoñación a la omega quien volviendo a su frente notaba como la mano bajaba poco a poco, sus ojos se abrieron como platos totalmente asustada, abriendo su boca antes de soltar un jadeo y caer a un lado por la cachetada que había volado a su rostros, el Daegam se levantó rápidamente colocando a todo los alfas en alertar por la forma furiosa en la que se desenvolvía y tiraba con su pies la mesa de madera lijada que salió volando a un costado, la mujer sostenía su cuerpo con uno de sus brazos mientras la mejilla era protegida por su otra mano libre, sus ojos goteaban agua salada en angustia mientras respiraba apresuradamente.
En cambio, Yoongi, su majestuosidad se mantenía intacta, el pálido torbellino estaba tan tranquilo como podía, no había saltado ante el arrebato nefasto del Alfa, tampoco había gemido en angustia ante el tono demandante y frio del mismo, no se había levantado ni retirado de su puesto, simplemente estaba ahí, glorioso como siempre, alto y alejado de la humanidad misma, recalcando su puesto y la superioridad que portaba en su sangre.
Su espalda derecha y esbelta sus manos a cada lado de su cuerpo mientras que sus muslos sostenían su anatomía en una posición incómoda, pero ya practicada para él.
Así se sentía observar desde lejos el rango alto, lo inalcanzable, la pureza misma de los Dioses, la omega cerro sus ojos en un gesto doloroso cuando fue alzada por su cabello, siendo arrastrada y tirada al prado enfrente de ellos rodeada de alfas que le apuntaban con sus espadas a espera de cualquier orden
- ¡¡Tu maldita perra!! ¡¿Quién mierda te crees que eres?! – Jungkook tiro del primer hanfu que cubría su cuerpo dejando caer este a su costado debido al líquido que lo había manchado, mostrado las prendas íntimas que se usaban debajo de hanfus de reposo, unas telas blancas como un kimono.
- ¡Mi señor! ¡piedad!
- ¡¿piedad?! ¡pides piedad cuando has intentado matar a tu señor, tu alfa, tu Daegam!
- ¡¡No es así mi señor!! – Jungkook soltó una risa histérica que brotaban sus ojos en gran tamaño, antes de golpear de nuevo a la mujer que cayo de lado y escupió sangre entre sus labios rosas, mostrando por fin sus ojos claros, su omega pedía compasión ante su lobo.
- ¡¡Has puesto veneno en la bebida!!
- ¡No quería herirlo!
- ¿¡No!? ¡a quien más pensabas matar! – La omega gimoteo antes de gritar agónica
- ¡EL JOVEN SEÑOR! – Jungkook exhalo todo el aire contenido, dando pasos hacia atrás sorprendido y trastornado, su rostro blanco como la nieve no dejaba más que evidencia de lo mal que se sentía, Yoongi por el contrario miraba indiferente la mujer que lloraba en el suelo sucio, llena de tierra, pasto, sangre y sus propias lágrimas, estaba vacío ante aquella imagen, pues su cabeza solo podía recordar todas aquellas veces que había sufrido dolor y agonía, donde aclamaba piedad y la misma no llegaba.
Jungkook apenas y giró su cabeza para verle, siendo testigo de la poca imperturbabilidad del omega que tenía su sangre, Yoongi miraba a la omega sin gracia ni compasión, manteniendo su facciones planas y sin emociones como si su cuerpo fuera un cadáver en descomposición, volteando por fin su mirada dejando solo un vasto filo de su vista a su persona; aquellos que compartían similitud con los propios para así mirar a su frente e ignorar lo que fuera a pasar después, lo que sucediera no iban a estar en los testigos orbes claros del chico.
- Guardias, tómenla – Jungkook fue directo por Yoongi quien alzando sus ojos nuevamente para verle miró la mano que se le ofrecía, un poco confundido el omega espero a que el Daegam hablara.
- Ven – los gritos de la joven dama en el fondo eran atronadores, pataleaba y gritaba que la casa Kang vengaría su muerte si algo llegaba a pasarle, pero a pesar de ello los guardias no disminuían su agarre o controlaban su fuerza, al contrario era más y más la presión, causando el desgarré de sus ropajes y que la sangre corriera en su piel por las garras que intentaban controlarla, ante tal alboroto las damas del segundo castillo apenas y se asomaron antes de que más de 30 alfas irrumpieran en el segundo palacio con brusquedad y gruñidos, betas y omegas gritaban alterados cayendo y alejándose de las filas que pateaban las puertas y exigían con voz de mando que salieran al patio, algunos vestidos otros apenas y con rompas menores.
Jungkook en medio de todo miraba sin decir nada mientras Yoongi a su lado mantenía la cara baja.
- Me considero un hombre indulgente y respetable, he servido y dado tanto como mi rey me ha pedido – los gemidos y llantos eran auge ante la voz baja del alfa que miraba todo el desastre ante sus ojos – He enseñado con mano justa y he recibido recompensas por cada hazaña, he callado ante la obligación y he respetado las leyes de mi soberano por el bien de Seúl y el mío, he sacrificado mi sangre y a cambio los dioses me han dados dotes en recompensa que ni mil hectáreas pagarían – con lentitud un beta se acercó a Jungkook entregándole una espada, su hoja deslumbraba en un acero oscuro pulido y con un grabado que nadie además de Jungkook podía leer, del mango caían tiras tejidas de cordones rojos colgantes, el desgaste no era visible pero la forma en cómo el hombre se desenvolvía hacía evidente que no era ni la primera ni única vez que hacía uso de ella, la omega que pronto iba a ser castigada lloraba en el medio de la multitud, de cintura para arriba su cuerpo estaba expuesto, dejando a la vista sus grandes pechos bien formados, voluminosos como dos melones y con aureolas de un tono oscuro pero bien formados, cintura estrecha y justa para lo que se esperaba de una mujer además del tono blanquecino de la piel impoluta, sin marcas ni cicatrices, arrodillada y con sus manos tapando su vergüenza, lloraba enterrada de cabeza, evitando las miradas juzgadoras y compasivas que lanzaban a su dirección – He perdonado cuando me lo han pedido y me he considerado muy bondadoso cuando han rectificado su lealtad a mi persona...- Yoongi inhalo profundo cuando vio entre sus cabellos claros como el alfa se agachaba y alzaba el rostro de la omega para que todos la vieran, sus dedos se enredaban entre las hebras; manteniendo un fuerte agarre que casi podían hacer gemir de dolor hasta un propio guerrero - Pero lo que jamás perdonaré será un intento de muerte, un atentado a mí, un atentado a mi sangre...- Aquellos que tenían duda de lo que pasaba entendieron rápidamente, mirando casi que sorprendidos al omega que se mantenía impasible y con brazos cruzados entre su Hanfu ostentoso, de colores grises y una sola prenda de un color agua marina que hacían de su imagen el dios del invierno, sus cabellos rubios casi color puro caían desbordantes hasta sus caderas, manteniendo el pequeño moño que retenía una buena parte de los rizos en una daga de dragón con ojos de esmeralda, un merecido regalo por sus recientes 17 primaveras de vida, sus ojos claros y como los espejos del horizonte de las tormentosas Patagonia eran crisálidas contenidas de tristeza infinita, pero aun con todo aquello, era pletórico verle, absorber su belleza y rogar a las Deidades la suerte de respirar el aroma placido que desprendía su cuerpo, imperturbable y tranquilo fuera eterna.
- Perderás la cabeza y cuando el juicio final llegue a tu alma, recordaras este día como el día en que renunciaste a la vida y fuiste en contra de la ley de tu Dios – El zánjate sonido fue como el chasquido de un tigre, rápido, sin predecir y ajustado, la sangre corrió desbordante, manchando todo a su paso y causando los gritos agónicos de omegas que cayeron al piso desmayados o sorprendidos ante la crudeza presentada ante sus ojos, el cuerpo arrodillado apenas y temblaba como reacción nerviosa de arterias que arrojaban fuentes de líquido rojo manchando al Daegam por completo, empapando su ropaje, su rostro y su cabello, su lengua viperina apenas y saboreo la venganza caída en su boca, manteniendo su mirar en el rodar de la cabeza que había salido volando a unos cuantos metros de distancia quedando al frente de betas y alfas que tragaron grueso y evitaron vomitar ante el hueso de la columna cortada en tajos y los tendones sobrantes que parecían goma rota por excesiva fuerza.
Yoongi retiró su rostro hacia un lado, inhalando profundo y soltándolo en un suspiro de sus labios temblorosos, los flashes de su infancia venían como tormentas de fuego causando que el iris se volviera traslúcido y sus cuencas aguantaran el desbordante río de dolor que quería dejar ir, sus manos se apretaban en sus brazos, clavando sus uñas que sacaban sangre y se ocultaban entre telas manchadas, sus labios apretados retenían el grito que quería dejar ir.
Ahí estaba de nuevo, el demonio encarcelado que pocas veces se dejaba ver.
El alfa soltó su espada, causando un ruido ahogado entre pastizales verdes y borgoñas, sus pasos eran suaves y sin sonido, estaba furioso y aquella rabia no se iría solo por matar a la omega y ya, la casa Kang estaba en su contra, y era evidente que pagarían por ello, deteniéndose y con los ojos en el vacío; Jungkook alzó su mano y tomó por el mentó al pálido, que abriendo sus orbes lentamente miraron el hombre a su frente, los iris masculinos buscaban algún rasguño en su piel, pero más allá de daño solo habían huellas de sangre que marcaban la dermis.
Los dedos se movieron sutilmente retirando todo rastro de lágrimas, las cuales no eran más que evidente ahora, Yoongi inhalo profundo al darse cuenta que sus ojos no habían tenido la fuerza suficiente para retener su dolor, pero más allá de eso lo que más le causaba confusión era como el alfa giraba de un lado a otro su cabeza para detallar lo que para él era invisible con un cuidado tan delicado que el toque de una rosa podía ser comparado, el ruido exterior no era nada visto con el atronador sonido del corazón palpitante del pálido quien por más que tragaba grueso no podía retirar el nudo que se formaba y crecía en su garganta cada vez más y más queriendo salir en un gemido lastimero de ansiedad y terror; buscaba el consuelo de soltar todo sin miramiento, más los labios cálidos y manchados que reposaron en su frente detuvieron aquello, los ojos idos se abrieron como platos, dejando ir un sonido vacío que sonó estrangulado ante la impresión, las manos temblantes se ajustaron a la tela roja y húmeda, apretando con fuerza para no ser abandonado ahora, no cuando su poca fuerza de voluntad y compostura dejaba su débil anatomía.
Jungkook estaba dándole el único atisbo de aprecio que alguna vez el omega había anhelado con fervor y desespero, la mano que había acariciado el rostro con delicadeza hora sujetaban los brazos del chico con fuerza mientras unos labios suaves y rojizos dejaban una franja de promesas sin sonido al costado de su cien, mejilla y comisura de sus labios, la exhalación profunda y fuerte era como un ruido sorbido, el alteo del colibrí era presente mientras Yoongi se apretaba más y más al calor emitido por las extremidades de Jungkook, quien apretaba sus manos en su cuerpo como un ancla para no sobrepasar un límite impuesto en el silencio de la verdad, aquello era lo más arriesgado que el alfa podía tomar y aprovechar como una debilidad a su favor.
Yoongi gimió bajito cuando los labios cálidos del Daegam dejaron su mejilla desprotegida, soltándole con brusquedad para dejarle atrás una vez más.
Dejando a un taciturno omega perdido en la deriva mientras los salados ríos corrían de sus lagrimales y el grito de dolor de todos aquellos omega se hacían más agudos y presentes para él.
Yoongi aspiro con fuerza el aroma del alfa manchado con sangre, sorbiendo la acuosidad de su nariz antes de observar a los guardias de su Daegam que esperaban una orden de su parte, pues el alfa se había ido sin más dejando estelas de pena y muerte a su paso.
- Entreguen el cuerpo a la familia Kang – la voz áspera y ronca del pálido evidenciaba lo lastimado que se sentía – Las pertenencias de la omega quémenlas todas.
Los guardias asintieron si más, arrastrando el cuerpo sin vida y dejando atrás los lloriqueos de todos aquellos que alguna vez habían tratado con aquella mujer con mala suerte.
Ese momento no sería fácil de olvidar, pues una señal había sido clara, quien se atreviera a ir en contra de la voluntad del Daegam y la misma del omega: solo verían muerte y desesperación.
- Su señor pide permiso para pasar – el anuncio del beta saco de la pequeña ensoñación al joven omega, quien en un estado de concentración dejo su bordado a un lado el cual realizaba en el pequeño tambor de madera, apenas el olor fuerte y profundo de madera invadió la estancia el pequeño rayo de luz de aquel palacio acomodo su cuerpo en una reverencia en cuclillas donde su frente tocaba el material oscuro del suelo dándole así el permiso al Daegam de pasar a sus aposentos donde poca veces era visitado, el Alfa alzo una de sus mano hacia el beta pidiéndole que se retirara, el aire plagado del dulce aroma a jardines exóticos hicieron de la inhalación de Jeon un sueño paradisiaco donde la excitación bailaba en su pecho, tragando grueso tratando de mantener la compostura se arrodillo a un metro de distancia de Yoongi, quien aún en su reverencia esperaba lo que fuera a decir su señor, de forma lenta Jungkook junto sus tobillos, dejando su espalda recta, sus manos ocultas entre telas y el cabello suelto bailando en su espalda y costados, las pequeñas tiras de melena negra rozaban con la caricia de un ángel sus mejillas, el aire fresco cruzaba la puerta corrediza que permitía la vista del jardín privado del tercer palacio Minka, cuyos campos eran sin duda impresionantes, estanques profundos de colores agua clara, peces de multicolores solares que reflejaban el atardecer de las colinas.
Jungkook pudo imaginarse ahí en cuestión de segundos, recreándose en la imagen de un pequeño omega que aprendía a vivir solo, a bailar, a hablar, a ser graciado, hermoso y educado, a mantener silencio cuando se lo pedían y a ser obediente porque así era y porque nadie estaba para escuchar a la casta baja, para llorar en silencio y para sufrir solo porque de eso se trataba ser omega, sufrir en silencio, aceptar todo como si eso fuera lo único que se le pudiera ofrecer, a aguardar hasta la llegada de un alfa, cuidar crías hasta cansarse y morir solo cuando su alfa lo hiciera, no antes, no después, porque sus vidas estaban encadenadas a las órdenes y vivencia de otros.
- Puedes seguir con tu bordado, no tomare mucho de tu basto tiempo – Yoongi dio las gracias en un muy bajo murmullo, acomodó sus tobillos y descansó su cuerpo como Jungkook mucha veces le había enseñado hacer en su dulce juventud y por el cual estos mismos habían sido reprendidos una infinidad de veces, junto sus manos sobre sus muslos con la cabeza baja y sin mirar al hombre que seguía observando el jardín a través de aquella puerta en forma de arco y que tenía las paredes corredizas de papiro abiertas, se veía impoluto, inalcanzable, lejano de aquella estructura donde estaban los dos; el omega se preguntaba que había traído a su señor a tan humilde morada, pero el hombre no parecía dar respuesta muy pronto, no al menos que él preguntara y estaba casi seguro que no quería abrir su boca para preguntar. – Himari informó que estabas indispuestos para el almuerzo.
Vaya, así que eso era, el omega trago grueso apretando sus nudillos aun sin ver al hombre que había girado su rostro y por fin le miraba, no le estaba reprendiendo eso podía saberlo por el tono de voz, Yoongi no quería señalar cosas muy obvias pero el Daegam llevaba una temporada comportándose demasiado extraño para él, no hablaba con voz solemne como antes, no amenazaba su ser y los castigos se habían detenido como el viento del verano, cálido, abrazador, ardiente.
Él lo había notado y por consecuencia seguro Jeon también, lo sabía por aquella vez que casi le golpea y no lo hizo, se había detenido a mitad de camino dejando su mano suspendida mientras miraba de una forma extraña al omega, quien apretando los labios y con los ojos cerrados en desesperación solo esperaba el golpe certero en su mejilla, en cambio Jungkook había dejado que las puntas de sus dedos claros apenas y tocaran la nívea y sonrojada mejilla cuya tersar piel de durazno llamaban y sofocaban aquella pequeña y casi inexistente parte de él donde la cordura dependían de un hilo inestable: con lentitud el hombre se había alejado unos pasos de su cuerpo para terminar girando en su eje y patear la mesa con tanta fuerza que los vasos, jarras y platos con dulces habían salido volando tan lejos que los betas que habían servido tales alimentos corrieron espavoridos por dicho cambio tan drástico en el señor y lo poco justo que había sido al mandarles recoger uno por uno de los trozos de porcelana, teniendo en cuenta que aquellos fragmentos eran tan diminutos en el inmenso pasto verde y jardines sin fin de flores los cuales ocultarían bien las piezas e impedirían tal labor.
- Le pido a mi señor que no se preocupe. Yo... - Jungkook rio por aquello como si las palabras de Yoongi fuera un chiste de muy buen sentido, el omega inspiro entre dientes esperando la repuesta que siempre venia con aquella risa siniestra y que causaba escalofríos en su vertebra haciendo temblar a su omega y gimotear en suplica por no ser castigado o sometido
- ¿No preocuparme? ¿le pides a tu alfa no preocuparse? ¿Como podría dejar pasar el informe insignificante de que el omega a mi cuidado no coma por un día? aun sabiendo que nunca ha hecho tal cosa ¿Qué es esto? ¿una nueva forma de hacer dieta entre la comunidad joven? – Yoongi alzo su mirada, matices del mismo color chocando por fin, la inspiración del alfa había sido brusca, la tensión era palpable y los olores densos, como si un suave soneto se uniera entre el petricor, la tierra, los pino, las flores exóticas y el agua, era como oír el bosque, uno profundo, hechizado y prohibido donde el paso de los habitantes estaba restringido pero aun así nadie prestara atención a tal advertencia de peligro, las perlas marinas por la luz solar hacían de aquellas pupilas un paraíso indicó para el hombre quien pestañeando delicadamente; por fin era consciente de aquel parecido consanguíneo que dejaba turbado a cualquiera que prestara la debida atención, los vulcanos oscurecidos en una turbulenta marea de hielo y viento competían con la tempestad de los aires y cielos que reflejaba Yoongi, pequeños ojos albinos rodeados por aureolas que podían hacerle guerra al mismo ser que le había heredado tal belleza y que día a día le hacía frente.
Era familiar, como una marca de sangre hecha a fuego; aunque fuera una verdad que el alfa intentaba evitar y recordar desde que ese niño había pisado su casa, sus tierras, su vida, su lobo...Aquellos ojos no se negaban, aquel castigo hechos pupilas eran la consecuencia de sus actos, no podía repudiar algo que habían sido su regalo, era lo poco que se había permitido así mismo heredar al jovencito que día con día manchaba su historial y el apellido de su casa, aquel que colocaba un collar de púas en su cuello, su linajes, la fila interminable de alfas Jeon que habían precedido su casa y su apellido y que hoy pegaban su rodilla al piso para aquel omega rogando dejarle las vida de linaje solo a él y a nadie más que él, porque Yoongi no era solo un omega Jeon, era él príncipe de una nueva dinastía.
- Mi señor, yo jamás intentaría hacer algo tan... - Jungkook alzo la ceja en su dirección esperando una respuesta adecuada que argumentara sus actos, el omega por mucho callo.
- Si no quieres comer está bien, después de todo morirás más adelante si esto se vuelve costumbre – el omega miro confundido al Alfa cuando no hubo regaño ni quejas ni mucha menos opresión, en cambio vio como desde las túnica aquella maño llena de cicatrices y rastros de guerra dejaba una caja negra pequeña con lindos adornos dorados semejantes a las hojas de los limoncillos, era tan diminuta que podía caber en su mano perfectamente, delicada y sencilla, el omega no quito ojos de aquel graciado paquete mientras el Daegam se levantaba y regresaba sus pasos a la salida de aquella habitación de ocio.
- Era de tu madre, fue el primer regalo que obtuvo cuando su padre y su Gracia concretaron nuestro lazo y la unión de nuestras dos casas – Yoongi abrió su boca sorprendido; tomando aquella cajita rápidamente para abrirla y ver en ella un hermoso anillo de jade doble, la piedra verdosa y brillante en un aro medio; tenía una doble piedra en conjunto, la aventurina* estaba unida a un pequeño aro dorado de oro que tenía ramificaciones que conectaban y retenían las piedras, extrayendo el anillo una cadena de plata fue saliendo del conjunto de telas recortadas dentro de la caja dejando ver como el alfa había vuelto aquella joya en un collar para él – En la antigua china una aventurilla doble de jade es dada solo a los eruditos o al jefe de la casa del estudio, según nuestros poderes políticos una casa de estudio maneja gran parte del movimiento monárquico, en japón este anillo solo lo puede tener las personas de alto rango nacional o conocimiento como la mano derecha del rey, el sucesor, un príncipe o alguien como yo – explico el alfa ante la forma en como Yoongi tocaba la prenda y de sus ojos una película de lágrimas se formaba – En nuestra nación se le entrega a una dama u omega con el único fin de darle estatus y mostrar que pertenece a una buena familia y que pronto contraerá matrimonio con una buena sangre, la realeza es afanada a llevar esta maravillosa joya como muestra de poder, es el reflejo de la riqueza que durara hasta que el linaje se extinga, la reina por ejemplo tiene un ejemplar que nuestro amado rey Kim alguna vez le otorgo.
Yoongi miro asombrado al alfa, cuyos pómulos tomaron un color claro y rojizo que se disimuló perfectamente con la tos falsa del hombre y de la manga del Hanfu que tapaba su rostro repentinamente mientras evitaba a toda costa observar directamente al chico que esperaba con la añoranza en la punta de sus dedos el final de aquello que decía.
- Pero en nuestra familia no creemos tal cosa – Jungkook exhalo en suspiros cortos antes de seguir manteniendo la mitad de su rostro oculto - simplemente es una joya que puede ser dada como cortejo o como forma de cerrar nuestras uniones por la eternidad, es un lazo eterno, un hilo irrompible que los dioses nos permiten formar aquí en la tierra, es una señal más acta que una marca... este fue el primer obsequio que di a Rosennie como su Alfa y su dueño. Es tuyo ahora.
Jungkook se fue inmediatamente, dejando la estela de su cuerpo en movimientos agraciados que removían la tela de su vestimenta y que dejaban un olor poco fuerte de su esencia en el espacio, las palabras quedaron atoradas en la boca del omega, guardando para sí mismo el agradecimiento de tal regalo, uno de los que nunca se le habían dado y jamás hubiera pensado obtener, de sus labios floreció una sonrisa infantil con un quejido lagrimoso mientras apretaba el anillo que había pertenecido a su madre a su pecho, podía sentirla más cerca de él, como si ella hubiera deseado darle aquellas piedras ella misma en una forma de heredar un artilugio familiar.
Con cuidado abrió el brochecito de la pequeña y delicada cadena; rodeando así su cuello albino y vacío de cualquier joya, el peso del anillo doble se sentía cálido en sus clavículas huesudas: podía casi proyectar en su cabeza la imagen de una pequeña dama que aceptaba aquel regalo como algo preciado, pues su valor como compañera y omega estaba en la forma y detalle del obsequio mismo que le daba el alfa que la cortejaba.
Para Rosennie la dote y la persona que compartiera su vida con ella era algo que le quitaba el aliento, pero más allá de eso, era lo que su pequeño y enamoradizo corazón había hecho solo, se había encaprichado de un hombre que veía mas la guerra como su futuro y muerte, la posición que su realeza le había otorgado no era nada para el honor de sí misma como el que tenía ser reconocida por ser un Jeon.
El aire en la habitación había quedado prendado con el aroma penetrante del alfa, volviéndose más intensos con el pasar de los días y siendo casi imposible de ignorar hoy.
...+
ahreeee y así voy a cortar el cap esté jejeje, perdonen pero de aquí en adelante vienen como unas 10 mil palabras mas, creo que el cap dura hora y media o dos xdxdxd dios mío es muy extenso pero aja, les recuerdo que esto es contenido de patreon por lo tanto no puedo colocarlo todo aquí (con esto no estoy diciendo, vaya, corran, paguen en patreon, por ahora no estoy en patreon, el perfil esta en pausa por la cuestión de mi tesis, pasantía y servicio comunitario, aun tengo un grupo de mecenas que darle contenido así que no quiero mas peso) (no me olvido de ustedes, solo estoy ocupada :c perdonen)... además claro esta de la segunda carrera que estoy llevando en historia en el departamento de artes (estoy haciendo el proceso para el cambio de licenciatura a letras y literatura, no coman ansias cometí cierto errorcito así que tengo que cursar historia por ahora hasta que nivele unas materias :''v
en cierta forma estoy llevándolo bien porque he aprendido muchas cosa de la historia y del proceso de escritura que he aplicado a lo largo de este cap, por si se lo preguntan tarde dos meses en escribir esta joda que tiene como 40 mil palabras y aun sigue porque aja, es el cap mas pesado y con mas contenido.... si, el quinto y sexto cap se vuelve peor y no hablemos del séptimo y octavo, escribí literalmente la santa biblia y aun ni están terminados hay más.
GRACIAS POR EL AMOR Y EL APOYO, POR LA ESPERA Y POR AUN LEER MI CONTENIDO AUNQUE SEA POQUITO LO QUE ACTUALIZO, se que vivo diciendo hoy actualizo, pero aja, estudiar dos carreras, ya graduarte de una, trabajar y aun así tener momentos para dormir y medio descansar no ha sido muy fácil para mi, he comprometido en algunos caso mi salud y bueno, ustedes saben que yo enferma es molly en el hospital a nada de morir porque yo todo lo llevo a los extremo de que si no me estoy muriendo no soy yo.
En fin, espero, de verdad ansió ver muchos comentarios en este cap, leer que piensan, que personaje les gusta mas, que odian de jk o de yoongi, que creen que pase, que esperan de jk como daegam, necesito comentarios o al menos caritas felices porque así se si les gusta lo que escribo y si lo he hecho bien, cuando ustedes no comentan se siente feo y es como si las escritoras habláramos solas y aja, yo hasta allá de loca aun no llego, así que porfis díganme cosas buena o malas de lo que lleva la historia.
Compartan para que otros también lean omega del rey (si quieren xd), dejen una estrellita si les gusto y muchos comentarios para llenarme el corazón de alegría, recuerden que la segunda carrea la estoy haciendo por ustedes porque ustedes creen en mi como escritora y yo quiero volver eso un hecho, un papel que diga LICENCIADA EN LETRAS Y LITERATURA CLÁSICA, MENCIÓN ESCRITURA.
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