✨ Capítulo 1 - Una Cuna de Oro. (VRB)
Créditos de Portada - Banner para @AkiiJazz - Crédito de Historia Original para @CherrHunter - Escrito, Redactado y editado por @MollyMhollyy
Ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos
llevan a sus padres a la tumba, en la guerra son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba.
Heródoto de Halicarnaso (484 AC-425 AC) Historiador y geógrafo griego.
Republico este cap porque ya "medio" arregle el que va definitivo al libro de patreon, este capítulo quedará fijo en la versión rueditas de bebé porque no hay mucha información que revele algún parentesco entre los prota, solo lo normal y aja ya la introducción está arreglada así que todos sabemos que Yoongi es japones hijo del enemigo y no coreano con sangre de jk, en cambio en el que hice para el pdf agregando más datos y la conexión directa de sangre entre jk y yoon si hay eso, y por eso va a la versión directa de patreon, este cap se conforma de 7.590 palabras, el que están en patreon tiene 15,000 palabras aproximadamente, perdonen la demora, mis problemas de salud y el atraso horrible de las clases me impidieron seguir publicando a pesar de tener todo casi listo, siento una vergüenza horrible como persona porque se supone que me comprometí a escribir este fanfics como comisión y bueno me pasaron muchas cosas que no estaban en mi control y atrasaron más mi deber como escritora, de verdad perdonen todo lo malo y no se les olviden dejar sus comentarios y votos si quieren, me gustaría saber si este tipo de contenido es del agrado de alguien para futuras ideas y si les gusta que les deje infor de cositas como los datos de los terminos que uso o del contenido que extraigo de internet.
Por favor denle amor a la versión rueditas de bebé como a la original.
La pequeña y casi destruida capital de Busan conocida entre los pobladores como la ciudad de los ricos crecientes, donde los grandes reyes y la milicia marítima siempre estaba despierta y atenta a cualquier daño surgente de los mares, donde la resurgente tierra madre nacía de entre las cenizas de la guerra y la alta demanda costera y gran producción pesquera daban al estado un puesto importante entre las demás naciones del país, mostrando su valor monetario y económico, era de esos lugares que aún se mantenían a pesar de la guerra destructora, Busan se había vuelto un lugar de oportunidades donde poner sus ojos si de invadir y reclamar tierras se trataba, los japones que desde los cimientos lejanos observaban buscando la mejor oportunidad para retomar lo que habían perdido simplemente admiraban e imaginaban cómo sería la nueva Busan cuando el segundo al mando del ejército japonés Katō Kiyomasa invadiera tierras baldías y ajenas, claro que aquello era solo un deseo que no tenía fecha para ser cumplido, por esos momentos solo quedaba disfrutar de la falsa tranquilidad trabajada por los guerreros coreanos y de las hermosas playas de la costa, del pescado atrapado en las redes de los pequeños barcos pesqueros y de la tierra negra trabajada para la hortalizas que consumían los ciudadanos.
El secretario Ji, principal cortesano y él único que tenía un puesto importante en la corte marcial del rey Kim y apoyante al movimiento del próximo reinado seguía con apuros y casi pegando su pequeña barba blanca y desaliñada al suelo sucio y negro de tierra por ir detrás y mantener el paso del gran Daegam* Jeon para que este no se le perdiera en su camino al palacio real, El general Jeon, un hombre corpulento en anatomía y facciones arrugadas en amargura de guerra acababa de llegar a su tierra madre y la tierra madre de toda su gente y el rey mismo al que él le había prometido lealtad hasta su muerte, el viaje había sido por lo mucho el más largo y agotador de su vida, muchas feromonas inestables en un navío sin escapatoria, la añoranza de tocar tierra partía en la gran necesidad de volver a tener control en algo que le permitiera estar de pies y estable, un lugar que no fuera frágil ni fácil de destruir, como comandante, militar y Daegam de su nación cumplía con su mayor deber y roll, visitar la casa real antes que la suya propia con el único propósito de dar noticias del altamar y que nuevas ventajas traía para su pueblo, el protocolo militar era de cumplimiento y deber, el pobre secretario Ji y sirviente real de verdad odiaba tener que estar detrás de aquel joven de poca paciencia y además de un humor terrible, no era de extrañar que entre la misma corte real y su preciada majestad se corrieran ciertos rumores del comandante Jeon y su pequeño y para nada disimulado poco encanto entre la multitud, el hombre sin duda era de los menos favoritos en la comunidad, a muchos campesinos y nobles aún les pesaba el fallecimiento terrible de su bella esposa, pero sobre todo lo que más generaba cierto dolor y desagrado el cual se volvía chisme, era la forma despectiva y poco compasiva en la que estaba siendo tratada el pequeño cachorro omega de tan solo unos cuantos meses de vida y él cual ni siquiera sabía siquiera cómo era el aroma o presencia de su padre alfa. Nadie era Dios para juzgar, ni creian tener el derecho de hacer tal acto, pero siempre estaba el que tenía algo que decir y opinar en ciertas acciones ajenas de cierto alfa.
La mayoría de nobles que conformaban el consejo real y del apellido Kim sabían o al menos se daban una idea de que aquel pequeño débil omega estaba bajo el cuidado de una nodriza que le amamantaba y cubría las necesidades que una madre muerta y un padre alejado de su crianza podían dar, no era lo mejor para alguien de tan bello calibre de sangre y quizás posición, pero nadie se sentía con la valentía suficiente para decirle lo contrario o darle una sugerencia al joven alfa directamente a la cara sobre cómo criar a un omega de la corte marcial y de sangre Jeon.
Primero corría la sangre en los ríos claros de Busan antes de que alguien pudiera dar una clase ética de cómo ser un buen padre.
Por mucha sangre que corriera en el cuerpo de aquel bebé, la genética giraba en torno a sólo un gen dominante y para desgracia y mala suerte del pequeño infante su físico redondo, blanco, de ojos claros y cabellos espesos rodaban solo entorno a un alfa que no le daba exactamente lo que necesitaba, atención y protección.
El omega Jeon era una joya no valorada como se debía.
Se corría entre los muros del pequeño pueblo y del castillo mismo que un sirviente beta de la corte y hogar Jeon había intentado razonar con el joven Jeon de forma educada y sugerente asegurando que estar con su hijo era lo mejor para su parte animal débil y que apenas estaba conociendo el mundo, los pobladores aseguraban que se podían escuchar aún los gritos de aquel pobre hombre que estaba siendo castigado por tan insolente palabras, su castigo había terminado con la destrucción de su cara, aquella atrocidad de sugerir y corregir las acciones de su señoría no era más que un insulto imperdonable, aún se podía retener la imagen temeraria del imponente lobo negro, ojos rojos como la sangre y fuego de la guerra misma que tomaba todo a su paso sin pedir permiso, dejando ríos de llanto donde la violencia, las armas y la necesidad de estar por sobre cualquier cosa era la mejor dopamina que se podía sentir, para el general Jeon era como si la simple mención de compartir aire o espacio con aquella pequeña criatura le fuera una de las peores cosas que podría hacer o estar obligado a cumplir, primero muerto antes que cumplir el deseo vivo de un caprichoso y maldito omega recién nacido que solo traía vergüenza para su persona.
En ese punto del huracán donde los ojos solo veían y señalaban lo que querían, Jungkook estaba entre un mar grande de señalaciones y una fama que mojaba sus botas de combate como barro, No es que los pueblerinos lo tacharan como despiadado y sanguinario, no, el alfa ya lo era y eso era lo que más desagradaba y generaba terror en vez de admiración, pensar en aquello justo en ese momento causaba escalofríos terribles en la columna del beta secretario que tenía que correr con su hanbok real detrás de Jungkook solo para informarle que su majestad no necesitaba que fuera a él inmediatamente, además de informar de la vivencia de su hijo omega - el cual, si a él le daban la oportunidad de la pregunta podía recitar poemas donde solo resaltaría la belleza que superaba a la más hermosa flor de loto nacida en aquellos tiempo fríos de enero - el cachorro de omega era por lo mucho una especie deseada y hasta venerada entre los hombres como él, por suerte estaba siendo bien criado y amamantado por las nodrizas de la consorte real*, misma que habían sido buscadas por el mismísimo Jungkook, la omega había sido puesta a toda su disposición por el rey y la reina después de su partida, nadie en el hogar del alfa era capaz de hablar de aquello pero había un rumor mismo donde se aseguraba que el señor Jeon no se había dignado a ver la cara y oler el olor del pequeño omega cuando piso el tatami* del gran palacio militar en donde habían cuidado a la criatura mientras él hacía su viaje de regreso a corea.
Algunos sirviente hasta afirmaban que Jungkook había mirado de la misma forma a su omega, despectivo como si el cuerpo de su esposa el cual había sido puesto en una sala Tokonoma* para ser velada, solo le provocara rabia y resentimiento, se decía que se podía palpar el odio y decepción dirigido al cuerpo inerte y carente de vida de la jovencita, hasta al mismo rey le había desconcertado en su totalidad no ver a Jungkook cerca de aquella habitación junto con la familia Park para compartir el dolor de la pérdida, en cambio había sido encontrado fumando de su pipa de oro cerca del campo de flores de narcisos -los cuales eran muy bien cuidados por los jardinero betas del señor Jeon, la época invernal era la mejor para admirar la belleza natural de aquel campo minado de amarillo y blanco - cuando había llegado el momento de la cremación, jeon solo había partido de nuevo hacia el mar.
Volviendo tiempo después con un presunto hijo que fue dejando en manos femeninas sin importar que lloraba en añoranza por algo de calor familiar, el Alfa se había desprendido de aquella masa de carne que necesitaba su cuidado y olor para poder crear un lazo fraternal como si solo fuera un animal al que se le puede dejar al cuidado de alguien, el niño le necesitaba para vivir, pero Jungkook simplemente había partido sin ninguna clase de compasión o remordimiento de culpa en su cabeza.
De aquello ya habían pasado seis meses y el joven no se había dignado ni una vez en preguntar por su sangre o por su bienestar, la guerra había acabado por los momentos y solo la marcha de nuevas estrategias eran lo importante en aquellos tiempos difíciles y trucados.
La frialdad de sus actos le ganaba algunas puyas acusatorias, ni siquiera era posible que un ser fuera tan mezquino y poco cálido con un ser que venía de su carne, de su cuerpo, de su sangre, a nadie le cabía en la cabeza como un corazón podía simplemente no palpitar en remordimiento mismo o como un lobo alfa signo ejemplar de hogar, deseo primitivo de procreación y protección daba un giro a su cabeza para simplemente ignorar aquella gravedad invisible de atracción donde todo giraba en torno a un llanto diminuto y agónico como el arrullo de los ángeles antes de caer al infierno vasco de la agonía pidiendo por él y solo por él.
Los japonese se habían alejado esta vez y se habían llevado muchas cosas en su retroceso, entre ellas la poca piedad miserable que quedaba en el cuerpo de Jungkook, se podía asegurar la paz indefinida siempre y cuando el futuro no fuera prometedor de malos sucesos.
- S-señor... Su majestad me pidió estrictamente que le dijera que no era necesario su visit... - el secretario Ji no termino su frase antes de chocar con la espalda del general, su cuerpo protegido por la armadura de acero y sangre golpeo el ligero olfato del hombre que trastabillo de manera torpe en varios pasos hacia atrás, sujetando su nariz adolorida por el impacto, alzo sus ojos por leves segundos antes de bajar su cabeza rápidamente en respeto y posar sus manos en sus rodillas hasta que se le fuera pedido que podía mirar directo al general cuando este giro su rostro en su dirección, su cuerpo estaba tensionado en incomodidad, su mirada penetrante y manchada un poco del rojo característico de un alfan estaba mostrando su presencia ante un sirviente que le estaba generando problemas.
Ji Temblaba de miedo y a su vez de frustración al ser él quien pagara y tuviera que lidiar con aquel joven. Si tuviera la oportunidad de seguro hablaría peste del general Jeon desde la seguridad de su puesto en el palacio real, pero sabiendo la estrecha relación que su majestad y el caballero tenían podía apostar 5 mil wons que perdía primero la cabeza antes de que el rey Kim decidiera hacer algo en contra del joven Jeon.
En aquellos tiempo la paciencia y justo eso, el tiempo, eran una virtud que pocos pobladores, mandatarios, nobles, soldados y hasta sirvientes se permitían gastar en conjunto y a la misma vez, Jungkook por ejemplo era un caso especial de ello, su vida había corrido como un caballo desbocado en busca de aguas turbulentas para saciar su sed, sin vivir su crianza o niñes como debía vivirla un pequeño de poca edad, sometido a la sangre y al poder de dar vida a un apellido que no tenía nada que ver con sus deseos internos, un alfa frustrado en la necesidad de cumplir las expectativas de sus ancestros y sus ideales para no generar repudio o vergüenza, su tropa había desembarcado pero no tenían ni el más mínimo permiso de volver a sus hogares hasta que él comandante les diera tal deseo, ellos al igual que él; Vivian por vivir, sirviendo a un rey que les prometía la gloria eterna por la entrega de sus vidas y libertades, por eso se permitió ver al secretario Ji como si la misma peste o cucaracha inmunda fuera, se dio el permiso de inhalar su inexistente olor despreciable dando paso a ese lado superior propio que le hacía grande, nadie, en rango inferior o superior al suyo podía decirle que hacer, a donde ir o qué ideas tomar, nadie con la capacidad de razonar podía interrumpir en sus decisiones o acciones y menos cuando se llevaba mucho tiempo dirigiendo un navío con más de un centenar de alfas hormonales y enojados que solo pensaban en regresar a sus hogares para intimar con sus esposas o concubinas hasta que el deseo carnal bajará el libido interno de sus feroces lobos enloquecidos por los meses de abstinencia total.
- Su majestad... - las palabras de aquella frase parecían ser filtradas pedazo por pedazo en su boca bañadas con algo de arrogancia y gracia que le daban un sabor gracioso que le hacía sentir que escuchaba un chiste, estas pasaban desde la punta de su lengua hasta cada sector donde se alojaban las papilas gustativas tirando letra por letra de un lado al otro, tocando sin pedir permiso su paladar duro para bajar al blando como si de un juego se tratara, quizás tocando el trígono retromolar para hacer de aquel significado un sentimiento negativo, dejando atrás el piso de la boca para jugar como niños traviesos en la mucosa bucal donde se concentraba el mayor grado de desagrado y enojo, mugiendo en éxtasi en la úvula como si ese solo fuera el comienzo para morir al fin en su amígdala y así lanzarse al vacío de su garganta donde un gruñido le esperaría para salir e intimidar a aquel pequeño e inútil hombre que solo estaba entorpeciendo su trabajo y tiempo - Su majestad entenderá si necesito hablar con él, la guerra no espera secretario Ji, día a día hombres como usted y hombres como yo mueren por pequeños retrasos como estos, comprenderá entonces que yo no tengo tiempo, días o semanas que perder - sonrió crudo y vacío, sin disculpas y sin miramientos a quien, el hombre tragó un poco forzado cuando Jeon giro en su eje para dar varios pasos en su dirección y así ubicar su cuerpo enfrente del suyo propio; bajando un poco su rostro para estar a su altura, la espada a su costado enganchada al cinturón de la armadura tocaba la tierra húmeda, manchando la hoja con está ocultando la sangre seca y oxidada de los hombres que habían perdido su vida en ella, su cabello largo y bastante desentendido de un corte caía a un costado de su rostro en una coleta alta que le sostenía mientras que sus botas y esencia se hundían en la llovizna del día y el olor mismo de su lobo, espeso, dispuesto a someter todo aquello que le llevara la contraria queriendo dar una declaración de guerra, las manos llenas de cicatrices de guerra mantenían un agarre fuerte detrás de su espalda mientras sus pulgares jugaban uno contra otro, estaba teniendo demasiada paciencia.
- M-me disculpo mi señor. - Ji trago grueso cuando Jungkook sonrió corto y violento, volviendo en sus pasos dándole al secretario un espacio pequeño para respirar y dejar fluir todo aquel nerviosismo infernal que estaban destruyendo su corazón frágil y viejo, si quería huir esa era la oportunidad perfecta para desaparecer del camino de aquel hombre.
- Eso pensé - Jeon giró su cuerpo para dar paso al hombre, casi riendo con burla cuando hizo un ademán con sus manos para ordenarle que cumpliera su pedido - ahora podría informar a palacio de mi llegada si es tan amble secretario Ji, sé que tiene bastante ansias de llegar rápido y primero que yo - Ji no lo pensó mucho cuando ya estaba haciendo una reverencia apurada antes de dejar a Jungkook atrás mientras corría casi tropezando con sus ropajes pesados, le era de vida o muerte llegar a palacio para anuncia la interrumpida llegada del general Jeon y sus navíos en el puerto de Busan.
Además, quería alejarse todo lo que sus piernas cortas y viejas de edad le permitieran, ese maldito hombre era un peligro para cualquiera que se atreviera a cruzar la línea visible que había trazado con sangre y mierda
El castillo imperial* no era conocido solo por el nombre o por el hecho de que en el viva el rey y ya, su nombre nacía gracias a un antiguo rey, Lee Seong Gye quien había fundado la dinastía Joseon y con ello la residencia misma construida en 1395, ahora bajo el poder de la sangre Kim el palacio Gyeongbokgung* era reconocido y admirado por los visitantes extranjeros de Corea, pobladores, nobles y militares, sus 5,4 millones de pies cuadrados de superficie y planta rectangular eran solo un pequeño atisbo de belleza que se cuidaba con bastante interés después de la guerra invasiva de japón y la reclamación de Busan.
Jungkook como muchos otros no se detenía por completo a admirar la capacidad arquitectónica de tal lugar, su interés no estaba en que esto era más grande que su hogar o el hogar de cualquier conde o monarca de otras tierras, no le interesaba el lujo y la desventaja que este traía con ello, su interés nacía en el reconocimiento y las prosas que generaría en futuros no muy lejanos entre sus enemigos, buscaba más la perfección de la aceptación que las riquezas ganadas por su buen deber reflejadas en cantidades desmesurada de oro y joyas.
Después de todo estaba ahí solo por una cosa, cuando las puertas del lado sur se abrieron ante su llegada, dentro de dicha estructura se encontraba una cuarta parte del pelotón militar que albergaba los patios del gran castillo, haciendo sus formaciones respectivas de salida o dándole la bienvenida necesaria al anunciante de su presencia, Jungkook pudo inspirar por sus pulmones cuando la mayoría por no decir todos, hicieron una reverencia glorificada que gritaba respeto y lealtad, se merecía todo aquello y más por su entrega y valor, nadie que no fuera un personaje importante tenía la gran oportunidad y el derecho real de entrar por la entrada principal de Gwanghwamun como lo estaba haciendo Jungkook.
El resto de puertas del complejo eran usadas para mercaderes o ciudadanos que venían a dar ofrendas o peticiones al monarca, la puerta del norte recibía su nombre de Sinmumun; la del este, Yeongchumun; y la del oeste, Geonchunmun. Por eso cuando la puerta principal Gwanghwamun se abría y el mismo rey bajaba de su centro en la cima de aquella infinita escalera que daba a la entrada grande de los aposentos de su hogar, Jungkook rio internamente por lo pequeño e insignificante que se veía el viejo Ji detrás de aquella silla de oro pulida donde su majestad había estado y había decidido dejar su corona sólo por él.
El hombre por mucho disgusto que generará entre los adeptos de su majestad, siempre sería considerado una figura importante para Corea, China y Japón.
No era arrogancia ni superioridad era solamente paz ante la idea de que era un Dios entre tanta ignorancia noble.
- Mi rey - dejando descansar una rodilla en el concreto con ranuras y algo de pasto verde Jungkook bajo su cabeza aceptando aquel hombre con un lobo noble como su único líder y alfa guía, su padre desgraciadamente había fallecido mucho antes de que él pudiera tomarle como modelo, no era raro que los hijos de los guerreros perdidos en batallan fueran adoptados por el estado reclamando en ello un derecho de crianza y potestad, solo así se lograba controlar un país y salvar una nación.
- Jungkook-ah - unas leves palmadas fueron dejada en su cabeza antes de recibir el permiso de pararse y seguir al rey en su caminata a Geunjeongjeon donde podrían iniciar su informe parcial de las pérdidas de hombres y batallas ganadas en tierras enemigas - Es un placer grato para mí, ver que estas bien.
- Para mí es un gusto y honra saber que le agrada mi vivencia mi señor.
- Deja las formalidades, no soy un desconocido. - rio el rey ante la formalidad del joven, Jeon apretó sus labios un poco incomodó ante el pedido, mordiendo su lengua mientras seguía al rey Kim, la servidumbre realizaban reverencias a medida que avanzaban en pasos suaves por toda la residencia, betas, omegas y alfas reverenciaban ante el rey y el comandante principal de la tropa de Busan.
- Estoy feliz y agradecido con los Dioses de que te permitieran regresar con vida a Busan, nuestras tierras y pobladores se sienten más segura solo con tu presencia.
- Es bueno volver y saber eso su majestad.
El Palacio de Minka* del sur era de esas pocas estructuras cómodas que un hombre con poder podía permitirse tener, no era ostentosa ni exuberante en metros cuadrados como la de un rey o un emperador, en la dinastía Joseon cada cargo era bien remunerado en dotes económicos o escalones sociales, en la familia Jeon se basaba más que todo en escalones sociales por apellido y unión, las tres generaciones pasadas se habían levantado debido al poder militar que habían adquirido y las uniones familiares que habían hecho con familias de buen renombre, ganando terreno en las cortes y en otros ámbitos sociales que daban hoy en día sus frutos para así dar buena vida a su descendencia más joven y prospera, la gran casa Jeon era un refugio cerrado e impenetrable de muros altos con grandes campos para dar paseos interminables donde la naturaleza jugaba tímida y acogedora entre tantas armas y personal de seguridad.
El tatami pulido de los pisos de un color claro permitía la unión de un edificio a otro, sectorizando así en tres partes iguales el gran palacio Minka, los sirvientes y guardias que se desplazaban diariamente de un lugar a otro tenían especificaciones precisas a seguir en aquella casa, cierto personal tenía permitido estar o tocar ciertas áreas como otros tenían estrictamente prohibido si quiera respirar cerca de las paredes de las zonas prohibidas, en aquel sector específico del sur oeste de corea, al igual que el palacio del rey ubicado en una de las montañas más altas de Busan, el pequeño castillo de Minka se ubicaba a 9 colinas de distancia del palacio real, su ornamenta estructural buscaba el refugio entre los árboles espinosos y cedros de 9 metros y más de altura, utilizando el terreno rocoso como ventaja para impedir el paso total de carruajes grandes o que vinieran demasiados pesados, la estructura moderna de fuentes internas y palacios más pequeños dentro de la misma para las concubinas daban un aire diferente a cualquier otro palacio hecho o habitado por un noble en aquella región.
Jungkook había mandado a construir dicha edificación con los mejores arquitectos de otros países, trayendo en cada viaje una nueva persona que mejorara el lugar, las parejas principales de la nobleza y su señoría real se rodeaban del elegante trabajo japonés, en son de burla al dicho país para demostrar cómo habían ganado; los colores fríos y cálidos como el verde, violeta, un poco de rojo, naranja y amarillo pintaban las paredes altas de concreto, en cambio en el palacio Jeon el toque europeo era sin duda su predominar los colores terrosos, verdes jade y azules eran más de verse, basando estos en la fecha de nacimiento del primogénito alfa, las estructuras se intervenía con constancia en madera y concreto dejando solo algunos lugares la presencia de los shōjis como puertas, siendo esto un pequeño capricho de la última omega Park, aquella casa carente de emociones y calor era la prisión perfecta y acogedora para un omega nacido en invierno.
Aquella mañana el personal corría en movimientos rápidos y desordenados para tener todo listo ante cualquier vista, la más esperada era la posible llegada del señor de la casa, apenas se había anunciado la llegada de ciertos navíos del rey a las orillas de la costa de Busa, los anuncios no se hicieron esperar, guerreros en caballos pasaban entre las calles del pueblo gritando la llegada del señor Daegam; Jeon había sido visto en el pueblo y por ello la información de que había llegado a Busan había explotado como pólvora hirviente en el palacio Minka, no era raro tener al señor en la casa, claro está, pero si era confuso cuando los avisos se retrasaban y los navíos se anclaban a la costa como si fueran a tomar un tiempo grande para volver a zarpar, era algo que volvía loco y desesperaba a más de uno en aquella casona.
La mayoría de betas y alfas que servían al palacio menor* - su nombre provenía de la distancia que obtenía de una colina a la del gran rey - corrían para tener todo a disposición y así cumplir lo que la gran imilla* había solicitado antes de que la llegada sorpresiva de Jeon volverá aquello una acción imposible.
Las ollas en la cocina caían desesperadas en los pisos, los murmullos nerviosos eran colectivos al igual el cómo la imilla corría de un lado al otro corrigiendo pequeños arreglos o dando lugar a la omega que tocaría el guzheng* como regalo de parte del general chino hacia su señor.
Desde que la omega Park había muerto eran contadas las veces que se permitía la presencia de las omegas al primer palacio donde siempre estaba el alfa Jeon, la beta recordaba con algo de susto el día en que le había tocado asistir y atender la lista interminable de omegas concubinas que se le había mandado al joven militar para cubrir el puesto vacante de dicha señora, no había pasado ni un día de reposo del fallecimiento de la gran señora cuando ya los estados del norte, sur y oeste estaban mandando a sus mejores omegas hembras y betas para que atendieran o tomaran un rol en el palacio menor del Daegam de Busan, en su mayoría todos habían terminado en el segundo palacio menor de aquella Minka, la estructura estaba alejada considerablemente del terreno principal que Jungkook usaba a menudo para pasear o entrenar, a su vez se alejaba por completo del tercer palacio menor que era usado para el cuidado del omega Jeon, las concubinas tenían estrictamente prohibido cruzar su camino con el camino que usaban las betas maternas del cachorro, era un insulto para Jeon si alguna mujer llegara a ver al bebé, este acto podía ser tomado como una predicción para el pequeño donde se señalaba como un concubino más que a futuro tenía que ser dado como aquellas mujeres o peor podía vérsele como un omega de placer* y eso para el militar era hasta peor que tener un omega por hijo.
La mujer de edad avanzada miró por última vez los arreglos en la gran sala de fiestas antes de partir en una nueva dirección, la mesa larga de madera pulida aguardaba toda clase de alimento que fueran del gusto del joven amo, a su vez el sojun de arroz tradicional estaba siendo calentado a fuego lento en la cocina mientras que las pocas posibles parejas del segundo palacio menor se ubicaban con sus trajes tradicionales a cada lado de la entrada solo a la espera del alfa, los hanbok iban de hermosos colores primaverales pero ninguno llegaba en su totalidad a un blanco puro por tradición, solo la candidata a una unión y matrimonio seguro tenía el derecho de usar tal vestimenta frente al Daegam, la imilla mantuvo su mirada y cabeza agacha en todo su recorrido al tercer palacio menor, por más que la persona que vivía ahí fuera omega seguía siendo "hijo" del gran general Jeon, se le debía respeto a su persona y al hogar que habitaba.
Cruzó varios pasillos discretos antes de llegar a una habitación en concreto, junto sus manos y con ellas corrió hacia atrás su kimono cuidadosamente hasta quedar de rodillas frente a la puerta para poder hacer una reverencia a quien se resguardaba adentro, el tercer palacio menor era conocido por sus hermosos pozos de lirios y los puentes de madera y papiro, algunos veían lo que querían ver pero nadie detallaba que en cierta forma ese omega bañado en desgracia estaba rodeado de lujos y ornamentas que solo a un hijo querido se le podía dar, disfrutaba la gracia que el difunto bebé Jeon no había podido gozar; con sus manos arrugadas por la edad la mujer con canas en su cabello y ojeras en aquellos ojos que lo habían vivido todo, aliso su komon* antes de correr la shōji* de papel.
Dentro de aquella habitación grande y que solo era un cuarto simple de reposo o para el té una omega de cabellos negros, piel clara, estatura media y cuerpo curvilíneo de exuberantes pechos amamantaba al bebé que reposa en su regazo, la criatura que no conocía otro lugar que no fuera aquella habitación de cuatro paredes y techos altos se alimentaba vivazmente mientras su nodriza tatareaba una nana baja y que a veces era también escuchada por el príncipe real cuando ella regresaba al palacio de su majestad, ahí alejados de la ciudad y de la capital de Busan la pequeña comunidad resguardaba al pequeño omega del comandante Jeon, además del personal autorizado, nadie tenía permitido ver al omega y a la nodriza responsable de su alimentación, eran órdenes estrictas del alfa Jeon desde que el niño había pisado su hogar, como muchos alfas de antigua creencia, Jeon y el entorno entero tenían por idea que un omega no podía exponerse con tanta libertad a las amenazas del mundo y las difamaciones que se podían crear en su nombre, era una norma social impuesta con el único fin de mantener los estatus de soberanía bastante fijos, ningún omega sin alfa a su cargo podía ser visto sin este si aún no había contraído matrimonio, ningún omega podía cumplir roles importantes de alfas como el de ir a la guerra, dirigir un hogar u opinar políticamente.
Por más que la nodriza tuviera un puesto importante que era alimentar al hijo del rey, en el hogar de Jungkook la modestia machista era un camino bastante indulgente y estructurado que se seguía si o si, la mujer mayor bajo su cabeza en una pequeña venia mientras esperaba que la chica retirara de su pecho al bebé que poco a poco caían en un sueño profundo de ignorancia.
- El señor Jeon fue visto en la capital, retírate pronto y sin ser vista por el personal, el omega estará al cuidado de las betas a su cargo - la omega bajo su frente pagándola al tatami cubierto mientras sus manos reposaban en sus rodillas en respeto.
- Sí señora.
- Asegúrate de que el señor sepa que tu labor está siendo bien remunerada, no hables y no menciones nada del omega - pidió con los dientes apretado la mujer para que su tono de voz fuera bajo, mientras veía a su derecha como varias concubinas corrían a su dirección con sus yukatas finas, medias blancas cubriendo sus pies, cabellera suelta y el obi* que acentuaba sus cinturas estrechas y el sobrante de la tela.
- S-señora... - tartamudeó una bajando su cuerpo en una reverencia - su señoría está aquí.
Los ojos de la mujer al igual que de la omega en aquella habitación se expandieron en terror, primero ¿Qué hacían esas mujeres ahí? Y segundo ¿ya el amo y señor estaba ahí?
- ¡Anda niña, haz lo que te pedí y espera a que seas solicitada de nuevo, es mejor no hacer enojar a su señoría ahora que ha llegado! - pidió en apuros la mujer mientras cerraba de un fuerte golpe la puerta del bebé cuando la nodriza salió en otra dirección, con la mirada llena de rabia observó el descaro de aquellas otras que estaban dentro del segundo palacio - ¡¡La muerte será la única que esté en sus camas!! ¡¿Cómo se atreven pasar a la casa del omega?!
Una de las concubinas se tiró al piso inclinándose para pedir perdón mientras las otras miraban un poco sorprendidas a la mujer por un regaño que ellas no veían necesario, ese omega no era más que ellas.
- Será mejor que se larguen si no quieren que esta noche el señor riegue sangre en los lirios.
La mujer se echó a un lado para que las omegas corrieran al extremo contrario de la entrada del gran palacio pasando por los jardines engawa* que recubrían las tres partes de aquella estructura de gran tamaño dejando atrás al pequeño varón, la anciana sabiendo como se ponía su señor cuando se sacaba al omega de la habitación cerró la puerta con un pequeño seguro de madera, atravesando un palo en la hendija que corría el material.
Le daba tanta lástima que aquel pequeño niño de cabellos plateados, nacido en la casa de la familia incorrecta y con el padre incorrecto, estuviera tanto tiempo solo, reposando en cómodas telas caras y de alto costo, con un cuerpecito pequeño y débil siendo solo protegido por mantas que le envolvían impidiéndole que se moviera en las telas gruesas y el futón donde era reposado en el día.
Tras dejar todo arreglado ahí, la mujer no dudo en salir corriendo en busca de algún militar o sirvienta que pudiera servirle de mensajero, cruzando así su camino con un beta que vigilaba los pozos y muros cercanos al segundo palacio.
- Ve por las betas del omega, si su señoría se entera que ha quedado solo por más de unos minutos volaran las cabezas de todos incluida la mía en esta casa.
Por decreto real hace mucho tiempo los omegas nacidos hembra o varón tenían que cumplir ciertos requisitos impuestos por los apellidos de su hogar y del que pronto fuera su segundo apellido - pareja - en su mayoría los omegas eran visto como pequeñas mujeres del hogar que tenían que atender a su alfa, así formando el pequeño trianguló donde se ubicaba a su especie como el eslabón débil.
En algunas familias de apellido reconocido la crianza variaba, podían tener roles importante como a su vez un nulo voto a la hora de pensar, eran omegas, no pensaban ni hablaban solo servían a su sangre y apellido, por ello no era raro que el niño jeon fuera criado de la misma forma desde tan pequeña y temprana edad, los omegas como él no podían recibir más miradas ajenas a su entorno que no fuera madre, padre, su imilla y algún guardia beta a su cargo, en el caso donde el niño ni siquiera contaba con algo tan básico como un lazo, su única unión con la vida y su deber como omega eran las sirvientas que no descuidaban su pequeña alma, solo se le había otorgado dos betas para su cuidado, además de su nodriza y su imilla.
Lo demás era un lujo que no tenía derecho a exigir, se le veía como un fruto inferior que no daba ningún aporte como lo haría un hijo alfa, en la familia Jeon por años los nacimientos de bebés alfa eran como un paraíso de divinidad, según ellos tener un omega era como llamar a la paria de la mala suerte, la sangre era importante y la pareja con la que se engendraba la generación futura lo era el doble, una vez naciera un omega en la familia era como si el botón desactivado de la reproducción máxima de omegas se activara dejando atrás la casta alfa para solo llenar la casa de omegas y más omegas inservibles. Por eso no era raro ver la actitud hostil del joven jeon hacia su propio hijo o asi lo queria hacer ver él.
Jeon sabía que había invitado a la mala suerte a su casa y a su sangre con aquel maldito omega hijo de Sayuri.
Nadie que no fuera sangre directa de la familia Jeon tenía el derecho de ver al pequeño omega Jeon si su señoría así lo exigía, la parte fundamental de un buen crecimiento y sin deshonra cuando aquella situación indeseada se presentaba era la castidad desde el nacimiento hasta el aprendizaje culto que daría honra a su sangre, el niño debía aprender desde que nacía.
Incluso solo de meses se le enseñaba de forma cruel que las cosas o alimentos no eran algo a exigir sino a agradecer por ser digno de recibirlas.
Así como se tomaba a las hembras japonesas para ver si tenían sangre y madera para ser geishas, los omegas eran tomados de la misma forma, algunos corrían con la mala suerte de terminar en burdeles de piel donde se prostituían por unas cuantas monedas, Jungkook había visto unos cuantos de esos lugares en su estadía en japón, los olores fuertes de ese jodido celo que cegaba a los alfas y les volvía locos era algo que jamás olvidaría, había aprendido a controlarse en situaciones comprometedoras.
En su hogar la política de crianza era diferente a todas las crianzas nobles, cuando aquel niño tomara una edad adecuada algún familiar cercano podía solicitar la mano del omega en matrimonio o unión, la idea era mantener todo en un círculo de sangre que no afectará más el apellido, es decir familiares cercanos a su persona; como primos lejanos.
En su mayoría muchos llamaban enfermos y más a las familias más antiguas que aún aplicaba esta ley en sus hogares. Para mala suerte del omega Jeon su casa era de la antigua generación donde omegas se casaban con algún primo, tío o pariente lejano que pudiera mejorar su estatus y dar la honra que su género había quitado al nacer omega.
Táctica burgues de la era victoriana siglo XIX, inglaterra: Incest and Influence: The Private Life of Bourgeois England - la sociedad victoriana llegó a ocupar el 15% de alianzas endogámicas matrimoniales, de acuerdo con las estadísticas citadas.
A lo largo del siglo XIX, en efecto, Inglaterra experimentó un giro sustancial en las preferencias matrimoniales. Mientras las bodas de la realeza habían sido parte de una maquinaria para fortalecer las relaciones externas, contrayendo alianzas con la nobleza de otros países o con distintos señoríos feudales, los de la época victoriana se canalizan hacia el interior del círculo familiar, en un ámbito muy estrecho de relaciones que abarcaba a los primos, los cuñados y los hijos de familias vecinas o emparentadas.
La imagen de un matrimonio ejemplar que se manejaba en aquel tiempo y actual es el de Charles Darwin y Emma Wedgwood, quien en realidad era hija del hermano de su madre. O sea un matrimonio entre primos cruzados, característico de las estructuras elementales del parentesco, la tendencia a contraer matrimonio al interior del grupo familiar, ya sea con primos o parientes cercanos, fue una estrategia exclusiva de la burguesía inglesa del siglo XIX, la cual le permitió desempeñar un papel relevante durante la época victoriana; asimismo, la observación de que este proceso terminó por entrar en conflicto con las tendencias científicas de esa época, amparadas en las tesis de la evolución natural, que alertaba sobre los peligros genéticos del incesto. El problema era a un tiempo natural y social. En el plano biológico, el evolucionismo de Darwin y sus seguidores advertía sobre las amenazas degenerativas de las especies cuando éstas limitan sus interacciones sexuales a los descendientes consanguíneos; en el plano social, la incipiente antropología de la época hacía notar que prácticamente todas las sociedades evitaban el incesto, excepto la victoriana.
En efecto, la tendencia a contraer matrimonio al interior de la familia o los matrimonios incestuosos fue uno de los debates preferidos del Parlamento inglés durante la primera mitad del siglo XIX, que luego generó controversias teológicas y científicas. Se trataba de discernir si la inclinación a evitar las relaciones incestuosas era una ley natural, una regla social o un precepto religioso que variaba según las doctrinas, ya que el catolicismo prohibía el matrimonio con los primos de primer grado, mientras los protestantes lo permitían. De acuerdo con el evolucionismo decimonónico, la sociedad primitiva había sido propensa a las alianzas incestuosas entre parientes consanguíneos, incluidos los primos cercanos que la Reforma protestante avalaba como matrimonios legítimos.
De esta forma, la sociedad victoriana se debatía entre los beneficios que producía el matrimonio endogámico, principalmente en el ámbito financiero y en la preservación de los negocios familiares.
Busan: La gastronomía tradicional de Busan se engloba dentro de la cocina coreana en general, y está influida por el intercambio cultural. Debido a que la ciudad fue un importante centro militar al sureste de la península, muchos oficiales japoneses se asentaron allí durante la ocupación. Dado que Busan fue un destino para refugiados durante la guerra de Corea y muchos de ellos terminaron asentándose, quedó influida por distintos estilos culinarios.
consorte Se usa en aposición a rey, reina, príncipe o princesa para indicar que comparte el título por matrimonio, pero no las atribuciones del mismo.
El consorte cuando referido a la monarquía designa al cónyuge del monarca. Su tratamiento es diferente según su sexo y el reino al que pertenece. Con frecuencia, la consorte de un rey se designa como reina, pero el consorte de una reina recibe otro tratamiento muy diferente.
Daegam literalmente "dios de funcionarios gubernamentales" se refiere a una deidad que se encarga de la riqueza y fortuna. Daegam se adora principalmente en Seúl, la provincia de Gyeonggi-do y las provincias norteñas, así como en la zona inferior del río Han
En general, se considera que Daegam está encargado de una sola función, riqueza material, pero Daegam se representa como varios tipos y versiones. Daegam puede ser clasificado según los tipos de la comida sacrificial, en Sodaegam y Daegam.
Sodaegam no recibe carne como sacrificio mientras Daegam la acepta. Esta clasificación se observa en las prácticas chamánicas en la provincia de Hwanghae-do. Una gama más grande y complicada de tipos se observa en el segmento de Daegam de los rituales chamánicos que tienen lugar en las áreas de Seúl: Daegam que es el posesor del cuerpo del chamán; Sangsandaemgam que se asocia con el general Choe Yeong; Dodangdaegam o Bugundaegam que se relacionan con las montañas ubicadas alrededor de Seúl; Dangdaegam que tiene una relación con los santuarios; y Daegamsin que se vincula con los ancestros, subsistencia o objetos domésticos como el automóvil de la familia que lleva a cabo un ritual chamánico. En otras palabras, Daegam es un dios que existe en varias formas y manifestaciones relacionadas con la gente, objetos o actividades en un espacio dado, incluyendo hogares o pueblos.
Daegam es reconocido universalmente como un dios codicioso que lleva consigo la riqueza y la prosperidad, pero en realidad, es una deidad que brinda a la gente la abundancia material y problemas a la vez. En otras palabras, Daegam espera a que los humanos le presten atención y ofrezcan devoción, si su expectativa no se ha cumplido, trae calamidades y causa daños dolorosos en la familia.
Significado del narciso Algunas corrientes lo relacionan con el renacimiento, los nuevos comienzos y la vida eterna. Pero a la vez simboliza el amor no correspondido, un amor que nos vuelve a recordar la leyenda
¿Cuántas veces florecen los narcisos?
La planta terminará su ciclo con la desaparición de las hojas en mayo, pero el bulbo que queda bajo tierra nos asegura una nueva floración anual durante el mes de febrero y marzo, convirtiéndose en una de las plantas que nos indica la llegada de la primavera.
Castillo imperial: Gyeongbokgung (en hangul, 경복궁; en hanja, 景福宮; McCune-Reischauer, Kyǒngbokkung) fue el palacio principal durante la dinastía Joseon (1392-1910). Es uno de los «cinco palacios de Seúl» y cuenta con 600 años de historia. Fue edificado por el monarca que fundó la dinastía Joseon, Lee Seong-Gye, en 1395, cuando trasladó la capital de la era Goryeo a Seúl. Por estar situado en la parte norte de Seúl, solía ser llamado también Bukgwol.
El Palacio Gyeongbokgung tiene 5,4 millones de pies cuadrados de superficie y tiene planta rectangular. En el lado sur, se halla la entrada principal, Gwanghwamun. El resto de puertas del complejo reciben los siguientes nombres: la del norte, Sinmumun; la del este, Yeongchumun; y la del oeste, Geonchunmun. Dentro del palacio se hallan las edificaciones de Jeongak tales como Geunjeongjeon, Gyotaejeon, Jagyeongjeon, Gyeonghoeru, y Hyangwonjeong.
¿Cómo se les llaman a las casas japonesas?
A las casas japonesas tradicionales se llaman minka, y a menudo son lo que la gente imagina cuando piensan en una casa de estilo japonés. Esto incluye pisos de tatami, puertas corredizas y terrazas de madera que rodean la casa.
Tokonomas: Habitación de exhibición
Shōji: son las puertas corredizas japonesas, son de papel o papiro.
Engawa: son jardines al aire libre, gracias a la terraza que la rodea, se conocen como engawa, que también sirve como pasillo principal para navegar por la casa.
EL ORIGEN DEL KIMONO
El kimono fue creado con la influencia de la indumentaria china "HAN" o "Hanfu" pero se ha ido desarrollando a lo largo de los siglos, formando parte de la indumentaria tradicional entre los años 794 al siglo XIX.
Con el tiempo, el kimono fue reemplazado por ropa occidental y yukata para mayor comodidad y fácil movilidad. Hoy en día son más utilizados por mujeres, y en ocasiones especiales. El gi tiene una larga historia y ha sufrido varios cambios durante el milenio.
En 1903 apareció la primera variación de ropa inspirada en los recortes del kimono tradicional. Esta variación fue hecha por Paul Poiret y se hizo popular en Europa. Pronto aparecieron otras variaciones, una de ellas fue realizada por la brasileña Nivia Freitas y se hizo popular alrededor de 2016.
Obi [帯] - un cinturón utilizado para doblar el exceso de tela
Komon: Un kimono exquisito usado por mujeres solteras o casadas. Suele tener una decoración más discreta y menos formal que el houmongi, pudiendo usarse a diario en distintas ocasiones.
Omega de placer: Prostituto que no tiene alfa o esposo
guzheng*: El guzheng, o gu zheng o zheng es un instrumento musical de cuerdas tradicional chino. Pertenece a la familia de las cítaras. El guzheng es antecesor de varios instrumentos musicales, el koto japonés, el gayageum coreano y el đàn tranh vietnami
Palacio Menor: Palacios o castillos que no pertenecen al rey pero si a una persona con alto rango político.
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