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✨ Capítulo 1 - Una Cuna de Oro.


Créditos de 1era Portada - Banner para @AkiiJazz  - Créditos de Historia Original - Idea - Comisión para @CherrHunter  - Escrito, Redactado y Editado por @MollyMhollyy y su maravillosa beta detrás de bambalinas  que es muy tímida para aceptar su gran trabajo xd











"¿Puede haber algo más ridículo que la pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme porque habita al otro lado del agua y su príncipe tiene una querella con el mío, aunque yo no la tenga con él?".



Blaise Pascal, filósofo francés.


La pequeña y casi destruida capital de Busan conocida entre los pobladores como la ciudad de los ricos crecientes, donde los grandes reyes y la milicia marítima siempre estaba despierta y atenta a cualquier daño surgente de los mares, donde la resurgente tierra madre nacía de entre las cenizas de la guerra y la alta demanda costera y gran producción pesquera, estas daban al estado un puesto importante entre las demás naciones del país, mostrando su valor monetario y económico, Busan era de esos lugares que aún se mantenían a pesar de la guerra destructora, se había vuelto un lugar de oportunidades donde poner sus ojos si de invadir y reclamar tierras se trataba, los japones que desde los cimientos lejanos observaban buscando la mejor oportunidad para retomar lo que habían perdido simplemente admiraban e imaginaban cómo sería la nueva Busan cuando el segundo al mando del ejército japonés Katō Kiyomasa invadiera tierras baldías y ajenas, claro que aquello era solo un deseo que no tenía fecha para ser cumplido, por esos momentos solo quedaba disfrutar de la falsa tranquilidad trabajada por los guerreros coreanos y de las hermosas playas de la costa, del pescado atrapado en las redes de los pequeños barcos pesqueros y de la tierra negra trabajada para las hortalizas que consumían los ciudadanos.

El secretario Ji, principal cortesano y él único que tenía un puesto importante en la corte marcial del rey Kim y apoyante al movimiento del próximo reinado Kim, seguía con apuros y casi pegando su pequeña barba blanca y desaliñada al suelo sucio y negro de tierra por ir detrás y mantener el paso del gran Daegam* Jeon para que este no se le perdiera en su camino al palacio real, El general Jeon, un hombre corpulento en anatomía y facciones arrugadas en amargura de guerra acababa de llegar a su tierra madre y la tierra madre de toda su gente y el rey mismo al que él le había prometido lealtad hasta su muerte, el viaje había sido por lo mucho el más largo y agotador de su vida, muchas feromonas inestables en un navío sin escapatoria, la añoranza de tocar tierra partía en la gran necesidad de volver a tener control en algo que le permitiera estar de pies y estable, un lugar que no fuera frágil ni fácil de destruir, como comandante, militar y Daegam de su nación cumplía con su mayor deber y roll, visitar la casa real antes que la suya propia con el único propósito de dar noticias de altamar y que nuevas ventajas traía para su pueblo, el protocolo militar era de cumplimiento y deber, el pobre secretario Ji y sirviente real de verdad odiaba tener que estar detrás de aquel joven de poca paciencia y además de un humor terrible, no era de extrañar que entre la misma corte real y su preciada majestad se corrieran ciertos rumores del comandante Jeon y su pequeño y para nada disimulado poco encanto entre la multitud, el hombre sin duda era de los menos favoritos en la comunidad de Busan, a muchos campesinos y nobles aún les pesaba el fallecimiento terrible de su bella esposa y omega perteneciente a la familia Park, pero sobre todo lo que más generaba cierto dolor y desagrado el cual se volvía chisme, era la forma despectiva y poco compasiva en la que estaba siendo tratado el pequeño cachorro omega de tan solo unos cuantos meses de vida y él cual ni siquiera sabía si quiera como era el aroma o presencia de su padre alfa. Nadie era Dios para juzgar, ni tenía el derecho de hacer tal acto, pero siempre estaba el que tenía algo que decir y opinar en ciertas acciones ajenas de cierto alfa sin importar sus consecuencias.

La mayoría de nobles que conformaban el consejo real y del apellido Kim sabían o al menos se daban una idea de que aquel pequeño débil omega, estaba bajo el cuidado de una nodriza que le amamantaba y cubría las necesidades que una madre muerta y un padre alejado de su crianza podían dar, no era lo mejor para alguien de tan bello calibre de sangre y quizás posición social, pero nadie se sentía con la valentía suficiente para decirle lo contrario o darle una sugerencia al joven alfa directamente a la cara sobre cómo criar a un omega de la corte marcial de los Park y de sangre Jeon.

Primero corría la sangre en los ríos de aguas claras de Busan antes de que alguien pudiera dar una clase de ética de cómo ser un buen padre.

Por mucha sangre que corriera de la señorita Park en el cuerpo de aquel bebé, la genética giraba en torno a sólo un gen dominante y para desgracia y mala suerte del pequeño infante su físico redondo, su piel clara, de ojos grises y cabellos espesos rodaban solo entorno a un gen dominante y entorno a un alfa, Un alfa que no le daba exactamente lo que necesitaba; atención y protección hasta que tuviera la edad adecuada para contraer matrimonio.

El omega Jeon era una fina joya de los mares de Europa, una joya encontrada en las profundidades y que aún no se le sabía el valor en bruto que poseía en su interior, era un ser no valorado como se debía.

Se corría entre los muros del pequeño pueblo y del castillo mismo que un sirviente beta de la corte y hogar Jeon había intentado razonar con el joven Jeon de forma educada y sugerente cuando se le informó de la muerte y nacimiento de su hijo, había sido un problema el decir que era omega y no un alfa, pero había sido más duro asegurarle al alfa que estar con su hijo era lo mejor para su parte animal débil y que apenas estaba conociendo el mundo, los pobladores aseguraban... que aún se podían escuchar los gritos de aquel pobre hombre que estaba siendo castigado por tan insolente palabras ese día gris, su castigo había terminado con la destrucción de su cara, aquella atrocidad de sugerir y corregir las acciones de su señoría no era más que un insulto imperdonable, aún se podía retener la imagen temeraria del imponente lobo negro de ojos rojos como la sangre y fuego de la guerra misma que tomaba todo a su paso sin pedir permiso, dejando ríos de llanto donde la violencia, las armas y la necesidad de estar por sobre cualquier cosa era la mejor dopamina que se podía sentir: para el general Jeon era como si la simple mención de compartir aire o espacio con aquella pequeña criatura le fuera una de las peores cosas que podría hacer o estar obligado a cumplir, primero muerto antes que cumplir el deseo vivo de un caprichoso y maldito omega recién nacido que solo traía vergüenza para el apellido y que además se había llevado la vida de su propia madre.

En ese punto del huracán donde los ojos solo veían y señalaban lo que querían, Jungkook estaba entre un mar grande de señalaciones y una fama que mojaba sus botas de combate como un fastidioso barro, No es que los pueblerinos lo tacharan como despiadado y sanguinario, no, el alfa ya lo era y eso era lo que más desagradaba y generaba terror en vez de admiración, pensar en aquello justo en ese momento causaba escalofríos terribles en la columna del beta secretario que tenía que correr con su hanbok real detrás de Jungkook solo para informarle que su majestad no necesitaba que fuera a él inmediatamente, además de informar de la vivencia de su hijo omega – el cual, si a él le daban la oportunidad de la pregunta podía recitar poemas donde solo resaltaría la belleza que superaba a la más hermosa flor de loto nacida en aquellos tiempo fríos de enero, sobrepasaba el cantar de los pájaros de estaciones y valía más que cualquier jade pulido y refinado para su uso – el cachorro de omega era por lo mucho una especie deseada y hasta venerada entre los hombres como él, por suerte estaba siendo bien criado y amamantado por las nodrizas de la consorte real*, mismas que habían sido ofrecidas por su majestad real y las cual habían sido buscadas por el mismísimo Jungkook, las omegas habían sido puesta a toda su disposición después de su partida a la guerra, nadie en el hogar del alfa era capaz de hablar de aquello pero había un rumor mismo donde se aseguraba que el señor Jeon no se había dignado a ver la cara y oler el olor del pequeño omega cuando piso el tatami* del gran palacio militar en donde habían cuidado a la criatura desde su nacimiento mientras él hacía su viaje de regreso a corea, algunos sirviente hasta afirmaban que Jungkook había mirado muy despectivamente el cuerpo de su esposa el cual había sido puesto en una sala Tokonoma* para ser velada, se decía que se podía palpar el odio y decepción dirigido al cuerpo inerte y carente de vida de la jovencita, hasta al mismo rey le había desconcertado en su totalidad no ver a Jungkook cerca de aquella habitación junto con la familia Park para compartir el dolor de la perdida, en cambio había sido encontrado fumando de su pipa de oro cerca del campo de flores de narcisos - los cuales eran muy bien cuidados por los jardinero betas del señor Jeon, la época invernal era la mejor para admirar la belleza natural de aquel campo minado de amarillo y blanco – cuando había llegado el momento de la cremación, Jeon solo había partido de nuevo hacia el mar dejando ya en manos femeninas al pequeño bebé que lloraba en añoranza por algo de calor familiar, se había desprendido de aquella masa de carne que necesitaba su cuidado y olor para poder crear un lazo fraternal, como si solo fuera un animal al que se le puede dejar al cuidado de alguien, el niño le necesitaba para vivir, pero Jungkook simplemente había partido sin ninguna clase de compasión o remordimiento de culpa en su cabeza y corazón.

De aquello ya habían pasado cuatros meses y el joven no se había dignado ni una vez en preguntar por su sangre o por su bienestar cuando mandaba cartas o guerreros al palacio real y a Busan, la guerra había acabado por los momentos y solo la marcha de nuevas estrategias eran lo importante en aquellos tiempos difíciles y trucados.

La frialdad de sus actos le ganaba algunas puyas acusatorias, ni siquiera era posible que un ser fuera tan mezquino y poco cálido con un ser que venía de su carne, de su cuerpo, de su sangre, a nadie le cabía en la cabeza como un corazón podía simplemente no palpitar en remordimiento mismo o como un lobo alfa signo ejemplar de hogar, deseo primitivo de procreación y protección daba un giro a su cabeza para simplemente ignorar aquella gravedad invisible de atracción donde todo giraba en torno a un llanto diminuto y agónico como el arrullo de los ángeles antes de caer al infierno vasco de la agonía pidiendo por él y solo por él, era su hijo, no se podía negar aquel irrefutable hecho.

Los japonese se habían alejado esta vez y se habían llevado muchas cosas en su retroceso, entre ellas la poca piedad miserable que quedaba en el cuerpo de Jungkook, se podía asegurar la paz indefinida siempre y cuando el futuro no fuera prometedor de malos sucesos.

- S-señor... Su majestad me pidió estrictamente que le dijera que no era necesario su visit... - el secretario Ji no termino su frase muy bien cuando ya estaba chocando con la espalda del general, su cuerpo protegido por la armadura de acero y sangre golpeó el ligero olfato del hombre que trastabilló de manera torpe en varios pasos hacia atrás, sujetando su nariz adolorida por el impacto, alzó sus ojos por leves segundos antes de bajar su cabeza rápidamente en respeto y posar sus manos en sus rodillas hasta que se le fuera pedido que podía mirar directo al general cuando este giro su rostro en su dirección, su cuerpo estaba tensionado en incomodidad, su mirada penetrante y manchada un poco del rojo característico de un alfan líder estaba mostrando su presencia ante un sirviente que le estaba generando problemas.

Ji Temblaba de miedo y a su vez de frustración al ser él quien pagara y tuviera que lidiar con aquel joven. Si tuviera la oportunidad de seguro hablaría peste del general Jeon desde la seguridad de su puesto en el palacio real mientras degustaría alguna buena fruta o alimento, pero sabiendo la estrecha relación que su majestad y el caballero tenían podía apostar 5 mil wons que perdía primero la lengua y cabeza antes de que el rey Kim decidiera hacer algo en contra del joven Jeon.

En aquellos tiempo la paciencia y justo eso, el tiempo, eran una virtud que pocos pobladores, mandatarios, nobles, soldados y hasta sirvientes se permitían gastar en conjunto y a la misma vez, Jungkook por ejemplo era un caso especial de ello, su vida había corrido como un caballo desbocado en busca de aguas turbulentas para saciar su sed insaciable, sin vivir su crianza o niñes como debía vivirla un pequeño de poca edad, sometido a la sangre y al poder de dar vida a un apellido que no tenía nada que ver con sus deseos internos, un alfa frustrado en la necesidad de cumplir las expectativas de sus ancestros y sus ideales para no generar repudio o vergüenza a su familia, su tropa había desembarcado pero no tenían ni el más mínimo permiso de volver a sus hogares hasta que él, comandante y dirigente les diera tal orden y deseo, ellos al igual que él vivían por vivir, sirviendo a un rey que les prometía la gloria eterna por la entrega de sus vidas y libertades, por eso el Daegam se permitió ver al secretario Ji como si la misma peste o cucaracha inmunda fuera, se dio el permiso de inhalar su inexistente olor despreciable dando paso a ese lado superior propio que le hacía grande, nadie, en rango inferior o superior al suyo podía decirle que hacer, a donde ir o qué ideas tomar, nadie con la capacidad de razonar podía interrumpir en sus decisiones o acciones y menos cuando se llevaba mucho tiempo dirigiendo un navío con más de un centenar de alfas hormonales y enojados que solo pensaban en regresar a sus hogares para intimar con sus esposas o concubinas hasta que el deseo carnal bajará el libido interno de sus feroces lobos enloquecidos por los meses de abstinencia total y en el océano.

- Su majestad... – las palabras de aquella frase parecían ser filtradas pedazo por pedazo en su boca bañadas con algo de arrogancia y gracia que le daban un sabor gracioso que le hacía sentir que escuchaba un chiste, estas pasaban desde la punta de su lengua hasta cada sector donde se alojaban las papilas gustativas tirando letra por letra de un lado al otro, tocando sin pedir permiso su paladar duro para bajar al blando como si de un juego se tratara, quizás tocando el trígono retromolar para hacer de aquel significado un sentimiento negativo, dejando atrás el piso de la boca para jugar como niños traviesos en la mucosa bucal donde se concentraba el mayor grado de desagrado y enojo en el cuerpo humano, mugiendo en éxtasi en la úvula como si ese solo fuera el comienzo para morir al fin en su amígdala y así lanzarse al vacío de su garganta donde un gruñido le esperaría para salir e intimidar a aquel pequeño e inútil hombre que solo estaba entorpeciendo su trabajo y tiempo – Su majestad entenderá si necesito hablar con él, la guerra no espera secretario Ji, día a día hombres como usted y hombres como yo mueren en la guerra por pequeños retrasos como estos, comprenderá entonces que yo no tengo tiempo, ni días o semanas que perder – sonrió crudo y vacío, sin disculpas y sin miramientos a quien, el hombre trago un poco forzado cuando Jeon giro en su eje para dar varios pasos en su dirección y así ubicar su cuerpo enfrente del suyo propio bajando un poco su rostro para estar a su altura, la espada a su costado enganchada al cinturón de la armadura tocaba la tierra húmeda, manchando un poco la hoja con está ocultando la sangre seca y oxidada de los hombres que habían perdido su vida en ella, su cabello largo y bastante desentendido de un corte caía a un costado de su rostro gracias a una coleta de caballo alta que le sostenía mientras que sus botas y esencia se hundía en la llovizna del día y el olor mismo de su lobo, espeso, dispuesto a someter todo aquello que le llevara la contraria queriendo dar una declaración de guerra, la cara interna de sus manos llenas de cicatrices de guerra mantenían un agarre fuerte detrás de su espalda mientras sus pulgares jugaban uno contra otro, estaba teniendo demasiada paciencia para solo hablar con un simple sirviente.

- M-me disculpo mi señor. – Ji trago grueso cuando Jungkook sonrió corto y violento, volviendo en sus pasos dándole al secretario solo un espacio pequeño para respirar y dejar fluir todo aquel nerviosismo infernal que estaban destruyendo su corazón frágil y viejo, si quería huir esa era la oportunidad perfecta para desaparecer del camino de aquel hombre.

- Eso pensé – Jeon giró su cuerpo para dar paso al hombre, casi riendo con burla cuando hizo un ademán con sus manos para ordenarle que cumpliera su pedido - ahora podría informar a palacio de mi llegada si es tan amble secretario Ji, sé que tiene bastante ansias de llegar rápido y primero que yo – Ji no lo pensó mucho cuando ya estaba haciendo una reverencia apurada antes de dejar a Jungkook atrás mientras corría casi tropezando con sus ropajes pesados, le era de vida o muerte llegar a palacio para anunciar la interrumpida llegada del general Jeon y sus navíos en el puerto de Busan.

Además, quería alejarse todo lo que sus piernas cortas y viejas de edad le permitieran, ese maldito hombre era un peligro para cualquiera que se atreviera a cruzar aquella línea invisible que había trazado con los años, usando la sangre, el llanto y la pérdida de muchos para crear su propio poderío.

El castillo imperial* no era conocido solo por el nombre o por el hecho de que en el viva el rey, su nombre nacía gracias al rey Lee Seong Gye quien había fundado la dinastía Joseon y con ello la residencia misma construida en 1395, ahora bajo el poder de la sangre Kim el palacio Gyeongbokgung* era reconocido y admirado por los visitantes extranjeros, pobladores y militares, sus 5,4 millones de pies cuadrados de superficie y planta rectangular eran solo el pequeño atisbo de belleza que se cuidaba con bastante interés después de la guerra invasiva de japón y la reclamación de Busan.

Jungkook como muchos otros no se detenían por completo a admirar la capacidad arquitectónica de tal lugar, su interés no estaba en que esto era más grande que su hogar o el hogar de cualquier conde o monarca de otras tierras, no le interesaba el lujo y la desventaja que este traía con ello, su interés nacía en el reconocimiento y las prosas que generaría en futuros no muy lejanos entre sus enemigos, buscaba más la perfección de la aceptación que las riquezas ganadas por su buen deber.

Después de todo estaba ahí solo por una cosa, cuando las puertas del lado sur se abrieron ante su llegada, en el se encontraba una cuarta parte del pelotón militar que estaba en los grandes patios del castillo, los cuales realizaban sus formaciones respectivas de salida o dándole la bienvenida necesaria al anunciante de su presencia, Jungkook pudo inspirar por sus pulmones cuando la mayoría por no decir todos, hicieron una reverencia glorificada que gritaba respeto y lealtad, se merecía todo aquello y más por su entrega, nadie que no fuera importante tenía la oportunidad y el derecho de entrar por la entrada principal de Gwanghwamun.

El resto de puertas del complejo eran usadas para mercaderes o ciudadanos que venían a dar ofrendas, vender sus productos o realizar peticiones al monarca, la puerta del norte recibía su nombre de Sinmumun; la del este, Yeongchumun; y la del oeste, Geonchunmun. Por eso cuando la puerta principal Gwanghwamun y el mismo rey bajó de su centro en la cima de aquella infinita escalera que daba a la entrada grande de los aposentos, Jungkook rio internamente por lo pequeño e insignificante que se veía el viejo Ji detrás de aquella silla de oro pulida donde su majestad había estado y había decidido dejar su corona sólo por él.

No era arrogancia ni superioridad era solamente paz ante la idea de que era un Dios entre tanta ignorancia política.

- Mi rey – dejando descansar una rodilla en el concreto con ranuras y algo de pasto verde, Jungkook bajo su cabeza aceptando aquel lobo como su único líder, su padre desgraciadamente había fallecido mucho antes de que él pudiera tomarle como modelo, no era raro que los hijos de los guerreros perdidos en batallan fueran adoptados por el estado reclamando en ellos un derecho de crianza y potestad, solo así se lograba controlar un país y salvar una nación de la mano de alfas que daban su lealtad al rey y su sangre.

- Jungkook-ah – unas leves palmadas fueron dejada en su cabeza antes de recibir el permiso de dejar su posición y seguir al rey en su caminata a Geunjeongjeon donde podrían iniciar su informe parcial de las pérdidas de hombres y batallas ganadas en tierras enemigas – Es un placer grato ver que estas bien.

- Para mí es un gusto y placer saber que le agrada mi vivencia mi señor.

- Deja las formalidades, no soy un desconocido. – Jeon apretó sus labios un poco incomodo ante el pedido, mordiendo su lengua mientras seguía al rey Kim, la servidumbre hacia reverencias con cada paso que daban, betas, omegas y alfas reverenciaban ante el rey y el comandante principal de la tropa de Busan.

- Estoy feliz de tenerte en Busan, nuestras tierras se sienten más segura solo con tu presencia en ella.

- Es bueno volver.



El Palacio de Minka* era de esas estructuras cómodas que un hombre con poder en la guardia de la monarquía podía tener, no era ostentosa ni exuberante en metros cuadrados, en la dinastía cada cargo era bien remunerado en dotes económicos o escalones sociales, en la familia Jeon se basaba en escalones sociales por apellido y unión, las tres generaciones pasada se habían levantado debido al poder militar que habían adquirido, ganando terreno en las cortes y en otros ámbitos sociales que daban hoy en día sus frutos para así dar buena vida a su descendencia más joven y prospera del futuro, la gran casa era un refugio cerrado e impenetrable con grandes campos para dar paseos interminables donde la naturaleza jugaba tímida y acogedora entre tantas armas y seguridad, el tatami pulido de un color claro permitía la unión de un edificio a otro, sectorizando así en tres partes el gran palacio Minka, los sirvientes y guardias que se desplazaban diariamente de un lugar a otro tenían especificaciones precisas a seguir en aquella casa y en aquel sector especifico del norte de corea, al igual que el palacio del rey ubicado en una de las montañas más altas de Busan, era palacio privado de un militar, el pequeño castillo de Minka se ubicaba a 8 colinas de la del rey, refugiándose entre los árboles espinosos y cedros de 9 metros y más, la estructura moderna de fuentes internas y palacios más pequeños dentro de la misma para las concubinas eran un paraíso cerrado.

En el castillo del rey, las parejas principales y su señoría se rodeaban del elegante trabajo japones, los colores fríos como el verde, azul y poco rojo pintaban las paredes altas de concreto que tenían shōji como puertas.

En el castillo de Jeon los colores rodeaban de rojo, amarillo y verde todo a su paso, puertas de shōji's y jardines que habían sido un pequeño capricho de la última omega de aquel hogar, la señora y fallecida Roseanne Park, aquella casa carente de emociones y calor era la prisión perfecta y acogedora para un omega nacido en invierno.

Aquella mañana en especial el personal corría en movimientos rápidos para tener todo listo, el señor Jeon había sido visto en el pueblo y por ello la información de que había llegado a Busan había explotado como pólvora hirviente, no era raro tener al señor en la casa claro está, pero si era confuso cuando los avisos se retrasaban y los navíos se anclaban a la costa como si fueran a tomar un tiempo grande para volver a zarpar, era algo que volvía loco y desesperaba a más de uno en aquella Minka.

La mayoría de betas y alfas que servían al palacio Jeon corrían para tener todo a disposición y así cumplir lo que la gran imilla* había solicitado antes de la llegada sorpresiva del sargento Jeon.

Las ollas en la cocina caían desesperadas en los pisos, los murmullos nerviosos eran colectivos al igual el cómo la imilla corría para detenerse y arrodillarse en una puerta en particular en el oeste de la tercera casa principal, esa que pasaba los pozos de lirios y los puentes de madera y papiro, con sus manos arrugadas por la edad la mujer con pocas canas en su cabello y ojeras en aquellos ojos que lo habían vivido todo, aliso su komon* antes de reposar en rodillas y correr la shōji* de papel. Dentro de aquella habitación grande y que solo era un cuarto simple de reposo o para el té, una omega de cabellos negros, piel clara, estatura media y cuerpo curvilíneo de exuberante pechos amamantaba al bebé que reposa en su regazo, la criatura que no conocía otro lugar que no fuera aquella habitación de cuatro paredes y techos altos se alimentaba vivazmente mientras su nodriza tatareaba una nana baja y que a veces era también escuchada por el príncipe real cuando ella regresaba al palacio real a cumplir sus obligaciones con su majestad menor, ahí alejados de la ciudad y de la capital de Busan la pequeña comunidad de Nam-gu resguardaba al pequeño omega del comandante Jeon, nadie, además del personal autorizado, tenía permitido ver al omega y a la nodriza responsable de su alimentación, eran órdenes estrictas del alfa Jeon desde que el niño había sido concebido y abandonado el vientre de su madre, como muchos alfas de la antigua creencia, Jeon y el entorno entero tenían por idea que un omega no podía exponerse con tanta libertad a las amenazas del mundo y las difamaciones que se podían crear en su nombre, era una norma social impuesta con el único fin de mantener los estatus de soberanía bastante fijos, ningún omega sin alfa a su cargo podía ser visto sin este si aún no había contraído matrimonio, ningún omega podía cumplir roles importantes de alfas como el de ir a la guerra, dirigir un hogar u opinar políticamente, por más que la nodriza tuviera un puesto importante que era alimentar al hijo del rey, en el hogar de Jungkook la modestia machista era un camino bastante indulgente y estructurado que se seguía si o si, la mujer mayor bajo su cabeza en una pequeña venia mientras esperaba que la jovencita retirara de su pecho al bebé que poco a poco caía en un sueño profundo de ignorancia.

- El señor Jeon fue visto en la capital – informó la mujer - retírate pronto y sin ser vista por el personal masculino, el omega estará al cuidado de las betas a su cargo cuando tu presencia ya no sea sentida en el castillo de mi señor – la omega encargada del bebé omega, bajo su frente pegándola al tatami cubierto mientras sus manos reposaban en sus rodillas en modo de respeto.

- Sí señora.

- Asegúrate de que el Rey sepa que tu labor está siendo bien remunerada, no hables y no menciones nada del omega allá fuera – pidió con los dientes apretado mientras veía a su derecha como varias concubinas corrían a su dirección con sus yukatas finas, medias blancas cubriendo sus pies, cabellera suelta y el obi* que acentuaba sus cinturas estrechas y el sobrante de la tela.

- S-señora – tartamudeó una de estas bajando su cuerpo en una reverencia – su señoría está aquí.

Los ojos de la mujer al igual que de la omega en aquella habitación se expandieron en terror.

- Anda niña, haz lo que te pedí y espera a que seas solicitada de nuevo, es mejor no hacer enojar a su señoría ahora que ha llegado. – rogó la señora, sabiendo cómo era la actitud del general Jeon ante la idea de la omega aun en su castillo.

La omega mayor y nodriza real, arreglaron rápidamente sus kimonos dando una última mirada al pequeño omega de cabellos plateados, partiendo por fin con el sentimiento de conmiseración antes la imagen de aquel ser, a la nodriza le daba tanta lástima que el pequeño niño hubiera nacido en aquella casa la cual ella creía era la incorrecta para él junto con su padre, el bebé reposaba en cómodas telas caras y de alto costo, su cuerpecito pequeño y débil era protegido por mantas que le envolvían impidiéndole que se moviera en las telas gruesas y el futón donde era reposado en el día, pero eso no cubría su necesidad primaria de calor familiar.

La mujer mayor se echó a un lado para que la omega corriera al extremo contrario de la entrada del gran palacio pasando por los jardines engawa* que recubrían las tres partes de aquella estructura de gran tamaño dejando atrás al pequeño varón, la anciana sabiendo como se ponía su señor cuando se sacaba al omega de la habitación cerró la puerta en un golpe seco que provocó el salto de las dos concubinas que seguían con la cabeza baja a su lado y con el atisbo de la curiosidad de cómo era el hijo de su señor.

- Díganles a las cocineras que preparen un banquete digno del rey, prepárense ustedes también por si su señor las solicita y manden a las betas del omega aquí, si su señoría se entera que ha quedado solo por más de unos minutos volaran las cabezas de todos incluida la mía en esta casa.

Por decreto real hace mucho tiempo los omegas nacidos hembra o varón tenían que cumplir ciertos requisitos impuestos por los apellidos de su hogar y del que pronto fuera su segundo apellido – pareja – en su mayoría los omegas eran visto como pequeñas mujeres del hogar que tenían que atender a su alfa, así formando el pequeño triángulo donde se ubicaba a su especie como el eslabón débil.

En algunas familias de apellido reconocido; la crianza variaba, podían tener roles importante como a su vez un nulo voto a la hora de pensar, eran omegas, no pensaban ni hablaban solo servían a su sangre y apellido, por ello no era raro que el niño jeon fuera criado de la misma forma desde tan pequeña y temprana edad, los omegas como él no podían recibir más miradas ajenas a su entorno que no fuera madre, padre, su imilla y algún guardia beta a su cargo, en el caso donde el niño ni siquiera contaba con algo tan básico como un lazo, su única unión con la vida y su deber como omega eran las sirvientas que no descuidaban su pequeña alma, al omega Jeon solo se le había otorgado dos betas para su cuidado, además de su nodriza y su imilla. 

Lo demás era un lujo que no tenía derecho a exigir, se le veía como un fruto inferior que no daba ningún aporte como lo haría un hijo alfa, en la familia Jeon por años los nacimientos de bebés alfas eran como un paraíso de divinidad, según ellos tener un omega era como llamar a la paria de la mala suerte, la sangre era importante y la pareja con la que se engendraba la generación futura lo era el doble, una vez naciera un omega en la familia era como si el botón desactivado de la reproducción masiva de omegas se activará dentro del hogar, dejando atrás la casta alfa para solo llenar la casa de omegas y más omegas inservibles. Por eso no era raro ver la actitud hostil del joven Jeon hacia su propio hijo.

Él mismo pensaba que había invitado a la mala suerte a su casa y a su sangre con aquel maldito omega hijo de Park.

Nadie que no fuera sangre directa de la familia Jeon tenía el derecho de ver al pequeño omega varón si su señoría así lo exigía, la parte fundamental de un buen crecimiento en la especie de casta baja y sin deshonra cuando aquella situación indeseada se presentaba era la castidad desde el nacimiento hasta el aprendizaje culto que daría honra a su sangre en la adultez, el niño debía aprender desde que nacía.

Incluso solo de meses se le enseñaba de forma cruel que las cosas o alimentos no eran algo a exigir, sino a agradecer por ser digno de recibirlas.

Así como se tomaba a las hembras japonesas desde pequeñas para ver si tenían sangre y madera para ser geishas*, los omegas eran tomados de la misma forma, algunos corrían con la mala suerte de terminar en burdeles de piel donde se prostituían por unas cuantas monedas, Jungkook había visto unos cuantos de esos lugares en su estadía en japón, los olores fuertes de esas instalaciones eran infrahumanos, debido a que siempre estaba presente la esencia del jodido celo, el cual cegaba a los alfas y les volvía locos, aquellos burdeles de piel eran la pesadilla de hombres respetables como él, era algo que jamás olvidaría, había aprendido a controlarse en situaciones comprometedoras como aquellas donde tenía que buscar refugios en lugares de mala muerte y que podían ensuciar su apellido y nombre.

Por eso en aquel momento donde el ruido se había hecho más intenso gracias a las tropas que acompañaban la carroza del señor Jeon y el olor a alfa sofocaba cada metro cuadrado de aquellas tierras lejanas apenas su presencia toco su hogar, las pobres betas en su menesteroso intento rogaban al astro solar para que el omega varón acallara su llanto desconsolado en el futón donde apenas se percibía el calor ajeno que había abandonado el cuerpo de su cuidadora, no se podía cargar al omega si no era la nodriza que le alimentaba, el cuerpo débil y encogido se agitaba desesperado por algo que le diera consuelo ante aquella sensación de perdida que había aparecido de repente, siendo ahora reemplazada por aquel lazo que necesitaba constantemente, estaba ahí, tan cerca pero tan lejano y prohibido para él, un varón poco digno de una sangre tan pura rogaba a que su allegado padre por fin notara su frágil presencia.

Los omegas nacían para ser pequeños objetos de exposición y entretenimiento, para cuidar y dar a luz, para callar y dar placer, un omega como Yoongi no podía estar en la casa principal Jeon, un omega como Yoongi no podía nacer o pedir algo del cuerpo de Jeon Jungkook, pero ahí estaba, reclamando aquello que se le había negado en su nacimiento como si la arrogancia de su padre no fuera suficiente, estaba exigiendo la atención que se le había arrebatado en llantos desesperados que no eran calmados por nadie más que los susurros de unas betas desesperadas que no habían sido preparadas para aquel tipo de situación.

La mayoría de empleados se acercaron en son de respeto a la carroza que resguardaba el cuerpo del gran Daegam, Jungkook espero paciente a que sus guardias bajarán todos los presentes dados a su persona y las riquezas que había adquirido en Japón, cuando abandonó la protección solar de aquel objeto que había descubierto en tierras ajenas y que ahora era implementado en su país como medio de trasporte – claro, solo el que tenía dinero podía pagarse uno – observo todo lo que su vista le permitió, nada había cambiado desde que había dejado su hogar, el sol cálido y vigoroso mostraba la belleza de la guerra en su persona causando que ninguno en aquella casa pudiera apartar su mirada de tan inmaculado porte, el general entregó su espada al beta que se inclinó a su lado, aceptó el saludo de la imilla vieja y por supuesto fue caminando dejando atrás su nombre de Daegam para volverse el señor Jeon, familiar principal del palacio menor Minka de Jeon.

El personal se había encargado en tan poco tiempo de tener todo en su respectivo orden, el olor exquisito de los alimentos bailaban seductores y pícaros en el aire, enamorando las entrañas del hombre que ya no recordaba el sabor del alimento de su cocinera principal debido a tanto tiempo fuera.

Los aposentos principales estaban en el primer castillo, las betas que se encargaban del ropaje de Jungkook le siguieron enseguida apenas Jeon cruzó su vista periférica, los guardias, sirvientes, acompañantes y la Imilla iban varios metros detrás llevando todos los objetos a la sala principal del castillo de estar mientras que su señoría era acompañado hasta su habitación para ser ayudado en su cambio de armadura y así poder aclimatarse después de tan largo y exhaustivo viaje.

El cabello de Jungkook fue sujetado inmediatamente por unas manos delicadas y femeninas apenas la puerta de tatami fue abierta y su cuarto quedó expuesto antes las damas de compañía, las 6 betas que ayudaban a su señor no miraban en ningún momento su rostro respetando así la ley de ese hogar que pronto tenía de nuevo a su dueño y dictador.

La primera capa de la armadura fue retirada por dos de las betas mientras otra trenzaba con cuidado aquel cabello largo y negro que llegaba un poco más debajo de los omoplatos de la espalda fuerte y musculosa de Jungkook.

De cintura para arriba el pecho del hombre fue descubierto, una de las betas acercó con cuidado una lujosa vasija de agua tibia con un encantador olor a rosas y pino para limpiar cualquier rastro de mal olor y sudor causado por el viaje, la Imilla llegó segundos después posando sus rodillas en el suelo mientras miraba a su señor ser ayudado en su estadía, el hombre miró por sobre su hombro con una cara un poco disgustada por la interrupción.

- Debo suponer que tu insubordinada llegada no es más que para dar solo buenas noticias.

- Mi señor, no quiero que mi presencia sea tomada como una forma amarga para su reciente y tan poco tiempo de estadía, es grato tenerle aquí y la casa se llena de gozo sabiendo que nuestro techo resguarda su presencia – Jungkook rodó los ojos, pasando así sus brazos por el Hanfu* de seda gris que arropaba su torso dándole un reciente calor que había perdido por el baño de paño con el agua con olor.

- Habla de una vez – La Imilla pego su frente al piso de madera, sus manos reposaban a los costados de su cabeza en una respetuosa posición mientras su columna poseía una derecha y exacta curva.

- La omega enviada por el Rey ha cumplido con su labor en estos meses señor...- La mujer tragó un poco antes de seguir con su informe – E-el omega ya tiene cuatro meses – La estructura muscular de Jungkook cambio a una forma más rígida mientras unas manos pasaban por su cintura para sujetar la tela de su ropaje con un sash* del mismo color que acentuaba la pequeña pero apreciable parte baja de su anatomía.

- ¿Y?

- El omega ya debe de dejar el pecho y empezar con ciertos alimentos. – el hombre giró por completo, su cabello recogido en un bollo alto que era atravesado por una pequeña vaina de oro con ornamenta de piedras de jade que caía y tintineaban en un sonido muy dulce y tranquilizador para el aura que emanaba – Ha llegado el momento de que su magnificencia sea criado para dar honra a esta casa.

Jungkook quito con movimientos brusco las mujeres que rodeaban su presencia, volteándose por completo para enfocar aquellos ojos azules en dicha mujer, la profundidad del mar estaba plasmados en aquellos iris perdidos en ira, el que le nombraran aquella criatura era como nombrar a los japoneses en su más tranquila calma. Inhalo profundo por su boca antes de pasar por un lado de la anciana y dejarla aun en el piso arrodillada, las betas que habían ayudado al general en su cambio habían desaparecido de la vista de las dos personas adultas ahí, dejando el lugar solo acto para ellos y así evitar los oídos curiosos, Jungkook meditaba aquella información mientras miraba a su alrededor.

- Llama a Jung Hoseok, dile que necesito que venga a mi castillo lo antes posible – sus dientes apretados susurraron mientras sus manos se cruzaron entre ellas ocultando la piel pálida entre telas caras y suaves – desde ahora ese omega está bajo la crianza de la casa Jung, el que sea un Jeon digno dependerá de que tan bien sea amaestrado – la mujer asintió aun en su posición, tragando todo el aire disponible cuando la presencia de su señor fue tanta que sofocó con su aroma a alfa su pequeño espacio personal, la rodilla del hombre estaba pegada al suelo, su cara había bajado lo suficiente como para que fuera escuchado solo por ella, en un tono ronco, masculino y con el toque de voz de mando – si fallas y ese beta falla en la reforma de su estatus, da tu cabeza por perdida.


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Todos se fueron a la sala Tokonoma donde celebraban a su señoría, el hombre estaba siendo alimentado y entretenido por unas damas de casas criadas en una okiya* a las afueras de corea, en la frontera marítima que unía el mar coreano con el japonés, aquellas mujeres conocidas como geishas*, daban su mejor espectáculo, mostrando sus encantos y cualidades en las artes del entretenimiento, la música tradicional que se escuchaba de fondo estaba protagonizada por el hermoso sonido del gayageum*, el Danso* y el haegeum* haciendo de la velada un momento inolvidable, las mujeres se movían al compás de cada nota mientras Jungkook aceptaba que sirvieran de nuevo un poco de sake en su tacita de porcelana, regalo muy dado del rey, todos estaban al pendiente de las necesidades del joven amo, las concubinas reposaban en dos filas que abarcaban los dos lados, en la derecha alimentaban al alfa evitando que este tocara su plato o siquiera los palillos que dejaban los alimentos en su boca y a la derecha la bebida nunca faltaba como los comentarios de halago donde se resaltaba su belleza inigualable y su poder en el reino y japón.

A pesar que se estaba haciendo todo para agradar al general, la incomodidad estaba presente y hacía estragos en los humores del chico, nadie prestaba la debida atención ante aquella presencia perpetúa que se arrojaba a Jungkook como una sanguijuela que no soltaba su piel por mucho que los intentos de obviarlo o arrancarlo de su dermis a toda costa fueran desesperantes, la señal de que no era solo él el único sintiendo aquel lazo invisible que jalaba de un extremo era un martirio que hacía de su bebida hiel y de sus alimentos un vasto trago de estiércol.

El omega desde la otra punta le llamaba en súplica y eso estaba alterando de mala forma al alfa, su sangre estaba hirviendo de forma negativa y en cualquier momento los platillos y bebidas en las vasijas de porcelana pulida y horneada en el país chino terminarían en el otro extremo del cuarto como aquel mocoso débil no se callará.

La Imilla de la casa desde su posición mandaba a los sirvientes a servir más y más comida, pero ya nada pasaba por la boca de Jeon, de repente las ansias de satisfacer su apetito se habían perdido, la concubina encargada de darle alimento salto debido al susto cuando los palillos fueron arrancados de su mano en un doloroso movimiento que le sacó un gemidito y puso en alerta a todos, el Daegam estaba soltando todas sus feromonas de aviso.

Algo andaba mal, de un arrebato Jungkook tomo una botella de Mirin* que reposaba en una vasija blanca con un mango pequeño y un lazo rojo enrollado en el pico, la música paró en su totalidad y los guardias evitaron a toda costa cruzarse en el camino del alfa cuando este pasó entre ellos de una forma demasiado rápida y sulfuran té.

Las betas y demás damas presentes quisieron murmurar, pero fueron calladas de inmediato por la mujer mayor que mandó a todos a limpiar y dormir, la fiesta había acabado y era mejor dejar todo en su lugar antes de que aquella rabia desmedida cayera sobre ellos.

Solo los dioses sabían que tan malo podía ser la molestia de ese alfa en personas inocentes.

En el camino al tercer castillo de Minka y el más alejado del castillo principal, el lobo de Jungkook rugía molesto y encolerizado, sus ojos habían tomado la tonalidad rojiza como si una presa fuera la causante de tal acto impropio.

Jungkook iba a enseñarle a ese pequeño niño quien mandaba.

El lazo tiraba de forma débil pero fuerte, era invisible pero sus sentidos podían sentir y casi ver aquella franja roja, como si de un cordón difuso en rojo fuera lo que lo uniera a la única persona que aún conservaba sangre de su difunta esposa.

Los lirios que ya adornaban aquella zona alejada dejando atrás los preciados narcisos de la omega Park, llenaban el aire con su aroma sutil y femenino, el ligero viento de la recién llegada noche junto con el escurridizo frío lunar corrían las prendas del hombre, Jungkook con su mano libre quitó la ornamenta que sujetaba su cabello, la cascada negra y larga que cayó tocando su espalda hicieron del aire un aliado correcto para avivar el vaivén de la cabellera masculina que ahora era libre, algunos pequeños mechones surcaban las mejillas del alfa.

Cuando su señoría estuvo dentro del tercer castillo, el aroma era diferente y ello mostraba el porque se tenía estrictamente prohibido la cercanía de cualquier persona que no fuera autorizada por Jungkook, el dulce pero no tan desarrollado perfume que desprendía la cría era una combinación de bayas del bosque, narcisos y el basto olor del agua de la lluvia al caer, causando que los dos primeros se sintieran como objetos que habían sido bañados por el petricor que caía después o antes que la brisa.

Desde la entrada Jungkook ya había escuchado el sonido bajo de un lloriqueo desesperado, tomó un trago profundo de la vasija que llevaba antes de empezar su caminata, pasando de habitación por habitación hasta llegar a la última, la más pequeña y acta solo para un momento de té.

Las betas que se encontraban adentro saltaron del susto cuando las puertas fueron abiertas de golpe y de ellas se asomaba la imagen de un hombre con Hanfus claros, cabellos sueltos y mirada cobriza.

- Largo – simplificó Jungkook antes de que las mujeres salieran despavoridas sin ni siquiera realizar alguna inclinación de respeto, desde su posición y con la puerta cerrada por sus sirvientas Jeon podía ver como aquel bulto de mantas se movía desesperada, teniendo ahí cerca lo que más había añorado su parte animal, su amado padre y alfa.

Más la decepción solo era un pequeño crucifijo que cargaría aquel omega, Jungkook recostó su espalda a un lado de la puerta, resbalando por la pared mientras tomaba otro trago a su bebida y miraba desde la lejanía que una pequeña habitación podía darle el calor que él no podía y jamas daria, aquel engendro que llamaban su hijo arruinando una vez más su vida, su apellido, su estatus y su deber.

- Espero que tu miseria sea igual que la mía, que tu desgracia no sea compartida y que tu partida solo traiga paz a mi casa - espetó molesto, escuchando como un lloriqueo de casi llanto abandonaba la boca del bebé - Desde ahora en adelante tu vida será un infierno, porque así lo quiero y asi lo mando yo.



















Busan: La gastronomía tradicional de Busan se engloba dentro de la cocina coreana en general, y está influida por el intercambio cultural. Debido a que la ciudad fue un importante centro militar al sureste de la península, muchos oficiales japoneses se asentaron allí durante la ocupación. Dado que Busan fue un destino para refugiados durante la guerra de Corea y muchos de ellos terminaron asentándose, quedó influida por distintos estilos culinarios.

Consorte

Se usa en aposición a rey, reina, príncipe o princesa para indicar que comparte el título por matrimonio, pero no las atribuciones del mismo.

El consorte cuando referido a la monarquía designa al cónyuge del monarca. Su tratamiento es diferente según su sexo y el reino al que pertenece. Con frecuencia, la consorte de un rey se designa como reina, pero el consorte de una reina recibe otro tratamiento muy diferente.

Daegam

literalmente "dios de funcionarios gubernamentales" se refiere a una deidad que se encarga de la riqueza y fortuna. Daegam se adora principalmente en Seúl, la provincia de Gyeonggi-do y las provincias norteñas, así como en la zona inferior del río Han

En general, se considera que Daegam está encargado de una sola función, riqueza material, pero Daegam se representa como varios tipos y versiones. Daegam puede ser clasificado según los tipos de la comida sacrificial, en Sodaegam y Daegam.

Sodaegam no recibe carne como sacrificio mientras Daegam la acepta. Esta clasificación se observa en las prácticas chamánicas en la provincia de Hwanghae-do. Una gama más grande y complicada de tipos se observa en el segmento de Daegam de los rituales chamánicos que tienen lugar en las áreas de Seúl: Daegam que es el posesor del cuerpo del chamán; Sangsandaemgam que se asocia con el general Choe Yeong; Dodangdaegam o Bugundaegam que se relacionan con las montañas ubicadas alrededor de Seúl; Dangdaegam que tiene una relación con los santuarios; y Daegamsin que se vincula con los ancestros, subsistencia o objetos domésticos como el automóvil de la familia que lleva a cabo un ritual chamánico. En otras palabras, Daegam es un dios que existe en varias formas y manifestaciones relacionadas con la gente, objetos o actividades en un espacio dado, incluyendo hogares o pueblos.

Daegam es reconocido universalmente como un dios codicioso que lleva consigo la riqueza y la prosperidad, pero en realidad, es una deidad que brinda a la gente la abundancia material y problemas a la vez. En otras palabras, Daegam espera a que los humanos le presten atención y ofrezcan devoción, si su expectativa no se ha cumplido, trae calamidades y causa daños dolorosos en la familia.

Significado del narciso

Algunas corrientes lo relacionan con el renacimiento, los nuevos comienzos y la vida eterna. Pero a la vez simboliza el amor no correspondido, un amor que nos vuelve a recordar la leyenda

¿Cuántas veces florecen los narcisos?

La planta terminará su ciclo con la desaparición de las hojas en mayo, pero el bulbo que queda bajo tierra nos asegura una nueva floración anual durante el mes de febrero y marzo, convirtiéndose en una de las plantas que nos indica la llegada de la primavera.

Castillo imperial: Gyeongbokgung (en hangul, 경복궁; en hanja, 景福宮; McCune-Reischauer, Kyǒngbokkung) fue el palacio principal durante la dinastía Joseon (1392-1910). Es uno de los «cinco palacios de Seúl» y cuenta con 600 años de historia. Fue edificado por el monarca que fundó la dinastía Joseon, Lee Seong-Gye, en 1395, cuando trasladó la capital de la era Goryeo a Seúl. Por estar situado en la parte norte de Seúl, solía ser llamado también Bukgwol.

El Palacio Gyeongbokgung tiene 5,4 millones de pies cuadrados de superficie y tiene planta rectangular. En el lado sur, se halla la entrada principal, Gwanghwamun. El resto de puertas del complejo reciben los siguientes nombres: la del norte, Sinmumun; la del este, Yeongchumun; y la del oeste, Geonchunmun. Dentro del palacio se hallan las edificaciones de Jeongak tales como Geunjeongjeon, Gyotaejeon, Jagyeongjeon, Gyeonghoeru, y Hyangwonjeong.

¿Cómo se les llaman a las casas japonesas?

A las casas japonesas tradicionales se llaman minka, y a menudo son lo que la gente imagina cuando piensan en una casa de estilo japonés. Esto incluye pisos de tatami, puertas corredizas y terrazas de madera que rodean la casa.

Tokonomas: Habitación de exhibición

Shōji: son las puertas corredizas japonesas, son de papel o papiro.

Engawa: son jardines al aire libre, gracias a la terraza que la rodea, se conocen como engawa, que también sirve como pasillo principal para navegar por la casa.

EL ORIGEN DEL KIMONO

El kimono fue creado con la influencia de la indumentaria china "HAN" o "Hanfu" pero se ha ido desarrollando a lo largo de los siglos, formando parte de la indumentaria tradicional entre los años 794 al siglo XIX.

Con el tiempo, el kimono fue reemplazado por ropa occidental y yukata para mayor comodidad y fácil movilidad. Hoy en día son más utilizados por mujeres, y en ocasiones especiales. El gi tiene una larga historia y ha sufrido varios cambios durante el milenio.

En 1903 apareció la primera variación de ropa inspirada en los recortes del kimono tradicional. Esta variación fue hecha por Paul Poiret y se hizo popular en Europa. Pronto aparecieron otras variaciones, una de ellas fue realizada por la brasileña Nivia Freitas y se hizo popular alrededor de 2016.

Obi [] - un cinturón utilizado para doblar el exceso de tela

Komon: Un kimono exquisito usado por mujeres solteras o casadas. Suele tener una decoración más discreta y menos formal que el houmongi, pudiendo usarse a diario en distintas ocasiones.

Flor de la muerte: cempasúchil - Lycoris radiata

¿Cuál es la flor del amor no correspondido?

Narciso: representa la caballerosidad. Es un indicio de renacimiento, un nuevo comienzo y la vida eterna. También simboliza el amor no correspondido. Un único narciso predice una desgracia, mientras que un ramo de narcisos indica alegría y felicidad.

narcisos

Los narcisos son plantas bulbosas que florecen a finales de invierno. Poseen unas características flores en forma de trompeta, principalmente amarillas

Doura [胴裏] - cubierta superior sobre el vestido de la mujer;

Eri [衿] - pasta;

Fuki [袘] - protector de dobladillo;

Sólo [袖] - manga debajo del pozo;

Maemigoro [前身頃] - parte principal del anverso, excluyendo el manga.

Miyatsukuchi [身八つ口] - abertura debajo de la manga;

Okumi [衽] - frente dentro del panel en el borde frontal izquierdo y derecho, excluyendo la manga;

Sólo [袖] - Manga;

Sodeguchi [袖口] - abertura de la manga;

Sodetsuke [袖付] - sisas;

Susomawashi [裾回し] - revestimiento de fondo;

Tamoto [袂] - bolsa de manga;

Tomoeri [共衿] - [protector de cuello] a lo largo del cuello;

Uraeri [裏襟] - collar interior;

Ushiromigoro [後身頃] - parte principal en la parte trasera, excluidas las mangas;

Furisodio [振袖] son kimonos de manga larga (70 a 90 cm) que se balancean. Es formal y utilizado por chicas solteras, ricamente estampado, cerrado con obi en brocado multicolor y brillante anudado en grandes lazadas en la espalda.

El kimono furisodio puede ser utilizado por los amigos solteros de la novia en ceremonias de boda. Las mujeres jóvenes también suelen utilizar furisode en su grupo de mayor edad (20 años) llamado Seijin Shiki.

Kosode [小袖] es una expresión que deriva de la costumbre de que cuando las mujeres se casaban comenzaban a usar kimonos con mangas cortas o cortar las mangas como símbolo de lealtad al marido, dando lugar a la tomesode [留袖].

Por lo general, estos kimonos del tipo tomesode se utilizan en ceremonias de boda y son bastante formales. Suelen tener 5 o 3 kamons familiares (escudos) impresos y bordados en mangas, pechos y espalda.

Tomesode son kimonos manga cortos generalmente separados por:

kurotomesody [黒留袖] - Negro y formal;

irotomesode [色留袖] - Negro y menos formal;

Los padres de la novia o el novio suelen utilizar kurotomesode, mientras que los familiares y amigos de la novia suelen utilizar irotomesode. Por lo general, este tipo de kimono usa un brocado y un obi dorado. Los mangas miden de 50 cm a 70 cm de largo.

Houmongi [訪問着] - Un kimono sencillo de un color, generalmente con tonos pastel. Este tipo no tiene kamons (escudos familiares) y se considera menos formal que el irotomesode, pero se puede utilizar en fiestas y ceremonias de boda.

Tsukesage [付下げ] - Un kimono exquisito usado por mujeres solteras o casadas. Suele tener una decoración más discreta y menos formal que el houmongi, pudiendo usarse a diario en distintas ocasiones.

Iromuji [色無地] - Kimono de un solo color, que puede tener texturas, pero sin decoración en otro color, utilizado principalmente en Ceremonias del Té. Puedes tener un pequeño bordado decorativo o un Kamon (escudo familiar) en la espalda.



Me da risa un poquito los caps de este fic, porque yo hablo con una mecena que ya leyo esto y obvio va más adelantada en la lectura, siempre le pregunto si le gusta lo que va leyendo y me dice "yoongi no se merece nadaaaaaa de lo que le pasa" jajaja y es como, no we no se lo merece pero que se hace con el castigo de la vida y los dioses que le dieron a jk como padre xd

Comentarios y opiniones, exigidos porque si :v molly necesita halagos bonitos

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