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Jimin bostezo mientras movía su pierna, inquieto. Su clase se había retrasado y la habían alargado, por lo cual no había podido ir a su casa a tomar una siesta como decía cuando en verdad era para darse un tiempo lejos de Jin y Jungkook.
Si, se había acostumbrado a la presencia de aquellos raros hermanos pero apreciaba mucho su soledad y su espacio personal, el cual siempre se veía invadido cuando ellos estaban presentes.
Apreciando aquellos momentos en su casa, en completa soledad ahora que ninguno de los demonios se había presentado luego de aquella masacre en el club. Aún no entendía qué pasó aquel día, solo que ahora estaba el rumor de que él hizo esa masacre. Incluso las autoridades se habían presentado a su casa para investigar pero al no tener pruebas concretas de que estuvo ahí, le dejaron en paz ese mismo día.
Una parte de él agradecía que Suga no se hubiera presentado durante estos días, su mente aún divagaba en ocasiones con aquel beso, enojándose con el mismo por aquello y a la vez con el demonio.
Suspiro con alivio cuando dieron por terminada la clase. Tomó rápidamente su mochila del suelo, colocándola sobre su hombro salió con prisa, pasando a llevar a más de uno en su camino. Si se iba rápidamente, tal vez no se encontraría con los dos hermanos.
—¿Minnie? —cerro fuertemente sus ojos cuando reconocía aquella voz y apodo.
—Jungkook —pronunció esquivando al cuerpo que intentaba abrazarle.
El castaño claro hizo un adorable puchero antes de volver a intentar abrazar al pelirrojo, luego de su tercer intento fallido, se rindió y lo observo curioso.
—¿Por qué no estás aún en casa? —Jimin hizo una mueca.
—El profesor se retrasó y por lo tanto mi clase inició tarde.
—Oh, en mi caso el profesor con el que nos tocaba despues faltó y nos dieron el resto libre. De todas formas la clase que estaba teniendo ahora era interesante, ¿sabias que es mejor tener un juramento que un contrato? —dijo curioso—. En el juramento prometes seguir por el resto de tu vida entre otras cosas, el contrato te exige y siempre hay trampas en ellos, puntos ciego en los cuales, nosotros los humanos no somos conscientes —sonríe—. Pero deberías ir a casa Minnie, alguien te iba a estar esperando.
Jimin junto sus cejas extrañado, de pronto el mal presentimiento que tenía desde que ingresó a su clase aumentó.
—¿Esperar? ¿Quién?
—... Taemin... Dijo que estaba arrepentido por haber actuado como lo había estado haciendo y que quería disculparse contigo —suspiro cabizbajo, sin ver la expresión del pelirrojo—. Estaba mal Minnie, no sé qué habrá pasado con ustedes pero él realmente estaba arrepentido, lloró en los brazos de mi hermano y nos explicó —mordió su labio inferior—. Incluso dijo algo de que tenías ojos de distintos colores, pero eso no es cierto ¿verdad?... ¿Minnie? —pregunto al no obtener respuesta, alzando su cabeza.
Pero se encontraba solo, a unos cuantos metros Jimin corría con rapidez, desapareciendo rápidamente de los ojos celestes del castaño claro, dejándole preocupado.
Jimin atropelló a varias personas en su camino hacia su casa, sin importarle aquello y apenas disculpándose con algunos o mejor dicho ninguno.
Ese mal presentimiento en su pecho solo empeoró luego de escuchar el nombre de Taemin, su antiguo mejor amigo.
Se detuvo frente a la puerta semi abierta de su casa, su pecho subía y bajaba rápidamente. Tragando pesado ingreso dejando su mochila y zapatillas en la entrada.
Nunca había sentido tan fría y silenciosa su casa hasta ese día, podía asegurarse que incluso estaba oscura. Mordió su labio inferior como un Tic nervioso.
Su cuerpo se estaba moviendo por sí solo, adentrándose hasta la puerta que no había notado su ausencia hasta ahora. Respirando profundamente abrió lentamente la puerta.
El olor a sangre golpeó en su rostro, y con ello, aquella horrorosa y sangrienta imagen. Se apoyo un momento en el marco de la puerta y respiro profundamente para evitar las ganas de vomitar que le entraron con aquella imagen.
—¡TAEMIN! —grito lleno de horror al reconocerlo, abriendo la puerta por completo, lanzándose al suelo sin saber si tocar o no o dónde, a su amigo.
Una escalofriante risa se escuchó desde el interior de la habitación. Jimin observó a su alrededor y se topó con la mirada desquiciada y lejana de su padrastro.
—Llegaste, llegaste, llegaste... —pronunciaba una y otra vez el ensangrentado alfa, acercándose a Jimin mientras deslizaba la punta de un cuchillo de cocina contra la pared.
—¡¿Por qué hiciste esto?! ¡¿Por qué a Taemin?! ¡Él no había hecho nada! —bramo molesto el pelirrojo, parándose del suelo para lanzarse sobre el alfa, sin importarle el cuchillo.
Ambos se comenzaron a golpear, crudos golpes al cuerpo resonaban en la habitación, rodando por el suelo que parecía tener una alfombra roja por la sangre.
—Muérete. —le gruño el omega pelirrojo antes de darle un último puñetazo, dejándole inconsciente.
Se levantó del cuerpo del alfa y fue hasta donde estaba Taemin, volviendo a estrellar sus rodillas contra el suelo mientras apreciaba el rostro de su querido amigo. Rompiéndose después de tantos años, después de haberlo retenido tantos años.
—¿Por qué...? ¿Por qué...? —susurraba alzando su mano, temblorosa, sin saber si tocar o no el rostro del contrario.
Estaba tan helado, tan... Muerto...
—Aún no está muerto —dijo aquella voz grave en alguna parte de su habitación, sobresaltándolo y obligándolo a limpiar las lágrimas de su rostro con fuerza.
Pero ya era tarde, Suga había estado en aquella habitación desde que el pelirrojo entró a la casa, presenciando todo, hasta el momento en el que Jimin se rompió.
—Está muerto —Jimin dijo con tono frío y cortante.
—No. Tiene un pie aquí y otro con la muerte. Unos minutos más y se muere —desesperado Jimin comenzó a observar a su alrededor, sin importar demostrar cuán roto estaba en este momento en verdad.
—Tráelo. Tú puedes traerlo —ordenó observando en la dirección en la que pensaba que estaba el demonio.
—Puedo, sí —se toma su tiempo—. Pero nada es gratis. La muerte cobra —aseguro viendo como esta hacía acto de presencia, otra vez con su guadaña y su rostro oculto con la oscuridad de su gran capucha negra.
Jimin jadeo pasando sus ensangrentadas manos entre su cabello, sin importarle mancharse con sangre.
—El papel... El trato ese —recordó de pronto, volviendo a tener un poco de esperanza.
Una sonrisa se instaló en el rostro del demonio. Una sonrisa que Jimin no pudo apreciar.
—Podría funcionar... —pronunció descuidado—. Pero... ¿Qué pedirás? ¿Y qué darás a cambio?
—Te lo diré después, primero trae a Taemin —ordenó volviendo a observar el rostro del omega.
—Oh no manzanita, yo no trabajo así —rió molestando un poco a Jimin.
—Pero se está muriendo, tú lo dijiste.
—Sí, yo lo dije.
—Tráelo, al menos lo suficiente como para que deje de sangrar y vuelva a respirar —pidió desesperado.
El demonio lo pensó unos segundos, unos largos segundos en los cuales se mantuvo en silencio para el pelirrojo.
Bueno, ya tenía lo que quería.
Salió de aquella esquina en la que se ocultaba, tocó la frente y el pecho del Omega moribundo. Pronto, una luz apareció y Jimin presenció cómo su amigo recuperaba un poco el color de su rostro, dándole un tono más vivo y luego como su pecho subía y bajaba, lentamente.
—Ahora, mi parte —ordeno haciendo un movimiento desdeñoso con su mano para que la otra presencia se fuera.
—¿Qué tengo que hacer? —pregunto decidido, perdido en que su amigo siguiera viviendo.
Suga sonrió y tomó una manzana que estaba en el suelo, tomó la más roja y grande, la que se veía más jugosa y dulce. La dejó frente a Jimin.
—Repite lo del papel, pide tu deseo y muerde la manzana.
El pelirrojo Omega observó la manzana que apareció frente a él, la tomó entre sus manos observando a su amigo.
—"Por siempre seré tu siervo y ganaré almas para ti a cambio de riqueza, de prosperidad, de lujuria, de placer, de sexo, de dinero en abundancia, y protección. Gloria a ti Lucifer" —pronunció en voz alta, recordándolo instantáneamente—. Quiero que mi amigo viva... —las palabras de Jungkook invadieron su mente.
¿Habrá un punto ciego en esto? Se preguntó de pronto preocupado, observando la manzana. No podía arrepentirse ahora pero tampoco podía dejar que lo engañaran así.
*Es mejor escoger un juramento*
Mordió su labio inferior, pensándolo.
—Di, ahora este es mi contrato y muerde la manzana —alentó el demonio superior, incluquillandose al lado del pelirrojo.
—Este es mi... Juramento —dijo finalmente mordiendo rápidamente la manzana.
Suga gruño molesto, sintiéndose engañado. Si era un juramento no podían haber puntos ciegos en los cuales usar a su favor.
Enfurecido empujó a Jimin contra la pared, provocando que este golpeara fuertemente su cabeza con la pared.
—Ugh... —gimió de dolor, cerrando fuertemente sus ojos.
—¡Me engañaste! —grito observándolo fijamente.
—Tú me ibas a engañar —se defendió seguro.
—Estás condenado ahora —gruño casi sobre los labios de Jimin, dejándolo caer al suelo, observándole con odio y desapareciendo.
Jimin observó cómo su cuerpo brillaba por unos segundos y luego como su amigo se recuperaba. Sin importarle el dolor en su cabeza se levantó y se ubico al lado de su amigo.
—Ya está bien. Solo no recordará nada de lo que pasó hoy —dijo Namjoon, apareciendo en la habitación.
—¿Puede olvidar todo lo referente a mí? —pregunto largos minutos después.
—Sí.
—Entonces...
—Suga es el único que puede hacer eso —dijo y desapareció de la habitación.
Jimin suspiro acariciando el cabello de su amigo, sus lágrimas volvieron a descender.
No sabía qué era lo que acababa de hacer, no sabía que estaba haciendo ahora tampoco.
Solo sabía que su amigo tenía que olvidarse de él completamente para que no le volviera a pasar cosas como estas.
Sabiendo que su amigo ya estaba bien, el pelirrojo subió a su habitación, tomando la foto desgastada entre sus manos, parándose frente a su espejo.
—Suga... Por favor ven —pide deseando que este le escuchara.
—Me engañaste —gruño el pelinegro a sus espaldas, de brazos cruzados.
—Si no lo hacía yo, tú me ibas a engañar a mí —aseguró sin importarle que le viera con lágrimas.
El demonio le observó en silencio, sabía que Jimin era diferente pero esto ya era a otro nivel. No le gustaba el rumbo que iba tomando.
—Soy el diablo Jimin, siempre hay alguna trampa.
—Precisamente por eso lo hice, realmente no podía permitir que le hicieras eso a él —los ojos celeste hielo se posaron en la foto entre sus manos—. Sí. Taemin, el chico de abajo, es el chico que sale conmigo en esta foto.
—¿Por qué me volviste a llamar? —pregunto aún resentido.
—Quiero que le borres la memoria a Taemin, todo lo que tenga que ver conmigo, a los años que fuimos amigos —pidió bajando la vista, con dolor.
Suga resoplo alzando ambas cejas.
—¿Qué te hace pensar que haré eso?
—En el juramento decía algo de protección, hacer algo así me estarías protegiendo.
—Y también al chico de abajo. Además, así como yo te tengo que proteger, tú me tienes que proteger.
—¿Qué quieres?
—Al menos sigues igual de inteligente —bufo—. Como ya no puedo tener mi contrato, quiero que el juramento sea uno de sangre.
—¿Qué significa eso? —preguntó desconfiado.
—Algo que no te importa.
—No.
—¿No quieres que tu amigo te olvide? —preguntó con una sonrisa burlona, acercándose hasta estar pegado a su espalda.
Jimin cerró fuertemente sus ojos.
—Sí, ¿qué tengo que hacer?
—Bésame —Jimin volteó a verlo confundido.
—¿Por qué?
—¿Quieres o no? —pregunto ya fastidiado.
El pelirrojo omega apretó sus labios.
—No sé dónde está tu rostro —pronunció entre dientes, logrando que la sonrisa del diablo volviera.
—Estira tu mano —con un suspiro Jimin hizo caso, sintiendo una helada mejilla.
Con su pulgar delineó el labio superior y luego el inferior. La sensación de aquellos labios sobre los suyos volvió y antes de pensarlo se levantó en la punta de sus pies para estrellar sus labios contra los del no humano.
Suga sonrió y rodeó la cadera del omega, mordiendo el grueso labio inferior sin delicadeza.
Cuando Jimin gimió adolorido, aprovechó para adentrar su lengua, no sin antes morderla, y sellar el pacto con la sangre de Jimin y la suya.
—Ahora eres mío —susurro y sin poder evitarlo, le volvió a besar.
Ambos perdidos en la sensación que eran los labios del contrario, besándose con fuerza, pasión y rabia. Tal vez... cierta... ¿Nostalgia? o ¿Dolor?
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