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Prólogo.

Tres años atrás...

Un pequeño omega lloraba sin parar, atemorizado, triste y destrozado, solo observaba los cuerpos sin vida de sus dos progenitores.

Una pelea en una tienda cercana al parque donde varias familias se encontraban, incluyéndolos, había desatado una lluvia de balas disparadas por doquier. La gente corría, otros gritaban aterrorizados, el ambiente se llenó de olores mezclados, terror, desesperación, inquietud, pero sobre todo, sangre.

Los padres del omega no dudaron ni un minuto, atraparon a su pequeño en un gran abrazo, cubriendo la mayor parte de su cuerpo para crear un escudo. Ellos sabían que no podrían escapar al ver como todos corrían y algunos caían, tanto adultos como cachorros.

—Jiminie, m-mi vida... —llamó la atención del niño quien miraba con pánico como muchos cuerpos caían a su alrededor—. C-Cariño, mira a-a mami... S-Si así... —dijo su progenitora con lágrimas en los ojos mientras tomaba su rostro con ambas manos y obligarlo a mirarla.

—M-Mamá... T-Tengo miedo... —dijo temblando y con lágrimas resbalando por sus mejillas sonrosadas.

—B-Bebé —dijo su padre—. No te pasará nada, solo... —se interrumpió al sentir un agudo dolor en parte de su espalda y apretó más a su familia—. S- Solo recuerda que... Te amamos —dijo cerrando los ojos.

El peso muerto del cuerpo de su esposo sobre su espalda le hizo saber que no había vuelta atrás, había fallecido. Cerró sus ojos y suspiró tarareando un poco para tranquilizar a su cachorro, lágrimas resbalando sin fin, abrió los ojos y le sonrió a su pequeño.

—Siempre sonríe para mami —dijo y sintió como sus pulmones dejaban de funcionar.

—¿Mamá? ¿P-Papá? —les preguntó intentando que reaccionaran, pero era inútil, no se movían, no despertaban, ya no lo abrazaban con fuerza.

La lluvia de balas había cesado, trató una vez más, pero nada.

El pequeño omega lloró y pidió por ayuda desesperadamente, pero no había nadie, solo un montón de cuerpos y charcos de sangre lo rodeaban.

Se aferró a las últimas ondas de calor y olor que desprendían sus padres. ¿Por qué pasaba esto?

—Señor, hay un problema —dijo la voz de un beta llamando su atención, se encontraba tan cerca que lo asustó, se acurrucó más al cuerpo de sus padres importándole muy poco mancharse de sangre y un leve olor a temor comenzó a envolver el cuerpo del pequeño.

—¿Qué sucede? —se escuchó la voz de alguien molesto junto a un gruñido al otro lado de la línea.

—Hay... Un pequeño cachorro con vida entre todos los cuerpos —informó el beta.

El beta no se movía, evitando así que el pequeño cachorro evitara huir si es lo que planeaba.

Tráiganlo —dijo la voz con un toque de impaciencia y se cortó la línea, sorprendiendo un poco al beta, pero de igual forma obedeció y se acercó al pequeño cuerpo tembloroso del omega.

—Hola pequeño... —dijo con voz tranquila esperando ver una reacción del pequeño—. Ven, no te va a suceder nada —le dijo tratando de tranquilizarlo, pero el omega no paraba de mandar sus feromonas de temor y retrocediendo tratando de fusionarse al cuerpo de sus padres.

El beta se empezó a acercar más, y el omega sollozó más fuerte. El beta retrocedió algo alarmado.

—No, no llores —dijo pero el pequeño lloró de igual forma.

El beta se puso a pensar como llevárselo a su jefe sin que el pequeño llorase, hasta que se le vino una idea a la cabeza.

—No llores, eres un cachorro bueno y los cachorros buenos no lloran, si te portas bien te compraré una paleta —le dijo, el cachorro paró de sollozar y le prestó atención. Todos sabían que los omegas eran fanáticos de los dulces, y de ahí era donde provenían sus aromas tan empalagosos—. ¿Te gustaría una paleta de cereza o de manzana? —empezó el beta acercándose, el niño ya no hacía nada, le miraba dudando y con cautela, sin embargo el omega goloso no pudo más y su gusto por los dulces fue más fuerte.

—Q-Quiero... C-Cereza —dijo con las mejillas sonrosadas y el beta le sonrió, estiró su mano esperando paciente a que el pequeño la tomara y después de varios segundos, así pasó. Se dirigieron al vehículo del beta, de donde sacó una paleta sabor cereza de la guantera y se la entregó al niño.

✧✦✧

El señor Jeon, uno de los mafiosos más reconocidos y peligrosos, había fallecido dejando a su hijo único, Jeon Jungkook, a cargo de sus negocios.

Jungkook había tenido una educación muy rígida, su padre se había encargado de educarlo propiamente, asegurándose de dejar sus negocios en buenas manos, y no pudo haber estado más complacido de ver la evolución de su hijo a lo largo de los años, volviéndolo duro como roca e impenetrable como un diamante, calculador y manipulador, ese era su hijo.

Cumplidos dieciocho años, el joven alfa tomó el control de los negocios rápidamente, sabía como manejar las cosas, siendo todavía más sólido que su padre. En cuanto tomó el poder, ya era reconocido por sus enemigos como un alfa con el cual no debían ni cruzar miradas si querían seguir con vida.

En tan solo unos meses después de todo, había logrado asesinar personalmente al hombre que mató a su padre y toda su organización.

Todos eran considerados enemigos por el joven alfa, quien sabía que las familias poderosas ofrecían a sus primogénitos tanto omegas, betas y alfas para así crear una alianza.

En la sala de juntas ubicada en la empresa del alfa, había llegado un reporte de una tienda vendiendo sustancias extrañas por medio de objetos hechos de porcelana, que no era otra cosa que drogas cristalizadas y pintadas por fuera.

—Alfa Jeon, se ha reportado que la actividad del local de porcelana se ha incrementado un setenta por ciento en este mes —informó su mano derecha, Namjoon.

El alfa asintió y se dirigió al hombre sentado a dos lugares de su izquierda —Jihyung, es hora de que visites el local —le dijo al beta que había estado al servicio de su padre como su mano derecha, y ahora comandaba los atentados.

Jihyung asintió, una vez terminada la reunión, salió en busca del dichoso local, éste se encontraba cerca a un parque junto a otros locales, cuando estaban a unos segundos de acercarse un hombre sacó un arma y comenzó a disparar en dirección a los vehículos negros y cristales polarizados, rompiendo algunos, los hombres de Jungkook actuaron rápidamente y comenzaron a disparar desde los vehículos, pronto muchas personas comenzaron a correr despavoridas de un lugar a otro.

Más hombres salieron para ayudar al dueño de la tienda y provocó una gran lluvia de balas perdidas por doquier, muchos de los hombres de Jungkook habían resultado heridos, los hombres del local empezaban a escasear.

Todo terminó al cabo de unos cuarenta minutos, los hombres del local habían muerto, varios heridos y muertos por parte de los hombres de Jungkook, pero eso no importó. Cuando la nube de humo había desaparecido, muchos cuerpos sin vida de personas inocentes se hicieron aparecer llenas de sangre, e incluso algunas mutiladas.

Jihyung se lamentó un poco al ver como se encontraban los cuerpos de pequeños cachorros entre tantos cuerpos, mientras informaba las bajas y los heridos a Jungkook, escuchó una pequeña vocecita.

—Mami, ¿p-por qué n-no... no despierta papi? Dile que despierte, y-ya es hora de irnos.

Indicó a sus hombres a ayudar a los heridos y a unos cuantos que lo acompañasen en total silencio. Se dirigieron sigilosamente al lugar donde segundos después, se empezaron a escuchar pequeños sollozos.

Ahí fue cuando lo vieron. Era un pequeño niño abrazando y moviendo el cuerpo de una omega, del cuál pronto desaparecería el aroma, y el cuerpo de un alfa con muchas manchas de sangre y perforaciones por culpa de las balas. Cuando se acercó vio como el niño miró en su dirección, y sintió como aquellos ojos que derramaban gruesas lágrimas lo miraron con temor. Sintió a su lobo sentirse cohibido.

¿Qué sucede? —se escuchó la voz molesta del alfa.

Jihyung le informó de su hallazgo y el alfa le pidió que lo llevara, por lo que hizo una seña a sus hombres para que se adelantaran y siguieran ayudando a los heridos.

Se acercó al pequeño, quien al principio se negó y soltó más sollozos, pero al final cedió a cambio de una paleta y lo llevó con el alfa.

Solo tenía una ligera incomodidad en su interior, su lobo mirando al pequeño cuerpo que se encontraba con ojos rojos y no dejaba de soltar lágrimas solitarias cada minuto. No sabía que haría Jungkook al pequeño y eso en el fondo le tenía un poco preocupado.

En cuanto llegaron se dirigió al estudio del alfa, quien al escuchar los golpes en su puerta le permitió entrar.

—Señor, ya lo traje, ¿lo dejo pasar? —preguntó dudoso Jihyung, quien se preparaba para lo que fuera.

—Eso es una obviedad Jihyung, si no, te hubiese pedido que lo mataras —dijo con un pequeño gruñido algo molesto, pero en ese instante el aroma a cerezas y frutos rojos con un toque de temor llegó al alfa.

El lobo de Jungkook comenzó a sentirse molesto al percibir como el olor de temor se volvía cada vez más intenso, sorprendiendo a Jeon, caminó hacia la puerta y Jihyung se hizo a un lado, permitiéndole pasar.

Jungkook abrió la puerta presenciando una figura temblorosa y pequeña, se veía tan frágil, parecía desmoronarse en llanto mientras le miraba con terror.

Por otra parte, el beta de Jihyung se sentía totalmente asustado y en estado de pánico, estaba hecho un manojo de nervios, observó al alfa mirar fijamente al pequeño y al escuchar la tierna vocesilla del niño dirigiéndose al alfa, pensó lo peor.

—¿M-Me voy a-a morir? —preguntó el omega respirando con dificultad por sus sollozos.

Por alguna razón desconocida para Jungkook, su alfa se encontraba disgustado por ver la imagen del pequeño frente a él, Jeon se sintió mal por primera vez al ver como los profundos ojos chocolates, le miraban con pavor, ver al pequeño omega temblando y su cuerpo envuelto en olor a miedo, hizo gruñir al lobo de Jungkook, quien sin darse cuenta, se había quedado apreciando la belleza del omega durante unos segundos.

—¿M-Me voy a morir c-como... p-papá y-y mamá? —preguntó una vez más, pero el alfa no le respondía parecía ido y el pequeño quería respuestas—. ¡Responde! —gritó, si no hubiese sido por él, sus padres no hubiesen querido ir al parque, eso había sido su culpa.

La pesadumbre que el pequeño sentía llegó a los oídos del alfa, reconocía ese tono, y empezó a sentirse culpable sin saber porqué.

Cuando el pequeño gritó, todo el lugar quedó en total silencio. Nadie respiraba, solo miraban como el pequeño omega veía al alfa a los ojos y éste solo se encontraba sin hacer ningún movimiento.

No sabían que esperar, una de las reglas impuestas por el alfa había sido nunca mirarlo a los ojos, a menos que éste lo permita. Ahora solo rezaban para que Jeon no deseara matarlo de una manera cruel.

—Jihyung —dijo Jungkook, y el beta solo pudo mirar al omega con compasión—. Salte, quiero hablar a solas —dijo con un tono neutro, que hizo a todos temer aún más.

Jihyung quería hablar, él y su lobo, pero creía que todo empeoraría si abría la boca, por lo que salió casi corriendo y Jungkook cerró la puerta. Jimin pensó lo peor al sentir los ojos color ámbar mirarlo, ahora sí lo había arruinado.

Jimin se orilló a un rincón haciéndose bolita, se sentó y abrazó sus piernas, ahora sí se sentía mal, su omega estaba algo intranquilo, pero no era tanto por temor, si no por algo más. Jungkook al verlo temiendo por su vida se relajó un poco, él no planeaba lastimarlo, al menos no porque su lobo lo impedía, y tampoco se sentía bien pensar que un pequeño le temiera para alimentar su ego, así no era él.

Se acercó a paso decidido al pequeño omega. Suspiro y volvió a oler la fragancia del omega, suavizó sus facciones y se arrodilló ante el pequeño.

—No pasará —dijo mientras empezó a acariciar la cabellera algo castaña, Jimin se sobresaltó un poco y miró al alfa aún con temor—. No voy a hacerte daño, ni permitiré que ningún otro siquiera se atreva a mirarte de manera desagradable, lamento haberte asustado —completó con una sonrisa pequeña, Jimin lo miraba aún con desconfianza y sin dejar de abrazarse, Jungkook suspiró, nunca había sido bueno con los niños—. ¿Qué tengo que hacer para que veas que estoy arrepentido? Necesito algo de ayuda, no sé como tratar a los niños —le dijo, y Jimin se sorprendió, al igual que Jungkook, pero al ver como el pequeño omega empezó a relajarse y se sonrojó levemente sintió a su alfa tranquilizarse y alegrarse un poco.

—Q-Quiero una paleta... —pidió con un poco de temor y miró al alfa, Jungkook sonrió haciendo que sus ojos se volvieran dos pequeñas líneas y Jimin se le quedó mirando, la verdad era que cuando sonreía se veía realmente lindo, se sonrojó más al saber lo que su omega estaba insinuando.

—Entonces te daré todas las paletas que quieras —se levantó y estiró su mano ayudando a Jimin a ponerse de pie con sus ojitos brillantes por lo que dijo el alfa.

Jungkook apreció el brillo en los ojos de Jimin y se sintió en paz, no era nada comparado a los pequeños ojos llenos de temor y lágrimas, sintió como se le revolvió el estómago y supo que nunca permitiría que el pequeño lo mirase una vez más con esa mirada, no, mientras el pequeño siguiera feliz, él estaría tranquilo, y se aseguraría de que el pequeño omega jamás dejara de sonreír para él. Aunque eso significara matar a todo ser que lo dañase.

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