Capítulo 25
JungKook se estacionó frente al viejo almacén y apagó su moto. Quitándose el casco, él bajó de ella, dejando el mismo sobre su asiento antes de encaminarse hasta el hombre que le esperaba apoyado en la pared al lado de la entrada del lugar.
—Yoon —JungKook saludó, el susodicho expulsó el humo del cigarrillo que mantenía en su boca antes de responder.
—Llegas más temprano de lo que esperaba, Jeon. —JeongHan le dio una última calada al cigarrillo antes de tirar la colilla al suelo y apagarlo con su bota—. ¿Ansioso?
—¿Es necesario que responda eso?
—No realmente. —El hombre se encogió de hombros—. Pero, Jeon, ¿estás seguro de esto? NamJoon va a estar furioso cuando se entere.
—¿Qué harías tu me mí lugar, Yoon? —JungKook le miró directamente a los ojos y JeongHan le mantuvo la mirada por unos segundos, como si tratara de afirmar su resolución.
Él terminó asintiendo.
—Iré a comer algo mientras te diviertes. Hay algunos de mis chicos rodeando el lugar, así que no te extrañes si logras ver o sentir a alguien.
JeongHan se alejó de la pared y se encaminó hacia su auto, deteniéndose junto al cambiaformas conejo por un segundo para palmear su hombro. Él no dijo nada más y JungKook tampoco lo hizo, simplemente le vio subir a su vehículo y partir.
Girando nuevamente en dirección al almacén, JungKook se encaminó hacia la puerta, la cual abrió con un simple empujón. Uno de los hombres de JeongHan se enderezó en su sitio y JungKook asintió en su dirección.
—Voy a relevarte —JungKook le dijo—. JeongHan salió por algo de comer.
—Jeon, ¿no? —El tipo preguntó y él asintió—. El jefe dijo que este encargo era para ti.
JungKook vio como el hombre tomaba un maletín y lo ponía sobre una vieja y destartalada mesa que había a su lado. Interesado, se acercó a él cuando le vio abrirlo, sus ojos brillando cuando vio el contenido de esta.
—Un pequeño regalo de parte de nuestro alfa, dijo que tal vez le gustarían. —El hombre se hizo a un lado y dejó que JungKook contemplara su "regalo" con mayor comodidad—. Elegí las mejores para usted, cada una ha sido cuidadosamente afilada antes —agregó al ver como tomaba una de las dagas en el maletín.
—No sabía que JeongHan me conociera tan bien —Kook murmuró al aire, tomando ahora uno de los punzantes cuchillos.
—El alfa es alguien muy observador —el guardia dijo—. Ahora, si me disculpa, le dejaré solo para que pueda disfrutar de su obsequio. El alfa líder me pido le dijera que nadie iba a interrumpirlo bajo ningún concepto mientras esté aquí.
—Hum, eso es algo que apreciaría.
—Puedo apostar a que sí. —Señalando frente a él, el guardia le mostró el verdadero regalo a JungKook—. Aquí el plato principal, disfrute, señor.
—Puedes estar seguro de que lo haré. —JungKook sonrió y con un asentimiento, el hombre se retiró, cerrando la puerta a su paso.
Con parsimonia, JungKook se deshizo de su chaqueta y la dejó sobre la destartalada silla al lado de la prácticamente inservible mesa. Entonces él caminó sobre el plástico que cubría casi todo el piso del lugar, hasta llegar al centro del almacén donde él se encontraba inconsciente atado a la silla.
Allí, a su completa merced, se encontraba nada más y nada menos que Kwan ChulMoo, el bastardo hijo de puta que había arruinado a su hermano.
Los ojos de JungKook ardieron en puro odio, su mandíbula tensa mientras miraba el magullado y casi irreconocible rostro del bastardo. Adelantándose, JungKook levantó su puño y lo estrelló directamente en la boca del hombre, quien gritando, recuperó la consciencia.
—Kwan ChulMoo —JungKook dijo—. Hijo de perra, te dije que lograría poner mis manos sobre ti.
—¿Jeon? —El hombre preguntó con voz raposa, mirándole entre las rendijas que eran sus hinchados ojos—. Debí imaginarlo.
—Tú y yo tenemos serios asuntos que atender, ChulMoo.
Volviendo hasta el maletín, JungKook pasó sus dedos entre los juguetitos en él, antes de finalmente decidirse por una navaja mediana. JungKook maniobró el arma blanca en su mano, mientras volvía al lado del hombre.
—Resulta, Kwan, que me enteré de cosas nada agradables que hiciste. —JungKook rodeó al hombre, viendo con satisfacción lo tenso que este se encontraba, no importa cuanta tranquilidad fingiera.
—He hecho muchas cosas desagradables, Jeon, deberás ser mucho más específico que eso —ChulMoo dijo.
Parándose frente al hombre, JungKook se agachó lo suficiente como para poder colocar la afilada navaja contra la entrepierna de este. ChulMoo retuvo el aliento.
—Te daré una pista. —JungKook le dio una siniestra sonrisa—. Lo que hiciste provocó que perdieras el derecho a mantener esto.
—¿Qué demonios? —ChulMoo se alteró cuando sintió la navaja apretarse aún más contra su miembro.
—Pero oye, no te alteres, perder esto no será lo peor que te pasará, créeme. —La sonrisa de JungKook se borró y la furia se vio reflejada en todo su rostro—. Pagaras cada mierda que le hiciste a mi hermano, Kwan, tú y cada uno de los bastardos que tienes por amigos.
Sin decir nada más, JungKook se enderezó y llevó una mano a su bolsillo trasero, de donde sacó unos guantes de látex que luego se colocó para posteriormente comenzar a tirar de los pantalones del bastardo.
ChulMoo gritó y se removió en su lugar, tratando inútilmente de luchar contra él. Era una buena cosa que la silla donde este se encontraba sujeto, estuviera anclada al suelo.
Cuando finalmente JungKook logró bajar los pantalones y ropa interior del tipo hasta debajo de sus rodillas, volvió a tomar la navaja que previamente había guardado en unos de sus bolsillos.
—Hijo de puta, ¡aléjate de mí! —ChulMoo gritó, aún retorciéndose entre sus sujeciones.
Satisfecho con el terror que el hombre ya no fue capaz de esconder, con asco, JungKook alcanzó el miembro del tipo y lo sujetó en su mano.
—¿Listo para despedirte de tu cosa inservible? —Se burló.
—Eres un... ¡Ah! —ChulMoo se interrumpió a sí mismo con un desgarrador grito, cuando sin darle la oportunidad a nada más, JungKook llevó la navaja contra su pene y comenzó a cortar.
La sangre no tardó en salir a borbotones y JungKook se aseguró de hacer el proceso tan lento y doloroso como pudo. Él se detuvo cuando Kwan perdió la consciencia, despertándolo con un par de bofetadas antes de continuar con su trabajo.
Por supuesto, si el tipo no estaba consciente para vivir el proceso, no habría ninguna gracia. Cuando el pene estuvo totalmente desprendido, JungKook lo alzó frente a los enrojecidos e hinchados ojos de ChulMoo.
—Esto es basura —JungKook dijo y tiró el miembro a un lado, descartando como lo que era, entonces JungKook devolvió la navaja hacia la entrepierna de Kwan y procedió a esta vez cortar sus testículos.
Ignorando las suplicas y el desesperado llanto del tipo, JungKook se puso de pie una vez se hubo deshecho de todo lo que colgaba entre las piernas del hombre, descartando la navaja a su vez.
—Eso —JungKook señaló los miembros sobre el plástico en el suelo—, fue por haberte atrevido a poner las manos sobre mi hermano.
JungKook caminó hasta el maletín y tomó la daga de mayor tamaño en ella, regresando hasta donde ChulMoo una vez la tuvo, JungKook lo desató.
El león cayó al suelo y gimió cuando JungKook le empujó. Él trató de arrastrase lejos del cambiaformas conejo, mas este colocó su pesada bota en la parte baja de su espalda y le presionó con fuerza contra el suelo.
Un nuevo grito de dolor se escapó de los labios de Kwan.
—¿A dónde crees que vas? ¿Intentas huir cuando el juego apenas comienza? —JungKook chistó—. Pensaba que eras más valiente que esto, Kwan, no eras tú quien se jactaba de ser superior a nosotros.
—¡Alejate de mí! —ChulMoo se removió en el suelo y JungKook dejó salir una siniestra risa, haciendo aún más presión con su pie.
—Pero apenas estoy comenzando a divertirme. —Retirando su pie, JungKook conectó su pesada bota en el costado del hombre, quien se retorció en el suelo con un nuevo grito.
Había un gran charco de sangre formándose bajo el cuerpo de Kwan, obviamente debido a que la misma seguía escurriéndose desde su entrepierna. Si seguía así, el tipo moriría en menos tiempo del que a JungKook le agradaba.
JungKook tomó los pantalones del tipo y los retiró, ChulMoo apenas y tuvo fuerzas para poner resistencia, mas cuando intentó sostener la mano en la que JungKook sostenía la daga, este la terminó enterrando en su muslo.
—No vuelvas a intentar nada divertido, Kwan, o puedo hacer esto mucho peor para ti —JungKook gruñó.
Contra su voluntad, él hizo caso, quedándose quieto bajo el mando del conejo, su cuerpo respondiendo contra su propio instinto.
JungKook retiró la daga del muslo del león y la pasó por la mejilla del mismo, limpiando la sangre en ella. ChulMoo se estremeció.
—Ahora, lo que haré a continuación tal vez sea muy esclarecedor para ti —JungKook comentó, pasando la punta de la daga de forma descendiente por el cuerpo del magullado y moribundo alfa—, porque creo que tomar un poco de tu propia medicina te vendrá muy bien para que te replantees algunas de las muchas mierdas que hiciste en tu vida.
—¿Q-Qué harás? Jeon, por favor —ChulMoo gimió aterrorizado cuando sintió la punta de la daga detenerse en su trasero—. Te lo suplico, por favor.
—Hum, suplicas, ¿eh? —JungKook ladeó la cabeza, mirando al tembloroso hombre con fingida curiosidad—. Dime algo, ChulMoo, cuando le hiciste aquello a mi hermano y este te rogó que te detuvieras, ¿alguna vez siquiera consideraste hacerlo?
ChulMoo no respondió y JungKook asintió con la cabeza, indiferente ante las lágrimas del tipo.
—Eso pensé —dijo y con un simple movimiento de muñeca, él enterró la daga directamente en el ano del tipo.
Los gritos de ChulMoo fueron desgarradores, sin embargo, a JungKook no le importó. Nadie lastimaba a los suyos y salía impune, aquello era solo una simple probadita de lo que el bastardo una vez hizo.
Los gritos del hombre se escucharon durante horas, mismas en las que JungKook se aseguró de utilizar cada uno de los regalos que muy amablemente el alfa líder Yoon le había dejado.
SeoMin sonrió con toda la amabilidad que pudo reunir cuando vio a Choi SeungYeop entrar a su casa. Era una visita que había estado esperando por un tiempo, especialmente desde que su padre había muerto cinco días atrás.
—Señor Choi, bienvenido.
—SeoMin —Choi saludó, tal vez más cortante de lo normal, a SeoMin no le sorprendió el hecho.
—Tome asiento por favor. —SeoMin señaló la silla frente al escritorio de su difunto padre.
Cuando Choi tomó asiento, SeoMin hizo lo mismo en la silla tras el escritorio. Midiendo el temperamento del hombre durante unos segundos antes de hablar.
—Es una sorpresa verle por aquí —mintió—, sinceramente no le estaba esperando.
—No había venido desde el día en que les di la noticia sobre lo sucedido con tu padre. —Fue la respuesta que Choi le dio—. Estuve tan ocupado que ni siquiera pude asistir a su ceremonia de sepelio.
—No se preocupe, puedo entenderlo, de todas formas, no es como si realmente hubiera habido un cadáver que velar. —SeoMin se encogió de hombros—. Pero dígame, ¿hay algo en lo que pueda ayudarle?
Choi golpeó sus dedos con parsimonia en los reposabrazos de la silla, mirándole fijamente, su rostro no denotando ninguna emoción en particular. Si SeoMin no lo supiera mejor, incluso pensaría que estaba tratando de intimidarle con su simple presencia.
—¿Entonces? —Volvió a preguntar, mostrándose tan calmado como el mismo Choi.
—Evitemos irnos por las ramas, chico, estoy seguro de que sabes por qué estoy aquí.
—Puede que lo haga, sí, sin embargo, prefiero escucharlo de usted, no me gustaría especular nada.
—Probablemente sabes de los negocios que tu padre tenía conmigo —SeungYeop dijo y SeoMin asintió.
—Tengo conocimiento de ellos.
—Por lo tanto, mi pregunta es, ¿debo asumir que estás de mi lado o en contra? —Choi cuestionó, yendo directo al grano, como anteriormente dijo, él no estaba para andarse por las ramas.
—Señor Choi, conociendo a mi padre como lo hacía, estoy seguro de que en más de una ocasión este debió decirle que yo no tenía madera para el negocio, que nunca fui tan visionario como él —respondió, cruzando las manos sobre el escritorio.
—¿Y finalmente era eso cierto? —Choi le arqueó las cejas con interés.
—Por el contrario, sin embargo, el tipo de visión que tengo, jamás hubiera coincidido con la de mi padre. —Él se inclinó más cerca del escritorio—. Porque yo nunca podría someter e intimidar a mi gente solo por avaricia.
SeungYeop no dijo nada, él solo se quedó mirándolo, por lo que SeoMin continuó.
—Odiaba con todo mí ser la forma en que mi padre manejaba esta manada y me niego rotundamente a seguir haciéndolo —aseguró—. Un verdadero líder nunca se comportaría como él solía hacerlo.
—¿Asumo entonces que estarás en nuestra contra? —SeungYeop cuestionó con un tono que rozaba lo amenazador.
—Eso depende.
—¿Depende de qué?
—De usted, por supuesto —respondió, recostándose nuevamente en el respaldar de su silla—. Señor Choi, yo no estoy interesado de ninguna forma en continuar con cualquier negocio o alianza que mi padre solía tener con usted y su gente.
—Es un hecho, entonces.
—Lo es, pero contrario a lo que piensa, el que no lo apoye, no significa que esté planeando hacer cualquier cosa en su contra —señaló—. Todo lo en lo que deseo concentrarme, es enderezar nuevamente esta manada, lo único que me interesa es devolverla a su curso, llevarla al lugar donde mi difunto abuelo una vez la tuvo.
Y SeoMin hablaba en serio, porque él nunca sería capaz de mantener la semi-dictadura que su padre había impuesto cuando tomó el control de la manada.
—En realidad, tal es el caso, que no me pondré en contra o retendré a cualquiera de nuestros hombres que decida seguir apoyando su causa —aseguró—, sin embargo, del mismo modo, espero que usted no interfiera de ninguna forma en la vida de quienes ya no deseen hacerlo y que, por supuesto, deje esta manada fuera de cualquiera de sus planes.
—¿Y por qué debería hacer eso?
—No tiene que hacerlo, pero le advierto, que si me empujan, responderé.
—¿Me estás amenazando? —Un músculo saltó en la mandíbula de Choi cuando este apretó los dientes y dejó salir un bajo gruñido.
—No es una amenaza, a menos claro, que esté planeando meterse conmigo y mi gente —respondió con calma, no inmutándose ante el aura amenazante que el hombre frente a él había comenzado a desprender—. Le reitero, no me meteré en sus asuntos siempre y cuando usted no se meta en los míos.
—¿Y qué me asegura de que lo que dices es cierto?
—Nada, así como nada me afirma a mí, que de aceptar, usted vaya a cumplir su palabra. —SeoMin arqueó las cejas hacía el alfa—. Es un riesgo que tomaré, la cuestión es, ¿está usted dispuesto a hacerlo? —Enfrentó.
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—¿Realmente piensas que el hombre se va a mantener al margen? —Su madre preguntó, sentándose a su lado en el sofá después de que Choi partiera.
—No puedo decirlo con exactitud, aunque lo dudo —SeoMin contestó, tomando una de las manos de su madre para besar su dorso—. Choi no es tipo de persona que suele aceptar un no por respuesta y es claro que no está para nada feliz de la decisión que tomé al quitarle el apoyo de nuestra manada.
—¿Qué haremos entonces?
—Esperar —respondió, dejando la mano de su madre para rodear sus frágiles hombros con su brazo.
—¿Esperar? —La mujer preguntó con inconformidad—. ¿Piensas simplemente esperar hasta que decida atacar?
—No hay nada más que pueda hacer, mamá, al menos no más allá que mantenerme precavido y alerta. —SeoMin se encogió de hombros—. Por el momento, tengo que lidiar con nuestra gente.
—Muchos no van a estar felices de los cambios que tienes en mente. —Su madre dejó salir un pesado suspiro.
—Pues aprenderán a mediarse, de lo contrario simplemente deberán marcharse, nadie será obligado a quedarse. —El rostro de SeoMin se endureció—. Las cosas cambiarán quieran o no, el régimen de mi padre murió junto con él, en adelante, me encargaré de que esta manada finalmente retome el camino que nunca debió abandonar.
—Será difícil, han sido más de veinte años de esto —su madre expuso con pesar.
—Soy consciente de ello, pero confío en que podré manejarlo —él aseguró.
—Qué hay de tu beta, ¿ya tienes en mente a alguien?
—Creo hacerlo, pero primero tendría que hablar con él y saber si estaría dispuesto a tomar la responsabilidad y el riesgo que eso conllevaría en este momento.
—¿Puedo saber quién es?
—Henry —contestó y su madre asintió con aparente conformidad—. Es el único en quien realmente confío aquí, pero su pareja acaba de dar a luz recientemente, por lo que no es seguro que acepte.
El hombre había sido su mejor amigo desde que SeoMin tiene memoria. Ambos se habían criado juntos y mantenido su amistad hasta ese momento.
Si había alguien a quién SeoMin le confiaría su vida, el resguardar su espalda, definitivamente era él.
—Hablando de parejas —su madre llamó su atención—, ¿qué hay de... ya sabes quién?
—Aún no es seguro que me reúna con él, prefiero esperar a que todo esto se calme antes —SeoMin comentó, ligeramente afligido por aún entonces no ser capaz de reunirse con su compañero—. Está seguro donde se encuentra, no me perdonaría el comprometerlo.
—Entiendo. —Su madre asintió—. Por lo menos ahora el pequeño Mark está a su lado —agregó en un susurro.
—Hum, tienes razón, es un alivio.
SeoMin ansiaba el día en que finalmente pudiera encontrarse cara a cara con su compañero y decirle en efecto lo que significaban el uno para el otro, que Marcus Lee supiera la verdadera razón por la que le había encontrado y sacrificado para mantenerlo seguro a él y a su hijo.
No obstante, solo era cuestión de tiempo, él solo debía guardar la calmay... esperar un poco más. Solo un poco más.
Al día siguiente, NamJoon acababa de salir del comedor cuando fue repentinamente abordado por uno de sus centinelas, quien mostraba una marcada mueca de preocupación.
—¿Qué pasó? —NamJoon cuestionó cuando este no habló de inmediato.
—El señor HoSeok y el ejecutor han vuelto, señor —finalmente respondió este—. HoSeok estaba muy mal herido y aparentemente perdió mucha sangre, está siendo atendido en la enfermería del recinto. En cuanto al ejecutor, tenía dos heridas de bala, una en el hombro y otra en el muslo.
—¿Qué infiernos? —NamJoon masculló, comenzando a caminar con rapidez fuera de la casa—. ¿Hace cuánto llegaron?
—Según entendí, hace aproximadamente media hora. —El ceño de NamJoon se frunció ante esa respuesta.
—¿Y la razón por la que apenas estoy siendo informado es...?
—Estábamos más concentrados en prestarle ayuda. Todo el mundo en el recinto estaba alborotado, nos costó un par de minutos poner el orden nuevamente. —Por el tono de su centinela, él no estaba muy conforme con el hecho—. En especial porque según Khang informó, WoongJoon quedó atrás.
El paso de NamJoon se detuvo abruptamente, él se giró a mirar a su centinela.
—¿Qué quieres decir con que se quedó atrás?
—Lo siento señor, pero me apuré a venir a avisarle, por lo que no tengo toda la información —él negó, NamJoon no se molestó en ocultar su molestia ante esas palabras, haciendo que el centinela se incomodara—. Por lo que sé, algo salió mal y de alguna forma WoongJoon se quedó atrás para crear una distracción mientras Khang sacaba a HoSeok del lugar.
NamJoon gruñó, porque eso sonaba exactamente como algo que WoongJoon haría. Retomando su camino, él se dirigió directamente al garaje de la casona, donde dos de sus guardias ya le esperaban con una de las camionetas encendidas para llevarle al recinto. El lugar estaba al rededor de un kilómetro de la casona, después de todo.
Cuando finalmente llegó a su destino, él se dirigió directamente hasta la sala de operaciones, pues por lo poco que le informaron de camino, HoSeok estaba en cirugía.
Encontrar a Khang JuWon sentado en una de las sillas que había a unos metros de la entrada de la unidad de cirugía, no fue precisamente una sorpresa. El beta tenía un cabestrillo y había una enfermera discutiendo con él.
—Señor Khang, vuelva a la habitación, tiene que descansar. —La enfermera volvió a regañar.
—Ya le dije que no me moveré de aquí, estoy perfectamente bien y permanecer sentado no requiere ningún esfuerzo significativo —rebatió el beta, fulminando a la enfermera.
—Una vez más, en esta posición presiona más de la cuenta la herida en su pierna. —Ella señaló el lugar, Khang resopló.
—JuWon —NamJoon llamó cuando vio que el rostro del hombre se arrugaba en disgusto y abría la boca para, seguramente, insultar a su enfermera.
JuWon levantó la mirada y cuando le vio soltó un suspiró de aparente alivio.
—Alfa Kim —este respondió con un asentimiento de cabeza—. ¿Podría decirle a la señorita aquí que me deje en paz?
—Alfa. —La enfermera se reverenció, mirando con duda hacia el herido beta.
—Simplemente déjelo ser, es su compañero quien está allí dentro, no hay fuerza en este mundo que le haga moverse de donde está.
Los ojos de la enfermera se abrieron en sorpresa, sin embargo, sus palabras parecieron funcionar, pues esta terminó retirándose después de varias advertencias más.
Una vez solos, NamJoon tomó asiento junto al ejecutor. Observando más de cerca que en efecto, el hombre se veía como la mierda, cosa que no dudó en decirle.
—Ciertamente he tenido mejores momentos. —Fue la respuesta que Khang le dio—. Imagino quieres saber lo que sucedió.
—En efecto, no fue mucho lo que realmente me contaron —respondió, diciéndole lo poco que sabía.
—Todo estaba yendo bien, mas de alguna forma terminamos chocando con uno de los chiquillos a quien reclutan, fue él quien dio la alerta. —JuWon hizo una mueca—. Estoy seguro de que lo hizo porque me odiaba, nunca ocultó su desagrado por mí, el chico tenía un problema con que le corrigieran.
—Cosa que supongo hiciste.
—Más de una vez, sí —confirmó—, aún así, odio el hecho de tener que haberlo eliminado.
—¿Lo mataste?
—No me dejó más opción, le debo a él estas heridas. —Khang señaló los vendajes en su cuerpo—. La única razón por la que no logró matarme, es porque HoSeok le embistió desde atrás.
—¿Por qué terminó HoSeok tan mal como para tener que ser intervenido?
—Porque el imbécil no puede evitar tener un estúpido complejo de héroe —Khang rodó los ojos aparentando exasperación, mas NamJoon no estaba tragándose ese teatro, pues él pudo ver la humedad en los ojos del beta—. Otra vez tuvo que recibir las balas por mí.
—¿Otra vez? —NamJoon arqueó las cejas.
—El primer día, cuando llegó a por mí y MyunSuk, se interpuso entre uno de los hombres de Park JaeMin y yo, terminó con una bala en el brazo.
—Sí, suena exactamente como HoSeok —NamJoon concedió—. ¿Qué hay de WoongJoon? ¿Qué pasó?
—Pasa que creí que el complejo de héroe solo era algo de HoSeok, pero empiezo a pensar que es un rasgo característico de la gente de tu manada —JuWon gruñó—. Cuando le dispararon a HoSeok y prácticamente quedó moribundo, tu centinela se lanzó sobre varios hombres y detonó algunas bombas que aparentemente había instalado en el lugar.
JuWon se presionó la frente con la palma de su mano, haciendo una mueca de dolor.
—Logramos reducir a los que nos rodeaban, pero obviamente ellos nos superaban por mucho en números, así que era solo cuestión de tiempo antes de que volvieran a capturarnos. Tu centinela se ofreció para crear una distracción.
—¿Una distracción?
—El muy idiota nos dejó a HoSeok y a mí, me dio indicaciones de hacia donde ir y dónde encontraría la camioneta en la que se transportaba. Dijo que no se detuvieran a esperarlo y que directamente escapáramos, que llevaría la atención hacia sí.
—Ese imbécil.
—Dímelo a mí, ni siquiera dejó que discutiera nada cuando ya se estaba alejando y detonando nuevas bombas, no me quedó más que arrastrar a HoSeok semi-inconsciente y largarnos de ahí. No podía permitirme que el idiota se sacrificara en vano.
—¿Cuántas posibilidades crees que hayan de que aún siga vivo? —NamJoon preguntó, aunque sinceramente ya sabía la respuesta.
—Cien a una —JuWon contestó—. Lo siento, alfa, pero lo más probable es que tu hombre ya esté muerto.
Stars_Of_Saturn.
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