Me sentía aturdida entre la compañía de diversas especies, todos lucían felices y en armonía, algunos vestían con trajes de oro, algunos otros lucían los cuatro colores de los reinos cercanos. La Reyna Clarisa danzaba entre la multitud de aldeanos, cerveza, risas y gritos de alegría le daban vida al salón, las jóvenes se mantenían atentas al baile, sin embargo la realeza mantenía una extensa charla sobre los problemas de los distintos reinos. 
Los grandes candelabros ardían con el fuego del alma, la luz nocturna se podía sentir ante los ventanales.
Danzar nunca había sido mi fuerte, así que me mantenía tumbada en una fría pared de piedra, mi vestido era un poco más largo de lo que normalmente vestiría, pero la ocasión lo ameritaba. Un color blanco era el adecuado, alguno de los futuros reyes tendría que teñirlo de su ser.
Di un gran sorbo a la copa, antes de dejarla junto al rey.
Los tres príncipes tenían la mirada bien puesta sobre mi, yo por otro lado no podía decidirme a cuál desposaría al terminar el baile, el rey quería que tomara la mejor decisión para el reino de Brigtmort, la incomodidad de la noche me llevaron a la exasperación. Decidí salir a los pasillos oscuros del castillo de los mortales, estos variaban en tres direcciones, frente a mi estaba con el destino a la tierra de los hombres lobo, a la derecha el reino de los vampiros y el izquierdo daba a los dragones civilizados, estuve a un solo segundo de emprender mi viaje hasta que uno de los príncipes me tomó por sorpresa.
—Princesa ¿No cree que es peligroso el recorrer los pasillos sola?— Su mirada era pesada, tanto que logró que bajase mi mirada con vergüenza — a la Reyna Clarisa no le gustaría saber que su única hija murió desolada en sus propias tierras ¿No crees pequeña?— tomó mi brazo con un tacto delicado, lo cual me sorprendió— vamos al reino, no quiero que mueras antes de desposar a algún príncipe— sonrió con amargura.
Mi incomodidad creció, haciendo que sacara un poco mis garras.
—No quiero volver al salón, la confusión podría hacer que tome una mala decisión mi querido príncipe— solté su agarre y le di una reverencia, no era muy propio para una princesa, pero el era un hombre fuera de lo común.
Con una sonrisa el desapareció hacia el pasillo que daba al reino al que el pertenecía, con un poco de concentración logré encender una vela que fue la compañera perfecta para llegar al salón de nuevo.
La Reyna me observo de pies a cabeza con molestia, yo no lo comprendía en ese momento ¿Que le había molestado a mi alteza? El Rey Romeo sonrió al verme, levantó su copa y anunció la noticia que todos estaban esperando —¡El príncipe de Therftg será quien desposará a la princesa de Brigtmort!— el rey bebió de su copa y tomó la mano de mi madre quien tenía el rostro teñido de rojo. Mis ojos ardían del coraje, no se en que momento mi vestido se tiñó con el color amarillo del príncipe. El color que portará sería el príncipe que yo decidiría que me desposaría. Ese príncipe había sido el más inteligente, pero no comprendía su acción, era muy torpe.
Las puertas del reino se abrieron llamando la atención de todos, una manada de lobos venían a reclamarme, los dragones no dudaron en levantarse de sus asientos y cubrirme, yo sería la próxima Reyna de su especie así que era su deber mantenerme a salvo, los vampiros de igual manera buscaban reclamarme, todo parecía un mal sueño, no quería causar caos.
Extendí los brazos y todo pareció detenerse, mi cuerpo se elevó por los aires, dejándome a la vista de todos —¡Quiero que respeten la decisión que he tomado, esta es una prueba de mi poder, al cumplir los dieciséis mi furia irá sobre quienes se atrevan a poner en peligro a mi reino!— un nuevo calor emanaba de mi cuerpo, estaba convirtiéndome en lo que la profecía dictaba.
Todos dejaron su estado de congelación y se mantuvieron observándome.
Me había ganado el respeto de todos.
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Espero que la historia les agrade, tiene bastante tiempo que no escribo, así que es posible que encuentren muchos errores 🤙🏻