Capítulo 23
Cuando todos estaban reunidos en la mesa para desayunar, de inmediato se sintió la fuerte incomodidad entre los mellizos. Ninguno se miraba, y estaban sentados lejos el uno del otro. MingSu estaba pálido e incluso tenía un color casi amarillo. NaeByeol, por su parte, tenía grandes ojeras bajo sus ojos. Ambos tenían los ojos ligeramente hinchados por el llanto silencioso durante la noche.
Jungkook miraba a sus cachorros con ojos llenos de preguntas. Le causaba extrañeza verlos tan distantes.
-bien… SuSu, ¿me ayudas a recoger unas cosas? - dijo de repente Taehyung, levantándose de la mesa sin haber tocado su desayuno.
-Byeol, también necesito tu ayuda, ¿si? - secundó Jungkook, haciendo lo mismo que su esposo.
Los mellizos miraron sus platos, conscientes que los adultos sabían que no probarían ni un bocado, por lo que se levantaron de sus sillas, y siguieron al tutor correspondiente.
Byeol y Jungkook se fueron al cuarto de los menores. De vez en cuando las piernas le fallaban al Omega, pero siempre lo disimulaba con un tropiezo actuado, buscando también hacer reír al cachorro; sin embargo, Byeol mantenía la mirada baja y el enfoque estaba en la nada.
¿Egoísta? ¡Yo no soy egoísta! Solamente quiero a mamá.
-Byeol... - dijo Jungkook, al entrar al cuarto y cerrar con llave.
-SuSu odia a mamá - le interrumpió el muchacho, sentándose lentamente en la cama. Kim se arrodilló frente a él y tomó sus manos.
-no, Byeol. Estoy seguro que no es así.
-él me lo dijo.
-¿Qué fue exactamente lo que te dijo?…
Byeol aguantó las lágrimas, mientras evitaba a toda costa mirar a su hyung.
-"ella es la peor madre que pudimos tener"…
Jungkook se sorprendió. No había escuchado jamás a MingSu hablar mal de alguien, y menos de su mamá. Siempre la defendía, siempre cuidaba de ella, incluso cuando parecía estar muerto de miedo ante su presencia... Jungkook notaba que se anclaba bien en un lugar para no correr a abrazarla.
-Byeol, escucha. Hay veces que estamos tan molestos que no pensamos en lo que decimos. Creo que eso sucede con SuSu. Está herido, enojado. Confundido. No han sido semanas fáciles... Pero te aseguro que quiere a su madre. La quiere... Aunque no sea la mejor... Siempre verá algo que valga la pena seguir queriendo.
Byeol se quedó en silencio.
Él amaba a su mamá. Estaba cien por ciento seguro de ello...
Pero en el fondo... En esa caja escondida eternamente dentro de su corazón, llena de recuerdos, sentimientos y pesadillas... El odio y el reproche esperaban pacientemente para salir.
Para tomar su lugar.
-Byeol, ahora quiero que seas sincero conmigo.
El niño miró a su tutor. Se veía tan preocupado, tan atento, tan... Amoroso... Algo que su madre jamás demostró con nadie, por muy "hijo favorito" que fuese.
Los "Te amo" existían... Pero pocas veces las acciones le seguían.
Y Jungkook... Jungkook no era así. Él realmente lo demostraba. Demostraba sus "Te quiero", sus "Aquí estoy", su... Preocupación por verlos lo mejor posible.
-Byeol... ¿Por qué está MingSu tan herido?…
El chiquillo suspiró profundamente, dejando bajar las lágrimas que hacía rato contenía.
-¿Lo usarás contra mi mamá?…
-no lo haré. Quiero ayudar. Nada más.
Jungkook alzó dulcemente el rostro del cachorro y le acarició la mejilla, borrando sus lágrimas.
-déjame ayudar.
Byeol tomó aire entrecortado, y lo soltó. Soltó aquel secreto que hacía años atormentaba su vida, y del que tanto había tratado de deshacerse.
-nuestro padre. Ann Martin. Estoy seguro que lo conoces. El tan famoso "Devil Ann" de las noticias de hace nueve años.
-¿Qué? Pero él era....
-un traficante... Un... Asesino... Sí...
Jungkook palideció, pero no dijo nada.
-él... Mató a alguien.
Byeol secó sus lágrimas y, luego de un largo rato de silencio, miró a los ojos a Jungkook, con el corazón en la garganta y el calor de ese día en las mejillas.
-mató a MingSu... Y nuestra madre sólo se rió.
…
Los Miller. Una familia que vivía en medio de la nada, y que jamás pasaba un día sin gritos o golpes... O drogas.
No eran una familia feliz... O al menos tres de cinco de los integrantes no lo eran... Pero había dos pequeños que no conocían el odio, ni el maltrato, y mucho menos el sabor de la sangre en la boca o la cocaína en la lengua.
Esos dos pequeños eran NaeByeol Miller y Mara Miller. Dos almas inocentes que vivían en completa ignorancia. Todo gracias a otro pequeño niño: MingSu Miller.
MingSu Miller siempre dio la cara y la vida por sus hermanos... Tal vez demasiado.
Él daba la cara cada que sus hermanos cometían un error. Desde la edad de los cinco años fue obligado a probar y vender droga. Siempre era escupido, golpeado, humillado... Pero estaba dispuesto a aguantar todo mientras sus hermanos se mantuvieran lejos de ese mundo. Nunca les permitió siquiera ver el negocio que el hombre de la casa tenía, y siempre mantuvo la fachada de "madre perfecta" sobre la mujer que los engendró.
Para Mara y NaeByeol eran los más amorosos "papá" y "mamá". Para MingSu, eran "Devil Ann" y "Madre".
No culpaba a la mujer. Estaba bastante cómoda y no se preocupaba por nadie más que por sí misma... Aunque a veces eso tampoco lo hacía bien. MingSu tenía que hacerse cargo de ella también. Le cocinaba, lavaba su ropa, todo. Tal vez como un pequeño agradecimiento de que ella no lo golpeara tan seguido como Ann.
Ann Martin era el ejemplo perfecto de "hay personas que no deberían tener hijos". Él mismo lo sabía. Y si lo sabía ¿por qué tuvo hijos? Simple. Vio muchas ventajas en tener a alguien aparentemente inocente transportando su mercancía.
Él le daría techo, comida y cama al mocoso y a cambio éste distribuiría drogas. Ese era el plan. Fácil...
Hasta que su esposa no tuvo uno. Tuvo tres. Dos mellizos y, tres años después, una niña.
Al principio lo vio como lo mejor para el negocio. Pero, con el pasar de las noches, el odio contra los mocosos creció y creció, hasta hacerse casi una necesidad matarlos.
Hasta que en una ocasión luego de una exhaustiva hora de golpes, gritos y llantos, uno de los niños se ofreció a hacer cualquier cosa mientras no tocara jamás a sus hermanos... Y él aceptó, gustoso.
Por años MingSu fue el camello de su padre y su catador. Una rata de laboratorio. Un simple objeto... Algo de uso y deshecho.
Pero todo estaba bien... Porque había logrado su propósito: que sus hermanos vieran hacia otro lado y tuvieran una buena vida.
Aunque de vez en cuando, la menor de los tres hermanos se daba cuenta de la burbuja en la que estaba, y quería ayudar.
-¡Quiero ayudarte! - le gritó a MingSu, luego de que éste la regañara horriblemente al descubrirla empacando y tratando de repartir el nuevo envío de cocaína desde Perú.
-¡Tú lo que tienes que hacer es ser estúpida, Mar! ¡Vete!
Y el niño de nueve años le arrebató la mochila a su hermana y se fue a hacer el trabajo.
MingSu se la pasó distraído y casi llorando durante toda la jornada. En parte por la nueva droga que Ann le había obligado a probar, y en gran parte también porque realmente necesitaba ayuda.
Quería salir de eso...
Esas marcas en sus piernas, en su cuello y en todo su cuerpo eran difíciles de soportar.
Esa pequeña lesión en el brazo... Lo hacía querer vomitar...
Y realmente dudó. Dudó si debía seguir. Seguir protegiendo a sus hermanos, seguir soportando todo solo... Seguir viviendo... ¿Realmente valía la pena todo eso?…
Esa misma noche lo intentó. Regresando a ese pedazo de construcción en medio de la nada, se encerró en el baño y lo intentó. Había tomado un frasco lleno de tabletas de fentanilo... Tomó un puñado y lo tragó...
Pero luego escuchó a su hermana reír junto a Byeol... Y supo que sí valía la pena vivir y proteger a sus hermanos... Así que metió dos de sus dedos en su garganta, y devolvió todo.
Ann se enteró de eso, y casi lo mató por robarle mercancía.
Pero ahí estuvieron sus hermanos, cuidándolo a pesar de que él no quería que lo vieran tan débil.
Y por un momento MingSu también fue feliz... Feliz porque tenía a dos hermanos dulces e inocentes. Llenos de vida y alegría... Eso lo dejó dormir largos días...
Pero cada acto tiene sus debidas consecuencias... Y las del tráfico de drogas llegó más temprano que tarde... De la manera más destructiva posible.
Gracias a su distracción días atrás, MingSu accidentalmente reveló la posición exacta de la casa y laboratorio de las drogas de Ann. Una mañana, mientras el sol apenas salía, las sirenas de los autos de policía llenaron el lugar, muchos uniformados rodeaban el lugar, todos apuntando directamente a la puerta.
Una entrada, una salida. No había más.
-¡Ann Miller, salga con las manos en alto! ¡Dispararemos ante cualquier resistencia! ¡Deje ir a su familia!
Todos dentro de aquella casa se pusieron locos, en especial MingSu. Le rogaba a ese hombre que dejara salir a Byeol y a Mara... Pero él lo ignoró, y agarró un arma, aunque no la usó inmediatamente. Colaboró, sin salir de la seguridad de su casa, y dejó ir a Annabel y a NaeByeol... Aunque quizá lo más correcto sería decir que tuvieron que sacar a rastras a Annabel, pues no quería irse sin sus cosas.
Sin embargo, cuando era turno de los dos menores restantes de ponerse a salvo... Ann dio la señal a sus hombres de disparar.
Fue un caos. La policía se unió al tiroteo, mientras que los dos niños gritaban y trataban de protegerse y no acabar muertos.
Trataron de esconderse de las balas, de salir de aquella casa y ponerse a salvo... pero una bala perdida atravesó la pierna de Mara, y la hizo caer y gritar del dolor.
MingSu trató de cargarla, de llevársela, ¡de protegerla!… Pero la fuerza de un niño de nueve años, con las costillas rotas y una hemorragia interna no es suficiente para cargar nada... Así que la arrastró hasta el gran reloj de la abuela, mientras que éste anunciaba la terrible hora con seis campanadas.
Un sonido que lo aturdió y le quedó grabado para siempre.
-¡quédate aquí y no te muevas! - le rogó, escondiéndola dentro del gran reloj -, iré por ayuda.
-¡Tengo miedo! - lloriqueó la pequeña, gimoteando del dolor -, ¡tengo miedo y me duele mucho! ¡Por favor, por favor, no te vayas! ¡No te vayas, te necesito, te lo ruego!
-¡lo sé, lo sé!... ¡Pero necesitas ayuda!
-¡No, MinMin!
-¡volveré, lo prometo! ¡No te va a pasar nada! - gritó por sobre el sonido de las balas, besó su frente rápidamente, y salió corriendo a buscar a algún policía.
Sin embargo, a mitad de camino, Ann lo abordó y se le fue encima, golpeándolo.
-¡Todo esto es tu culpa, maldito hijo de perra!
No paró por largos minutos, golpeando, insultando, ignorando las balas, solamente buscando matar a su hijo... Hasta que le enterró un gran pedazo de cristal.
Creyendo que con eso bastaría, escupió a la cara del niño y siguió disparando a la policía.
MingSu tosió sangre y sentía que todo el cuerpo estaba en llamas... Pero se levantó, y, a paso rápido y doloroso, salió de la casa, milagrosamente sin que le tocara ni una sola bala.
Apenas vio a un policía, se le acercó, y, con sangre, lágrimas y polvo por toda la cara, le rogó desesperado:
-¡por favor, por favor! ¡Mi hermana sigue adentro, está herida! - gritó, jalando de su uniforme.
-¡tenemos problemas más graves, niño! ¡No estorbes!
El policía trató de esquivarlo para correr a la patrulla a pedir refuerzos, pero el chiquillo se interpuso en su camino y lo golpeó en la espinilla fuertemente, a pesar de que eso le dolió hasta el alma.
-¡maldita sea, mocoso! ¡Te voy a-!
-¡mi hermana está ahí dentro, la pueden matar!
-¡ya te dije que-!
-¡SÓLO TIENE SEIS AÑOS Y ESTÁ HERIDA! ¡QUIERO QUE VAYA POR ELLA, AHORA!
El hombre se quedó petrificado por la voz de mando con la que el niño le había hablado.
MingSu, al ver que el adulto no reaccionaba, lanzó un grito de furia, y trató de irse corriendo de vuelta a la casa para salvar a su hermana, lamentando haber perdido el tiempo; no obstante, unos grandes brazos lo tomaron por la cintura antes de que lograra su cometido, y lo derribaron para luego arrastrarlo lejos.
La sangre pintó todo el uniforme azul del policía, y también el pasto.
Todo estaba empeorando... Todo estaba doliendo más... Pero Mara lo necesitaba.
-¡no, no! ¡¿Qué hace?! ¡Mi hermana, mi hermana! ¡Por favor, mi nena, mi princesa, mi Mar! ¡Déjeme ir, por favor! ¡DÉJAME IR!
El policía lo ignoró y lo arrastró lejos del peligro.
Desesperado, MingSu mordió la mano del hombre, y salió corriendo de nuevo hacia la casa, sonriendo, aliviado, cuando vio a su hermana cojear con dificultad fuera de la casa.
Incluso le dolía menos la herida en su vientre.
El chiquillo apuró el paso, odiando sus cortas piernas de niño y el dolor que no le permitía correr bien, pues aquel molesto policía le estaba dando alcance.
-¡sal de ahí! - gritó a su hermana, desesperado, haciendo señas mientras corría más y más rápido.
Pero, cuando su Mar estaba por salir, sonriendo, triunfante, por haberlo logrado, el padre de MingSu la tomó por la cintura y la volvió a meter a la casa, disparando y gritando vulgaridades con una gran sonrisa. La niña gritaba, lloraba y pataleaba, queriendo ir hacia su hermano... Pero Él no la dejó.
-¡Hasta nunca, hijos de puta!
MingSu gritó, y trató de llegar a la casa, ¡hacer algo!
Pero entonces... a metros de llegar... la casa explotó.
El policía que iba detrás de él logró derribarlo antes de que la ola de calor golpeara al menor, y lo cubrió con su cuerpo para que no recibiera mucho daño.
Luego de unos segundos, MingSu se levantó lentamente, aturdido, mirando la casa en la que vivió toda su vida hecha pedazos, mientras un zumbido incrementaba de magnitud en sus oídos, perforando cada parte de su ser.
El niño sacudió su cabeza, tratando de enfocar su borrosa vista, enfocándola en...
Fuego...
Un grito desgarró su garganta cuando se dio cuenta de lo que había sucedido.
MingSu lloró, se arrancó los cabellos, y se tiró al suelo, retorciéndose del dolor mientras daba alaridos horribles. Poco le importó su herida, poco le importó que el policía lo sometiera contra el suelo para que dejara de hacerse daño... Poco le importó morirse en ese mismo momento.
Había perdido a su niña...
Había dejado a su princesa...
La había matado.
Y, mientras él lloraba sin consuelo, en una patrulla estaba su madre, mirando con los ojos oscuros el humo que desprendía su antiguo hogar, aunque con una sonrisa despectiva.
-jo, eres un pendejo - rió Annabel sin gracia, ignorando al niño a su lado -. De haber sabido que explotarías la casa, me habría llevado mis joyas...
...
-desde entonces, no puedo estar demasiado tiempo en un carro... Me recuerda a esa patrulla - murmuró Byeol -. SuSu fue llevado de emergencia al hospital por su herida... Y por unos minutos lo perdieron...
NaeByeol cerró los ojos ante el recuerdo. Estaba jugando en la sala de hospital, tratando de olvidar la casa en llamas, a su hermana gritando, y a su hermano sangrando... Así que fue corriendo a donde estaban operando a MingSu.
—¡Lo perdemos! - escuchó -, ¡rápido, no hay pulso!
Y por cinco minutos el corazón de MingSu se detuvo... Fueron los cinco minutos más largos y dolorosos de su vida...
Ya había perdido a su pequeña hermana... Su niña, su Marie... Y en ese momento creyó perderlo absolutamente todo... Hasta que de nuevo un "biip... Biip... Biip" empezó a sonar en una máquina conectada a Su.
—está estable por ahora - les dijo la doctora luego de un rato.
Annabel ni siquiera apartó la mirada de su celular... La estaban citando a juicio, y obvio eso era más importante...
-cuando SuSu despertó - murmuró con dolor Byeol -, lloró y gritó horrible... Gritó tantas veces que se quería morir... Incluso abrió su herida de tanto golpearse a sí mismo... Tuvieron que sedarlo...
—eres patético - le dijo Annabel a MingSu cuando lo vio cediendo ante el somnífero.
Y se rió... Se rió porque le habían mandado una foto del reloj de su odiosa madre destruido.
-por meses SuSu estuvo entrando y saliendo del hospital... A veces porque tenía unos episodios horribles en los que se hacía daño a sí mismo... Y otras veces... Porque mamá lo golpeaba por "ser raro"…
Byeol no mencionó que su hermano no habló por más de un año, y que trató de suicidarse una vez. Tampoco habló sobre el horrible procedimiento de desintoxicación que tuvo MingSu, ni del encarcelamiento de su madre por ser cómplice en el tráfico de drogas. No mencionó lo mucho que Su bajó de peso, ni sus constantes desmayos y pesadillas...
Tampoco mencionó que él mismo pensó en matar a su madre... Ni que dejó de dormir porque siempre veía fuego en sus sueños... Siempre a través de una ventana... Sin hacer nada... Solo viendo y escuchando cómo su pequeña hermana de seis años moría en la explosión...
El silencio gobernó el lugar por largos minutos. Byeol se negaba a mirar a Jungkook, y Jungkook tampoco hacía nada por evitar tan pesado ambiente.
En realidad, no le importaba. Estaba sumamente concentrado en no echarse a llorar e ir corriendo a buscar a MingSu para abrazarlo. Deseaba poder quitarle ese horrible peso a ambos. Quería... Quería matar a esa mujer.
—¿Lo usarás contra mi mamá?…
Jungkook tomó aire temblorosamente, y tomó la mano del cachorro. Byeol lo miró con los ojos llenos de lágrimas, y Jungkook solamente pudo abrazarlo.
Abrazarlo como si así pudiera absorber su dolor... Abrazarlo como si pudiera protegerlo de todo...
Abrazarlo, como si así pudiera devolverle a su hermana.
No dijo nada. No hizo falta. Ese simple contacto demostraba todo lo que las palabras no podían expresar.
-ella se rió - sollozó Byeol contra el cuello del Omega -, simplemente se rió... Cuando le dijeron que Marie estaba muerta.... Ella se rió y dijo que era una boca menos que alimentar...
Y entonces la caja escondida en su corazón, con el odio, la culpa y todos los recuerdos que creyó que eran pesadillas se abrió. Se abrió e hizo explosión. NaeByeol lloró como jamás se había permitido hacerlo. Gritó, pataleó, rasguñó las manos de Jungkook, que lo sostenían...
El Omega sólo se dedicó a escuchar y a abrazarlo.
Así se la pasaron largos minutos, hasta que el cachorro quedó exhausto y se durmió, hundiendo su pequeña nariz en el cuello de su tutor.
Jungkook acarició su cabello por última vez, lo cargó, lo depositó en su cama y lo arropó. Antes de irse, Byeol le tomó la mano y, con los ojos medio abiertos y la voz rota confesó:
-no quiero odiarla... Quiero que sea mi mamá... La mamá que SuSu me dijo que era... Quiero eso... ¿Es egoísta de mi parte?…
Jungkook suspiró, besó su frente y le sonrió con tristeza.
-no, cariño. No es egoísta querer tener una familia.
Aunque no te das cuenta que ya la tienes.
-descansa un poco, ¿sí? Iremos a la playa.
Jungkook salió de la habitación. Cuando se dio la vuelta, casi le da un infarto, pues MingSu estaba tras de él, esperando pacientemente que Kim se fuera.
-¡Diosa, MingSu! Casi me matas del susto.
-¿Te dijo?…
Jungkook lo miró.
-¿Qué pasaría si me lo hubiera dicho?
Los ojos del Omega menor se llenaron de lágrimas.
-dime que no te lo dijo... Aunque sea mentira, por favor... Por favor, dime que no.
Jungkook abrazó al cachorro, y lo apretó suavemente contra sí, acariciando su espalda. MingSu trató de separarse débilmente, pero al final cedió y ocultó su rostro en el pecho del mayor.
-habla con Byeol, ¿sí? Hablen. No dejen que toda esta situación los separe.
MingSu suspiró y asintió, le dio un beso en la mejilla a su tutor y se metió a su cuarto.
Byeol lo miró por un segundo, suspiró y le hizo espacio en su cama. MingSu se acostó junto a él y lo miró a los ojos.
-lo siento - murmuró -. No eres egoísta por querer a mamá. Está bien. Haré lo posible para quedarnos con ella.
Byeol no dijo nada. Abrazó a su hermano y se escondió contra su pecho, quedándose dormido gracias al relajante aroma que su hermano desprendía.
La menta y el eucalipto prometían un sueño reparador y dulce.
MingSu también se perdió en la naranja y el roble que NaeByeol le ofrecía, y se dejaron llevar por largas horas, abrazados y agradecidos de estar juntos.
...
Jungkook había decidido visitar a Daehyun y hacerle la invitación a la playa personalmente. Claro que sólo iba a eso. Jamás sería capaz de ir corriendo a verlo únicamente porque necesitaba su ayuda con los mellizos, ¡qué tontería!
-¡Dae! - gritó, golpeando la puerta de su casa -, ¡ábreme! ¡Vamos, vamos! ¡Abre!
Luego de unos eternos veinte segundos, se escuchó que quitaban el seguro de la puerta y que la abrían ligeramente. Jungkook entró de inmediato, abriendo por completo la puerta de un empujón y corriendo a sentarse al sofá.
-¡¿Por qué no contestas?! ¡Te estuve llamando todo el día de ayer! Hoy también te marqué. ¡Necesito un consejo!
Jungkook tomó aire profundo, pero se quedó congelado al percibir un fuerte aroma de leña, café, y libro viejo.
-¿Estás-?…
Jungkook miró por primera vez desde que llegó a su amigo, y se levantó de un salto.
-¡Dae!
El alfa sonrió con cansancio, y se dirigió hacia su amigo tambaleándose. Traía la ropa toda desarreglada, los ojos rojos e hinchados, y unas enormes y casi negras bolsas bajo ellos. Su aliento apestaba a alcohol, y su cuerpo temblaba como si estuviera a menos cien grados bajo cero.
-no estoy de humor. ¿Podrías irte, por favor? - murmuró el alfa con la voz rota.
-¡Por supuesto que no! ¡Mírate! Ahora mismo te vas a bañar y te vas a dormir. Mañana iremos a la playa y te sentirás mejor, ¿sí?
Daehyun gruñó cuando Kim lo arrastró hasta el baño y lo metió con todo y ropa bajo el chorro de agua fría.
-quiero que te vayas. Es en serio.
Jungkook lo ignoró, y talló su cara suavemente, teniendo cuidado con ciertas partes de un tono levemente morado.
-¿Qué te pasó?…
-¡Jungkook, en serio, vete!
Daehyun alejó la mano del Omega de un golpe, y le gruñó tan fuerte que la sangre de su amigo se fue totalmente de su rostro.
-¡NO TE QUIERO AQUÍ! ¡VETE!
El Omega se quedó callado largos segundos, con el shampoo en la mano, temblando y muy pálido.
Pero luego las lágrimas salieron sin su permiso.
Daehyun, alarmado, quiso pedirle perdón, hacer cualquier cosa para detener su llanto... Pero estaba tan ebrio y tan molesto que se quedó callado y metió la cabeza al agua fría. Luego de unos segundos suspiró, tomó la mano del Omega y la acercó a su cabello para que lo enjabonara. Jungkook, sollozando, lo hizo con movimientos lentos, tratando de que el jabón no llegara a los ojos del contrario.
Así se la pasaron unos cuantos minutos, en silencio, y solo con el dulce contacto como intermediario de mil cosas sin poder decir.
Daehyun realmente necesitaba que Jungkook se fuera. No quería que la ropa mojada pudiera crear la más mínima curiosidad sobre su piel.
-Kook...
-después.
Daehyun se calló. Dejó que su amigo terminara de enjuagarlo, protegiendo siempre su cuerpo con un auto-abrazo. Luego dejó que Kim le secara el pelo con una toalla, y lo detuvo cuando quiso secar su cuerpo y ropa empapada.
-yo lo hago.
Jungkook no quiso discutir. Aún olía el alcohol en la boca de su amigo, y realmente no deseaba que volviera a gritarle que se largara...
O peor aún, que no lo necesitaba.
-Jungkook...
-no me iré.
-Jungkook, por favor... - murmuró cansado el alfa, a punto de volver a enojarse o de gritar.
-¡No me iré! Vine para llevarte a la playa, para verte reír, para pasar el tiempo que nos queda con los niños juntos. ¡No me iré sólo porque tuviste un mal día!
El rostro de Daehyun se volvió completamente rojo, y apretó fuertemente los puños.
Bien... Ahora sí estaba furioso.
-¿Un mal día? Tú no tienes ni una mínima idea de lo asquerosamente tortuosa que ha sido esta maldita vida. ¡No sabes por lo que he tenido que pasar!
-¡Lo sabría si me dijeras algo, imbécil! ¡Siempre te quedas callado y sonríes cuando te pregunto si estás bien!
-¡No tendría la necesidad de hacerlo si no te pusieras a llorar cada que yo lo hago! ¡No tendría que hacerlo si tan sólo tú-!
Daehyun cerró la boca de golpe, y le dio la espalda a Jungkook, temblando de pies a cabeza. Kim iba a llamarlo por miles de sinónimos de la palabra "idiota", pero entonces el alfa corrió hacia el inodoro y vació todo lo que tenía en el estómago. Jungkook se preocupó y de inmediato corrió a ayudarlo.
Exhausto, Daehyun cerró los ojos ante las leves palmadas en la espalda que el Omega le daba, y contenía las lágrimas al terminar de devolver todo.
Nuevamente el silencio cayó entre los dos. El alfa se enjuagó la boca, y permitió que su amigo lo guiara a su cama.
-me quiero morir - murmuró el alfa, alejándose del tacto de Kim.
Jungkook sostuvo la respiración por un segundo, y el mundo igual se detuvo para él; sin embargo, las palabras fluyeron sin filtro directamente desde un rincón desesperado de su mente a sus labios:
-no digas tonterías. Sí, vas a morir, pero cuando seas muy, muy viejo. No te puedes morir ahora. Te necesito para toda la vida.
-no... No me hagas eso...
-te prometo que vas a estar bien. Vas a mejorar con el tiempo, estoy seguro... Vas a estar bien.
-no lo entiendes, ¿verdad?… - murmuró Daehyun con la voz rota y su labio inferior temblando -, ¡¿es que acaso no lo entiendes?…
El alfa se levantó de la cama y se acercó al Omega, quien retrocedió asustado, y a quien mostró sus heridas.
-siete años - jadeó -, ¡siete malditos y asquerosos años, Kim!… Cada maldito segundo es peor que el anterior, ¡cada respiración duele más que la anterior!… ¿Y aún así tienes la confianza, el atrevimiento de decirme que estoy bien?… ¡Nada está bien! ¡Nada!
Y al segundo siguiente, Kim Jungkook estaba sentado en el suelo, con la mirada perdida y las lágrimas retenidas en sus ojos.
-yo solamente... Quería verte bien...
Daehyun suspiró, se sentó a su lado, y, luego de una eternidad, recargó su cabeza en el hombro contrario, respirando entrecortado y tragando ese dolor en su interior para sonreírle con suavidad.
-no hoy. Perdóname... No debí gritarte. Han sido días llenos de estrés y me desquité contigo.
Jungkook negó, restando importancia a sus palabras.
-¿Me dirás qué ha pasado?…
El alfa volvió a suspirar y negó con la cabeza.
-¿Mañana en tu casa para ir a la playa?
No evites el tema, Jeon Daehyun...
-claro. ¿A las nueve te parece bien?
-llevaré algo lindo para tus niños.
-Panda...
-¿Sí?…
-eres mi mejor amigo. Te adoro... No lo olvides, ¿okay?…
Daehyun rió con cansancio.
-ya sé, ya sé. "Aunque el mundo vaya en contra de los dos,
contigo a mi lado siempre caminaré" - tarareó, riendo suavemente sin una pizca de gracia.
Jungkook lo miró con tristeza.
Y aunque el mundo vaya en contra de los dos... Contigo a mi lado siempre caminaré...
-esto va más allá de una canción, Panda. Nuestra relación va mucho más allá de todo.
-¿Todo?
-todo. Porque te juro que, en serio, pase lo que pase, absolutamente siempre voy a caminar junto a ti. Siempre. No voy a soltar tu mano jamás.
Nunca olvides que siempre yo te cuidaré, y el verte feliz siempre desearé.
Mi querido amigo, siempre estaré aquí.
Mi querido príncipe, no llores más a escondidas...
-gracias, mi adorable cabeza de coco... Yo... Igual siempre estaré junto a ti.
Vine al mundo para darte total protección, mi vida por ti daré, no te preocupes, amor.
-¿Me lo juras?…
Si pudiera alguna vez lograr volver a nacer, pediría jugar... Contigo otra vez.
Daehyun sonrió suavemente, evitando que Kim viera una lágrima bajar por su mejilla.
-sí... Es una promesa.
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