Capítulo 3 - Juro que te odio
Elianne no tenía dudas de que aquel incidente con la rata era obra del odioso Jaden Hard. Ella sabía que él no se quedaría en paz. Lo que ella le había hecho no quedaría impune. Ahora tenían una guerra declarada.
—Bien, ya —comenta Calvin—. Olvidemos esto y sigamos. Ya te toca salir al escenario.
Elianne asiente y se dispone a ir rumbo a la tarima. Al ser anunciada sale sonriendo. Se lleva al micrófono a la boca para empezar a cantar, pero al empezar a hacerlo este no responde y no se oye nada. Ella lo mira y luego mira confundida a Calvin.
El público protesta. Los del equipo de sonido se acercan a ella y le dan un nuevo micrófono, pero aun así ella siente que el momento fue arruinado, por lo cual se deprime un poco, pero luego al ver a Selene desde tras de la tarima dándole ánimos se arma de valor y empieza a cantar.
Al terminar la primera canción baja de la tarima y va hacia donde estaba Calvin.
—Cielos, ¿cómo pudo pasar eso? —dice aún afligida.
—No se supone que cosas así pasen —se acerca al encargado del sonido—. ¿Qué ocurrió?
El chico de los controles se encoge de hombros.
—No tengo idea. El micrófono estaba encendido, pero luego cuando volví a ver estaba apagado.
—¿Cómo que no tienes idea? Se supone que de eso te encargas tú.
—Te estoy diciendo que yo solo me aparté un momento, y cuando volví vi que había pasado eso.
Por otra parte, en el mismo lugar, pero sentado en una mesa al fondo, Iker, Aaron y Einar yacían.
—¿Por qué tengo que estar vestido así? —señala Einar haciendo énfasis en sus gafas oscuras y su gorra.
—Porque no queremos que nadie nos reconozca —responde Iker.
Einar tuerce los ojos. Una camarera les lleva las bebidas que los tres habían solicitado.
Elianne sale a cantar otra canción.
En ese momento alguien se para al lado de la mesa de los chicos. Ellos lo miran confundidos, pero pronto se percatan de que es Jaden.
—¿Y tú qué haces aquí? —le pregunta Aaron.
—Sentí curiosidad de ver el espectáculo de la tonta esa —dice Jaden mirando a Elianne cantar—. Pero obviamente fue una pérdida de tiempo, así que me largo— Se va.
Al día siguiente Elianne se encuentra en la oficina de Arthur.
—No te presentes más en ese lugar. No son profesionales. ¿Cómo permiten que eso pase?
—Eso ya no importa. Todo resultó bien.
—Porque al final supiste manejar la situación, por lo cual te felicito. Actuaste como una profesional.
Elianne sonríe tímidamente. Después sale de la oficina de Arthur. En el pasillo se topa a Aaron, quien se acerca a ella y le habla.
—Hola, Elianne.
—Hola. Creí que estarías en Canadá ya.
—Nos vamos mañana.
—Buen viaje, entonces.
—Gracias. Por cierto, anoche luego de tu presentación no te pude felicitar, ya que lo hiciste muy bien. Por lo cual, permíteme hacerlo ahora.
—Gracias por ser gentil. Significan mucho tus palabras —mira al suelo pensativa—. ¿Sabes algo? No me cabe en la cabeza una cosa.
—¿De qué se trata?
—¿Cómo es que alguien como tú, que es tan agradable, puede ser amigo de alguien como Jaden?
Aaron echa la cabeza hacia atrás y ríe.
—Sé que parece difícil de creer, ya que Jaden es... ¿Cómo diría? —hace una pausa— Un hueso difícil de roer.
Elianne se cruza de brazos.
—No le pongas adorno a las cosas. Es un imbécil, y punto.
Iker aparece en ese instante.
—¿De quién hablan?
—De nadie —dice Aaron.
Iker mira a Elianne.
—Oye, cantaste bien ayer.
Elianne sonríe.
—Gracias por haber ido.
—Los cuatro fuimos.
—¿Los cuatro? —pregunta curiosamente ella.
—Sí, hasta Jaden.
Al oír eso, Elianne recuerda lo del micrófono. Ahora todo tenía sentido. Eso tenía que ser obra de Jaden.
—¡Maldito Jaden idiota! —dice entre dientes.
Los chicos la miran sin entender.
—¿Qué pasa? —le pregunta Aaron.
—¿En dónde está él? —pregunta ella—¿En dónde está esa maldita rata que lidera su banda?
—¿Jaden? —pregunta Iker—Está en una de las cabinas de grabación, creo.
Elianne mira en dirección hacia uno de los elevadores.
—Si me disculpan, debo irme —dice con determinación en su mirada, para luego irse.
Los chicos la observan alejarse.
—Creo que habrá problemas —comenta Aaron.
Iker asiente.
Elianne camina rumbo hacia la cabina principal de grabación. Al ir pasando por el baño ve a Einar salir de allí con una chica. Esta le sonríe y se despide de él coquetamente.
Al ver a Elianne, él le hace señas con el dedo en la boca de que guarde silencio y le guiña el ojo. Ella tuerce los ojos y continúa su camino.
Al llegar a la cabina, tal como pensó, se encuentra a Jaden allí. Él leía algo. Sin temor alguno, ella se le acerca
—¡Tú! —dice en un tono alto— ¿Qué mierda te pasa?
Jaden levanta la vista. Mira a Elianne con arrogancia.
—¿Quién eres para gritarme? No te quiero aquí, así que salte —continúa leyendo.
Elianne le quita el libro y lo lanza lejos.
—Tú fuiste el que hizo ayer lo de la rata y lo del micrófono, y no te atrevas a negarlo.
Jaden se pone de pie. Elianne no puede evitar sentirse pequeñita ante él, no solo por su estatura de aproximadamente 1.94 metros de altura, sino también por su mirada aterradora.
—Te dije que iba a acabar contigo, campesina apestosa —da un paso hacia ella mirándola fijamente—. Eso solo fue el comienzo de tu fin.
Elianne lo mira sin decir nada, sintiendo una mezcla de enojo, pero también temor ante sus palabras.
Jaden se cruza de brazos.
—¿Te comió la lengua la rata? —sonríe cínicamente—Se supone que debes de estar acostumbrada a las ratas, ya que en tu granja deben abundar estas.
Elianne recobra su valor inicial.
—Eres un completo idiota. No tienes nada en el cerebro.
—Tengo mucho más de lo que tienes tú.
Einar, Iker y Aaron entran en ese momento.
—¿Lo dices por tus fantásticos planes? —ríe—Lo de enviarme esa rata como regalo hasta lo puedo ver como una broma infantil, pero lo apagarme el micrófono anoche cuando iba a cantar fue algo muy estúpido, aunque supongo que es propio de ti —se va.
Los chicos miran a Jaden.
—¿De qué estaba hablando? —pregunta Einar.
Jaden no contesta. Toma su libro nuevamente y continúa con su atención en este.
En la noche Aaron y él están reunidos en la sala de la casa. El primero se dirige a Jaden.
—¿Entonces tú saboteaste la presentación de Elianne anoche?
—Solo le di su merecido.
Aaron se pasa una mano por la cara.
—A veces eres... imposible.
—¿Y a ti qué te importa lo que le pase a la enana decolorada esa?
—Jaden, no puedes hacer esas cosas. Te vas a meter en líos.
—¿Y qué?
—Pasa que tus líos meten en líos a la banda. Esta vez no te vamos a encubrir de ser necesario, ni a guardar el secreto.
—Si lo dices por el secreto que me han guardado por años, pues adelante, cuéntaselo a todo el mundo.
Iker se acerca a ellos.
—Chicos, no vayan a pelear.
Aaron respira profundo y se calma.
—Escucha, no quise decirlo por lo del secreto —le dice a Jaden—. Eso fue algo que los cuatro pactamos hace años no revelar nunca, y nunca lo haremos.
Jaden, sin decir más, se va a su habitación. Más tarde, mientras duerme, da vueltas en la cama. Su frente suda y él niega con la cabeza. Se despierta sobresaltado, quedando sentado en la cama. Su pecho se mueve agitado. Se pasa una mano por la cabeza y luego se levanta.
Va a la cocina en busca de algo que tomar. Se sirve un vaso de agua. En ese momento llega Einar.
—¿Qué haces despierto a esta hora? ¿No puedes dormir?
Jaden no dice nada, solo continúa bebiendo.
—¿Acaso tuviste otra vez la misma pesadilla?
La mirada de Jaden está perdida en la nada. Luego de unos segundos le responde a Einar.
—Sí. De nuevo esa maldita pesadilla volvió.
Dos semanas después Fatal Boys aún se encuentran en Canadá. Estaban ensayando para el concierto que darían esa noche en Toronto.
Einar estaba sentado bebiendo agua de una botella.
—Hey Iker, prueba los micrófonos.
Iker, como si se tratara de su sirviente, obedece.
—Uno, dos, tres, probando —se aclara la garganta y luego empieza a cantar—. "Baby shark, doo doo doo doo doo doo, Baby shark, doo doo doo doo doo doo, Baby shark, doo doo doo doo doo doo, Baby shark!"
Jaden pone los ojos en blanco. Luego los cuatro se ponen a ensayar.
Más tarde están en el camerino preparándose para el concierto.
Einar revisa su teléfono. Luego se acerca a los demás.
—Miren lo que encontré en un artículo —muestra un artículo con fotos de Elianne—. Le dicen "La nueva princesa de la música".
Jaden, quien arreglaba las cuerdas de una guitarra acústica, mira el teléfono de Einar con desdén.
—"Princesa de la música", ¡Ja! No llega ni a princesa campesina.
Por su lado, Elianne se encontraba tomándose fotos promocionales de su próximo disco.
—Eso es todo por hoy —dice el fotógrafo.
—¿Puedo verlas? —pregunta Calvin.
El fotógrafo le muestra las fotos en la cámara.
—Me encantan.
Elianne se acerca a ellos.
—¿Ya me puedo ir?
—Sí. Es todo por hoy.
Ella camina hacia los vestidores, pero luego da la vuelta y regresa con Calvin.
—Por cierto, quería preguntarte si había la posibilidad de tomarme un par de días. Quiero ir a casa a ver a mi familia.
Calvin se rasca la cabeza.
—Está un poco complicado con todas esas entrevistas y compromisos que han ido surgiendo a montón últimamente.
Elianne suspira.
—Entiendo.
—Tranquila. Te prometo que buscaremos en la agenda un espacio para que puedas ir, aunque sea por un fin de semana. Quizás este no, pero creo que el siguiente sí se podrá.
Algunos días después ella salía del estudio. Al ir caminando ve a Jaden acercarse. Maldice en sus adentros.
—¡Ash! Tenía que volver este. ¿No se pudo perder en Canadá?
Ella hubiera querido no tener que pasar al lado de él, pero era inevitable.
Como no le pensaba hablar, mantuvo la vista fija en el camino, pero al ir pasando al lado de Jaden este le bloqueó el paso.
Ella cierra los ojos frustrada y lo mira.
—Quítate.
Jaden alza una ceja.
—¿Perdón?
—No, no te perdono, ni por esta ni por todas tus estupideces.
Jaden ríe de forma burlona.
—Ni que lo haya dicho para disculparme. Jamás me disculpo, y menos lo haría contigo.
—Entonces apártate y déjame pasar, insecto.
Jaden se aparta y Elianne continúa su camino, pero a un par de pasos más este le vuelve a hablar.
—Ya supe lo de tu nuevo apodo, "princesa de la música".
Elianne se gira a verlo. Él se acerca a ella.
—Tengo uno mejor: "La princesa campesina". Para tu próxima canción puedes tocar un banjo y gritar "¡Yee-haw!".
Elianne aprieta los puños.
—¡Juro que te odio! Eres un antipático de lo peor. Eres la persona más detestable y odiosa que he conocido.
—Y tú una campesina inmunda.
—Pues prefiero ser eso a ser alguien de ciudad tan idiota como tú.
Jaden se acerca a ella, quedando a solo pocos centímetros de distancia. La mira a los ojos.
—¿Y quién te dice que no eres una campesina idiota?
Elianne pierde la paciencia en ese instante. Levanta la mano para abofetear a Jaden, pero este no se lo permite.
—Ni creas que voy a dejar que lo hagas. No volverás a ponerme una mano encima, campesina.
Elianne lo empuja lejos de ella.
Arthur, quien bajaba de su auto, ve la escena. Se acerca a ellos luciendo enojado.
—Ustedes dos a mi oficina, ya.
Jaden y Elianne se miran. Arthur camina hacia el interior del edificio.
Elianne y Jaden van tras él, no sin fulminarse con la mirada en todo el camino. Al llegar a la oficina, el CEO se sienta en su puesto.
—Siéntense.
Jaden se cruza de brazos.
—No tengo tiempo para esto.
—Siéntate, Jaden, porque no tengo paciencia para ti hoy.
Elianne y Jaden, sin más remedio, se sientan frente al escritorio de Arthur.
—¿Me pueden explicar qué demonios estaban haciendo precisamente frente a la entrada del estudio?
La pareja de enemigos no responde.
—Estaban a punto de formar una escena de pelea frente a este lugar, la cual alguien pudo ver, filmar y volver un chisme en internet —se sujeta el puente de la nariz—Ya me imagino el título: "Artistas de la casa Lumina Studio se agarran a golpes".
Elianne mira hacia el suelo.
Por su lado, Jaden mira con pereza hacia la ventana.
—Estoy esperando una explicación —dice Arthur golpeando su escritorio con un lápiz.
—No fue nada —dice una avergonzada Elianne.
Arthur la mira.
—Sé lo que vi. Y déjenme decirles algo: aquí esas cosas no van a pasar —los miran a los dos—. ¿Tiene diferencias laborales o personales?
Elianne lo mira sin entender a qué se refería.
—¿Personales?
—Sí —los señala a los dos con el lápiz que tenía en sus manos—. ¿Pleito de enamorados?
Jaden ríe con sarcasmo.
—Sí, claro.
Elianne mira con desagrado a Jaden.
—Por supuesto que no. Él y yo... ¡Nunca!
—¿Y entonces por qué su enemistad?
—Pasa que desde que llegué aquí él me no ha hecho más que meterse conmigo. Por una tontería se enojó y desde allí no ha parado de ofenderme y molestarme.
—¡Oh claro! —exclama Jaden— Y tú eres la santa.
—Yo solo me defendí de ti, troglodita.
—Sigue jugando con fuego y te quemarás.
—¡Basta! —grita Arthur—Son desesperantes. Volverían loco a cualquiera.
Elianne agacha la mirada.
—Perdón.
Jaden, por su lado, mantiene su misma compostura arrogante.
Arthur se pone de pie.
—Escúchenme bien. No quiero este tipo de líos en mi estudio, así que lo resuelven a la de ya. Sean profesionales y maduros. Dense la mano.
Jaden y Elianne se miran con cara de desagrado de arriba a abajo, y luego vuelven a apartar la mirada.
—¿No me oyen? Quiero que hagan las paces, o por lo menos una tregua de que no volverán a pelear y tratarán de llevarse bien.
Jaden se pone de pie.
—Eso nunca va a pasar. Jamás toleraré a esta... novata —se va.
Días después Elianne se preparaba para ir a ver a su familia. Habla por teléfono con su madre mientras camina por el estudio.
—Qué emoción que ya vengas, princesa. Todos esperamos ansiosos tu visita.
—Yo también estoy feliz. Ya los extrañaba mucho. Solo termino unos pendientes aquí en estudio por unas cosas salgo para allá.
Terminan la llamada. Elianne entra a la oficina de Arthur, pero ve que este no está allí. Camina para buscarlo y entra a otra oficina. Ve que en esta se encuentra Jaden mirando por una ventana.
Cuando este oye la puerta abrirse mira hacia allí, viendo a Elianne. La observa por algunos segundos, pero no dice nada. Luego vuelve su atención hacia la ventana.
Elianne lo mira confundida. Después sale de la oficina.
Horas más tarde llegaba a su casa, una pintoresca edificación de paredes de piedra decorada con muchas flores.
Esta se ubicaba en una granja en el pequeño pueblo de Johnson City, estado de Texas.
Cuando Elianne llega, su familia la espera en el porche. Su madre, Helen, le abre los brazos.
—Mi pequeña.
—Hola, mamá.
Se abrazan.
Clint, el abuelo la Elianne, se acerca a ella.
—Mi muchachita bonita. Te extrañé.
—Y yo ti, abuelo.
El padre de Elianne, Jhon, quien tiene las manos introducidas en los bolsillos mientras muerde una paja, observa a su hija detenidamente sin decir nada. Luego sonríe y le entiende los brazos.
—Ven aquí.
Elianne sonríe y lo abraza. Él la encarcela en sus brazos.
—Creo que ahora no te dejaré ir de vuelta.
Elianne forcejea con él.
—¡Papá!
Él ríe y la suelta.
Elianne mira hacia todos lados.
—¿Y Jordan? ¿En dónde está mi hermano? —pregunta emocionada.
—Lo vi hace un rato por el granero —dice respondiendo el abuelo.
—Entonces voy a buscarlo —se va hacia el granero.
En el camino se topa a su vieja mascota. Se trataba de un gallo color blanco.
—¡Copito!
El ave corre hacia ella, quien lo carga.
—¿Cómo está mi pequeño polluelo?
Lo carga hasta que ve a su hermano en el techo del granero. Al acercarse a Jordan sonríe.
—Jordan.
Este parece no oírla, por lo cual ella le grita.
—¡Jordan!
Se percata de que él tiene unos auriculares puestos, así que decide subir hacia el techo para poder verlo. Al llegar allí lo ve acostado con los ojos cerrados. Se acerca lentamente a él.
Antes de llegar, Jordan abre los ojos y la ve. Ella se sienta a su lado.
Jordan se quita los auriculares con pereza y la mira.
—Jordi, te andaba buscando.
Él se pone de pie.
—¿Tendría que haber estado en la alfombra roja que se extendía para recibir a su alteza real?
—No me refiero a eso. Es solo que hace tiempo no los veía y creí que...
—¿Que yo también tendría que estar como loco como todos aquí solo porque la niña perfecta viene a casa?
Elianne se queda en silencio.
—Ya suficiente tengo con que no se hable de más nada aquí que de ti.
—Ya hemos hablado de esto, Jordan.
—Corrección, ya hemos hablado de ti, como siempre —empieza a bajar del techo—. Siempre se trata de ti, Elianne —se va.
Elianne se queda allí sentada por un momento, pensando. Su hermano de dieciséis años siempre se ha sentido menos que ella en todos los aspectos, y ahora con eso de que ella se volvía famosa todo había empeorado. Él sentía que toda la atención de la familia era solo para Elianne, y aunque todos habían intentado hacerle ver que no era así, nada cambiaba. Jordan la rechazaba todo el tiempo, aunque ella trataba de ganarse su cariño.
Más tarde, ese mismo día, Elianne y Selene salen a caminar por las calles del pueblo.
—Entonces Jordan aún sigue con esa actitud hacia ti.
—No entiendo. Jamás he querido hacerlo sentir menos, ni mis papás tampoco lo hacen — suspira—. Realmente quiero entenderlo para hacerlo sentir mejor, pero no puedo.
—Jordan siempre ha sido difícil, y ahora que se junta con los vagos esos de Froylan y su pandilla, quienes todos sabemos que ellos en cosas buenas no andan, será peor.
—Ni me lo menciones. Aunque mi padre ha tratado de apartarlo de ellos, no lo logra.
Más adelante ambas pasan por su antigua escuela.
Elianne observa el lugar.
—Tengo tantos recuerdos de este sitio.
Se sientan bajo un árbol.
—¿Recuerdas cuando no queríamos salir de aquí? —pregunta Selene.
—Dirás que yo no quería salir de aquí.
—Bueno, sí, pero era por estar cerca de... —se detiene.
Elianne la mira.
—Ya, dilo. Ni que se tratara de Lord Voldemort.
—Es casi lo mismo, ya que es igual o hasta peor que Voldemort.
—Wesley Thompson es solo un idiota que me hizo quedar a mi como una tonta.
—No fue tu culpa. Tú solo te enamoraste y confiaste en la persona equivocada sin saberlo. Quien ama y entrega todo no tiene la culpa de nada. Pierde más el que no valora aquello.
Elianne mira hacia la hierba que yacía bajo sus pies.
—Por suerte Wesley se fue del pueblo, así que no creo que lo vea más por aquí.
—Y más con eso de que ahora es un modelo.
—Pues siempre fue guapo. Por algo yo, al igual que la mayoría de las chicas del colegio, nos enamoramos de él.
—Guapo, pero imbécil. Mejor ya no hablemos de él.
Elianne sonríe.
—Sí, tienes razón.
Las dos se levantan para irse. En ese momento ven a Jordan caminar con otros chicos, quienes se dirigen hacia el interior de la escuela.
—Ellos no pueden hacer eso —dice Selene—Se van a meter en líos.
Elianne camina hacia ellos
—No lo harán, o al menos no Jordan.
Cuando la ve, Jordan se sorprende.
—¿Elianne?
—Jordan, ¿a dónde vas?
—¿Qué haces aquí?
—Eso te pregunto yo.
Froylan, un chico desaliñado, mucho mayor que Jordan y líder de la pandilla, se acerca a ellos.
—Ya llegó la policía por ti, Jordi—Dice riendo.
Elianne lo fulmina con la mirada.
—Tú guarda silencio, que no es contigo.
Froylan ríe.
—¡Uy! ¡Qué poco amable!
Elianne pudo notar que Froylan tenía los ojos rojos. Además, su actitud era la de alguien que no estaba precisamente en sus cinco sentidos.
Por ello sujeta a su hermano de la mano.
—Jordan, vámonos.
Él se suelta de su agarre.
—¿Qué te pasa? No eres mi mamá. No voy a ninguna parte contigo.
Elianne insiste y le toma nuevamente la mano.
—¡Nos vamos ya!
Los otros chicos ríen, haciendo sentir avergonzado a Jordan. Antes de irse, Elianne le hace una advertencia a Froylan.
—Más te vale que no te le vuelvas a acercar a mi hermano, porque si lo haces no responderé de mí y mis acciones.
Froylan levanta las manos en señal de rendición y ríe, al igual que los demás chicos lo hacen.
Con dificultad, Elianne se lleva arrastrando a su hermano.
Una vez en la casa, ella lleva a Jordan hacia el granero para poder hablar con él sin que el resto de la familia los escuchen.
—Jordan, entiende que no podía dejarte con esos chicos.
—Por qué hiciste eso? ¡No tenías derecho!
—Porque no te iba a dejar con ese drogadicto. ¿Qué no te das cuenta de que esos chicos no son buenas compañías?
—Mejor métete en tus asuntos y no en los míos.
Elianne se pone las manos en la cintura, mira hacia el techo del granero y luego exhala.
—Dime algo, ¿acaso tú también has consumido esas cosas?
Jordan no le responde.
—¡Contesta!
—¡No he consumido nada, entrometida fastidiosa! Y ya déjame en paz.
Elianne respira profundo y se acerca a él.
—Hermanito, deja de comportarte así. No haces bien.
—Claro, porque como tú eres perfecta puedes decirme qué hacer.
—Por favor, escúchame. No arruines tu vida por andar en malos pasos.
Jordan mira hacia otro lado y ríe.
—Como si a alguien le importara eso —se va.
Elianne se pasa una mano por el cabello y suspira. No sabía cómo más intentar ayudarlo.
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