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un contenedor

¡Hola otra vez! Soy yo, Luna. Me pregunto si algún día leerás esto y entenderás lo que es estar atrapada en mi vida. Aunque ahora mismo, la palabra "atrapada" tiene un significado muy literal.No sé cuánto tiempo ha pasado. Me desperté en completa oscuridad, con un olor tan horrible que casi vomito al instante. Estaba acurrucada en un espacio estrecho, con algo pegajoso y frío bajo mis manos. Intenté moverme, pero me golpeé la cabeza contra algo duro. Fue entonces cuando lo entendí: estaba dentro de un contenedor de basura.Al principio, pensé que estaba soñando. Intenté convencerme de que todo esto era una pesadilla más, de esas que tengo cada noche. Pero no era un sueño. El dolor de mi cabeza era demasiado real, y el hedor, insoportable. Intenté recordar cómo había llegado aquí, pero mi mente era un lío. Lo último que recuerdo es a mi hermana riéndose mientras decía algo sobre "darme el lugar que merezco".Empujé con todas mis fuerzas la tapa del contenedor, pero no se movió. Estaba cerrada. Mi corazón comenzó a latir más y más rápido. El aire dentro era pesado y denso, y sentía que me faltaba la respiración. "No, no, no", repetía una y otra vez, con la voz temblorosa y apenas un hilo de sonido saliendo de mi garganta. Golpeé la tapa, primero con suavidad, luego con desesperación. Mis manos se llenaron de cortes por los bordes afilados de algo que no podía ver. "¡Ayuda! ¡Por favor, alguien ayúde!", gritar era lo único que podía hacer. Pero sabía que nadie iba a venir.Entonces sentí el primer movimiento. Fue un tirón brusco, como si el contenedor entero se hubiera levantado del suelo. Escuché un ruido metálico y los motores de algo grande. "No, no, no", susurre, mordiéndome los labios hasta que sentí el sabor de la sangre. Estaban recogiendo el contenedor. Iban a vaciarlo.El contenedor se inclinó de repente, y todo dentro de él comenzó a deslizarse. Intenté agarrarme de algo, cualquier cosa, pero era imposible. La tapa se abrió de golpe, y caí con toda la basura dentro de un camión de recogida. Estaba atrapada entre bolsas de desperdicios, restos de comida podrida y cosas que no quería ni imaginar. El olor era tan fuerte que mis ojos comenzaron a llorar, aunque no sé si era por el hedor o por el miedo. Todo mi cuerpo temblaba.Sentía cómo el camión comenzaba a moverse, llevándome con él. Pensé que era el final. Que me iban a aplastar, que no habría forma de salir de aquí. Pero entonces, algo dentro de mí dijo: "Tienes que hacerlo. Tienes que salir". Reuniendo todo el valor que me quedaba, comencé a escalar entre la basura, buscando una salida. Era difícil; mis manos resbalaban, y cada vez que avanzaba un poco, algo más me arrastraba hacia abajo. Pero seguí intentándolo, porque no podía rendirme.Finalmente, llegué a la parte superior de la pila. El camión estaba en movimiento, pero la parte trasera estaba abierta. Podía saltar. ¡Podía hacerlo! Respiré hondo y me lanzé. Pero algo salió mal. Mi pie quedó atrapado por un segundo, y cuando logre liberarme, ya era tarde. Mi cuerpo no cayó como esperaba. Me estrellé contra el suelo de cara. Todo mi peso impactó en mi rostro, y el dolor fue tan intenso que me dejó paralizada.La sangre comenzó a correr por mi nariz y mi boca. Mis labios estaban partidos, y podía sentir pedazos de piel desprendiéndose de mi mejilla. Mi cabeza daba vueltas, y durante unos segundos, no podía moverme. Estaba tumbada en el suelo, escuchando el ruido del camión alejarse, sintiendo cómo mi vida se deslizaba fuera de mí.Fue entonces cuando lo vi. Entre la niebla de mis ojos llorosos, vi una figura que se acercaba. Era un chico, de mi edad, con un cabello oscuro que brillaba bajo la luz del sol. Sus ojos eran tan brillantes que parecían dos estrellas. Se inclinó hacia mí, mirándome con preocupación."¿Estás bien?", me dijo, con una voz suave y dulce, tan diferente a todo lo que había conocido.Intenté responder, pero las palabras no salieron. Mi cuerpo ya no respondía. Mis ojos se cerraron lentamente, y lo último que vi antes de desmayarme fue su rostro preocupado. Por primera vez en mi vida, alguien parecía importarle cómo estaba. Y con ese pensamiento, todo se volvió negro.

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