Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 61

Con tantas emociones vividas en sus sesenta y ocho años de vida, el padre Ceferino falleció diecisiete días después de Antoon. Fue el final del martirio en las articulaciones por causa de la artritis. Hacía una semana que no celebraba la eucaristía cuando el dolor era insoportable, que fortalecido por una infección en la garganta y fiebre, había adquirido, en cuestión de dos días, una debilidad suprema que lo marginó a la estrechez de la habitación.

Un médico amigo le hizo el favor de atenderlo en la casa cural. Las defensas estaban tan bajas que corría el riesgo de quedar vulnerable a los gérmenes. Le medicó fármacos y le sugirió algunos alimentos para potenciar las defensas del cuerpo. La hostia sagrada no estaba entre ellos, por lo que se abstuvo de recibir a Jesús como alimento por algunos días, y a cambio de vino de consagrar, debió tomar un poco de jarabe.

La curia envió a un joven sacerdote para que lo reemplazara durante su enfermedad. Estaba lejos de imaginar que esa sería su nueva casa.

El padre Ceferino pasó parte de la última noche de incapacidad rezando en su habitación antes de acostarse. La luz permaneció encendida después de la aromática que le llevara la señora del servicio doméstico. El obispo Godewyn fue avisado por el diácono que lo asistía en ciertas celebraciones, cuando no se hizo presente a la hora de la misa y debió acudir a la casa cural. Se supone que ese día retornaba a su oficio, y el joven sacerdote, ya se había marchado desde el día anterior. Estaba tendido sobre la cama con una sonrisa placentera y profunda dibujada en el rostro. No había duda que murió feliz. Se marchó con la jocosidad que lo caracterizaba en la comunidad. La señora del servicio se echó varias bendiciones antes de hacer sus conjeturas. Según ella, luego de la última aromática, lo escuchó conversar con alguien de su partida.

La policía supuso que estaba delirando y se refería a su viaje póstumo, cuando en el celular, no había registrada una sola llamada de aquel día. No faltó aquel que mirara de reojo la imagen de la santa Iraíla, que descansaba sobre un pequeño estante de madera, a un costado de la habitación.

Las exequias fueron precedidas por el obispo Godewyn y el joven sacerdote que lo suplió. Fue el adiós para el animoso padre Ceferino. El desfile de la comunidad parecía interminable. Docenas de eclesiásticos se hicieron presentes en el templo que, de pronto, adquirió el ambiente de una abadía; lo despidieron junto a la comunidad que lo albergó, y hasta los sicólogos de la clínica de reposo se hicieron presentes. Habría deseado que Iraíla le cantara como al padre Cleonzio. Quizá lo hizo en la dimensión de las almas.

Abigaíl y Gisele lo acompañaron con padrenuestros y plegarias... Se supone que en su nueva naturaleza tendría la facultad de contactar a Iraíla, y porque no, a Antoon.

Al siguiente sábado, antes de la misa, el Papa extendió sus condolencias desde la plaza de San Pedro en el Vaticano, que florecía de miles de cristianos, realzando su labor e intercesión por Iraíla. La noticia igual se expandió por la televisión. Por sus intervenciones, se hizo acreedor a unos minutos de protagonismo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro