Agustín
He estado solo eternidades.
Sé perfectamente a qué edad empecé a vivir solo, a qué edad él se fue y ya no volvió, sé cuántos años he andado a la deriva por esta casa, cuántos meses he olido a soledad... y, sin embargo, la medida del tiempo no coincide con la experiencia de mi cuerpo. Me miro al espejo y veo eternidades.
La veo dormida en el sillón y tengo miedo, siempre tengo miedo. Sé que ella también tiene vidas y vidas de soledad arrastrándole en la mirada, sé que los dos tenemos miedo. Hemos aprendido a ser luciérnagas solitarias, y por eso no sabemos brillar, hemos aprendido a sobrevivir y con eso ha sido suficiente. No tengo miedo a seguir solo, eso sería como tener miedo a que la piedra sea más piedra, tengo miedo a permitirle que entre, de una vez por todas, y que ella diga no, o que después se vaya, o que después...
El teléfono suena, su trabajo nunca duerme, nunca muere.
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