Epílogo: Algún día
—¿QUÉ PASÓ CON los humanos en estos cuarenta años que no estuvimos? ¿Cambiaron su forma de actuar? —preguntó Nepen llena de curiosidad mientras caminaba por el bosque de la mano de Liam.
Hacía apenas algunos días que habían despertado de nuevo a la vida y aún tenía muchas interrogantes sin respuesta.
Liam suspiró y la miró fijo.
—No, no cambiaron. Les llevará tiempo hacerlo... —explicó pensativo.
—¿A qué te refieres? —inquirió ella frunciendo el ceño.
—Luego de la batalla, Selene decidió que lo mejor era borrar todo recuerdo sobre nosotros de sus pensamientos.
—Pero... ¿de qué sirvió la lucha entonces? Nos costó mucho esfuerzo lograr que se unieran y ayudaran a la causa.
Liam asintió y miró el cielo. La mañana despuntaba limpia y luminosa, sería un día cálido.
—Sí, lo sé —dijo luego de unos instantes en silencio—, pero debemos mantenernos en secreto. Ellos deben aprender por sí mismos a dejar de lado la maldad. Deben unirse porque lo desean y apartar el odio y la envidia por cuenta propia... —comentó en susurros.
—Al menos podré ir a ver a Melu. En su tribu, siguen manteniendo vivas sus leyendas sobre nosotros. Necesito pedirle disculpas por Maoko. Necesito saber que ella ha podido aceptar el destino de su hermano.
—Ella sabrá entenderte. Para los humanos, cuarenta años es muchísimo tiempo. Y maduran tan rápido... Además, a diferencia de muchos otros, su tribu recuerda nuestra existencia y vive en comunidad con el bosque. Son parte misma de la naturaleza, porque la han incluido en su vida diaria y la respetan como corresponde.
—Me dan pena los humanos del pueblo. Si no les enseñamos, ¿cómo aprenderán?
—Lo harán solos. Si saben que estamos para luchar sus batallas, puede que en vez de evolucionar para bien, caigan aún más en el mal, porque sabrían que cuentan con nosotros para destruir a los Demons y no se preocuparían en mejorar o hacer las cosas como corresponden.
—Igual, me parece injusto —señaló la Guardiana frunciendo el ceño—. El pueblo combatió junto a nosotros. Ellos creyeron en nuestras palabras y ayudaron aún cuando sus vidas corrían peligro. Me gustaría que pudieran recordar ese logro.
—Alcanzarán mejores metas, ya lo verás. Y cuando el mal nazca de nuevo y surjan nuevos Demons, ahí estaremos, para defenderlos sin que lo sepan —la sonrisa de Liam iluminaba su rostro.
—¿Y qué pasará mientras tanto? ¿Seguiremos siendo invisibles a sus ojos mientras luchemos como Guardianes? —preguntó ansiosa.
—Sí. De vez en cuando, algún humano perceptivo, abierto a la maravilla de la vida y la naturaleza, podrá oírnos si viene a estas tierras de visita, pero solo seremos pasos en el bosque. No habrá sombras ni huellas, apenas el murmullo de nuestros pasos.
Liam miró a Nepen y sonrió, estrechándola contra él en un suave abrazo mientras continuaba hablando:
—Algún día ocurrirá que llegará el momento, el día en que los humanos despierten y vean la fuerza, el trabajo y dedicación de Dios por este mundo. Cuando traten de cuidar la vida en este planeta, ese día podrán vernos. Pero hasta ese momento...
—Sí, ya entendí —dijo la muchacha antes de besarlo con dulzura—. Seremos solo pasos en el bosque.
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