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Capítulo 36: Opciones

—¿QUÉ ALTERNATIVAS TENEMOS? —preguntó Reuen.

El clan Hidden casi en su totalidad se hallaba en el claro, a la espera de iniciar el debate. La guardia se mantenía con el número mínimo de Protectores, que estaban en contacto con sus compañeros a través de sus pensamientos.

—Es una locura lo que pretende Urso. No podemos darle acceso a nuestras tierras y dejar que haga y deshaga a su antojo —Nepen fruncía el ceño, pensativa.

Liam no hablaba. Se limitaba a observar el cielo con los brazos cruzados y la cabeza un poco hacia el costado. Estaba a la defensiva con él mismo. Luchando en pensamientos, trataba de buscar la mejor opción a seguir.

—No es mala idea —comentó Abdiel—. Podríamos plantar barreras, prohibirle acercarse a las zonas pobladas y dejarlo moverse por el bosque. Mientras los humanos no se vean afectados, ¿qué hay de malo en permitir que Urso se alimente de la energía oscura que generan las personas?

—Nuestro trabajo es exterminar Demons, no darle medios para que subsistan, Abdiel —el Líder de los Hidden hablaba tranquilo, midiendo las palabras para evitar una pelea—. ¿De qué vale nuestra existencia en el mundo si vamos a hacerle fácil la vida a los Oscuros?

—Pero los otros clanes ya han avisado que prefieren prepararse para defender sus tierras que venir a ayudarnos. Estamos solos en esta cuestión y Urso ofrece una suerte de tregua —el Guardián de blancos cabellos caminaba de un lado al otro, observando a su Jefe—. Además, ¿no has pensado que Urso tiene razón en algo? Los Oscuros piensan, sienten. Esta es la primera vez que se comunican con nosotros, de acuerdo. ¿Pero qué tal si ha sido un error destruirlos todos estos milenios? ¿Si realmente merecen estar en el mundo?

Liam miró fijo a Abdiel y desvió luego la mirada hacia los demás Protectores presentes. El miedo y las dudas surgían en los pensamientos de los miembros del clan y muchos parecían coincidir con la idea del guerrero albino.

—No es como te imaginas —Liam negó con un gesto y sus labios formaron una fina línea antes de continuar hablando—. Urso puede estar formando un ejército o manejarse solo. Como sea, si le damos medios de subsistencia, él ganará fuerza y poder y nada nos asegura que no se rebele y plante batalla. Si eso ocurre, tendremos menos oportunidades de ganarle de las que poseemos ahora.

El flujo de pensamientos del clan fluctuaba entre la propuesta de Abdiel y las explicaciones del Jefe. Ambos guardaban algo de razón en sus planteos. La cuestión consistía en qué hacer y cómo proteger a los humanos a la par de hacerle frente al Demon y quitarlo del camino de una vez y por todas. No sería sencillo, pero tampoco podían darse por vencidos de antemano.

—Hay otra cuestión —señaló Selene—. Si aceptamos el pedido de Urso, estaremos dándole a entender a los otros clanes que ya no cumpliremos nuestro trabajo. Tengan por seguro que si no caemos en manos de algún Demon poderoso, pereceremos enfrentando a los Guardianes vecinos. Ellos no perdonarán que nos vendamos de esa manera. Yo misma no lo perdonaría, si debo ser sincera.

—¿O sea que esas son nuestras opciones? —cuestionó Abdiel—. ¿Continuar con un genocidio o ser exterminados por los de nuestra especie por tratar de respetar a otras formas de vida?

—No son vida, Abdiel. Los Oscuros son muerte y caos —la voz de Nepen sonaba sombría.

Abdiel gruñó, viendo que las posibilidades de seguir su idea se esfumaban tras justificaciones reales.

—Votemos —pidió Liam—. ¿Quiénes están dispuestos a aceptar la propuesta de Urso?

El silencio se instauró en el claro. Abdiel suspiró y se abstuvo de votar.

—¿Quién irá a la batalla contra Urso?

Todos levantaron la mano. El Líder de los Hidden observó al Guardián de blancos cabellos que, resignado, aceptaba ir a favor de lo que pedían sus compañeros.

—Bien. Tenemos un día y medio para prepararnos. Pelearemos y ganaremos o caeremos en el intento. Pero no nos venderemos, ¡nunca!

Al grito de Liam, los miembros del clan estallaron en aplausos y ovaciones. La confianza que mostraba el Jefe les infería fuerzas.

Abdiel, sin embargo, seguía con sus dudas. Cuando los demás se retiraron, procuró hacer tiempo para enfrentar a solas a Liam y pedirle que recapacitara sobre el asunto que tenían entre manos.

—Vas a lograr nuestra ruina —le dijo molesto—. No entiendo cómo eres tan necio. El clan depende de ti. Tus decisiones nos afectan. Lo recuerdas, ¿verdad?

Liam miró a su amigo sin dar crédito a lo que escuchaba.

—Ve un poco más allá—continuó Abdiel—. Hemos perdido a cinco compañeros en los últimos meses y parece que el asunto es algo del pasado. No pudimos darle una despedida adecuada ni saber qué ocurrió en verdad con ellos. Juro que no entiendo qué sucedió contigo. Jamás creí que llegaría el día en que te vería actuar sin pensar en tu clan, en tu familia.

—¡He dado todo por ustedes! Abandoné mis propios anhelos por acompañar al grupo. Olvidé cómo vivir, luchando a su lado...

—Mientes. Lo has hecho todo por Nepen, no por nosotros. A ti no te preocupaba perder una compañera de batalla, te dolía la idea de perder a la mujer que amas.

Incapaz de tolerar la verdad escondida en las palabras de Abdiel, Liam se lanzó sobre él y su compañero lo recibió dispuesto a luchar sin problema.

Cayeron juntos al suelo y el impulso los obligó a rodar, de manera que Abdiel quedó sentado sobre Liam, sujetándole las caderas con las piernas. Gruñendo, el Luchador elevó su puño y dio un golpe de lleno en el rostro de su Jefe.

No precisó escuchar el quejido de Liam. La sangre que comenzó a brotar de la nariz del Líder hizo que Abdiel se detuviera en seco. La culpa había desfigurado su rostro.

—Liam... —murmuró, intentando ayudarlo a incorporarse.

—No necesito tu ayuda. Ya bastante hiciste.

Los ojos de Abdiel se habían abierto como platos. Intentaba detener la hemorragia de su nariz con los dedos.

—No entiendes. Piensa un poco —Abdiel se quitó su oscura campera de algodón y se la pasó a Liam para que se limpiara el rostro—. ¿No era ley absoluta el hecho de que los Guardianes no sangramos?

—Se suponía que así era. Los animales y humanos no pueden dañarnos. Los Oscuros solo nos desfragmentan.

—Otros Protectores pueden lastimarnos sin problema. Si no, explica lo que acabo de hacerte.

Liam contempló la prenda que tenía en sus manos, que ya comenzaba a emanar el típico olor a óxido de la sangre al entrar en contacto con el aire.

—¿Sasha y los demás fueron atacados por un Guardián? —preguntó sin dar crédito a sus palabras.

—Eso pensé por un segundo. ¿Un Guardián que se volvió loco? No. Habríamos percibido algo así cuando nos conectamos con la conciencia colectiva. Pero, ¿y si un Oscuro se alimentó de partículas puras, adquiriendo algunas de nuestras características?

—Lo terrible es que no podemos asegurar si fue uno o fueron varios los Demons comprometidos ni tampoco demostrar cómo lo lograron sin llamar nuestra atención.

—¿Recuerdas aquellos episodios en que debimos eliminar a varios humanos porque sus cuerpos habían sido usurpados por Oscuros? ¿Y si quien atacó a nuestros compañeros estaba ocupando también un cuerpo humano?

—Eso explicaría por qué las emboscadas ocurrieron sin poder preverlas —el Jefe se llevó las manos a la cabeza, culpándose por no haber pensado en todo aquello mucho antes.

—Si nosotros vivimos la caza de aquellos humanos como algo difícil dado lo bien mimetizados que estaban los Demons, los Guardianes que eran más jóvenes y tenían poca experiencia llevaban todas las de perder ante ese tipo de encuentros.

—Exacto. No atacaron a Protectores milenarios, sino a guerreros que tenían pocos siglos de vida. Sabían lo que hacían y eso también muestra que no son Oscuros simples o de bajo nivel energético.

—Por otro lado, todos los guerreros desaparecidos estaban adoptando el aspecto humano al momento de los ataques, la imagen más semejante a la esencia Guardián —agregó Abdiel—. Fíjate que Dago resultó indemne el mismo día que Ciara y Queyla desaparecieron. Él estaba trabajando bajo la forma de un lince.

—Además, recibieron ataques en puntos vitales para los humanos. Eso quiere decir que los forzaron al límite. Necesitaban que los guerreros se sintieran en peligro para que sus esencias se mostraran como perfectamente humanas. Se aprovecharon de una de nuestras fortalezas para evitar que los descubriéramos e impedir que pudiéramos seguirles el rastro.

Liam y Abdiel se miraron en silencio, comprendiendo la magnitud de aquello que estaban razonando.

—Entonces, bien podría suceder que aún estén vivos —dijo luego de unos minutos el Luchador.

—Sí, pero no debe de significar nada bueno —replicó el Jefe—. Temo de lo que sea capaz Urso, porque sin duda él debe estar metido en todo este asunto. No imagino otra forma de saber tantos ataques tan bien sincronizados en un área tan pequeña y logrando escapar de nuestros Rastreadores y Vigías.

—Tal vez los ofrezca como pago si te niegas a la tregua que solicitó.

—Lo dudo. No los mencionó siquiera. Si tuviera planeado hacer algo así, habría intentado el chantaje desde el primer momento.

—Deberemos esperar lo peor el día de la batalla. Tienes razón, no podemos darle ninguna oportunidad. Hay que enfrentar a Urso y destruirlo de una vez y por todas.

—¡Al fin nos vamos poniendo de acuerdo! —Liam sonreía levemente—. Lástima que tuvimos que trenzarnos en una pelea para lograrlo.

Abdiel se disculpó, avergonzado. Sabía que su amigo podía llegar a ser muy terco cuando se le cruzaba una idea por la cabeza. Él mismo se convertía en un muro de roca sólida cuando alguien pretendía hacerle cambiar de parecer. Después de todo, no eran tan diferentes. Tal vez por eso se apreciaban tanto, aunque pasaran gran parte del tiempo riñendo por nimiedades.

Sin perder tiempo, dieron voz de alarma. Seguirían con su mutismo respecto a revelar el asunto de las desapariciones a los clanes vecinos, pero comenzarían a ser más precavidos. Sasha y los demás debían de estar en algún sitio no muy lejano. Liam ya se preparaba para enfrentarse a cualquier situación extrema generada por Urso. El clan lo acompañaría, como siempre había ocurrido desde el inicio de los tiempos.

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