Capítulo 35: Señal
"LA GENTE DEL pueblo está peleando entre sí sin razón alguna. ¿Es la señal que esperábamos?", la desesperación de Dago hizo estremecer a al grupo.
Antes de que el Jefe pudiera responder, todos se sintieron golpeados por los angustiantes pensamientos de Darlyne.
"¡No puedo encontrar a Bakan! ¡Salimos a patrullar y no siento su esencia!".
De inmediato, los Protectores que no estaban de guardia, salieron a rastrillar el bosque, en busca del Guardián desaparecido. Temían lo peor, viendo la cantidad de compañeros que habían desaparecido en la profundidad del bosque sin encontrar explicaciones.
Liam aprovechó su forma animal y voló alto, tanto como podía, tratando de localizar al guerrero.
Unos minutos más tarde, cuando aún no encontraban rastro de él, Bakan se dejó escuchar:
"¡Liam, no sabes! ¡Tendrías que ver lo que ha ocurrido!".
El alivio se percibió en la mente colectiva de los Guardianes como una brisa tibia.
"Cálmate y cuéntanos lo que has visto. Te escuchamos", respondió el Jefe tratando de mantener la calma.
Los que se habían dedicado a la pesquisa, se dirigieron hacia el claro mientras atendían a los pensamientos del Protector.
"Salí a vigilar con Darlyne, cuando sentí una esencia extraña y un olor nauseabundo. Empecé a rastrearlo y encontré los restos de un lince. Por el olor, parecía que el animal había muerto hacía días. Su cuerpo estaba destrozado, como si lo hubiese atacado una bestia enloquecida, pero al acercarme comprobé que apenas llevaba muerto unas horas. Su esencia me llenó de intranquilidad. No era una esencia puramente animal, allí había un rastro de Oscuros...".
Un silencio absoluto se elevó en torno a todo el clan, mientras Bakan continuaba hablando:
"Seguí la pista y llegué a una reserva indígena. Generando un escudo, entré a la reserva y escuché lo que el jefe les decía a sus compañeros. Al parecer, se le apareció un lince y le habló. ¿Me escuchan? ¡El animal habló! Instigó al líder a luchar, a declarar la guerra contra las comunidades cercanas y solo hay un pueblo en la misma región".
Esas últimas palabras causaron estragos en el grupo, mientras las imágenes de lo que había visto Bakan inundaban los pensamientos de los Guardianes. Los únicos emplazamientos humanos de la región estaban afectadas por Oscuros. Todo era obra de los Demons.
¡¿Cómo no ponerse nerviosos?! Les había costado mucho esfuerzo lograr que la tribu plantara tregua y desistiera de sus reclamos en el pueblo. Ahora, el descontrol nacía en ambas comunidades de forma aislada, por culpa de los Demons. Aquello mostraba demasiada complejidad para criaturas de baja inteligencia. Un ser más evolucionado y poderoso debía ser el verdadero responsable. Sin duda alguna, Urso estaba detrás de todo eso.
La señal que había mencionado Ciara se había mostrado. La guerra comenzaría pronto.
"Esto se pone cada vez peor". Milena hablaba desde la frontera sur del condado.
"¿Qué ocurre?". Los pensamientos de Liam trataban de ser fríos, pero se percibía su preocupación.
"Un Guardián del clan Bursen me dijo que en su región han habido cientos de muertes. Suicidios, asesinatos... En la ciudad, las morgues y cementerios no dan abasto. No han podido determinar dónde se encuentra el Oscuro que origina todo esto. Muchos Protectores están de patrullaje, rastreando la zona. Parece otra obra de Urso". Las palabras de Milena generaban más expectación en sus compañeros. "Creo que Reuen logró el permiso para quedarse más por el temor de lo que ella pueda acarrear si regresa al condado Bursen que por camaradería para con Nepen".
El Jefe asintió y suspiró, procurando pensar con claridad.
"Aquí también...".
Randall venía de regreso de la frontera este, que lindaba con el condado del clan Glaussier.
"Aquí también hay muchas muertes inexplicables. Asesinatos a sangre fría, decenas de niños muertos en terribles accidentes. El Jefe de la región no sabe qué hacer".
"Y en el oeste pasa lo mismo. Hasta hace unas horas, en muchas escuelas y hospitales han ingresado personas armadas disparando a quemarropa. Parece un ataque terrorista, pero el Jefe de los Aumins sabe que es un Demon. Ahora, de pronto todo se calmó". Noah parecía no creer lo que veía y transmitía al grupo.
El Líder de los Hidden gruñó sin poder evitarlo.
—Quedamos nosotros —comentó furioso—. Urso nos está acorralando. Viene a enfrentarnos y ha dejado una estela de crímenes a su paso. Les está diciendo a los otros clanes que puede hacer todo eso y mucho más. Es obvio que ellos no vendrán a ayudarnos con los problemas que deben lidiar.
—Es una locura —Nepen ocultaba el rostro entre sus manos—. Si nos aniquila, luego irá por los demás, eso es seguro.
Los Protectores que estaban congregados en el claro miraron preocupados a la Escudo. Hasta el mismo Jefe tenía los ojos fijos en Nepen.
Reuen supo comprender el miedo de Liam. La cuestión no pasaba por la proximidad de la batalla. El mayor problema era Urso, que una vez más se acercaba a Nepen. Liam no permitiría que nada la lastimara, evitaría a toda costa que ella resultara herida de nuevo. Ya se lo había dicho: estaba dispuesto a luchar hasta el límite de sus fuerzas de ser necesario.
—Lo enfrentaremos y venceremos. De una vez y por todas destruiremos a ese Oscuro —aseguró el Líder con voz fría.
El clan disolvió la reunión con la misma velocidad con que se habían congregado para hablar. Había guardias que cumplir y turnos por completar. Aun con la amenaza latente de Urso, debían cuidar de su territorio. El tiempo los enfrentaría al Demon cuando fuera necesario. Ellos esperarían mientras tanto.
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Tres días más tarde del paseo de Bakan por la reserva indígena, los noticieros mostraban al jefe de la tribu exigiendo a los pueblerinos que abandonaran sus casas. En tanto, en las calles del pueblo se había desencadenado una batalla campal. No había ojos ni oídos para atender la afrenta que prometían los indígenas o para pensar un método de defensa.
El ejército canadiense había desplegado sus tropas a fin de intervenir y solucionar la situación. Liam, sabiendo que todo se debía al accionar de Urso, había dado orden de generar Muros para alejar las fuerzas armadas tanto como fuera posible.
Cada día, un grupo distinto de Guardianes se dedicaban a generar varias barreras que ocultaban todo camino de acceso al pueblo y convertían el lugar implicado en una suerte de punto ciego. Los militares no podrían llegar a la zona problemática. Todo quedaba en mano de los Hidden.
Habían rastrillado cada rincón de la zona sin encontrar rastro de Urso ni ningún otro Demon.
—¡Liam! —llamó Selene mientras descansaban de las prácticas de defensa y ataque cotidianas.
Su cabello peinado en una coleta alta le hacía lucir más adulta y seria.
—¿Qué sucede? —inquirió el Jefe, asintiendo con un leve gesto de su cabeza.
—Creo saber por qué no detectamos a Urso.
Los presentes la observaron sin emitir palabra alguna, ansiosos por lo que tenía para decir.
—Te escucho —indicó Liam.
—Si nosotros trabajamos y logramos ocultar nuestra esencia, entonces también debemos considerar la posibilidad de que Urso haya crecido alimentándose de otros Oscuros o incluso de partículas Guardián. Con un poder así, puede que él también sea capaz de ocultar su esencia.
—¿Cómo haremos para encontrarlo si ocurre lo que tú dices? —preguntó Nepen, que había escuchado en silencio la conversación, al igual que sus compañeros.
—Debemos guiarnos por los cambios en el bosque o en el pueblo. No nos queda otra opción —anunció Selene.
Desde lejos, Milena llamó la atención del clan:
"Chicos, detecté un patrón".
Los que estaban entrenando dejaron todo de lado y se reunieron en el claro, a la espera de las noticias que les daría el grupo que estaba cuidando el condado.
"Bueno, el rastro es muy claro. La tribu se ha desplazado hasta las afueras del pueblo y en su camino, hemos encontrado varios animales muertos, con iguales características que el lince que encontró Bakan hace unos días", explicó Milena.
"Es muy claro. Los Oscuros empujan a los indígenas a atacar al pueblo y en el pueblo las peleas no cesan", agregó Dago.
"El jefe ha anunciado que si en cuarenta y ocho horas la gente no abandona el pueblo, arrasarán con todos y con todo a su paso", indicó Milena. "Al parecer, el cacique ha recibido una oferta muy provechosa que no puede negar. Según entendí, le han prometido que nadie perecerá en la contienda y que les devolverán la vida a los caídos en batalla. ¡Como si eso fuera posible!".
Su tono de voz era demasiado tranquilo. El tono que solo empleaba cuando sentía que algo andaba muy mal.
En el claro, los Guardianes miraban expectantes a través de los ojos de quienes patrullaban, atendiendo a sus pensamientos.
"Creo entender lo que ocurre. Urso está usurpando seres vivos, por eso al retirarse el cuerpo de las criaturas afectada sufren tanto. Los otros Demons habían tomado cuerpos ya fallecidos", apuntó Dago.
"Ese mismo sería su método para llevar adelante su falsa promesa. Se valdrán de ocupar los cuerpos sin vida de los guerreros indígenas y convencerán a la tribu de que están de su lado", Liam miró a Nepen, sin darle palabras a su mayor temor.
"Chicos, yo estoy a unos veinte kilómetros de su posición y encontré algo particular. Un lince pequeño camina entre los árboles y a su paso, los animales, incluso los osos, huyen o se ocultan. Creo que se trata de Urso...", avisó Abdiel. Él también estaba de rastreo, pero en dirección opuesta al pueblo.
El grupo guardó silencio, esperando más información del Guardián.
"Liam, el lince viene hacia mí. ¿Ataco?", el Protector pensaba enfrentarse al Oscuro sin más ayuda, aunque fuera un acto suicida.
"Genera un campo para escudarte y observa lo que hace. No tienes tiempo para escapar de allí y salir ileso en el intento", recomendó el Jefe.
"¡IDIOTAS!", una voz profunda y gutural se dejaba escuchar en el pensamiento de los Protectores, a través de Abdiel. "¿Piensan que pueden detenerme? ¿Que son gran cosa frente a mí? Yo soy Urso, el Oscuro más grande. Soy quien gobernará todo, luego de destruirlos".
La conciencia colectiva de los Guardianes parecía infectada, como si el zumbido de miles de moscas revoloteando alrededor de un cadáver se sintiera en sus cabezas. Liam percibía el pavor creciendo en cada uno de ellos, a punto de caer en el pánico grupal. Se forzó a sí mismo a responder. No iba a dejarse llevar por esa voz de ultratumba.
"¿Qué quieres, Urso?", Liam se mostró irritado. "No te tenemos miedo, por si acaso lo dudabas".
La criatura se rió en sus mentes. No había cómo engañarlo con eso. El miedo de los Guardianes era evidente. Pero Liam había conseguido trocar su miedo por ira, y le costaba mucho esfuerzo mantener la calma.
"Tengo un trato para proponerte", dijo Urso entre carcajadas, "Los humanos no tienen por qué morir. Sabes mejor que nadie que no me sirve de nada si no viven y generan partículas oscuras para alimentarme. Dame libertad y espacio para mantenerme y sustentar a mis vasallos. Prometo no molestarte ni agredir a tus soldados".
Liam observó a sus compañeros con la mirada teñida de dudas y preocupaciones. Sabía que la respuesta que escogiera no sería aceptada por todos, o que lo cuestionarían al menos en un principio.
"No puedes pedirme algo así. Mi trabajo es destruir criaturas como tú, no darte pase libre por las tierras que protejo", replicó con tono cortante.
"¿Es que acaso ustedes son los únicos que tienen derecho a vivir, a disfrutar del mundo?". La voz de Urso les hacía palpitar la cabeza. "¿Por qué solo ustedes y los humanos pueden vivir en este mundo?".
"Ustedes nacen del odio, de la muerte y la crueldad. ¡No podemos permitir que existan y perpetúen algo así!".
"Tú mismo sientes odio ahora, Liam. Quieres sangre, venganza. ¿De verdad te crees mejor que yo?".
La cabeza de Liam daba vueltas. Sentía como si una jaqueca estuviese a punto de estallar.
"Nosotros no matamos animales para usar sus cuerpos, ni incitamos a los humanos a hacerse daño...".
"No, solo nos destruyen a nosotros, incluso antes de que empecemos a desarrollarnos. Eres un completo idiota, Liam. Serás el responsable de la caída de tu clan, ¿lo sabes?", gruñó el Oscuro.
El Líder de los Hidden percibió el reclamo del grupo. Se limitó a responder:
"Dame tiempo. Necesito pensar mi respuesta definitiva. No depende de mí. Soy el Jefe, pero la opinión de mis compañeros pesa tanto como la mía".
"Bien. Ya que la tribu atacará al pueblo dentro de dos días, cuando caiga el atardecer, ¿qué te parece si vienes a confrontarme antes? ¿Digamos en treinta y seis horas? En el mismo lugar que la última vez. Ten en cuenta que si rechazas mi pedido, estarás aceptando luchar contra mí", amenazó la bestia.
Liam nada replicó.
"Puedes detener la guerra entre los humanos, basta con que aceptes mi pedido". La voz de Urso sonaba casi cordial. "O puedes enfrentarme e intentar ganar. Si me derrotas, tendrás tiempo para detener la batalla entre los indígenas y el pueblo". El tono de voz del Oscuro volvió a reverberar en la cabeza de los Guardianes. "De cualquier forma, serán responsable de la destrucción de seres pensantes, de seres que sienten, al igual que ustedes. No me cabe duda de que les gusta esa perspectiva. Sé que disfrutan haciéndonos sufrir de la forma en que lo han hecho desde el principio de los tiempos. Por eso, si me enfrentan y gano, será un placer destrozar a cada Guardián del condado y provocar el caos entre los humanos. Nadie estará a salvo, te lo aseguro", la voz de Urso desapareció en un rugido.
"Abdiel, ¿estás bien?", inquirió Darlyne preocupada.
En el claro, los integrantes del clan estaban inmóviles, tratando de asimilar las palabras del Oscuro.
"Sí. No se preocupen. Voy camino a reunirme con ustedes. Debemos discutir la propuesta de Urso", los pensamientos de Abdiel parecían débiles, como si tiritaran de miedo.
Pero los Guardianes ya tenían una idea formada al respecto.
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