Capítulo 33: Celestina
SI DE ALGO estaba segura Reuen cuando vio llorar a Liam por Nepen, era que si su tutora sobrevivía, él afrontaría todos sus temores y le diría claramente cuánto la amaba.
Creía también que Nepen intentaría abrirse a Liam, darle a conocer de manera directa el amor que sentía por él.
Pero, contra todas las suposiciones de la muchacha, ninguno de los dos hizo nada. La típica relación que los caracterizaba antes del ataque de Urso, las miradas cómplices, la forma de hablarse, de sonreírse: todo se había desvanecido.
Liam vivía de turno de guardia en turno de entrenamiento, descansando porque sabía que debía mantener altos los niveles de energía. Los pocos ratos libres que tenía los pasaba junto a Nepen, sí, pero nunca estaban los dos solos. No era cuestión única del Jefe, muchas veces era la Nepen quién buscaba un tercero que los acompañara. Y ese tercero, casi siempre, terminaba siendo Reuen.
Así, con el correr de las semanas, la joven guerrera había sido testigo de los suspiros melancólicos de Liam y también de sus miradas furtivas hacia Nepen. No le costó trabajo comprender que el Jefe trataba de mantenerse al margen, que aún amaba a la Escudo, pero no quería forzar la relación que estaban rearmando.
Nepen, a su vez, vivía sumergida en sus pensamientos. Siempre había sido así, Reuen sabía bien que no iba a cambiar. Pero antes ella acostumbraba a hablarle sobre lo que le sucedía, sobre sus miedos o preocupaciones, esperando los consejos de su protegida. Ahora, apenas si le sonreía o abrazaba para darle a entender que la necesitaba a su lado, pero no pensaba decirle nada.
Reuen no soportaba ver así a ninguno de los dos Guardianes. Liam había cuidado de ella cuando Nepen resultó desfragmentada y durante el tiempo que llevó traerla de regreso había estado a su lado para cumplir el rol de Cuidador suplente. Nepen siempre sería la Guardián dulce y paciente que la ayudó en sus primeros años en el mundo humano. Ambos eran, por mucho y por sobre todo, sus mejores amigos desde la perspectiva de los Hidden. Si buscaba palabras humanas para expresar lo que sentía por ellos, la palabra familia se ajustaba mejor.
Por eso mismo, Reuen se había jurado hacer lo imposible por lograr verlos juntos. Se merecían el uno al otro y bien sabía la muchacha que estaban actuando de esa manera debido a todo lo que sucedía en torno al grupo y la guerra que se les vendría encima en poco tiempo.
Considerando las actitudes de Nepen, Reuen decidió hablar una vez más con Liam. Tal vez ahora, luego de todo lo sucedido, él podría mostrarse más abierto a los consejos de la joven Rastreadora.
Durante un turno de guardia, Reuen encontró a Liam vigilando los bosques bajo la forma de una majestuosa águila calva. La muchacha se movía en ese momento con apariencia humana y, por unos kilómetros, debió correr a buen ritmo para lograr hablar con el Jefe, procurando que nadie más escuchara.
—¡Liam! —gritó—. ¡Necesito hablarte!
"¿Pasa algo? ¿Nepen está bien?", preguntó el Jefe mientras planeaba hacia él y se posaba en la rama de un árbol cercano.
—No es nada grave. Ella está bien.
"¿Entonces?", inquirió algo confundido.
—No te enojes conmigo. Sé que me dirás que no es momento para hablar de esto, que hay otras cosas más importantes.
"Ya. Veo por dónde quieres ir. Reuen, por favor, no sigas".
La Guardiana bufó, molesta, y se cruzó de brazos, imitando la postura que Liam solía adoptar cuando estaba a la defensiva. En ese momento, Reuen no estaba con su Jefe, sino con su amigo, y no pensaba abandonar la idea de obligarlo a demostrar lo que sentía si no le daba una buena explicación.
—Esto ya pasó todo límite —replicó—. Antes al menos estabas más tiempo con ella a solas. Ahora me pones en el medio y me haces sentir tan incómoda como nunca creí llegar a sentirme. ¿Tienes idea de lo que se vive cuando ves a tus mejores amigos enamorados el uno del otro y ninguno da el paso necesario para estar juntos?
La pregunta quedó en el aire.
Ante la mirada atónita de Reuen, Liam emprendió el vuelo sin decir nada. Regresó un par de minutos más tarde, con forma humana y vistiendo las típicas ropas oscuras de siempre. La miraba fijamente con una expresión en su rostro que la muchacha no supo interpretar.
—¿Qué? ¿Vas a decirme ahora que ya no sientes nada por ella? No te creo —acusó encogiéndose de hombros.
—La amo con todo mi ser, eso no lo pongas en duda —dijo el Líder, desviando la mirada al cielo.
—¿Entonces?
—Es lo mismo de siempre, Reuen. Tengo responsabilidades que cumplir, lo sabes. Ya te lo dije antes: hasta que no esté todo en orden, no le diré nada a Nepen.
—Eres increíble. No solo me usas de escudo, ¡también te refugias en excusas pobres! Bien podrías decirle que la amas y eso no cambiaría en absoluto la situación del grupo o la batalla que se avecina. No tienes nada que temer.
Liam respiró profundo. Reuen podía imaginar que su compañero estaba procurando no reaccionar de manera violenta, aunque eso sería bien extraño de ver, porque él nunca actuaba así.
—¿Yo soy increíble? —cuestionó entonces—. Tú juegas a ser una suerte de Celestina, intentando empujarme a que haga algo que no pienso hacer. ¿No has pensado ni un instante que eso resulta molesto? ¿Que pareces un entrometido al perseguirme y atosigarme de esta manera? Adivino que aún no has hablado con Nepen.
—No, no le he dicho nada —la Rastreadora desvió la mirada al suelo, entristecida ante los regaños que no esperaba de parte de Liam.
Él se acercó lentamente a su protegida y apoyó las manos en sus hombros, en un gesto paternal y reconfortante, mientras explicaba:
—Sé que actuaste con la mejor intención, pero necesito que entiendas la situación que vivo. No pienso decirle nada a Nepen, no todavía.
—Pero...
—Y no te uso de escudo ni nada por el estilo. Te preciso cerca de Nepen.
Reuen levantó la mirada sorprendida y esperó impaciente a que Liam se explicara.
—Juré que no voy a permitir que nada malo le suceda, prometí dar mi vida si es necesario antes que verla en peligro nuevamente. No quiero ni imaginarla cerca de una situación como la que ya vivimos con Urso.
—Eso quiere decir que...
—Que te necesito como apoyo para cuidar de Nepen. Por favor.
La muchacha sonrió mientras afirmaba con un gesto.
—Tienes mi palabra, cuidaré de ella tanto como tú.
—Gracias —Liam no pudo evitar sonreír también.
Mientras se alejaba de Reuen, tomó nuevamente la forma de águila calva y emprendió vuelo.
"Por cierto...", comentó ya lejos de la mirada de ella, "Claro que guardo ciertos miedos... soy tan normal como tú o cualquier otro Guardián".
Ella se quedó observando el cielo, analizando las palabras de su Jefe. Sonrió al comprender que seguramente le daba pánico la idea de dar a conocer lo que sentía y recibir como respuesta el rechazo de Nepen. Era entendible su temor, pero ella sabía bien que su Tutora nunca rechazaría a Liam si él admitía sus sentimientos.
Con la sonrisa aún dibujada en su rostro, Reuen regresó a la cabaña, donde Nepen debía de estar esperándola, lista para la nueva hora de entrenamiento.
Ya no podía pedirle nada a Liam: él había dejado todo claro y aceptaba, de momento, sus explicaciones. Pero podía intentar suertes con Nepen. Tal vez ella sí estaba dispuesta a escuchar sus ideas al respecto, aunque debía encontrar el momento adecuado.
Luego del entrenamiento, Reuen y Nepen debían hacer guardia en la frontera norte del condado. Gran parte de las fronteras del Clan de los Hidden eran altas formaciones rocosas y el vigilar una montaña no significaba muchos peligros, incluso en momentos como aquel. Los Demons solían crecer entre los árboles, pero se dejaban ver cerca de los humanos, a quienes buscaban para robarles energía oscura.
Aprovechando que en aquel inhóspito lugar se encontraban solo Nepen y ella, Reuen se decidió por continuar su plan de acercar a sus amigos o al menos lograr confrontarlos.
—¿Sabes? —inquirió mirando a su Tutora—. Hubiera apostado todo lo que tengo a que Liam y tú estarían formando pareja a esta altura de la vida.
Nepen la miró fijamente.
—Debo admitir que no pensé que tardarías tanto en hablarme de este asunto —replicó sonriendo a medias.
—Intenté ser paciente y darles espacio al Jefe y a ti. Pero no han hecho más que evitarse y mantenerse lejos el uno del otro.
—Hay cuestiones que uno no puede acelerar, que deben darse por sí solas. Además...
La joven dejó la frase en suspenso y Reuen no pudo más que preguntar:
—¿Además, qué? Nepen, sabes que puedes confiar en mí. Estoy aquí para ayudarte.
—Me da vergüenza admitirlo —replicó mirando hacia el cielo oscuro—. A veces, espero a que Robin regrese. Sé que Liam y Robin son la misma persona, pero los recuerdos que guardo de Robin, la idea de haberlo querido en un pasado no muy lejano, todavía me pesan. Amo a Liam, recuerdo cada momento que he vivido a su lado. Extraño a Robin.
—¿Sabes por qué?
—Sí. Ya lo he pensando y puedo adivinar la razón. Robin es un vestigio del Liam que conocí antes de desfragmentarme. Era alguien que podía mostrarse muy distante, pero sabía atender a mis palabras y ser cariñoso conmigo.
—Perderte fue un golpe muy fuerte para él —Reuen suspiró, lamentándose por la suerte de su amigo—. Hacerse cargo del clan influyó en Liam, lo volvió más frío y pensativo. Jamás lo va a admitir, pero sé que él teme no poder cuidar de sus compañeros. Ese miedo lo ha transformado. Para no mostrarse débil, Liam prefirió encerrarse en esa coraza que ahora lleva calzada en todo momento.
—Ya me imaginaba que algo así debía de haber sucedido. No quería sentirme responsable de ese cambio —Nepen observó a su protegida y sonrió con tristeza—. A veces llegas a ese punto, en que lo que más amas está al alcance de tu mano, pero no puedes disfrutar de esa alegría. No puedes vivir de ese amor, porque es muy posible que ya no haya un mañana para vivir.
—¿Qué les queda entonces? ¿No harás nada por miedo al fracaso?
—Lucharé con todas mis fuerzas. Trataré de sobrevivir. Esperaré que nuestro amor también sobreviva. Si no, deberé aceptar que ya nunca podré reflejarme en la mirada de Liam y viviré así, hasta el fin de mis días.
—Suenas demasiado trágica. No me gusta nada.
—Tú sacaste el tema, Reuen. No te quejes luego si ya no muestro mi lado humano y sentimental.
—Quiero verlos felices, nada más.
—Ese término no entra en nuestras definiciones. Existimos para luchar, para combatir Oscuros y salvar al mundo.
—Me corrijo. Quiero verlos juntos, a Liam y a ti. Saber que remendaron lo que sienten el uno por el otro y que van a hacer lo posible por que las cosas funcionen.
—No puedo prometerte nada, pero lo pensaré.
Reuen contempló a su amiga y asintió.
—Vale. Yo intentaré no molestarte al respecto. Aunque ser paciente no es algo que me caracterice.
Nepen sonrió y abrazó a su compañera. Le alegraba saber que tenía alguien a quien recurrir si lo precisaba. Aunque el asunto de Liam era un tema que intentaba evitar, que Reuen le demostrara que estaba para ayudarla la reconfortaba, y mucho.
El turno de guardia prosiguió sin sobresaltos ni llamadas de atención importantes.
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