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Capítulo 21: Revelación

—¿TE PERDISTE? —preguntó Robin mirando fijo a su protegida.

—No, no. Estaba abstraída.

—Bueno, entonces sigo. Cuando los Protectores descubrieron que existían los Demons y se lo hicieron saber a Dios, recibieron una nueva tarea: detectar y destruirlos antes de que causaran más daño.

—¿Y cómo logran eso?

—Los Guardianes tiene muchas aptitudes, pero cada uno maneja una capacidad en especial.

—¿Tienen capacidades? ¿Son como poderes?

Elis dejó la frase en el aire. Pensándolo un momento en lo que acababa de decir, temía que Robin creyese que se estaba burlando del asunto.

Él se limitó a asentir con un gesto.

Ante el asombro de Elis, Robin se dedicó a enumerar y describir las cualidades de los diferentes Guardianes. En pocos minutos, presentó a Luchadores, Muros, Rastreadores y Vigías que trabajaban hombro a hombro junto a Lazos, Puentes y Escudos, todos guiados por el Jefe de la zona.

—El poder del grupo radica en la unión que muestran los miembros a la hora de llevar a cabo sus tareas —explicó el muchacho—. En general, el Jefe es uno de los Guardianes más antiguos y a él deben respetar y obedecer todos los Protectores que trabajen en su misma región —Robin hizo una pausa—. Liam es el Jefe aquí.

—Y tú eres un Guardián —Elis dijo aquello con total seguridad.

—Sí, lo soy.

—¿Y mis amigos? ¿Ellos también eran Guardianes? ¿Cómo es posible? ¡Nunca hicieron nada para que sospechara de ellos! —Elis se cubrió el rostro con las manos y procuró respirar profundo. Levantó la mirada hacia su tutor—. ¿Tu padre también es un Guardián? ¿Y mi hermana? ¿He vivido una mentira toda mi vida?

—Son muchas tus preguntas y no me das tiempo a responder ninguna —Robin había vuelto a cruzarse de brazos.

—Lo siento —replicó ella y la culpa se dejó ver en su mirada.

El muchacho sonrió a medias, relajando su postura y siguió hablando:

—A veces los Protectores nos cansamos de la vida que llevamos y nos dan permiso para vivir por unos años entre los humanos sin atender al Jefe o al grupo, luego nos reincorporamos a nuestra tarea como si nada hubiese ocurrido. Los Guardianes somos técnicamente inmortales.

—No has respondido a mi pregunta, ¿mis amigos son Guardianes?

Robin asintió sonriendo y Elis se animó a cuestionar:

—¿A qué te refieres con eso de "técnicamente inmortales"?

—Las únicas criaturas que pueden destruirnos son los Demons, pero así y todo, no son capaces de darnos muerte. Si nuestras esencias se fragmentan, los Rastreadores pueden localizar dichas partículas y regenerarnos, siempre y cuando se recuperen todas y cada una de las partículas, lo cual es muy difícil.

—¿Qué es una esencia? —indagó la joven. Cada vez entendía menos y surgían más inquietudes al respecto.

—Es como el espíritu humano. La esencia es lo que nos define y se siente diferente en cada ser vivo. Es difícil de explicar cómo la sentimos, aunque también se puede olfatear y ver. El aroma es característico para cada esencia y podemos verla como una nube energética que envuelve al ser que la contiene. Es fácil distinguir la esencia humana de la animal o vegetal y aún más la esencia Guardián. La esencia Oscura es la más desagradable...

—¿Por qué la esencia Guardián es la más identificable? —Elis tenía más y más preguntas. Robin respondía paciente.

—La esencia de los Protectores es especial. Está formada por una gran parte de esencia Guardián, semejante a la de los Ángeles, y tiene además trazos de esencia humana, animal y vegetal. Para otros seres vivos es muy fácil diferenciarla, salvo para los humanos. Que nuestra esencia esté compuesta por otras naturalezas nos da la posibilidad de adoptar distintas formas y trabajar sin que los humanos nos detecten. Sin embargo, hay un rasgo en nosotros que no cambia sin importar qué apariencia tomemos: nuestros ojos —Robin hizo silencio y sonrío, como si esperara que Elis reaccionara de un momento a otro, como si pudiera provocar la reacción con un simple gesto suyo.

Ella comenzó a sacar cuentas, a comparar recuerdos y se dio cuenta de que, de cierta forma, tenía razón. Liam y Robin se relacionaban de alguna manera, pero no eran hermanos ni nada por el estilo. Si atendía y creía en sus palabras, si consideraba que los Guardianes podían cambiar de forma a su parecer y solo sus ojos se mantenían iguales, entonces... entonces Robin era Liam. Liam era Robin.

—¿Tú? —no sabía cómo decirlo—. ¡Tú!

Saltó del sofá y se alejó de ese extraño muchacho que desconocía por completo. Marcó distancia tanto como pudo, mientras enormes olas de miedo y furia la envolvían y golpeaban fuerte.

—¿Yo, qué? —preguntó él todavía sonriendo y se acercó a Elis a paso lento.

—¡Tú eres Liam! ¡Liam y tú son la misma persona! —lo acusó.

La voz le temblaba. La respiración se le entrecortó y todo empezó a dar vueltas a su alrededor. Aunque intentó resistirse, la inconsciencia ganó terreno rápidamente.

Cuando reaccionó, se descubrió recostada en su cama sin recordar cómo había llegado hasta allí.

—¿Qué me pasó? —preguntó más para sí misma que para otra persona.

—Tuviste un pequeño desmayo.

—Eres Liam, ¿verdad? ¿El Jefe de ese grupo? —le costaba pensar, deglutir todo lo que había descubierto en las últimas horas. Se sentía más débil y vulnerable que nunca.

—Sí, así es —el Guardián se levantó de la silla donde estaba sentado y se acomodó en el borde de la cama.

—El padre de Melu y Maoko lo sabe, ¿cierto? Ellos me dijeron que has pasado buen tiempo en su compañía.

—La tribu de los mellizos guarda muchas leyendas y además, algunos de ellos pueden ver nuestra verdadera naturaleza.

—Como el niño que se me acercó a la salida del hospital.

Liam asintió.

—Pero ni Maoko ni Melu saben lo que eres en realidad... —Elis no daba en sí ante aquella revelación.

—Podemos hacernos invisibles a los ojos humanos. Además, la facilidad con que cambiamos de aspecto nos permite andar de un lado a otro sin llamar la atención.

Mientras sonreía, movió su cabeza hacia los lados y los rasgos de su rostro cambiaron. Su nariz dejó de ser larga y afilada y se volvió más bien pequeña y recta, sus labios se ensancharon un poco, sus cabellos rubios y largos adquirieron un color oscuro y se volvieron cortos, su piel dejó de mostrar su bronceado característico y adquirió una tonalidad clara.

Elis quedó perpleja. En cuestión de segundos, una transformación completa había ocurrido frente a sus ojos. Ahora en verdad era el muchacho con el que había hablado en el bosque.

—¿Por qué no lo dijiste antes? —reclamó enojada—. ¿Te daba gracia jugar conmigo? ¡Y pretendías que confiara en ti! ¡Eres un perfecto idiota!

Liam extendió una mano e intentó calmar a Elis, pero ella se resistió. Algo compungido por el rechazo, explicó:

—Necesitaba que escucharas con atención y que ataras cabos por ti misma, que recordaras tanto como pudieras. No puedo hacerte regresar, debes hacerlo por ti misma y todavía falta mucho para eso.

—Pero tenía los pensamientos hechos un lío. ¿De verdad mis amigos están vivos?

—Ya te lo dije. A veces, los Guardianes solicitan permiso y salen a vivir entre los humanos como si ellos mismos fueran humanos comunes.

—¿Y yo?

—Lo tuyo es difícil de explicar —miró el reloj cucú que había en la pared—. Es tarde, ¿quieres cenar o prefieres descansar?

—No tengo hambre ni quiero descansar. Quiero saber qué pasa conmigo.

—Pero anoche tampoco cenaste —parecía preocupado.

—Ayer ocurrieron muchas cosas y creo que ahora voy entendiendo de a poco lo que me sucedió.

—No podemos asegurarlo, pero ese médico que intentó secuestrarte estaba influenciado por un Demon. Creemos que es Urso. Los Protectores de turno se hicieron cargo de él —explicó Liam, adivinando los pensamientos de su protegida—. Ahora estás a salvo y tengo mucho por explicar. Por favor, come algo.

—Bueno, pero que sea rápido de cocinar. Y lo haré aquí, en la cama. No tengo ganas de ir hasta la cocina o la sala —repuso Elis, sin mencionar que se sentía exhausta y el mareo todavía la afectaba un poco.

El muchacho sonrió, salió del cuarto y a los pocos minutos regresó con una bandeja cargada de sándwiches y un vaso con jugo.

—Tú, ¿no comerás nada? —preguntó la joven dudando. No se veía capaz de comer tanto ni pensaba hacerlo.

—No, no necesito comer.

Ante la expresión atónita de Elis, él sonrió y explicó:

—Los Guardianes nos limitamos a comer cuando precisamos recuperar energías de manera rápida. No somos como los humanos, no pasamos hambre ni nada por el estilo.

—¡Oh! —ahora ella entendía las exageradas comidas que había presenciado.

—Vamos, come o no seguiré hablando —apuró él sonriendo aún más.

Haciendo caso a lo que le pedía, Elis se acomodó en la cama, tomó un sándwich y lo probó. Resultaba toda una delicia: el filete era tierno y los vegetales que lo acompañaban se notaban frescos.

Liam la miró, sonrió al ver que comía con agrado y continuó hablando:

—Hace mucho tiempo, precisamente hace cincuenta años, algunos Guardianes pidieron permiso para irse en grupo de viaje y recorrer el mundo. Eran dos parejas y un quinto Protector —hizo una pausa.

Su mirada daba al vacío. Quién sabe en qué estaría pensando. Luego, suspiró y prosiguió.

—Por aquel entonces, Ainor era nuestro Jefe y había dispuesto que la decisión respecto a los pedidos de esos Protectores corriera por mi cuenta —apretó los puños antes de continuar—. Les concedí el permiso con la condición de que emprenderían viaje luego de participar en la lucha que pronto vendría. Esa lucha era muy importante, habíamos descubierto a un Demon de dimensiones descomunales y debíamos destruirlo cuanto antes. El Oscuro se hacía llamar Urso y había obtenido mucho poder y energía al alimentarse de otros Demons inferiores —Liam hizo una mueca. Contempló a Elis con un dejo de melancolía—. Los guardianes que tenían permitido irse luego de la batalla tenían capacidades bien distintas. Randall era Luchador y Derek era Muro, Selene entraba en la categoría de Sabio y Milena estaba en el grupo de Rastreadores. Nepen era un Escudo Especial.

Elis miró a Liam con intención de hacerle una pregunta, pero él continuó hablando.

—Hubo un momento durante la batalla en que Nepen generó un gran escudo y varios Guardianes colaboramos para envolver y reducir a Urso. Pero sin explicación alguna, Nepen generó otro escudo y alejó de su lado a todos sus compañeros. Había entonces dos barreras: una nos distanciaba a todos los Protectores de Nepen y la otra contenía a Urso. Nuestro único Escudo Principal estaba entre dos paredes energéticas controlando una con cada mano. Recuerdo la conmoción dibujada en el rostro de Ainor, que apreciaba a Nepen como si fuera su hija. Estaba fuera de sí.

»No importó cuánto gritamos pidiendo una explicación, ella tan solo giró y dijo "Es por el bien de ustedes". Entonces la barrera que encerraba a Urso cayó y Nepen generó una Esfera de Luz con su mano libre. Con esa esfera, atacó al Demon y mientras atacaba, el Oscuro también se lanzaba a la lucha —suspiró, dolorido—. Todo ocurrió a la vez: Nepen destrozó a Urso y Urso la aniquiló con sus garras. Ainor fue el primero en reaccionar y correr hacia ellos. Los ataques de la Guardiana y el Demon generaron una explosión gigantesca. Cuando todo se calmó, comprobamos que nada quedaba de Nepen salvo algunas partículas. La mayor parte de su esencia se había dispersado por la misma explosión y también Urso se había fragmentado. Ainor recibió la peor parte, pues actuó de barrera para salvar al grupo y no quedó rastro alguno de su energía —su voz se hizo susurros.

La tristeza embargaba a Liam, Elis podía verlo en su mirada. Aprovechando su silencio, la joven se hizo de valor y comentó:

—Nepen... así me llamó Liam —la joven negó con un movimiento de la cabeza—. Quiero decir, así me llamaste la noche del accidente.

Le costaba asimilar que ya no hablaba con Robin, o mejor dicho, que siempre había estado con Liam sin saberlo. Aun con otro aspecto, los gestos característicos que había aprendido a conocer en Robin se mantenían intactos en su verdadero aspecto.

—Sí, porque ese es tu nombre. Tú eres Nepen —la miró con dulzura.

Por un instante ella adivinó en aquellos ojos verdes la ternura pura y sublime, como cuando alguien se reencuentra luego de mucho tiempo con una persona muy querida.

—Pero, ¿cómo...? —cuestionó, confundida.

—Cuando la batalla terminó, consideramos que los restos de Urso eran tan diminutos y dispersos que hasta tanto no creciera en tamaño no podríamos destruirlo definitivamente. La pérdida de Nepen, tu pérdida —la miró con tristeza—, fue una herida muy grande para el grupo. Derek, Randall, Selene y Milena decidieron emprender el viaje que yo les había permitido, pero no por vacaciones, sino para reunir todas tus partículas y regenerarte. Les llevó más de cuarenta años encontrar cada una de tus partículas. Cuando consiguieron dar con la última porción de tu esencia, regresaron y nos dispusimos a preparar todo para recomponerte.

—¿Recomponerme? —murmuró Elis imaginándose como un rompecabezas desarmado cuya imagen solo cobraría sentido una vez que las piezas estuviesen en su debido lugar.

—Fue un proceso largo, trabajoso y muy agotador, pero luego de muchos meses al fin logramos nuestro objetivo. Nos quedaba esperar que despertases y lo hiciste al fin, hace diez meses. No recordabas nada sobre tu pasado y tampoco podíamos detectar en ti ningún rastro de tu esencia Guardián. No estábamos preparados para esa situación, ¿cómo íbamos a saber que cuando un Protector se regenera pierde sus recuerdos? —Liam hizo una mueca que no la muchacha no fue capaz de comprender.

—¿A qué te refieres con que no podían saber? —su voz se cortó, lastimada por la angustia que había cubierto al relato.

—Eres la primer Guardián en el mundo de quien se recuperaron todas las partículas y pudo ser regenerada. Los demás Protectores que se han desfragmentado por completo no han logrado recomponerse hasta el momento. Sus restos se encuentran incompletos, a resguardo de custodios especiales. Creemos que las partículas faltantes fueron devoradas por algún Demon, eso explicaría el poder anormal de ciertos Oscuros.

—Pero, ¿y mi pasado? ¿Lo que yo creo que viví?

—Nunca lo viviste, despertaste y apenas recordabas a los chicos. Para ti, Randall y Derek, Milena y Selene, eran tus amigos de toda la vida, aunque no recordabas esa vida. Selene decidió generarte una memoria sustituta que te permitiese estar cerca de tus amigos, hasta tanto reaccionaras y recuperaras tu lado Guardián. Decías llamarte Elis y aceptamos mantener ese nombre ya que debíamos ocultarte de los Demons para protegerte. Si algún Oscuro descubría tu secreto y debilidad, podían lastimarte. Como te pensabas menor de edad, otro Protector, Abdiel, fingió ser Arthur, el padre de Derek —Liam miró fijo a la joven—. Si haces el intento, descubrirás que no tienes recuerdos de tus padres, tu hermana ni de nadie más, excepto tus amigos, Arthur y las personas que conociste en el instituto secundario. Fue idea de Selene, ella pensaba que tal vez esos puntos en blanco te generarían alguna duda y tratarías de buscar información sobre tu pasado.

Elis se esforzó por recordar algún detalle de la vida que pensaba real. Liam llevaba razón. Incluso resultaba curioso, ella nunca se había detenido a pensar en esos detalles. No recordaba pertenecer a una familia. No había en sus memorias de humana siquiera el rostro o la sonrisa de alguno de sus padres, aunque Amelie y su voz chillona estaban presentes en todo momento.

—¿Qué pasó con mis padres? ¿No tengo familia? ¿Quién es Amelie entonces?

Liam suspiró, miró hacia la ventana y luego admitió:

—Ningún Guardián tiene padres o hermanos ni ningún tipo de pariente sanguíneo. No somos como los humanos o los animales, no nacemos como los otros seres vivos. El proceso por el cual somos creados es semejante al origen de los Ángeles y resulta difícil de explicar, aunque puedo decirte que cuando un Guardián es enviado al mundo, nosotros lo sabemos con anticipación. Nos informan fecha, horario y lugar de llegada y cuando vamos allí, encontramos a un ser íntegramente formado y desarrollado —se encogió de hombros—. A los ojos de un humano parecemos adultos aún con pocos minutos de "vida". Y si bien antes de despertar en este mundo ya sabemos cuál es nuestra misión, todos tenemos un Guardián asignado, un Cuidador o Tutor, que nos enseña las características del lugar que venimos a proteger y es quien nos ayuda a desarrollar al máximo nuestras capacidades... —de pronto Liam hizo silencio.

Parecía que estaba ensimismado en su propio mundo. Elis se limitaba a observarlo, esperando que continuara con sus explicaciones. Unos minutos después, él la miró y sonrió levemente mientras comentaba:

—Cuando tú despertaste por primera vez, yo fui tu Cuidador y por eso luego de todo lo que ocurrió me sentí más culpable y responsable de lo que el resto llegará nunca a creer. Yo te había enseñado todo lo que sabías, pero no fui capaz de evitar la fragmentación de tu esencia. Por eso el día del accidente yo mismo te llevé en brazos de regreso junto a Abdiel y no permití que nadie hiciera lo que, creía, era mi deber.

La joven entrecerró los ojos. Podía entender al Guardián. Aunque no recordaba nada de su antigua vida, podía pensar en lo doloroso que debía de ser ver morir a alguien a quien has cuidado tanto. La culpa debía de corroerle el alma a Liam, si es que tenía una.

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