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Epílogo (Ocaso)

Digo yo, ya me tocaba hablar; después de todo, los otros cuatro han narrado y a mí ya me tenían como marginada. Así que...pues...aquí estoy.

Ha pasado un mes que Annabeth se fue. Las cosas no han cambiado mucho, pero alguna novedad si hay:

Primero, Poppy ha descubierto un modo, a decir de ella "secreto" (a mi, personalmente, no me cae bien; creo que, sabiendo lo que sabe de los demás, no tiene derecho a guardar secretos o, por lo menos, no hasta que renuncie a rebuscar en los cerebros de los demás en busca de cotilleos), para hacerse tangible. Lo ha estrenado dándole un beso a Aiden (está claro que ya es oficial).

En segundo lugar, el "negocio" de Aiden de rehabilitación de pesadillas se ha ampliado a monstruos, imanis sombrías y hadas oscuras. Me ha llegado a decir que me pase por una o dos clases de control de la ira (¿en serio? ¿¡en serio este idiota cree que necesito controlarme!? Juro por todo lo mágico que existe que, si vuelve a sugerirlo, le parto la cara). Por lo demás, está bien; hasta cría esos dragones que tanto le gustan en un prado al Este de la base de los vigilantes.

Tercero, el elfito del infierno (no me juzguen; el me llamó hadita, se lo merece) ha disuelto a los Infernales hace poco y ahora se dedica a devolver los cachivaches robados por su padre hace no-sé-cuantos años. Bueno, casi: devuelve sus cosas a los vivos, se las entrega a la familia si están muertos y revende las de los muertos sin familia (¿qué? Tiene que sacarse algo de pasta de algún lado y los cadáveres no suelen querer cascos de invisibilidad y lanzas de tormenta...a menos que sean muertos vivientes, que espero que no). Lo único, que echa de menos a Annie.

Y, por último pero no menos importante, yo. Como premio por haber cumplido tan bien mi cometido como hada guardiana (que cortara el lazo de la guarda y que estuviera a punto de morir dos veces, además de sus múltiples desmayos, no cuentan; al final, salió vivita y coleando, ¿verdad? Pues eso es lo que cuenta), me dejaron elegir en que categoría quería trabajar a continuación. Elegí hada de los deseos (no me malinterpreteis, ser guardiana es genial, pero me sentía demasiado atada; ser de los deseos me permite ser más libre).

Aquel día Rita nos llamó a la Explanada de la Puerta (el nombre nuevo fue idea mía; mola, ¿verdad?) diciendo que tenía algo importante que contarnos (yo no se si creérmelo; esa anciana con pintas de adolescente y ropa de niña del parvulario no me inspira confianza y no seguiré ciegamente sus palabras):

-El portal se va a reabrir esta tarde-sentenció. Vale, lo admito, eso llamó mi atención.

-¿Qué?-soltó el elfo (vale, vale; ya le llamo por su nombre), digo Drake, sorprendido por las palabras de la Joven Anciana.

-Lo que oyes, jovencito-eso suena raro, ya que ella aparenta ser menor que él (alguien por ahí estará pensando en preguntarle quien le hace la cirugía plástica)-; he hecho un par de cálculos y he preguntado a mil y un espíritus-me da en la nariz que exagera un pelín- y he podido confirmar que es posible traspasar el portal una vez al mes. Esto no se sabía antes porque...resulta que hace un par de milenios los archivos referentes a la comunicación entre mundos se destruyeron en un incendio- "fuego; siempre sale algo quemado" pensé al recordar que la Lamicury anterior a Annabeth murió incinerada con una de esas láminas que Annie utilizó contra esa estúpida arpía conocida como Devora-y, como no se utilizaban, no nos molestamos en reemplazarlos. Bueno, para no alargar, el caso es que he conseguido reconstruir el calendario de las aperturas y resulta que se volverá a abrir esta tarde.

Que me quedé en shock es poco decir; aquello era inverosímil hasta para este lugar.

Y puede que lo siga siendo. Después de todo, Rita es una falsa; no muestra ni su verdadera apariencia...

Quizá fuera verdad lo que decía esa voz de mi cabeza...

¡Uy, se me ha olvidado presentarla! La vocecita que retumba en mi mente día sí y día también se llama Penumbra (llamadme rara por ponerle nombre, pero así me resulta más sencillo convencerme de que no soy yo). Básicamente, Penumbra se encarga de darme la tabarra para que deje de lado a esos "estúpidos a los que llamo amigos" (son sus palabras, no las mías. Creo; ya no estoy tan segura) y me acoja a mi oscuridad interior desde el día de mi nacimiento, cuando Annabeth cruzó el portal por primera vez.

Aún y todo, no sé porque sigues pensando en ella; ya no tienes porque ayudarla. Ella cortó lazos contigo, te tuvo al borde de la muerte no una sino dos veces y te abandonó. Y más importante, gracias a ella estoy aquí; no hubieses sido creada con negatividad si ella se hubiera mostrado más alegre.

"¡Estás sacando las cosas de contexto! La mitad de las veces no sabía que me dañaba. ¡No lo hizo a posta!"

Pero lo hizo; ¿de verdad merece la pena dedicarle algún segundo de tus pensamientos?

Decidí ignorarla. Llevo ignorando a Penumbra toda mi vida, desde que nací. Se suponía que según la energía negativa con la que había sido creada (el enfado, el dolor y el odio hacia sí misma que poseía Annabeth al pasar por el portal) debía ser un hada oscura. Aún así, algo lo impidió. Pero quedé internamente dividida: Ocaso y Penumbra; está última quiere que sea oscura, aunque yo no le haga caso. Sin embargo, a veces Penumbra toma el control sin ni siquiera darme yo cuenta; por eso parezco bipolar, por que en realidad somos dos muy diferentes (más que bipolaridad, tengo doble personalidad).

- ¡Tierra llamando a Ocaso!-gritó Poppy, haciendo que Penumbra se callara (estoy segura de que quería decir algo; pero, con la lee-mentes concentrada en mí, no quería arriesgarse), lo que le agradezco mucho, aún no cayéndome del todo bien- ¿Otra vez perdida en Fairbook?

Ah sí, esa es otra; mi mentirijilla de la red mental. Creé una especie de escudo en forma de app como las que había en el...esto...como se llamaba...como las del móvil de Annabeth para esconder a Penumbra y excusar mis momentos en el vacío hablando con ella. Todos se lo tragaron; hasta la telépata. Hablando claro; si algo así existiera, no sería la única de todo el Eclipse de la Razón en utilizarla (¿has oído a alguien más mencionar "Fairbook" sin conversar conmigo?).

Sé que me vais a decir: "Deberías hablar del tema; quizá haya alguien que pueda sacártela de la cabeza". Ugh, parecéis mis psicólogos (aunque nunca he ido a terapia). Es mi problema; lo tengo que resolver yo sola.

-Sí, lo siento; ¿que decías?-pregunté, distraída.

-De que Aiden tiene mucho trabajo en los vigilantes y que, aunque hecho de menos a Annie, yo no pienso volver a ese mundo; demasiados malos recuerdos. Así que él y yo nos quedamos.

Me quedé con la duda sobre de quien había sido la decisión; Poppy podía ser muy controladora a ratos.

Entonces, aquella tarde al atardecer, Drake y yo nos reunimos en la explanada de nuevo. En el instante en el cual el orbe solar tocó el suelo, el portal se abrió y lo atravesaron.

Unas cosquillas en la boca del estómago y miles de lucecitas que se me quedarán grabadas en la retina por siempre después, estaba sentada en la base de un árbol (yo recuerdo perfectamente mi paso por el portal; no me desmayo tan fácilmente como Annie, sin ofender).

Drake y yo caminamos un par de horas hasta que llegamos a una ciudad. Llegados allí decidimos separarnos; me anudé el saquito de polvos mágicos alrededor del cuello (sé que suena a cliché; pero, estando en una tierra sin magia, no puedo utilizar mis poderes sin mineral de enchantita en polvo) y me dirigí hacia el Norte de la ciudad mientras el elfo se encaminaba a el lado Sur.

Mala suerte la mía; me tocó el lado "chungo" de la ciudad. Tíos tatuados, fumando o tambaleándose por algo que han tomado caminaban de un lado para otro de aquella calle llena de graffitis. Ya me iba cuando alguien me tiró al suelo.

-¡Ten más cuidado, idiota!-le grité. El que me había tirado, un imbécil con chupa de cuero, pelo negro a lo Elvis y un dragón tatuado en la muñeca, esbozó una sonrisa lasciva que me hizo odiarlo al momento.

- ¡Calladita, hobbit! Deberías pensar que tienes suerte; has podido tocar al gran Chase, el amo de esta calle-el tío, que al parecer se llamaba Chase, se acercó. Detrás suyo, su séquito de cabezas hueca reían-. Aunque quizá tengas suerte y tengamos más contacto.

Y me tocó la falda. ¡Me tocó la falda! Por ahí no paso. Cogí un puñado de polvo mágico y los tumbé de una onda expansiva. Pude haberlos matado, pero me contuve; después de todo, son simples humanos.

Estarían mejor a tres metros bajo tierra; ese tío y sus amiguitos son escoria. Vamos; unos polvitos más, el susurro adecuado y ¡BAM! este mundo se libra de unos idiotas a los que nadie echará de menos.

"Estás mejor en silencio, ¿sabes? Así no dirías tantas tontadas, Penumbra", le repliqué. Me alejé del radio de magia, con lo que la voz de mi cabeza se calló (sin magia no habla; me lo apunto para después).

Una bengala hechizada, de esas que sólo pueden ver los seres a los que están destinadas, iluminó el cielo de la noche. Seguí la estela de luz hacia un barrio normalito, ni rico ni pobre, con casas amontonadas como si de monedas se tratara. Drake estaba sentado en una escalera lateral, bastante alto. Usé un poco de polvo y moví mis alas (escondidas tras mi mata de pelo pelirrojo) para llegar hasta él.

-¡No malgastes!-me soltó al verme llegar.

-Tranquilizate,-le respondí- me enviarán un nuevo lote la próxima vez que se abra el portal.

-¡Para eso falta un mes!-el elfo se comporta como mi padre (cosa rara, ya que no tengo padre).

-¿Es ésta la casa?-cambié de tema.

-Míralo tú misma.

Eso hice; entorné los ojos y miré a través del cristal. Una habitación sencilla, de paredes azul cielo plagadas de estanterías, una cama en el centro, un par de mesillas y un escritorio con un cacharro gigante formado por una pantalla (como la del móvil de Annie pero más grande), una caja negra en la que ponía PC y una tabla con letras. En la cama, una chica de cabellera castaña dormía profundamente. Aún habiendo perdido las marcas de la Lamicury al salir del Ocaso de la Realidad, se notaba a la legua que era Annabeth. Justo como la conocí: humana y en el quinto sueño.

Abrí la ventana con un conjuro (uno pequeñito, prometo que no gasté mucha enchantita) y me transformé en una bolita de luz (eso fue por que me daba la gana, ¿Ok? No tiene más explicación; aunque quizá fuera porque nos conocimos así). Tomé impulso y choqué contra su frente (vale, lo sé, es una imitación barata de nuestro primer encuentro; pero me hacía ilusión). Annie abrió sus ojos esmeralda y pegó un gritito, frotándose con la mano la zona donde segundos antes estaba yo.

-¡Auch!

-Perdón, creo que el golpe ha sido muy fuerte-me disculpé yo, ya en mi tamaño normal.

-O...O...¡Ocaso!-tartamudeó Annabeth, incrédula.

-Y Drake, él aún intenta entrar por la ventana-sonreí, encantada de poder dejarlo como un patoso; después de todo, no conseguía abrirla tras haberse cerrado al pasar yo (no lo culpeis, las ventanas modernas no son lo suyo; yo misma no hubiese sabido como se abrían sin lo que descubrí mediante el lazo de la guarda). Para mi grata sorpresa, Penumbra no comentó nada al respecto.

Ahora que lo pienso, Penumbra estaba muy callada con Annabeth cerca. Tal vez, la energía que Annie irradia anule a mi parte oscura.

Hablando de la reina de Roma, Annabeth por fin se recuperó de la impresión y fue a ayudar a Drake (yo eché una mano, por supuesto).

Cuando al fin abrimos la ventana de par en par para que el chico pasara, la parejita se besó. Fue bonito; vale...muy bonito (creo que Penumbra potó en mi cráneo). Cuando ya llevaban un rato, se separaron por falta de aire.

-La próxima vez que vayáis a hacer...eso...avisad para que me tape los ojos. ¡Tengo prácticamente dos meses de vida!-solté, fingiendo estar enfadada.

Rieron, lo que me hizo sonreír. Me da igual lo que Penumbra diga; no los cambiaría por nada del mundo (aunque este mundo en particular necesita una que otra mejora; sin intención de ofender, es la pura verdad).

Terminó, it's finished, bukatuta...da igual en cuantos idiomas lo diga, aún no me lo creo; "El Ocaso de la Realidad" acabó. Estoy feliz y triste a la vez.

Ojalá les haya gustado.

Mireia.

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