CAPÍTULO 6: Lamicury
Aquella noche los Beaver nos mandaron a dormir como si fuéramos niños pequeños. El síndrome del nido vacío, supuse.
Pero yo estaba inquieta. No podía dormir. No era que el saco que me había dado la Sra. Beaver no fuera cómodo; al contrario, parecía hecho de nubes (las que, por cierto, no me ayudaban a dormir con sus trompeteos). Pero aunque estuviera más a gusto que en toda mi vida, la conversación con los Beaver había removido algo en mi interior. ¿Cómo podía afectarme tanto el tema de las láminas de Lamicury si no había oído hablar de ellas antes?
Súbitamente, recordé un detalle sin aparente importancia, un truquillo de críos perdido entre los pliegues de mi infancia. Una cancioncita que me animaba y tranquilizaba en los momentos más complicados de mi existencia. Bueno, ese era un momento difícil, y no perdía nada por intentarlo. Procurando que nadie me oyera, murmuré por lo bajini la estrofa:
Aunque el mal se alza,
aunque se inclina la balanza,
aún siendo demasiada la verdad;
cuando cierre los ojos, no será realidad.
Y funcionó. Los párpados empezaron a pesarme nada más decir la última palabra.
Pero claro, nada puede ser tan perfecto. Alguien escuchó mi cantinela, y lo que en su momento parecía una bobada iba a convertirse en un suceso trascendental.
(NOTA: La conversación escrita más adelante la escuchó Ocaso, no yo, por lo que sólo me queda fiarme de la palabra de esa irritante hadita)
- ¿Tú crees que deberíamos decirle lo que ponía en la lámina?- era la voz de Beatriz.
- Ya le has oído canturrear. Si esa no es la estrofa de la lámina fundida, no sé cual será.
- Pero si ya sabe una, ¿para que cantarle la nuestra?
- Por que sólo funcionan las cuatro juntas- la voz de Brandon era exasperantemente tranquila-. Además, creo que es la persona indicada.
- ¡Pero estás loco! No se parece en nada a ella. No tiene las marcas.
- Las marcas son visibles después de aprender magia. Por lo demás, es ella; un espíritu libre y empático cuyo corazón sufre fuertes desequilibrios. Y eso obviando el hecho de que conoce la estrofa de la última lámina.
- Bueno, no perdemos nada. Van a ir a ver a Rita, la Joven Anciana, después de todo. Si ella estima inapropiados los conocimientos de esa humana sobre el tema no tardará en "trasladarlos"- eso, me parece a mí, fue una manera suave de decir "les borrará la memoria".
Me desperté en el momento justo en el que el orbe solar comenzaba a teñir el cielo de sus extraños colores característicos. El Sr. y la Sra. Beaver estaban en un rincón, desde el cuál se extendía un delicioso olor, dulce y frutal. Cuando me acerqué más, vi un apetecible pastel de frutos del bosque. No me extrañaba que el aire tuviera ese olor.
- Annabeth, ¡estás despierta!- dijo Beatriz nada más verme-. Siéntate, querida, tenemos algo importante que decirte.
Vale, no voy a mentir, he estado más confundida en estos (¿cuantos llevo? ¿dos?) días que en toda mi vida. Y el número de confusiones seguía aumentando. ¿Por qué razón estaba Beatriz siendo tan amable si ayer me odiaba?
Aún con las dudas revoloteando en mi estomago, decidí que no perdía nada por sentarme. No sabía que los que estaba a punto de oír me cambiaría la vida:
- Como te contamos ayer, nuestra familia es una de las protectoras de una de las láminas de Lamicury. Pero no te contamos por que se llaman así. Según la leyenda, Lamicury era la criatura mágica más poderosa del Eclipse de la Razón, quien compuso el conjuro de las láminas, cuyo cabello era blanco y reflejaba todos los colores existentes e inexistentes, cuyos ojos eran caleidoscópicos.
Hace mucho tiempo, Lamicury reinaba sobre la Tierra de la Creatividad. Encerró a las pesadillas en Montañas de los Miedos Ocultos. Les concedió a muchas criaturas poderes especiales para mejorar este lugar.
Un fatídico día, un grupo de rebeldes que se hacían llamar "Los Infernales" asesinaron a Isabela, la última Lamicury. Ella se defendió con la cuarta lámina Lamicury, que tambien fue destruida por el fuego rebelde."Los Infernales" fueron encerrados, pero el daño ya estaba hecho. El conjuro Lamicury estaba incompleto e inservible. La Lamicury nunca se reencarnó.
Pero cuenta la leyenda que el espíritu de la Lamicury nunca se perdió, sino que se trasladó a otro mundo. Cuentan también que la última estrofa está enterrada en la memoria del espíritu y se ha trasmitido de generación en generación. Y que, en tiempos difíciles, Lamicury volverá.
"¿Vale?" pensé yo. No entendía que relevancia tenía la muerte y desaparición de la Lamicury conmigo. Me ponía triste, pero no lo entendía.
Hasta que Brandon dijo lo siguiente:
- Creemos que tú eres la reencarnación.
- ¿Queeéee?- no pude evitarlo, se me escapó.
Aquello era absurdo. Demasiado irreal. Yo NO era una especie de princesa mágica, NI había aparecido en ese mundo para salvarlo. Todo era una tremenda CASUALIDAD.
Mientras, los Beaver seguían con sus explicaciones:
- Piénsalo, tiene sentido. Vienes de otro mundo, justo cuando hay problemas. Te encuentras con nosotros, unos guardianes de la lámina, por "casualidad". Y, para colmo, canturreas una melodía muy parecida a la de nuestra lámina, sólo que con otra letra. Si tú no eres la Lamicury, entonces la Lamicury ya no existe.
- Por lo menos escucha la estrofa- Me miraron con expectación. Pensé que escuchar la estrofa no me haría daño y que así los Beaver se quedarían más tranquilos. Cuando di mi aprobación, que según yo no era necesaria, empezaron a cantar-:
Cuando estoy a contracorriente,
la encaro frente a frente;
yo escucho al corazón
cuando se silencia la razón.
Me quedé muda. Sí que era la misma música. La misma melodía que anoche tarareé, sólo que con otra letra. Como dos estrofas de la misma canción.
Después de desayunar un generoso trozo de pastel, Ocaso y yo abandonamos el campamento de los castores. Al volver a emprender el camino tenía la canción en la mente y dudas sobre mi propia existencia bien ancladas en mi corazón "humano". Ya no sabía si era correcto usar esa palabra para describirme.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro